Azul era la tela de tus pantalones el día que nos conocimos. También lo era la pared del baño que no tenía azulejos. La manija de la que era tu taza favorita. La puerta del vecino de enfrente, el que nos espiaba cuando nos encerrabamos por horas en tu habitación. Azul era el llavero de mi hermano o ese era hasta la última vez que nos vimos. La manta que cubría mi cama y ahora solo es cenizas en la parrilla de mi casa Azul era la máscara de pestañas de tu madre, esa que creía que yo solo era un amigo. El agua de nuestro lago en el cual pasamos miles de tardes observándonos y amandonos en secreto. Tus ojos de un tono oscuro que al sonreír se ponían color cielo. Azul es el cielo ahora, azul oscuro que lentamente se convierte en negro.
Extraño ver cómo te quedan esos pantalones. Ya olvide la textura de esa pared. No hay dia que no lamente haber roto tu taza cuando entraron y nos vieron juntos. Maldigo al vecino que fue a hablar con tus padres sobre nuestras conductas inmorales. Ya no recuerdo a mi hermano, después de enterarse de todo dejó el pueblo sin despedirse. Me arrepiento haber dejado la manta azul en casa, era el único regalo que me habías hecho. Siempre sueño con el rastro azul que dejaron las lágrimas en el rostro de tu madre, cuando veía a tu padre robarte la vida a golpes. Cuando cierro los ojos aún puedo ver el azul de tus ojos y en ellos el reflejo de nuestro amor prohibido.
En azul pensaba cada vez que nos uníamos para hacer el amor. Azul eran las caricias que nos regalábamos por todo el cuerpo. Azules eran los besos que me dabas y que yo te devolvía. El azul me envolvía, nos envolvía, nos llenaba y nos hacía explorar cosas impensables. En azul pienso y te recuerdo, te recuerdo y sos azul. Azul oscuro como el cielo siempre a esta hora, azul como el agua de nuestro lago que ahora me absorbe y me roba mi último suspiro; y juntos nos sentamos a observar como lentamente mi vida se convierte en negro.