Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mademoiselle. por Dahliexyz

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Escribí esta historia cerca de cuatro años atrás pero jamás la concluí, en amor yaoi publiqué tres capítulos. Decidi retomarla y terminarla, por favor revisen las notas del final.

Notas del capitulo:

Capitulo corto, mera introducción. Espero les guste y ¡juro que todo es homo!

 

San Petersburgo, Rusia. Otoño de 1755.

 

La casa real rusa era extensa, había sido remodelada a gusto completo de la zarina suprema gobernante del país. Una parte esencial del conjunto, aquella que establece su unidad espacial es la disposición de sus jardines. El frio típico de la región jamás fue impedimento para crear un pequeño escenario mágico, digno de la más alta sangre azul rusa, el intento de la zarina era trasladar a la realidad la poesía paisajística narrada por poetas y pintores del pasado y presente. Amplios campos verdes decorados con grandes extensiones  de flores cultivadas, flores de todo tipo, colores vivos y aroma fresco impregnado en el aire. Rocas y colinas artificiales, estanques con peces exóticos traídos como regalos por su consorte desde países desconocidos del sur de Asia. Arboles de ciruela, de manzanas y hasta robles. Inclusive, un pequeño laberinto formado de arbustos altos y enormes rosales siempre cautivantes. Aun en invierno cuando la nieve modificaba la apariencia aquello era un lugar de ensueño. Isabel Petrovna era una mujer que ya pasaba los treinta años de edad pero su belleza física era conocida por todos, una belleza con la que había nacido y conservaba puramente, su rostro reflejaba frescura y jovialidad. La educación que recibió era completa, hablaba fluidamente cuatro idiomas y admiraba la cultura y las artes que poco a poco surgían y crecían dentro y fuera del país. Era conocida como “la mayor belleza del pueblo ruso”. Siendo muy joven y tras disputas  familiares se había coronado como la suprema zarina de Rusia. Compartía el lecho con un ucraniano, Alexey Razumovski. Su amante y el gran amor de su vida a pesar de que nunca se casaron. Pero la vida de la zarina tenía un nuevo capítulo, uno más oscuro e inusual del que todos murmuraban pero nadie se atrevía a señalar.

Meses antes una hermosa cortesana francesa había llegado como representante de la familia real de Francia con el propósito de entablar amistad y cortesía diplomática que mejorara la relación de ambos países, nada del otro mundo de no ser por la obsesión de la zarina por esta mujer. Una obsesión difícil de cuestionar que para muchos rayaba en amor poco disimulado. Cada dia desde hace semanas, la mujer francesa se encontraba hospedada en el palacio en una habitación esplendorosa que la misma zarina había enviado decorar especialmente para su adorada invitada y a la cual solía entrar sin tocar varias veces al dia. Tanta era su fascinación que llegó a pedirle que no se marchara nunca.

Esa noche en especial, a pesar del frio característico de la época la zarina había orquestado una cita a la luz de luna y velas en uno de los jardines principales, ataviada con un vestido color perla que aunque lujoso resultaba sencillo y cómodo, así como un abrigo blanco de piel, esperaba la hora. Sus ojos buscaban casi desesperadamente a la bella dama quien momentos después apareció junto a la fuente de mármol con figuras de ángeles. Era alta de tez muy clara casi pálida, ojos azules profundos de forma almendrada, llevaba un vestido rojo y granada con detalles de rosas, olanes y un elaborado cuello de color plata al igual que las dobles mangas, sus guantes finos de encaje eran del mismo color que el vestido, portaba en ambas manos múltiples anillos de todas formas y materiales. El largo cabello rubio iba recogido con un suave y elegante tocado, aunque no menos vistoso y elaborado que el vestido. Su rostro estaba perfectamente maquillado y sonreía mostrando una hilera de blancos dientes. Un abrigo color negro terminaba de cubrir la hermosa imagen que la zarina no podía creer como real. La mujer extranjera se acercaba a pasos lentos y pausados, su aromático perfume floral podía percibirse a la perfección aún estando lejos. A su lado un joven de cabello castaño, traje oscuro y andar elegante la acompañaba.

— Buenas noches tenga majestad, —con una respetuosa reverencia saludó a la monarca que no dejaba de sonreír.

— Propio, por favor siéntese. —señaló la silla frente a ella, una pequeña mesa adornada con flores frescas y velas esperaban el momento de la ansiada cita.

— Climent, ve a descansar no necesito de tus servicios por el momento. —mientras el muchacho caballerosamente ofrecía la silla y la vistosa dama acomodaba su largo vestido, invitó a su vasallo a dejarlas a solas. Era primordial. Asintiendo este se alejó de la escena hasta perderse de vista.

El clima era agradable a pesar del viento helado que soplaba cada cierto tiempo. La cena era algo sencillo y ligero, té de múltiples aromas y pastelillos de crema, una mera excusa para el momento deseado. La zarina observaba fascinada a la francesa quien con los elegantes modales propios de su educación aristócrata consumía aquellos con movimientos menudos.

— Señora querida, he de marcharme mañana a Francia, ¿qué es aquello tan importante que debía mencionarme? —no habían transcurridos más que unos minutos de silencio.

— Madeimoselle Lia de Beaumont, es usted la joya más exquisita de la que tengo recuerdo haber conocido, yo le suplico que permanezca en Rusia un poco más. Sería un honor tener a la mujer que me ha robado el corazón en mi morada al menos unos días más. —bajó la mirada al mencionar eso al fin, al parecer los rumores no eran errados.

— Es usted muy directa alteza. — una sonrisa llena de autentica coquetería se formó pero antes de continuar hablando uno de los sirvientes salió en búsqueda de la zarina, anunciándole la llegada del mariscal Alexey desde Ucrania. Suficiente para una mueca de disgusto en la hermosa soberana. Una disculpa antes de retirarse.

Viéndola de nuevo a solas el joven de rasgos delicados pero semblante serio se acercó, atreviéndose a tomar uno de los pastelillos colocados en una enorme charola de plata encima de la mesa, sin permiso o perdón. Había estado oculto tras un arbusto no muy lejos, no debía alejarse de aquella a quien custodiaba. Cuando sus miradas se cruzaron, los dos sonrieron burlonamente.

— Al parecer mi señor, su identidad como Lia es sumamente cautivante. Logró enamorar al zar actual quien para colmo es una mujer. —deslizó un dedo por sobre la suave mejilla contraria.

— Bueno Climent, no era mi intención llegar a este punto pero al menos tengo el favor y la confianza de Isabel, es suficiente, misión cumplida. —respondió a la sutil caricia sujetando la mano del guapo cómplice, estrechándola entre las suyas.

— ¿Y qué hará mi señor? ¿Nos quedaremos en Rusia? —aquel se inclinó peligrosamente cerca del bello rostro de porcelana.

— Supongo que cumplir un capricho al zar me dará más puntos y estás aquí para ayudarme a que no se salga de mi control. Y si te soy sincero, tengo una idea que involucra permanecer en el país un poco más. —finalmente, un beso corto y breve en los labios. Climent se alejó antes de ser visto.

La zarina reapareció en escena ansiosa de recibir una respuesta, retomando su asiento y mirando expectante a la dama francesa.

 

 

 

Notas finales:

 

Charles-Geneviève-Louis-Auguste-André-Thimothée d'Éon de Beaumont, también conocido como Chevalier d'Éon o Mademoiselle Beaumont fue un enigmático espía, diplomático y militar francés al servicio de Luis xv, que se destacó por sus misiones de inteligencia, pero especialmente se recuerda por vestirse como una mujer de enorme belleza generando el enigma que constituyó su verdadero sexo.

Aunque muchos nombres y lugares existieron en realidad todo aquí es completa ficción obviamente, pero me encanta la historia de madeimoselle Beaumont. Disfruten y espero sus comentarios y críticas.

fic de temática histórica, fufufufu~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).