Zumbando tranquilamente por los amplios jardines de otoño, se encontraba volando un singular abejorro salvaje, su nombre era Genos, a diferencia de las abejas, el no andaba en enjambres con sus compañeros, acostumbrado a vivir por su cuenta, recolectando el néctar de las flores y cosechar su propia miel, siempre vagaba por el mundo en busca de deliciosas mieles que comer, no tenía hogar en particular, pero no era problema para un abejorro salvaje y fuerte como el, se dedicaba solo a recorrer el mundo con el objetivo de sorber de todas las flores para hacer la miel más rica.
Un dia mientras volaba por los senderos de coloridas flores en busca de dulces florescencias para suministrarse, encontró bellos jardines llenos de vegetación, como ya estaba cerca de la época de invierno donde la comida es escaza, Genos decidió recolectar suficientes provisiones para su hibernación, pero se dio cuenta de la presencia de colmenas de abejas por doquier, los abejorros y las abejas no solían llevarse muy bien, Genos suspiro, siempre en estas épocas antes de la escases de comida, las abejas acaparaban todas las flores, así que optó por buscar en otro lado.
Fue entonces que inicio un viaje largo, recorriendo más distancia de la que había llegado,
Y esta vez Genos encontró un bosque místico que no había recorrido antes, un bosque salvaje y abundante, seguramente habría muchas especies de flores y también insectos peligrosos, pero el gustaba de los retos y el peligro, después de todo, también era un insecto salvaje.
Se adentró en aquel bosque y después de pasar por los terrenos frondosos y telarañas que apenas pudo librar, llego a una parte más iluminada por el sol encontró ahi un hermoso sendero de lindas florecitas amarillas con rojo en el centro, nunca había visto tales flores,
-bien, tengo mucho que recolectar de estas flores frescas, que bueno que decidí irme por este rumbo- se dijo orgulloso por encontrar tan bonito jardín de flores vírgenes.
Voló tranquilamente mirando a su alrededor todas la plantas.
Hasta que de repente una luz cegó sus ojos, ahí estaba una flor de entre la multitud, destellaba una luz reflejada por el sol, Genos fue atraído por ese destello muy brillante y fue hasta alla, y cuando se acercó, ahí estaba, un pequeño ser de su mismo tamaño, se estiraba de sus extremidades mientras los pétalos se abrían dejando ver su cuerpo y tallos verdosos se desenrollaban de su cintura, pero lo que mas le llamo la atención, fue esa hermosa calva brillante,
Genos zumbo de nerviosismo, la creatura era realmente bella, se acercó más, el ser volteo a mirarlo con un rostro neutro, y eso era más llamativo, de repente le llego una fragancia exquisita, un tentador aroma olor a flores y miel que departo su apetito, zumbo y tembló al mismo tiempo, el ser reposaba sentado en el centro de la flor, Genos tembló un poco sintiéndose muy atraído por ese olor, el ser lo miro fijamente
“bzzzzzz”
No pudo seguir pensando mas, el olor fuerte lleno sus fosas nasales, un olor tan dulce jamás conocido, eran las flores?, no, ninguna flor podría tener una fragancia tan esquicito,
El ser ladeo su cabeza confundido pensado por qué lo miraba tanto ese insecto, pero antes de que pudiera decir algo Genos se le echo en sima abrazándolo, el ser se sorprendió por el repentino acto y mas porque estaba frotando su cuerpo contra el suyo, creyó que intentaba atacarlo, asi que le dio un fuerte golpetazo al insecto,
-QUE CREES QUE HACES ABEJA TONTA!!-
El golpe fue tan fuerte que le hiso sacar baba negra y desplomarse hasta el suelo. El ser misterioso mostraba una cara molesta enseñando sus dientes
Un momento después Genos volvió a elevarse y se puso delante del ser que lo miraba molesto mientras tapaba su cuerpo desudo con un pétalo de flor
-mis disculpas señor de las flores, actué con mis instintos naturales- se disculpaba haciendo una reverencia
-quien eres tu?, y que haces aquí?- dijo el ser cruzándose de brazos
-discúlpame, soy un abejorro que trabaja de manera independiente recolectando miel, mi nombre es Genos, por favor dígame su nombre bella mariposa- la voz de Genos se oía muy interesada, el ser lo miro simplemente alzando una ceja para luego contestar
-no soy una mariposa, soy un hada que cuida de las flores de Saitama, y mi nombre es Saitama también-
-Saitama- Genos repito con somnolencia, se paró en uno de los pétalos y se inclinó ante el hada -un bello nombre, para un bello ser-
Saitama solo se le quedo viendo con algo de miedo, luego se levantó y agito sus alas para elevarse
-y que haces aquí?,- pregunto Saitama, esa era la primera vez que un insecto como esos se adentraba en el jardín que era su hogar, pero principalmente porque nadie venia a su jardín porque era demasiado oculto y todo camino a su alrededor estaba repleto de arañas que atrapaban a los insectos pequeños, o las ramas de los arboles daba una referencia a un bosque tenebroso.
-ho!, es cierto, estas flores tienen bastante polen para abastecerme, podría tomar un poco de ellas?- pregunto, ante eso el calvo volvió a adaptar su rostro neutro
-ha, si claro, eres un polinizador verdad?, puedes tomar lo que necesites-
-gracias!-
-solo no te acerques a mi ok?- le dijo el hada
-si!-
Genos prosiguió a volar a todas las flores, trabajando mientras a ratos le echaba la mirada a Saitama, que solo podía mirarlo con molestia, desconfiaba de ese insecto.
…………….
Después de un rato Genos termino de recolectar la miel de las flores y volvió de nuevo con Saitama para agradecerle, este se encontraba tranquilamente descansando en una florecita
-muchas gracias Saitama san por haberme ofrecido de tus flores!- exclamo
-a si, de nada- dijo sin interés y sin dirigirle la mirada
El rubio se inclinó en señal de despedida, y emprendió su rumbo de regreso, pero la verdad pensaba no alejarse tanto y volver al jardín, y en vista de que era un jardín puro, no tendría nada que perder si se abastecía solo de esas lindas flores, pero sobretodo porque…..
El ser le había llamado mucho la atención
“Saitama”