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*Deséame* por YukitaRain22

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Notas del fanfic:

Hola, aquí con un nuevo Fantic de Danny Phanton, a decir verdad me extrañaba el echo de que hayan tan pocos fic's de estos dos.. ¡Hey! es muy dsffgd... Ver a un hombre mayor con uno menor... ¿o solo yo lo disfruto?

POV Danny:

Suspiro pesadamente sin tomarle gran atención al Sr. Lance sobre un libro llamado algo así como... El Dante , solo quiero llegar a casa, recostarme en mi cama y no volver a despertar. Al escuchar la campana todos comienzan a salir, yo solo me quedo esperando a mis amigos en la salida del aula que es nuestra ultima clase. Cuando estos se me acercan.

—Oye, Danny que harás más tarde— pregunto Tucker.

— Nada realmente.

—Y dinos Danny —mire a Sam— ¿Como... Has estado con-

—Ya lo he superado, si esa es tu pregunta —la interrumpir antes que siguiera.

— Bueno, si necesitas algo nos avisas sabes que tienes nuestro apoyo en todo —ella sonrió levemente.

— Gracias en serio, chicos.

Mientras seguíamos hablando de trivialidades mientras caminábamos a la salida del instituto. Lograba oír los murmullos de los demás de mí alrededor, cuanto odiaba esto. Desde ese entonces la gente hablaba de mí... Los deportistas dejaron de acosarme, aun qué las porristas seguían riéndose mí.

A lo lejos pude divisar a Dash y su grupo de amigos... Él estaba tomando a Paulina por la cintura, ella se percato que los estaba observando cuando dijo.

— Hey, Dash tu ex aún te observa con esos ojitos que profesan amor— solo trago seco, Dash simplemente se río sin ganas.

— Cierra el pico, Paulina— Respondió mordazmente Sam.

—Vamos chicos —Luego dijo Tucker, llevándonos ambos lejos de ellos.

Suspiro ruidosamente sintiendo como mi estomago se oprimía y un nudo se creaba en mi garganta, a decir verdad mi relación con Dash no había sido la mejor.

Cuando nuestra relación comenzó se veía estable... Pero las cosas cambian en un año, solo era un chiquillo de catorce años. Ya sabes. Dash siguió detrás de faldas y yo no hice nada para evitarlo. No sabia como.

En una de las fiestas en casa de las porristas me engaño con Paulina para luego ella misma restregármelo en la cara el día siguiente. Cuando todos supieron que mi relación con Dash había finalizado muchos rumores de mí estaba circulando en el instituto, incluso ahora.

— Esa maldita zorra le arrancare la lengua a la próxima —Siseo Sam.

Me reí sin ganas.

— Ya tranquila Sam, Solo hay que ignorarla —Dije.

— Aun no entiendo como que no golpeaste a Dash, por hacerte ''eso'' con ella.

— Digamos que me lo esperaba... ya cambiemos el tema, por favor.

— Hey, para cambiar los ánimos por qué no vamos a Nasty Burger.

Esboce una amplia sonrisa cuanto todo el gusto amargo de todo esto se iba.

— ¡Sí! — Gritamos Sam y yo.

(...)

Estando en casa, baje las escaleras para dirigirme a la cocina y escuche a mi madre hablando por teléfono, no le di gran importancia así qué solo fui a la cocina a servirme un refrescó para cuándo oigo que mi mamá le dice a mi padre.

— Vlad, no podrá venir a cenar, dice que esta ocupado, Jack.

¿Qué raro? Vlad no rechaza ni una oferta de mi mamá...

— Vladdy ha estado muy ocupado últimamente, con eso de la construcción del nuevo hotel en Amity Park.

Bueno tengo que decir que hace un año Vlad y yo hicimos una tregua, él dejo de frecuentar en la zona fantasma pero aun así se le tiene mucho respeto allá. Sus visitas en la casa fueron mucho más comunes, se disculpo con papá y mamá pero cabe decir que yo no he visto que tramara algo sospechoso igual no cambia el hecho que todo esto sea extraño. Su cambio repentino igual fue un alivio para mí de cierta forma.

Y sin más preámbulos tome una decisión de ir a su mansión en Wisconsin, echare un ojo a ver que tal esta haciendo y luego me largare. Así de fácil.

Me levante de mi silla deje el vaso en el fregadero y les dije a ambos.

— Iré a casa de Tucker.

Ambos me respondieron que esta bien que no llegara tan tarde para la cena, subí las escaleras, dos anillos blancos pasaron por mi cuerpo y me transformé en Phantom me hice invisible e intangible. Pase por las paredes y volé hasta Wisconsin.

Una hora y media más tarde ya estaba enfrente de la elegante mansión, Vlad había mejorado el sistema de seguridad para fantasmas así qué me costo un poco el entrar.

Cuando pude ingresar pase por las paredes hasta el despacho y me lo encontré. Él estaba sentado con las piernas cruzadas bebiendo de una botella de Whisky un Jack Daniel, con la camisa abierta mostrando su esculpido cuerpo, Vaya no esta tan mal para ser un hombre de cuarenta años. Mis pensamientos fueron interrumpidos por su imponente voz.

— ¡Oh! Daniel, vienés a comprobar si no he muerto aún.— Se le oía con voz ronca.

— Hola Vlad... No realmente.— Me acerque a medida que hablaba— solo venía a ver que estaba haciendo...

—Nada realmente, ahogando las penas, Daniel.—Dijo desinteresadamente volviendo a tomar un trago de su Whisky.

— ¿Cuales penas? Sí tienes de todo.

—No tengo todo, Daniel. Algunas veces no todos tienen lo que más quieren.

— ¿Como mi... Madre? —Trague saliva.

— Tu madre es el recuerdo de lo que quería. Hermosa, inteligente y cariñosa, y tener una familia era el mayor deseo que tenía pero me aferre a un recuerdo todo debido al accidente... Que cometió tu padre. Al final pude comprender que jamas la ame... Solo era eso. Un recuerdo —Pude notar una pizca de tristeza en sus ojos azules.

Abrí grande los ojos, jamas me imagine oírlo decir tales cosas. Él Vlad Master hombre terco hasta la médula, rendido.

Lo quede mirando más detenidamente. Un hombre mayor de cuarenta, bebiendo solo en su despacho, ahogando sus penas en una inmensa mansión y sintiéndose rendido... Agache la cabeza, no sé el porqué sentía pena por él, quien a lo mejor nadie amo.

Él no es el zorro astuto que conocía, el que tengo enfrente solo es un hombre borracho y lleno de tristeza.

Tome su botella y se la quite sin más.

— Supe que terminaste con tu novio.

Me quede de piedra. Respire profundamente para intentar formular una respuesta aceptable.

— Digamos que no era para mí.

—Entiendo... ¿Hey, que estas haciendo?

— Te llevare a la habitación, no estas en condiciones para ir tú solo.

Él simplemente bufo cuando rodie su escritorio para acercame a él.

— Vamos —dije, rodeándole la cintura con un brazo. Hice una mueca cuando él me rodeó a su vez los hombros y me dio un apretón con demasiada familiaridad, el whisky pareció castigar a Vlad con más fuerza. Permaneció con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, gruñendo de vez en cuando.

— Me has venido a visitar mientras ahogaba mis penas en alcohol y me estas llevado a la habitación, tejón travieso. Pensaba que no te gustaban los hombres mayores.

Incluso estando borracho, el frootloop seguía siendo un idiota.

— No te estoy llevado a una habitación cualquiera, idiota. Te estoy acompañado a la tuya para ayudarte. Pero como sigas comportándote así, voy a soltarte y te caerás —murmure, enfadandome levemente. Estaba a punto de dejarlo allí, cuando él murmuró que se estaba mareando. Me lo imagine ahogándose en su propio vómito, muerto en el baño, solo y sin amigos, decidí quedarme. Esperaría hasta que estuviese en la cama y me aseguraría de que no vomitara (y se ahogara) trastabillando mientras avanzábamos por el largo pasillo. Me detuve para descansar, el hombre pesaba bastante a decir verdad.

Vlad estaba apoyado en la pared, con los ojos cerrados.

— Vamos, Vlad.

Lo apoye en mi hombro nuevamente y lo ayude a recorrer el pasillo.

—¿Adónde me llevas? —preguntó él, abriendo un ojo.

—A la cama.

Vlad se echó a reír, se apoyó en la pared para mantener el equilibrio.

—¿Qué te parece tan gracioso?

—Tú, Daniel —respondió con voz ronca y susurrante—. Me llevas a la cama y ni me has dado un besito por ultimo. ¿No crees que deberíamos empezar con uno que otro beso, antes? Luego hacernos un par de manitas unas noches sobre el sofá y luego a partir de allí pasaríamos a la cama. Ni he tenido la oportunidad de acariciarte y me quieres llevar a la cama, pequeño tejón travieso. Te recuerdo que aun sigues siendo virgen.

Me enfurecí, especialmente por el último comentario.

—Tú no has hecho manitas en tu vida. Y no te llevo a la cama, idiota. Te acompaño hasta allí para que puedas dormir. Vamos, basta de cháchara.

—Bésame, Daniel. Dame un beso de buenas noches. —Vlad me estaba mirando fijamente. Su voz se había convertido en un murmullo aterciopelado-. Y te prometo que luego me iré a la cama como un niño bueno. Y tal vez, si te portas bien, dejaré que tú te acurruques a mi lado como un pequeño tejón bueno.

Ahogue una exclamación Sintiendo repentinamente como mi rostro se sonrojaba violentamente. En ese momento no parecía borracho. Tenía un aspecto bastante lúcido y lo estaba acariciando con la mirada, deteniéndome más tiempo del necesario en la zona del pecho. Vlad se pasó la lengua por los labios.

« Ahora viene la sonrisa seductora... Va a llegar en cinco, cuatro, tres, dos, uno... ahí está» . (Menos mal que en mi actual estado de ánimo, ya era inmune a las sonrisas derretidoras).

Soltándolo inmediatamente, di un paso atrás y aparte la vista. No podía permitírselo. Mirarlo directamente cuando sonreía era como mirar el sol sin protección. Vlad dio un paso hacia mí, mi espalda chocó contra la otra pared del pasillo. Estaba atrapado. Él se acercó un poco más.

Abrí mucho los ojos. Me estaba acechando y parecía hambriento.

—Por favor... no... no me hagas... esto no... soy mi madre

Vlad frunció el cejo, levantó las manos y me sujetó la barbilla para que lo mirara directamente a los ojos, que le brillaban atrevidos con un color carmín.

—Lo sé —dijo y me besó.

En cuanto sus labios entraron en contacto, me sorprendí tanto que incluso perdí la capacidad de razonar y me sumergí en las sensaciones. Nunca había sido tan consciente de su físico como en ese momento. La energía que había perdido su mente la ganó su cuerpo. Note que los labios de Vlad apenas se movían. Eran unos labios cálidos, húmedos y sorprendentemente suaves. No sabía si me estaba besando así por la borrachera. Era como si nuestras bocas se hubieran quedado pegadas. Como si su conexión, tan real como intensa, no pudiera romperse ni por un segundo. No me atrevía a moverme por miedo a que él me soltara y no volviera a ser besado así nunca más en toda mi vida.

A decir verdad mis experiencias al ser besado no han sido las más lindas... y creo que puedo incluir esta, pero los labios de Vlad son tan cálidos.

Él se apoyó en mí con suavidad pero con firmeza, mientras me acariciaba las mejillas con las manos. No abrió la boca, pero el sentimiento que circuló entre ellos fue muy intenso. Note el latido de mi corazón en mis oídos, sentí que me ruborizaba mucho más y que me aumentaba la temperatura en todo el cuerpo. Me acercó un poco más a él, eliminando la separación que quedaba entre los dos y rodeándole la espalda con mis brazos. Percibo la tensión de sus músculos debajo de la camisa y su corazón latiendo contra su pecho. Pero me trataba con demasiado cuidado, con demasiada delicadeza... Yo quería más, mucho más.

No supe cuánto tiempo pasó desde que empezamos a besarnos, pero cuando Vlad se apartó, me daba vueltas la cabeza. Había sido algo trascendente. Emocional. Durante unos instantes, había logrado satisfacer su deseo más profundo. Había sido un momento real y muy emotivo que me había provocado.

La chispa de la atracción, habían vuelto a la vida nuevamente. Hace tanto que pensé que jamas volvería a sentirme así por lo sucedido con Dash y yo pensaba que a estas alturas de mi vida ya era inmune a esos sentimientos.

—Daniel —murmuró Vlad, tambaleándose—, dulce como un caramelo.

Se pasó la lengua por los labios como si me estuviera saboreando. Cualquier rastro de lucidez había desaparecido. Con los ojos cerrados, se desplomó contra la pared, a punto de desmayarse.

Cuando recobre el juicio, cosa que me llevó más de un minuto, lo arrastre hacia la habitación acostandolo en su cama, le quite los zapatos caros que llevaba puestos, lo cubrí con las sabanas de seda. Luego me quede mirándolo.

Quien diría que el hombre más terco que he llegado a conocer se haya dado por vencido. Su terquedad es era un rasgo que lo caracterizaba a ambos y ver a este nuevo Vlad...

Pero abandonar su sueño aun qué raro que sean, renunciar el hecho de que estaba enamorado de mi madre y el profundo odio que le tiene a mi padre para desearle la muerte. Aún que de alguna forma me alivia que allá abandonado ese sueño.

Y ahora aquí me encuentro yo sentado en su cama, con él durmiendo tranquilamente.

Tanteo mis labios con las yemas de mis dedos, aun podía sentir la calidez de sus labios sobre los míos, no pude resistirme a ser besado.

Siento como mis mejillas comienzan a arder y suelto un ruidoso resoplido para levantarme de la cama.

— Pero si ya parezco toda una colegiala...

Miro detenidamente el rostro durmiente del hombre mayor que esta a mi lado y escucho como murmura mi nombre.

Trago saliva, no puedo dejarlo en ese estado tan... Vulnerable. Me quedare para cuidarlo.

Tomo un edredón que esta en un cajón del dormitorio y me dirigo a la salida de la habitación, me volteo a mirarlo. Esta durmiendo pacíficamente así que tomó rombo nuevamente al despacho y me dedico a admirar el lugar.

A decir verdad es muy solitario estando uno solo aquí, sin amigos y ni familia... Realmemte se debe sentir mal estar en los zapatos de Vlad.

Cuando llego al despacho, dos anillos blancos pasan por mi cuerpo volviendo a ser humano y tomo mi teléfono para marcar al número de mi casa, hoy es viernes así que les diré que me quedare de casa de Tucker.

— Hola, familia Fenton.

—Hola papá, soy Danny me quedare hoy en casa de Tucker.

— Hola Danny chico. Bueno le diré a tu madre, hasta mañana.

Cuando mi papá colgó, llame a Tucker avisándole que les dije a mis padres que me quedaba en su casa a dormir por qué tendría que quedarme fuera toda la noche, como él no preguntó nada di por finalizada la llamada.

Tome el edredón y me acosté en el sofá cubriéndome con esté cuando cerré lo ojos no paso mucho que me quede dormido.

A la mañana siguiente me levante temprano como a las 8:30 busque el baño de invitados y me lave la cara para luego laverme los dientes solo con pasta dental... Ya que no tenía mi cepillo. Fui a la cocina y tome un delantal de las criadas para luego volver al despacho, limpiar el desorden que hizo Vlad y volver a la cocina con la basura.

Mire el refrigerado para tomar un plato con tocino y una bandeja de huevos luego tome una sartén que le Vertí un poco de aceite.

De un botiquín tome unas pastillas para el dolor de cabeza y un vaso de agua dejándolo sobre la mesa de granito negra.

Me acerqué a la sartén ya qué el aceite ya estaba haciendo ruidos para tirar dos tocinos y un par de huevos. Coloque dos platos mientras tanto y coloque la cafetera, fui nuevamente con los huevos y tocinos para sacarlos, y coloque dos pares nuevos.

Escuche murmullos a mi espalda y cuando me giré me encontré con esos ojos azules. Su semblante era total sorpresa al verme aquí en su cocina haciéndole el desayuno.

—Buenos días Vlad, toma asiento que altiro te sirvo el desayuno. ¡Oh! Y tomate esas pastillas son para aliviar tu dolor de cabeza.

—Buenos días... Daniel.

Cuando saco los otros huevo y tocinos dejándolos en otro plato los sirvo en la mesa, busco las tazas a lo que Vlad me apunta donde están. Me acerco a la cafetera y sirvo dos tasas humeantes de café y se le dejo enfrente la taza.

—Pensare en contratarte como criada, Daniel. —me queda mirando como si fuera un animalito extraño —Veo que eres muy eficiente, me sirves.

Me río sin ganas.

—¿Te... Te acuerdas todo lo de anoche?—ignorando lo que acaba de decirme.

—preguntas por sí me acuerdo que te conté sobre mis penas—dijo mientras bebía su café sin azúcar — y que te bese en el pasillo. Sí, me acuerdo.

Siento como mi rostro se sonroja violentamente mientras me quitaba el delantal.

—¡No lo digas así de simple! —mi estomago se volvió a hacer un nudo— ¡maldito Frootloops!

Solo vi que se encogió de hombros sin tomar gran importancia a mis quejas.

— y dime Daniel, ¿por qué te quedaste?—dijo mientras me miraba a los ojos.

Antes que pudiera responder mi teléfono comenzó a sonar, mire la pantalla era una llamada de mi mamá.

—No vas a contestar.

—Eh... Sí, sí... —Acepto la llamado , me alejo un poco de Vlad que me observaba detenidamente, me coloco el teléfono en el oído — Hola mamá, ¿que tal?

—Hola cariño, llamaba para decirte que afuera de la casa esta Dash, preguntando por ti.

Se me creo un nudo en la garganta. Mis padres sabían de mi relación con Dash pero no les había contado el por qué habíamos terminado. No quería que al pobre lo hicieran un espécimen de disección.

—Eh...—me aclaró la garganta— Dile que no llegaré temprano a casa... Así qué no me espere, bueno.

—Bueno, cariño.

Al finalizar la llamada y voltearme Vlad esta a mis espaldas.

— Por qué no solo le dices que no quieres volverlo a ver. — su voz se escucho ronca.

— Sólo... No sé como decirlo de forma sutil.

—No deberías ser sutil con alguien que te engaño, Daniel.

—¡Como sabes...! N... No importa.

Fui y tome asiento para comenzar a comer el desayuno.

—No respondiste a mi anterior pregunta. ¿Por qué te quedaste aquí, Daniel? —se volvió a sentar enfrente de mí.

—Bueno, no te vi en condiciones para quedarte solo... Por eso. —Dije tímidamente.

—Entiendo.

Cuando termine de comer levante la mesa junto a Vlad para luego lavar los trastes juntos. Todo se mantuvo en silencio cuando lo oigo decir.

—Quiero que olvides el beso, solo fue un momento de mi poca lucidez.

No supe el por qué eso me provocó un golpe profundo en mi estomago, sera por qué gracias a ese beso pude ver que podía sentir algo que lo di como olvidado...

Sin más agache la cabeza y constes.

—Esta bien... Nadie quiere ser besado por un viejo zorro, como tú —me reí levemente por la expresión de su rostro.

Al salir de la cocina Vlad se fue a su habitación a cambiarse ropa y yo me fui a la sala para acercarme a un magnifico ventanal que daba una hermosa vista a su inmenso ante jardín.

Había pasado toda la tarde junto a Vlad, juntos habíamos hecho la cena y le dije que mi padre quería verlo a lo que él me contesto que el Hotel que esta construyendo en Amity Park ya esta listo y que nos invitaría en la inauguración.

— No olvides Daniel que tenemos una cena en dos semanas más para renovar la tregua que tenemos.

—No me he olvidado, pero sera en un restaurante... ¿Elegante?

—Sí, Daniel sera en un restaurante de Amity Park
Puedes ir semiformal, si gustas.

— Creo que estaría bien, solo no olvides los documentos.

Cuando hicimos nuestra tregua Vlad había insistido en hacerlo de cierta forma legal para que ninguno de nosotros infligiera un error cosa que hasta ahora ninguno a cometido.

Más tarde fuimos a casa, Vlad me llevo en su coche, un lindo deportivo negro la conversación se centro más que nada en donde nos íbamos ajuntar, que les iba a decir a mis padres sobre la «cena de negocio» recordando así que el padre de Sam hará una cena en casa gracias a unos logros que había conseguido, así que fue lo primero que le dije a Vlad a lo que él encontró una muy buena escusa, cuando dimos por hecho el plan todo quedo en silencio.

Cuando quedamos enfrente de mi casa él se bajo junto conmigo para así hacerles una visita inesperado a mis padres que lo resivieron gustosos ambos. Pasamos la cena entre risas, historia de la universidad y anécdotas.

Pasaron las semanas y las cosas se me dieron bastante tranquilas pelie con uno que otro fantasma como «la señora de la cocina» o el «hombre de las cajas», y antes que del día la cena llegara Plasmius se presento en mi cuarto mientras intentaba leer "el Dante".

— Hola Daniel, disculpa que te interrumpa... Solo te venía a decir que la cena se hará más tarde así que pasare yo a buscarte en mí vehículo.

No sé por qué esto me suena a escusa, porque no sólo me dice en la cara que quería verme. ¿Pero en que estoy pensando? Vlad Master consiguiendo escusas para venir a ver a un chico de tan solo quince años... No, solo es mi imaginación que quiere distorsionar las cosas.

— Esta bien, Vlad —sonreí levemente.

Este me quedó mirando por unos segundos para llegar a su conclusión final.

— Estas estudiando a último minuto. —dijo arqueando una ceja.

—Eh... Sí — dije tímidamente.

—Jack era igual en la universidad, dejando los estudios a último minuto —Se cruzo de brazos.

Plasmius se acerco a mí para comenzar a explicarme de que trataba el libro que estaba leyendo a lo cuál me pareció bastante interesante.

«Dante un hombre que personifica la humanidad la tentación del pecado y Beatriz su amada que personifica la Fe la cuál llevará a Dante a cada una de las esferas del paraíso.»

Muy romántico, aún qué pobre Beatriz... Murió muy joven.

Trascurio un par de horas que mis ojos comenzaron a pesar y la voz de Vlad comenzó a oírse amortiguada, apoye mi rostro entre mis brazos mientras miraba la cara del fantasma mayor, sus atractivos ojos rojos esos colmillos que adornaban su rostro y mí somnolencia al final me hizo quedarme dormido.

Siento una calidez envolver mi cuerpo se sentía tan reconfortante para luego sentirme en algo mullido y suave luego ser arropado, me acurrucó pero esa calidez que me estaba envolviendo fue remplazado por el frío del ambiente.

Al despertarme por la mañana me avergoncé por ser al fin consiente de que Vlad fue quien me llevo a la cama.

Las horas que estuve en el instituto fue lo mismo de siempre sin mayor cambio a mis amigos les comunique lo que iba a hacer esta noche a lo que ellos se alarmaron pero los tranquilice rápidamente, de que nada malo me iba a suceder estando con Vlad.

Al tornarse la noche ya estaba bañado y vestido me mire nuevamente en el espejo a lo que vestía unos pantalones de tela negros, una camisa verde claro, arriba de este un suéter verde oscuro y unos zapatos negros. Verifique que mi cabello estuviera bien peinado y que mi piel no estuviera tan ruborizada porqué de solo pensar en que la noche anterior Vlad me había acostado en mi cama me resultaba muy vergonzoso.

Mire el reloj que se encontraba en la mesita de noche para bajar las escaleras rápidamente ya que en unos pocos minutos Vlad se iba a encontrar en la esquina de mi casa esperándome para ir al restaurante.

Cuando les avise a mis padres que iba a la casa de Sam estos de despidieron desde la cocina, me encontré rápidamente con el automóvil de Vlad, éste abrió el seguro y subí rápidamente al asiento de copiloto.

—Buenas noches, Daniel. —tenia una leve sonrisa al verme.

Me quede observándole más tiempo del necesario ya que no estaba vestido con su usual vestuario.

Vestía un terno a juego color gris, un ambos negro con una camisa a cuadros y una elegiste corbata ropa, sus manos estaban llenas de anillos de plata. Simplemente se veía muy guapo para su edad.

—Buenas noches...

—¡Oh! Al fin hablaste pensé que seguirías admirándome —Se río de mí, mientras sentís como mis mejillas se enardecían.

—Yo... Yo no estaba admirándote, Froothloops. — desvíe la mirada a la ventanilla admirando la luces de la cuidad.

Éste se río suavemente, podía oír sus manos rozar el cuero del manubrio mientras tomaba la curva.

— Tu igual te vez lindo.

Me sorprendió mucho su comentario y dirigí mi atención a su perfilado rostro, estaba sonriendo levemente.

—Gracias —dije casi en un susurro.

El trayecto fue bastante agradable, hablamos un poco sobre la escuela, el hablo de su trabajo y un poco de los eventos del hotel, y cuando menos me lo espere ya estábamos enfrente.

El Rannie Scott's un restaurante elegante que había abierto hace poco en Amity Park todo se veía tranquilo, música suave y los murmullos de las personas, se veía todo muy romántico, parejas en todos lados... Y aquí estaba de nuevo confundiendo las cosas. Vlad jamas me vería de esa forma lo más probable es que me vea como un hijo.

Sentí su mano en mi espalda baja que me guiaba a una mesa que estaba en el fondo. Cuando tomamos asiento Vlad pidió para ambos solomillo y un Cabernet Sauvignon y para mí una coca cola, cuando el camarero se retiró él me explicó brevemente que era carne y champiñones, yo solo asentí.

—Bueno, Daniel tu sabes, es solo firmar.

Me encojí de hombros.

— Bueno, tienes razón en eso Vlad.— éste me acerco el documento ya firmado por él y un elegante bolígrafo, firme sin más y le entregue el documento.

Él lo inspeccionó para luego asentir y guardarlo en un maletín color ébano.

—Daniel.

—Sí, Vladimir —mis mejillas se tiñeron de un rosa pálido por pronunciar su nombre completo, cosa que se me hace raro.

Él sonrió ampliamente.

Conocer a este nuevo Vlad que sonríe, es amistoso y algo afectuoso incluso que muestre sus sentimientos más penosos me hace sentir raro, como que muchas mariposas están enjauladas en mi estomago.

— bueno Daniel ahora es solo disfrutar de la compañía del otro. —aun sonría.

Yo igual Sonreí.

— ojala no hagas nada tonto —me reí cuando el arrugo la nariz en desaprobación.

En pocos minutos llego nuevamente el camarero con nuestro pedido más mi coca cola, mientras cenábamos seguíamos hablando de cosas triviales, algunos productos nuevos en las empresas de Vlad que serán innovadoras para Amity Park. Hasta que alguien del fondo comenzó a hacer sonar su copa, todos centraron su atención en esa mujer... Cuando yo enfoque la vista pude distinguirla era Paulina y su familia.

Ella estaba dando un discurso del amor que Dash le profesaba.

—Hoy Dash y yo nos comprometemos oficialmente. Cuando salgamos del instituto nos casaremos. —todos aplaudieron y felicitaron.

Sentí como por dentro toda la alegría que sentía, todo se había desmoronado a lo que me levanto rápidamente escusandome con Vlad de que saldría un poco. No quería llorar enfrente de mi antiguo enemigo. Se que tome la atención de todos incluyendo a Paulina...

Al salir suelto un lastimero sollozo, mis lágrimas rodaban por mis mejillas. Me apoye en el vehículo de Vlad mientras me cubría el rostro con mis manos para amortiguar los sollozos. Intentaba no hipear para no llamar la atención, cuando siento que mi cuerpo es envuelto en unos fuertes brazos que ya conocía muy bien.

Alzo un poco la vista y hay esta él abrazándome, cubriéndome por completo con su gran cuerpo. Esos cálidos y reconfortantes brazos a los cuales no dude en abrazarme mientras descargaba mi pena.

—No llores Daniel... Él no merece tus lágrimas...

—Yo.. Yo de verdad lo quería... Por favor Vlad no me dejes solo... Siento que me desmorono cada vez más...

— lo entiendo, puedes amar pero no siempre lo recibirás como tu quieres Daniel y me quedaré contigo mientras me lo permitieras, estaré contigo incluso en esos días donde te sientas impotente contra el mundo...

— Eres tan cursi...

—Lo sé, pero solo contigo.

Sonreí levemente que Vlad me consuele se siente tan reconfortante y cálido...

—Gracias Vladdy...

—De nada Danny... —me acaricio la cabeza mientras seguíamos abrasándonos.

Se sentía tan intimo, aquí nosotros dos en la calle, abrasándonos el uno al otro... Pero ella tenia que salir.

—Ah... Que bajo caíste. Luego de que mí novio te botara te buscaste un viejo con una gran fortuna. Me das asco, entregando tu culo por dinero Danny... —ella se mofo, me encojí sintiéndome pequeño y herido.

Como un ave que tiene lastimada las alas... Y no puede volver a emprender vuelo. Solté un lastimero suspiro sin saber que responder, que iba a decir:
«Solo estoy firmando un documento de tregua con mi antiguo enemigo»

No... No podía decir eso.

Vlad se giro violentamente aun abrazándome, alze la vista para ver su rostro completamente contraído por la irá, su cuerpo comenzó a tomar más temperatura y sus ojos brillaban de un color rojo vivo, mostró una sonrisa sarcástica a la chica que estaba enfrente de nosotros.

—Señorita Paulina, felicitaciones por su compromiso... Pero le pediría que dejara a los demás felices en sus relaciones ya que Daniel es un joven que al menos sabe amar... Y se que no me amaría solo por mi fortuna algo que no todos pueden hacer ¿Cierto? —dijo el final apegando sus labios en mi cabeza.

La cara de Paulina de coloro completamente y se entro nuevamente en el local echando humos. No sabía como reaccionar si alegrarme por qué ella se esta sintiendo humillada o estar avergonzado por qué ahora todos pensaran que estoy con Vladimir Master ex alcalde de Amity Park y multimillonario... No sólo lo sabrán los humanos si no que también la zona fantasma.

— No importa lo que los demás piensen de mí ni de ti Daniel... No quiero verte triste. No te dejes vencer por el desaliento ni por un corazón roto. No permitas que alguien te entristezca ni humille, no dejes de creer en el amor — Sus ojos cambiaron de color nuevamente a ese color que me estaba comenzando a fascinar. Azul mar turbio —. El amor no se malgasta Daniel, aún que no se te de vuelva de la misma medida que mereces, deja salir a raudales. Abre tu corazón y no temas de que se rompa ya que los corazones rotos se curan. — él me mostró una sonrisa sincera y alentadora que hizo que todas mis dudas desaparezcan.

—Esta bien Vlad... —esboce una sonrisa y sabia que esta sonrojado pero ahora mismo eso no importaba.

Me costo tanto separarme de los brazos de Vlad que cuando llegue a mi casa lo único que añoraba era que me envolvieran una vez más y que me besara. Me costo mucho pero después de una semana pude admitirlo. Ahora sabía que esas mariposas en mi estomago no eran producto de mi imaginación o que tuviera asco, es porqué me gusta este nuevo Vlad.

Pero han pasado ya dos semanas desde que me volví a ver con Vlad, él entregó el viernes pasado las invitaciones pero ni su sombra vi y aquí estoy yo esperando algo que jamas sucederá.Una llamada que jamás me llegara. Estoy esperando algo que es inalcanzable para mis manos, Vlad jamas me vera con esos ojos... Solo soy un chiquillo hormonal que esta ansioso por ser amado.

Y aquí me encuentro penando nuevamente en el mientras estoy en el comedor del instituto, comiendo con mis amigos donde ellos discuten sobre:

«Dante era casado y que tuvo hijos con otra mujer... Pero que el amor de Beatriz solo es algo simbólico y no una pasión de adulterio»

Vuelvo a suspirar mientras con el tenedor revolvía mi comida.

—¿Qué sucede, Danny? Te veo muy decaído. —Pregunto Tucker sin titubear.

—No fue nada. Solo suspire.—Sin mirarle realmente al rostro lo dije.

—Tucker no ves. Es el aire que te sobra cuando alguien te hace falta... Ahora dinos ¿quien es ese alguien?—Menciono Sam.

Alce la vista muy sorprendido.

—¿Lo amas?—pregunto esta vez Tucker.

—No lo sé. Bueno realmente sí... Bueno, es que... ¿Como supieron?

Sus sonrisas se ampliaron.

—Por qué ya no te lamentas por Dash y hoy dejaste callada a Paulina sin ayuda de nosotros —Sonrió levemente Sam— has cambiado en este ultimo mes ya no te ves desanimado sin ganas de nada ahora te vez realmente feliz.

Sonreí suavemente.

—Ahora sonríes de verdad y ya no es forzado.—dijo Tucker.

— Ahora dilo, ¿quien es el afortunado? —Pregunto con genuino interés Sam.

—Bueno... Es aquí el problema. Es alguien mayor.

—¡Que importa la edad, amigo! —Dijo tucker dándome una palmadita en el hombro a lo que Sam dijo lo mismo.

—No se vayan a alterar por nada, pero... Es... Vlad —dije casi en un murmullo inaudible.

—¿Como dijiste Danny, no se escuchó?—Preguntaron ambos.

—Es Vlad... —me encojí en mi asiento, sentía como mis mejillas comenzaban a enardecer.

Sus caras se deformaron completamente. Trage saliva que significaba esto... Se veía que se esforzaban en procesar la información que les había compartido.

—Espera... ¿Vlad Plasmius el mismo que conocemos? Él que intento matarte y matar a tu padre para quedarse con tu madre, Danny — cuestión Sam.

—Si, pero ustedes saben que a cambiado en estos dos últimos años.—Dije.

Tucker seguía sin poder asimilar la realidad para finalmente decir.

—Pero... Uno nunca sabe de quién te vas a enamorar, Sam. — volvió a sonreír Tucker.

Sam pareció meditar todo para luego aceptarlo.

— Como dicen las tres reglas básicas; en el caos está la sencillez. En el conflicto está la armonía y en medio de la dificultad está la oportunidad... Pero es aquí la nueva pregunta ¿él corresponde tus sentimientos? —Sam se veía preocupada y compresiva al final.

—No lo sé... aveces pienso en que sí... Como en otras solo pienso en no decirle nada para dificultar las cosas ya saben solo tengo quince y él cuarenta...

— Pero sino le dices y no te arriesgas dentro de veinte años o más estarás decepcionado por lo que no hiciste que por lo que hiciste. Así que Arriésgate, recuerda que Vlad ya se dio cuenta qué no ama a tú madre y puede interesarse en cualquier otra persona. —respondió ella.

—Un problema de las dudas Danny es que una ves es sembrando estas se riegan solas. No dudes amigo —dijo Tucker.

Cuando tocó la campana para la entrada de clases nos dirigimos al aula. Pero las palabras de Sam y Tucker quedaron en mi mente. No podía seguir dudando y no arriesgarme por que más adelante podre decir «Al menos lo intenté ».

Para la noche de la inauguración del Hotel Savoy Suites Hotel, mis padres estaban tan emocionados y fueron con la mejor ropa que tenían mientras que yo iba con la misma que fui a la cena.

Éste mismo día Vlad me había mandado unas hermosas rosas rojas con un sobre entremedio de ellas. Que decía:

« Daniel. Me disculpo por mi ausencia pero una de mis empresas en el medio oriente necesitaban mi presencia, y tube que ausentarme hasta hoy asique te mando estas rosas. Espero que te gusten.

Con todo tu amor.
V.M»

Sonrio bobamente y comiemzo a sentía como mi corazón latia más rápidamente en mi pecho y que mis mejillas se sonrojaban sólo por leer el final de esta carta, me acerque una rosa a mi nariz para sentir su perfume haciendo que mi sonrisa se ampliara más. Simplemente hermoso.

Cuando mi padre estaciono la camioneta enfrente del magnifico hotel y entrabamos por la entrada principal que estaba repleta de gente adinerada, a lo lejos pude divisar con la mirada a Vlad con otros ejecutivos. Estaba bebiendo una copa de vino y se veía realmente guapo que a pesar de su edad Master se mantenía bastante bien... Vestía su usual terno a juego.

Cuando Vlad se percato de nuestra presencia este se acerco rápidamente a nosotros para saludar a mis padres lo cual mi papá lo abrazo y felicito diciendo que el lugar estaba muy elegante, y que tendría que instalar un equipo de seguridad anti-fantasmas a lo que Vlad asintió pero que fuera después de todo esta fiesta, mi madre igual lo felicito a lo que el sonrió dulcemente, y al final se acerco a mí.

— Te gustaron las rosas que te mande— murmuro entre nosotros esbozando una sonrisa.

asentí tímidamente sintiendo como mis mejillas se teñían de un rosa pálido.

—¿quieres que te muestre el hotel? — menciono él. Mientras dejaba su copa.

—si estaría encantado.

Parece satisfecho. A lo que me guío desde el vestíbulo subiendo escaleras pasando por un enorme pasillo lleno de cuadros hasta llegar a un departamento del hotel entrando a la enorme sala de estar.

—Salón. —Hizo un gesto con la mano hacia el espacio general que nos rodeaba —. La cocina —dijo por encima del hombro mientras atravesó la habitación hacia la terraza—. La vistas aquí es magnifica, Daniel. — Me asomo a mirar la terraza, era simplemente hermosa como había dicho Vlad tenia una hermosa vista al cielo despejado que estaba lleno de estrellas y oigo cómo ríe levemente detrás de mí. Volvemos por el salón hasta el gimnasio, y no dijo ni una palabra más mientras recorremos el ático.

Vlad le estrecha la mano a varias personas que nos vamos encontrando por el camino, pero él no se detiene para darles tiempo a pararse a charlar con él. Continuo mostrándome los departamentos que consistían en este hotel más unas que otra habitación que era solo para una noche. Este lugar si que era grande.

—Gimnasio —anuncio. Entro y salio rápidamente de nuevo cuando entraba detrás de él.

Se fue por las escaleras. Subo los escalones de ónice retroiluminado. Abriendo y cerrando puertas de una en una mientras anunciaba lo que hay al otro lado para luego decirme que estábamos llegando al plato fuerte, la suite principal y me indico el vestidor y el baño privado. Lo cierto es que el lugar merece más pasión y más tiempo del que le estoy dedicando pero me distraía con la imponente imagen de Vlad.

—Eres un guía muy bueno, Vlad — Sonreí mientras miraba a lo lejos un retrato de una mujer— ¿de quien es el cuadro?

—De John William Waterhouse — contesto suavemente y se cruzo de brazos.

—Es muy bonita. ¿Has escogido a este artista por alguna razón enparticular? — Intentaba mantener una conversación antes de que bajemos con los demás. Él se acerca al cuadro. Me fijo en su espalda ancha, cubierta por la chaqueta del traje, en sus manos, que descansan sobre sus brazos, en sus piernas esbeltas y ligeramente separadas. Me gusta la vista, pero tengo la cabeza hecha un lío porqué aún no sé muy bien como le diré todo a Vlad. Suspiro y espero su respuesta, aún que no sé si es muy inteligente por mi parte confesarme aquí. Dejo caer los brazos.

—Se le conoce por su cuadro de «Ofelia» —explico, y él me mira mientras me explicaba—. obra de teatro "Hamlet", de William Shakespeare. —dijo mientras señalo los reflejos en el agua—. Es conocida igual por el discurso de Gertrudis, ¿te la resito?

—Si, por favor.

A lo que él queda mirando el cuadro nuevamente.

«Y su corona de plantas y ella misma
cayeron en el lloroso arroyo. Sus ropas se extendieron
y durante unos instantes. La sostuvieron sobre el agua como si fuera una sirena. Mientras tanto, cantaba
como una criatura incapaz de entender su propia aflicción,
o como si el agua fuera su elemento natural. 
Pero pronto sus vestidos, cargados de agua,
la hundieron hasta el fondo pantanoso del arroyo,
y la música se apagó para siempre. »

—Nunca me canso de ella. Es muy hermosa, pero cuanto más la miras más entiendes a Ofelia.

Tras unos instantes de silencio, aparto la vista del lienzo y veo que Vlad me está observando. Nuestras miradas se cruzan. A lo que me decido al fin en hablar.

—Vlad... Por favor, no te enfades con lo que te vaya a decir... —digo con un hilo de voz para luego aclararme la garganta.— Me... Me gustas Vlad.

—Daniel, igual me gustas —No se avergüenza de ello—. Y no puedo estar lejos de ti... —Termina la frase de forma lenta y clara para no dar cabida a la confusión. Ahogo un grito y me aparto de él por instinto—. Al principio no queria pisar en falso pero se me hacia cada vez más difícil no verte —dice, y empieza a avanzar hacia mí con pasos pausados y decididos mientras mantiene la mirada clavada en mis ojos—. Y termino convertidose en mi misión principal. Hice lo que hizo falta para que te enamoraras de mí.

Dejo de retroceder al notar la cama en la parte posterior de las rodillas. Dos pasos más y estará encima de mí; la idea del inminente contacto es suficiente para sacarme del estado de trance en el que me sume.

—Para —le ordeno levantando la mano. Mi imperativo hace que se de tenga en seco, intenteaba procesar lo que me estaba diciendome —. entonces... —balbuceo.

—Sé que eres tremendamente temeroso en cuanto a mostrar sentimientos y que llegas a ser muy idiota. —Empieza a avanzar de nuevo hacia mí—. Sé lo que siento, y sé que tú también lo sientes ahora. Me esforce mucho para enamorarte lentamente pero tú siempre mirabas atrás y eso me impacientaba. —Ahora nuestros cuerpos están pegados, y el corazón se me sale por la boca—. Así que dime, Daniel, ¿qué más tengo que saber?

Intento controlar mi respiración agitada, pero me tiembla todo el cuerpo y fracaso. Agacho la cabeza, avergonzado todo este tiempo él estaba coqueteandome y yo sin darme cuenta de ello... tiene razón en que soy muy idiota aveces.

—Te quiero —susurra suavemente, y mueve la mano para cubrirme la mejilla al tiempo que por fin recupero la voz.

—Entonces... me quieres sin importar los demás.

Lo miro de manera inquisitiva mientras él continúa pasándome el pulgar por la cara. ¿Como no me di cuenta de esto antes? Es evidente ahora que todo fue aclarado.

—Si, te quiero Daniel. Ya te lo dije una vez, no me importa que opinen los demás de mí.

Nuestras miradas se cruzan y la suya desciende hasta mis labios. Ay, si. si por favor. He ansiado esos labios desde la última vez que me besaron, quiero volver a sentir esa conexión y calidez. Sus labios se separan y empiezan a bajar lentamente hacia los míos. Contengo la respiración. Cuando nuestros labios se rozan, muy ligeramente, mi cuerpo cede y mis manos ascienden y lo agarran del terno, me coloco de puntillas. Él gruñe para expresar su aprobación, traslada las manos al extremo inferior de mi columna y aprieta mi cuerpo contra el suyo. Nuestros labios apenas siguen rozándose, nuestros alientos se funden. Ambos temblamos de manera incontrolada.

—¿Has sentido esto alguna vez? —exhala, y me recorre la mejilla con los labios en dirección a la oreja.

—Nunca —respondo con honestidad. A duras penas reconozco mi propia voz en esa respuesta ahogada. Él me atrapa el lóbulo de la oreja entre los dientes y tira ligeramentede él, dejando que la carne se deslice entre ellos.

—¿Alguien más te a tocado como yo? —susurra y su lengua asciende por el borde de mi oreja para volver a descender acariciándome con los labios la piel sensible que hay detrás de ella. Su aliento cálido provoca una oleada de calor por todo mi cuerpo.

—Dios...—jadeo, y sus labios vuelven a posarse sobre los míos para hacerme callar. Los toma suavemente y yo lo acepto, dejo que nuestras lenguas se acaricien y se entrelacen a un ritmo suave y constante. Es un placer demasiado intenso. Todo mi cuerpo está en llamas. Me duelen las manos de agarrarme a su terno con tanta fuerza, de modo que me relajo y las deslizó hasta su cuello para acariciarle el cabello platinado que tiene atado. Él gruñe y aparta la boca de la mía.

—¿Eso es un no? —pregunta mirándome fijamente con sus ojos azules mar turbio.

—No, nadie.

Asintiendo muy levemente con la cabeza, me besa la nariz, la mejilla, la frente y regresa a mi boca.

—Necesito tenerte entero, Daniel. Dime que puedo tenerte entero.

¿Entero? ¿Qué quiere decir con entero? ¿Mi mente? ¿Mi alma? Pero no se refiere a eso, ¿verdad? No, lo que quiere es todo mi cuerpo y corazón.

—Tómame —susurro contra sus labios.

—Lo haré.

Sin romper el beso, me rodea la cintura con un brazo y me coloca laotra detrás de la nuca. Me levanta en el aire y besándome aún con más intensidad, me lleva hacia el otro lado de la habitación, hasta que apoya mi espalda contra una pared. Nuestras lenguas danzan frenéticamente mis manos descienden por su espalda. Quiero sentirlo más cerca. Agarro la parte delantera de su terno y empiezo a quitársela de los hombros, lo que lo obliga a soltarme. Sin separar los labios de los míos, retrocede ligeramente para permitirme despojarlo del obstáculo que me separa de su cuerpo. La dejo caer al suelo, lo agarro de la camisa y tiro de él hacia mí. Olvido el pequeño problema. Nuestros cuerpos chocan y él me empuja contra la pared mientras me devora la boca.

—Joder, Daniel —jadea entre respiraciones ahogadas—. Me vuelves loco.

Mueve la cadera y me clava su erección contra mi ombligo. Un pequeño grito escapa de mis labios. Lo agarro del pelo con un gemido incitante. Ya no hay vuelta atrás. Mi cuerpo ha puesto el piloto automático. El pedal del freno se ha perdido en algún lugar del país del deseo. Siento que posa las palmas de las manos sobre la parte delantera de mi camisa la agarra entre sus puños y me la quita junto con el suéter . Vuelve a mover la cadera y yo emito un gemido. Ansío más. Joder. Me muerde el labio inferior y se aparta para mirarme directamente a los ojos. Comienza a quitarme el suéter y la camisa con rapidez. Vuelve a mover la cadera y la presiona con fuerza contra mi ombligo. Dejo caer la cabeza hacia atrás con un profundo gemido y le ofrezco mi garganta. Él saca buen partido de ella lamiendo y chupando cada milímetro de piel. Estoy a punto de echarme a llorar de placer. Pero entonces oigo voces fuera de la habitación y la realidad vuelve a azotarme. ¿Joder qué estamos haciendo? En la suite principal del ático con toda mi ropa desparramada y Vlad en mi garganta. Hay cientos de personas en el piso inferior. Alguien podría entraren cualquier momento. Alguien va a entrar en cualquier momento.

—Vlad —jadeo intentando atraer su atención—. Vlad, viene alguien, tienes que parar...

Me retuerzo un poco y su erección me golpea cerca de la mía. Me doy con la cabeza contra la pared para intentar detener la puñalada de placer que me provoca. Él lanza un gruñido largo y pausado.

—No voy a dejarte marchar ahora.

—Tenemos que parar.

—No —ruge.

Joder. Cualquiera podría entrar por esa puerta.

—Ya seguiremos después —intento apaciguarlo. Tengo que quitármelo de encima.

Lo agarro del mentón, levanto su rostro hacia el mío hasta que quedamos nariz con nariz y lo miro directamente a los ojos.

— Te puede dar mucho tiempo para que cambies de idea...

— No, no cambiare de idea es lo que quiero pero luego lo hacemos, más relajados Vladdy...

Escruta mi mirada en busca de la seguridad que necesita, pero yo estoy totalmente decidido. Es lo que deseo. Sí, es posible que me dé tiempo a replantearme la situación, pero ahora mismo estoy seguro de que es lo que quiero. Me da un fuerte beso en los labios y se aparta.

—Lo siento, pero no voy a arriesgarme.

Me levanta de nuevo en el aire y me lleva hasta el cuarto de baño con los restos de mi ropa.

—¿Qué haces? También querrán ver esto... Vlad.

—Cerraré con pestillo. Nada de gritar. —Me mira con una leve sonrisa malévola. Estoy atónito, pero me echo a reír. No a cambiado para nada cuando se trata de impaciencia.

—No tienes vergüenza.

—No y ahora que te tengo entre mis brazos y que aceptas todos tus sentimientos por mí no pienso moverme de aquí, y tú tampoco.

Cierra la puerta tras él de una patada, me coloca sobre el mármol que hay entre las dos pilas del lavabo y se vuelve para cerrar el pestillo. Todavía tengo el pantalón puesto. Observo aquel inmenso cuarto y me detengo en la enorme bañera de mármol de color crema que domina el centro de la habitación. La ducha doble de mampara abierta que hay en la
pared del otro extremo está cubierta de arriba abajo de cristal laminado y
baldosas de travertino de color beige, y el mueble sobre el que me encuentro es de mármol italiano de color crema, con dos pilas integradas y grandes grifos en cascada. Un espejo de marco grueso y dorado minuciosamente tallado ocupa todo lo ancho del mueble, y junto a la ventana hay un diván. Es lujo en estado puro. Para haberme pasado admirando a Vlad mientras me Hablaba de las habitaciones y casi ni tome atención, estaba bien.

El ruido del pestillo al cerrarse interrumpe mi admiración hacia el magnífico trabajo que se realizó aquí y atrae mi mirada hacia la puerta, donde Vlad se ha quedado inmóvil, observándome. Mientras se acerca a mí, empieza a desabrocharse la camisa. Contemplo cómo se aproxima, con la boca relajada y los ojos
entornados. Al pensar en lo que está a punto de suceder, el estómago me arde y mis muslos se tensan. Este hombre es totalmente imponente.

Cuando se desabrocha el último botón, se detiene ante mí con la camisa abierta. No puedo resistirme a recorrer con uno de mis dedos el centro de su torso duro y pálido. Él mira hacia abajo y me sigue el juego. Coloca las manos a ambos lados de mi cadera comienza a quitarme el botón de mi pantalón y se abre paso entre mis muslos. Cuando me mira, las comisuras de sus labios esbozan una sonrisa y le brillan los ojos color rojo carmín.

—Ya no puedes huir —bromea.

—No deseo hacerlo.

—Bien —contesta atrayendo mi mirada hacia sus atractivos labios.

Mi dedo asciende por su pecho y su garganta hasta descansar sobre su labio inferior. Él abre la boca y me lo muerde de manera juguetona. Sonrío y continúo subiéndolo hasta acariciarle el cabello que se lo suelto, dejando caer su largo pelo por los hombros.

—Me gusta estos pantalones. —Recorre la parte delantera de mi cuerpo con la mirada y se detiene en la tela a la altura de mi cintura.

—Gracias.

—Aunque es un poco restrictivo —dice mientras tira de la tela.

—Lo es —coincido. La anticipación me está matando.

«¡Arráncamelo!»

—¿Te lo quito? —Arquea una ceja y sus labios empiezan a curvarse.

Sonrío.

—Si quieres.

—¿O te lo dejamos puesto? —Esboza una amplia sonrisa al tiempo que levanta las manos.

Me derrito sobre el mármol del lavabo. Desliza las manos por mi espalda.

—Aunque, pensadolo bien quiero saber que ocultas bajo la ropa. —Levanta las manos, agarra la cremallera y, mientras empieza a
bajarla lentamente, me susurra al oído—: Quiero conocer todo tu cuerpo. —Respiro con desesperada dificultad—. Creo que será mejor que nos deshagamos de él —concluye.

Me levanta del mueble, me deja en el suelo, me quita los pantalones junto a los zapatos y los deja caer también haciendo un ruido estridente. Lo aparta a un lado con el pie sin quitarme los ojos de encima.

Frunzo el ceño.

—Me gusta esos pantalones.

No podría importarme menos. Por mí como si lo hace pedazos para limpiar las ventanas con él.

—Te compraré uno nuevo.

Se encoge de hombros y vuelve a subirme al lavabo y a colocarse
entre mis muslos miro abajo y logro ver mi erección sobre la fina tela, el color vuelve a mis mejilas. Presiona su cuerpo contra el mío y me agarra del trasero para atraerme hacia él, hasta que estamos bien pegados. Balancea la cadera sin dejar de mirarme nuestras erecciones chocan. Las palpitaciones de mi pene rozan lo doloroso y creo que voy a perder la cabeza si continúa haciendo sólo eso. Quiero pedirle que acelere pero la vergüenza me consume.

Mirándome a los ojos, levanta una mano y coloca la palma justo debajo de mi garganta.

—Siento los fuertes latidos de tu corazón —afirma en voz baja—. Te pongo muy nervioso.

No voy a negar esa afirmación. Es verdad, y ya ni me molesto en tratar de resistirme.

Desliza la palma entre mi pecho hasta llegar a mi estómago mientras me observa, ardiente y delicioso.

—Eres demasiado lindo —dice con rotundidad—. Creo que voy a quedarme contigo. —Bromea.

Arqueo la espalda y le acerco más mi pecho tocando su imponente cuerpo. Él sonríe y baja la boca para chuparme una tetilla con fuerza. Cuando sube una mano para masajearme la otra, emito un gemido y echo la cabeza atrás contra el espejo. Por Dios bendito. Este hombre es un genio. Su erección es dura como el acero y me trazar circulos con la cadera para calmar la palpitación de mi miembro suspirando de placer. No sé qué hacer. Quiero saborear todo ese placer, porque es maravilloso, pero la necesidad de ser poseido por él se apodera de mí, la presión de mi entrepierna está a punto de estallar. Como si me estuviese leyendo la mente, desliza la mano entre mis muslos hasta dar con el borde del elástico de mis bóxer. Uno de sus manos traspasa la barrera y acaricia ligeramente la punta de mi miembro .

—¡Joder! —grito al tiempo que me incorporo, lo agarro de los hombros y le clavo las uñas en los músculos definidos.

—Esa boca —me reprende antes de pegar sus labios contra los míos y hundir su mano para comenzar a subir y bajar su mano mientras acaricia mi pene.

Cuando su mano quedo mojada con liquido preseminal con si otra mano toma el interior de mi muslo para levantar mi pierna. Apoyo el pie en el lavabo y hunde un dedo en mi estreño ano lo que me hace soltar un quejido.

Mis músculos se aferran a él mientras lo mete y lo saca. Creo que voy a morir, literalmente, de placer. Siento la rápida evolución de un orgasmo inminente y sé que va a hacerme estallar. Me agarro a sus hombros como si no hubiese mañana y gimo en su boca mientras él continúa con su asalto.

«Aquí viene.»

—Córrete —me ordena mientras aplica más presión en un punto interno de mi interior que me hace ver estrellas.

Me deshago en una explosión. Le libero la boca y dejo caer la cabeza hacia atrás en un absoluto frenesí. Lanzo un gemido. Él me agarra la cabeza y me la inclina hacia adelante para placarme la boca y atrapar mis últimos gemidos. Estoy completamente extasiado, jadeando, temblando y sin fuerzas. Me desintegro entre sus manos, totalmente desinhibido y sin sentir ninguna vergüenza por lo que consigue hacer conmigo. Estoy loco de placer. Siento como mi semen humedese el bóxer y resbaja por mi pene.

Su beso se relaja y su presión disminuye; me devuelve poco a poco a la realidad mientras posa tiernos besos por toda mi cara caliente y mojada.

Ha estado demasiado bien. Demasiado bien.

Noto que me aparta un mechón de pelo de la cara y abro los ojos. Al hacerlo me encuentro con una mirada oscura y satisfecha. Me planta un beso en los labios. Yo suspiro. Noto como si toda una vida de presión acumulada se hubiese extinguido, así, sin más. Me siento relajado y saciado.

—¿Mejor? —pregunta mientras extrae el dedo de mi cuerpo.

—Hummm... —murmuro. No tengo fuerzas para hablar.

Arrastra el dedo por mi piel sensible y se inclina sobre mí. Me observa de cerca y me pasa la lengua por la boca. Sus ojos penetran en mi interior mientras nos miramos en silencio. Mis manos le agarran la cara como por instinto y le alisan la barba. Este hombre es bello, intenso y apasionado. Y podría romperme el corazón pero ya estoy decidido no cambiare de opinion. No huiré.

Él sonríe levemente y se vuelve para besarme la palma de la mano antes de volver a fijar la vista en mí. Santo cielo, estoy perdido.

Alguien sacude el pomo de la puerta del baño desde fuera y nos arranca cruelmente a ambos de la intensidad del momento. Lanzo un grito ahogado. Vlad me tapa la boca con la mano y me mira con expresión divertida. ¿Le parece gracioso?

—No oigo nada —dice una voz al otro lado, seguida de otro intento de abrir la puerta.

El terror hace que mis ojos estén a punto de salirse de sus órbitas. Vlad retira la mano y la sustituye por sus labios.

—Joder, me siento sucio —me lamento apartándome de sus labios y dejando caer la cabeza sobre su hombro.

Es imposible que salga de aquí sin ponerme roja como un tomate.

¿Cómo voy a evitar que la felicidad no se refleje en mi rostro?

—No eres sucio. No digas tonterías o me veré obligado a darte unos azotes en ese precioso trasero que has pasado por todo mi baño.

Levanto la cabeza de su hombro y lo miro confundido.

—¿Tu baño?

—Sí, es mi baño. —Sonríe con sorna—. Me gustaría que ese montón de extraños dejase de pasearse por mi casa —murmura.

—¿Viviras aquí? —digo perplejo. No puede ser. Vlad vivirá en Amity Park.

—Bueno, lo haré a partir de mañana.— Me mira con expectación.

Mis cejas adoptan una expresión de incredulidad ante lo que acabo de escuchar. Intento moverme pero Vlad me toma de las manos.

Él sonríe.

—Relájate, Daniel. No es como que le diré un día para otro a tus padres que estoy con su hijo menor —dice, y me besa con fuerza.

Vuelve a apoderarse de mi boca con ansia, posesivamente. No voy a darle demasiadas vueltas a ese comentario. Mi libido acaba de reactivarse y no voy a intentar apaciguarla. Lo ataco con la misma fuerza. Le meto la lengua en la boca y empiezo a jugar con la suya. Vlad me suelta las manos y éstas se apresuran de manera impulsiva hacia esos hombros firmes y musculosos que tanto me gustan.

Me rodea la cintura, libera mis labios, me levanta del mármol y me sostiene sobre él mientras con la otra mano busca mis boxér y los arrastra de un tirón por mis piernas. Vuelve a colocarme sobre el mueble, los deja caer sobre las baldosas del suelo. Me uno a él en la fiesta de la piel desnuda, estiro la mano y le quito la camisa deslizándola por sus anchos hombros. Dejo su torso al descubierto en todo su esplendor. Es la viva imagen de la perfección.

Bajo la vista y me quedo algo impactado al ver algunas cicatrices en su cuerpo. No lo había visto antes. La luz en La Mansión era tenue, pero eran marcas grandes como pequeñas. Ya apenas se notaban. ¿Se las hizo peleando con otros fantasmas? Decido no preguntar. Podría ser un asunto delicado, y no quiero que nada estropee este momento. Podría quedarme aquí sentado mirándolo embobado eternamente. Incluso con esas cicatrices tan siniestras, sigue siendo guapo.

Hago una pelota con la camisa y la tiro sobre mis ropas. Él me mira con una ceja enarcada.

—Ya te compraré una nueva, cuando tenga dinero... —digo encogiéndome de hombros.

Él sonríe con picardía, se inclina hacia adelante, se apoya en el mueble y me besa los labios con mucha ternura. Alcanzo sus pantalones y empiezo a quitarle el cinturón. Lo desabrocho con rapidez y provoco que emita un sonido similar al de un látigo. Él retrocede con una ceja enarcada.

—¿Vas a azotarme? —Bromea— por ser un chico malo.

—No —respondo sonriente.

Añado el cinturón al montón de ropa del suelo y deslizo la mano entre sus firmes y estrechas caderas y la cintura de sus pantalones. Tiro de él hacia mí para tenerlo lo más cerca posible. Empiezo a desabrocharle el botón del pantalón y mis nudillos rozan su sólida erección provocándole una sacudida. Cierra los ojos con fuerza. Le bajo la cremallera lentamente, deslizo la mano por dentro de sus bóxers y me abro paso a través de la masa de pelo plateada. Se estremece y levanta la mirada hacia el techo.

Los músculos de su pecho se contraen, se relajan y no puedo evitar inclinarme hacia adelante y besarle el centro del esternón.

—Daniel, deberías saber que una vez que te posea, serás mío.

Estoy demasiado embriagado y sonrió por su comentario.

—Hummm... —murmuro contra su piel y saco la mano de sus calzoncillos. Agarro el elástico y los hago descender por su perfecta cadera. Su erección se libera como un resorte.

«¡Madre mía, es enorme!» La punta, hinchada y húmeda, me está señalando. La exclamación involuntaria que escapa de mi boca delata mi sorpresa. Fijo mis ojos en los suyos y descubro un atisbo de sonrisa formándose en sus labios. Eso demuestra, para mi vergüenza, que mi reacción no le ha pasado inadvertida. Retrocede, se quita los zapatos y los calcetines y aparta los pantalones y los bóxers de sus tobillos. Mi atención se centra en sus muslos fuertes y definidos.

Haciendo acopio de lo que me queda de confianza, me inclino lentamente hacia adelante y empiezo a acariciarle la cabeza con el pulgar mientras observa cómo lo explora mi mano. Cuando le envuelvo la base con la mano, inseguro, veo que el contacto hace que se estremezca.

—Joder, Daniel —resuella, entonces me toma los labios y la boca con vehemencia mientras yo empiezo a acariciar su erección a un ritmo lento y constante, aumentando la velocidad cuando siento que su boca se aprieta cada vez más contra la mía. Su mano se oculta entre mis piernas y me acaricia mi la piel sensible de mi ano, me veo catapultado de nuevo al séptimo cielo de Vlad. Dejo escapar un gemido en su boca. Él me muerde el labio. Al principio comienza nuevamente con un dedo en mi interior trazando movimientos lentos y seguros para luego ser dos. Sus embestidas hacen eco en la habitación del baño se pueden oír los chapoteos y siento un tercero acariciando mis paredes internas, cuando comienzo a gemir desenfrenadamente.

—¿Estás listo? —me pregunta con urgencia.

Me limito a asentir, porque mi capacidad de hablar me ha abandonado. Despega la mano de entre mis muslos y me aparta de su palpitante excitación. Con un movimiento estudiado, me coloca las manos en el trasero, me levanta y me penetra con su ansiosa prolongación.

«¡AU! ¡Joder!»

—¿Estás bien? —jadea.

—Un segundo. Necesito un segundo.

Lo rodeo con las piernas mientras grito de placer y de dolor. Sé que ni siquiera ha llegado a metérmela entera. Pero es enorme, joder.

Me muevo un poco y me apoyo contra la pared. El frío de las baldosas no me molesta lo más mínimo mientras intento adaptarme a la enormidad de Vlad. Él apoya su frente en la mía. Deslizo las manos por su espalda empapada de sudor mientras él permanece quieto unos instantes para darme tiempo a acostumbrarme a la intrusión. Jadea y se retira de mi cuerpo muy despacio para volver a entrar a un ritmo pausado y constante. Esta vez se adentra más en mí y su inmenso tamaño hace que la cabeza me dé vueltas.

—¿Crees que tienes espacio para más? —pregunta con ansiosa necesidad.

¿Más? Pero ¿cuánto más queda? «Puedo hacerlo, puedo hacerlo», me repito una y otra vez mientras me adapto a su tamaño y respiro para relajarme. Cuando noto que lo tengo controlado, empiezo a besarlo lentamente, arqueo la espalda y alzo el pecho contra su tórax. Entonces empujo hacia adelante, haciendo más profunda la conexión.

—Daniel, dime que estás listo —susurra sin aliento.

—Estoy listo. —Jamás había estado tan preparado para algo en mi vida.

Tras mi respuesta, empieza a salir y a entrar en mí con más fuerza. Yo suspiro y muevo las caderas hacia adelante para aceptarlo mientras él gruñe de agradecimiento y repite sus rápidas embestidas una, y otra, y otra vez.

—Ahora eres mío, Daniel —suspira mientras se hunde deliciosamente en mí. Yo inclino la cabeza hacia adelante para apoyarla contra la suya—. Todo mío.

Con un movimiento rápido, se retira y entra del todo. Yo ahogo un grito. Ya no me duele y estoy disfrutando de cada segundo. Lo agarro de los hombros mientras aumenta las embestidas, se estrella contra mí y me golpea mi próstata y mi recto. Aúllo de placer cuando reclama mis labios y me mete la lengua en la boca con avidez mientras nuestros cuerpos, empapados de sudor, colisionan y resbalan. Estoy a punto de estallar en mil pedazos.

¡Joder!

—¿Vas a correrte? —jadea en mi boca.

—¡Sí! —exclamo, y le clavo los dientes en el labio inferior. Él se queja. Sé que le he hecho daño, pero estoy fuera de control.

—Espérame —me ordena embistiéndome con más fuerza.

Grito y me agarro a él desesperadamente en un intento de retrasar el orgasmo, pero no funciona. ¿Cuánto le falta? No puedo más. Después de tres ataques más, grita:

—¡Ahora!

Y yo estallo ante su orden, echo la cabeza hacia atrás y grito su nombre mientras siento que su líquido caliente se derrama en mi interior. Él me agarra hasta que nuestros cuerpos quedan totalmente pegados, hunde el rostro y clava sus dientes en mi garganta.

—¡Jodddderrrrr! —gruñe contra mi cuello.

El largo gemido de satisfacción que escapa de mis labios expresa a la perfección cómo me siento ahora mismo. Estoy totalmente satisfecho y agotado. Él ralentiza las arremetidas para que ambos comencemos a descender de nuestras maravillosas nubes y yo lo retengo con fuerza. Mis músculos internos se contraen a su alrededor mientras él traza círculos suaves con la cadera.

—Mírame —me ordena suavemente. Inclino la cabeza para mirarlo y suspiro de felicidad mientras él analiza mis ojos. Vuelve a mover la cadera y me planta un beso en la punta de la nariz—. Lindo —se limita a decir mientras me coge de la nuca y me acerca hacia él para que mi mejilla descanse sobre su hombro. Me quedaría así para siempre.

Mi espalda se separa de la fría pared y Vlad me traslada hasta el lavabo, todavía dentro de mí, palpitando y dando sacudidas. Sale de mí y me coloca sobre el mármol. Me agarra la cara entre las palmas de las manos y se inclina para besarme. Sus labios permanecen pegados a los míos en una muestra de afecto absoluto.

—¿Te he hecho daño? —pregunta con la frente arrugada de preocupación.

Yo me deshago al instante. Quiero asfixiarlo entre los brazos, en serio. Lo abrazo con todo mi cuerpo, y me aferro a él como si mi vida dependiera de ello. Él entierra la cara en mi cuello y me acaricia la espalda. Es la sensación más relajante que he experimentado jamás. La felicidad brota por todos mis poros.

Nos quedamos entrelazados, convertidos en un amasijo de brazos y piernas, con la respiración agitada, con semen en el cuerpo y abrazándonos durante un buen rato. Quiero quedarme así para siempre. Podríamos hacerlo, al fin y al cabo el cuarto de baño es suyo. No puedo creerme que se vaya a quedar en Amity Park. Un rato demasiado corto después, se incorpora y me acaricia la cara con los nudillos.

—No me he puesto condón —dice con cara de estar arrepentido de verdad—. Lo siento, me he dejado llevar y ni siquiera lo he pensado. Pero te aseguro que estoy limpio.

—Si tu dices que estas limpio voy a creerte, Vlad — Sonrio con ternura.

Se aparta un poco y se mordisquea el labio inferior.

—Estoy tan feliz —Murmura él.

Saca una toalla de la estantería. Abre el grifo, pasa la toalla por debajo y comienza a limpiarse, se pone los calzoncillos y los pantalones y estira el brazo por encima de mí para coger otra toalla de la estantería.

Me dispongo a reprenderlo, pero entonces recuerdo que es su casa. Todo lo que hay aquí es suyo, menos yo. Bueno, ahora, yo también. Sonrió con ese pensamiento.

Abre el grifo nuevamente, pasa la toalla por debajo y vuelve a colocarse delante de mí. Siento pudor aquí sentado, completamente desnudo. No estamos en las mismas condiciones. Cierro las piernas para ocultarme un poco, incómodo de repente por la ausencia de ropa. Pero él me mira y en su atractivo rostro se forma una expresión de perplejidad. Hace un mohín, me agarra de las piernas y me las separa ligeramente.

—Mejor —murmura.

Me levanta los brazos del regazo y se los coloca sobre los hombros. Después, con la toalla, empieza a limpiarme entre los muslos. Frota con suavidad, arriba y abajo, para eliminar los restos de mi semen. Es un acto muy tierno y tremendamente íntimo. Yo observo su rostro embelesado y advierto la pequeña arruga de concentración que se ha formado en su frente mientras se concentra en asearme.

Me mira con esos ojos azules y brillantes y me dice:

—Quiero meterte en esa ducha y venerar cada centímetro de tu cuerpo, pero con esto tendrá que bastar. Al menos por ahora. —Se inclina para besarme y se queda brevemente pegado a mi boca. Creo que no me cansaría jamás de estos besos sencillos y afectuosos. Sus labios son suaves, y su aroma divino—. Venga, jovencito. Vamos a vestirte.

Me levanta del mueble, me ayuda a ponerme la ropa interior. Comienza con la camisa después los boxér y pantalones subiéndome la cremallera y colocando el botón en su lugar, pasa el suéter verde oscuro por encimas de mis cabeza. Entonces me posa los labios sobre el cuello y su boca suave y cálida hace que se me erice el vello y se me estremezca todo el cuerpo. No confirmado jamas me cansare de estos besos sencillos.

Recojo su camisa blanca del suelo y la sacudo antes de pasársela.

—No había ninguna necesidad de arrugarla, ¿sabes? —Me sonríe mientras se la pone, se abrocha los botones y se la mete por dentro de los pantalones negros.

—Con la chaqueta puesta no... —De pronto recuerdo que la dejé caer al suelo en el dormitorio—. Oh —susurro con los ojos abiertos como platos.

— Sí. Oh. —Enarca una ceja y da un latigazo en el aire con el cinturón; el restallido me provoca un escalofrío y él sonríe con malicia—. Bueno, ¿listo para lo que tenga que pasar, Daniel? —Me ofrece la mano y la acepto sin dudar. Este hombre es un imán—. Yo diría que has gritado bastante, ¿no?

Lo miro con indignación mientras él me dedica su mejor sonrisa. Sacudo la cabeza y me miro en el espejo. Estoy ruborizado. Tengo los labios hinchados y rojos y el pelo enmarañado. Llevo la ropa ligeramente arrugada. Necesito cinco minutos para arreglarme.

—Estás perfecto —me asegura como si sintiese el pánico que se está apoderando de mí.

¿Perfecto? No es ésa precisamente la palabra que yo usaría. ¡Estoy jodido! Literalmente.

Me arrastra hasta la puerta, quita el pestillo y sale sin ningún miedo. Yo soy más cauteloso. ¿Y si los invitados están todavía rondando por aquí? Veo su chaqueta aún tirada en el suelo. Vlad la recoge al pasar. Cuando llegamos a la escalera curvada, de repente me doy cuenta de que sigo cogido de su mano. Intento soltarme, pero él me sujeta con fuerza hasta hacerme esbozar una mueca de dolor. ¡Mierda! Tiene que soltarme.

Mis padres y sus colegas están aquí. No puedo pasearme por ahí cogido de la mano de este hombre multimillonario. Intento liberar la mano de nuevo, pero él se niega a soltarla.

—Vlad, suéltame la mano. por favor.

Él gruñe. Parece pensar mejor las cosas ya que estamos aquí a mitad de la escalera y echo un vistazo a la habitación inferior. Por suerte, nadie está mirándonos, pero no tardarán en vernos. Vlad se vuelve y me observa desde unos escalones más abajo.

— Dime que no cambiaras de parecer ni te arrepentirás. —Me mira a los ojos con algún atisbo de que vaya a cambiar.

Ya tengo las cosas claras no es como que vaya a cambiar. Tengo que centrarme en convencerlo te que no huiré. Voy a archivar ese comentario.

—No, Vlad no cambiare, tengo muy claro lo que quiero y lo que quiero es estar a tu lado. — Sonrió.

Él me queda mirando un largo tiempo y suelta al fin mi mano, se inclina levemente para besar mis labios.

—Gracias, Daniel. —contesto, sonriendo levemente.

Cuando comenzamos a bajar las es escaleras con una sonrisa en nuestros rostros podía sentir el olor impregnado por todo el cuerpo. Me siento como si me hubiera marcado... o incluso reclamado. La felicidad se debía notar en nuestros rostros porque muchas personas se volteaban a mirarnos. Vlad sigue estrechándole las manos a las personas con las que nos topamos.

Mi papá se encuentra en la mesa con el cóctel y mi mamá charlando con un promotor. Nos hace un gesto para que nos acerquemos y me pasa un vaso con refresco.

—Aquí estas —anuncia mi mamá al ver a Vlad mientras me pasa un brazo sobre los hombros y me abraza—. Tengo que felicitarte, Vladdy es hermoso este lugar ¿En donde estaban? —pregunta. Le brillan los ojos y tiene las mejillas rosadas, un claro síntoma de que a bebido.

—Estaba mostrandole el lugar a Daniel. Maddie—Sonrío dulcemente Vlad.

— Sabes estaba hablando con Jack sobre uno de los nuevos proyectos y queríamos saber si podrías ayudarnos. Ya que nos dijiste que estarías quedándote en tu nuevo hotel —Sonríe ella.

Hasta mi madre sabia que él se quedaría a vivir en Amity Park y yo no. No sé si sentirme dolido con eso o no... No le di muchas vueltas al tema para luego irme con mi padre dejándolos hablar de sus proyectos futuros. Una sonrisa se dibuja en mi rostro al recordar las palabras que me dijo arriba. 

Más tarde Vlad pidió un chofer dejarnos en casa ya que mis padres bebieron mucho cómo para no estrellar el furgón. Cuándo me estaba cambiando ropa de pijama logre ver en el espejo del baño la marca que me había dejado Vlad, era una mordida en mi garganta... ¿Cómo voy a ocultar esto de mis padres? Simplemente resople. A utilizar el suéter con cuello que me regalo Sam.

(...)

Pasaron los meses y mi relación con Vlad era muy buena, mejor de lo que me esperaba... A veces lo extrañaba cuando se iba de viaje de negocios los cuales duraban meses fuera de la cuidad. En cuanto a mis padres ellos tenían un conocimiento básico de mi relación; « qué salgo con un alguien mayor, que no esta casado y que es hombre de negocios. »

Al principio mi mamá se preocupo pensando que este hombre mayor se iba a aprovechar de su hijito, digamos que le dije una mentira piadosa, diciéndole que él me respetaba (aun que eso es verdad) y que iba a esperar a que yo este listo para tener relaciones intimas (eso no tanto).

Vlad paso la navidad con nosotros. Mi hermana igual vino para esta fecha y se puso al tanto de lo sucedido con Master, ella era algo escéptica en cuanto si él cambio pero se dio cuenta de que él realmente no tramaba nada, en fin Jazz fue la primera en descubrirnos. Estabamos besándonos bajo el muérdago cuándo nos vio y aunque ella me lleno de preguntas termino aceptándolo de igual forma.

Y ahora aquí me encontraba yo, sentado en su regazo envolviendo mis brazos en su cuello mientras el me tenia sujeto de mi cadera mientras repartía besos por mi rostro y su barba me hacia cosquillas.

—Dilo de nuevo, Daniel.—se aparta de mi a unos escasos centímetros.

—Que te amo, Vlad —beso su nariz mientras esbozo una sonrisa.

—Te amo tanto pequeño tejón, me haz hecho tan feliz en estos últimos meses... Gracias por enseñarme que es el amor verdadero, Daniel.

— no... Gracias a ti, Vlad por haber con sacado de ese posó en que me sumergía ahora estoy feliz porque me aman.

Esté me da un beso en los labios, esa sensación jamas abandono los labios de Vlad, esa calidez y confección que estos tenían... Cuanto amo a este hombre.

Fin.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado :'D Gracias por leer. Adios


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