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Insomnio por Lizzi Viginti

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Notas del fanfic:

Esto está pensado como un one shot, pero puede que ponga otros capítulos, aún así, no creo que dure mucho.

Notas del capitulo:

ADVERTENCIAS: Yaoi Hard escrito con la mayor cantidad de detalles que se ha logrado dar. Este contenido podría no ser de una excelente calidad debido a que es mi primer Lemon y es largo en cuestión de historia. Se recomienda discreción y paciencia.

 

Segunda asvertencia: También está publicado en wattpad... ¡Hola, soy SLCLforever!, o bien, la C del SLCL.

 "Si deseas dejar de soñar aquello... te lo cambio por  solo una noche de insomnio..."

La dulce y tierna Lu.

 

   Había sido todo un éxito; las personas aplaudían, gritaban, tomaban vídeos; chicas gritaban eufóricas mientras él y los demás integrantes tocaban y se acercaban a los y las fans mientras estos gritaban eufóricos el nombre de la banda y levantaban carteles con su símbolo... y algunas gritaban cosas como "violame" y "cásate conmigo", incluso divisaba a su rubia amiga al lado de una humanizada cake con un letrero que tenía "Te doy y no consejos".

   Y de pronto todos los fans gritaron su nombre... no el nombre de la banda, no el de todos, coreaban SU nombre, una y otra vez. El lugar estaba repleto de varias voces juntas coreando:

"¡Mar-shall-Lee, Mar-shall-Lee!"

   Aquel había sido su momento, los astros se alineaban para él, tocaba un pequeño solo de guitarra mientras las luces comenzaban a enfocarlo un poco más que a los demás, se escuchaba al público enloquecer en la última nota, una nota algo larga, y al final del solo siguió cantando para después terminar la canción:

"After a~ll... you are my love

and Nobody will- ever change that

I fell in lo-ve with you~

I will accept, that is okay,

that The world go to the shit

If he~ say-... that it not is right...

After a~ll..., you are my love, baby..."

Cuando termino de cantar busco con la mirada detrás del escenario a alguien, pero...

Solo había hielo...

 

° ° °

 

   Despertó de su sueño, agitado y lleno de sudor ¿Qué había sido eso ultimo? Suspiró, aun teniendo esa canción haciendo eco en su mente y pensando que no sería mala letra para una canción de su siguiente concierto si le cambiaba tonos y la pulía un poco.

  A ese paso de pensamiento (muy, muy lento) ya había olvidado por completo su sueño anterior a ese y la mitad del que acababa de tener en ese momento. Veinte minutos en el silencio y en la obscuridad acostado en su cama, con el brazo tapándole los ojos y su cuerpo siendo cubierto solo por la sabana y un boxer, por completo perdidos en ver a la nada pensando en tonterías.

   Ya era de noche y no sentía al sueño volver, así que se "vistió" para ir a donde el príncipe Gumball y ver si recuperaba las ganas de dormir. Ese día y esa semana en general solo consiguió dormir por unas dos o tres horas, y no seguidas. Él casi siempre dormía la mayoría del día.

   Al salir de su casa se percató de que aquella noche estaba realmente hermosa; las estrellas se hacían notar y la luna se veía más grande y brillante de lo normal, el camino al dulce reino se veía más claro y este se notaba bastante tranquilo, la reina helada sin intentar otro secuestro nocturno al dulce soberano. Tomó eso como una señal de que sería una gran noche.

   Se infiltró como si nada al dulce reino, asustando a uno que otro dulce de camino al castillo, y siguió su trayecto por los jardines del dulce príncipe para esquivar a los torpes banana-guardias.

   La vista de las afueras del reino no era nada comparándola con los bastos jardines del castillo; en el dulce reino era temporada de fresas de caramelo y los botones de las vanidosas rosas ya estaban abriendo, dejando ver su perfecto color rojo entre los botones de luces de cristal que alumbraban el lugar entrelazados en todos los bien cuidados arbustos.

   Y lo más hermoso de toda esa noche; no había una Fionna buscándolo para ir en una aventura improvisada y divertida (hay que admitirlo) a espaldas de Cake que terminará mal y con los dos en el laboratorio del Dulce Príncipe para que este le cure las heridas a Fionna, que no se dejaba atender por otra persona.

   Marshall siempre se decía que quería a Fionna un poco más de lo debido y que por eso le molestaba tanto esa parte pero, siempre que lo pensaba bien, recordaba que en realidad quería mucho más a Buba, y que no le gustaba que se lastimaran entre ellos; Gumball rechazando lo más amablemente posible los sentimientos de Fionna y sintiéndose un poco mal o culpable cuando Marshall le contaba de él teniendo que consolar a su rubia amiga, sabiendo de ante mano que lo anterior (solo dejarse curar por Gumball) era solo para intentar seducir al príncipe y lograr "buenas migas" para tomar camino.

   Como iba pensando mientras volaba no se dio cuenta de exactamente cuando llegó al laboratorio, solo vio al monarca mirando sus notas y anotando más cosas mientras ponía algunas cosas raras en tubos de ensayo y volver a leer y anotar.

   Marshall solo lo miraba embobado, de la misma manera en que lo solía hacer siempre que el príncipe estaba haciendo experimentos, hasta que uno de los tubos de ensayo empezó a sacar humo cada vez más denso y Gumball comenzó a rebuscar entre todas sus muchas cosas, claro que el buen Marshall no desaprovechó y dio su saludo de siempre, asustando a Gumball antes de dejarle poner el tubo de ensayo en otro lugar y haciendo que caiga al suelo.

Plop...

"Oh, qué suerte que..."

¡Crash!

   Marshall no paraba de reír y un molesto Gumball estaba regañándolo mientras aquel líquido se evaporaba por completo dejando sus tonos violetas en el aire. Gumball no paraba de decir todo lo que tardaría en reproducir el contenido y Marshall se disculpó después de ver molesto a su chicle e intentaba hacer que se deje abrazar mientras se burlaba de él con su típico "Ya cálmate, princesa" y un beso en la mejilla.

   Por alguna razón se habían comenzado a llevar de esa manera hace casi dos décadas... ni Mentita entendía por completo porque si parecía que el príncipe no aguantaba al vampiro ellos seguían estando juntos...

Como amigos, claro.

– ¿Qué te trae hoy por aquí, Marshall?- preguntó Gumball con su tono tranquilo mientras se intentaba apartar del abrazo de disculpa.

– No puedo dormir Bubba, di que puedo quedarme contigo- suplicó el vampiro con su mejor mirada de cachorrito sin dejar se abrazarlo-. Sé que te encanta que me quede contigo, de todas formas.

Gumball lo pensó un poco con mala cara y un tono algo rojizo en el rostro, pero accedió.

   Aunque Marshall lo decía en forma burlona y de broma, ambos sabían que era verdad, ambos dormían mucho mejor con el otro en la habitación y la cama era bastante grande, por lo que ambos podían dormir juntos sin problemas.

   Además de que estaba ya bastante cansado y luego tendría que soportar la molesta mirada tierna del vampiro que solía poner cuando quería que hiciera algo o le dejara hacer algo, ¡El maldito chupa-sangre siempre sabía cómo convencerlo!

   Caminaron a la habitación, ambos cansados y siendo seguidos por la mirada curiosa de Mentita que veía como el Dulce Príncipe finalmente salía del laboratorio después de dos días enteros y siendo seguido por Marshall, nunca entendió porque era él el único que lograba sacarlo para que durmiera.

   Entraron a la perfectamente acomodada y rosada habitación del príncipe. Y entonces Marshall lo recordó, había soñado algo antes de lo primero...

   Oh, sus gemidos, aquellos dulces gemidos que le enloquecían de solo recordarlo, Gumball gimiendo aquella vez que lo atrapo tocándose para "quitarse el estrés" (hace poco más de dos días, a decir verdad).

   Agradeció que en aquel momento no entro enseguida y pudo escuchar todo el clímax como todo el pervertido bisexual y extraño acosador depravado que era. Y ni hablar de cómo lo ponía el recuerdo del sonrojado rostro de Gumball cuando al fin se calmó y entró a la habitación, encontrándolo solo con los boxsers mal puestos y con la respiración algo agitada.

   La culpa de excitarse con Gumball, de soñar con él y disfrutarlo, de sentir que traicionaba los sentimientos de su mejor amiga, era lo que no le dejaba dormir, el que aquellos gemidos le sonaran tan perfectos y sexys era el problema que tenía... ¿Por qué Gumball tenía que ser tan sexy?

– ¿Por qué estas sonrojado Marshall? - preguntó medio riendo Gumball casi entrando al baño para bañarse y ponerse el pijama (curiosamente una playera que Marshall le había regalado) que siempre llevaba para dormir.

– No sé a que te refieres Bubba - había disimulado el mayor ante su dulce amigo mientras volteaba a otro lado. Seguro Gumball no reiría si supiera lo que sabe y que está babeando por dentro con sus imágenes mentales...

   Marshall había lanzado una plegaría; Diosas, ¡que por favor no caiga en la tentación que lleva desde hace semanas, purifiquen su alma y regálenle un descanso de sus inmensas ganas de tocarle!

   Cuando volvió en si se dio cuenta de que comenzaba a excitarse y, completamente alterado, analizó la situación, pero el sonido de fondo de la regadera y su imaginación intranquila no querían ayudarle. Se intentaba calmar repitiéndose una y otra vez que solo iban a dormir juntos, no era como si no hubieran dormido en la misma cama antes ni que esperaran hacer en esta ocasión otra cosa...

¿No?

   Pero quién diría que el destino si lo esperaba; esta vez la joven destino era una chica con el cabello castaño claro atado en una coleta alta con un lazo anaranjado, estaba algo aburrida y con ideas perversas, o más bien pervertidas. No desaprovecharía aquel momento que le dio C mientras iba al baño.

   De un momento a otro Gumball ya estaba bañándose y Marshall desvistiéndose para dormir en boxers, como siempre lo hacía, pero la señorita destino hizo dar vuelta a ambos mundos cuando Gumball cayó "accidentalmente" en la ducha poco después de cerrar la llave y soltó un quejido que alerto a Marshall, haciendo que entrara para ver si Gumball estaba bien sin antes detenerse a pensarlo.

– ¿Gumball, estas... bien...?- frente a él, un Gumball desnudo, con las piernas algo abiertas, algo mal sentado en el suelo de la regadera, lleno de gotas que iban recorriendo todo su cuerpo y con un sonrojo intenso por ver a el vampiro en boxers, en su baño, con él en esa posición.

La imagen más perfecta que un seme puede obtener se su futuro uke.

– S-sí, estoy bien... p-por favor sal de aquí Marshall- aquel tono nervioso intentando ser sereno no ayudó en nada a calmarle los pensamientos, ¡diosas, que no lo hacía!

  Y de pronto "ups~...." susurró la castaña en un tono infantil mientras dejaba caer en el cristal un polvo de tono rosa, era de tono un poco... fuerte. "Deberían de dejarse llevar..." se escuchó una voz juguetona en el oído de ambos mientras aquel polvo fino e invisible a sus ojos se les unía a la piel y desaparecía.

Gumball sintió un escalofrío. "Oh, no ahora, por favor"

   Marshall no se movió, y su mirada cambiaba a ratos; de sus ojos rojos a unos negros con el iris rojo o solo con su pupila dilatándose a ratos. Peleaba consigo mismo y aquel delicioso aroma; el delicioso olor de la sangre de Gumball; esa mezcla entre sangre real, azúcar y fresas.

"Fresas..." Nada, los pensamientos de Marshall avanzaban demasiado rápido mientras no lo hacían.

– Hu-huele a tu sangre- murmuró el vampiro acercándose poco a poco con sus pupilas dilatadas mientras Gumball se levantaba y retrocedía para analizar la situación...

Nada, no salia virgen.

  La última vez que Marshall estuvo cerca de su sangre se había robado parte de sus suspiros, de su sana mentalidad, se había llevado mucho de sus labios, de sus besos y el sabor de su piel entre los labios... también un poco de su orgullo y dignidad en el proceso, y le había dejado un pequeño "problemita" hace tan solo dos noches.

   Ninguno de los dos resistiría esas sensaciones de nuevo, ninguno debía dejar que sucediera; que se combinaran más fresas con sangre y caramelo...

– ¿Mar-marshall? - habló la temblorosa voz de Gumball, mientras este tocaba con cuidado su espalda. Se dio cuenta de que si tenía un poco de su relleno de fresa cayendo por su espalda cuando sintió las manos de su amigo darle la vuelta.

   Marshall se llenó los pulmones con aquel aroma y soltó un suspiro, poco después, lento y con cuidado, lamió aquel pequeño río que iba de la mitad de su espalda a un punto de su hombro cercano a su cuello, incluso le había dejado una marca roja la llave del agua cuando cayó. Gumball podía sentir la lengua de Marshall, esa sensación rasposa y con una humedad distinta.

   Quedando atrapado por la presión de las manos de Marshall contra sus hombros Gumball ya se había convencido; mañana podría o no podría hacer mucho... y estaba todo en manos de Marshall.

"¿Por qué a mí...?" Se lamentó, pero no lo hacía.

   Marshall, mientras tanto, no sabía describir por completo el sabor de la sangre de Gumball... simplemente era delicioso, era mejor que las fresas... Era mucho más dulce, incluso mucho más adictivo. No solo azúcar, ni solo sangre... Era... Gumball...

   Lo abrazó y recorrió con cuidado sus manos de su estómago a su cadera mientras subía su lengua por su cuello y comenzaba a besarle sin culpa alguna. Todo ahí. Apoyados en la pared del baño. Su cuerpo también se estaba mojando por las gotas que se habían quedado en el cuerpo de su víctima mientras se daban indicios de acción ahí mismo.

– Mar-Marshall... - la voz de Gumball en esos momentos estaba ligeramente más grabe y jadeante mientras Marshall solo lo ponía algo más apretado en la pared del baño y lo besaba con más ganas, podía sentir lo excitado que estaba Marshall, la presión que ejercía en su cuerpo su "paquete" contra su culo- ... Oh dios... -se escuchó el susurro de Gumball mientras el vampiro subía las manos para tocar sus pezones- *pellizco* aah... *gemido ahogado*... en... *hum* aaah... el baño... no...

   Dicho eso Marshall lo arrastró hasta la cama mientras dejaba caer su boxer y besaba sus labios de chicle con insistencia.

   Jadeos y suspiros se escuchaban de los labios rosas mientras Marshall lo ponía lo más suave que podía en la cama y rezaban por haber cerrado bien la puerta para que no los interrumpiera alguien en ningún momento.

   Las piernas de Gumball estaban siendo acomodadas a los costados de las frías caderas de Marshall, todo entre besos intensos en los que sus lenguas llegaban a tocarse y se sentían las caricias suaves y poco lentas entre ambos.

   Los jadeos aumentaron junto con la excitación de Marshall al comenzar a acariciar las cálidas y suaves caderas de Gumball mientras no paraba besar su cuello con insistencia, recorriendo sus hombros y sintiendo ambas caderas rozarse de vez en cuando.

Todo estaba perdido entre aquellos jadeos que iban aumentando de intensidad.

   El pequeño camino de besos de pronto ya se pasaba por sus pezones, y pronto también les recorría un nuevo escalofrío lleno de excitación. La lengua de Marshall rodeaba y repasaba todo lo que su boca lograba encerrar al besarle.

"A-ah... ah... -jadeo - Mar-Marsh~-alll... *hum* -suspiro- ... ah... ¡Ah!"

   Aquellos sonidos saliendo sin parar de la boca de Gumball solo ponían más caliente la cosa, y eso no quedaría ahí...

"Definitivamente no" respondía para si la castaña.

¡Mierda, Lu! ¡¿Qué estás haciendo?!- gritó otra castaña, una más pequeña y con la piel de un tono más amarillento, más específicamente; C.

¡Cállate que están en el Hard!- le respondió la mayor tapándole la boca y sentándola sobre sus piernas en la sillaLa joven forcejeaba.

   Gumball disfrutaba el contacto de las labios de Marshall con su piel, como dejaba pequeñas marcas y mordidas por su pecho... la manera en la que de pronto su piel se hacía tan sensible que le daba cosquillas y escalofríos con solo pasar sus manos por las sabanas... la manera en que podía sentir cada parte de la lengua de Marshall por sus pezones y luego en línea recta a su ombligo...

"Oh, Glob..."

Gumy ~ b25; - Se escuchaba la voz excitada pero suave de Marshall- Ponte a cuatro~

   Sin poner la mínima resistencia, Gumball ya se encontraba a cuatro, disfrutando los roses de su cuerpo con el de Marshall; su hombría chocaba justo en su trasero, podía sentir como se ponía mucho más grande y dura con cada rose o envestida fingida que le daba.

   Todo estaba pasando a mayores, estaban adentrándose en donde prometieron no volver, mucho menos cruzar después de asegurar y remarcar la linea de peligro... Las dudas comenzaban a fluir finalmente en la mente del príncipe; ¿Valía la pena pisar los sentimientos de una amiga por algo apenas más grande que el deseo?

   De lo que si estaba completamente seguro Marshall era que se sentía mucho mejor tener contacto con el trasero de Gumball que no tenerlo. Y definitivamente se sentiría mucho mejor si estaba dentro de él.

   Una cadena de besos comenzó a recorrer la espalda de Gumball sin mucha prisa, contrario a lo que las manos de Marshall pedían al acariciar y recorrer por completo el pene del princeso, y ese camino terminó junto con los movimientos de mano en el fin de su espalda baja.

   Gumball podía sentir como Marshall se movía y se re acomodaba mientras comenzaba a sentir sus manos apretar directamente su trasero y comenzar a jugar y separar, estirar y presionar.

   Sin pasar demasiado tiempo una lengua escurridiza comenzó a adentrarse en el pequeño y sensible agujero trasero de Gumball.

– ¡¡Mar-Marshall!! - gimió mientras el otro se concentraba en disfrutar el sabor dulce que suele tener su Gumy por toda la piel.

   Unos quejidos se hicieron notar entre los jadeos y gemidos de Gumball mientras Marshall se concentraba en meter y sacar la lengua de donde estaba, tanto que no se daba cuenta de que estaba apretando bastante.

   Los gemidos eran cada vez más fuertes, y los jadeos dominaron la sala cuando la lengua de Marshall comenzaba a salir.

– Bu- *jadeo*buba- ¿puedo... entrar esta vez?- la voz de Marshall estaba ligeramente más grabe y su rostro se encontraba besando su cuello y repartiendo mordidas con cuidado, por lo que apenas sintió como le indicaba que si con la cabeza entre jadeos y gemidos suprimidos.

   Comenzó a lubricar a Gumball lo mejor que se el hizo posible sin tener algo para ese fin y luego a lubricar su pene, sintiendo un poco de impaciencia y mucha  más excitación que antes.

   Poco a poco  se estaba introduciendo en su acompañante y este iba notando una sensación de molestia; sentía aquel dolor extraño y lleno de pequeñas descargas de placer viniendo desde su interior, sentía como los nervios de su ano se tensaban dentro, sentía el movimiento lento y un poco forzado de Marshall, la humedad viscosa producida por él al chocar ambas partes de sus cuerpos... simplemente una sensación húmeda e incomoda.

   Sin querer ya había soltado varios quejidos agudos, como la primera vez que estuvieron en una situación parecida, pero ahora dolía más, se sentía mucho más incomodo, y es que, por primera vez, no eran solo dos dedos después de beber alcohol...

Al pensar eso comenzó a preocuparse.

   ¿Y si esto era solo una noche más del azabache? ¿Y si no valían la pena esos extraños dolores? Una lágrima cayó por su mejilla, le dolía, pero no sabía exactamente que era lo que le dolía.

 – Gu-Gumy... ¿Te... duele?- la voz preocupada que salía de entre los propios jadeos de Marshall le hizo volver a sentir el placer; ese tono que demostraba que no era solo una noche más, que se preocupaba por él.

 El dolor casi se esfumó... casi.

 – S-solo... un poco- se sorprendió, su voz sonó mas baja de lo que esperaba.

 – Lo haré lo más lento que pueda- susurró en ese tono sexy que amaba.

   Los movimientos comenzaron, pero no tan lentos como esperaba; suaves y constantes. La sensación era caliente, rasposa y placentera, por lo que los gemidos comenzaban a salir sin su permiso y más fuertes de lo que quería.

"A-aah *gemido reprimido* Ma-marsh...aah... más..." Podían escucharse levemente los gemidos del príncipe a cada movimiento  que hacía el azabache, todos cada vez más rápidos, cada vez más fuertes y descontrolados...

   Poco a poco la mano del vampiro se movía más y más rápido en el pene de Gumball, tocaba cada parte que podía por separado; sobaba el glande con la punta el dedo indice mientras jugaba con el prepucio, moviendo de arriba a abajo; esparcía el líquido pre-seminal  por todo el tronco para terminar sobando con cuidado sus testículos.

   La simple idea de que era Marshall quien lo hacía le hacía sentir mucho más excitado, sentir ese frío cuerpo contra el suyo le hacía arder desde adentro, que su corazón no podría con eso.

  Las sensaciones se incrementaban, el placer le era infinito, el rose de sus cuerpos era mucho más erótico de lo que soñaron, el tacto era casi insoportable y estaban al máximo de su capacidad, los gemidos de la habitación ya no eran solo de Gumball y los jadeos ya no eran tan cortos y reprimidos como antes.

"A-aah.... *jadeo*  Ma-ah-ás Marsh.... *gemido* Rá-apido..." Se escuchaba la débil, excitada y suave voz de Gumball mientras Marshall comenzaba a embestir más fuerte.

   Los rechinidos de la cama seguro se escucharían desde la puerta de la habitación, pero eso no importaba, el momento era lo importante, lo esencial era sentirse el uno al otro, el calor que les recorría, la excitación que les provocaba el peligro, las consecuencias...

   De pronto Gumball sintió como salía todo, sin sentir el aviso y apretando involuntariamente su culo con Marshall aún adentro y moviéndose de manera no muy lenta. Marshall de pronto comenzó a sentir más apretado mientras se movía y sentía el líquido pegajoso de Gumball en su mano derecha, termino por sentir la excitación al limite y llenar de semen al príncipe.

   Los jadeos seguían en la habitación, y así se quedaron durante unos minutos antes de que Marshall saliera de Gumball y se dejara caer al lado de su amante.

   En la habitación reinó el silencio unos minutos más largos que los anteriores, sin mirarse, solo tomando sus manos y mirando el techo. Pero no se puede guardar silencio para siempre, tampoco las dudas.

 – ¿Quien va a decirle a Fionna?- Gumball fue el primero en romper el silencio, con un tono suave y tranquilo- Más bien, ¿vamos a decirle a Fionna?

   Marshall pensó en silencio mientras acariciaba la mano de Gumball, entre para calmarse y para calmar al príncipe. Se sentía mal sentirse tan bien...

 – Después de nuestra tercera cita, cuando comprobemos que esto va en cerio- dijo en un tono calmado, Gumball asintió. Todo estuvo en silencio antes de que Marshall lograse darse cuenta de que su otra mano aun tenía el "semen" de Gumball y reír.

   – ¿Qué es tan gracioso Marshall? 

   Y entonces volteó justo para ver a Marshall llevar su mano a la boca y comenzar a mascar, Gumball se sonrojó.

"Goma de mascar"

Sin duda cambiaría de nuevo todos sus sueños por más noches de insomnio.

   Mientras tanto, una castaña seguía forcejeando con otra chica apenas mayor, parecía estar bastante molesta.

- Las repercusiones que no has considerado serán tu culpa, Luna- sentenció la joven, advirtió C.

   La Creadora nunca se equivoca al decir algo, ella sabía que aún faltaba el hielo...

Notas finales:

¿Qué tal está? No me quejo de este capítulo, en realidad creo que por ahiora es una buena presentación de mi como autora y de esta pequeña historia. Aunque claro, podría estar mejor.

¡Que tengan un lindo día!


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