Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hunter Hunted por Gumin7

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Después de la larga pausa que me he tomado, ya tenía ganas de subir algo nuevo. En realidad, no habría subido nada de no ser por un review que me ha llegado hoy mismo de la autora aiko shiroyama, cuyo fic en proceso, por cierto, sigo desde hace un tiempo. Si no lo habeis leído, os lo recomiendo.

En fin, la cosa es que este cortito oneshot es una especie de secuela de «Luces, cámara y ¿acción?», por lo que, antes de leerlo, os recomedaría ir al otro si aún no lo habeis hecho. Lo tenía a medio escribir desde hace ya muchos meses, pero, por cualquier razón, no lo había seguido hasta leer el review antes mencionado (para que veais lo que inspiran, oye).

Decir, también, que tengo un fic más largo en proceso y que me gustaría subirlo a lo largo de 2017 (?) Pero bueno, nunca se sabe. La pereza es demasiado poderosa y, casi siempre, más fuerte que yo.

Por último y como siempre, me disculpo por cualquier falta y espero que os guste. Hasta las notas finales.

        Se levantó de encima del guitarrista, le echó una lasciva mirada y se dirigió al cuarto, siendo seguido inmediatamente. Kei estaba seguro de que se lo haría pagar, y vaya si pensaba disfrutarlo.
 
        —Kei, Kei, Kei —decía el vocalista tranquilamente mientras caminaba por la habitación, rodeando la cama hasta quedar al otro lado—, ¿cuánto tiempo llevamos siendo pareja?
 
        —Hmm, ¿tres años, quizás? —respondió divertido, apoyándose en el marco de la puerta y sonriendo de medio lado.
 
        —¿Y en estos tres años aún no te has enterado de que soy partidario de que las consecuencias de los actos hay que acatarlas?
 
        —De lo que me he dado cuenta es de que puedes llegar a dar verdadero miedo hablando así.
 
        Yo-ka sonrió brevemente y se giró para trastear en silencio los cajones de una cómoda en la que guardaba su ropa y algunas pertenencias. Volvió a girarse y, mirando a su pareja a los ojos, se subió a la cama quedando de rodillas. Alzó su derecha y le hizo señas con el dedo para que se acercara a él, dejando aún sus miradas clavadas la una a la otra. Este vaciló un poco, pero finalmente se acercó y lo imitó, subiéndose a la cama y quedando frente a él en la misma postura.
 
        El vocalista acarició el torso del contrario de abajo a arriba por encima de su camiseta, deteniéndose en el cuello de esta para agarrarlo y tirar de él bruscamente, dejando así sus rostros a escasa distancia. Ambos habían abierto sus labios, pero estos ni llegaron a rozarse. En su lugar, sus alientos chocaron mutuamente, haciendo que se les erizara la piel.
 
        Embelesado ante aquellos detalles y casi sin darse cuenta, Kei fue tumbándose poco a poco sobre el colchón guiado por el pelirrojo. Una vez recostado y con el otro sobre él, cerró los ojos disfrutando de los pequeños y lentos besos que comenzaron a invadir su cuello y las caricias que se hicieron presentes a lo largo de sus brazos, siendo deslizados sobre el colchón hasta que sus manos quedaron sobre su cabeza. Fue cuando sintió algo frío y rígido rodear sus muñecas cuando abrió sus ojos de golpe y echó la cabeza hacia atrás, pudiendo observar sus manos esposadas a uno de los barrotes que componían el cabecero de la cama.
 
        —¿Pero qué...? —tiró en vano intentando soltarse, pero aquellas esposas no eran ninguna broma—. ¿De dónde has sacado esto? —preguntó mirándolo escandalizado. Varias veces se había imaginado esa escena antes, pero en su mente no era precisamente él quien estaba esposado.
 
        —De la cómoda —respondió separándose del guitarrista, aún sabiendo que no se refería a eso, y quedándose de pie junto a la cama—. Ha sido más fácil de lo que pensaba tenerte así, Kei. Deberías tener más cuidado conmigo —sonrió animado y fingiendo inocencia.
 
        El semi rubio miró incrédulo a su pareja caminar hacia el escritorio que tenía enfrente y apoyarse en este, mirándolo con una expresión que enseguida le hizo arrepentirse internamente de la pequeña travesura que había cometido la noche anterior.
 
        —Vamos, Yo-ka, no tiene gracia. Suéltame y lo haremos como siempre —pidió apurándose un poco por la situación.
 
        —Eso deberías de haberlo pensado antes de hacer de las tuyas. Además... —llevó sus manos al borde de su camiseta y se la quitó de forma lenta, derrochando sensualidad ante los ojos de Kei, los cuales estaban clavados en su figura— lo pasarás bien.
 
        Se separó del escritorio y avanzó volviendo a subirse a la cama, gateando felinamente por el cuerpo del guitarrista hasta tener su rostro a la altura de su cintura. Comenzó a subir su camiseta despacio mientras repartía besos por su vientre, ascendiendo por su torso hasta su pecho. Una vez ahí sacó su lengua a participar y propinó mordidas que dejaron marcas rojizas en aquella nívea piel e hicieron jadear a su poseedor. Terminó de subirle la camiseta y la dejó rodeando sus muñecas, pues al estar esposado no podía quitársela del todo.
 
        Una vez Kei estaba tal y como él quería, se incorporó y quedó sentado a horcajadas sobre sus caderas. Sonriéndole con malicia desde arriba, comenzó a subir las manos por su propio cuerpo, acariciándose a sí mismo y moviendo sus caderas terriblemente lento; bailando hipnóticamente y provocando la fricción entre sus excitaciones aún encerradas. Llegó con sus manos hasta su cuello y, una vez ahí, apretó sus cabellos entre sus dedos y subió un poco el ritmo de sus movimientos de cadera, dejando escapar los primeros suaves gemidos del momento.
 
        Por otra parte, el guitarrista lo miraba desde abajo mordiéndose el labio, sintiendo un cosquilleo en su bajo vientre a cada movimiento del pelirrojo sobre él; a cada mirada de deseo y travesura.
 
        —Yo-ka... suéltame —dijo a duras penas debido a que su respiración comenzaba a ser irregular y la lentitud del vocalista lo estaba matando—. Déjame tocarte.
 
        —Eso no entra en mis planes —respondió bajando sus manos para apoyarse en el cuerpo ajeno, sin dejar de moverse ni por un segundo.
 
        —Al menos muévete más rápido —susurró tratando de mover sus propias caderas, pero el más bajo se lo impedía.
 
        —¿Qué dices? No te he oído.
 
        —¡Más rápido, Yo-ka, por el amor de dios!
 
        El nombrado se detuvo en seco y rió ante lo rápido que se desesperaba Kei. Durante un segundo tuvo el impulso de soltarlo y complacerlo tanto a él como a sí mismo, pero torturarlo un poco más era mucho más tentador.
 
        —Calma —dijo inclinándose hacia delante para acabar con su rostro a pocos centímetros del de Kei—, esto no ha hecho más que empezar.
 
        Tan pronto como se había inclinado, se levantó y dirigió de nuevo hacia la cómoda, extrayendo de uno de los cajones un grande y bonito pañuelo que usaba muy a menudo en su cuello para protegerse del frío. Este aún tenía impregnado el olor de su colonia y consideró eso un punto a favor, pues no eran pocas las veces que Kei había enterrado el rostro en su cuello y le había dicho lo mucho que le gustaba ese aroma.
 
        Se acercó al esposado sin ocultar su intención ante él e, ignorando sus quejas, colocó el pañuelo sobre sus ojos, haciéndole un nudo que quedó a un lado de su cabeza al estar tumbado boca arriba.
 
        —¡Yo-ka, quítame esto! —pidió Kei, tensándose al no ver nada.
 
        —Por supuesto, pero luego. Confías en mí, ¿verdad?
 
        Se quedó unos segundos en silencio antes de responder. Confiaba plenamente en su pareja, pero también sabía lo que este era capaz de hacer.
 
        —¿Para qué preguntas, si sabes la respuesta?
 
        —Bien.
 
        —Pero, por favor, quítame esto y... —se interrumpió con un suspiro al ser despojado bruscamente y sin previo aviso de sus pantalones y ropa interior, quedando así completamente desnudo. Yo-ka no pudo evitar morderse el labio al contemplar al otro así, con los ojos vendados y esposado. Kei, sin embargo, continuaba tensándose, aunque contradictoriamente excitado. La oscuridad que invadía su vista, la inmovilidad, su desnudez y las ganas de deshacerse de todo eso y tocar a su pareja se habían juntado y formado una mezcla extraña en su interior.
 
        »Yo-ka... ¿Yo-ka? —al no recibir respuesta, levantó un poco la cabeza para concentrarse en escuchar algún sonido que indicara que seguía allí con él, pero la habitación estaba en silencio.
 
        El vocalista había salido un momento del cuarto para ir a por otra de sus geniales ideas. Al entrar de nuevo y ver la notable confusión de su pareja, intentó caminar silenciosamente hacia la cama hasta quedar a su lado.
 
        Ni con todos sus sentidos alerta Kei pudo evitar sobresaltarse y suspirar entrecortado al notar algo muy frío recorrer su vientre, lo cual fue contrarrestado por lo que identificó como la cálida lengua del pelirrojo deslizándose por la misma zona. De esa forma sintió de nuevo su peso sobre él y ese recorrido hasta su cuello, acompañándolo con jadeos agitados que se escapaban de entre sus labios. Al detenerse, Yo-ka terminó de meter el pequeño hielo en su boca y subió hasta la ajena, introduciéndolo en esta junto con su propia lengua, haciendo de aquello un beso frío a la par que cálido y profundo. Esto duró poco, pues enseguida separó sus bocas para después introducir dos dedos en la de Kei. Comenzó a mover la mano, penetrando con los dedos aquella húmeda cavidad, cuyo propietario los lamía y succionaba como si de otra parte de la anatomía se tratara.
 
        Pronto abandonó esa acción y llevó sus dedos, ahora ensalivados, hacia abajo con un claro objetivo.
 
        —Recoge las piernas y ábrelas un poco —ordenó Yo-ka con suavidad.
 
        —¿Qué piensas hacer?
 
        —Nada que no haya hecho antes, déjate llevar.
 
        Tras unos segundos, el guitarrista obedeció y recogió las piernas abriéndolas levemente. No tardó mucho en dejar escapar un siseo ante el tanteo en su entrada y la posterior intromisión del dedo corazón de su pareja.
 
        Movió el dedo en su interior sin andarse con rodeos, buscándole el punto erógeno. No llevaba mucho rato cuando un gemido por parte del semi rubio le dio a entender que lo había encontrado, por lo que se centró en esa zona, arremetiendo contra esta una y otra vez con movimientos rápidos y bruscos. Observó con gusto cómo Kei se acostumbraba rápidamente; arqueaba su espalda, abría un poco más las piernas involuntariamente y su vientre subía y bajaba con rapidez.
 
        —¿Te vas a correr sin siquiera haberte tocado ahí? —le susurró al oído con una sonrisa maliciosa.
 
        Al no obtener respuesta subió un poco su cabeza para poder llegar a sus labios y, sin más, atrapó su inferior con los dientes, apretando lo justo para una pequeña corriente recorriera el vientre de Kei y, mezclada con la estimulación de su punto de placer, terminara corriéndose sobre su vientre tal y como había dicho Yo-ka: sin haber rozado siquiera su miembro.
 
        Su voz, resonante debido al orgasmo, había excitado sobremanera al pelirrojo, que sacó el dedo del interior de aquella estrecha cavidad y se colocó a horcajadas sobre su cuerpo, quitándole el pañuelo de los ojos.
 
        —Ahora me toca a mí —dijo con una sonrisa de oreja a oreja y deslizando sus manos por el torso del contrario.
 
        Kei parpadeó varias veces para acostumbrar su vista a la luz. Su respiración aún era irregular y sentía cada rincón de su cuerpo muy sensible al tacto. A pesar de haber llegado al clímax, aún sentía que le faltaba algo: deseaba tocar a Yo-ka. Este se había vuelto a levantar y había comenzado a desnudarse de cintura para abajo, quedando así en las mismas condiciones que él. Se dirigió de nuevo hacia el escritorio y agarró una barra de labios de color rojo intenso que tenía ahí de la última vez que la había usado. Sin vacilar ni un segundo, se colocó de rodillas entre las piernas de Kei y, mientras con una mano acariciaba uno de sus muslos, con la otra pintaba sus labios, con sorprendente atino para no estar mirándose, mientras le echaba una mirada cargada de deseo.
 
        El guitarrista miraba la escena completamente hipnotizado, sintiendo aquellas caricias sobre su piel con el doble de intensidad. La imagen de aquel hombre, al que calificaría como perfecto sin pensarlo dos veces, mirándolo de aquella forma; acariciándolo tan suavemente; abriendo sus labios para pintarlos correctamente y mostrándose sin ningún pudor con esa blanca y hermosa piel que poseía, rozando su miembro erecto con el propio en reposo, lo estaba extasiando sobremanera.
 
        Habiendo terminado con sus labios, Yo-ka dejó caer al suelo la barra y, sin dejar de mirar a los ojos a su pareja, se inclinó para besar la zona interna de su muslo, dejando la marca de sus labios plasmada en este. Volvió a incorporarse para mirar dicha marca con la cabeza ladeada y sonrió.
 
        —Queda sexy. Es como si fuera un secreto que solo sabemos tú y yo —mientras decía esto, volvía a colocarse a la altura de los labios de Kei—. ¿Quieres más de estos?
 
        Ante el asentimiento del guitarrista, volvió a su posición anterior y se inclinó nuevamente para dejar un nuevo beso, esta vez sobre su ingle, acercándose peligrosamente a su miembro, el cual, finalmente, tomó para dejar otro beso con su consecuente marca en este. Estaba dispuesto a conseguir que volviera a excitarse en poco tiempo, y sabía que era más que capaz, así que no dudó en poner su expresión más provocativa y comenzar a brindarle caricias a la par que hacía partícipe a su lengua, lamiéndolo en toda su extensión. Por otra parte, Kei, al verlo dándole esas atenciones con esos malditos y hermosos labios, notaba cómo, de nuevo y poco a poco, se iba endureciendo.
 
        Para cuando ya estuvo semi erecto, el vocalista se detuvo y se colocó a horcajadas sobre el vientre del contrario, sin llegar a sentarse. Humedeció dos de sus dedos con la esencia del otro que aún embadurnaba su torso, y comenzó a tantear su entrada, dilatándose ante la mirada ajena. Mientras hacía esto, llevó su otra mano hacia atrás y tomó de nuevo la hombría de este, estimulándola más y rozándola contra su trasero. Kei lo miraba y, excitado de nuevo, respiraba agitadamente e intentaba soltarse de las esposas, pensando que, si estaba un minuto más sin poder tocarle, se volvería loco.
 
        A sabiendas de esto, Yo-ka decidió hacerle sufrir solo un poco más, sacando los dedos de su interior y, sin perder ni un segundo, autopenetrándose muy despacio con ayuda de su mano, sujetando y posicionando la erección del guitarrista. Fue descendiendo con algunos movimientos de cadera, tanto hacia delante y hacia atrás como circulares, sin omitir algunos quejidos que salieron inevitablemente de su garganta. El otro se había estado mordiendo el labio y tirando de forma más insistente de aquellas esposas. A cada segundo se sentía más caliente; más ansioso.
 
        —Yo-ka —lo llamó entre jadeos cuando este se apoyó en su pecho y comenzó a moverse, dando paso a lentas y suaves penetraciones en su cuerpo.
 
        —¿Cómo se piden las cosas, Kei?
 
        —Por favor.
 
        El vocalista detuvo sus movimientos y llevó sus manos a las esposas, sabiendo que, cuando lo soltara, estaría soltando a un depredador dispuesto a recuperar su habitual posición dominante, y no se equivocaba. Una vez accionó las dos pequeñas palanquitas que había en la parte trasera de las esposas y en las que, afortunadamente, Kei no había reparado, estas se abrieron y enseguida se vio arrastrado hacia atrás, cayendo de espaldas sobre el colchón y con el otro sobre él y entre sus piernas. Todo pasó muy rápido: el guitarrista enseguida fue a atacar su cuello a base de besos y mordidas y a deslizar sus manos por cada rincón al que tenía acceso, apretando su piel con los dedos y sujetándolo para hacer más intenso cada envite.
 
        Parecía que Kei estaba fuera de sí, habiendo juntado su frente con la del otro, clavando ambas miradas y gimiendo roncamente sobre sus labios a la par que el otro hacía lo mismo. Una de sus manos había ido al cuello del vocalista y rodeaba este con sus dedos ejerciendo una leve presión, sin llegar a impedirle respirar o llevarlo al agobio, pues, lejos de eso, Yo-ka estaba disfrutando sobremanera verlo tan frenético y sintiéndose tan atrapado bajo él mientras no dejaba de embestir su cuerpo, estimulando una y otra vez su punto de placer.
 
        Entre toda la intensidad que había cobrado aquel acto y lo receptivo que había estado desde que habían empezado, el pelirrojo no tardó en llegar al orgasmo casi desgarrando su garganta y arqueando la espalda involuntariamente. Por su parte, Kei llevó la mano que antes tenía en el cuello ajeno a un lado de la cabeza de este, apoyándose sobre el colchón y dándose impulso para esos últimos envites, más lentos debido a la repentina contracción de la cavidad del muchacho. Finalmente, terminó corriéndose en su interior, moviéndose ya por la inercia provocada por la placentera descarga que había sentido por todo su cuerpo. Cada sonido que salió de entre sus labios murió sobre los ajenos, los cuales no dudó en rozar antes de desplomarse por completo sobre su pareja.
 
        Ambos, exhaustos, recuperaban su respiración en esa postura. Yo-ka acariciaba los cabellos de Kei con mimo y este, con el rostro enterrado en su cuello, deslizaba los dedos por su pecho.
 
        —Eres terriblemente vengativo, y lo peor es que siempre consigues que todo salga como a ti te da la gana —dijo el guitarrista tras un par de minutos de silencio.
 
        —Lo sé.
 
        Kei levantó la cabeza para mirar seriamente al pelirrojo.
 
        —Joder, no te haces una idea de lo mucho que te deseo y te quiero —dijo antes de inclinarse un poco para besar sus aún perfectamente rojos labios, lenta y pausadamente, en contraste con todo lo anterior.
 
        —No tanto como yo a ti —respondió Yo-ka tras haber detenido aquel beso durante un momento.
 
        —No estés tan seguro —concluyó sin dejarle decir ni una palabra más, pues aún no se pasaban sus ganas de devorar esos labios, capaces de hacerle perder la razón con solo rozarlos.
 
 
FIN
 
Notas finales:

Quien piense que yo-ka se ve demasiado sexy con los labios rojos que deje review (?).

En serio, si os ha gustado, agradezco muchísimo los reviews. Gracias por leer.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).