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Partículas por Pandora09

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Notas del capitulo:

 

 

A veces solo somos gritos desesperados difuminándose en el vacío oscuro del universo. O peces en el mar, formando cardúmenes que se mueven con la marea de aguas cristalinas sacudidas por el viento. Somos emociones utilizando un espacio físico en medio de una inmensidad eterna y lúgubre. Somos estrellas en un firmamento infinito hecho de drogas y viajes ácidos, entre paredes de cristal y sábanas blancas manchadas de sangre ajena de antiguos refugiados sin esperanza. Pasillos fríos en construcciones obsoletas de ruegos y llantos. Miedos, pasiones, deseos. Somos tanto, que a la vez somos nada, como un delicado cabello dejado en el pasado por una reluciente cabellera castaña.

En el fondo, solo somos efímeros soplos de vida, partículas diáfanas que, sin querer, conforman un todo.

Y a veces creemos que vivimos, pero él debió comprender de la peor manera que las partículas que construyen su vida son solo suspiros fugaces que se desvanecen con el tiempo y desaparecen en el olvido y la nada.

 

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Acarició suavemente la piel delicada al otro lado del guante, sin atreverse a hacer presión y destrozarla, como si fuera una amarillenta hoja de papel desgastada con el tiempo. La mujer no dijo nada, ni siquiera cuando la aguja penetró su piel e insertó el catéter, a pesar del miedo que demostraban sus ojos. Y a Do KyungSoo no le importó mucho que ella, más adelante, lo fuera a odiar por su falta de delicadeza, después de todo solo estaba cumpliendo con su deber y ella debía estar agradecida por sus habilidades, las que le estaban salvando la vida.

Conectó la vía a la bomba de suero y programó su funcionamiento, calculando que en unos quince minutos debería volver y ella estaría completamente dormida por los fármacos. Finalmente, se quitó los guantes de látex y los echó a la basura para luego volver al mesón del centro y documentar los nulos avances de la paciente.

En la sala justo frente a su silla, veía a una pareja interactuar alegremente. En la cama número ocho, Kim JunMyeon estiraba cuidadosamente las mantas que cubrían el cuerpo de Kim JongDae, su pareja.

KyungSoo, aunque no era muy emocional, disfrutaba observando a la pareja y sus interacciones. Le gustaba la forma en que JunMyeon había hecho hasta lo imposible por permanecer más tiempo junto a JongDae, aunque su dinero había influido un montón, la mayoría argumentaba que el tiempo de visitas debía ser más extenso, ya que ayudaba a la recuperación de cada paciente. KyungSoo no lo comprendía muy bien, pero ¿quién era él para oponerse?

Leyó la ficha de JongDae y asintió cuando comprendió que ese mismo día sería trasladado a otra área del hospital, lo que significaba que el tipo había mejorado considerablemente y que no requería los cuidados extremos que se entregaban en su unidad.

Do KyungSoo era uno de los cuatro médicos internistas de esa división de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General de Seúl, un prodigio de la medicina que, a sus veintitrés años, había conseguido ponerse a la cabeza de una de las unidades más críticas del hospital. Una gran responsabilidad para cualquier persona igual de joven, pero no representaba problemas para alguien como él, cuya vida se enfocaba única y exclusivamente en su trabajo. Y podía decir que llevaba a cabo cada una de sus tareas con una precisión y frialdad escalofriante.

Tener la vida de una persona en sus manos hace mucho tiempo había dejado de ser motivo de preocupaciones o presión, se había vuelto casi parte de su vida, de forma en ninguno de los dos ingresos de aquella tarde suponía algún problema para él.

Escuchó un suspiro a su lado y ladeó la cabeza para encontrarse con la sonrisa incómoda de Park ChanYeol, su compañero de turno.

- Hoy trasladan a Chen –ChanYeol era el tipo de persona completamente opuesta a KyungSoo, no solamente por su altura inhumana o la impresionante dimensión de sus orejas, sino que también por su forma de enfrentarse a la vida y su trabajo. Incluso era del tipo de médicos que seguían en contacto con sus pacientes –los escasos- que lograban salir vivos de la UTI, he ahí la razón por la que conociera el apodo con que JunMyeon llamaba a su compañero.

- ¿Y?

- No sé si alegrarme o estar triste –KyungSoo lo había visto pasar tardes completas bromeando con JongDae los días en que JunMyeon no alcanzaba a llegar a visitarlo, tal vez hasta se hicieron amigos-. El paciente que ocupará esa habitación...

KyungSoo apenas le había echado una ojeada a las fichas de los pacientes que ocuparían las dos salas que estaban a punto de desocuparse, un tipo de veintidós años y una muchacha de diecinueve, no había prestado mucha atención al tipo, que estaría a cargo en su mayoría de ChanYeol, mientras que la niña había llegado por una complicación debido a una operación anterior y era su paciente. Él mismo la había puncionado esa tarde para examinar el líquido que se había juntado en su abdomen y había programado su ida a pabellón para el día siguiente.

- ¿Qué tiene?

ChanYeol simplemente suspiró nuevamente y permaneció en silencio, por lo que KyungSoo no insistió.

En ese mismo momento, un camillero apareció por el pasillo de salida y les informó que llegaba a buscar a Kim JongDae. Alegremente, el paciente se dejó llevar, con su pareja acompañándolo con una sonrisa excelsa en el rostro.

KyungSoo se despidió con la mano y comenzó a preguntarse a qué hora llegaría la paciente de la sala nueve.

En seguida, una muchacha entró a desinfectar la sala de JongDae. KyungSoo observó cada uno de sus movimientos de la misma forma en que observaba a cada paciente, con su ojo clínico que no dejaba escapar ningún detalle. La vio quitar las mantas y sábanas, desinfectar el colchón, la almohada y cada pieza metálica de la cama, los basureros, las paredes, el equipo médico y los cristales que separaban cada sala. La chica fue tan meticulosa como debía ser, de forma en que KyungSoo se sintió satisfecho con solo verla. Ninguno de ellos podía dejar detalles al azar, los hospitales en sí mismos, a pesar de todos los medicamentos que se manejan en su interior, son sitios llenos de bacterias y virus que se pueden transferir a cualquier persona, en especial a pacientes tan vulnerables como los que llegaban a su unidad. En especial a los que llegaban a su unidad.

Un par de minutos más tarde, la misma puerta doble por la que salió Kim JongDae, se abrió y un camillero empujó hacia el interior otra camilla.

La niña bajo las mantas se veía pálida y asustada, tan pequeña que apenas ocupaba la mitad de la cama o tal vez la cama era demasiado grande para alguien como ella.

KyungSoo siguió al camillero y, junto al enfermero de turno, la ingresaron.

La muchacha, a la que había visto más temprano, lo miraba con los ojos brillantes por las lágrimas, una de ellas de desbordó por la comisura del izquierdo y se perdió entre las hebras negras de su cabello lacio. Asustada, paseaba la vista de él, al enfermero y a la paramédicos, mientras los otros dos no dejaban de hablarle y la pobre no sabía a quién responder primero. Finalmente, fijó la mirada en él y KyungSoo apenas pudo regalarle un intento de sonrisa tranquilizadora.

Fijó la mirada en el enfermero que, con el ceño fruncido, le quitaba la vía que tenía conectada al codo izquierdo.

KyungSoo lo empujó un poco y terminó él de hacerlo, sorprendido por la cantidad de marcas moradas sobre pálida piel de la menor, principalmente por la mancha morada y verde que rodeaba a la bránula.

- Fracturada y nadie se dio cuenta –gruñó el enfermero, palabras que ignoró para poder parchar la piel y volvió a fruncir el ceño.

- ¿Hay venas? –el enfermero asintió y desinfectó el brazo derecho de la muchacha para conectarle otra bránula en la muñeca.

- ¿Doctor? –la voz de la muchacha era baja, apenas audible, y se quebraba por el llanto contenido, pero el silencio del lugar le permitió escuchar perfectamente sus palabras mientras le medía las constantes vitales-. ¿Cuándo me llevarán a pabellón?

- ¿Qué edad tienes?

- Diecinueve.

- Eres joven, muy joven –terminó de anotar en la hoja de ingresos y preparó el suero con los medicamentos para el dolor que él mismo le había recetado-, por lo que en cualquier hospital se haría hasta lo imposible por ayudarte. Nosotros no somos la excepción, así que no debes tener miedo.

Y, dicho aquello, dejó al enfermero y a la paramédicos junto a la muchacha que le sonreía, para volver al mesón y hacer el ingreso.

Escuchó a la muchacha pedirle al enfermero que alguien llamara a su familia y supo que debía hacerlo él, pero no tenía la más mínima intención de hablar con cualquier otra persona, por lo que le pidió a ChanYeol que lo hiciera y escuchó atentamente sus palabras.

- ¿Señor Byun? Soy el doctor Park ChanYeol, de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General de Seúl –esperó en silencio por una respuesta y una sonrisa inmensa se dibujó en sus labios-. No, la condición de su hermana no ha empeorado, solo la trasladamos para poder monitorearla mejor hasta su cirugía. Debido a que el horario de visitas acabó antes de su traslado, lo llamamos para informarle. Mañana puede venir durante el horario de visitas y se le entregará más información –ChanYeol volvió a callarse y su sonrisa imposiblemente inmensa, creció un poco más-. No se preocupe, está en las mejores manos, pero si quiere le puedo dar un consejo: No muchas personas pueden contar que estuvieron en este lugar, así que asegúrese de celebrar cuando ella sea dada de alta. La vida hay que celebrarla.

KyungSoo asintió, no porque estuviera de acuerdo con las palabras con que su colega finalizó la llamada, sino que por su decisión de pedirle a él hacer esa llamada, nadie tenía mejores palabras de consuelo que Park ChanYeol.

- ¡Llegó mi paciente! –exclamó el más alto cuando la puerta fue abierta por tercera vez y otra camilla apareció-. Deberías conocerlo –agregó antes de alejarse y le tendió un sobre blanco con un CD al interior.

 

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La madrugada llegó más rápido de lo esperado y, tarde, KyungSoo se dio cuenta de que llevaba demasiado tiempo sin dormir, por lo que decidió que podía dejar al enfermero de turno a cargo mientras él iba a despertar a ChanYeol para hacer el relevo. A esas horas, todos los sonidos que se escuchaban eran los ruidos provocados por las máquinas conectadas a los pacientes, por lo que se detuvo en seco cuando sus oídos percibieron un suave y melódico susurro. A pasos cortos y sigilosos, siguió el sonido hasta la sala número ocho.

En silencio, observó un juego de manos, ambas con vías venosas conectadas en las muñecas, moverse de forma grácil sobre las mantas blancas. Los dedos, finos y delicados, asumió que imitaban al cuerpo humano en lo que debía ser una danza preciosa coronada por los melodiosos susurros que escapaban de los labios abultados de aquel rostro moreno.

- Buenas noches, doctor –susurró el paciente sin abrir los ojos y KyungSoo desvió la mirada a la bomba de suero y leyó el nombre del medicamento que estaba recibiendo.

- Fentanilo.

- Mi mejor amigo, últimamente –volvió a hablar el tipo, con la voz ronca y melódica, como si aún siguiera tarareando alguna pieza musical.

KyungSoo se acercó a él y tomó sus manos con cuidado, su piel se veía reseca y apenas había carne sobre sus huesos, eran tan livianas que se sentían como suaves plumas entre sus toscas extremidades. En voz baja y sin soltar la mano ajena, leyó el brazalete gris en su antebrazo derecho: Kim JongIn, ¿por qué ese nombre le resultaba tan conocido?

- Tiene las manos muy suaves, doctor.

- ¿Cómo supiste que estaba acá? –revisó ambas vías y se aseguró de que estuvieran bien rotuladas antes de revisar las constantes vitales de JongIn.

- Estoy teniendo una impresionante experiencia cognitiva en este momento –casi de forma imperceptible, los labios del moreno se estiraron y curvaron en lo que debía ser la primera sonrisa sincera que Do KyungSoo contemplaba en su vida.

- Aprovecha de dormir –agregó el médico, acomodando las mantas sobre JongIn.

- No puedo abrir un ojo –para demostrarlo, el moreno lo miró con el ojo derecho ligeramente abierto y el izquierdo, completamente cerrado.

- Es por el medicamento, deberías disfrutarlo.

Dicho aquello, hizo una ligera reverencia que el moreno respondió con un asentimiento y retomó la marcha hacia la sala de descanso, pero antes pasó por el mesón y tomó el CD que ChanYeol le había entregado más temprano, durante la tarde.

 

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Los turnos de KyungSoo le permitían sumergirse completamente en su trabajo durante veinticuatro horas, para luego pasar la misma cantidad de tiempo descansado en su casa, aunque él prefería pasar menos tiempo en casa y más en el hospital, porque su vida entera se reducía a la UTI. Pero después de haber dormido más de diez horas seguidas luego de finalizar su turno en la mañana, decidió que podía retrasar un poco su vuelta al hospital y revisar el CD que tan intrigado lo tenía.

Sobre las mantas de su esponjosa y desordenada cama, encendió el notebook que apenas utilizaba en casa y, luego de revisar inútilmente su correo, vio el video que ChanYeol le había entregado.

Con la pantalla en negro, una suave melodía de pianos comenzó a escucharse antes de que una figura delgada y morena apareciera. Utilizó sus manos sobre su estómago para imitar las acciones del moreno en el hospital, movió los dedos tan sincronizadamente con el sujeto de la pantalla como pudo, pero comprendió que no había forma de imitar la majestuosidad de sus movimientos, porque sus dedos, que eran igual de finos y estaban entrenados para las tareas más meticulosas, no parecían flotar ni se veían etéreos sobre las mantas, solo eran huesos y carne moviéndose al son de una melodía desgarradora.

Entonces recordó perfectamente quién era Kim JongIn, pero no por la forma delicada en que sus manos se movían al fingir tocar el piano en el aire, o por sus suaves y efímeros movimientos, que lo hacían ver como una criatura etérea danzando en medio del espacio. Recordó esa sonrisa idiota, esos ojos marrones que solían fijarse en las cosas más sinsentido que KyungSoo podía recordar, ese cuerpo que los años esculpieron de una forma pecaminosa y esa personalidad radiante que todos habían adorado.

De golpe, recordó tantas cosas de Kim JongIn, su compañero de secundaria, que se sintió abrumado.

Kim JongIn, el bailarín más reconocido de Corea del Sur.

Kim JongIn, una estrella fulminante a punto de apagarse.

Notas finales:

Hola! Agatha (Beta de Pandora) es quien actualiza.

He aquí una nueva historia de Pandora, más bien su primer capítulo. Espero que te haya gustado lo que leíste tanto como a mi me gustó corregirlo.

Ninguna historia jamás superará el amor que Pandora le tiene a Mundo de Bestias cofcofcofcofesperalasegundatemporadacofcofcof pero en el caso particular de esta historia si puedo decirte que no es una simple historia que salió de la cabecita de Pandora, al contrario, siento que es una historia que salió de la tripa de ella, es mucho más íntima, más personal que las anteriores y siento que cuando uno la lee te puedes percatar de eso.

Las actualizaciones serán los días miércoles y sábados sin falta, lo juro. Con Pandora siempre cumplimos con las fechas que nos proponemos porque realmente odiamos las actualizaciones random que te dejan con la intriga de si la historia será terminada o no y, mientras esperas te llenas de ansiedad :c así que cumpliremos.

Aquí en la página las actualizaciones las haré yo pero los review serán respondidos por Pandora y, en caso que ella no pueda, lo haré yo.

Muchas gracias por haber leído esta nota larguísima pero era necesario aclarar ciertos aspectos. Cualquier duda, consulta, inquietud y/u opinión son bienvenidas.

Hasta el sábado, au revoir ~*

Agatha


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