Muevo mis pies sin sentido mientras te escribo cosas que no vas a leer, frente a este enorme espejo no soy nada más que una bolsa de huesos con enormes ojeras que se mueve porque su madre así lo demanda, no porque tenga la voluntad de hacerlo.
Cómo nos fue a pasar esto, amor mío. Los astrónomos aseguraban que el sol jamás podría apagarse, o pasarían muchos años para que eso pasara. Gente como yo sería historia para ese momento, pero se equivocaron.
Lo que yo consideraba mi amarillo y hermoso sol, lo que me iluminaba; se apagó. Incluso mi cabello solía ser claro, por ti, pero ahora es negro, un común y apagado ébano, no más amarillo chillón para mí, porque no me interesa la atención de nadie, no pretendo sentir nunca más.
Extraño cuando bailábamos juntos, extraño cuando terminaba usando tus ropas porque las mías terminaban mojadas después de tanta práctica. Y lo que más extraño son tus caricias juguetonas cuando la tela tapaba mis ojos, tu sonrisa, tu beso, tu suave toque en mi nariz y tu “te queda hermosa mi ropa”.
Podíamos permanecer hasta la madrugada en el estudio, bailando por diversión, riendo o simplemente hablando a la vez que tocabas mi cabello porque mi cabeza descansaba en tus piernas.
Como amaba ver tu cara desde ese ángulo, tu sonrisa se veía mucho más amplia.
Todos me decían que era la persona más muy animada y simpática, pero los que se atrevían a decirlo, no te conocían. Aunque creo eras más que eso. Animado, simpático, cálido, amoroso, el mundo entero te adoraba.
Obviamente nunca podrían hacerlo más que yo, que incluso después de todo, lo hago con más intensidad, te adoro más en las fotos colgadas detrás de mi puerta, te adoro más cuando veo los videos que grabábamos con nuestra vieja filmadora.
No supe valorar aquello, no sabía cuánto significaba que fueras parte de mi vida por una parte de tiempo. Creía que podría vivir sin pensar demasiado, pero ahora la mente me explota al recordar cada momento junto a ti.
Analizo los recuerdos de principio a fin y comparo todo con el pasado. Tu respiración cuando dormías en el suelo de madera de la sala de baile, era como ninguna otra. Amaba verte dormir, irónico. El día al que nombre como el peor de mi vida, también creí que solo dormías.
Irónico. Porque amaba verte dormir tan tranquilo.
Se me acumulan las ganas de gritar y quiero correr a golpear el espejo, no soporto verme sin ti a mi lado. Sabía que era un error volver. Estas palabras están llenas de dolor, ni siquiera me gustan las palabras, amor mío.
Solo estoy haciendo caso a lo que mi madre me aconsejó, estoy tratando de vivir. De todas formas ella no entiende, incluso sugiere que me quite tu sudadera amarilla, pero no quiero.
También mi abuela sugirió que vuelva a teñir mi cabello de amarillo, pero no, ¿para quién? ¿Para mi novio muerto? No, gracias.
Soy un desastre con las palabras, soy un desastre con todo. He arrancado todo lo que era de color amarillo de mi habitación porque ese color duele demasiado. Tu color favorito ahora es más que un color, duele ser cegado por tanta vitalidad que no sea la tuya. Irónico.