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Hypnosis [2min- JongKey] por JunoWrites

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Arregló el cuello de su camisa blanca perfectamente planchada, cuando se encontró con su débil reflejo al pasar junto al ventanal que separaba el amplio comedor del corredor. Se miró rápidamente de arriba abajo para asegurarse de que todo estaba bien, escuchando en su mente las palabras de su madre pidiéndole que por favor se presentara formal porque las primeras impresiones siempre eran lo más importante.

Contempló sus propios ojos en el cristal y recordó la mirada de su padre en aquella fotografía que permanecía en la sala de estar de su casa; aquella instantánea donde el doctor Choi posaba despreocupado con su bata blanca bien abotonada, el estetoscopio colgando de su cuello, y una gran sonrisa en el rostro. Sintió un revoloteo extraño en el pecho y sonrió como acto reflejo, porque estaba solo a un paso de finalizar su última etapa universitaria para conseguir con honores su título en Psiquiatría.

Apretó los labios intentando deshacerse de aquel nerviosismo que no estaba seguro de dónde provenía, porque no sabía si de la impaciencia por conocer a su paciente, o porque que su superior guía era uno de los psiquiatras más valorados en Corea, o porque se enteró de casualidad que Sooyoung, compañera de la que ha estado enamorado durante toda su estancia en la universidad, también trabajaría un caso en el Hospital Nacional de Seúl.

Chasqueó la lengua y frunció el ceño de pura frustración, porque ser compañero de Sooyoung en el hospital implicaría tener que verla a diario y, seguramente, quedarse mirándola como un idiota igual que siempre, sin tener en consideración que lo peor de todo, sería tener que competir con ella por el puesto que ofrecía el hospital a su mejor pasante.

Y era una mierda, porque él no quería competir contra Sooyoung.

Relajó su expresión y soltó un suspiro antes de girarse para reanudar el paso. Sostenía con fuerza el maletín que heredó de su padre en la mano derecha, mientras caminaba por el largo corredor del pabellón. Junto a él pasaron dos enfermeras que se quedaron viéndolo mientras con miradas coquetas susurraban entre ellas, pero él no atinó a nada más que sonreír incómodo y continuar su camino porque nunca había sabido como ser un seductor. Su madre y su hermana siempre le decían que era demasiado hermoso y que debería sacarse más provecho, pero él era incapaz de creerles eso cuando Sooyoung nunca lo había mirado de una forma más especial.

De todos modos ¿por qué estaba pensando tanto en Sooyoung esta mañana, cuando debería estar concentrado en conocer a su paciente? 'Deja tu mierda, Choi Minho.' Se regañó a sí mismo en voz baja, y apretó un poco el paso para alcanzar el ala principal.

Cuando se levantó en la mañana y entró a su habitación tras salir de la ducha, se encontró con que su madre se había preocupado de planchar toda su ropa la noche anterior, porque quería que estuviera impecable para presentarse en el hospital al día siguiente.

Con veinticinco años, había adelantado las suficientes materias como para estar ahora a punto de obtener su título de Psiquiatra especialista en trastornos neuróticos-psicóticos, y con el más alto promedio de su generación. Su hermana Minhye se levantó temprano también ese día para prepararle el desayuno y vigilar que lo comiera todo, a diferencia del resto de los días en que salía casi corriendo de la casa, apenas devorando una tostada, porque siempre tenía mucho que hacer. Minhye lo era todo para él. Tres años menor, se las ingeniaba para sacarle una sonrisa incluso hasta cuando no tenía ánimos de nada más que tomar todos sus malditos libros y quemarlos en medio de la sala. 'Choi Minho, el pirómano', pensaba entonces, y en vez de llevar a cabo sus impulsos psicóticos solo se levantaba de su escritorio y caminaba a la habitación de su hermana, buscando un abrazo, una película, o que simplemente ella se entretuviera peinándolo porque le servía para practicar. …l se había decidido por psiquiatría, ella por el estilismo, así que había sido algo así como su conejillo de indias durante varios años.

Sintió el estómago lleno, y recordó a su hermana inclinada sobre la mesa, haciendo un puchero con una cuchara en la mano, regañándolo porque 'no voy a dejar que salgas de aquí sin haberte comido todo eso, Choi Minho'. Y sonrió, sonrió porque sin ella y sin su madre nunca habría llegado donde estaba ahora.

- ¿Choi Minho? – lo interceptó una enfermera a medio camino por el corredor.

- Sí.

- Por aquí, por favor – dijo la enfermera, indicando con una mano que la siguiera hasta la sala de recepción.

Continuó caminando sin prisa con sus manos balanceándose a cada lado de su cuerpo, mientras observaba el gran jardín del pabellón masculino de psiquiatría del hospital. Se impresionó de ver pacientes que incluso lucían como niños y que suponía no deberían tener más de dieciocho años. Le habían preguntado mientras aplicaba para su intervención, con cual sección se sentiría más cómodo de acuerdo a su especialidad y había elegido la de adultos, así que lo habían derivado al ala masculina del psiquiátrico, ya que la psiquiatría infantil al igual que la femenina estaban en distintos pabellones, apartados de este.

Examinó el paisaje a su alrededor y notó que algunos pacientes permanecían sentados susurrando palabras para sí mismos, otros gritaban mientras corrían por el patio, y otros solo se encontraban de pie mirando el sol. Varias enfermeras se paseaban por el lugar verificando que todo estuviera bien y que no se ocasionaran conflictos. En la inducción para sus intervenciones en psiquiatría les habían dicho que tratar con pacientes neuróticos y psicóticos al mismo tiempo no era algo fácil, porque las interacciones entre los pacientes casi siempre se veían mediadas por la manipulación y la paranoia típica y sintomática de sus trastornos y enfermedades mentales.

Se encontró frente a una gran entrada con dos puertas de grueso cristal y dio un paso sobre el suelo de linóleo para entrar en el moderno edificio. Le causaba gracia que todos sus amigos le preguntaran si no le daba miedo tener que trabajar en lugares llenos de fantasmas, porque la mayoría tenía la idea de un psiquiátrico como una construcción tipo Chernobyl luego del desastre nuclear. …l solo se reía de ellos dejándolos creer su fantasía, porque la verdad era que los psiquiátricos antiguos, de muros blancos y descascarados eran algo propio de cien años atrás. Este hospital en cambio lucía moderno, iluminado y por sobre todo lleno de vida.

Se quedó de pie en medio de la sala, sintiéndose algo perdido y sin saber a dónde ir. La enfermera caminó hasta el mesón de recepción e intercambió un par de palabras con un doctor que firmaba unas planillas. El doctor se volteó hacia él, y le dirigió una gran sonrisa antes de entregarle las planillas a la enfermera y encaminarse hasta él.

- Doctor Choi Minho, un gusto conocerlo. La doctora Irene me ha hablado mucho de usted – el doctor le extendió la mano sin dejar de sonreír.

- Aún no soy doctor, pero gracias – rió nervioso –, el gusto es mío, doctor...

- Oh, lo siento. Soy el doctor Lee Jinki, psiquiatra de planta y encargado de los pacientes críticos de la sección masculina del hospital – volvió a sonreírle cálidamente.

- ¿Doctor Lee Jinki? – repitió sorprendido – ¿usted es mi especialista guía, verdad?

- Así es – respondió, metiendo las manos dentro de su delantal blanco.

Se quedó mirándolo con los ojos bien abiertos porque el doctor Lee Jinki era uno de los más respetados en psiquiatría en todo Corea. Tenía solo un par de años más que él, de hecho se había graduado tres generaciones antes de su misma universidad, y ya había publicado al menos tres estudios acerca de la esquizofrenia catatónica, uno de los tipos más extraños de la enfermedad. Por otro lado, el doctor Jinki estaba realizando importantes avances en la psiquiatría de Corea con respecto a los trastornos psicóticos, y estaba proponiendo nuevos tratamientos y terapias menos invasivas para los pacientes.

- Tu carta de recomendación dice que eres el mejor de tu clase – el doctor le miró enarcando una ceja, sintiéndose orgulloso de antemano por estar a cargo de un estudiante tan destacado.

- La doctora Irene exagera, tengo compañeros con mejores calificaciones – refutó, porque realmente, nunca había estado pendiente de saber qué lugar ocupaba en la tabla de posiciones.

- No lo creo – insiste – tu compañera... mhh – revisa una planilla entre sus manos, levantando una hoja mientras rebusca en otra – Choi Sooyoung, ella también trabajará en este departamento. Vi las calificaciones de ambos y las tuyas son mucho más impresionantes, pero de todos modos me agrada tu humildad.

De solo escuchar el nombre de Sooyoung sintió una punzada en medio del pecho, como si le hubieran clavado una estaca fría en medio del corazón, así que intentó deshacerse lo más rápido posible del nerviosismo que le provocaba la chica y concentrarse en su superior. Asintió sonriendo con gesto infantil y bajó la mirada porque no podía evitar sentirse avergonzado de todas formas.

- Muchas gracias, me he esforzado mucho por esto – agradeció luego, haciendo una reverencia.

- Lo sé... leí tu artículo sobre la psicosis esquizoide... muy interesante, podríamos trabajar juntos cuando te gradúes – le ofreció de ante mano – pero bueno, es hora de que se ponga su delantal y vamos a lo que nos convoca.

Minho asintió y se dispuso a abrir el maletín de cuero que tenía como recuerdo de su padre, y tomó su delantal blanco que también permanecía perfectamente planchado y doblado. Una pequeña nota adhesiva de color rosa y llena de corazones estaba prendida a la tela de su delantal.

'¡Te amamooos! ¡Buena suerte ^^!'

Sonrió al quitar la nota de la tela blanca, y la guardó en el maletín antes de vestirse su uniforme. Luego de terminar de abotonar completamente su delantal, miró al doctor Jinki asintiendo, y este asintió de vuelta indicándole que lo siguiera hasta el moderno ascensor del edificio.

El doctor Jinki caminaba a paso tranquilo por el edificio, respondiendo a los saludos de los doctores y enfermeras que pasaban por el lugar. Cuando llegaron al ascensor no tuvieron que esperar más que un par de segundos para que se abrieran las dos puertas de cristal, así que ambos subieron y Jinki presionó el número siete. De camino a conocer a su paciente se dedicó a escuchar atentamente algunas de las reglas generales del hospital, un resumen de cómo funcionaban los horarios de comida y esparcimiento de los pacientes, y cómo debía hacer para solicitar las visitas y salidas fuera del psiquiátrico.

- ¡Trama algo, yo lo sé... diles Jongin, diles que es la verdad! – fue lo primero que escucharon cuando las puertas del ascensor se abrieron.

Dos enfermeras y dos paramédicos se abalanzaban sobre un chico que no debía tener más de unos veinte o veintidós años. De estatura promedio, sus ojos eran grandes y sus pupilas estaban dilatadas de forma exagerada, mientras las venas de su cuello sobresalían ante cada grito que exclamaba. Minho se quedó de pie, algo descolocado por el ataque de histeria del paciente, que se retorcía entre los brazos de los paramédicos, intentando escapar. Le resultó impresionante la fuerza con la que intentaba zafarse, y cómo su pecho subía y bajaba con fuerza al intentar obtener aire de forma desesperada.

No era simple histeria, era un ataque de pánico derivado de la paranoia.

- ¡Doctor Lee... Gracias a Dios está aquí! – exclamó una de las enfermeras.

Jinki avanzó al trote hasta la habitación 716, y Minho le siguió con cautela, aún un tanto impresionado, a pesar de que tenía más que claro a qué iba a enfrentarse en ese lugar.

- ¿Qué le pasó? – preguntó Jinki al llegar a la puerta de la habitación, tomando al mismo tiempo la jeringa que le entregaba con dificultad uno de los paramédicos que sujetaba al chico.

- ¡Nos va a matar a todos, no lo entienden...! – de pronto sus gritos de rabia se convirtieron en sollozos llenos de terror – ¡…l... él dice que no sabe lo que hace, que no lo recuerda, pero yo lo sé, algo trama, Jongin también lo sabe... diles algo maldita sea o va a matarnos! – sin previo aviso dejó de sollozar casi lánguido en los brazos de los paramédicos, para volver a tensarse y gritar.

- Un ataque de paranoia otra vez, se le ha metido en la cabeza el chico de la habitación de al lado, no sabemos por qué... ayer lo vi de pie mirándolo por la ventanilla de la puerta sin siquiera pestañear... – informó una de las enfermeras.

El doctor Jinki presionó la jeringa para eliminar el aire dentro de esta y la clavó con toda seguridad en el cuello del chico. El paciente soltó un largo y sonoro alarido, que repitió tres veces antes de desvanecerse en el suelo completamente dopado. Minho pudo notar como sus puños se deshacían de la desesperación y la fuerza, cuando comenzron a abrirse de a poco.

Todos suspiraron al unísono cuando lograron levantarse y mirarlo tendido en el suelo. Lo sujetaron como si no pesara más que un niño de pecho, para meterlo dentro de su habitación. Minho solo miraba aún asombrado, con los ojos mucho más grandes de lo normal.

Cuando el paciente estuvo completamente dormido sobre su cama, el doctor Jinki asintió y tanto las enfermeras como los paramédicos se retiraron. Minho permaneció unos pasos más atrás, inseguro de si acercarse o no, y claramente esperando que ese paciente no fuese el suyo porque maldición, parecía realmente difícil de controlar.

- Acércate, está bien – lo invitó el doctor Jinki.

Minho se acercó a su superior con cautela, entrando a la habitación con pasos lentos y cuidadosos, y solo al entrar es cuando notó que además del paciente paranoico, había otro más dentro de la habitación. Estaba sentado, arrinconado en una esquina de su cama, mordiéndose las uñas mientras temblaba y miraba con los ojos muy abiertos y un tanto desorbitados, casi con pavor, a su compañero de cuarto que ahora dormía en la cama de al lado. Su piel morena se veía pálida y su cabello estaba desordenado; sus manos se contraían de forma casi imposible, y los dedos de sus pies estaban crispados sobre la cama desecha.

- Tranquilo, Jongin... ya está dormido, no va a molestarte más – intentó tranquilizarlo Jinki.

Una de las enfermeras volvió a entrar a la habitación, y caminó hacia la cama del paciente llamado Jongin. Le dirigió unas pocas palabras para tranquilizarlo y este asintió con la cabeza antes de meterse en la lengua un par de píldoras y tragárselas con la ayuda de un gran vaso de agua. La enfermera lo ayudó a moverse de su tensa posición poco a poco y lo arropó en la cama. Jongin se acostó de lado mirando a su compañero, pero se arrepintió instantáneamente y volteó hacia la muralla.

- Está al lado, al lado, al lado, al lado al lado, al lado – repetía incesantemente. Apegó su oreja al muro y sus ojos revoloteaban expectantes – Sí... sí lo escucho, Kai – murmuraba para sí – no sé quién es ese - dirigió una corta mirada a Minho –, no, no sé... no me digas eso, no quiero hacer eso, Kai – cerró los ojos con fuerza y cubrió sus orejas con ambas manos - ¡No, Kai, cálmate! …l no importa, piensa en el de al lado, está ahí... sí, yo también lo escucho respirar... ¿Qué? ¿Quieres que haga que deje de respirar, Kai?

Jinki se aceró a los pies de la cama de Jongin y tomó la planilla de su diagnóstico.

- ¿Cómo lo diagnosticaría usted, doctor Choi? – preguntó Jinki, revisando entre las hojas la evolución de Jongin.

- No estoy completamente seguro – respondió, mirando hacia la nada intentando concentrarse – por sus alucinaciones diría que es Esquizofrenia Paranoide, pero la rigidez de su cuerpo... quizás podría ser catatónica.

- Bien hecho – asintió Jinki – sufre Esquizofrenia Catatónica.

- Pero... ¿y la paranoia?

Había estudiado de sobremanera la esquizofrenia en el último tiempo, preparándose para este momento. Sabía que la Esquizofrenia Catatónica alteraba las actividades psicomotoras del individuo, de modo que el cuerpo de los pacientes podía permanecer rígido y en la misma posición por horas, sin hablar, sin pestañear e incluso sin dormir o comer; al contrario de la Esquizofrenia Paranoide, que se caracterizaba por los delirios de persecución, angustia, ansiedad y alucinaciones auditivas como las que presentaba Jongin.

- No es Jongin... es Kyungsoo el que lo vuelve así – respondió Jinki, apuntando al joven que hace minutos gritaba en el pasillo – Kyungsoo sufre Trastorno Psicótico Compartido-Paranoide, y Trastorno Obsesivo Compulsivo con brotes de histeria.

Eso lo dejó anonadado. Comenzó a rebuscar en su mente por todo lo que había aprendido durante los cinco años en que había estado en la universidad y poco a poco empezó a trazar un diagnóstico en su cabeza. 'El Trastorno Psicótico Compartido consiste en que la psicosis injustificada de un individuo 'dominante' es transmitida a otro individuo 'secundario' o 'receptor', y eso se traduce en una gran habilidad de manipulación por parte de Kyungsoo, tomando en cuenta la debilidad de la mente atormentada de Jongin. Por otro lado, Kyungsoo también es obsesivo compulsivo, probablemente con conductas repetitivas y ansiedad que le provoca más paranoia aún... entonces, no tiene ningún sentido que estén juntos...". De entender completamente la situación, pasó a quedarse en blanco.

- Si me permite preguntar... - habló luego de largos segundos de ordenar síntomas en su cabeza – ¿Por qué un paciente así comparte habitación con un esquizofrénico catatónico?

Consideraba estúpido tener a un paciente con trastorno psicótico compartido junto a un esquizofrénico potencialmente paranoide, porque resultaba casi suicida, una mezcla tan explosiva y peligrosa como encender un cerillo en medio de una gasolinera.

- Jongin llegó aquí presentando un cuadro catatónico severo – comenzó a explicarle Jinki – Cuando bajó del auto de sus padres se quedó de pie una hora en la entrada porque nadie fue capaz de moverlo, ya sabes, si los quitas de su posición a la fuerza sufren ataques de pánico o incluso pueden fracturarse – Minho asentía atento –. Cuando logramos meterlo dentro lo trajimos aquí mientras evaluábamos cual sería la mejor opción, pero cuando volvimos a buscarlo estaba conversando muy animado con Kyungsoo – Minho sonrió pareciendo entender todo, mientras miraba a Jongin dormir plácidamente en su cama – El punto es que, de alguna extraña manera, Jongin solo reacciona ante Kyungsoo, así que los dejamos juntos por eso. Jongin llevaba semanas sin comer ni dormir cuando lo trajeron aquí, tuvimos que alimentarlo con sonda por una semana para revertir su estado de desnutrición, y cuando sus padres no sabían qué más hacer por él, de la nada Kyungsoo lo hizo reaccionar. Los trastornos de Kyungsoo por otra parte son neuróticos leves, y no representan peligro para Jongin; de hecho el contacto con él le sirve para volver en sí, porque cuando habla con Kyungsoo las voces que Jongin escucha bajan su intensidad. Hemos detectado unas cinco voces distintas, aunque la que lo acompaña todo el día es la que se autodenomina como Kai.

- Entiendo, es una terapia conjunta para quienes sufren de alucinaciones – dijo Minho.

- Exacto – le sonrió Jinki –. Su caso es muy particular, tanto así que de hecho con la doctora Irene estamos trabajando en un estudio sobre el click emocional, basándonos en la experiencia de estos pacientes.

- ¿Click emocional? – preguntó Minho, algo confundido.

- Es algo así como un concepto, recién estamos comenzando a trabajar en ello, así que queremos esperar por un par de casos más – suspiró algo abatido, mirando a Jongin y luego a Kyungsoo –. Estos chicos no suelen representar un problema para nosotros, pero últimamente las cosas se han vuelto un poco difíciles con ellos, sufren brotes de histeria mucho más seguido, provocados por el paciente de junto.

- ¿Qué pasa con ese paciente? – preguntó Minho, intrigado.

- Ahora lo sabrás, es tu paciente, Minho – respondió Jinki, sonriéndole nuevamente mientras palmoteaba su hombro.
Notas finales:

Agradecería cualquier comentario y crítica constructiva al respecto :3


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