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No puedo dormir por SweetCupcake

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Notas del capitulo:

 

Disclaimer: D gray man no me pertenece

 

 - Todos los capítulos están vueltos a ser pasados por edicción-

 

 1.No puedo dormir.

 

Se supone que los chicos normales esconden porno bajo la cama, te sorprendería saber que Allen oculta comida…

 

Y… bueno, aunque eso no tiene nada que ver con mi pequeño problema, ya que estamos al lío profundizaré para que no queden dudas. Empezaré hablando de él, Allen Walker no era un chico muy normal, podía llegar a ser todo un fenómeno en apariencia e incluso a veces me dolía el ojo de tan solo mirarlo -y yo no lo miraba porque quería, de eso se trata la puntería cuando intento asestarle una almohada para que deje de llorar- porque Allen Walker es demasiado blanco, quiero decir, es como si Dios se hubiese olvidado de darle color al nacer. De una forma u otra, terminaba llamando la atención. Y crear impacto en mí es un pequeño logro a destacar, sin duda alguna… Aun si por lo contrario, no podía considerar llevarme del todo bien con él, prefería la compañía de su adorable Golem, Timcampy. Ellos era como uña y carne, no había lugar donde el Tim no estuviera revoloteando a su alrededor o posando sobre su cabeza. Con su llamativo color dorado y aquella alas emplumadas destacaba su único diseño, nunca antes visto en ninguna tienda, y lo hacía parecer como si tuviera vida propia.

Yo nunca le había encontrado la gracia a esas mascotas tecnológicas, lanzadas como broma por una juguetería sin esperar el gran bum popular que iba a obtener. La empresa de tal juguetería se hizo de oro, sacando cada vez mejores y mejores versiones, casi suplantando la labor del un móvil puesto que simulaba la gran mayoría de aplicaciones necesarias. Recuerdo que uno de mis cumpleaños me regalaron uno, como no le encontraba el sentido (es decir, un móvil era muchísimo más práctico para mí) lo guardé en el cajón y ahí está, juntando polvo en mi casa.

Tim me agradaba (llegaba a simpatizar hasta con el propio Yu, aunque él aparente lo contrario) pero aquel era demasiado receloso con su propio dueño. Y más de una vez cuando la mala orientación de mi compañero lo llevaba por otro camino, Timcampy siempre sabía cómo reorientarlo tirando de su ropa con los dientes hacia el lado contrario. Si ese chico no fuera tan orgulloso, intentando resolver todo los problemas por sí mismo rechazando cualquier ayuda externa no sería tan complicado de sobrellevar.

O esa es la sensación que me daba a mí, sé que soy el único que pierde el tiempo sobre analizándolo… pero no tenía nada mejor que hacer en ese momento. Quiero decir, incluso resultaba tan obvio que me mosqueaba y preguntaba al aire “¿es que nadie más se da cuenta?”.

 

Suspiro.

Sé que esto no tiene nada que ver con la comida, y entro en detalles en muchas cosas, al principio intentaba olvidarlo como todo lo demás sin importancia, pero pronto me di cuenta que se trataba de un gran puzle el cual debía de juntar todas las piezas y encajarlo para ver la imagen en su totalidad, y quizás allí podría encontrar la respuesta a mi problema.

¿Quién eres, Allen Walker? En vida debería ser un secundario más, alguien con su justa relevancia al cruzar su camino conmigo. Lenalee y Alma le tomaron tanto cariño en tan poco tiempo, y yo seguía sin enterarme cual era el verdadero atractivo en ese chico. La fama nocturna que había creado y que solo yo conocía me hacía sentir un poco apartado.

Me veía en la obligación de forzarme un poco a mi mismo a ser un poco más… receptivo con él, no sé, de eso se trata la convivencia ¿verdad? Tratándose de mi compañero de habitación –de mierda- era un pequeño mínimo que debía cumplir.

Hay todo tipo de personas en este instituto, y pensaba que sobraban demasiados matones e idiotas para tener que ser parte de tal patético círculo, en cambio Lenalee insistía que le estaba haciendo un poco de bullyng al Moyashi.

¿Que yo qué? Ah no… no me molestaba su cabello cenizo como las canas de un viejo, ni esos ojos grises tan claros que se perdían en la propia piel blanca (En síntesis blanco, Allen era tan blanco como un fantasma), esas no eran ni mucho menos la razones por las cual no lo soportaba… ni su preocupante manías de esconder comida bajo la cama, porque en su lugar, debería tener alguna que otra cochinada típico de un quinceañero deshormonado, y cualquiera guardaría ese otro perfil para alguien con una apariencia más rellenita, que encajara más en el inconsciente colectivo superficial. No, eso no podía calzar con Allen, e impactaba un poco al principio, más si después, pusiera esa cara de inocencia, como si no hubiera descubierto su escondrijo hace ya siglos.

Es jodido, pero no lo suficiente… Ah, ya quisiera yo que todos los problemas acabasen ahí… pero ese mismo Dios que pensó que era buena idea tener a un adolescente con canas en la cabeza suelto por el mundo, también creyó que era buena idea que fuera mi compañero de cuarto. Con él, simplemente no puedo dormir.

Probablemente no haya conocido a nadie que diese tantas vueltas en la cama, como si de un escarabajo dado vuelta se tratase, obligándome a mi mismo a dormir de cara a la pared aun si no lograse solucionar nada pues aun seguía oyendo las mantas moverse, una vez sí, otra también.  Nunca antes algo tan entrañable como unos pies descalzos hacer crujir la tarima del suelo resultó ser tan irritante y terrorífico. Más de una vez tuve pesadillas e incluso me despertaba sobresaltado en mitad de la velada cuando notaba la presencia de Allen Walker, blanco como un fantasma, pasar al lado de mi cama para dirigirse a la puerta. De verdad, usaba una camiseta blanca para dormir en verano, calzoncillos grises y el cabello lleno de canas daban la sensación de ser alguna especie de aparición moviéndose en la oscuridad. Abría la puerta del habitación dejándola abierta y yo debía levantarme a cerrarla continuamente porque me ponía nervioso -si es que realmente podía- dormir con la puerta abierta.

Cuando menos me lo esperaba, encendía la puta luz, nunca antes me había sentido tan sensible a cualquier sonido, ruido o movimiento ajeno a mí en mitad de la noche para despertarme, nunca. Quisiera putearlo, quisiera decirle con nada de sutileza que use la maldita lamparilla, al menos la mía ya que él no tenía -por plebeyo, yo que sé- pero hacía oídos sordos.

Pensándolo bien, no estaba seguro de si para él, yo existía si quiera... comprobaría más de una teoría.— ¡Moyashi! — Grité en voz baja. Él no tardó en voltear hacia mí con las mejillas llenas de comida completamente molesto, y yo solo quería decir que esa debería ser mi línea. — ¿¡Qué hemos hablado de asaltar "la despensa" en medio de la noche!? —La despensa, así le llamaba a su trastorno alimenticio obsesivo de no gordos.

— Es Allen. — Contestó con voz demandante tras tragar sin ningún esfuerzo humano los alimentos. Después, volviéndome a ignorar y mirando la nada – ¿¡Qué se podía ver más que oscuridad, en una habitación a oscuras, a las 3 de la mañana, ya dije oscura!? –  le dio otro mordisco enorme a su bocadillo nocturno. Me tiré de cara al colchón tratando de taparme la cabeza con la almohada.

Retiro lo que dije aquella vez en ese campamento, que era imposible dormir con el ruido dele estómago de Krory.

De verdad, a veces quería golpearlo... pero yo no era alguien de naturaleza violenta, solo me quedaba recurrir al aclamado cambio de habitación el cual siempre me era denegado por falta de argumentos que me acrediten, según ellos Walker era un alumno muy pacífico y tampoco había más bacantes, nadie quería hacer el cambio conmigo, con solo mirar mis ojeras chivaba lo peligroso y serio del asunto. ¡Para empezar eso de que no habían más bacantes era una vil mentira! ¡Maldita administración vaga, buena para nada…!  Y yo ¿qué? ¿Que me den entonces? ¿Acaso un bien tan preciado para mí, para el mismísimo ser humando después del sexo, algo tan importante como lo es dormir, me debía ser privado por falta de argumentos? ¿Algo tan sencillo como un CDM -véase Compañero de Mierda- no era plausible? El mundo parecía conspirar en mi contra.

Todos me daban la espalda, incluso Yu Kanda que con sus tímpanos de hielo -los cuales eran sus ojos- me atravesó despectivamente ante la oferta de dormir juntos en la misma cama. El muy cabrón como era capitán del Club de Kendo tenía la posibilidad debido a los créditos de tener una habitación propia... aunque también se le puede añadir el factor de que los alumnos internos temen con todo su corazón estar junto a una presencia tan aterradora, cosa que a mi no me afectaba. Demonios, era más aterradora la luminiscencia que desprendía Allen moviéndose por la habitación. Yo conocía a Yu de toda la vida y lo que podía ser una peligrosa pantera negra para el mundo era más bien a mi juicio un gatito adorable enfadado. Simplemente era cosa de acostumbrarse y reírse. Pero bueno Yu... Yu no pensaba lo mismo de mí, Yu odiaba estar cerca de mí e incluso odiaba que lo llamara Yu. Pero Yu siempre sería Yu ¿verdad? Además, Alma podía llamarle siempre Yu ¿Porqué yo no? Yu era mi best friend y los amigos debía ayudarse mutuamente... eso me lo demostró perfectamente cuando me pateó en medio de la noche fuera de su cuarto y cerró la puerta con llave sin mediar ni una palabra. Yo solo llevaba mi almohada bajo el brazo cuando le hice la petición alegremente y acabé sollozando en el pasillo abrazando la almohada. –  Yu... es tan malo.

–  Te vas a meter en problemas. –  Susurró Lenalee Lee, la única chica que parece tener dos dedos de frente en este instituto y mi verdadera compa. Tiré la almohada al tiempo que hacía un gesto sin importancia, me cubrí con la manta de conejitos que arrastraba a todos los lados agradeciendo que estemos aun a mediados de mayo para poder dormir plácidamente en suelo aunque los dolores de espalda fuesen la consecuencia al día siguiente era algo a lo que ya estaba acostumbrado y prefería millones de veces a estar con cierto CDM. Marqué las manecillas de mi reloj para que sonaran a la hora y coloqué justo encima de mi cabeza. –  Mañana tengo un examen muy importante, así que si no me despierto... patéame fuerte como tú sabes. – Murmuré cerrando los ojos cansado, la oí reír divertida de forma sutil. Lenalee es tan bonita, definitivamente era mi tipo.

Ella tenía gracia al moverse, solía usar faldas muy cortas – las cuales no se como logra llevar con semejante hermano que tiene–  que marcan muy bien sus muslos, oh, esos esponjosos y suaves muslos. Sus pechos eran de copa C, nada mal, y el cabello morado había sufrido más de un corte a los largo de este tiempo, antes solía llevar dos coletitas, después se lo cortó bien cortito, y este fue creciendo hasta tenerlo como ahora, a la altura de los hombros, sus peinados siempre eran hermosos pero no hay nada como una chica con el pelo salvajemente suelto tal y como lo lleva ahora, además, de todos sus cortes este es el que más me gusta, la hace ver mucho más madura. A veces, a Lenalee se le iba un poco la olla, su carácter era fuerte y era muy amiga de sus amigos, ya ven, todo un encanto de mujer… por lástima, era novia de Back Chan. En serio, no entiendo que demonios veía en ese rubiales, antes el solía acosarla bastante, y ya te digo, se sonroja demasiado para mi gusto estando junto a Lenalee, y si ya no era poco gracioso ver a un tío tímido ante su chica, sufría de urticaria cada vez que se ponía nervioso, por más que le preguntase a Lenalee no dejaba que alegar que frente a ese aspecto, era todo un encanto… si es que hay joderse. Yo desde luego, era el doble, no, qué digo, el triple de partido que ese petardo de Back. –  ¿Aun no te llevas bien con Allen?  –  Levanté la mirada hacia la cama de Lenalee, ella tranquilamente se cepillaba el pelo antes de ir a dormir – toda coqueta– y suspiré viendo por donde iban los tiros de su pregunta. – Él es tan caballeroso y bueno, de verdad, da gusto ver a dos chicos tan guapos juntos… – No, no me estaba sintiendo alagado si me ponían al mismo nivel de atractivo que el Moyashi, Lenalee siempre que podía decir algo bueno de Allen y refregármelo en la narices haciéndome ver como el malo de la película… lo hacía.Continuó agasajándolo y yo suspiré ruidosamente a ver si se cansaba y se iba ya a dormir, pero en vista de que hoy se encontraba algo habladora me volteé sobre el suelo para apoyar mi rostro sobre la mano, aburrido y cansado. – ¿El moyashi? ¿Atractivo? Oh vaya… debo estar ciego. – Tuerto, pero no ciego.

– Sé que eres un chico Lavi, y por ende no deberías entenderlo. – Sus mejillas se sonrojaban mientras acariciaba las puntas de sus dedos. – Pero creo que si escucharas a tu corazón entenderías que el género no es una barrera para esto. – No estaba entendiendo una puta mierda de lo que estaba diciendo, solo me fijé en lo bonita que estaba.

– No, ni aunque fuera homosexual me fijaría en semejante bodrio… – Reí divertido antes de decir lo siguiente. – Definitivamente iría detrás de los chicos más varoniles tipo Yu… o yo. – Me señalé con el pulgar y Lanelee arqueó una ceja.

– Por favor, al menos admite que Allen tiene un encanto particular…

– Particularmente bajito, como tu tipo.

– Él es elegante y se ve muy fuerte ¿has probado a fijarte en sus brazos?

– También es un idiota que catea todas, me se de alguien que pronto le quitarán la beca... – Bostezo ruidosamente, me estoy empezando a arrepentir de colarme en la habitación de Lenalee.

– ¡Pero él no se rinde…! ¡Se esfuerza mucho para todo, es…!

 Comencé a agitar los brazos de forma exagerada con una vena en mi cabeza. –  ¡Bien Lenalee lo pillo! ¡Bateas para los dos lados! Pero te digo una cosa… si Back se enterara de lo que suelta tu boquita se desmayaría ipso facto y luego podría hacerme un jersey con sus lágrimas, te digo. – La confronté con el dedo índice y fue cuando cayó en cuanta, silenciándose avergonzada y yo pensé ¡Lenalee es una loquilla para estos temas! Menos mal que se dio por vencida, y vencido quedé yo pronto por el sueño.

Tuve un sueño plácido, no recordaba cuanto amor profesaba hacia mi almohada y cuando desperté y miré para el lado donde solo encontré la cama tendida de Lenalee en vez de el cuerpo de Allen me hizo sentir estúpido. No sé de qué forma ni qué quiero decir con estúpido solo… estúpido. De ahí en adelante, y aunque mi espalda ya se quejaba mi vitalidad en el día repuntó, incluso recuperé viejas costumbres como ir a molestar a Yu, pude oírlo gruñir entre dientes, quizás en la única labor en la cual estaba de acuerdo Yu con Allen era en debilitarme por las noches, como un vampiro que chupa la sangre. Comencé a maquinar más ideas estúpidas ¿qué tal si la teoría de Allen como un ladrón de sueños fuera cierta, una nefasto plan tejido por las manos de Yu… un vampirismo fruto de estar cerca de Kro-chan? Fuera lo que fuese, lo olvidé tan pronto como acudió a mi mente… o más bien fue como que lo anulé, le quité la importancia que no tenía y no podía sentirme más dichoso y feliz de compartir las dulces veladas con la parlanchina – sí, ahora lo sé–  de Lenalee.

Pero la alegría me duró poco.

Tevak me pilló colándome por dicha ventana al mundo de la señoritas y no tardó en chivarse la muy cabrona, maldije todas aquellas veces que me referí a ella como Doña Dos puntos, apodo que se había ganado tras descubrir bajo su impecable flequillo rubio dos carismáticos lunares. Yo nunca lo hice a modo dañino, y ella no parecía tomárselo en serio… o al menos no lo demostró hasta el día de hoy. Como era obvio de suponer, me cayó una buena, y no solo eso, no calculé bien todas mis posibilidades de supervivencia al dejar de lado que Komui Lee, el hermano mayor de Lenalee era el jefe de habitaciones y… no era un pariente cualquiera, se trataba del ser más incordioso, estúpido y con un complejo de hermano que ya cualquiera podría envidiar. Se dice de este tipo que solía ser un científico loco que abandonó su puesto solo para poder controlar a su adorable hermanita menor, y yo que creía que esta clase de cosas solo era un bulo más que tan solo ocurría en la pelis hasta que el tío comenzó a perseguirme con uno de sus robots por todos los lugares habidos en la tierra. Pensé, creí como un ingenuo que esos cacharros, cada uno más extravagante que el anterior, solo limpiaban, administraban y realizaban tareas que debería ser la labor de Komui… que algo así pueda llegar ha ser algo tan peligroso... La verdad, solo pude salir de esta respaldándome tras Yu que ni corto ni perezoso sacó su Mugen para hacer de aquella chatarra, una verdadera chatarra descuartizada. Definitivamente Yu es mi héroe… tan machote y varonil, demostró que era digno de todos aquellos trofeos de campeonatos internacionales y robarse el corazón de hombres y mujeres, estoy orgulloso de ser su mejor amigo y tener un pase más cercano a las chicas guapas que rechazaba, destrozando un corazón tras otro porque Yu era un amargado, y sospechaba que era virgen y… a mi no me importaba ser el segundo plato de tales bombones con tal de meter la pichula en algún lado, descargar estrés estudiantil de alguna forma porque tener el ranking más alto del instituto no era cosa de coser y cantar tal y como sopesaban los envidiosos a mi notas, y… y…

Pero volviendo a la triste realidad, tuve que regresar a ese cuarto con ese fantasma cuyo no nombre no deseo pronunciar más por aspectos de no estar parcialmente de humor, ya ni siquiera podía acercarme al bloque de chicas ni para decir “hola”. Ese CDM definitivamente no auguraba nada bueno para mi futuro… e iba que tener que remediarlo ya seas por la malas. – ¿Lo tienes? –  Murmuré como quien no quiere la cosa mirando sospechosamente para ambos lados, quien me daba la espalda de forma disimulada ladeó su rostro un poco para mostrar su traviesa sonrisa. Retiró un poco de su saco color beige para mostrar en un bolsillo secreto un sobresaliente frasco de tapa azul con pastillas blancas en forma de bolitas en su interior. – Excelente… –  Canturreé victorioso tomando el frasco que agitó suavemente su contenido entre mis dedos y mirándolo con un resplandor de esperanza en mis ojos. – ¿Cuánto te debo? Ya sabes, puedo administrarte con buen material… –  Elevé variadas veces las cejas en un gesto coqueto que en respuesta su cara se hinchó, roja como un globo y se desinfló.

 – ¡N-yo, no, no necesito eso…! – Niega agitando los brazos y sudando como un pollo asado.

– ¿Entonces…? – Para Johnny Gill, del bachillerato de ciencia algo como esto era un juego de niños, aunque nunca me vi en la situación de llegar a pedirle pastillas para dormir… la única medicación accesible estaba en la enfermería, y el ibuprofeno no era algo que funcionase para mis malvados planes. Así que esta vez he de agradecer tener contactos aquí y allá. Johnny me sonrió. – ¡Son todas tuyas, amigo!

– Tío… – Volví a mirar el botecito embelesado. – Te debo una tío… –Y mis ojos se iluminaron verdaderamente emocionado por la idea. De una vez por todas diría adiós para siempre a esas noches de desvelo, a la somnolencia que me daba estar en clase en vez de prestar atención, ya no más cabezadas en el tren que acababan en estaciones equivocadas y la molestia que conllevaba volver a esperar, nunca más pasaría la vergüenza de caer rendido sobre mi propia bandeja de comida en la cafetería, frente a todos los niñatos, los odiosos gemelos Jasdebi que me sacaron fotos y la publicaron por todo lo alto, y… – más importante- las chicas guapas. Se acabó. ¡Al fin…! – ¡Al fin lograré que Allen-

– ¿Lograrás qué, Lavi? – Un escalofrío se escurrió letal por mi espalda, como si de un bicho se tratase e inmediatamente sentí la furia de unos ojos clavados en mi nuca, como si pudiera leer de antemano mi maquiavélico plan y de hecho… así era. No había nada más veraz que el instinto femenino – o llámelo como quiera–  de Lenalee. Y su olfato se afilaba más si el tema era concretamente con Allen y mi persona – ¿qué clase de monstro era? – . Pero más aun era temible su aura asesina ¿Esta es la bella, tierna y femenina Lena que me hace tilín? Sí, podía serlo como no, era la hermana menor de Komui al fin al cabo. Johnny y yo nos volteamos con los rostros desencajados, repletos de  sorpresa e incomodidad,  vimos su postura indignada con los brazos en jarra, ella también pasó sus ojos violáceos por nuestras caras y por último se fijó advertida en lo que se supone que sería el plot device de esta historia… pero al parecer a la tarada de la autora no le daba la regalada gana. – ¿Qué es esto? – No dudó en arrebatarme las pastillas de la mano, al principio no se había dado cuenta de qué era de verdad, pero una vez lo comprendió alarmada, su rostro se desmoronó y sentí algo lejano a la culpabilidad… era curioso como podía cambiar el ángulo de situación solo introduciendo a una chica bonita de por medio. – ¿No pensarán darle esto a Allen… verdad? –  Y vi algo parecido a la esperanza en su boca torcida en ácida sonrisa. Y creo que después de todo estaba depositando una ciega confianza en mí.

– Nha… solo unas cuantas/muchas en la comida.

– ¡Que va, son para Lavi! – Hablamos los dos al unísono contradiciéndonos. Después de todo, a pesar del mal estar que evocaba mi barriga era más el deseo de dormir, y no estaba para pensar las cosas claras o si quiera tomarlas en serio. El intento de mentir, o aunque sea solo un poco, quitarle importancia fracasó ipso facto. De todas formas ya estaba todo arruinado desde el principio. Lena abrió más sus ojos, supongo que estaría muy decepcionada de mí, y luego frunció los labios.

 – ¡No me lo puedo creer! ¡Os habéis vuelto loco los dos! – Se giró hacia mi señalando a Johnny como si no estuviera ahí. – ¡Lavi, cómo pudiste confiarle algo a Johnny!

Aquel chaval comenzó a sudar metido en un verdadero aprieto, en realidad, más de lo que parecía, si el institucional se enteraba de la fiestas que se hacían en el departamento de ciencias, casi tan gracioso como bromear a ser Walter White, se les caería el pelo. Aunque supuse que a pesar de todo Lena no era de aquel tipo soplón, no como Tebak… y no podía preocuparme más por esto. Comenzó a balbucear con torpeza con ambas manos en alto. – ¡T-te equivocas Lenalee, es una nueva fórmula mejorada!

– ¿¡Fórmula!? ¿¡Mejorada!? – Repetía cada vez más incrédula, a eso se le llama echar más leña al fuego, e incluso sentí un poco de pena por ver como Lena se inclinaba con furia sobre él, aunque luego me acordé de mi propio mal y se me olvidó todo. Hubo un nuevo silencio incómodo en el, una vez más calmada indagó en busca del pelo en la leche. – ¿Y con qué índice de fracaso si se puede saber? – Estábamos como en shock, Lenalee lo hacía ver todo mucho más grave de lo que aparentaba y no razonaba nada con que rebatirla… de hecho, rebatir a Lenalee era extremo peligroso, inclusive mucha más que cualquier extravagante Komurin que puedas encontrarte de contrabando o el filo de la Mugen cortando suavemente tu cuello.

Ella volteó sus ojos. – Yo lo flipo con vosotros. – Ya era demasiado tarde reparar en la pérdida, abrió el frasco de un solo movimiento para verterlo por la ventana. Reaccioné sin pensarlo abrazándome a Las Lenalegs clamando piedad sobre sus actos, ni un lamento detuvo que las pastillas rodaran perdiéndose entre los charco de agua sucia producido por una lluvia veraniega, empapándose y disolviéndose lentamente. – ¡No! – Grité dramático y Johnny también lloriqueaba con la mano en alto por todas sus horas de trabajo perdidas, para él sus experimentos eran como sus bebés.

– ¡Ya no puedo más Lenalee! –  Exploté mi dolor al fin. – ¡No puedo con sus murmullos incoherentes,  lo he visto masticar a Tim inconscientemente, su forma de vagar por la habitación como un alma perdida, incluso escucho su boca masticando mientras duermo entre horas en clase….! ¡Yo…! ¡Yo…! ¡Moriré! – Tanto Lena como Johnny se quedaron sorprendidos e intercambiaron miradas apenadas. Tal vez estaban confusos. Nunca antes había rebelado mi pesar nocturno con nadie, solo con Yu, pero Yu no contaba, a Yu nunca nada le importaba una mierda.

– Che. – Y hablando el demonio,ese inconfundible chasqueo de labios me hizo despertar de mi letanía, abrí los ojos y ahí estaba, mirándome despectivo como siempre. Al parecer pasaba por ahí y escuchó mi voz gritar al cielo como si Dios pudiera desatarme de ese dolor. Normal, estábamos en medio de un pasillo público al fin y al cabo, cualquiera podría haberme oído. – Eres patético conejo. – Yu tenía razón, estaba llorando, mi nivel expuesto de mariconada se había rebajado y adquirido un altísimo puesto en el ranquin personal, no era algo de lo que pudiera sentirme orgullo tampoco. –  En vez de llorar, actúa como un hombre. – Sí, claro, y él era demasiado varonil…

“Actúa como un hombre”.

Esas palabras dieron vueltas en mi cabeza durante todo el día como una lavadora.

Actuar como un hombre dice… como si fuera así de fácil, claro, si las decía Yu se refería a un claro puñetazo al tabique de la nariz del Moyashi – la sangre era necesaria para el deseo satisfactorio–  con este noqueo le diría chao a los problemas. Claro como si fuera posible joder, era buen plan si yo fuera Yu Kanda, pero soy Lavi Bookman y esos métodos solo funcionaban dependiendo de la persona, probablemente si intentase atacar a Allen de alguna forma era capaz de antes de lastimarme a mi mismo...

No puedo negarlo, odiaría hacerle daño a posta al moyashi, por muy CDM que sea… los límites ¿dónde queda la moral?… ¿¡Qué coño estoy diciendo!? ¿¡Moral!? ¡Qué es eso!

¿Estaba anticuado? ¿Era un viejo atrapado en el cuerpo de un joven? Yo…

Creo que soy un cobarde, uno de los peores y de lo más débiles, uno incapaz de…

La verdad, no soporto ver a Allen llorar.

Es decir…

Bien, olvidemos todo eso último que acabo de decir, no tiene ni pies ni cabeza para empezar.

Eso mismo. Yo no era Yu, vuelvo a aclarar… y sí, es cierto que le digo Moyashi a Allen, me parecía ingenioso y divertido, Yu podía demostrar ser inteligente. Yu y Allen se detestaban, no se podían ni ver, era muy raro verlos y juntos y realmente uno se preguntaba cómo podían conocerse si no había nada aparente  de peso para que ellos puedan haber interactuado entre sí, en una primera instancia… Pero cada vez que tenía el lujo de presenciar una pelea, Yu decidió que era buena idea llamarle “Moyashi”, me fascinó como aquel chiquillo del cual pronto sabría iba ser mi pesadilla, inflaba mofletes y se sonrojaba diciéndole a su vez “Bakanda”.

Probé suerte al llamarse de la misma manera, muy divertido, pero su respuesta fue una mirada molesta e indiferente.

Menudo chasco.

Espera, todo eso también borrémoslo mejor…

– Es Allen. – Corrigió sin mediar una palabra más.

Allen.

Me masajeé las cienes con verdadero dolor de cabeza, recordando la gravedad del asunto tras todo ese ridículo sentimiento de arrepentimiento que me hacía sentir la chica más bonita y enterada del lugar ¡Lenalee no lo entendía! ¡No entendía que yo ya no podía más con esto! ¡Nunca lo comprendería! Ella solo insistía e insistía… que me hiciera amigo de Allen, que fuera comprensivo y cariñoso con él, porque claro… Allen al fin y al cabo era amigo de Lenalee… quizás era mejor amigo que yo mismo, y claro los amigos tienes que ser amigos de los amigos y toda esa mierda barata y aquí a nadie le importa que de verdad estoy teniendo trastornos graves del sueño y que probablemente significaba el final de mis días, y cuando Lavi muera dirás pobresillo.

Y si era necesario atar a Allen a la cama, lo ataría.

 

I-Cant-Sleep

 

Pasaban de las once de la noche, toque de queda en los dormitorios, cualquier alma que osase a traspasar aquel edificio a tales horas podías vérselas muy caras con Apócrifos, el vigilante nocturno de las habitaciones para chicos, y no, a nadie le gustaba ese viejo con esa sonrisa hipócrita que fue una vez cura pero acabó porque según dicen, le gustaban los niños y unos padres de la iglesia lo amenazaron con denunciarlo así que se cambió de trabajo y acabó aquí, acechando también al os niños de la residencia de Black Order, y aunque todo lo mentado anterior no era más que otro bulo – a este colegio le encantan las leyendas urbanas y los chismorreos–  uno nunca sabe con quien te puedes encontrar ahí a fuera. Pero bueno, muchos de nosotros eramos más listos que el diablo y sabíamos la forma de entrar y salir sin ser visto, aunque nos jugásemos el cuello, de forma literal, saltábamos un muro de 3 metros que daba a una carretera – donde por cierto, también decían de haber visto apariciones por ahí, meh… nunca he visto un fanstasma desde que ingresé a este instituto así que serán puras habladurías–. Yo también era de esa parte problemática que se iba de fiesta y volvía a las cinco la mañana alcoholizado hasta arriba.  Una vez, con tal de tener una divertida aventura con mi querido amigo Yu… Oh, Allen acaba de entrar, mejor dejo esa historia para otro momento. Y no es porque no quiera contarla, es que simplemente los pantalones a rallas del Moyashi me desconcentraban ¿quién menos que él podía ser tan hortera? Entre eso y el poco atractivo no me extraña que no haya echado un polvo en su vida, lo cual podría ser una razón de peso en el origen de su hiperactividad nocturna quien sabe…

Tendría que investigar el tema a fondo.

Cuestión que Allen entró a la hora casi puntual como siempre, con una taza de plástico color negro – tío, en serio, negro…–  y un cepillo de dientes verde en su interior. Era pulcro eso debía admitirlo, mantenía la higiene y el orden. Sus dientes siempre se veían blanquísimos y estaban bien cuidados… Muy a diferencia de mí, que a veces “olvidaba” cepillármelos. A todo esto ¿será posible que por primera vez, esté haciendo una comparativa donde Allen no salga manchado? Me sorprendo a mi mismo, parpadeando. Seguramente se me había roto una neurona o algo parecido… desde luego lo que tenía pensado a continuación no era algo de lo que puedo sentirme orgulloso o ingenioso.

Como dicen, a situaciones extremas, medidas desesperadas.

Allen se quedó mirándome extrañado. – ¿Qué haces en mi cama? Ojala y solo ojalá, esa frase le hubiese hecho una chica bonita con picaresca mientras le espero desnudo con pose César… pero no era el caso. Crucé la pierna sobre la rodilla mientras me apoyaba sobre mi brazo mirándolo con algo de hastío. – Lavi… – Repitió, cambiando el semblante a uno similar al mío. Yo aun me preguntaba por qué ese chico se cepillaba los dientes si luego atacaba a la despensa nocturna sin tapujos algunos. Suspiré sin decir nada, mientras esperaba a que guardara su toalla y los neceseres de limpieza bucal, luego se quitó los calcetines como siempre hacía antes de ir a dormir. Parecía que este chico no podía estar en una cama sin tener los pies desnudos, y me preguntó para qué quería una cama si hacía de todo menos dormir o follar. Misterios de la vida…

Luego volvió a mirarme, parecía que su cerebro estaba cortocircuitando buscándole al porque a mis acciones y sonreí para mis adentros, era delicioso ver que por una vez los roles se invertían en cierta forma. Frunció el ceño. – Lavi. – Dijo demandante. – Esa es mi cama.

Parecía que había perdido los modales, a todo el mundo le sonríe con esa cara de póker y gestualiza como si de un noble victoriano se tratase. Al fin hablé. Lo sé. – Me levanté de un solo impulso y apagué las luces, luego tomé el brazo de Allen, no sabía como iba a reaccionar, nunca le había puesto la mano encima de esa forma, y según lo veía a veces darse de ostias con Yu Allen era algo fuerte… tenía que admitirlo, así que puse toda la fuerza posible en el agarre, tal y como supuse,  sobresaltó y tiró al lado puesto para escapar, peor como dije puse todas mis fuerzas tomando primeramente desprevenido, no era alguien fuerte, ni de cerca como Yu pero era mucho más alto y mayor a Allen, y utilicé ese factor a mi favor para empujarlo contra la cama. Se quejó al recibir el impacto del colchón, quizás cayó en mala postura pero en realidad todo eso era lo de menos. – ¿Qué est…? – Se quedó mudo cuando me posicioné sobre él haciéndome con su muñeca de nuevo.

– Quédate quieto enano. O de lo contrario te dolerá.

– ¿¡Qué!? – Pasó de estar a la defensiva a ponerse nervioso, tanto que noté un descenso en sus fuerzas. – ¿¡Q-qué estás haciendo? – La voz de Allen temblaba ¿se había asustado? Bueno, lo que sea.

– Ya estoy en mi límite. – Una noche más sin dormir, y me termino de volver loco. – Quieto. – Subí su brazo sobre su cabeza cerca de lo barrotes y busqué entre sus piernas la corbata que había dejado antes, al parecer se había enredado un poco entre las colchas.

– ¡No! – Gimió cuando vio mi mano moverse debajo de su cintura, Allen no dejaba de moverse intentando esquivarme, pero entre eso y la oscuridad no se daba cuenta que provocaba que rozara continuamente contra su zona, agh… que desagradable. – ¡Para! ¡No quiero! – Tomó por desprevenido mi cuello clavando sus dientes con rabia como si de un perro se tratara y sobre salté. Dios mío, no, qué asco joder ¡no necesito que un chico me muerda y me deje el cuello baboseado agh….!

Puse la mano sobre su boca tapándola con fuerza e hice que me mirara directo a los ojos. – No vas a huir Allen, vas a aprender a ser un niño bueno. – Dije demandante. La verdad, ni yo mismo me lo creí pero surgió efecto. Se paralizo mirándome punzante, creí ver una lagrimilla asomarse por el rabillo de los ojos, me cuestioné que estaba haciendo, si eso de verdad valía la pena hasta el punto de perturbarlo pero… ah, hacía rato que había dejado de pensar de forma cuerda, tenía sueño, mucho sueño… y mi suministro de emergencia en batería lo estaba malgastando en acorralarlo. Tiré fuerte de la corbata que resultaba salir de un extremo de su espalda, y no bajo el trasero como yo calculaba y con ella pude al fin atar sus manos a los barrotes de la cama.

¿Qué? Cuando dije que ataría a Allen a su cama hablaba muy en serio. Por lo pronto una vez la tarea más ardua estaba hecha, llegué a mi límite y me desplomé sobre Allen, aun se resistía pero el peso de mi cuerpo terminaría de hacer el trabajo.

Allen se había quedado quieto, muy quieto, podía sentir que el corazón le latía a mil, de verdad se había asustado… ese chico de verdad es raro. Creo que tardaré semanas en olvidar esa sensación de algo palpitar contra mí, sus pulmones hinchándose lo más que podía en busca de oxígeno y la humedad en mi palma debido a su aliento.

Poco a poco… bajé el brazo liberando su boca, parecía que se iba a resistir aun, parecía muy capaz de pegarme un patada en lo huevos ahora que estaba con la retaguardia baja… pero no. Seguía paralizado, quizás aun asimilando la información yo que sé. Ladeé la cabeza sobre su almohada, estaba casi pegado su rostro pero ya nada de eso me importaba.

Esa noche, por primera vez en mucho tiempo… dormí profundamente.

 

 

 

Notas finales:

 

Lo sé, Lavi es muy malo con Allen ¡pero en realidad es un pedasito de pan! Y por mucho que él diga lo contrario, si se hubiesen conocido en otras circunstancias serían muy buenos amigos.

Este fic estaba destinado a ser un oneshot en realidad, por eso en los siguientes capítulos comenzaré desde el principio, narrado por Allen a un ritmo normal del día a día. Hacía mucho que no publicaba un fanfic, así que estoy algo avergonzada, no sean muy duros con las críticas.

 

¿Review?


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