Hace ya varios meses desde la última vez que te vi, es raro ir a la escuela y no verte, tengo que admitir que al principio no supe cómo reaccionar ni que decir, cuando me entere de lo que te había pasado no dije nada, ningún comentario, mi mente se quedó en blanco, simplemente cuando me percate de la situación me di cuenta que había lágrimas en mis ojos, por más que las limpiaba no dejaban de salir.
Eras muy molesto, solías hacer demasiado ruido por cualquier cosa, gritabas cuando alzaba el balón para ti y hacías un remate, aunque no fue la gran cosa te alegrabas, odiaba y a la vez amaba eso de ti, tu alegría, tu luz, tu sonrisa, simplemente te amaba a ti.
No suelo ser muy expresivo, no me gusta demostrar mis sentimientos, no soy así, pero cuando estaba contigo las cosas eran diferentes, si tú estabas feliz yo lo estaba, si estabas triste por perder en un partido yo igual, todo lo que te pasaba de cierta forma a mí también me afectaba.
Aún recuerdo cuando nos conocimos, no nos llevábamos nada bien, peleábamos por todo, creo que hasta el último momento seguimos así, siempre nos llevábamos la contraria.
Te confesare algo, siempre me molestaste, no por lo que creías, en realidad me molestabas porque te admira, quería ser como tú, tenías una habilidad muy grande para socializar con la gente, a diferencia de mí, tu podías socializar con cualquier persona, le agradabas a todos, tenías los mejores reflejos, saltabas cada vez más alto, aunque estuvieras cansado no te dabas por vencido, siempre te esforzabas al máximo, eso me frustraba, ver que aunque todo estuviera en tu contra seguías tratando de cambiar las cosas, eras desesperante, pero eso era lo que más me gustaba de ti, eras la persona con la que más quería estar.
Ahora mismo estoy yendo al gimnasio, desde que te fuiste no ha habido más entrenamientos, el equipo se ha distanciado un poco, por el momento los partidos terminaron, no tengo razones para seguir viéndoles, los alumnos de tercero están a punto de graduarse, con ellos fuera y sin ti, estoy seguro que Karasuno no será lo mismo.
He llegado al gimnasio, no hay ruido, no hay nadie, solo yo y mi soledad.
Abro la puerta con un poco de temor, tiene poco más de 6 meses que no he pisado esta cancha, no enciendo las luces, no tiene sentido, ¿Qué quisiera ver?, ya no hay nadie que me motive a seguir viniendo, conozco muy bien este lugar como para saber dónde se encuentra cada cosa, enseguida que entro miles de recuerdos vienen a mi mente y en todos ellos apareces tú, las ganas de llorar se apoderan de mí, me imagino tu silueta saltando y rematando el balón, sé que te alegrabas mucho cuando levantaba el balón para ti y el balón pasa la red, esas pequeñas cosas me hacen sonreír, pequeñas cosas que sé que nunca más volverán a suceder.
*Flashback*
-Kageyama, ¿levantarías el balón para mí?.-Decías con esa adorable sonrisa.
-No hagas preguntas estúpidas, mientras yo sea el armador siempre levantare el balón para ti.- Te conteste sonrojado.
-¡Muchas gracias!, apúrate estoy emocionado, aun me queda mucha energía.
*Fin del flashback*
Recordando esto, me puedo dar cuenta de que siempre te hablaba de mala manera, no te demostraba lo importante que eras para mí, en ese entonces estoy casi seguro de que ya tenía sentimientos más profundos por ti, me encantaría tener la oportunidad de decirte “lo siento”, pero eso no es posible.
Tu cabellera naranja era brillante, lo era tanto como el sol, tú eres el sol de Karasuno, más que nada tú eras mi sol, eras mi todo.
“Enano”, “Idiota”, “Molestia”, eran solo algunos de los tantos apodos que te decía, aunque no lo creas te los decía de buena manera, era una manera rara de demostrarte mi cariño, ¿no lo crees?, bueno creo que nunca te lo dije claramente, otra cosa más de que arrepentirme.
No entiendo que paso, aun me pregunto cómo fue, quiero que me expliquen, quiero que tú me lo expliques, quiero verte, necesito verte. Te necesito.
*Flashback*
Estaba practicando solo en la cancha, se me hacía raro que no estuviera ahí, era más temprano de la hora a la que debería de estar, pero tú también llegabas mucho antes, pero en esa ocasión no llegarías.
-¡Kageyama!.-Dijo Daichi con lágrimas en los ojos.
-¿Qué pasa?, por favor tranquilícese.- Dije asustado por la reacción de Sawamura.
-No sé cómo decirte esto…
-¿Qué paso?.-Pregunte preocupado.
-Hinata…
-Se trata de él, ¿ahora que hizo ese idiota?.-Dije riendo, otro error más que agregar a la lista.
-El…
-¿Volvió a causar otro problema? Ese idiota nunca se calma, debería de causar tantos problemas, estúpido Hinata.-Dije aun burlándome.
-El nunca volverá a causar ningún problema.-Dijo Daichi-san.
-¿Eh?.-Mi expresión cambio completamente.- ¿Qué sucede?
-Hinata tuvo un accidente…
-¿C-como paso eso?.-Pregunte con los ojos cristalizados.
-Venia rumbo a la escuela en su bicicleta pero un carro venía a exceso de velocidad y lo golpeo.
-¿Donde esta Hinata? ¡Quiero verlo!.-Dije casi gritando.
-Está en el hospital, los otros están con él.
-Bien, tengo que ir para haya.-Estaba decidido a ir, nada me detendría, cuando estaba a punto de abrir la puerta, esta se abrió sola.
-Daichi…Kageyama…
-¿Qué pasa Suga?.-Pregunto Daichi.
-Hinata…
-¿Qué le sucede? ¿Ya despertó?.-Sabía que eso era imposible, la expresión de Suga no era de felicidad, sabía perfectamente de lo que estaba sucediendo pero no quería aceptarlo.
-El…acaba de fallecer.-Dijo Suga llorando.
*fin del flashback*
Recuerdo que después de que Suga me dijera eso las lágrimas se apoderaron de mí, salí corriendo de la cancha donde ahora estoy parado, estaba decidido a verte, fui lo más rápido al hospital, al ver las expresiones de todos nuestros amigos me pude dar cuenta de que era realidad, tú ya no estabas, sin embargo quería comprobarlo, tenía la esperanza de que fuera una broma.
Aun conmemoro esa imagen, estabas tú, acostado en esa cama blanca, tu piel se veía más pálida de lo normal, era la primera vez que te veía tan quieto, sin energía, la única manera posible de que no brillaras, me acerque y tome tu mano, cuando lo hice sentí una opresión en mi pecho, estaba fría, todo tu cuerpo estaba perdiendo temperatura, te estaba perdiendo. Estuve ahí contigo hasta que me obligaron a dejarte, tu familia había llegado, vi a tu hermanita llorar, era idéntica a ti, verla así me causo aún más dolor, no pudo contenerme, llore como si no hubiera un fin, nada pudo calmarme, te necesitaba, pero ya no estabas.
El día de tu funeral, estabas en ese ataúd, tu piel ahora si está completamente clara, tus labios rosados se habían tornado en un color morado, tu cabello naranja seguía siento tan lindo, tenías varias heridas y raspones, las personas lloraban, gritaban y se lamentaban por tu adiós, te apreciaban demasiado, había gente que no conocía, tu familia, tus amigos de secundaria, nuestros rivales del Nekoma, Dateko y Aoba Johsai también asistieron, había tantas personas, nos hacías falta a todos.
Cuando te enterraron muchas flores blancas cayeron, lagrimas se derramaron y personas sufrieron, yo me incluyo en ellas, no pronuncie palabra alguna en esa ocasión, no sabía que decir, cada día voy al cementerio, tu tumba es lo único que me queda.
Ahora mírame, sentado aquí en la cancha de voleibol donde antes solíamos jugar, llorando, solo, a oscuras, sin nadie quien me pueda hacer sentir mejor, con una opresión en mi pecho que me hace sentir vacío, que ya nada me motiva, estando a punto de dejar de jugar, dejar lo que más gustaba, corrijo, lo segundo que más me gustaba, porque tú eras lo primero.
Cometí demasiado errores, el que más me duele fue lo que nunca te dije, tal vez sea demasiado tarde para decirlo pero quiero que sepas lo que nunca me atreví a confesarte, ahora que te escribo esta carta creo que es mi última oportunidad de decirlo, Hinata Shoyo…yo te amo, y siempre lo haré.
Atentamente:
Kageyama Tobio.
