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Candelabro cenizo por Shinjimasu

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Notas del capitulo:

¡Hola! Vaya que ha pasado tiempo desde la ultima vez, pero aquí estoy de vuelta ^^)/

Como siempre, espero que disfruten la historia que tengo el honor de presentarles y que finalmente les guste tanto como a mí -w-

¡Comenzamos de nuevo!

Había perdido la noción del tiempo hasta ese momento y a pesar de que traté de controlarme para darle tiempo de que huyera, prácticamente parecía burlarse de mí. Me sinceraré y diré que en un principio caí en la trampa de las hadas. Trampa que te obliga a admirarlas por su hermosa figura. Nadie se escapa de ello, y los demonios como yo no son la excepción.

Caminé con cuidado hacia él sin ser descubierto, pues aquella criatura estaba distraída bebiendo el néctar de una flor que soportaba en sus dos manos, sentado sobre una roca en medio de un gran floral rosado. Yo sabía que a las hadas les gustaba beberlas (que prácticamente era su único alimento) y realmente parecía gustarle mucho. Quizá sí había sido una buena idea después de todo.

-Sabe bien ¿Verdad?- pregunté haciéndome notar frente a él, causándole un pequeño susto.

Me miró, pero no me respondió, solo se quedó quieto. Al parecer era cierto que cuando un ser puro era corrompido por la voz de la maldad, éste quedaba indefenso. Lo rodeé y poco a poco me fui acercando más.

-Veo que te gustó mucho el sabor, me alegra eso- le dije al patear unos tallos vacíos que estaban a su lado –Pero dime ¿Qué hace un hada tan lejos de los suyos?-

Nuevamente no me respondió. Era tan bello que me limité a esperar por una respuesta mientras me dedicaba a contemplarlo. Su piel era blanca y sus ojos de un azul hermoso. Su cabello rubio ondulado, adornado por una bella corona de flores rosas, brillaba como el oro sobre su rostro fino y delicado. Incluso me atrevo a decir que nunca había visto una belleza similar en otro ser de aquel bosque.

-¿Me responderás?- pregunté deteniéndome justo frente a él -¿O acaso perdiste la lengua?-

-Exploro- me dijo con su bella y temerosa voz.

-¿Y tú curiosidad fue tanta que invadiste el territorio de un demonio? Eso no lo podría creer tan fácilmente, pero estás aquí, así que no me queda otra opción más que la de esperar que no quisieras intentar desafiarme-

-¡Yo no creí que fuera territorio ajeno! Mis intenciones nunca fueron…-

-¿De verdad? Pero incluso estabas comiendo mis cultivos- le dije, gozando sobremanera la expresión confundida de su bello rostro -¿No te habías dado cuenta? Saltaste la barda ¿Ves?- agregué moviendo con una rama las hojas que había en el suelo, mostrando la pequeña y caída malla que protegía mi floral, el cual había colapsado por la lluvia de la noche anterior y cuya reparación era la que me había obligado a estar allí esa tarde.

-Y-Yo… yo de verdad no…-

-Lo sé, lo sé, todos dicen siempre lo mismo- contesté apoyando mis manos a cada lado de sus piernas –Pero me temo que ahora tu libertad está condicionada ¿No es así? Después de todo pareces un hada responsable, entiendo que aceptarás las reglas y el castigo por tu falta-

-¡P-Pero yo no sabía que…!-

-Elige de una vez- lo interrumpí sujetándolo rápidamente por su delicada capa de seda a la altura de su pecho –Vive o muere aquí mismo. Serías un perfecto abono para mis flores-

Sus cristalinas lágrimas comenzaron a bajar por su rostro, pero no obtenía respuesta. Me desesperé, quería llevármelo ya, pero era él quien debía aceptarlo antes –Bien, como quieras entonces- le dije extendiendo mi mano libre hacia atrás de mi espalda para sujetar mi katana y rebanarle el cuello, pero su suplica finalmente me detuvo.

-¡No, espera! ¡Iré contigo, iré contigo!- sollozó –Solo te suplico que no me hagas daño, por favor, te lo ruego…-

-No lo haré si no me provocas- contesté soltándolo. Esa expresión en su rostro realmente era extasiante –Sígueme ahora-

Me di la vuelta y una vez que me aseguré que él estaba caminado detrás de mí, emprendimos el regreso a mi pueblo. No tuve que preocuparme por ocultarle el camino, pues los senderos se repetían una y otra vez, siendo los demonios los únicos que podíamos diferenciarlos. De ahí la leyenda de que cuando alguien entraba a nuestros territorios jamás salía; básicamente era porque se perdía y moría buscando el camino de vuelta.

Hubiera podido dejarlo ir, pero las reglas entre los demonios y las hadas eran bastante claras: el robo se pagaba con la esclavitud. Así había sido desde el principio de los tiempos y así seguiría siendo, no había más, era la ley. Todos los sabían, al igual que de no obedecer aquello, el pago era la muerte. Una sociedad con reglas tan puntuales era perfecta, así como la nuestra.

Ahora no me importaba mucho qué hacía aquella hada tan lejos de su pueblo, pero realmente agradecía que lo estuviera. Realmente era lo más hermoso que había visto y ahora era solo mío.

Cuando llegamos a la entrada me detuve. No podía entrar solo así con él, sería muy extraño y podrían robarlo. Regresé mis pasos y saqué una cuerda de mi cinturón, atándola a su cuello después de quitarle su bella corona de flores y arrojarla lejos.

-Solo será mientras llegamos a casa. No te alejes de mí- le dije tomando el otro extremo y haciendo una seña a los guardias para que me dejaran pasar. Las grandes puertas de madera se abrieron y caminamos. No tardé en escuchar todas las voces que empezaron a murmurar mientras avanzábamos, e incluso podía sentir como algunos se acercaban a él. Hubiera querido gritarles que se alejaran, pero no podía mostrar ningún tipo de autoridad a menos que lo tocaran o intentaran llevárselo.

Como demonio también debía someterme a ciertas reglas.

-Oye Akuma ¿Acaso fuiste de cacería?- escuché la voz de uno atrás de mí -¡Que buena suerte has tenido!-

-¡No puedo creerlo! Akuma se ha hecho dueño de un hada. Hubiera esperado que lo asesinaras- dijo otro.

-¡Diviértete con eso!- escuché a uno más.

Realmente no sabía si sentirme bien o mal por aquellas palabras de “felicitación”. No quería que lo vieran, solo deseaba llegar a mi casa. El camino nunca se me había hecho tan largo como hasta ese momento.

Finalmente cuando llegamos atranqué la puerta y me dejé caer sobre el sillón. Estaba exhausto solo por haber atravesado una parte del pueblo, por lo que me tomé un par de minutos para descansar.

Me levanté y caminé hacia él para quitarle la cuerda del cuello –Bien, como ya escuchaste mi nombre es Akuma, pero realmente no me importa cómo te dirijas hacia mí; odio toda clase de formalismos- le dije dándome la vuelta para quitarme el cinturón, mi katana y algunas cosas que llevaba de más para arreglar mi cerca, la cual tendría que esperar para reparar mañana –La casa es un poco grande a pesar de que vivo solo, por lo que una de tus tareas principales es mantenerla limpia. Odio la suciedad, así que antes de que empieces a hacer cualquier cosa, ve a bañarte. No sé cómo sean los hábitos de limpieza de las hadas, pero ahora te adaptaras a los míos. Mi trabajo es fuera de casa, por lo que te quedarás solo en la mañana y parte de la tarde; mientras tanto limpiarás, sacudirás y separarás las semillas que te deje en las mañanas para que cuando yo regrese las lleve al granero. Siempre regreso a dormir, aunque algunas veces puedo tardar un poco; de cualquier manera no es necesario que me esperes despierto. No quiero que por no dormir bien bajes tu rendimiento. Ahora, advertencias, NO salgas, NO dejes entrar a nadie aunque diga que viene de parte mía, si eso llegara a suceder sería yo mismo quien te lo diga. NO quiero ni animales heridos ni cachorros perdidos de cualquier cosa, los animales solamente ensucian. Y… creo que es obvio que NO escaparás, de lo contrario… bueno, ya sabes que pasaría, eso suponiendo que logres salir del pueblo, lo cual sería imposible. ¿Tienes alguna pregunta?-

Él negó con su cabeza. Realmente parecía resignado a lo que sucedería de ahora en adelante.

-Bien, entonces vete a bañar y… sí, creo que dormirás en la cama de…-

-¿Cama?-

-Eso dije ¿Qué pensabas? Si quieres dormir en el suelo, adelante, pero no permitiré que te enfermes y llenes de bacterias mi casa- contesté burlón –El hecho de que sea un demonio no quiere decir que tenga que ser un maldito ¿O sí?-

Él no me respondió.

-Tu cama será la que está al final de pasillo. Cuando termines de asearte te daré tu primer tarea- le dije antes de indicarle donde estaba el baño. Me miró y caminó con temor hacia donde había señalado.

Sonreí. Tenía el presentimiento de que de ahora en adelante todo sería mucho más divertido.


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