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Dulce de leche por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Krat viene a regalarles ternura, porque está saltando de ¿fandom? 

Pues si, ya pasé por KNB, por Yuri on ice, por Naruto, por KHR, y ahora viene aquí a dejarles esto

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno esto es chiquito pero con cariño~

Disfruten

 

 

De expresión seria y aterradora, todos se alejaban cuando lo veían acercarse. Pero… solo los que se daban el tiempo a conocerlo sabían la verdad. Aone era dulce, casi no hablaba porque al parecer era tímido, o esa era la teoría de muchos y solo sus compañeros de equipo lo sabían bien. Pero cuando había una pelea o algo, Aone era el primero en detenerla, no le gustaban los conflictos. En resumen, Aone era gentil.

Y la gentileza era difícil de detectar para los que sobrepasaban los doce o más años de edad, porque sus mentes se distorsionaban y demás. Mas no era así para los más pequeños, que a pesar del miedo que les daba ese alto peliplata de ojos pequeños, negros, mirada afilada y carencia de cejas, cuando superaban el recelo lo demás solo era sonrisas. Literalmente, y ahora mismo la pequeña hermana de alguien en particular lo estaba comprobando

 

 

-eres grande – la pequeña pelinaranja de ojos marrones miraba a aquel grandote personaje, pues se paró a su lado justo en la ventana de una tienda – mi nombre es Natsu, ¿y el tuyo?

-Aone Takanobu – habló con aquella seria expresión, voz profunda y gruesa. Pero no dijo nada más

-¿estás perdido? – habló la pequeña al ver como el mayor se quedaba a su lado en silencio y miraba el cristal, que era el obstáculo entre ellos y los cachorros a la venta – Aone-san – dijo pero el otro solo la miró y negó – entonces… ¿vienes a comprar una mascota? – el mencionado volvió a negar con la cabeza – ¿te gustan los cachorros? – seguía en su cuestionario y el otro solo asentía, omitía un leve monosílabo o negaba

 

 

Platicaron, mejor dicho la pequeña niña platicaba, siendo vivaz y expresiva como su hermano mayor, no se le hizo difícil seguir hablando y viendo las respuestas simples del más grande. Natsu le contó que le gustaban los perros, los helados, jugar con su hermano mayor y que estaba perdida. Sonreía. La pequeña sonreía con naturalidad mientras que el más alto solo escuchaba y analizaba la situación. Para al final  tomar la mano de la niña y empezar a buscar a la madre o hermano de la misma, puesto que al parecer estaban de paseo y ella, por ver a los cachorros, los perdió de vista. Eso era lo que relató Natsu

 

 

-no estoy asustada – sonreía mostrando sus blancos dientes – porque ahora Aone-san está ayudándome

-los encontraremos – habló con simpleza mientras interceptaba a otra persona y con Natsu en brazos, preguntaba – sus padres… ¿has visto a alguien parecido a ella?

 

 

Repitió aquella frase varias veces mientras se encaminaba a una estación de policía, era lo básico, así que lo hacía. Natsu se agarraba de uno de sus hombros y a la vez disfrutaba de ser cargada. Miraba todo a su alrededor desde un punto de vista diferente, en las alturas. Sonreía y le indicaba a Aone varias cosas mientras recorrían el lugar buscando a alguien conocido. Pasó como media hora cuando Aone al fin dio con aquel lugar. Caminaba con calma, evitando chocar con la gente de aquella zona comercial. Natsu miraba todo y reconoció algo a lo lejos

 

 

-¡NI-CHAN! – gritó con emoción al reconocer a alguien muy parecida a ella, agitó sus manos y en seguida escuchó el grito de aquel joven

-NATSU… ¡MAMÁ, AHÍ VIENE! – un pelinaranjo de ojos marrones, pequeño en comparación a Aone, corrió como alma que lleva el diablo y Natsu se le lanzó encima cuando estuvieron cerca. – no me asustes así Natsu, te dije que no soltaras mi mano

 

 

Reencuentro familiar, eso fue. Natsu se dejó abrazar y mimar, recibió el leve regaño y después solo sintió a su madre suspirando mientras la abrazaba. Aone cuando vio a la niña con su familia se alejó, aunque a cierta persona sí reconoció. Ya se le hacía raro que esa pequeña le recordara al cuervo de Karasuno, obviamente porque eran hermanos. Pero su trabajo estaba hecho y se retiró en silencio dejando a la familia seguir tranquila. Se perdió entre la gente. Era silencioso y ágil, con piernas largas, podía alejarse con rapidez, sin esfuerzo alguno. Se fue sin decir nada, porque él hacía las cosas voluntariamente, sin esperar nada a cambio

 

Cuando Natsu mencionó cómo fue su pequeño paseo y susto al estar perdida, halagó al chico enorme de mirada temible que la ayudó. Lo describió pues no pudo presentarlo, ya que al ver atrás el grandote ya no estaba. La madre agradecía a ese chico infinitamente. Hinata sentía que conocía esa descripción en algún lado, pero de la emoción ni se dio cuenta de quien le devolvió a su hermanita, y aun así el bichito de la duda estaba. Natsu dijo el nombre de su salvador y ahí el clic en la cabeza de Shouyo se dio. Iba a buscarlo pero Natsu y su madre lo detuvieron, pues muchas emociones fueron por ese día y volverían a casa en seguida. Ya habría oportunidad de agradecerle después

Hinata pasó el resto del día repitiéndose que debía buscar a Aone y agradecerle, invitarle unos bollos al menos. Pero como era de esperarse, a la mañana siguiente hizo borrón y cuenta nueva. Típico de él, aunque si sabía que debía hacer algo importante, pero no recordaba qué diablos era. Le restó importancia esos días, porque después de todo, entrenando, platicando con Kageyama, aprendiendo de sus senpais y demás, la vida era divertida, se le olvidaban las obligaciones y por supuesto… se envolvía en su pasión deportiva

 

 

La vida estaba llena de casualidades, así que esta era otra de aquellas tretas del destino. Hinata paseaba por la misma zona comercial de siempre, iba por la misma ruta de aquella vez y se paró en frente del mismo cristal en donde supuso Natsu se quedó mirando embobada los cachorros. No recordaba qué tenía que hacer, tampoco si pasó algo importante en esas últimas tres semanas, solo veía al chihuahua que lamía el cristal y movía la cola. Qué bonito era, que tierno se veía con ese cuerpo pequeño y… para nada, ese perro era gracioso, se veía tan pequeño pero ladraba más fuerte que el perro salchicha que estaba a su lado

 

 

-eres como Kageyama, gruñón – decía al ver al cachorro gruñirle al compañero juguetón que tenía

-hum – eso fue lo que le respondieron y el pelinaranjo se espantó. Se apartó un paso y miró a la persona fantasmal que le contestó… pero no era un fantasma

-Aone de Datekougyou – susurró como la mayor revelación de la historia y el más alto solo le dio una leve reverencia que él correspondió – ¿qué haces por aquí? – el grandote solo regresó a ver al cristal y Hinata lo imitó, quedándose en silencio un rato mirando a los cachorros – ¿te gusta alguno?

-ese – fue el monosílabo antes de apuntar al pequeño chihuahua de color blanco, con una mancha café en el pecho

-WUUUOOO…  te gustan los animales pequeños – sonrió emocionado por saber algo de aquel contrincante en el voleibol – a mí también – sonrió ampliamente viendo al otro mirarlo con detenimiento – ¿qué pasa?

-te pareces – respondió con simpleza

-¿qué? ¿A quién? – Hinata ladeó su cabeza al no entender, mirando al otro que no le respondió pero que hizo una pequeña seña con su mano, como si dictara la altura de alguien muy pequeño, como… un niño – a… ¿qué?... si me dices que parezco un perro no te lo perdonaré – dijo amenazadoramente aunque no creía poder enfrentar al grandote, al menos no sin un equipo y fuera de una cancha

-Natsu – Aone respondió con calma y vio al otro sorprenderse

-¿conoces a mi hermana? - 

-si – bien, era la primera persona que lo hacía hablar tanto, aparte de la pequeña pelinaranja a la cual ayudó. En verdad se parecían

-a Natsu… ¿pero cómo? – se puso a pensar, rascándose la nuca, mirando al cielo , volviéndose rojo por tanto procesar en su cabeza y – EL OTRO DÍA CUANDO SE PERDIÓ – el mayor asintió mostrando una casi imperceptible sonrisita, pues de verdad se parecían. Eran idénticos hasta en esas expresiones de estar pensando. Era divertido – ¡eso me recuerda que debo agradecerte!

 

 

Hinata no era del que pensaba mucho las cosas, así que solo tomó la mano de aquel grandote y lo jaló guiándolo a quién sabe dónde. Aone por su parte solo se dejó guiar, tampoco iba a reclamar porque… nos había ni porque hacerlo. Era Hinata, era impredecible e imparable, lo aprendió hace tiempo y además tenía curiosidad. ¿Dónde podrían ir? Caminaron o corrieron unas calles, el pequeño tenía demasiada energía y lo demostraba pues casi podía verlo saltar cuando encontró el lugar correcto. Shouyo esbozó una enorme sonrisa mientras empujaba al peliplata dentro de aquel lugar

 

 

-vamos, vamos, hay que agradecerte – decía metiendo a aquel peliplata dentro del local. Aone no entendía porque ingresaban ahí, además olía… olía a todo, un poquito de todo

-hum – miró al pequeño y solo con eso le preguntó que porqué estaban allí. Generalmente sus compañeros le entendían pero ese pequeño tal vez no, así que iba a hablar cuando…

-estamos aquí para comprar un agradecimiento – sonrió acercándose a las vitrinas que ofrecían los postres – ¿y que mejor cosa que comida? Vamos, pide lo que quieras, yo pago

 

 

Aone solo miró al muchacho un rato, era demasiado expresivo contrastando con él… le daba la sensación de que tenía una estrella… no, mejor dicho un sol a su lado. Un sol cálido y acogedor. Nunca había tenido a ese pequeño tan cerca, así que nunca se fijó bien, pero ahora lo notaba. Contagiaba energía y luminosa emoción por la más mínima cosa. Pero cuando se hundieron en silencio un rato y un intimidado vendedor se estaba desesperando fue Hinata quien habló.

 

 

-¿acaso no te gustan los dulces? Aone-san – habló con curiosidad acercándose al grandote y mirándolo con los ojos entrecerrados – debiste decirlo antes... iremos a otro lugar – pero el más alto le agarró del brazo deteniéndolo y negando levemente – ¿te gustan?

-si

-entonces escoge uno – lo animaba golpeándole levemente la espalda. Aone apuntó a uno en particular, un pequeño vasito con algo marrón dentro – ¿qué es eso?

-dulce de leche – sonrió el vendedor que aliviado al fin podía seguir con la atención y no sentirse intimidado por el mayor que… daba miedo, mucho miedo – es un postre extranjero, si le gustan los dulces, ese le encantará

 

 

 

No se quedaron en el local. Hinata sonrió y pagó por el producto. El vendedor respiró aliviado al verlos salir y Aone sostenía el paquete en sus manos con una emoción escondida detrás de su expresión serena. Se alejaron un poco de la zona comercial y terminaron sentados en una banqueta en el parque. Hinata se estiraba mientras Aone miraba la compra, era un frasquito grande. Por insistencia del pelinaranja, el peliplata abrió el paquete, destapó el vasito y aspiró el dulce aroma que arrojó aquel dulce. Ambos suspiraron bajito embobados por aquella sensación previa a comer algo que les gustaba

 

 

-muchas gracias por ayudar a mi hermana – sonrió el pelinaranja mientras observaba al otro usar la cucharita para probar aquello – ¿está bueno?

-hum – asintió en un leve movimiento disfrutando del sabor

-me alegra mucho que te guste – miró hacia al frente, no estaba concurrido, estaba pacífico y escuchada al otro tomar una cucharada más – Aone tu… - pero sintió como una grande mano tomaba su quijada y lo giraba con delicadeza. Demasiada delicadeza para provenir de alguien tan temible y aun así… en verdad era suave

-pruébalo – habló mientras deslizó uno de sus pulgares por los labios del más pequeño

-¿eh?... oh, entiendo – Hinata  hizo lo que le ordenaron y sintió la cucharita ingresar en su boca. Saboreó la dulce sustancia y deslizó su lengua con habilidad hasta quitar el contenido de ese cubierto de plástico – está rico – sonrió mientras se sentía en el cielo por el sabor envolvente, sintiendo la pequeña caricia de aquellas rudas manos en su mejilla

 

 

Hinata sonrió y Aone curveó levemente sus labios en un gesto de correspondencia. Se miraron un momento y el más pequeño se sonrojó pues se dio cuenta de algo… usaron la misma cuchara… acaso no era un… ¿beso indirecto? Las mejillas del menor incrementaron su color al ver que Aone lamía un poco la cuchara antes de coger una porción más de ese espeso dulce que… ¡si fue un beso indirecto! Avergonzado, Shouyo miró al frente, no había nadie alrededor y lo agradecía. Nadie vio… y si no había testigos, no había crimen

 

 

-ten otro –

-¿qué?... a no… yo no – pero de nuevo su rostro fue girado e hizo contacto visual con el más alto, quien mostraba una mirada tierna, y Hinata no tuvo más opción que abrir la boca

-está bueno – susurró Aone limpiando con su dedo la pequeña mancha ocasionada en los labios ajenos y admirando como el otro se ponía más colorado – ¿qué… sucede?

-un beso – susurró pero al ver que estaba pensando en voz alta se tapó la boca y en pánico quiso explicarse – espera yo no… solo estaba pensando que como

-bien – no dijo nada más. Aone solo tomó la quijada del menor y unió sus labios con los ajenos. Un casto beso, un simple contacto. Admiró como el menor abría sus ojos, pues él no había cerrado los suyos y se quedó un momento así

 

 

Se separó segundos después y admiró al pequeño. Hinata estaba pasmado, ido, confundido, sorprendido y todo lo terminado en ido que se le podía ocurrir. Solo se quedó mirando al mayor y no dijo nada. Aone le acarició la cabeza levemente hasta que el otro pasara del shock… pero como eso no sucedía. No se le ocurrió una mejor idea que meter otra cuchara de dulce a la boca del pequeño

 

 

-¿que acaba de… pasar? – susurró el pelinaranja, aun levemente sonrojado

-pediste un beso

-yo no… yo no pe…

-eres dulce – habló con sinceridad y el otro solo se quedó pensando

-tu igual – murmuró y guiado por esos impulsos momentáneos. se acercó al mayor y esta vez fue él quien lo besó – en verdad dulce

 

 

Se miraron un momento. Silencio y después… la vergüenza. Al parecer apenas acababan de darse cuenta lo que acabaron de hacer. Así que ambos jovencitos sonrojados solo miraron al frente hasta procesarlo todo… ¿y después? Después solo se terminaron el dulce de leche. 

 

Notas finales:

¿ternura?

¿crítica?

¿teorías?

¿review?

Espero que les haya gustado~

Besos~


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