Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amantes Destructivos por koru-chan

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.


Capítulo uno:


Doble vida


.


Con mi cuerpo tumbado me quedé observando aquella belleza avasalladora como si fuera una escultura hecha a mano por algún artista importante. Con delicadeza quité algunos de sus cabellos oscuros de su rostro observándolo en un estado sereno después del frenesí que nuestros cuerpos se entregaron. Con cuidado me aventuré a deslizar las yemas de mis dedos sobre su piel lozana. Delinee su brazo derecho desde su hombro hasta su codo para luego descender por su cintura y darle énfasis aquella curvatura, algo inusual y femenina que se le formaba mientras besaba su hombro con ternura. Estaba deslumbrado, embriagado, asfixiado; me sentía bajo un hechizo, el cual me cegaba y hundía profundamente. Lo deseaba sin control y a pesar que desde un inicio me sentía superior a él, a su encanto y su esencia adictiva, ahora era yo el acorralado, el amarrado bajo miles de cadenas y sometido a sus caprichos. Olisquee su nuca anhelándolo más. Lo tenía ahí para mí siempre y cada vez que lo solicitaba. Él acudía de forma sagrada y sumisa, pero, aun así sentía que no era suficiente…


Mis dedos cambiaron de dirección pasando a recorrer su pecho hasta acariciar con sutileza uno de sus pezones provocándole un leve escalofrío en su adormecimiento después del sexo. Ansioso de más reacciones, besé su desnuda espalda acariciando su dermis lechosa en forma ascendente con mis labios hasta llegar a la sensible piel expuesta de su cuello. Sin pensarlo, me sumergí en aquella zona devorándola lujurioso oyendo de forma melódica como de sus cuerdas vocales se escapaba un gemido el cual terminó en una especie de ronroneo gustoso. Satisfecho estiré las comisuras de mis labios en una efímera sonrisa percibiendo como su pequeño cuerpo se movía.


—¿Pasaremos el resto de la noche juntos?—se tornó hacia mí con aquella pregunta dejada en el aire. Acaricié su barbilla viendo como sus ojos marrones de veta dorada estaban hipnotizados en mis labios.  No tardó en posarlos con los suyos, los cuales estaban levemente abultados con un tono rojo a juego producto del sucesivo ultraje adictivo que me provocaba al morderlos. Estampó su boca repetidas veces en un sutil roce que me dejó hambriento de más; quería poseerlos una y otra vez hasta hacerlos sangrar.


—Ya sabes…—murmuré a escasos milímetros de su rostro forzándome aterrizar. Cerré mis parpados intentando no volver a caer y hacerlo mío una y otra vez; ya era tarde, más de lo normal. No podía darme ninguna clase de licencia. Eso sería muy descuidado de mi parte.


—Lo sé—me interrumpió. Suspiró derrotado junto con una sonrisa tristona la cual en cosa de segundos cambió al sentir como acariciaba su desnuda espalda y lo apegaba a mi torso—… No pierdo nada con preguntar—me miró elevando sus comisuras mientras apoyaba una de sus mejillas sobre mi pecho sumiéndonos varios segundos en un mutismo tranquilo como si nos hubiésemos perdido en nuestros pensamientos.


 —Lo siento—esbocé luego de unos minutos. Se apresuró en negar tenuemente alzando su mirada mientras yo lo observaba abstraído acariciando su cabellera desordenada y algo húmeda por el sudor que había soltado su cuerpo hace un par de minutos atrás. Por último pude oír un:


—Está bien—monótono.


.


Emergí del baño después de una ducha rápida. Abotoné mi camisa mientras caminaba con la vista fija en el trozo de tela satinada olvidada sobre el piso. Cogí aquella prenda algo arrugada entre mis manos para  acomodarla alrededor de mí cuello viendo de reojo como Takanori aún estaba enredado bajo las mantas y como me observaba con eterna dulzura.


—¿Quieres que te ayude?—me acerqué a la orilla de la cama observando como descubría su torso desnudo y como el aroma dulzón de su cuerpo me embriagaba nuevamente. Acaricié el borde de sus labios y éste me sonrió concentrado en el nudo de aquella corbata. Cuando terminó me sonrió y habló—. ¿Sabes?, me gustaría salir de vez en cuando—hizo una pausa—… tener algo así como una cita—emitió algo cohibido justo cuando me había alzado para ir por la chaqueta de mi traje olvidado sobre uno de los sofás de aquel cuarto alquilado, provocando que me volteara a ver su rostro que mostraba sus orejas enrojecidas—. Sé que es algo infantil y que no va con nosotros, pero me gustaría ir a cenar, al cine, viajar o tal vez simplemente pasear… —abrí mis labios para contestar, pero no sabía muy bien que decir.


—Entiendo—formulé al final acomodándome el saco y yendo hacia donde estaba mi maleta —… Déjame concluir con mi agenda—me voltee notando un rostro satisfecho, pero de mirada dubitativa por aquella escueta respuesta—. Me siento algo viejo para esto de las citas— farfullé acariciándole el cabello viendo como cerraba sus ojos por aquel banal toque.


—No lo estás—dijo sonriendo pleno—. Será divertido— asentí contorneando con mi dedo pulgar su labio inferior. Lo observé obteniendo una mirada cargada de fuego y sin titubear aproximé su boca hacia la mía llevando de inmediato mis manos hacia su diminuta cintura atrayendo su cuerpo desnudo con ahínco escuchando como nuestras bocas se humedecían saboreándose con gula. Su lengua tímida se asomó dejándome succionar aquella con gusto al mismo tiempo que sus manos comenzaron a descender por mi pecho hasta toparse con la hebilla de mi cinturón y aquel sutil toque de sus dedos a mi entrepierna fue el detonante para que detuviera de forma brusca aquel caliente contacto. Apegué mi frente contra la suya escuchando como nuestras respiraciones se mezclaban y como aquel menudo hombre cerraba sus ojos placentero junto a sus comisuras estiradas mostrándome un gesto satisfecho y pleno.


—Me tengo que ir— dije antes de separarme de aquel cuerpo desnudo arrodillado sobre el colchón; debía marcharme de una vez y dejar de dilatar aún más mi ida. Mi rostro con desazón se desligó del suyo y hui de mi más grande tentación. Hui dejando atrás, una vez más, un nuevo encuentro lleno de temores y pecados de por medio.


.


.


.


—Qué bueno que llegaste, amor—dejé mi maleta sobre el buró de la entrada junto a mis llaves viendo como se asomaba la menuda figura de mi esposa; una mujer bajita, delgada, pero con un pequeño y abultado vientre que cada día crecía más y más—. ¿Cómo estás? ¿Te fue bien hoy?— me descalcé acercándome aquella menuda figura para saludarla notando, de inmediato, su sonriente y algo turbado rostro. Su boca, por inercia se estiró para que la besase, pero concluí estampando mis labios sobre su mejilla en forma fraternal queriendo, aún, retener el sabor dulce de la boca de aquel muchacho el mayor tiempo posible. Vislumbré como sus gestos se desinflaron con clara desilusión por mí actuar, pero no tuve ninguna réplica; a pesar que estaba errado en mi proceder, preferí ignorar de forma descarada acostumbrado al nulo reproche de su parte.


—Sí, bien, pero fue un día agotador—formulé de forma escueta viendo como ella asintió sin acotar nada—. ¿Y el bebé?—acaricié su estómago de forma sutil observando su semblante cansado.


—Ha estado tranquilo—murmuró mientras acomodaba sus finos cabellos rubios. Asentí percibiendo como por costumbre tocó su estómago con afecto por sobre el dorso de mí mano—. ¿Tienes hambre?, ¿cenaste?—me cuestionó caminando con lentitud hacia la cocina.


—Comí algo rápido en el camino—informé—, pero quiero cenar algo decente, aún tengo hambre—concluí viendo como encendía el horno y sobre el fuego colocaba una olla que olía de manera apetitosa. Me senté en un taburete observando la sala en penumbras apenas iluminada por el brillo del televisor.


—Deberías, de vez en cuando, llegar más temprano. La pequeña te extraña y te espera en el sofá. Hoy se quedó dormida ahí—giré mi rostro hacia la voz cansina de mi esposa para luego enfocar  nuevamente mis ojos hacia aquel diminuto cuarto abierto viendo como sobre el sillón se removía de forma sutil un cuerpecito cubierto por una manta. La luz del televisor enmudecido la iluminaba en su letargo sobre el mullido acolchado. Con sigilo me acerqué a ella y tras un sutil beso en una de sus rojitas y regordetas mejillas la tomé con sumo cuidado para posarla en mi pecho y mientras oía infantiles suspiros provenir de su boquita caminé con lentitud hasta la habitación más colorida de la casa para acomodarla entre las tibias sábanas. La observé unos segundos después de arroparla cuestionándome lo que estaba haciendo con mi vida; la estaba cagando y de una forma que mi familia no se merecía.

Notas finales:

Estuve algo dudosa en subir esto, ¡creo que ya debería jubilarme! Pero espero que este primer capítulo les haya gustado o al menos intrigado un poco.

¿Qué les pareció?

¡Nos leemos, bonitas!

PD: Posiblemente no haya lemon en este fic, al menos no detallado como lo suelo hacer, a no ser que mi corazón(?) o el fic lo amerite así.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).