Empujó el hielo tratando de quebrarlo o al menos debilitarlo pero no lo logró, se removió inquieto y pudo escuchar que el hielo tronaba un poco pero no fue suficiente para hacer una diferencia.
Llevaba ya varios días atrapado ahí y no veía que el clima fuera a mejorar.
Entibiar agua era una cosa, derretir nieva era otra, pero intervenir el hielo era extremadamente difícil, derretirlo… tan siquiera hacerle una grieta era prácticamente imposible para él.
Y no sería tan terrible si no fuera por que no estaba para entibiar a Makoto y ese invierno era particularmente crudo.
Si estuviera en un río al menos podría escapar por una corriente, buscar una saliente incluso ir por un río subterráneo, pero estando en un lago no tenía escapatoria alguna, no le quedaba más que esperar a que el clima mejorara para que debilitara el hielo lo bastante para poder salir.
Y mientras Makoto estaría congelándose.
Volvió a empujar el hielo pero no cedió. Terminó hundiéndose en el fondo del lago, lamentándose el haberse dejando llevar hasta ahí ¿cómo iba a saber que el viento le llevaría hasta ese lugar y que el invierno lo atraparía ahí? No estaba demasiado lejos de Makoto, la cercanía le hizo confiar que pronto estaría a su lado.
No supo cuanto tiempo pasó ahí debajo, nunca se había preocupado por llevar una cuenta de los días pero ahora pasaba el día y la noche tratando de romper el hielo sin lograrlo, tan enfocado en eso y tan estresado por el tiempo perdido que no quería contar los días.
Cada vez que se agotaba simplemente se dejaba hundir hasta el fondo, lamentándose.
Pero hubo un día (¿o una noche?) en que sintió algo, una presencia conocida, empequeñecida, llamándole. Se concentró en su entorno en lugar de en su obstáculo y encontró la presencia en un rincón del lago cerca de la orilla, se acercó a ella y vio con sorpresa que se trataba de una punta de raíz que sobresalía en la tierra. Era Makoto que había ido a buscarle.
Entró por la raíz y viajó a través de ella la distancia que les separaba hasta el pozo que había hecho debajo de Makoto dónde él, con la forma de un joven de piel verdosa, le esperaba flotando en el agua ¿cuántos días llevaba estirando sus raíces buscándole?
En cuanto lo vio adoptó también la forma de un joven y Makoto lo jaló a sus brazos, estaba muy frío así que Haruka de inmediato entibió su ser que les rodeaba para darle calor.
─¿Cómo? ─preguntó acariciando el rostro exhausto.
─Como dejaste una parte de ti en mi puedo sentir que tan lejos estás, pero también algunas de tus emociones, así pude encontrarte ─su expresión se tornó preocupada─. Sentí tu desesperación.
Haruka desvió el rostro, al parecer su anhelo por llegar con él había sido tan fuerte que Makoto lo sintió.
─Deseaba verte… ─Makoto sonrió.
─Ahora estás aquí… por suerte no estabas tan lejos.
Aunque Makoto crecía como el tiempo dictaba podía estirarse a voluntad cuando quisiera, era algo cansado y devolver su raíz al tamaño que debería le tomaría mucho tiempo pero al menos había podido encontrar a Haruka y guiarlo de vuelta.
─Gracias…
Makoto era el agradecido, por que un espíritu libre venía a él una y otra vez, preocupándose por su bienestar, amándolo.
Lo apretó un poco más entre sus brazos, Haruka se acurrucó entre ellos, sumergidos en el agua tibia que le reconfortaba en medio del invierno.