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Adoro que me escuches por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi~

Krat ataca de nuevo con una idea salida de quién sabe dónde XD

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno, bueno, últimamente las ideas llegan en medio de cualquier situación. Esto es sencillo y de una idea básica, pero lo hice con cariño, espero que lo disfruten~~~

 

 

 

Todos en Seirin sabían que aquel azabache de porte calmado, aunque amable, jamás hablaba. Koganei era el traductor oficial, y se resignaban a escuchar solo la voz del más pequeño, que con su apariencia gatuna era como la lucecita traviesa del equipo. Ese par siempre había estado juntos, años y años, desde jóvenes y tenían una relación tan estrecha que daba hasta envidia. Una persona en la que confiar, un apoyo incondicional… un par de amigos que se comprendían tan bien, que el uno traducía el mudo sentimiento del otro

 

 

-siempre quise saber, ¿por qué Mitobe-senpai no habla? – un pelirrojo miraba como esos dos seres hablaban a lo lejos

-no hace falta – recitaba Hyuga quien jugaba con el balón en sus manos, haciéndolo girar en su dedo índice – si tenemos a Koganei para que traduzca, todo estará bien

-pero me parece fascinante la forma tan natural como se entienden – complementaba la sombra del equipo

-te acostumbras con el tiempo – sonrió Teppei

-¿qué hacen cuchicheando allí? Hay que empezar a entrenar – gritaba Riko y todos se formaban para calentar

-Mitobe dice que él traerá los limones con miel para el siguiente partido – informaba Koganei después de una rápida mirada al alto azabache

 

 

Y ahí estaba de nuevo esa interacción. Alguien tenía dudas, quería saber las razones. La curiosidad les ganaba, así que Kagami fue directo, topándose con los involucrados al final de la práctica y soltando la ansiada pregunta. “¿Por qué Mitobe-senpai no habla, y por qué eres su traductor?” lo que el equipo tuvo como respuesta fue la risita de Koganei y la curva de los labios de Mitobe. Koganei respondió por ambos “Mitobe es como es y yo hablo por él porque nos entendemos muy bien” simple, sin ninguna otra explicación. Pero ellos no contestaban nada más que aquello. Kagami insistió por algunas veces, pero la respuesta era similar con leves diferencias en expresiones o palabras. Así que al igual que todos los que recibieron la misma respuesta con anterioridad, se resignó. Se auto-convenció que esa era la razón

 

 

Pero nadie sabía lo que estaba detrás de aquello. Nadie sabía que ese silencio tenía un significado más complejo de lo que parecía. Koganei hablaba por los codos y el más alto solo escuchaba. Koganei sonreía y preguntaba y Mitobe asentía con una sonrisa. Se iban juntos a casa, comían juntos en el receso, platicaban mentalmente en ocasiones y todos creían que esa amistad era eterna y… nadie conocía la historia completa

 

 

-¿qué haremos hoy, Mitobe? – sonreía Koganei mientras levantaba los brazos y bostezaba levemente – tenemos toda la tarde Mitobe – se miraban un momento y el castaño mostraba estrellitas a su alrededor – claro que quiero comer pastel… ¡hay que hacerlo!

 

 

Koganei jalaba a Mitobe con desesperación hacia la casa de mayor, porque ver al pelinegro mecer los ingredientes era divertido y aprendía mirándolo con atención. El castaño ayudaba en lo que era posible, jugaba con los hermanos del más alto, saludaba a los padres que llegaban del trabajo diario, ayudaba en la casa y al final veía el pedazo de torta junto con el té en la mesa en el cuarto del mayor. Koganei sonreía emocionado al probar el dulce postre, le daba un pedazo en la boca al azabache y luego le daba un dulce beso que…

 

 

¡MOMENTO! ¿UN BESO? ¿NO ERA ESO UNA SIMPLE AMISTAD?

 

 

No, ese par tenía un secreto. Un pacto, un juramento, una promesa que se dio años atrás

 

 

 

-vamos Koganei, corre – la voz infantil de un pelinegro de anchas cejas invadía el parque donde estaban. Con doce años eran demasiado activos

-moriré… – jadeaba Koganei fingiendo tener un infarto y cayendo al suelo dramáticamente

-no exageres – se reía el azabache acercándose para picarle las costillas al castaño

-gyaa… me haces cosquillas – se retorcía como cuica, riéndose, pues era sensible en esa zona – ¡ataque! – sonreía de forma gatuna y con reflejos felinos, saltaba encima del más alto y empezaban a rodar sin importarles la tierra que se podía adherir a su ropa

-para, ¡es demasiado! – jadeaba adolorido después de atacarse sin compasión y al final se detenían mirando al cielo, las nubes y respiraban con tranquilidad – Koganei… creo que debo decirte algo…

-¿qué cosa? – decía mientras movía sus manos y pies de forma errada solo por diversión – si dices que debo comer verduras para crecer… mejor no digas nada – hacía un leve puchero en reclamo causando la risita de Mitobe

-no es eso – dijo sentándose y mirando al castaño, quien se sentó también

-¿entonces qué?

-yo creo… que… me gustas – decía Mitobe mientras un adorno sonrosado se posaba en sus mejillas y evitaba ver al otro – bueno yo…

-ven conmigo – Koganei no esperó que el otro lo mirara siquiera, solo tomó la mano del pelinegro y corrió por el sector donde los arboles brindaban sombra y nadie estaba porque… no había nada que hacer a esas horas del día

-¿te enfadaste? – hablaba con tristeza… pensaba que el rechazo era doloroso

-¡Mitobe! – el castaño que aun en esa edad era más pequeño, miró al mayor con decisión y con los puños apretados – ¡me gustas también!

-¿eh? ¿Ta-también? – el azabache pasó de la impresión a la felicidad en unos segundos mostrando una sonrisa – yo… estoy feliz

-quiero un beso – sonrió pero sus mejillas estaban rojas –

-¿qué cosa?

-es normal, ¿no? –  Koganei ladeó la cabeza y el mayor asintió – entonces hazlo Mitobe Rinnosuke – sonrió ampliamente al nombrarlo con el nombre completo

 

 

Un beso casto, sencillo, como probando la nueva actividad de sus jóvenes vidas. Eran apenas unos niños y eso no importaba para nada. El pelinegro fue quien se inclinó para unir sus labios con los ajenos por unos segundos. Ambos cerraron sus ojos, imitando algo que vieron en una película, sellando así su primera experiencia amorosa en esa vida. Allí comenzó todo y en esos años juntos, todo fue progresivo. Pero eso no explicaba nada sobre la extraña relación que tenían en la adolescencia. En esa época Mitobe aun hablaba con todos, Koganei hacia lo mismo…. ¿entonces?

 

 

-todos son amables – sonrió Mitobe cuando se despedían de los compañeros al final de ese año, pues para el siguiente ya escogerían preparatorias – los extrañaré cuando vayamos a Seirin

-Mitobe – se encaminaban a casa del menor cuando el castaño se puso serio

-¿qué sucede?

-¿es malo sentir celos? – dijo mirando al frente y suspirando, siempre había sido alegre y vivaz pero esta vez quiso ser sincero

-¿celoso? ¿Tú? ¿Y por qué?

-porque le hablas a los demás… creo que nadie aprecia verdaderamente cada palabra amable que das… yo solo quiero que me veas a mi… y que solo yo pueda recibir tus palabras… adoro que me escuches a pesar de que me paso relatando cosas sin importancia – confesaba con un poco de vergüenza

-vamos –

 

 

Mitobe fue quien en esta ocasión tomó la mano de Koganei y emprendió la carrera hacia su casa. Saludaron a los padres del mayor y el azabache se fue a su habitación con Koganei a cuestas. Cerró su puerta y colocó el seguro, quería privacidad. El azabache hizo todo con prisa, sin decir nada se abrazó al castaño con fuerza pero a la vez con cariño. Hundió su nariz en el hueco que formaba el cuello y el hombro del castaño. Se quedó así por unos minutos, en silencio

 

 

-te amo – Mitobe soltó aquello de repente, con sencillez y de forma natural. El castaño más bajito se tensó, ya tenían madurez en cuerpo y un poquito en mente y aun así la vergüenza persistía

-Rinnosuke – sonrió mientras pronunciaba ese nombre y con sus brazos rodeaba el cuello del más alto, sentía su corazón querer salirse debido a la emoción – también te amo

-no estés celoso

-es inevitable – Koganei se frotaba contra la mejilla del más alto, como si en verdad fuera un gato – porque solo yo quiero escucharte y entenderte

-Shinji – susurró el azabache – entonces solo tú me escucharás

-¿de qué hablas? – se reía levemente

-que solo a ti te susurraré – Mitobe sonrió para unir sus labios y empezar un lento beso lleno de cariño

 

 

Ellos se amaban desde niños, ellos se confiaban cosas desde hace años, ellos dos conocieron el amor progresivo e intenso que evolucionaba con cada año, mes, semana y día. Ellos hicieron una promesa que se respetó desde aquel día. El mayor solo hablaría con Koganei y nadie más escucharía su voz. Incluso con su familia, obviamente  siendo la excepción, hablaba muy poco. No fue nada raro para sus parientes porque todo fue progresivo, las palabras no hacían falta con quienes se entendían por completo. La familia del pelinegro lo entendía con pocas palabras y para los que no fueran participes de sus genes… estaba Koganei. El castaño era feliz, podía ser una promesa extraña y hasta demasiado radical para cualquiera que supiera la verdad, pero para ellos era como un pacto eterno. Koganei sabía lo que pensaba Mitobe, Mitobe confiaba en que Koganei jamás erraría al leerlo, era como un libro abierto. Su relación era tan fuerte, que solo una expresión, una mirada, un gesto era suficiente, al menos públicamente

 

 

-te amo – susurraba con aquella voz gruesa y ronca en aquella ocasión

-Rinnosuke – susurraba en respuesta. Sus puños se apretaban, estrujaba las sábanas y se mordía el labio levemente mientras observaba al más alto sonreír

-Shinji – decía con ligereza, mientras besaba cada mejilla y movía los tres dedos que ensanchaban la entrada del castaño que ahora temblaba ante el leve toque que sus dedos daban en las piernas – puedes gemir… estamos solos en casa

-me… me gusta tu voz – sonreía… suspiraba cuando sentía esos dedos abrirse en su interior – ah~… ya estoy… listo – jadeaba bajito mirando directamente al mayor

-¿seguro? – el castaño asentía mientras abría un poco más sus piernas y se mostraba enteramente. Los dos estaban ya desnudos en esa habitación, perdiéndose en esos deseos llenos de deseo. Su relación ya había pasado esa línea desde hace mucho, el amor físico expresado en esas condiciones – está bien… respira – sacaba sus dedos y los labia despacio ante la atenta miraba del más pequeño

-Rinnosuke – Koganei extendía sus brazos pidiendo un abrazo y con gusto el mayor se acercaba para besarlo, dejando que esas extremidades se aferraran a su cuello mientras dirigía su erección a aquella parte escondida y que solo él tocaba de esa forma – ah~… estás muy… duro – jadeó al sentir como aquel miembro ingresaba despacio

-tú… me provocas – gruñó a sentir aquellas paredes acogerlo. Lo hacía despacio, poco a poco hasta llegar al fondo de aquel cuerpo que adoraba y conocía porción por porción – Shinji… te amo – repetía constantemente declarando sus sentimientos

-¿nunca… hablarás con alguien… más? – besó aquellos labios y le rasgó la espalda al sentirlo profundo. Se miraron un momento y unieron sus frentes

-te prometí… que solo tú… escucharías mi voz – esperaba a que el menor le diera la señal de estar preparado, se controlaba porque no quería dañarlo

-algún día… tendrás que hablar – sonrió aunque estaba feliz de escucharlo y movió sus caderas para sentirlo más íntimamente. Sus piernas rodearon las caderas del más alto y suspiró cerca del oído ajeno

-lo sé – dijo empezando a moverse despacio, soltando gemidos roncos por el placer del acto carnal – pero… solo si fuera… netamente necesario

-cuando trabajes… ah… ah~ – sin vergüenza gemía con esa voz aguda que soltaba cuando el placer lo embargaba. Sintiendo como el movimiento se hacía más frenético y placentero – podrás… liberarte… de la promesa…. Ah~… ahí – jadeaba al sentir aquel delicioso escalofrío recorrerlo entero

-¿dudarás que te amo? – con habilidad cambiaba posiciones, dejando al gatuno amante que tenía sentado sobre su miembro. Con la mirada llena de deseo le ordenaba al castaño que se autopenetrara. Cosa que el más pequeño hacía con placer, colocando sus manos en el pecho de Mitobe y dándose soporte – Shinji… dime…

-no – jadeaba mientras se elevaba despacio y descendía con fuerza para que el duro miembro tocara su punto dulce – aaah~ ah~… tan rico – jadeaba con las mejillas rojas y las lágrimas rodando por sus mejillas – no dudo… de tí – decía aumentando la velocidad sintiendo aquel falo duro y grande hundiéndose de forma deliciosa en su ser. Escuchando el rechinar de la cama, el chapoteo, sintiendo como sus temblores aumentaban

-te amo – susurró agarrándole de la cadera y ayudando al movimiento, acariciándole las piernas y después desviando sus manos a la erección goteante del más pequeño para que el placer fuera mutuo e intenso – desde niños… hasta que…

-no lo digas – susurraba e inclinándose unía sus labios. No se detenía, no dejaba de cabalgar al más alto, arañándole el pecho, mordiéndole los labios, derramando lágrimas saladas – porque… todavía somos jóvenes

-lo sé –

 

 

Ya no hacía falta palabras, solo miradas dulces mientras se hundían en ese acto de adultos, que practicaban más seguido porque… no había algo en especial, solo lo hacían. Era algo que ocurría sin ser premeditado. Disfrutaban del placer carnal, de los gemidos, de las caricias, besos, confesiones en susurros. Hacían el amor despacio, disfrutando de cada momento. Se entregaban al éxtasis de llegar a la cúspide de la excitación… lo hacían juntos. Un orgasmo al mismo tiempo, derramándose sin vergüenza, disfrutando del agotamiento, abrazándose y besándose hasta recuperar la respiración normal. Así eran ellos, tenían sus secretos, compartían una promesa, ¿fingían? Tal vez de cierta forma, pero eso era asunto privado

 

 

-¿ustedes salen juntos? – preguntaba Kuroko  después de uno de sus entrenamientos

-¿por qué dices eso? – peguntó el pelirrojo de cejas partidas

-porque… veo algo especial entre Mitobe-senpai y Koganei-senpai – habló el serio peliceleste

-son amigos, ¿no? – decía Kagami como si fuera la respuesta correcta

-Mitobe dice que si – respondió Koganei con simpleza y esa expresión gatuna normal en él – estamos saliendo

-¿EHHH? – el equipo entero soltó una especie de grito. Peroa después los mayores empezar a reír – eso ya lo sabíamos

-la próxima vez, no dejen marcas visibles – regañó Riko golpeando la cabeza de Mitobe y luego la de Koganei, usando las hojas de anotaciones que traía – mucho menos antes de un partido, será vergonzoso para todo el equipo

-¿eh? – Koganei tocaba su cuello y después miró a Mitobe que hizo una leve mueca – está bien, no te disculpes… los dos nos pasamos ayer

 

 

Nadie dijo nada, aunque… los más jóvenes en el equipo tardaron un par de días en ver directamente a los ojos al par de amantes. De todas formas… nadie cambiaría la relación de esos dos

 

 

 

 

Notas finales:

¿Review?

Bueno, bueno... no sé si salió decente pero... me gusta este par. 

Si cometí algún error les pido me lo avisen jejejje. Aun no soy experta en estos fics, al menos no en KNB 

Nos veremos de nuevo algún día~

Bye bye~

Besos~


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