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Un amor que mata {KakaNaru} por -drxrry

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Notas del fanfic:

Bienvenidos a esta historia de mi otra pareja favorita de Naruto.

 Este fanfic no es plagio, sino que es de mi otra cuenta que borré (sakurasiwi), y decidí adaptarlo al KakaNaru ♥ Es decir, la historia es originalmente mía.

Pareja: KakaNaru {Kakashi/Naruto}

Extensión: 3 capítulos.

Géneros: AU, Fantasía, Angst, Romántico.

 

 

Notas del capitulo:

Disfrutad del primer capítulo :)

{001 ; Blood}

 

 

Los distintos mundos gritaban en nombre de la guerra, los demonios y los ángeles peleaban hasta caer muertos. Año tras año, día tras día, se convertía en una gran batalla sangrienta. Ambos mundos tenían ideas diferentes de la vida, y a consecuencia de eso comenzaron una gran guerra mundial, batalla tras batalla, hasta que uno de los dos soltara el último aliento que marcara la derrota. Dejando cadáveres a cada paso. Miradas asesinas y también defensoras. Plumas blancas y negras caían lentamente de los cielos, hasta llegar a la superficie.

 

Los ángeles eran más débiles que los demonios, tenían más guardias reales, pero en lo que respecta a poder, los ángeles no tenían nada. Sangre, gritos agobiantes, garras y lanzas marcaron el fin de la guerra. Dejando la victoria a los demonios, el Rey de los ángeles ordenó la retirada a los suyos y ambos mundos hicieron un último pacto; si se les veía a los demonios bajar a su reino, no tardaría en haber otra guerra, y los ángeles estarían preparados para ella. Los demonios, también llamados ángeles negros u oscuros, les dejarían en paz, dado por cerrado el pacto de paz.

 

Hoy en día, los ángeles descansaban de las garras de los demonios, y éstos, de sus afiladas lanzas.

 

—Aún sigo oliendo a sangre... —un solitario demonio se encontraba mirando desde las nubes el lejano reino de los ángeles. Estaba aburrido, demasiado, diría él. 

 

Los demonios, al no saber qué hacer, sólo se limitaban a dormir y comer, y eso no le hacía ninguna gracia, más bien le amargaba la vida que estaban llevando.

 

—Oh, por favor Kakashi... ¡Hace años que no olemos la sangre! ¡Ya quisiera probarla otra vez! —le dijo un demonio llamado Obito, amigo del platinado.

 

—Ni que fuéramos vampiros... —murmuró otro demonio llamado Yamato, un poco más perspicaz que los anteriores.

 

Kakashi se volteó al oír aquellas voces familiares. —¿Es que vosotros no lo oléis? —mantuvo una expresión indiferente, sin mostrar sentimiento alguno, cosa que era lo que siempre le había caracterizado.

 

Ambos negaron con la cabeza.

 

—¡Ni nosotros, ni ningún demonio de aquí! —exclamó Obito, riendo.

 

El platinado se volteó de nuevo y siguió mirando entre las nubes cómo el reino de los ángeles se veía cada vez más oscuro.

 

—No brilla... —susurró con lentitud, sintiéndose extraño.

 

Obito enarcó una ceja, comenzando a mirarle raro.

 

—Oye, claro que no brilla, idiota. ¿No te enteraste?

 

Kakashi volteó ligeramente su cabeza y miró a su amigo de reojo, curioso. 

 

—¿De qué?

 

—El gran Rey dijo que el mundo de los ángeles dejaba de brillar porque se están muriendo poco a poco, cada uno de ellos, por eso ya no brilla como años atrás. —le informó—. Están cayendo como moscas, tan débiles. —murmuró en un bufido.

 

Kakashi se quedó mirando a ambos con detenimiento, para luego formular las siguientes preguntas con una irreconocible voz dejada. —¿Y por qué nuestro mundo está siempre oscuro? ¿Es que acaso ya estamos muertos? —lo preguntó con tal lentitud, que sus amigos se quedaron unos segundos en silencio.

 

Yamato y Obito se dieron unas miradas, y el segundo no pudo contener la risa.

 

—¡Se podría decir así! ¡Somos demonios! —exclamó, aún riendo.

 

Kakashi se volvió a dar la vuelta, formando una ligera mueca por la respuesta que le había dado su amigo, sin embargo, aquella pequeña mueca no pudo llegar a verse al portar siempre una máscara oscura que tapaba su boca.

 

Cuando anocheció, Kakashi se mantuvo sentado en el mismo lugar de siempre y se quedó observando aquel extraño mundo de los ángeles, mientras los demás demonios iban cayendo al sueño poco a poco. Estando con los suyos, su rostro siempre fue sereno, era normal que casi siempre los mirara con ese vacío en sus ojos, sumando el hecho de que estar sentado mirando a la nada ya era una rutina para él, y eso lo odiaba.

 

Odiaba seguir así, tan monótonamente…

 

Esperó a que todos se durmieran para inspeccionar el mundo de los ángeles, y ver cómo era su vida día a día. Estaba aburrido, y por lo menos mataba el aburrimiento haciendo tal cosa, quería saber cómo los ángeles pasaban los días, los meses, los años...

 

Desplegó sus oscuras alas como la noche, y en silencio bajó a aquel mundo tan diferente al suyo. Los demonios tenían más poder, les permitía ser invisibles al bajar al mundo de los ángeles, para que no les pudieran ver y provocaran otra guerra como años atrás. Por ello, los ángeles tenían más guardias y estaban preparados para cualquier amenaza. También podían ver el nombre de cualquier ángel que vieran, pero esa habilidad sólo la poseían los demonios, ventaja que aprovecharía él sin dudarlo.

 

Kakashi voló tranquilamente mientras veía aquellos pequeños palacios de un tono gris, observando a los guardias que vigilaban el palacio real, donde se encontraba ni más ni menos que el Rey de ellos. Al haber decidido bajar, no le interesó matar a alguien, ya que eso perjudicaría a su mundo, sino que sólo se limitó a observar con detenimiento y darse cuenta de que, el mundo de los ángeles se estaba apagando, se estaba consumiendo lentamente.

 

Kakashi siguió volando sin apartar la mirada de los pequeños palacios, que se hacían llamar las casas de los ángeles. No eran muy diferentes a las suyas.

 

Al pasar por una casa, algo en ella le llamó bastante la atención y se fue acercando hasta posarse en el balcón, dejando caer sus alas sobre su espalda. Estuvo observando con los ojos entrecerrados cómo la figura de un ángel se encontraba tumbado en la cama, indefenso y débil, prácticamente, estaba enfermo. Al ver aquello, Kakashi recordó las palabras de Obito, y ahora no cabía dudas, los ángeles se estaban muriendo poco a poco, sus vidas se estaban acabando.

 

Con una mirada indiferente, observó el nombre de aquel ángel.

 

—Naruto... —murmuró.

 

Siguió mirándolo con una expresión distinta a la que había tenido toda su vida. Algo dentro de él se removió y le provocó un severo estremecimiento, pero por otra parte, le daba igual que un ángel se estuviera muriendo, ¿verdad?

 

{···}

 

Kakashi comenzó a bajar todos los días al mundo de los ángeles sólo para ver como se encontraba aquel indefenso ángel que le había llamado la atención, Naruto Uzumaki.

 

Cada vez que los demonios se dormían, él aprovechaba esa oportunidad para bajar y observar al ángel, cómo poco a poco le veía peor en aquella cama. Y entonces, fue la primera vez que Kakashi vio a un ángel siendo tan hermoso de esa forma. Eso es lo que le parecía, era digno de contemplar por aquel hermoso rostro, y le extrañaba que alguien como él estuviera enfermo, alguien tan delicado y puro. ¿Qué les estaba pasando a los ángeles? ¿Por qué morían? Ya no había guerras de por medio, ya no había aquellas sangrientas batallas, y aún así, los ángeles morían, ¿por qué?

 

De repente, algo llamó la atención al demonio, y era que Naruto había comenzado a moverse de forma brusca, tosía sin parar, y Kakashi veía cómo su rostro y piel se fue tornando cada vez más de un tono pálido. Aquel ángel estuvo a punto de caerse de la cama, pero Kakashi, sin pararse a pensar, reaccionó demasiado rápido como para poder coger aquel indefenso cuerpo antes de que éste tocara el suelo.

 

Naruto abrió lentamente los párpados al haber sentido que había caído en algo suave, por así decirlo, en los brazos de alguien. Cuando sus miradas se cruzaron por primera vez, el ángel se quedó sorprendido por ver aquel demonio agarrándole con fuerza, y antes de que un grito saliera de sus labios, Kakashi le tapó la boca, dejándolo de nuevo en la cama, mientras el indefenso ángel no ponía resistencia alguna; estaba demasiado débil para hacer tal cosa.

 

Kakashi lo soltó lo más rápido que pudo y se dio media vuelta para desaparecer de aquella habitación, saliendo por donde en un principio entró, dejando así a un sorprendido rubio.

 

—¿Un... un demonio? —susurró débilmente, tragando saliva con dificultad.

 

Kakashi también se había sorprendido de sí mismo por haberse dejado ver. Maldita sea, ¿qué pasaría si ese ángel llegara a decírselo a alguien? Mientras surcaba las nubes, el platinado frenó un poco para pararse a pensar en una reciente solución. Volteó la cabeza y se quedó observando de lejos la casa de Naruto, portando ahora un semblante más serio. Echó el aire por la nariz y cerró los ojos. Obviamente, tendría que matarlo.

 

En cierto modo, el chico ya se estaba muriendo, y el matarlo al instante sería pan comido para el demonio, además de que beneficiaría a ambos. El ángel moriría en paz y el mundo de los demonios no se enteraría de su encuentro, tan fácil como eso.

 

Al llegar a su aburrido y monótono mundo, se volvió a sentar donde toda su vida ha estado sentado, era algo así como su sitio preferido para verlo absolutamente todo. Se quedó unos buenos minutos con la mirada fijamente puesta en el poco brillo que el mundo de los ángeles mostraba, pensativo.

 

Obito, quien se había dado cuenta de que su mejor amigo había vuelto de abajo, quiso aprovechar aquella oportunidad para preguntarle: —¡Oye, Kakashi!

 

El nombrado se volteó algo sorprendido por el súbito interrumpido de sus pensamientos.

 

—¿Ahora qué quieres? —se aclaró la garganta.

 

—¿Por qué bajas todos los días al mundo de los ángeles? ¿Ya encontraste una presa? —enarcó una ceja, esbozando aquella peculiar sonrisa que mostraba diversión.

 

—¿Cómo sabes eso? —preguntó el platinado, confuso.

 

—Te vemos todas las noches bajar —intervino un sonriente Yamato, quien de pronto se había aparecido ante ellos.

 

—¡Eso, qué haces todas las noches allí abajo! —siguió Obito.

 

Kakashi formó una mueca. Cada vez que Obito hablaba, siempre gritaba, le encantaba gritar, aún estando cerca de alguien.

 

—Este mundo acaba aburriéndome, prefiero bajar e investigar como es el mundo de los ángeles. —respondió con clara dejadez, sin darse cuenta de sus sinceras palabras.

 

—¡Oye, cuidado! ¡No te vayan a pillar y la andes cagando, idiota!

 

—Será mejor que dejes de bajar allí, Kakashi... —murmuró Yamato.

 

Kakashi sabía perfectamente las consecuencias que conllevaban lo que estaba haciendo, pero eso no le quitaba el volver a ver a aquel ángel. Naruto le había visto, y tendría que bajar de nuevo, pero esta vez para matarlo.

 

 

Notas finales:

Espero que os haya gustado el primer capítulo, y si es así, hacérmelo saber ♥


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