El Thousand Sunny estaba navegando sobre el glorioso mar, en una hermosa mañana despejada y soleada pero aún así fresca, por lo que abrigarse seria importante.
Lo que cotidianamente hacían los mugiwaras al viajar durante días hasta su siguiente isla era algo aburrido, sobretodo para Luffy.
Pero a cierto espadachín no le era así, de hecho, cada cierto tiempo adoraba la rutina monótona de una vida simple en el barco...
Como esa mañana era muy agradable, y ya habían terminado de desayunar, le tocaba bañarse. En el transcurso se encontró con el rubio, quien se bañaba todos los días manteniendo un igiéne impecable como el caballero y cocinero que es. Como odiaba a ese ceja de sushi, tan idiota y esclavo de las féminas que veía, patetico y avergonzandolos cuando se dejaba golpear por ellas.
Aun así, el pierna negra no era tan inútil como él pensaba, ya que rutinariamente se encargaba del mantenimiento igiénico de sus nakamas hombres. Les cortaba el cabello, afeitaba, incluso escogía los shampús qué utilizar para que sus cabellos duraran más tiempo limpios ya que algunos casi ni se bañaban en la semana -como Luffy, tan sólo una vez por siete días- y les era necesario.
Ese día, en el cual se encontró con Sanji en la ducha de Sunny Go, el mayor acostumbrado a eso, tomó la afeitadora, crema para afeitar, tijeras y un peine.
-Supongo que sabes qué día es hoy -dijo tomando un banquito y sentarse junto al borde de la enorme tina.
-Claro ero-cook... no necesitas mencionarmelo -dijo algo irritado el peliverde, quien estaba dentro del agua, de los hombros para arriba fuera del líquido y la cabeza recostada en el borde de la tina sobre la tohalla doblada que Sanji le había puesto.
-Lo hago por si tus raices se secaron...-mencionó con tranquilidad.
Sanji sacó un poco de crema de afeitar para esparcirsela por la cara al menor, parecía algo concentrado y Zoro lo miraba desde abajo fijándose en cada detalle y gesto de su cara.
-Por Dios, pareces un naufrago, además de que son cabellos gruesos que te salen aleatoriamente en el rostro. Nunca te salen parejos. No intentes dejarte barba, te será horrible!...-hablaba el rubio tocándo irritado con sus dedos los cabellos del espadachín cuando pasaba la crema.
El vicecapitán extendió su mano para acariciar el mentón de Sanji, sintiendo la textura de sus cabellos.
-Bah... odio esas cosas, son molestas, calurosas, se adiere la comida a ellas, y pican mucho...-dijo con una sonrisa burlona dedicada unicamente al ero-cook-
-Tsk... bastardo...-
-Es la pura verdad, ¿Por qué decidiste dejártela? -
-Eso...-mencionó para apartar la mano fuerte y morena de su mentón, y luego volver a su trabajo- no necesitas saberlo. Sólo quise probar algo más de acuerdo a la edad -
-No es necesario dejárla, yo muestro toda mi masculinidad sin necesidad de esas cosas -decía desinteresado, cerrando su ojo y haciendo gestos con las manos para demostrar la inútil e innecesaria utilidad de la barba-
-Lo dices porque estas celoso de que jamás de quedará bien... Ahora cállate, si no quieres que te corte -
Zoro gruñó, pero al fin y al cabo se quedó en silencio. El mayor comenzó a afeitar, tomándose una gran calma y maestría al pasar los cortes por lo que el vicecapitán no se preocupaba en lo absoluto. Y al terminar limpió el objeto con unas tohallas y mojó la cara de su odiado nakama para limpiar restos de crema y cabellos.
-Ahora está mejor. Ya deseaba quitar toda esa malesa de tu cara -
-¿Malesa? Tú nunca has penzado en cortar el trigo que cuelga de tu cabeza -apuntó el cabello rubio que caía sobre el rostro blanquecino. Así lograba ver ambos ojos de su compañero, era algo extraño pero era lo suficiente llamativo como para intentar verlos con claridad.
-Já, claro... no lo necesito, mi estilo no es como el tuyo. Debes aprender a conservarte, eres jodidamente descuidado. ¿No te da verguenza?-
-No necesito que me estén mirando, ni tampoco llamar la atención. Al menos no con esas cosas -volvio a recalcar las barbas, dándole un pequeño golpe a Sanji en el mentón haciendo fuerza entre su dedo pulgar e índice.
-A las damas también les gusta! -le gritó algo cabreado gracias a ese molesto golpe-
-Es desagradable. No te besan porque raspa. Digo, no quieres pasar los labios por un monton de pelo, ¿o si? -
-La verdad...-
Zoro desde su posición tomó ambas mejillas de Sanji, para atraerlo con rapidéz y depositar un suave beso extenso en los pálidos labios tersos de su nakama; a lo que el rubio se ruborizó intensamente.
-¿¡Q... qué demonios haces!? -preguntó casi colerico y avergonzado al separarse por la fuerza, cubriendo su boca con el antebrazo-
-No te quejaste porque mi cara estaba rasposa... no como antes. ¿Lo vez? Es mejor afeitarse -
-Y sigues con lo mismo... ¡P.. pero no era necesario besarme, marimo estúpido! -
-Hoy estás compasivo...-sonrió de medio lado, frunciendo el seño con burla-
-Y... ¡y tú también! -
-¡Já! Como sea, continúa, cook... después de esto deseo una siesta -
-Uff... tu y tus siestas...-
Sanji, viendo que no habia más remedio para su compañero, se acercó para continuar con el pequeño corte del cabello de Zoro; podía ser corto pero abundante asíque debía encargarse de que fuese parejo y más lijero.
Cuando acabó, se levantó del vanquitopara dejarlo en su sitio y volverse a la tina donde se metió con un gesto placenteramente relajado.
-Oi... ¿No quieres ayuda? -
-¿Ayuda de qué, marimo?-alzó la ceja visible incomprendiendo a lo que se refería-
-Tu cabello. Shampú. Lavar -hacía gestos con las manos para expresar mas cada palabra y su acción-
-No necesito ayuda -más que enojado, no evitó verse sorpresivamente extrañado-
-Como quieras...-
Ambos se quedaron en un silencio incomodo, aunque para Zoro era más relajante que para Sanji.
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