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you can't escape por PandaZorro

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Notas del fanfic:

Bueno esta idea me tenia carcomiendo la cabeza desde hace rato (junto a los fanfics Victuuri/Viktuury (entre otros de YOI))

aclaraciones:

Nemesis-Kun(Chan) proviene de la idea de YandereDev en el modo mision de YS. en este caso seria obviamente el nemesis/rival/enemigo de yandere al momento de cumplir la mision.

aqui nos centramos en una mision "fallida" se desvia de Just Love Me pero se mantienen aspectos de este, asi que relax UvU

en fin, con eso aclarado espero que lo disfruten UvO

Escucho la alarma resonar por el insípido cuarto, quito las sábanas blancas de su cuerpo mientras se sentaba al borde de aquella cama, bostezo casado mientras se levantaba dispuesto a arreglarse para irse de una vez a la escuela. Ya con el uniforme listo se sentó en la entrada de aquel apartamento de dos habitaciones mientras se colocaba sus zapatos y cogía su bolso para salir finalmente colocando seguro a su hogar.

 

-Buenos días Naoki –saludo su vecina y casera, una mujer de la tercera edad que atendía un pequeño puesto de flores en la primera planta del edificio –sabes, anoche escuche algo de ruido en tu apartamento ¿está todo bien? –Apretó los labios, molesto.

-claro, no tiene de que preocuparse –aclaro neutral –era yo, tenía algo alto el equipo, disculpe.

-Estos chicos de ahora –la mujer rio divertida –bien, que tengas un buen día Naoki –se despidió mientras cerraba su propia puerta para dirigirse a su tienda mientras él simplemente se despedía con un asentimiento de cabeza y bajaba hasta dar con la calle.

 

Las calles estaban repletas de estudiantes y adultos que se dirigían a sus trabajos, el fresco aire de la mañana le tranquilizaba de cierto modo, estaba seguro que tendría que hacer algo para evitar los ruidos.

 

.:OoO:.

 

Había una vez, un monstruo sin corazón incapaz de sentir algún sentimiento por alguien, ese monstruo era el títere de un demonio que lo usaba para su propio beneficio.

 

.:OoO:.

 

Llego a su aula encontrando a una decaída peli rosa recostada en su lugar mientras mantenía la mirada fija en su móvil, los ojos turquesas de la chica estaban cristalinos y su boca tenía una mueca de la más pura tristeza. Dejo sus cosas a un lado de su banco mientras tomaba asiento, la parte de atrás de la clase viendo a todos desde ahí.

La maestra entro mandando a los alumnos a sentarse, el presidente de la clase se levantó junto al resto de compañeros saludando a la mujer para luego volver a sentarse. Así iniciaron las clases ese día viernes.

 

.:OoO:.

 

El demonio ordenaba al monstruo sin corazón y este sin rechistas obedecía, pronto el pueblo se vio presa del pánico, muchos de los pobladores comenzaron a morir sin explicación, todos tenían miedo.

El monstruo solo obedecía, el demonio se ocultaba entre las sombras viendo como los inocentes sufrían por su culpa regodeándose en el dolor de ellos.

 

.:OoO:.

 

El receso dio inicio, salió dispuesto a irse a la azotea. Sus ojos carmesís se posaron en la figura de un chico de tercer año parado a un lado de la puerta del salón contiguo al suyo, su mirada estaba perdida, al salir un peli verde este con tristeza en su mirada solo negó a lo que mayor apretó los dientes mientras bajaba la vista decepcionado, la escena paso frente su persona y como muchas veces paso desapercibido para todos. Continúo su camino subiendo hasta la azotea viendo como el resto hacia su día a día, hablando de sus planes para ese fin de semana con entusiasmo ¿él tenía planes? Si los tenia pero esos planes no conllevaban salir de su apartamento.

Se recostó en la cerca color verde sintiendo la brisa remover sus cabellos negros.

 

.:OoO:.

 

Entre el pánico generado por el monstruo, un héroe se hiso presente, de entre las sombras otro monstruo surgió dispuesto a detener a aquel sin corazón. Eran iguales a diferencia que a él nadie le controlaba.

El monstruo de las sombras seguía a aquel sin corazón, asechándolo, esperando el momento oportuno para atraparte. Solo debía de esperar a que el demonio le ordene al monstruo sin corazón.

 

.:OoO:.

 

Al salir de clases, con su bolso en mano noto a los pies de la escalera a un chico de mirada rojiza, más agresiva que la suya, le veía con el ceño fruncido antes de marcharse escalones arriba. Ignoro a aquel chico de gafas para continuar con su camino a casa, hoy tenia cosas que hacer así que solo ignoro como siempre a su alrededor centrándose en llegar a su departamento.

 

.:OoO:.

 

El demonio ordeno, el monstruo obedeció, la hija del prestamista era la victima de esa vez, el monstruo de las sombras observo sigiloso a que el sin corazón terminara de acabar con la luz de esa chica presumida ¿le importaba? No, no sentía nada, tampoco tenía un corazón pero a su persona no le importaba y no se dejaría manipular como al otro.

Le ataco de sorpresa mientras el sin corazón terminaba con su trabajo, ataco su cuello dejándole inconsciente, el monstruo de las sombras con ojos rojos pensó en matarle, pero el demonio sin corazón podría serle más útil vivo que muerto.

El monstruo de las sombras arrastro al sin corazón a su escondite encerrándole ahí, eran iguales y a la vez diferentes, no tenían emociones, no tenían corazón pero la diferencia que les separa era el monstruo de las sombras dejaría vivir al sin corazón.

 

.:OoO:.

 

-llegue –aviso mientras retiraba sus zapatos dejándolos en la entrada del departamento, paso el pestillo en la puerta junto a otro cerrojo por precaución, dejo sus cosas en el sofá de la sala comedor, se dirigió a su cuarto cambiando su uniforme por una playera holgada y unos pantalones de buzos mientras andaba tranquilamente descalzo por el suelo de madera.

 

Fue a la cocina separada por una encimera del salón comedor abriendo la nevera rebuscando entre los alimentos, retito una botella de agua mientras de la alacena sacaba un envase pequeño de arroz precocinado, retiro el plástico colocando el envase en el microondas esperando a que este terminara de calentar, abrió la botella de agua bebiendo un poco del contenido para volver a cerrarla, con la botella y el arroz calentados se dirigió a la segunda habitación de ese apartamento.

Paso el pestillo que tenía en la parte superior además del seguro de esta para adentrarse al cuarto, la habitación con un simple colchón con sabanas como único mueble, encendió la luz notando que a un lado de la cama se encontraba hecho una bola un chico de su misma edad que apenas llevaba un par de trapos encima, la piel de su espalda y brazos estaban repletas de golpes desde tonos negruzcos rojizos. El chico ignoraba su presencia manteniéndose fijo en su lugar, abrazado a sí mismo, el oji rojo se acercó a paso lento al más bajo agachándose a su altura colocando la botella fría en la espalda del muchacho quien se sobresaltó retrocediendo apegándose a la pared.

 

-pensé que ya te habrías muerto –comento dejando la botella y el pocillo precalentado a un lado mientras se sentaba en el desecho colchón con sabanas sucias de sudor, mugre y sangre –¿no vas a comer? –pregunto viendo como el otro no se movía, a pesar de no tener las manos y piernas atadas como los primeros días aun evitaba moverse mucho, aunque varias veces cuando llegaba más temprano de lo normal lo escuchaba arañar la puerta o golpear las paredes en un vano intento de pedir ayuda, su voz no era una opción –sabes, no es bueno desperdiciar comida –se acercó al chico que se arrastraba alejándose en un vano intento de mantener distancia, pero la falta de alimento y de hidratación le tenían demasiado débil, fue tomado por el tobillo arrastrado por el otro siendo sentado en el sucio colchón mientras el otro apretaba sus mejillas y llevaba el pote a los labios del oji negro atragantándole con la comida.

 

Ambos estuvieron un rato así, la mano del oji rojo permanecía firme en las mejillas y mentón del más bajo quien no movía un musculo para quitarlo. Al terminar aquella insignificante porción el oji rojo retiro el pocillo viendo los granos de arroz en el rostro del más bajo quien sinceramente parecía un muerto en vida al no reaccionar.

 

-¿Por qué no solo me matas? –pregunto repentinamente, con la mirada perdida en el suelo.

 

Suspiro tomándole de los cabellos jalando asía atrás recostando al contrario quien se quejó ante el dolor en su cuero cabelludo mientras el oji rojo se posicionaba sobre su persona, antes de hablar paso su lengua por las comisuras del menor limpiando el resto de granos que quedaban.

 

-Porque la muerte sería un premio para ti Ayano –susurro al oído del menor mientras posicionaba su mano en la garganta del más bajo presionando dejando más marcas en la blanca piel del contrario.

 

El oji negro soltó un quejido al sentir la opresión, no había soltado lágrimas, no frente a él. Sintió como los dientes del oji rojo se posaron en su maltratado hombro clavándose con fiereza contraria a su rostro pacifico que mantenía. Los despojos de lo que alguna vez fue su camisa yacían a un lado en una esquina de la habitación, suprimió un gemido de dolor al sentir como los dedos de Naoki se enterraban en sus caderas jalándole asía su persona apegando sus caderas con la suyas. Coloco sus manos en los hombros esperanzado de poder apartarle más lo que recibió fue un manotazo a su mano y una bofetada en el rostro.

 

-¿debo recordarte que tienes prohibido tocarme? –dijo frio viendo desde arriba al más bajo que continuaba con el rostro ladeado –Tks ¡responde! –Tomo bruscamente los cabellos que caían sobre el rostro del menor jalándolos para ver el rostro adolorido de este.

-… -el menor desvió la vista ignorando la pregunta, el oji rojo frunció el ceño aplicando más fuerza en su agarre tirando asía atrás dejando el cuello del menor a su completa disposición.

-si esas tenemos –clavo sus dientes en la garganta del más bajo, las marcas rojizas no tardaron en aparecer en la piel maltratada con marcas de estrangulamientos, mordeduras y chupones –de verdad trato de ser bueno contigo, pero siempre lo dejas tan difícil –gruño al alejar su boca de la garganta del menor.

 

Soltó los cabellos de Ayano mientras se incorporaba sobre sus rodillas con ambas piernas del menor rodeando su cadera, clavo sus dedos en las costillas del más bajo rasguñando hasta dejar maracas rojizas con pequeñas gotas de sangre saliendo de estas. Soltó un bufido al ver que el otro continuaba inexpresivo, ya comenzaba a cansarle aquello, se levantó dejando al chico ligeramente atontado por la repentina decisión de su persona. Se encamino hasta la cocina donde buscando entre las gavetas dio con una pequeña navaja, la guardo en su pantalón mientras volvía a la habitación. Ahí de pie Ayano se afirmaba de la pared cansado, aquella pared que daba con el apartamento de su vecina, le vio dar un par de golpeas agotado cosa que molesto al oji rojo.

 

-ni lo intentes –gruño sorprendiendo al menor –no hay nadie en ese lugar, pierdes tu tiempo –comento acercándose al chico que poco a poco se apegaba a la pared aterrado.

 

Callo seco al suelo al recibir un puñetazo directo en su rostro, al estar en el suelo el pie del oji rojo le estampo el rostro en la madera para rematar, soltó un quejido ante el dolor mientras murmuraba maldiciones, fue tomado del brazo izquierdo y arrojado nuevamente en el mugriento colchón cayendo de lado golpeando su costado derecho a lo cual soltó un quejido, sintió como su espalda era pateada sin piedad a lo cual solo soltaba pequeños gruñidos y quejidos lastimeros idénticos a los de un animal herido.

 

-¡por una maldita vez  en tu puta vida…! –se colocó sobre el cuerpo del otro tomándole de los cabello y tirando de estos para que le viera, el rostro de Ayano continuaba inexpresivo como podía, su nariz sangraba y tenía la mejilla roja por el golpe, con su mano libre tomo del mentón al más bajo apretando hasta dejar marcas –¡Muestra una puta expresión! –gruño mientras prácticamente enterraba sus dedos en el mentón del chico.

 

Frustrado ante la negativa silenciosa del menor, Naoki choco sus labios con los de Ayano, un beso violento repleto de mordidas hasta dejarlos hinchados y con un pequeño corte el cual sangraba al igual que su nariz, como tan brusco se formó aquel beso termino igual de brusco, su cabeza azoto el colchón al momento en que fue separado por la mano que continuaba sujetando sus cabellos, fue puesto boca abajo mientras Naoki le sujetaba del cuello con la mano surda.

 

-De verdad, que no sientes nada –murmuro el oji rojo.

 

Tanteando su bolsillo el pelinegro mayor saco la navaja que había guardado sacando el filo hacia afuera para posar la punta en una vieja herida logran que el cuerpo del contrario se estremeciera ante el frio del metal, deslizo la punta agrandando la herida anterior notando como poco a poco la sangre comenzaba a brotar lentamente, corte tras corte pronto la piel de Ayano quedo repleta de marcas, viejas y nuevas, la sangre que brotaba en pocas cantidades tenían su espalda rojiza.

 

-¿continuara así? –cuestiono, al no recibir respuesta algunas ejerció más presión en el cuello del menor quien soltó un quejido incómodo.

 

Con un bufido y harto de la inexpresividad del contrario, enterró la navaja de golpe en la mano surda del menor quien ahogo un chillido de dolor y sorpresa contra las sabanas manchadas, su mano y cuerpo temblaban mientras sentía la mano de Naoki recorrer su espalda llenándose de su sangre hasta dar con la ropa interior que le cubría, bajándola de golpe hasta las rodillas Ayano ya sabía lo que venía y simplemente pego su frente al colchón temeroso y dolido.

Sin soltar el agarre en el cuello del más bajo llevo su mano libre hasta su pantalón bajándolo y dejando su erección libre la cual froto entre las nalgas del más bajo que se estremecía tratando de distraerse con cualquier cosa, el oji rojo guio la punta de su falo hasta la entrada del menor posicionándose ahí y frotando la punta mientras se preparaba para la estocada, ahogo un queja al ingresar con suerte la cabeza en el estrecho conducto viendo como el otro no paraba de temblar, la mano diestra del menor se aferraba fuertemente a las telas desechas y la mano surda, se movía a penas por el filo que la atravesaba.

 

-Joder –jadeo sintiendo lo difícil que se le hacía adentrarse, el otro ejercía presión para no dejarle entrar –Mierda Ayano ¿Cuántas veces vas a hacer lo mismo? –pregunto jadeante, deslizo su mano que sostenía el cuello del más bajo pasándola a los cabellos para tirar de estos y estrellar el rostro del menor contra el colchón notando como este empezaba a relajarse de a poco aunque continuaba estrecho.

 

Haciendo más presión se adentró hasta la mitad notando como de la entrada del menor comenzaban a brotar finos hilos de sangre los cuales caían a las sabanas manchándolas más de lo que estaban. Espero un rato para continuar hasta que finalmente de adentro por completo en el recto del menor sintiendo como sus testículos rozaban la piel del oji negro que mordía suavemente las telas sintiendo el punzante dolor en su cuero cabelludo ante los dedos del otro que se habían enredado en este jalando.

 Los temblores se esparcían por todo el cuerpo del menor quien rogaba a que el oji rojo tuviera la compasión de siquiera esperar a que se acostumbrara, algo ridículo ya que de forma inmediata comenzó el cruel vaivén de las caderas del mayor lubricando su entrada con su propia sangre haciendo cada envestida más fácil para el otro.

 

-Ayano –jadeo en su oído mientras el menor apretaba fuertemente los parpados –Hey, Ayano –volvió a llamarle, no hubo respuesta alguna. Dio una brusca envestida saliendo casi por completo para volver a enterrarse en el anillo maltrecho de músculos.

-¡que! –Exclamo con la voz ligeramente quebrada, el oji rojo sonrió socarrón mientras volvía a repetir aquella acción –¡q-que q-quieres! –soltó algo parecido a un sollozo a pesar que en sus ojos cerrados no se vislumbraba  señal alguna de lágrimas.

-¿Por qué no abres los ojos? –dijo mientras elevaba un poco las caderas llegando más a fondo mientras soltaba los cabellos del menor y lo tomaba de la barbilla acoplando su cuerpo con el del menor quien curvaba la espalda y se movía a cada envestida.

-N-N-No –jadeo, apretó la sabana con la mano diestra jalándola al sentir otra envestida punzante en su próstata, quiso bajar la cabeza para pegar su rostro contra el colchón pero la mano que le sujetaba firmemente se lo impedía, apretando su quijada y reteniéndolo en aquella incomoda posición en donde su espalda se doblaba demasiado y debía de sentir el cuerpo del otro sobre esta mientras se clavaba dentro suyo.

-¿Por qué no? Vamos –jadeo divertido, las envestidas que daba eran violentas hasta que finalmente volviendo a salir para adentrarse de golpe dio en la próstata del menor a lo cual abrió los ojos y la boca jadeante y la lagrimas que aguantaba se asomaron finalmente –así está mejor –se incorporó apretando la cadera mientras aumentaba el ritmo y las estocadas se volvían más violentas y salvajes si era posible.

 

Jadeante se enterraba una y otra vez en el cuerpo ajeno el cual temblaba libremente y los sollozos resonaban por el aire de aquella habitación con la ventana bloqueada. Los muelles del gastado colchón rechinaban a la par de las pieles de ambos chocaban con un sonido húmedo proveniente de la entrada del menor de la cual goteaba sangre lubricando y aumentando el ritmo, a cierto punto Naoki tomo la navaja quitándola de la mano herida de Ayano para cogerlo por las dos muñecas y tirar asía atrás atrayéndole a su persona, a cada envestida tiraba las maltratadas muñecas mientras el menor soltaba sollozos que trataba de ahogar y gimoteos manteniendo la cabeza gacha mientras su cuerpo temblaba ligeramente.

Paso su brazo derecho por el pecho del menor mientras su mano surda se clavaba firmemente en las caderas del más bajo dando las ultimas estocadas hasta correrse dentro de Ayano quien ahogo un lastimero gemido desfalleciendo por el dolor mientras su cuerpo tenia ligeros espasmos reposando en el pecho de Naoki.

 

-esa expresión te queda mil veces mejor –murmuro tomando el mentón del menor girándolo para lamer la lagrima traicionero que se había escapado en ese momento.

 

Sin delicadeza salió del interior de Ayano dejándole caer exhausto en el colchón mientras se arreglaba su pantalón y revisaba las manchas de sangre en su playera blanca a las cuales no les dio importancia alguna, tomo la navaja guardándose en el bolsillo y salió dejando la botella de agua a un lado mientras apagaba la luz y cerraba con pestillo y cerrojo la puerta.

En la soledad Ayano se acurruca abrazándose a si mismo poniendo su mente en blanco eh ignorando el dolor punzante en todo su cuerpo y mano, dejando que las lágrimas salgan libremente y los sollozos se ahoguen en la soledad de aquella habitación vacía.

 

 

.://Fin//:.


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