Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi delirio. por FruttiKouki

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Kuroko no basuke no me pertenece. (Tristemente ;-;) Su autor es Tadatoshi Fujimaki. 

Notas del capitulo:

¡Hola! He aquí lo que les prometí. Lamento mucho la tardanza, pero inspiración-chan no venía a mí, además de que no me gustaba como quedaba. No obstante, por fin lo he terminado, y, debo decir, que he quedado satisfecha con el resultado. (Sin aires de grandeza UuU). 

¡Nos leemos abajo!

 

Sus ojos se cerraban con lentitud, la voz del profesor que impartía la clase se oía lejana. Su cuerpo parecía querer rogarle por un descanso que no podía darle, después de todo, a pesar del paso de los meses, no podía dormir sin sentirle cerca.

“El maestro se dará cuenta si te quedas dormido…”

Abrió los ojos para pestañear varias veces, a su parecer no sería tan difícil permanecer despierto. Era la última clase. Sus dientes castañearon con el solo pensamiento de ello, mordió su labio inferior mientras sus manos aferraban el pantalón de mezclilla que traía. Cualquier resquicio de sueño que haya albergado, desapareció en ese instante.

La universidad la había comenzado desde hacía unas semanas y, aunque solo estuviera en clases por ser un suplente de un estudiante que no se presentó para la confirmación de la inscripción, no debía desperdiciar la oportunidad de poder aprender.

Tronó sus dedos. Índice, medio, anular, meñique y, al final, el pulgar. Luego hizo girar sus muñecas provocando que el sonido de sus huesos desentumiéndose se oyeran, que le hicieran sentir vivo de nuevo.

“Pronto se terminarán las clases…”

Mordió su labio inferior con nerviosismo en un vano intento de detener los temblores de su cuerpo. ¿Por qué tenía que soportar, él, eso?

“Porque me amas…”

¿Por qué tenía que verse en la necesidad de evitar a la gente?

“Porque solo yo puedo estar a tu lado…”

¿Por qué, a pesar de todo lo que había vivido hasta entonces, debía seguir con ese pesar en su pecho que le oprimía sin piedad?

“Porque no puedes olvidarme…”

Sacudió la cabeza alejando todos los pensamientos que le albergaban, no servía de nada el inundarse en su mente mientras estuviera en clases o sería completamente contraproducente el asistir a ellas.

- Y esto es todo por hoy – anunció el hombre con seriedad en la voz – para la siguiente semana, no olviden que deben entregar el reporte de interfaz cuestionables sobre alguna otra aplicación de la literatura en el ámbito internacional para el progreso en la educación del hoy [1] – añadió tras guardar sus papeles y libros en el maletín café de cuero desgastado, seguramente, regalo de su ex esposa.

Los alumnos, sin perder tiempo, guardaron sus materiales, cada uno en sus respectivos bolsos o mochilas. Kouki, que hasta el momento se había encontrado escribiendo lo poco que le faltaba de la pizarra, procedió a introducir sus lápices, bolígrafos y cuadernos en la mochila negra con franjas naranjas que tenía.

“Apresúrate, Furihata-kun…”  

Tragó saliva para tranquilizar el latir estruendoso de su corazón, no con emoción, sino con temor. Se colgó la mochila en el hombro derecho y salió de la inmensa aula. Camino con rumbo a la cafetería <<Podría comer algo antes de irme>> se trató de convencer el castaño, aunque en realidad quería buscar excusas para evitar la inminente llegada a su casa.

Al llegar a su destino, notó con la mirada la poca gente que había, la mayoría estudiaba sin prestar real atención a la comida que yacía en las charolas frente a ellos, hundidos en los libros que debían memorizar y repasar para poder aprobar algún examen. Con paso calmo se adentró al área en dirección a la joven de la caja registradora para poder hacer su pedido y pagar.

- ¿Qué deseas pedir? – le preguntó con voz mecánica la chica, quien seguramente estaba trabajando de medio tiempo en ese lugar.

- Quisiera un ramen, por favor – pidió educadamente. Pagó la cantidad requerida y enseguida le fue brindado el paquete de ramen instantáneo.

Mientras quitaba el plástico que encerraba su, nada nutritivo, almuerzo caminó a la parte donde se hallaba el agua caliente en una tetera, junto con las cafeteras humeantes, llenó el contenedor para luego taparlo mientras se sentaba cerca de una de las ventanas del lugar.

“Deberías estar yendo a casa…”

Miró por la ventana, afuera yacían algunos de los docentes de las distintas carreras que se daban en el campus. <<Demasiada gente>> se dijo Furihata ensimismado ante la abrumadora sensación de asfixia que comenzaba a tener en el pecho. Sobre todo, con el clima nublado que prometía una lluvia torrencial esa noche. <<Quizá no fue tan buena idea quedarme después de clases>>.

- ¿Furi? – la voz desconocida le llamó sacándole de la ensoñación donde se había sumergido. Levantó su mirada encontrándose con un par de ojos negros que trataban de identificarlo. - ¡Si eres tú! – le dijo el chico de cabello negro al mismo tiempo que se sentaba en la misma mesa. - ¿Cómo has estado? Desde segundo año de la preparatoria que no hablamos, no había sabido nada de ti.

Kouki le miró extrañado, sin lugar a dudas, sabía que le hablaba a él, pero mentiría si dijera que conocía a esa persona.

“¿Por qué se acerca con tanta confianza?”

Se encogió de hombros observando al susodicho. El otro, al darse cuenta que no le reconocía, río un poco divertido por la expresión de su ex compañero.

- Bueno, supongo que es normal que no me reconozcas, después de todo… - el pelo negro bajo la mirada como si en el tofu que tenía delante pudiera encontrar las palabras indicadas. – Te dejé solo cuando más me necesitabas – continuó casi como un susurro. Como si se avergonzará de sus hechos.

“¿De qué habla, Furihata-kun?”

Kouki entrecerró los ojos tratando de asimilar quien era ese sujeto. Sus manos se hallaban un tanto temblorosas sobre sus muslos y sus hombros se mantenían rígidos, al igual que su cuerpo. – Lo… Lo siento p… pero yo no… - trató de explicarse el castaño negando ligeramente con la cabeza.

- Kagami me había comentado que posiblemente eso sucedería. Me dijo que si te encontraba era seguro que me hayas olvidado. Creo que es normal, después de todo lo que te dije y cuando te dejé solo a tu suerte – sonrió con tristeza, cosa que desconcertó a Furihata. – Soy Fukuda Hiroshi, estábamos juntos en el equipo de baloncesto – informó el chico jugando con sus dedos sobre la mesa bajo la expectante mirada de Kouki. – Yo… Furi – le llamó en voz baja alzando la mirada de la mesa. – Lo siento, en verdad lo siento tanto. En ese tiempo no debí dejarte solo, justo cuando más ocupabas de tus amigos y yo… yo te rechacé por la relación que habías tenido con Kuroko.

El castaño le miró perdido en sus pensamientos. ¿Qué estaba diciendo esta persona? ¿Acaso se habían conocido antes y él no le recordaba? Aunque si conocía a Kagami lo más seguro es que dijera la verdad. Pero, ¿era cierto todo lo que decía? ¿Le había tratado mal por la relación que llevaba con Tetsuya? ¿Qué había pasado? ¡¿Por qué demonios no le podía recordar?!

“Eso no importa. Lo importante aquí es saber que estamos juntos…”

Y, como si su mente hubiera sido aclarada, Kouki sonrió de manera comprensiva estirando su mano hasta tocar la de Hiroshi para darle un ligero apretón. – Amm… Verás… Yo realmente no… no te recuerdo – aclaró con una tímida sonrisa. – Lo siento, de verdad.

Fukuda sonrió ligeramente negando mientras subía la mirada para encontrarse con la castaña de su interlocutor. – No deberías disculparte. Después de todo, he sido yo quien se ha tomado la confianza para acercarse – dijo un tanto avergonzado al mismo tiempo que con su otra mano se rascaba la nuca.

Furihata le soltó sin desvanecer esa pequeña sonrisa que tenía dibujada en sus labios, se acomodó en su asiento y abrió el vaso de sopa que se hallaba frente a él. – Y… Y dime… amm… Fukuda… san – se aclaró la garganta al no estar seguro de cómo llamarle. – Dices que nos conocemos de la preparatoria, ¿me podrías decir por qué nos distanciamos?

“Estás pasando demasiado tiempo con él…”

Apretó los palillos a la vez que cerraba sus ojos arrugando el entrecejo. Soltó un ligero suspiro y los volvió a abrir encontrándose con que Hiroshi observaba y jugaba con la comida que tenía delante.

Nervioso. Temeroso. Impotente… Perdido.

Kouki se vio preocupado por el chico pelo negro. Se inclinó hacia adelante en un intento de llamar su atención. – Disculpa… Te…

“Ve a casa, Furihata-kun…”

- ¿Te encuentras bien? – preguntó con temblor en su voz. Frunció ligeramente el ceño al no tener respuesta alguna y tragó saliva, nervioso. ¿Qué debería hacer? ¿Ese chico parecía hundido en sus pensamientos? ¿Debería dejarlo ahí a su propia suerte? Después de todo, según lo que dijo ese tal Fukuda, él había hecho lo mismo.

“Déjalo ahí y vete a casa…”

¿Debería hacerlo? ¿Podría? Soltó un suspiro en resignación. Aunque ese chico, de cabello negro, le haya dicho cosas hirientes en el pasado estaba en contra de sus principios hacer tal cosa. Se levantó, dejando su comida empezada, y caminó hacia Fukuda.

- Yo… Me… Me tengo que ir, disculpa – se dispuso a tomar lo que quedaba de su ramen para tirarla a la basura. <<Es una pena que no lo haya terminado>> pensó con decepción para luego ser tomado de la orilla de su camisa. Furihata, sorprendido, giró la mirada, de nueva cuenta, a Fukuda, que era quien le había agarrado. - ¿Sucede algo? – preguntó dando espacio entre ambos.

- Yo… - su ex compañero soltó aire suave y lento entre sus labios para relajarse. – quería saber si podíamos ir a beber un rato. Ya sabes, para compensar el tiempo que no nos vimos.

Furihata le miró detenidamente, pensando en si sería buena idea. Quería llegar a casa lo antes posible, después de todo Tetsuya le estaba esperando. Además, el cielo anunciaba que pronto llovería y él odiaba el frío, le era incomoda la sensación helada cuando estaba en la cama o cuando tocaba un cuerpo luego de…

- ¿Qué te parece? – Fukuda le sacó de sus cavilaciones y Kouki, de alguna manera, se sintió aliviado por ello. Un pequeño rayo de paz y tranquilidad le embargó en su pecho y asintió con una pequeña y tímida sonrisa.

- Podríamos, pero preferiría que fuera en mi casa.

                                               *                             *                             *                             *

Hacía una hora que había salido de clases. Miraba su reloj con impaciencia por la llegada de aquel que haría el proyecto en conjunto con él. Miró a un costado y luego al otro, nada. Ni una sola pista de donde estaba. Soltando un suspiro cansino, posó su mano en su frente mostrando el estrés que se le acumulaba, hizo sus hebras rojizas hacia atrás mientras decidía hacerle una llamada. Sacó su celular del bolsillo del pantalón, marcó el número que aquel chico pelo negro le había dado.

- ¿Diga? – respondió una voz masculina y un poco ronca. La respiración, al otro lado del auricular, se escuchaba agitada y con desconcierto, cosa que no sorprendió a Seijuro, al fin y al cabo, era un número desconocido.

- Fukuda – habló con voz firme y segura, no preguntando si era el dueño, sino afirmándolo. – Soy Akashi Seijuro, tu compañero de proyecto – le recordó con molestia inyectada en la voz. – Te estoy esperando en este momento en la entrada de la universidad.

- ¿Akashi? – preguntó el otro con desconcierto y el sonido de un cierre abriéndose se alcanzó a escuchar de forma nítida. – E… Espera… No, aún no – aunque el audífono del celular fuera cubierto, se alcanzaban a oír las réplicas del pelo negro. – Perdona, Akashi, pero en este momento estoy ocupado. Si gustas…

- Creo recordar que ya habíamos aplazado bastante éste trabajo. Por ello mismo te pido que me des, en este instante, la dirección donde te encuentras para pasar por ti y poder terminar con esto – la voz de Seijuro mostraba el enojo que sentía en ese momento. Frunció el ceño mientras caminaba hacia su auto y escuchó el resoplido del otro.

- Está bien, deja te digo la dirección.

                                               *                             *                             *                             *

El sonido viscoso era ahogado por los gemidos placenteros del castaño. La cama rechinaba en cada estocada que recibía mientras él se sujetaba de las almohadas debajo de su cabeza. Pronto terminaría, al igual que Fukuda.

Apretó con fuerza el miembro que se hallaba dentro de él cuando culminó entre los abdómenes de ambos y Hiroshi dejó salir su semen en el plástico que rodeaba su pene. La respiración de ambos era irregular, al igual que los latidos de su corazón, respiraban por la boca tratando de tranquilizarse.

Kouki se estremeció al sentir como el otro salía de él y se recostó de lado para darle espacio a Fukuda.

- Eso estuvo… genial – comentó el pelo negro entre bocanadas cortas de aire. Posó su mano derecha en su propia frente y miró el techo blanco que tenía la habitación. – Que mal que no hayamos podido… seguir.

- ¿Por qué no podemos? – preguntó Furihata dejándose envolver por las cobijas y mostrando un ligero sonrojo en sus mejillas.

- Porque vendrán por mí – avisó su acompañante provocando que un escalofrío recorriera la columna del más bajo.

“Queda poco tiempo…”

El sonido de su saliva pasando por su garganta reseca resonó en sus oídos. Parpadeó un par de veces pensando de manera analítica.

- Lamento que sea así – dijo Fukuda ante la expresión del castaño y le abrazó por los hombros para pegarle a su pecho. – Pero definitivamente volveremos a hacer esto.

Furihata, ajeno a las palabras de su ex compañero, pensó en la mejor acción que debía tomar. ¿Qué hacer? Se hallaba entre la espada y la pared. Su mente cavilaba sin detenerse y, por un momento, se sintió mareado por el embriagador olor a sexo en el cuarto. ¿Qué hacer?

“Te amo, y nadie más debería tocarte, así que, deja que yo me encargue…”

Su respiración, que hacía unos segundos resoplaba con fuerza desde sus fosas nasales, se tranquilizó y se vio rodeado por una templanza que le abrazó con calidez. Su mente voló lejos de la situación que se llevaba a cabo. Se perdió, como muchas veces antes había pasado, y ni siquiera el sonido del candado que era abierto por sus manos le sacó de aquella ensoñación que le acogía.

No sintió las manos que le retenían las muñecas, ni tampoco el grito ahogado por Fukuda al ser abierto del estómago por el cuchillo entre sus dedos. No logró ver aquella mirada de estupefacción de parte del que, en su momento, se llamó su amigo. Sus ojos castaños estaban sin brillo, perdidos en algún punto de su mente, no queriendo volver a sentir la pérdida de alguien. Porque si volvía a quedar solo no lo podría soportar.

En ese caso… Lo mejor sería ser él mismo quien lo despidiera.

*                             *                             *                             *

Su cabeza repicoteaba sin cesar. Sus dedos tamborileaban contra el volante y su enojo crecía a cada segundo que se veía obligado a permanecer en aquel embotellamiento. ¿Acaso era una broma de mal gusto? Tener que recoger al desobligado compañero que le había tocado por equipo para su proyecto.

Resopló en un intento de calmarse, cuando por fin avanzaron los autos delante del suyo. Estaba cerca de llegar y el viaje le había tomado más tiempo del que planeaba. Apretó con fuerza la palanca negra de velocidades y avanzó en la calle para poder llegar a su destino.

Según lo que le había dicho Fukuda, era una casa de dos pisos con un color verdoso y un jardín cuidado enfrente. La puerta blanca y un pequeño tejado enfrente. Para Akashi, el tener que pasar por alguien, era algo inaudito y molesto en todos los sentidos. Pero debía terminar aquel trabajo y lograr ganarse las buenas miradas de sus padres y de los directores de compañías que deseaban seguir en contacto con la gran corporación que pronto heredaría.

Detuvo el auto frente a la casa señalada, verificó con la mirada que fuera el número correcto y bajó del carro.

El dolor en su frente persistía y lo único que deseaba era acabar con eso de una vez por todas. Presionó el timbre una vez y esperó con la poca paciencia que le quedaba. A su alrededor, sin ser cubierto el jardín, comenzaba a llover poco a poco y en su mente apresuró al dueño de la casa mientras observaba sus zapatos cafés de Lacoste. Como si fuera escuchado, unos pasos resonaron al otro lado de la puerta que se abrió segundos después.

- Buenas tardes, vengo a recoger a Fukuda Hiroshi – dijo alzando los ojos topándose con la mirada castaña que se había quedado prendada en su persona. Frunció, ligeramente, el ceño al observar al chico frente a él, ahí plantado sin decir palabra. Parpadeó un par de veces a la vez que su pecho era introducido a un mar de sentimientos que no supo denominar.

- B… Buenas tardes… - saludó el otro evitando su mirada con nerviosismo notable. Sin soltar la manija de la puerta, mordió su labio inferior antes de seguir hablando. – F… Fukuda se fue hace un… un momento, dijo que… tenía cosas que hacer.

Akashi, quien observaba con detenimiento cada gesto del rostro que no podía reconocer, asintió apretando los labios. << ¿Dónde lo he visto antes? >> se dijo el pelirrojo buscando la mirada del castaño. – Ya veo, en ese caso, ¿sabes, de casualidad, a dónde se dirigía?

Kouki tembló y Seijuro alcanzó a notar cierto pánico en sus facciones. Algo no andaba bien. << ¿Kouki? ¿Era ese su nombre? >> se ensimismo en sus cavilaciones mientras intentaba aminorar las punzadas fuertes que se presentaban en su cabeza, su corazón se aceleró sin razón alguna. No obstante, se olvidó de ello al ser rodeado de obscuridad impenetrable en su alrededor escuchando el corto grito proveniente del otro y una voz en su cabeza que resonó con una frase.

<< “Furihata Kouki… Al fin te encuentro…”>>

                                               *                             *                             *                             *

Había despertado en el sofá de su sala de estar. Miró alrededor confundido de cómo había llegado ahí, pero su mente se vio inundada por nebulosos recuerdos fugaces. Rojo y blanco se entremezclaban. Un brazo, una pierna, todo siendo consumido por un líquido verdoso que burbujeaba al contacto de la piel y carne. Un olor nauseabundo que le hacía querer regresar el almuerzo y un ahogado gemido estremecedor, de pánico, de miedo.

“No deberías pensar en eso…”

Sacudió la cabeza para alejar aquellas imágenes borrosas y se levantó del sillón para ir al baño. Se ducharía con tranquilidad quitando los resquicios de sudor que le hacían sentir incómodo y después cenaría tranquilamente y dormiría hasta el día siguiente.

Al llegar al baño abrió la llave para poder llenar la tina. Mientras tanto, caminó a su habitación donde notó el cambió de sábanas que tenía su cama y una pequeña, casi diminuta, mancha roja se veía en la pared. Se acercó con paso lento a ésta para tocarla sintiendo el líquido en la yema de su dedo.

¿Qué era eso?

“No te olvides del baño…”

Rápidamente corrió para cerrar el grifo de agua, la tina estaba hasta la mitad y bufo molesto por haberse dejado influenciar por él. Hizo un ligero puchero inflando sus mejillas sonrosadas y se dirigió de nueva cuenta a su habitación.

“Te ves tan lindo así…”

Su rostro enrojeció hasta sus orejas y rebuscó entre los cajones la ropa interior que usaría. El timbre de la casa le sorprendió, no esperaba visitas. Bajó con rapidez las escaleras con una alegría inexplicable, como si se sintiera, en cierta manera, liberado del estrés de la universidad.

Abrió la puerta y vio una cabellera rojiza que se movía a compás del tenue viento que hacía. Sus ojos se abrieron con terror, ¿qué estaba haciendo el ahí? Kouki se sorprendió por la pregunta en su mente, ni siquiera conocía al tipo. Entonces la verdadera preguntaría sería, ¿quién era esa persona?

- Buenas tardes, vengo a recoger a Fukuda Hiroshi – dijo el pelirrojo alzando la mirada haciendo que Furihata se estremeciera y un inexplicable temor le invadiera paralizando su cuerpo. Sus ojos castaños observaron aquellos rojos orbes que parecieron atravesar su alma.

“¡Aléjate de él ahora mismo!”

Su cuerpo fue invadido por el temblor desde sus rodillas, por lo cual se sujetó con fuerza de la manija de la puerta dándose cuenta de que sus manos comenzaban a sudar inexplicablemente. Mordió su labio inferior ante el punzón que su pecho recibía sin piedad y evitó la mirada rojiza que le escudriñaba hasta la último de sus facciones.

- B… Buenas tardes… - dijo su voz temblorosa. Su mano se hallaba ansiosa por cerrar la puerta ante el desconocido y deseaba no volver a topárselo. Pero en su mente, bajo una especie de neblina que le evitaba ver correctamente, podía recordar que había visto aquel cabello tan llamativo. Haber escuchado esa profunda voz con un tono más autoritario. Y una mirada distinta, pero al mismo tiempo tan parecida. - F… Fukuda se fue hace un… un momento, dijo que… tenía cosas que hacer – se excusó, aunque en realidad no recordaba exactamente el momento en el que se había retirado.

– Ya veo, en ese caso, ¿sabes, de casualidad, a dónde se dirigía? – preguntó el otro mientras parecía querer que le viera. Furihata se encogió de hombros con una combinación de vergüenza y miedo. Negó ligeramente, tanto que inclusive llegó a pensar que aquel chico no lo notaría. Sólo quería que se fuera, no le gustaba la manera en que invadía su mente.

“¡Cierra la puerta, Furihata-kun! ¡Ahora mismo!”

Se movió por inercia al ver cómo caía el cuerpo frente al suyo. Su corazón se estremeció cuando le sostuvo en brazos e inmediatamente miró alrededor para darse cuenta que no había ojos curiosos alrededor. Con precaución, lo metió hasta llevarlo a la sala de estar, donde lo deposito en el sofá mientras intentaba saber qué hacer con aquel pelirrojo.

                                               *                             *                             *                             *

Su cabeza le devolvió en sí permitiéndole abrir los ojos. Se hallaba en una sala con paredes blancas y un ventanal frente a él. La lluvia sonaba afuera del lugar mientras se sentaba en el mullido sofá. ¿Dónde estaba? No lo sabía, y lo único que le importaba era saber la ubicación del castaño que le recibió hacia un momento. Escuchó sonidos provenientes de, lo que dedujo, era la cocina. Con movimientos rápidos se volvió a recostar tomando la misma posición que, segundos antes, tenía.

- Al parecer aún no despierta – escuchó decir a su anfitrión. ¿Había alguien más ahí? ¿Sería el compañero que había ido a recoger el otro? No importaba, él mismo se encargaría de deshacerse de las molestias indeseables para poder hablar con Kouki. - ¿Crees que sea anemia? Espero que no, no sabría qué hacer.

Akashi evitó sonreír. Si tan sólo ese chico supiera que había vuelto, que, por fin después de tantos años, se podrían volver a reencontrar. Él nunca le había olvidado, nunca salió de su cabeza. Sin embargo, con la aparición del otro y que volviera a tomar lugar en aquel cuerpo, se había visto interrumpido de sus planes al perder el control.

<< “¿Qué quieres con él?”>>

Ignoró la pregunta y abrió los ojos encontrándose con el castaño poniendo dos tazas llenas de té en la mesilla de mármol que estaba en medio de los dos sillones del lugar. Parpadeó unas cuantas veces fingiendo no saber dónde se hallaba, miró alrededor y se levantó, todo siendo observado por aquellos orbes cafés que poseía Kouki.

Seijuro era bueno para actuar, bastante bueno. O al menos éste Seijuro. Podía engañar con facilidad y sin remordimiento alguno a quien quisiera, y ese castaño no era una excepción, o al menos no en ese aspecto.

- ¿Estás bien? – preguntó el castaño y le acercó la taza de té caliente, la cual fue sostenida por el pelirrojo mientras asentía. – Menos mal, creí que te había pasado algo malo – dijo con alivio y una pequeña y casi imperceptible sonrisa haciendo que se dieran a notar un poco más las ojeras que tenía debajo de sus ojos.

<< “¿Será que no duerme lo suficiente?” >>

- ¿Dónde estoy? – inquirió dando un corto sorbo a la taza que tenía en las manos. Un sabor agrió, pero agradable, le pasó por la garganta y degustó el té cerrando los ojos. Tomar eso era perfecto para el momento de lluvia que yacía fuera de la casa y la baja temperatura que inundaba aquella casa.

- B… Bueno – inició su respuesta el castaño sentado en el otro sofá y rascó su mejilla con nerviosismo que no fue pasado por alto por el pelirrojo. – Estás en mi casa, no sé si recuerdes que habías venido a recoger a alguien.

- Lo recuerdo – concordó Akashi dando otro corto tragó del brebaje. - ¿Cuál es tu nombre?

- Furihata… Kouki – contestó el chico a la vez que tomaba su taza para beber del té caliente. - ¿Y el tuyo? – Kouki ladeó ligeramente la cabeza cuando preguntaba. Un gesto que Akashi recordó del pasado, del pasado de ambos, y el cual Furihata seguramente había borrado de su mente.

¿Razón? Porque Kouki hacía eso. Porque ese era su defecto.

Furihata Kouki borraba todo lo desagradable de su mente.

- Akashi Seijuro – contestó sosteniendo con ambas manos el recipiente para calentar sus manos. Miró por algunos segundos el agua verde en éste, pensando. ¿Cuál sería la mejor manera? ¿Cómo podría hacer que le recordará? ¿Qué debería hacer para que volviera a ser suyo? Y de pronto, a su mente llegó la conversación que, aquel, había tenido con Fukuda anteriormente.

<< “Dijo que estaría aquí…” >>

Era absurdo pensar que se hubiera retirado del mismo lugar donde habían acordado encontrarse. <<Algo no anda bien>> pensó alzando la vista hacia la persona de Furihata, quien miraba ensimismado por la ventana mientras sostenía con sus manos aquella taza gris, parecía perdido en su mente, o en algún punto del ventanal que dejaba ver cómo las gotas de lluvia se escurrían por el cristal; una cortina de color melón cubría el interior de la casa para las miradas de los transeúntes, pero era lo suficientemente delgada cómo para lograr percibir si alguien andaba cerca. Bastante cerca.

- Kouki, debo preguntarte algo, y quiero que me respondas con sinceridad – habló el pelirrojo siguiendo la mirada de Furihata hacia la ventana. Dio otro corto sorbo al té en lo que esperaba la respuesta.

- Por supuesto, dime – respondió con notable confusión el castaño. Y en la mente de Akashi vino el recuerdo de la “despedida” que había tenido. Las paredes blancas, los cintos de piel sujetándole a una cama, su garganta reseca por tanto gritar, la desesperación de que se alejarán; todo eso era parte de su pasado y también de su presente, el otro se dio cuenta del porque había flaqueado, porque se había visto libre de tomar, de nuevo, el control de su cuerpo. Era por ese chico.

<< “¿Quién es él?” >>

Detuvo el mar de recuerdos que comenzaba a tener. Eso le pertenecía, a él y sólo a él. Kouki le pertenecía, y nadie podría volver a alejarlo de su lado. Nunca más. No lo permitiría.

- ¿Qué paso realmente con Fukuda Hiroshi? – su voz sonaba serena, tranquila. Pero es que ya no le sorprendía. No era la primera vez que le preguntaba al castaño por alguien y, sabía, recibiría la respuesta de siempre.

- No conozco a ningún Fukuda Hiroshi

                                               *                             *                             *                             *

Desde que había recostado en el sofá de su sala al chico pelirrojo se había sentido bastante inquieto. Además, Kuroko no parecía estar tranquilo, estrujaba su pecho sin piedad haciendo que sus ojos se nublaran en lágrimas. Sus dientes temblaban y no sabía la razón exacta de ello.

La tetera en la estufa le sacó de sus pensamientos al soltar un silbido que avisaba que el agua ya estaba hirviendo, apagó la estufa y sirvió el té en dos tazas para luego llevarlas a la sala. Miró de reojo al chico que dormía en el sillón preguntándose la razón por la que hubiera desmayado.

“Deberías sacarlo…”

- Al parecer aún no despierta – dijo en voz alta con preocupación. Intentó acercarse para moverlo, tenía muchas preguntas que en realidad no quería hacer. ¿Se conocían? Y si era así, ¿dónde se conocieron? Al parecer solía olvidar a la gente, aunque no sabía el porqué.

“Es sospechoso que haya perdido el conocimiento…”

- ¿Crees que sea anemia? Espero que no, no sabría qué hacer – habló con voz temblorosa por el miedo de que pasará algo malo. No podía decir que se preocupaba por el pelirrojo, después de todo, ni siquiera se conocían. Aunque la sensación de haberlo visto anteriormente permanecía en él, al igual que el miedo que se presentaba cada que intentaba recordarlo. ¿Qué era lo que le asustaba? ¿Por qué sentía esa inquietud cuando pensaba en que quizá lo recordaría y no fuera algo agradable?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el despertar del otro. Observó cómo se levantaba con confusión, era imposible que se conocieran. - ¿Estás bien? – preguntó a la vez que le acercaba la taza llena de té verde caliente, seguramente eso le haría sentir mejor. El pelirrojo asintió y Kouki dejo salir el aire que había contenido sin darse cuenta. Al menos ya no tendría que llamar a la ambulancia o algo parecido. - Menos mal, creí que te había pasado algo malo – sonrió, o al menos eso intento, pero el cansancio de los días anteriores sin poder dormir, ya fuera por las tareas o por Tetsuya que no le dejaba en paz, le hacía tener unas ojeras que poco a poco eran más evidentes.

- ¿Dónde estoy? – inquirió el chico que bebía del té. Al parecer si estaba bien. <<Que bueno que no se halla mareado ni nada parecido>> pensó el castaño y dio un ligero apretón a su taza ante el frío aliento que sintió sobre su cuello. Estaba cerca.

“Despídelo…”

Tragó saliva pesadamente e intentó tranquilizar el temblor de sus manos. – B… Bueno, estás en mi casa, no sé si recuerdes que habías venido a recoger a alguien – aunque dijera eso, para él mismo las palabras habían salido casi en automático. ¿Recoger a alguien? ¿A quién? Si no mal recordaba, desde hace bastante tiempo nadie le visitaba, nadie le hablaba, y para él estaba bien. No quería que nadie se acercará. <<No, él no quiere que nadie se acerque>>.

- Lo recuerdo – habló el chico de cabellos rojos y ojos dispares. ¿Desde el inicio los había tenido así? Bueno, era más que obvio, no es como si pudiera cambiar de color de ojos, era simplemente imposible. - ¿Cómo te llamas? – le preguntó mientras volvía a dar otro sorbo del té. ¿Lo hacía para tranquilizarse o para verse hacer casual su pregunta?

“Despídelo, Furihata-kun…”

La intranquilidad le envolvió de tal manera que hacía estremecer su cuerpo. Sujetó con fuerza el recipiente en sus manos bajando la mirada. Debía tranquilizarse, no había nada malo que pasará. Todo estaba bien. Lo único que tenía que hacer era terminar su té, al igual que el otro tipo, y decirle que no sabía nada, que quizás se haya equivocado de casa y que se fuera sin más. – Furihata… Kouki, ¿y el tuyo? – dijo luego de dar el primer trago a su brebaje. Ladeó la cabeza en un gesto de interrogación, algo que solía hacer sin proponérselo. Algo que le gustaba a Kuroko.

- Akashi Seijuro – escuchó que le respondieron, pero desconocía el gesto que hacía el otro. Se dedicó a observar la ventana, pensando. Aquel nombre le resonaba en la mente una y otra vez como un eco en una cueva. ¿Quién era ese chico? ¿Dónde había escuchado ese nombre anteriormente? No podía recordarlo, por más que lo intentará.

“No pienses en eso…”

“Olvídalo todo…”

Se perdió en las gotas de lluvia que resbalaban por el cristal de su ventanal, ¿tendrían frío las gotas? ¿sería el mismo frío que él tenía que pasar cada que Tetsuya se hallaba cerca? Cuando dormía, cuando llegaba a casa, cuando estaba cerca de alguien. Cuando todo en su mente parecía ser un caos.

- Kouki, debo preguntarte algo, y quiero que me respondas con sinceridad – escuchó que le llamaron, pero pareciera que él mismo había salido de su cuerpo, perdiéndose en sus memorias, pocas, borrosas memorias. ¿Qué era lo que pasaba? No lo sabía, pero se dejó llevar por una revolución de sensaciones agradables que parecían invitarle a dormitar. A cerrar sus ojos y dejar hundirse en la oscuridad donde podría estar con Kuroko de nuevo. Donde sólo ellos dos existían.

- Por supuesto, dime – contestó sin prestar demasiada atención, pero con un tono de confusión ante la interrogación que tenía Seijuro. <<Seijuro… ¿Quién eres, Akashi Seijuro? >> se dijo a sí mismo no queriendo recordarle. Su mente se llenó de un blanco puro que pocos segundos fue tragada por una oscuridad casi palpable.

- ¿Qué paso realmente con Fukuda Hiroshi? – la voz de Akashi parecía no esconder nada, o al menos eso le pareció. Fukuda, ¿quién era ese Fukuda del cual le hablaba? No lo sabía, no recordaba a alguien con ese nombre.

- No conozco a ningún Fukuda Hiroshi – respondió con sinceridad y sonrió ligeramente sin despegar su mirada de la lluvia torrencial que se desataba fuera de su casa. ¿Sería correcto dejar ir a una persona con una lluvia tan fuerte? No, su deber era darle una bienvenida a aquellos que se quisieran refugiar del agua fría y, también, debía despedirlos como se debía. Un adiós definitivo.

- ¿Y qué me dices de Kuroko Tetsuya? – volvió a hablar Akashi. Kuroko, a él si lo conocía, ¿cómo podría olvidarlo? Era el amor de su vida, aquel que le dejó sólo. No podría perdonarlo. Nunca lo haría. Lo había abandonado a su suerte, aun cuando se entregó por completo por él, aun cuando le prometió amor eterno; aun cuando… lo amaba tanto.

- Kuroko Tetsuya ya no existe – contestó con voz monótona y Seijuro se dio cuenta de que todo comenzaba a tener sentido. Si Kuroko no estaba, él podría tomar su lugar. Porque Kouki nunca olvidaba a Tetsuya, siempre pensaba en él. Para el castaño, Kuroko era el único que le comprendía, que le consolaba. Pero él ya no estaba.

- Quiero tomar su lugar – indicó el pelirrojo siendo seguido por una risita corta y suave por parte de Furihata. ¿Tomar su lugar? ¿Acaso sabía lo que eso significaba? No, nadie lo sabía, nadie comprendía.

- Si ese es tu deseo, no lo reprocharé – dijo el castaño volviendo su vista a los ojos heterocromáticos que le observaban con ahínco. Inclusive si tenía que ser ese chico, él mismo se encargaría de despedirlo. Jamás perdonaría a aquellos que lo habían abandonado. Nunca.

Akashi depositó la taza en la mesilla y se levantó para acercarse al castaño, sin despegar su mirada tomó su mentón para acercar sus labios con cuidado. Un roce, corto, tibio, suave. Kouki le correspondió el gesto, tímido, tembloroso.

Al separase se miraron a los ojos. ¿Qué era esa sensación de nostalgia que sentía Furihata? Le oprimía. Sintió como era despojado de su taza caliente de té por el pelirrojo. Se acercó de nueva cuenta a sus labios y Kouki le detuvo. El castaño parecía fuera de sí, ¿podría seguir con eso? Aquellas manos le parecían conocidas, pero a la vez tan nuevas que no sabía que pensar.

- ¿Qué pasa? – inquirió Seijuro, aunque sabía que es lo que pediría el otro. Puede que los demás no supieran, que fueran ingenuos, pero él era distinto y Furihata lo sabía. Quizá no le recordará, sin embargo, él mismo se encargaría de obligarlo a que lo hiciera.

- ¿te… te gustaría que… fuéramos a mi habitación? – preguntó con voz baja, un susurro apenas audible. Para Akashi le pareció tan frágil, pero al mismo tiempo tan peligroso.

- No, quiero que Tetsuya vea que ahora eres mío – contestó con dureza en su voz. Kouki alzó la vista con miedo, con terror. Ahora lo recordaba, aquellas manos que ahora le obligaban a recostarse en el sofá, anteriormente le habían tocado de igual manera. ¿Dónde?

Sus ojos se cerraron al ser besado con brusquedad y el calor de la respiración contraria sobre su mejilla le hizo estremecer. Su memoria le llevó a un cuarto blanco, que era inundado por la noche, y la luz de la luna se colaba por la única ventanilla que había hasta arriba. Su cuerpo siendo tocado con manos calientes, que le hacían arder. Había algo distinto en ese chico.

- Sei… - pronunció su nombre de forma ahogada. Sus ojos se llenaron de lágrimas, ahora sabía el porqué de sus inquietudes. Akashi Seijuro, la única persona que había logrado entenderle. Aquél que sufría lo mismo que él. Aquél que también había sido encerrado en un hospital psiquiátrico. El único que no había logrado ser despedido por Tetsuya.

- Kouki… - dijo Akashi contra su cuello, haciendo estremecer al castaño. Retiró la camisa de éste para comenzar a lamerle con dedicación, dejar marcas en aquel pecho moreno. Por fin le recordaba, por fin sería completamente suyo. Kouki ahora entendería que no lo dejaría ir por segunda vez.

El pelirrojo besaba y chupaba los botones rosados de Furihata, deleitándose con las reacciones de éste. Con su otra mano desabotonaba el pantalón y bajó en besos por todo su abdomen a la vez que retiraba la ropa con sus manos.

- ¡Ah! – el gemido salió sólo de sus labios cuando Seijuro le masturbó luego de repartir besos cerca de su miembro despierto. Con ambas manos sujetó aquella cabellera rojiza que daba besos en sus piernas temblorosas dejando marcas que próximamente se volverían en moretones visibles.

Akashi acercó tres dedos a su boca, indicándole que los lamiera. Furihata entendiendo el mensaje, los engulló con la boca sin pudor alguno, cerrando sus ojos y deseando que fuese el pene de Seijuro el que estuviera en su cavidad. Lamió y chupo de ellos, sacándolos y metiéndolos como si de la erección del otro se tratará. El emperador se deleitó con la vista y su miembro despertó por completo haciendo que tuviera que desabrochar su pantalón.

- Con eso es suficiente – dijo con voz ronca por la excitación, retiró los dedos de la boca del otro y recibió un jadeo en molestia por parte de éste. – Mientras lame esto – indicó a la vez que le mostraba su miembro a Kouki. Furihata agarró con ambas manos la erección para meterla a su boca saboreando el amargo pre semen que desprendía.

Mientras tanto, Akashi se encargaba de preparar la entrada del castaño usando sus dedos, observaba a Kouki lamer y chupar su pene erecto haciendo que se excitará aún más, de vez en cuando sacaba la erección de su boca para lamer los testículos del pelirrojo y meter uno a su boca recorriendo con su lengua la piel que se le exponía. Akashi metió el primer dedo en la cavidad, pero Furihata parecía no molestarle, cosa que le enojo.

- ¿Lo hiciste con Fukuda? – preguntó con molestia notable el pelirrojo y Kouki asintió sin dejar su tarea en hacerle sentir bien con su boca. Akashi se despegó y puso al chico en cuatro sobre el suelo, le obligó a levantar el trasero mientras su rostro tocaba el frío suelo. – Pídemelo, Kouki. Ya sabes cómo hacerlo, ¿no? – ordenó mientras se masturbaba poniéndose de rodillas detrás del mencionado y repartía besos en sus glúteos siendo intercalados con mordidas en las piernas.

Furihata, sintiéndose ansioso y abochornado, abrió sus glúteos con ambas manos dejando ver su ansioso ano al pelirrojo. – Por… Por favor… Seijuro – rogó con lágrimas en los ojos, más por el placer que por la vergüenza. Su respiración estaba agitada y su cuerpo se estremecía por la necesidad de ser penetrado por aquel trozo de carne duro.

- Por favor, ¿qué? – interrogó Akashi a la vez que metía sólo la punta de su erecto pene. Quería entrar en Furihata, añoraba ser apretado tan deliciosamente por aquellas paredes internas que poseía el castaño y que le hacían delirar de placer. Pero debía educar a Kouki, hacerle entender que no permitiría que nadie más le tocará. – Dilo… - incitó al otro mientras frotaba su sexo con aquella cavidad excitándose con la expresión que tenía el otro por el deseo de que entrará en él.

- En… Entra en mí… Sei… - imploró Kouki y tragó saliva sin poder esperar a que le partiera en dos. – Métemela – añadió en ruego y sus manos apretaron su propia carne al ser penetrado de una sola estocada, su espalda se había levantado cuando soltó un fuerte gemido, usando sus manos para sostenerse del suelo, y sus lágrimas descendieron por sus mejillas ante el placer que recibía. Akashi repartía besos en su espalda y nuca que le hacía temblar de excitación.

- Muy bien, Kouki. De ahora en adelante sólo yo te tomaré – informó volviendo a poner el torso desnudo de Furihata en el suelo. Con ambas manos le sujetó por las caderas y salió de él para luego arremeter con fuerza dentro de aquella deliciosa cavidad. Las corrientes de placer le llegaron desde su falo hasta su nuca invitándole a repetir la acción.

Kouki se aferraba con fuerza al suelo mientras soltaba gemidos de su boca en cada estocada que recibía. Sus ojos lloraban por la excitación y resbalaban por sus sonrojadas mejillas, trataba de mover su trasero al compás de las penetraciones que le daba Akashi y se impulsaba contra el miembro erecto que le violaba sin piedad.

Su vista se alzó encontrándose con la fotografía de Kuroko en el altar. Ahora entendía por qué Seijuro quería tomarlo en ese lugar. Amaba a Tetsuya, pero éste se había ido y ahora Akashi tomaría su lugar. Y eso tenía que quedar claro para ambos.

- ¡Mn~! – su pecho fue sostenido por el pelirrojo para levantarlo y que se dejará caer sobre su erección. Kouki rebotó contra el miembro que se adentraba en él sacándole de sus pensamientos, se sostuvo con las manos de las piernas de Akashi para brincar y auto penetrarse con aquel trozo carne. - ¡Ah~! S… Sei… ¡Mnha!

- No te… distraigas – ordenó Seijuro y se movió con más ímpetu en su interior, con una de sus manos masturbó el falo de Furihata y dirigió su boca al cuello del castaño dejando varias marcas que mañana se presentarían como una declaración de que era suyo. Su otra mano la llevó a la cadera de Kouki y le movió con más rapidez logrando sacar gemidos del castaño. Su castaño.

- S… Sei… No puedo… ¡Ah! – avisó Kouki y fue puesto de nuevo en cuatro. Se sostuvo con sus manos del piso y Seijuro recargó su torso en su espalda para tomar sus manos y entrelazar sus dedos.

- Vamos, Kouki… Gime para mí – susurró cerca de su oído y comenzó a moverse con velocidad llenando la sala del sonido de sus pieles chocando. Movió sus caderas contra Furihata con fuerza, adentrándose hasta lo más profundo que podía, mordía con fuerza al castaño debajo de él, desde su hombro hasta su cuello y detrás de su oreja dejaba sus dientes clavados haciendo enrojecer la piel de Kouki.

Ambos culminaron al mismo tiempo. Furihata dejo salir su semen en el suelo a la vez que su cuerpo se tensaba por el orgasmo que tenía y Seijuro soltó su semilla en su interior, llenándolo por completo y sin dejar de moverse, dando estocadas lentas en su interior.

- Te amo, Kouki…

- Y yo a ti, Sei…

                                               *                             *                             *                             *

La televisión yacía encendida en la sala de estar a un bajo volumen apenas perceptible. En la cocina se escuchaban los trastos siendo lavados por Furihata, para luego ser secados y guardados en la alacena.

Una vez que finalizó se dirigió al sofá para sentarse y recostarse en éste, tomó el control que se hallaba en la mesilla de en medio y subió el volumen para evitar el silencio del lugar.

“Cambiando de noticia, la repentina desaparición de Fukuda Hiroshi se ha vuelto un completo enigma para los oficiales de policía, puesto que, siguiendo con su rutina, no se puede encontrar algún tipo de conexión con su…”

La televisión fue apagada y Kouki cerró los ojos poniéndose boca arriba para mirar el techo. Ya nada de eso importaba. Miró de soslayo donde anteriormente se encontraba el altar con la fotografía de su difunto novio. ¿Qué estaría haciendo ahora? ¿Qué pensaría de él ahora? No sabía ninguna de las respuestas. No obstante, en su mente se hallaban los recuerdos que le habían sido robados por su propia memoria, por su propia locura. ¿Volvería a enloquecer? Podría ser.

- ¿Qué estás haciendo? – le preguntó una voz masculina y al cambiar su vista hacia arriba se encontró con la mirada roja de Akashi. Sonrió y le dio espacio en el sillón para que se recostará a su lado, cosa que el pelirrojo no le negó.

- Sólo estaba pensando – contestó en un susurro mientras se acomodaba en los brazos del otro. – Lamento que te veas obligado a permanecer a mi lado – añadió con culpabilidad.

Seijuro acarició sus cabellos con una mano a la vez que con la otra le abrazaba por la cintura. – No digas eso – dijo con voz tranquila negando con la cabeza. – Ya te he dicho que tanto yo como el otro te amamos y permaneceremos juntos…

Furihata alzó la mirada para encontrarse con los ojos heterocromáticos de Akashi. No sabía exactamente qué tan ciertas eran esas palabras, pero con el hecho de saber que siempre estaría a su lado le era suficiente.

Se amaban igual. Eran iguales.

Enloquecían igualmente.

Juntos por siempre.

 

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Se merece un review? ¿No? (:D) Bueno, lo dejo a su criterio. Sin embargo, me gustaría saber sus comentarios y opiniones. 

Sinceramente, batallé mucho en escribirlo porque al principio sería algo así como que desde que se conocieron Akashi y Furihata, pero luego me di cuenta que sería excesivamente largo, así que lo descarté -¡llevaba 4 hojas escritas!-. 

Luego me vino a la mente que comenzará con un tipo de tortura de Furihata provocada por Akashi, pero sería de manera sexual, y luego cómo se llegó a eso, pero no quería diferenciar demasiado del antiguo one shot que le precedió a éste, así que también lo descarté. 

Al final salió esto, pero creo que no es muy alejado de lo que deseaba, como que lleva un poco de ambos. 

Espero sus reviews con la opinión que tienen sobre el Fic, les contestaré. Y aprovechó para avisar, que hoy mismo estoy comenzando con mi nuevo one shot "Pequeño Sei"

¡Antes de que lo olvide! (D': ya lo estaba olvidando). Aclaraciones:::

(1): Esto lo escribí sin saber exactamente quequería decir (xD). No tiene algún sentido común, sólo un juego de palabras complicadas para dar apariencia intelectual y profesional.

Nos vemos en el siguiente one shot OwO)/"


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).