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Azul Medianoche por KatsumiKurosawa

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Notas del fanfic:

No lo había subido por aquí porque pensé que no tenía caso con tantas chicas abandonando amor yaoi... pero bueno. Esta es la secuela de Rojo Relativo que nunca pensé en escribir.

Bienvenidas xD

Notas del capitulo:

Advertencia: Esta historia está ligada a Rojo Relativo, un fanfic que escribí hace casi dos años... quizá más, no recuerdo xDDD así que muchas cosas de ese fic serán mencionadas. Si no lo han leído, es hora LOL


Notas del autor:


Bien, yo sé que dije que la historia no daba para más y me urgía matarla -Rojo Realtivo LOL por eso tuvo un final tan pinche- pero años después pensé en esta historia y en vez de hacer otra historia de vampiros, decidí ligarla a RR. Las chicas que siguieron RR, saben que fui media hija de la chingadísima escribiendo ese fic xDDDD


Les informo, niñas salvajes <3 que seré igual de perra en esta. Está en mis venas. Las amo y gracias por el amor que me dan C: <3 <3 <3


Con ustedes, Azul Medianoche -llamado así por el color de ojos de Jiyong en el fic- enjoy C: <3

Azul Medianoche

Por Katsumi Kurosawa

Capítulo 1

Vacío

Whatever it is, it'll keep till the morning
Haven't we both got better things to do?
Midnight blue
Even the simple things become rough
Haven't we had enough?

Melissa Manchester - Midnight Blue

 

Jiyong miró por la ventana mientras llovía.

El cristal estaba empañado, pero dejaba ver las gotas resbalándose y llegando hasta la base para convertirse en un charco justo en el balcón.

Tenía la sensación de que esa lluvia la había pasado en condiciones distintas, rodeado de unos brazos que le protegían. Pero no recordaba nada más.

─Ji… tengo hambre. ─la hermosa jovencita le miró con aquellos melancólicos orbes azules.

─Sí, sí, Jennie… voy… ─sonrió y se dirigió a la cocina.

Jiyong estaba encargado de sus pequeños hermanos Kwon Jennie de 16 y Kwon Junhong de 13. Su tía estaba en la oficina, aún a su edad seguía trabajando. Era la tía Lydia la cual vivían y él se hacía cargo de sus hermanitos mientras ella volvía.

Distraídamente sirvió el Jajangmyeon.

Era 14 de abril. El día negro.

El día en que la gente soltera se reunía. Jiyong amaba el jajangmyeon pero ese día en especial, se sentía deprimido al respecto.

Era un hombre soltero.

No había un amor a su lado… pero estaba seguro de que lo había tenido y uno muy intenso… sólo que no podía recordarlo.

Sus pequeños hermanos se sentaron a la mesa a devorar el jajangmyeon mientras bromeaban sobre su estado civil. Sin embargo, Jiyong no sonrió ni un poco.

Los dos chicos de ojos azules callaron. Lo observaron más atentos y menos insensibles. Sabían que algo estaba pasando con Jiyong.

─ ¿Estás bien, Ji? ─preguntó Junhong, con la cara llena de la salsa de los fideos.

─No. ─confesó con simpleza y miró su plato con los ojos llenos de lágrimas.

─No estaba hablando en serio Jiyong… no te quedarás a vestir santos… ─el niño menor se sintió culpable por su comentario previo. Sin embargo, no sabía que Ji ni siquiera había escuchado.

El chico agachó la cabeza y sus lágrimas se escaparon. Sus cabellos castaños eran tan largos que cubrían a la perfección sus ojos inundados.

─Ji… perdóname, en serio, no fue mi intención… ─Junhong miró a su hermana con angustia y tomó la mano del mayor.

─No es eso… es que yo… comienzo a desesperarme… ─los labios le temblaron─ No recuerdo nada… sé que algo muy importante en mi vida está desvaneciéndose en alguna parte de mi corazón y eso… me… angustia, me desespera yo… estoy perdiendo algo vital y no sé lo que es.

Los chicos se miraron entre asustados y angustiados.

La amnesia. Hacía casi un año que Jiyong tenía amnesia. Un accidente de coche había acabado con alguna parte de su memoria y no podía recuperarla.

Recordaba todo, sí. Todo, menos eso. Lo que “eso” fuera.

Recordaba que había estudiado Artes dramáticas. Recordaba a su familia, a sus compañeros de clase. Recordaba su infancia. Recordaba todo menos los últimos años de su vida…

Sólo tenía motas borrosas de él en la escuela y todos sus conocimientos de arte intactos. Menos “eso” porque “eso” estaba en la obscuridad en algún rincón de su cabeza, luchando por salir.

Tenía con “eso” la sensación de cuando se tiene una palabra en la punta de la lengua.

─Ji… cálmate ─Jennie habló con ternura tosca y acarició torpemente los cabellos del mayor quien alzó aquellos bellos ojos tristes para suplicarle que le dijera, si sabía, aquello que no recordaba.

─ ¿Qué estoy olvidando? ─susurró como si ella supiera exactamente el qué. La chiquilla arrugó los labios y soltó lentamente a Ji.

─Sabes que el doctor dijo que debías recordar por tu cuenta, no podíamos decirte… cosas… ─vaciló mirando a su hermanito como si ambos supieran lo que el castaño no.

─Dijo que… podríamos cambiar tu juicio sobre algunas cosas, Ji… no podemos hablar por tu bien… ─el chiquillo sonrió resignado.

─En verdad… estoy tan harto…

Se levantó de la mesa para tomar aquella mochila que usaba para salir y escapar de la casa escuchando las voces de sus hermanos tras de él.

Correr. Sólo quería correr hasta perderse y perdido, encontrarse a sí mismo. A la mierda con sus hermanos, estaban grandes ya para cuidarse solos.

Él tenía problemas más grandes ahora, en su cabeza...

Estaba harto de ese sentimiento de vacío. De estar incompleto ¿Incompleto por qué? ¿Quién faltaba?

─ ¿Jiyong?

Levantó la vista para encontrarse con aquel rostro conocido.

─Jiyong, estás empapado… ─aquel hombre de lentes negros se acercó al chico y lo pegó a su cuerpo, bajo su paraguas─ ¿Estás bien?

Los ojos acuosos de Jiyong sólo le hicieron deducir que no lo estaba y dejó que se aferrara a su pecho y llorara.

Lloraba sin poder contener el dolor de su pecho. Lloraba porque su vida no estaba completa y sabía que alguna vez lo había estado.

Lloraba porque no recordaba un lapso específico de tiempo. O es que no recordaba… ¿A alguien?

─Haesol… por favor… llévame a tu casa… ─sollozó y se aferró a la espalda del muchacho rubio que le rodeaba con un solo brazo y con el otro sostenía la sombrilla.

─Claro… ─susurró alejándose levemente de él y tomándolo del brazo.

Una bolsa de plástico colgaba del brazo que sostenía su paraguas. Acababa de ir por Jajangmyeon al restaurant cercano. Gracias al cielo le encantaba y había decidido comprar bastante.

El apartamento de Kim Haesol no estaba lejos. La lluvia repentina no cesaba. Lluvia de abril…

Haesol, un chico rubio de aproximadamente 26 años. Era alto y cuando sus brazos envolvían al pequeño Jiyong, le hacían sentir algo que le parecía muy familiar…

El joven rubio estaba preparando los platos mientras el castaño miraba por la ventana del dueño del apartamento. Sólo se quedaba viendo por las ventanas últimamente, pensando en ese vacío en su pecho ¿Qué había habido antes ahí? ¿Qué?

Las lágrimas amenazaron con volver, pero las contuvo. Miró a su anfitrión fijamente y lo encontró decorando minuciosamente los platos que comerían.

Era muy apuesto.

Su corazón había sentido una especie de shock cuando lo conoció. Haesol trabajaba en la misma compañía de arte.

Pero algo le decía que no era él precisamente a quien se sentía atraído. Ese porte tan elegante y varonil le era tan familiar… le hacía sentirse en casa y por alguna razón lo que más necesitaba en ese momento era sentirse en casa.

Su cuerpo comenzó a sentirse caliente mientras delineaba aquella espalda tan ancha. Haesol servía té y Jiyong estaba como hipnotizado.

Se levantó sin voluntad hacia el cuerpo y tomó la enorme mano, sorprendiendo al menor. Quería sentir sus manos en su cuerpo ¿Por qué? Un hambre abrasadora le estaba atacando y no sabía cómo controlarla.

Ningún hombre lo había tocado antes… ¿Por qué se sentía con la urgencia de… que lo tocaran?

El rubio lo miró extrañado mientras Jiyong le quitaba los lentes y los dejaba en la mesa. Lo guió hasta su habitación y cerró la puerta tras de sí, haciendo al joven asustarse por la mirada intensa del pequeño.

Un beso. Y no uno simple.

Jiyong se arrojó a sus labios con un apetito voraz que le hizo perder la cordura y el control de sus manos. Era como si siempre hubiese sabido cómo tocar a otro hombre.

Haesol emitió un quejido entre sorprendido y profundamente complacido mientras el pequeño Jiyong -pequeño en estatura- paseaba sus manos debajo de su camiseta. Lo había anhelado tanto…

Como cuando descubrió al chico en una academia de baila para niños, dándole clases a unos pequeños de ocho años.  Lo vio moverse con precisión y aquel rostro concentrado y risueño le hizo darse cuenta de que estaba prendado de su compañero de trabajo.

El Jiyong con el que pasaba sus almuerzos, platicando sobre los estudiantes de la Compañía de Arte. El único chico con el cual se identificaba por ser de los más jóvenes en entrar a esa Compañía.

Haesol ladeó la cabeza dejando que Jiyong le mordisqueara la clavícula.

─ ¡Ah…! ─dio un respingo. Estaba seguro de que ese había sido un diente muy filoso.

─Por favor Haesol… tómame… ─le miró con los ojos brillosos y esa camisa mostrando obscenamente su hombro. El hombre le miró con la boca semi-abierta.

Era fuerte, pero delicado. Su rostro era precioso y esos labios esponjados le incitaban. Tantas veces había querido pasarse de la raya y robarle un beso, pero sentía que no podía ni quería hacer que Jiyong lo odiara.

Y ahí estaba él. Con esos ojos azul tan particulares, clavados en él, como si pudiera manipular su cuerpo y obligarle a hacer lo que quisiera como si eso fuera posible. Aquel azul de medianoche le sedujo.

Se arrancó la camiseta y desabrochó sus pantalones, arrojándolos al piso como si no valieran nada. Todo ante la mirada atenta del contrario.

Alargó la mano enorme para desabrochar el botón de la húmeda camisa del chico, luego otro y otro… revelando la piel lechosa que siempre había querido probar. Incluso se aventuró a desabotonar sus pantalones y deslizarlos con caricias y besos en su abdomen, hasta el piso, donde con un paso, el mayor se desharía de él.

Jiyong se dejó caer en la cama, embriagándose de aquel aroma tan familiar del menor.

Se hundió entre sus muslos cuando la ropa interior sobró y se quitaron ambos la propia. Haesol no deseaba nada más que sentir con sus labios la suave piel de la cara interna de sus muslos. Mordisqueó y lamió mientras las manos del muchacho le halaban los cabellos. Subió lentamente hasta la endurecida polla y la tomó en su boca, haciendo al castaño suspirar y jadear.

─Hae… ─susurró. Vaya que su nombre se escuchaba perfecto. Siguió succionando, sólo por el placer de verlo retorcerse y maullar. ¿Podía haber algo más hermoso?

Sus manos sostuvieron las piernas del ojiazul para tener suficiente espacio para descender por la entrada.

─Por favor… te necesito… ─de nuevo esa vocecita suplicante de Jiyong, quien sentía que enloquecería. Su cuerpo estaba demasiado caliente y cada sensación se convertía en una tortura porque no tenía lo que quería.

Quería ser partido, quería ser desvirgado…

Quería sentir su cuerpo…

─Si eso es lo que quieres…

─No te contengas ─sentenció y lo observó colocarse entre sus piernas con el duro y grueso miembro apuntándole─ ¡Ahh!

Se arqueó al tenerlo completamente dentro.

Pero no sentía dolor.

Solo fino y puro placer. Arrugó las sábanas y le pidió que lo embistiera como un loco y aunque dudoso, Haesol accedió.

Tenía miedo de lastimarlo, pero Jiyong no parecía sentir dolor. Entonces se estampó contra sus caderas llenándose de aquella esencia flotando en el aire.

Estaba poniéndose demasiado caliente también. No podía controlar sus erráticas embestidas y sólo era consciente del rostro divino de Kwon Jiyong, mientras su polla entraba y salía una y otra vez de su diminuto cuerpo.

Él quería hacerle el amor, pero Jiyong no quería eso. Él pudo convencerlo, pero algo lo empujó para complacer al chico y su voluntad se había perdido.

─Hyung… ─musitó el rubio, conteniendo un sollozo de placer. Observó esos preciosos ojos rosados…

¿Rosados? Los ojos de Jiyong eran color rosados, no estaba alucinando. Por más que su mente le ordenó alejarse, presa del miedo por esos ojos rosa neón, su cuerpo se mantuvo moviendo las caderas dentro y fuera del muchacho.

─Eso… dame… ¡Dame! ─echó la cabeza para atrás, dejando ver unos delicados caninos alargados dentro de aquella boquita pecadora.

─Hyung… ─murmuró de nuevo, sin vida, sintiendo su cuello ser empujado hacia el menor, quien lo había fundido en un delicioso beso. Pudo sentir aquellos caninos con su lengua. No estaba alucinando.

Era un vampiro…

Jiyong era un jodido vampiro…

─Voy a… ─avisó y su voz tembló de placer─ Voy a venirme…

─Hazlo dentro… ─aquella orden le dejó perplejo. Aquellos ojos no le daban miedo ya. En realidad, comenzaba a incentivarle aquella mirada neón. Incentivarlo a lamer aquel cuello blanquecino mientras sentía al pequeño entregarse por completo.

Mordió su lóbulo y aceleró el ritmo. Podía sentir un orgasmo emergiendo desde lo más profundo de sus entrañas, tomando su tiempo para salir.

─No pares… ¡Por favor! ¡No pares! ─y se movió convulsivamente al sentir su entrada ser llenada por la blanca semilla del menor. El orgasmo de Jiyong fue abundante, como si llevara tiempo sin tener uno.

Haesol se desplomó sobre su cuerpo.

─ ¿Ji? ─el rubio lo miró atentamente. El chico parecía haberse desmayado. Sin embargo, murmuraba cosas inteligibles. Al menos la mayoría.

─Seunghyun… no pude controlarlo… ─susurró y se abrazó al cuerpo de Haesol, quien miraba esos esponjosos labios entreabiertos que no mostraban ningún colmillo ahora─ Vas… ¿Vas… a repudiarme?

─ ¿Seunghyun? ─repitió Haesol, acariciando sus hermosos cabellos castaños, estrechándolo con un solo brazo.

─ Nunca… había tenido…. un celo con un… humano. ─susurró más cosas poco entendibles─ No volviste. Estamos… muy solos… sin ti…

Y se quedó quieto por fin.

En paz, por fin.

Invitándolo a dormir a su lado como si nada más importara. Haesol, se sintió completo por fin, al lado del extraño Jiyong.

………………………….

─ ¡Seunghyun! ¿Qué pasa? ─SeungRi lo tomó entre sus brazos.

Su primo simplemente se había dejado caer al suelo, abrazándose a sí mismo. Sus ojos, los cuales tenía azules perpetuamente desde hacía casi un año, estaban naranjas, llenos de ira.

Pero su rostro reflejaba dolor.

─Él… ─masculló y las lágrimas se escaparon de sus ojos sin ningún control─ Él…

─ ¿Ji? ─asustado, SeungRi se arrodilló al lado del vampiro mayor y lo estrechó contra su pecho.

Todo lo que tuviera que ver con Jiyong ponía mal a Seunghyun, pero nunca lo había visto tan mal.

─Se entregó a otro… ─y un sollozo lastimero interrumpió la última vocal que dijo.

Los ojos de SeungRi se abrieron como platos.

─Eso no puede ser, Jiyong te ama… ─le miró directo a los ojos para asegurarse de que lo decía en serio.

─Se entregó… a otro… ─comenzó a asquearse y tener arcadas─ Él… lo hizo… él… entró en celo.

─No… no puede ser ─lo sostuvo para que no corriera tras su relativo.

─Voy… a matarlos… ─sus ojos luchaban por cambiarse a plateados. La ira ciega lo estaba invadiendo. Nada racional quedaría del Jefe de la familia Choi, si Seunghyun sucumbía ante la furia ciega.

─Piensa en tus hijos… Seunghyun… ─insistió el menor─ Piensa en Jennie, en Junhong…Ellos necesitan a Jiyong…

Y del temible Choi Seunghyun, sólo quedó un bebé que lloraba dolorosamente entre los brazos de su primo.

Pero aquello, no iba a quedarse así.

Notas finales:

N/a:

Charán! Hasta aquí llegué xDU 

Mis fanfics son redramáticos, ya sé :,v no por nada me ponen los apodos. Creo que estuvo... medio pesado, aburrido, no sé ._. pero bueno me gusta la idea, espero no arruinarla xDDDD

Gracias por leer C: <3 las saranjeo así bien hards.

 


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