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Azul Medianoche por KatsumiKurosawa

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Azul Medianoche

Por Katsumi Kurosawa

Capítulo 2

Secretos

 


I see you cryin' now you've found a lot of pain,
And what you're searchin' for can never be the same,
But what's the difference cos' they say what's in a name.
And I see you midnight blue
Electric Light Orchestra- Midnight Blue

Ahí estaba, mirándolo desde lo más alto del otro edificio.

Youngbae había ingresado a su apartamento y por las cortinas abiertas, pudo ver como dejaba las compras en la cocina. Era un apartamento pequeño y modesto.

SeungRi sonreía.

Youngbae estaba sano y eso era lo que más le importaba a él.

Quien perseguía a Youngbae, era menos peligroso que quien perseguía a Jiyong por lo que no hubo necesidad de mandarlo tan lejos. Busan bastaba…

─Nuestro Youngbae está bien, suegra… ─sonrió al cielo, con el teléfono pegado en la oreja. Sus emociones se mezclaban en su pecho.

─Qué bueno, amor. Suhyun y Changhyuk no paran de preguntar por él. Están como adolescentes dolidos… ─comentó la señora Dong─ Hayi y Yunhyeong están siempre tranquilos, pero me inquietan…

─Mis hijos están pasando por una crisis… Es bueno que no sepan dónde está Youngbae… podrían venir, visitarlo y darle el susto de muerte cuando sepa que tiene cuatro hijos con aspecto adolescente… ─sonrió imaginándoselo.

─Espero que los Hijos del Sol calmen su ira… ─susurró tensa.

─Bom-noona sigue en negociaciones… pero no quieren aceptar que… bueno. Seguiremos en eso… mientras tanto, Bae tendrá que seguir en Busan con la idea de que esa vida no existió. Él está más seguro así…

El pecho se le encogió. Odiaba esa verdad… pero no podía dejar que los Hijos del Sol se lo llevaran.

─Espero todo se solucione, pronto… sus hijos lo necesitan… ─casi suplicó la mujer─ Que tengas buena noche, SeungRi…

─Buenas noches, suegra… ─forzó una sonrisa para que el tono de su voz también sonara jovial.

Pero era una mentira…

Sólo podía anhelar a Youngbae mientras lo contemplaba vivir en completa libertad dentro de la burbuja que él mismo había creado.

Y la puerta volvió a abrirse. Ahí estaba ella… el único inconveniente de SeungRi. Min HyoRin… Youngbae sonrió tanto que sus ojillos se hicieron muy pequeños. La tomó entre sus brazos y la estrechó.

Ahí estaba su conocido ritual. Abrazarse mientras caminaban al sofá.

Darse una sesión de besos mientras fingían ver televisión.

¿En qué momento se le coló esa mujer en la vida de Youngbae? No podía ir y detenerlos porque se expondría él mismo. El verdadero Youngbae despertaría y se enfurecería por haberlo sometido a que olvidara su pasado vampírico.

A sus hijos.

A él.

Se revolvió el cabello con desesperación y miró su reloj. No quería seguir viendo.

Cuando HyoRin cerraba las ventanas, SeungRi podía seguir escuchando su dulce voz gimiendo ante el toque de Youngbae.

Y ese día, no tenía ningún deseo de quedarse a oírlos.

…………………………………………………..

Jiyong estaba parado en medio de la obscuridad.

 Era una habitación, lo sabía, pero no la veía. Se abrazó a sí mismo, entornando los ojos para poder visualizar al menos algo dentro de la habitación.

Entonces lo vio.

Como si alguien hubiera encendido un fósforo, una chispa se encendió en el fondo de la habitación, dándole la completa razón. Eran cuatro paredes. El papel tapiz color borgoña, se le hacía familiar.

Sin embargo, no reparó en los cuadros en las paredes porque esa llama tenía toda su atención. Iba creciendo, creciendo y creciendo. Lejos de darle miedo, despertaba su curiosidad, no podía dejar de admirar la flama que se iba alargando.

Una cara de algún animal comenzaba a formarse, con el cuerpo de una serpiente.

Jiyong estaba azorado. La flama era muy grande y estaba rodeándolo, demostrándole que estaba en una habitación muy grande.

─ ¿Quién eres? ─preguntó como un niño, genuinamente curioso.

─Soy tú. ─y la criatura se consolidó de inmediato. Su forma estaba definida y los ojos del pequeño brillaron como si la ausencia de esa parte de sí mismo era lo que le hacía sentir vacío.

─Eres… un Dragón… ─susurró y pudo ver a la criatura sonreír.

─Estoy ahí ─con sus garras largas y brazos cortos, señaló el pecho del chico─ Sólo tienes que encontrarte…

Y avanzó con agilidad para impactar su cabeza en el pecho de Jiyong quién emitió un chillido de susto, pero el calor en su pecho lo tranquilizaron. Ese dragón estaba entrando en él.

Pero no quemaba.

No quemaba.

Era parte de él… y había salido a recordarle… algo.

Abrió los ojos inmediatamente.

Estaba en una habitación desconocida, así que se incorporó de inmediato, sintiendo repentino pánico.

Estaba… desnudo.

─Oh Dios… ─lo recordaba. Se había acostado con su compañero de trabajo.

Había dormido con Kim Haesol. Carajo…

Se levantó tranquilo. Se sentía raro porque todos le dijeron siempre que el sexo dolería la primera vez y a él no le pasó eso.

Creyó que lo destrozaría, pero estaba intacto. Con la única diferencia de que estaba cubierto de su propio semen… necesitaba un baño con urgencia.

Buscó sus ropas, hechas un desastre en el piso, pero no las encontró. Tal vez Haesol se las había llevado, así que se envolvió en una sábana que pecadora, descansaba en la cama.

Los flashes de aquel cuerpo sobre el suyo le provocaron escalofríos. Hubo un momento en el que sentía que no estaba con Haesol, que estaba con alguien más…

Su cuerpo actuó solo. Su cuerpo lo decidió solo, acostarse con él nunca fue su plan. Ahora tendría que lidiar con ello.

Se topó con un espejo y se observó largo rato.

Su piel pálida. Una esfera del dragón tatuada en su hombro fue el primer dibujo que divisó y contempló. El dragón de sus sueños era el mismo color que esa esfera… ¿Qué significaba? Se hizo el tatuaje en esos años que estaban perdidos en su memoria, así como un par más…

Tenía un “to_” en un brazo. Un “_get_” en la espalda. Un “_her” en el otro brazo.

¿Together? Se volteó a observar el get en su espalda y no pudo evitar viajar hasta aquel ángel sin rostro en su cuello. Había pasado varias noches pensando en cómo sería el rostro de ese ángel…

Incluso ese cuerpo se le hacía familiar, pero sin el rostro no había mucho qué hacer.

Regresó a mirar su rostro y la fecha de su nacimiento resaltó tatuada en su hombro en números romanos. ¿Para qué querría tatuarse su nacimiento? ¿Moda?

Suspiró. Siempre le abrumaban las dudas. Por eso evitaba ver su cuerpo desnudo.

─ ¿Hyung? ─aquella voz tímida y grave le hicieron saltar y sonrojarse como un adolescente. Ahí estaba Haesol, brillante y apuesto, como si recién se hubiese bañado y vestido. Su aroma a Paco Rabanne le atraía. Mucho y no tenía idea del por qué.

Ese aroma le despertaba cosas incomprensibles. Cuando lo olía en alguien más, no podía evitar voltear a ver a esa persona portándolo. ¿Por qué?

─ Buenos días… ─fue lo único que pudo decir, jalando hasta su pecho la sábana, para cubrirse con ella como colegiala virgen, como si no se hubieran visto desnudos la noche anterior.

─Estoy preparando el desayuno… ¿Estaría bien si caliento el Jajangmyeon o deseas que te prepare algo más? ─sonrió. Esa sonrisa tan tranquila, casi boba…

─El Jajangmyeon está bien… ─respondió sonriendo de vuelta.

─Puedes tomar un baño, es esta puerta ─señaló la puerta verde dentro de la habitación─ Todo lo que necesitas está ahí. Tu ropa está en la lavadora… Si necesitas ropa limpia, puedes tomar prestada de mi armario, pero no tardará en secarse… te dejo en paz.

Y se fue.

Jiyong le tomó la palaba y se metió al cuarto de baño, encontrando un ordenado y limpio aposento. Se metió bajo la regadera de inmediato y dejó al agua lavar todos sus problemas.

Aquel shampoo de menta dejó su cabello brillando y cuando se hubo secado con la enorme toalla color morado, se sintió mucho mejor.

En el armario de Haesol encontró lindas camisetas con estampados divertidos. Tomó una con el símbolo de Flash en el pecho y se la colocó. Sin embargo, era enorme…

Decidió no ponerse nada más ya que de todas formas nada le quedaría.

─Vaya… ─Haesol abrió la boca por inercia mientras admiraba las deliciosas piernas del pequeño Ji, asomándose por debajo de la enorme camiseta─ Esa es una de mis favoritas…

─Me queda como bata… ─avergonzado, Jiyong tomó asiento en la mesa donde el Jajangmyeon ya estaba servido.

─Ya no es el día negro… pero será mejor que no se desperdicie… ─comentó con frescura el joven sentándose a su lado. No podía dejar de mirar el tatuaje de esfera del dragón que se asomaba travieso. Era como si su hombro descubierto siempre quisiera tentarlo.

Comieron en silencio. Haesol seguía fascinado.

Jiyong siempre había sido tan atractivo, tan bello… y ahora lo sentía suyo.

El último fideo que comió, le dejó una marca café en la mejilla al pequeño Jiyong y el menor la miraba atentamente, pensando en si debía o no debía hacer lo que sus impulsos dictaran.

Acabó sucumbiendo y limpiando con un dedo el exceso y luego posó sus labios en la última mancha, para lamerla suavemente.

Un jadeo sorprendido salió de la dulce boquita. Un jadeo que fue cubierto por los labios del menor.

Se besaron sin prisa. Era tan diferente a la noche anterior… el chico movió su silla más cerca y rodeó su cintura para continuar aquel beso que fue moviéndose por la pálida mandíbula hasta su cuello blanquecino.

Jiyong era delicioso y comenzaba a despertar el deseo del más alto.

─Hae… por favor. ─suplicó y el chico se separó de él, obedeciendo al tono negativo del mayor.

─Cierto. Seunghyun. Perdón… ─se alejó muy a su pesar, regalándole una mirada de disculpa.

─ ¿Qué has dicho? ─sus ojos se abrieron mucho y se puso muy derecho.

Ese nombre le despertaba sensaciones.

Ese nombre le había hecho recordar…

Besos sin rostro.

Caricias sin dueño.

Palabras lejanas.

─Es tu exnovio ¿No…? Anoche… repetías su nombre entre sueños… ─susurró arrepintiéndose de haberlo mencionado.

─No conozco a ningún Seunghyun… ─confesó con los pelos de punta─ ¿Por qué habría yo de decir…?

─Decías que te sentías muy solo sin él… creí que era tu exnovio… ─se quedó igual de tieso mientras observaba la reacción histérica de Jiyong.

Los ojos casi se le salían mientras intentaba recordar con mucha fuerza. Nada. No podía. Nada más que el flash provocado por el nombre de Seunghyun.

─Recuerdas que te conté lo de la amnesia… ─susurró mirando a su plato vacío, manchado de frijoles dulces.

─Sí, que tu doctor dijo que habías perdido por lo menos cinco años de tu vida… ─recordó uniendo piezas.

─Algo me falta, Haesol… alguien me falta… ─sus ojos se llenaron de lágrimas─ Ayer escapé de casa porque comenzaba a abrumarme con este sentimiento. Jamás había sido tan fuerte como ahora y es como si algo… ─se llevó la mano al pecho y comenzó a sollozar─ Está intentando… salir… y Seunghyun, ese nombre, es coreano… tú eres el único coreano que conozco aquí en Illinois… Mi tía Lydia contactó a la señora Dong, mi anterior tutora, y se ofreció cuidarme por la amnesia. Apenas tengo recuerdos de mi traslado…

─Suena… complicado… ─tomó un poco de su té por pura inercia.

─Descubrí que tenía dos hermanos… y… pues… ella se hizo cargo de mí mientras me recuperaba, pero jamás he recuperado ciertos… recuerdos… 

─ ¿Por qué no le preguntas a tus hermanos o a tu tía quién es Seunghyun…?

─No sé si me responderían con la verdad… ─cerró los ojos y soltó un largo suspiro.

─Iré a ver si tu ropa está lista… ─se levantó cabizbajo, tenía que irse o no podría soportar el bochorno. Sentía que había abusado de un momento vulnerable de Jiyong…

Sus ojos azules, tan bellos, escondían tanto dolor siempre, pero no se imaginaba que estuviese luchando aún con la amnesia. Era demasiado tiempo ya… no era médico, pero así le parecía.

Sin embargo… aquellos ojos neón… aquellos colmillos.

Estaba seguro. Era un vampiro. Su familia había tenido contacto con ellos y ellos venían de una familia muy peculiar…

Haesol le entregó la ropa, tomó los platos y los llevó al lavabo. Los lavó con parsimonia y Jiyong no salió de la habitación hasta que hubo terminado.

Se secó las manos en una toalla y lo miró, como si se disculpara por algo, aunque no supiera qué.

─Gracias por todo, Haesol… ─susurró el pequeño Jiyong, caminando hacia la puerta─ Que tengas un buen…

Y los labios del menor se estamparon en los suyos en un beso apasionado pero corto.

─Lo lamento ¿Puedo llevarte a casa? ─susurró muy cerca del rostro del mayor, deseando seguir probando sus labios.

─Iré yo. No será bueno si la tía Lydia te ve… ─sonrió por fin.

Caminó por las calles de Illinois hasta llegar a la casa de la tía Lydia. No sabía qué decir. Su teléfono estaba muerto en su mochila y se sentía como un chico de 13 que escapó del colegio.

Abrió con cuidado y su cuerpo fue envuelto por unos brazos. Se sintió aturdido y miró la cabellera castaña del pequeño Junhong.

El niño lloraba enterrando su cara en el pecho de Jiyong. La mirada inquisidora de Jennie era lo que más le perturbaba a Ji.

─Creí que te había pasado algo, que te habían encontrado o matado, estaba tan preocupado, por Dios, te buscamos y no había rastros de tu aroma. Papá, crecí que iba a morir… no vuelvas a hacer eso… yo…─se aferró a su cintura, abrazándole como un niño pequeño.

─Zelo, cállate… ─le ordenó la chica con los ojos llameantes.

─Se supone que estamos contigo para cuidarte y nunca te habías ido de ese modo, no podíamos hacer nada… no podemos fallar en momentos tan críticos, eres nuestra responsabili…

─ ¡ZELO CÁLLATE! ─ambos hombres miraron a la dueña de aquella imponente voz. De una vez por todas, el hermano pequeño se calló como una tumba.

Jennie tenía los ojos color naranja y Junhong soltó a Jiyong.

─Jen, tus… ojos… ─y recibió la furiosa mirada de Jennie como si fueran un par de naranjas y heladas dagas.

─Wow… ¿Qué está pasando? ─Y todo lo que estuviesen pensando los hermanos, se quedó olvidado cuando notaron la mirada perdida de Kwon Jiyong─ Jennie… tiene los ojos anaranjados… eso no puede ser normal… Junnie me llamó papá… ─se llevó las manos a los cabellos para halarlos.

Estaba haciendo un corto circuito… ¿Aquello era algo natural? Claro que no, pero entonces ¿Por qué se le hacía tan familiar? Junhong lo llamó “papá” ¿Por qué también eso le era familiar?

─ ¿Qué están ocultándome…? ─aquella mirada azul medianoche, trajo una oleada de pánico entre los adolescentes─ Esto tiene que ver con Seunghyun… lo intuyo. Dejen de fingir ¡Sé que me están ocultando algo muy grave!

Los adolescentes se quedaron de piedra. Zelo comenzó a tartamudear.

─ Díganme… ¿QUIÉN ES SEUNGHYUN?

El pequeño Zelo no lo pudo contener. Comenzó a llorar cubriendo sus labios y dejándose caer de rodillas al piso. Su pecho dolía tanto que sentía que estallaría.

─Es todo. Tengo que llamar a papá. No lo puedo con esto… ─dijo Jennie con el teléfono en la mano e ignorando olímpicamente a su hermanito─ ¿Papá…? ─la niña acababa de escuchar una voz grave desde el auricular.

Incluso Jiyong tembló al escuchar el leve susurro que llegaba hasta sus oídos.

─Te necesitamos… algo ha pasado con papá… Lo han profanado. Puedo olerlo en su cuerpo…

─Lo sé. Pude sentirlo. ─aquella voz ronca envió electricidad por la columna vertebral de Jiyong, la había oído fuerte y claro en su cabeza─ Acabo de aterrizar en el Chicago Midway International Airport. Estoy en camino. No dejes que Jiyong escape…

─Te esperamos… ─la niña colgó y Jiyong señaló el teléfono como si estuviera maldito.

─ ¿Con quién hablaste? ¿Por qué lo llamas papá…? ¡¿POR QUÉ ME LLAMAS PAPÁ…?! ─el temblor de sus manos se hizo evidente y se sintió el sudor frío correr por su espalda.

─Acabo de hablar con Choi Seunghyun. Mi padre. Mío y de Junhong… ─comenzó la niña, obligándose a serenarse. Si ambos estaban alterados, no podrían dialogar.

─No somos tus hermanos… ─Zelo habló por fin, sentado en el piso. Con pesar, se puso lentamente de pié.

Miró a Jiyong con tristeza, disculpándose.

Aquel rostro de Junhong de pronto se le hizo muy familiar al mayor. Sí, había parecido físico entre esos niños y él…

Pero si no eran sus hermanos, ellos eran…

─Somos… tus hijos.


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