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Retaliación del príncipe por Vampire White Du Schiffer

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Notas del fanfic:

Decidí publicar antes de terminar el año. Esta historia sobrevino por una sóla escena que medité cuando dormí en el sofá/cama de mi hermana, igual que la historia de "Dame tu nombre, Reborn". 
Habrá referencias a la Columna de Hierro de Taylor Cadwell, porque YOLO, como siempre prefiero recurrir discretamente a las citas para brindar exequias a ciertas lecturas. 

Notas del capitulo:

Lo que se resalta en cursivas son fragmentos extraídos directamente del libro ya mencionado, así como frases de Schopenhauer y Camus.

 Me consumían las ganas por terminarlo pero mi ansia por publicarlo venció de nuevo, por favor, anímenme disfrutándolo. 

+ : : Capítulo I : : +

Entre los muchos líderes que existen en el mundo, Reborn alcanzó posición dotada de respeto y temor. Él mismo logró lo que en ningún momento nadie creyó posible: unificó la mafia, eliminó la idea de que cada familia debía regir sobre determinada porción de tierra y él asumió el mando de todas y cada una de ellas.

Sin embargo es bien conocido que un hombre que desea poder nunca tendrá satisfecha tal hambre sino que buscará los medios innobles para abarcar lo inalcanzable. Por supuesto que tomar la posición de líder máximo de un mundo tan viciado como el de la mafia no podía ser menos que un demonio consumado. La tarea misma de comandar a tales especímenes requiere menesterosamente que sea un individuo sin escrúpulos.

Cualquier punto donde le gustase radicar tenía por vórtice la voluptuosidad, además de su negruzca popularidad atrajo el interés del regente y por ello la invitación con grabados en oro reposaba abierta sobre el secreter tallado a mano.

En principio no tenía intenciones siquiera de planear qué interés podría conseguir de aceptar la invitación, pero luego uno de sus subordinados, ciertamente sin intención, le recordó que si bien era cierto que el actual regente se mantenía a distancia respecto a sus actividades nada auguraba que el próximo se mantuviese así. Claro que si jugaba bien sus cartas podría hasta convencer a ese próximo celebrar un acuerdo… pero ¿si en lugar de solo jugar bien ponía todos los ases sobre la mesa?

Fue esa primigenia hambruna lo que lo empujó a emperifollarse para la cita y a poner un objetivo en la mira. No iba a hacer amigos, iba a conquistar. Tenía una rara enfermedad consistente en su maleficente maquinar, utilizando todo y todos con tal de conseguir lo que buscaba.

Se podría decir que el palacio árabe transpiraba elegancia desde sus poros de granito y marfil. Reborn tomó una copa del elixir más preciado de la zona, al probarlo se confirmó a sí mismo que pertenecía a este hedonista mundo.

Una endemoniada curiosidad empezó a mover sus pies al percatarse que en uno de los pasillos alejados del salón principal avanzaba una comitiva a pasos apresurados hacia un punto que, de acuerdo al plano del palacio que Reborn había robado, indicaba el cuartel general. Aciago preludio es que en medio de una celebración alguien tenga que acudir a tan bélico centro.

Su instinto le indicó que había algo de provecho que podía extraer de allí, situación que se confirmó al notar huellas de arena sobre los antes pulcros pisos. Con sigilo logró alcanzar al grupo sin que estos pudieran detectar su presencia, se aseguró bien de ello. Al doblar la esquina se encontró con las puertas totalmente cerradas y sobre ellas, demasiado alto para que un salto de tal envergadura no pudiese delatarlo ordenó a León, su fiel mascota, a trepar por la pared y colarse por la ventana circular que convenientemente nadie había cerrado.

Con un auricular sobre su oído logró captar lo que necesitaba para volverse regente esa misma noche. Percibió movimiento en el cuarto y se apartó, la junta de urgencia había terminado, sólo vio desfilar ante sus ojos un despliegue de ropas, algunas túnicas todavía desprendían arena. Permaneció quieto al punto de volverse uno con el pilar de mármol rosado, pues un par de ojos se habían posado en ese punto.

Cuando todos se hubieron retirado, Reborn dejó su escondite provisional e indicó a León que vigilase en lo que él, excitado por la adrenalina, inspeccionaba la habitación. Siempre había querido averiguar los sueños de guerra del regente pero por alguna razón, una familia que subyugar, una mujer que conquistar, lo tenía postergado hasta este día.

El cuartel tenía más vista de aposentos de un general descuidado. Había una cama revuelta, libros en el piso y ropa en el alfeizar. Los planos, las comunicaciones esparcidas en caos sobre la enorme mesa, le dieron lo suficiente para afianzar su confianza. Se congeló cuando sintió a León advertirle que alguien volvía, no había tiempo para salir sin ser visto, así que optó por, de nuevo, tomar un escondite detrás de las mamparas uno de los hombres regresó para cambiarse. De él era esta habitación. Eso era un punto importante. Reborn utilizaba un marco que le permitía atravesar materiales de poca espesura como la tela de la mampara. Lo que vio le gustó.

Al darle la espalda notó que ésta estaba quemada por el sol. El hombre se despojó de la túnica, y estaba por desprenderse de la faja cuando se quedó quieto en medio de la habitación. Miró alrededor, algo había despertado su sentido de alerta. Estaba por llegar a la mampara cuando una voz femenina le llamó del otro lado.

–Sé que estás allí. Si sólo piensas cambiarte de ropa sin darte un buen baño olvídalo, así que apresúrate pero sin descuidar lo obvio.

–Tch –fue lo único que articuló. La conversación no siguió y el hombre al voltearse dejó caer el velo en el suelo, con ello supo que los ojos azules que fuera casi lo descubren pertenecían a este rubio con espalda quemada. Sabía que por orden real existía una persona que tenían prohibido mostrar su rostro, desconocía la razón cierta ya que los rumores externaban que debía tratarse de un ser monstruoso que era mejor ocultar. Rumor inválido por lo que aquí presenciaba.

No había rasgo amorfo, ni siquiera imperfecto en dicha fas. Luego entonces el regente lo había castrado figurativamente. Un celibato en favor de servir a la nación. Sí. Seguro se trataba de eso, un general debía concentrarse en servir y no podía sucumbir a los placeres que las mujeres estarían deseosas de brindar a un hombre de tales proporciones. Otra cosa más que odiaba de la actual administración.

Una incalculable hipocresía era lo que sustentaba el orden actualmente. Si él fuera regente cambiaría definitivamente las cosas, en primer término… despojar al ojo azul de su virginidad impuesta, en vista de que no había vergüenza en sentir ese apetito por otro hombre, el objetivo del sexo, fuera de procrear, era para sentir placer y había que conseguirlo a cualquier costo, en conclusión, lo que el libertino de Reborn vio en esa habitación le gustó.

 

 

Dejó aquel platillo para después. Debía concentrarse en el principal, su oportunidad llegó incluso sin él intervenir a grandes rasgos, ya que vagar por la gran sala involucraba toparse con algunos, y recurrentes, clientes por no decir extorsionados. Así que con cada candidato presente ante el regente, él tenía en sus manos algo que lo orillaba a apartarse y salir de la reunión sin mediar explicación.

El banquete se celebraba entre breves entrevistas que el regente y el candidato en turno protagonizaban antes de que Reborn interviniese.

–He notado tu ansiedad por hablar conmigo –dijo mientras observaba el ir y venir de olas de gente en el gran salón.

–Me gusta que los otros vayan formando un arco de presentación con sus derrotas. ¿Te apartas del mandato por lo viejo que estás?

–Poca educación denotas, cualidad que me recuerda a más de uno de mis cercanos –le restó importancia con un movimiento de mano –. Quiero jubilarme, esta vida es demasiado para un anciano de setenta años, debo dejar esto en manos más capaces.

–Sobre todo por la amenaza de occidente –comentó de paso, sin embargo eso ocasionó un leve tambaleo en la tranquilidad del otro –. Yo sé lo que realmente tramas, por eso buscas la ayuda de las cloacas.

–Una alegoría interesante –acarició su bigote blanco –. Para ser sincero –extendió una mano instándolo a continuar su plática por caminos más privados –, ninguno de los presentes es consciente de lo que esta posición conlleva, fingen que les importa pero en el fondo todo lo que les interesa es el poder.

–Igual que a mí.

–Podría pasar tu candidatura como a los demás por ese comentario.

–No lo harás, debes estar muy interesado en lo que he construido como para invitarme a esta concurrencia de hipócritas. Y si no me entregas el trono no podré contener mi lengua de todo lo que sé.

Reborn esperaba que tal amenaza surtiera mayor efecto en el otro.

–Cierto, te invité. Pero yo no te llamé por las razones que crees, al menos directamente –se burló –. Accedí a una petición innegable –eso atrajo la atención de Reborn –, pero no es el punto que ahora nos sujeta… Ah –miró sobre el hombro del moreno a dos personas que se acercaban por el largo pasillo –, es el momento oportuno para presentarte –de un ágil movimiento, desconcertantemente ajeno a un hombre que se consideraba viejo, se posicionó a un lado de un hombre que venía acompañado de una joven y bonita mujer, en ella centró su atención.

Armó rápidamente sus conjeturas, debía tratarse de Lal, la única fémina en la camada de herederos, la mano que sería prometida a quien el regente eligiera. No externó quejas, después de todo en la mente de Reborn una mujer de dicha posición sólo da el ancho para ser desposada y… preñada. Si ese era el deseo del Noveno Regente, él no tendría ningún inconveniente.

Besó sutilmente la mano de la que sería su prometida y sonrió con la galantería intrínseca a su ser. Estaba por intentar apartarla para seducirla con sus labradas técnicas de Don Juan cuando la insistente mirada clavada a sus espaldas le indicó que no permanecerían solos. Sin embargo tal contexto duró sólo unos segundos, una caravana recién había llegado y ansiaban llenar a la chica de presentes, así que ésta se pegó al brazo del regente y ambos desaparecieron en medio del gentío.

–Tu reputación precede-kora –el hombre cubierto permanecía allí, dejando claro que además de chaperón era carbonero –. No tienes ni un segundo de conocerla y parece que quieres fingir amarla.

–Los amoríos a primer vistazo son inexistentes, pero eso no es de tu interés. –recabó en que el sujeto tenía dos mares por ojos, sonrió ante el recuerdo.

–Tu interés en el trono es tan obvio que despides un olor a podredumbre-kora… así que fingido o no, te agradó Lal.

–¿Es indispensable que exista eso?

–Para ella sí. Quizá.

–Lo que sus ojos vieron fueron colmados con sólo toparse con mi silueta.

El sujeto de ojos azules permaneció en silencio, por un segundo a Reborn apreció la duda en ellos. Era curioso, un ser como aquél inutilizado para expresarse además de las palabras con lenguaje corporal…

–A ti es al que no le agrada la idea que la despose –concluyó en medio de una desgarradora sonrisa –. Quieres el premio para ti, ¿qué no había sido extirpada de los anales de la historia que un militar era apto para gobernar?

–¿Te parezco un militar-kora? –recuperó la compostura, dotando su voz gélida un tono difícil de descifrar cualquier otra emoción.

–Sé demasiado sobre ti –tomó otra copa de vino de la vianda que sostenía un sirviente y ofreció otra al de ojos azules – ¿También sostienes un juramento de sobriedad?

–Bebo a solas-kora –se dio la vuelta dispuesto a alejarse del moreno. Reborn miró hacia donde la princesita continuaba bañándose en lisonjas, decidió que ya habría tiempo para someterla, por ahora le era más divertido molestar al militar que se ya había llegado al balcón.

–Es una buena vista –comentó, manteniendo la mirada fija en las pudendas partes del aquél. –¿Será que la mayoría de nuestros encuentros seas el único en este mundo que se atreva a recibirme dándome la espalda?

El otro se quedó quieto, con lasitud le indicó al moreno que se acercara.

–Debes ver más allá de tu nariz. Imagínate que eres dueño de cada porción de arena, de agua, de cielo, ¿qué es todo eso sin gente que te siga-kora? Si por error divino logras convencer al regente ojalá lo tengas en cuenta.

–La plaza ya es mía –sonrió con suficiencia –¿no lo has notado?

–Entonces este territorio está perdido. Es una verdadera lástima que tengan que recurrir a las cloacas para buscar un sucesor digno, hubo un tiempo en que me sentí orgulloso de pertenecer a algo más grande que mi vida-kora.

–«Todo imbécil miserable, que no tiene en el mundo nada de lo que pueda enorgullecerse, se refugia en esto último de vanagloriarse de la nación a la que pertenece por casualidad; en ello se ceba y en su gratitud estúpida está dispuesto incluso a defender a cualquier precio todos sus defectos y todas las tonterías propias de su nación» -bebió el vino y al vaciar la copa agregó –. Mañana, mi primer mandato será enviarte a conquistar el país vecino.

–Con que usas la doctrina que a tu interés convenga –soltó una breve risa –, a ese juego puedo acceder: «El gran Cártago lideró tres guerras: después de la primera seguía teniendo poder; después de la segunda seguía siendo habitable; después de la tercera ya no se encontraba en el mapa» usa esa cátedra en nuestra próxima reunión –inclinó levemente la cabeza, estaba por retirarse cuando vio el brazo del moreno extendido en claro signo de impedirle cualquier camino que él no hubiese autorizado con antelación.

–Cambié de opinión. La primera orden que obedecerás será la de exponer toda tu piel a mis ojos –la declaración extrajo el efecto esperado, pues la mirada azul se expandió ya sin ocultar sorpresa.

–Eres un ser despreciable. Si todo acaece como planeas mañana ya estarás desposándola y aun así buscas ocasionar problemas-kora.

–Si el regente sólo vio en mí un jefe ignorando cuál es mi esfera de acción no es más estúpido que tú al creer que una insulsa alianza como el matrimonio amedrentaría mis instintos. Eres carne y sangre palpitando debajo de tu prisión de tela.

El hombre de ojos azules meditó unos segundos.

–De acceder a tus deseos ahora mismo ¿qué obtengo-kora?

 

 

Reborn terminó, por segunda vez en la velada, dentro de la habitación del militar. Entró primero y esperó que su anfitrión cerrase la puerta tras de sí, Reborn pensaba que inmediatamente tomaran curso sus pretensiones, pero el sujeto se quedó estático junto a la puerta.

–¿Tienes miedo? –susurró al oído aprovechando la inacción del otro para aproximarse hasta chocar la boca contra su oreja –. Debes estar rompiendo todos tus votos en este instante, eso agitará tu corazón al punto de casi escapar de tu pecho. Conozco esa sensación.

–Un perdido como tú nunca tuvo ningún juramento-kora.

–Bingo –concentró sus movimientos en despojar al hombre de toda prenda, empezando por el rostro.

El otro instintivamente retrocedió, sin embargo su intensión se agotó al topar nuevamente con la puerta. Recordó entonces lo inútil e incluso patético de su acción y él mismo se despojó del velo.

–¿Te decepciona-kora? –inquirió al no recibir reacción del moreno, estaba terminando de librar su cabellera rubia del turbante cuando intempestivamente fue besado. Una fuerza inconmensurable le atrapó las manos contra la madera, como tenazas de hierro. Al culmino del beso los ojos del rubio mostraron la humedad del deseo y lo sucedió después desobedeció toda promesa que hubiese formulado.  

Ese instinto al que el moreno había hecho alusión guío al militar de hacer cuantas cosas se había guardado. Se colocó a horcajadas del moreno, sorprendido éste por tan brusco cambio de actitud que no le desagradó.

La respiración se tornó pesada cuando las caricias empezaron a cobrar intensidad. Reborn quería apresarlo contra la cama, acorralarlo y decirle sólo con la mirada que él ya lo había visto antes, pero el rubio no se sujetó a sus planes. Las endurecidas entrepiernas se complacían al delicioso roce que provocaban el vaivén de sus caderas.

Los besos del rubio mejoraron con cada intercambio de salivas, y Reborn era excelente maestro. Aunque hubiese arribado la noche y con ella el frío, sus cuerpos no lo notaron. Hubo un momento de duda que el moreno hizo suyo para girar los papeles, ahora éste arriba entre las piernas del militar, simulando penetrarlo con apasionada sensualidad liberó la boca del rubio para gemir placenteramente.

Reborn sentía que estaba a punto de descubrir un gran secreto, uno que se guardaba en la punta de la lengua del hombre que obraba debajo de sí, ¿debía orillarlo a confesar? No eso le haría perder la cadencia del encuentro. Sus dedos se divirtieron a lo grande aflojando la zona que pronto le recibiría, en eso sus besos no se hicieron esperar. Había buena química entre ellos. Un antecedido premio a todo lo que le esperaba al día siguiente.

Cuando al fin estuvo dentro de él, los ojos azules desprendieron algunas lágrimas ocasionadas por el dolor, mas ello no lo cejó de continuar. Ambos eran hombres, el rubio, por orgullo y por otra razón, pudo resistir semejante acicate entre sus nalgas.

El moreno terminó satisfecho, estaba por acomodarse la ropa cuando el otro pasó a destruir toda la ilusión:  

–Olvida esa tontería de sentarte en un aburrido trono y partamos a ese mundo de mierda que me gustaría conocer.

–¿Quieres que te lleve conmigo? Suenas como hija de campesino que ha sido deshonrada y ahora busca enmendarse.

–Te… lo ruego-kora –incluso pareció que semejante oración a él mismo le extrañó.

–¿Qué puedes darme que Lal no? –fue todo lo que tuvo que preguntar, el rubio volvió las manos puños y apartó la mirada –. No te equivoques, soldadito. Persistiré en el compromiso. Desposaré a esa mujer, asumiré la posición de regente, pero quién sabe –levantó el mentón del rubio –quizá permita que te cueles en mis sábanas de vez en cuando, después de todo te has probado ante mí y tienes cierto potencial para volverte buen juguete mío.

El rubio se apartó despectivamente.

–Me equivoqué-kora.

 

 

La fiesta tenía aún fuerza cuando cambios, con diferencia de media hora, se reintegraron, de hecho, estaba Reborn cerca del regente y de la chica que mañana desposaría cuando apareció el rubio. Por un fugaz momento pensó en la proposición que éste le había hecho, y por un segundo, quizá, no pareció tan mal, ¿no sería mejor ser lo que realmente era: un mafioso, líder del bajo mundo, a que pretender ser de la nobleza? Siempre había odiado a esa parvada de cuervos de antaño que preferían desplazar sus instintos bajo la hipocresía que otorgaba la posición.

Y, había que admitirlo, tenía toda intención de volver a cogerse al militar. Dejó de prestarle atención, logró quedarse a solas con Lal, con quien entabló conversación por unos instantes, aunque no parecía mostrar el mismo humor mordaz. Daba igual, no la quería para inflamarle el intelecto.

La música se detuvo por orden del regente y más de un noble profirió disgusto al enterarse que Reborn sería el que tomaría la mano prometida. El moreno no había creído que conseguir su objetivo hubiera sido tan fácil, incluso eso le desprendió un sabor a hiel. Algo iba mal.

–He de hacer un anuncio… el fin de todo matrimonio es el de traer vida al mundo y unir dos castas significa armonizar, sin embargo existe situación que mantuve en secreto –la mirada del regente se dirigió a la mujer –. Lal Mirch no puede concebir hijo alguno, así que la alianza que se sellará a primera hora del día de mañana debe obedecer a estrategia basada en la fuerza –extendió la mano derecha para pedirle a Reborn se acercase –, Reborn Arcobaleno logró unificar la mafia, por ello es una fuerza que desempeñará un papel importante en nuestro futuro… ciertamente un hombre como él debe estar en igualdad de condiciones para el que he elegido para sucederme –por su lado izquierdo llegó la persona quien, todo el tiempo, estaba destinada.

Todos, incluido el moreno, presenciaron con estoicismo cómo el sujeto de ojos azules, al que habían ignorado por no ser más que general al servicio del regente, se desprendía del velo para mostrar públicamente su fas ante los presentes.

–Soy Colonnello-kora –inclinó la cabeza –. Pueden permanecer tranquilos, no dejaré que ninguna influencia del exterior cause daño al modo de vida que hemos mantenido-kora.

Esa era una declaración de guerra. 

 

 

Continuará...

Notas finales:

Los comentarios no dañan al medio ambiente :D


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