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Mi adorable obsesión por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi. Krat está inspirada~

Disfruten 

 

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno señores, ayer estaba hablando con Witch Mix y me inspiró a hacer esto.

Disfruten con precaución, pues está excedente de emociones 

 

 

Tocar aquel cuerpo era su delirio, su deleite, su obsesión más grande. No se cansaba de tenerlo de esa forma, besar cada porción de aquella piel, saborear cada trozo y cada suspiro de aquellos labios. Cada centímetro marcado era su más grande premio en el acto carnal. Lo mordía en el cuello cada vez, para dejarle marcas, que todos entendieran que esa persona tenía un dueño. Era su pequeño y adorable amante, esposo, amigo, compañero, alma gemela, era de todo y adoraba aquello

 

 

-te amo Tsuna – su voz profunda se incrustaba en el alma del castaño que con rodillas y manos posadas en las sábanas de la cama aguantaba los embates potentes de aquel azabache – te amo tanto

-Hi-Hibari… san – susurraba jadeante – ah… ah… ya no – sus lágrimas se derramaron con constancia, sus orbes chocolate abiertos de par en par cuando la embestida tocaba ese punto en su interior que lo hacía gritar – ¡KYOYA! – se arqueaba mientras la saliva escapaba de sus labios

-siempre tan estrecho – gruñía mientras clavaba sus dedos en las caderas del más pequeño, marcas que durarían días y que en la mañana besaría con ternura para compensar el salvajismo debido al placer – Tsuna… MI Tsuna

-Kyoya… ya no… aguanto – hablaba con desesperación, sus brazos no soportaban la presión. Pero antes de que su rostro tocara el colchón el brazo fuerte del azabache lo sostuvo del vientre y lo levantó – me… me… ahh… mgh

 

 

Un beso posesivo acallaba aquellas palabras, girando el rostro lloroso de su castaño aprisionaba esos labios tan carnosos y dulces. Enredaba sus lenguas, sus almas, sus cabellos, el sudor que sus cuerpos abrillantaba. No dejaba de embestir pues le gustaba llevarlo a la cúspide estimulando la próstata ajena. Sintió como el menor se derramaba con fuerza, apretando las paredes de sus entrañas, aprisionándolo tan deliciosamente que soltó un gruñido. Esa caliente cavidad que lo acogía era su infierno o su paraíso, todo lo que un acto pecaminoso, carnal, lujurioso podía ofrecerle

Pero no todo era pasión desenfrenada, Kyoya amaba tomar el cuerpo del castaño pero eso solo era como el acto final de su amor. Estaba también el cariño sencillo, caricias, gestos, besos, palabras, abrazos, sonrisas, susurros, día a día. Hibari veía esa radiante aura que emitía su amante, su esposo. Cada mañana despertaba observando como esa piel bronceada se iluminaba con los rayos del sol, era hermoso. Besaba los labios rojos e inflamados por la pasión demostrada en la noche. Lo veía abrir aquellos ojos grandes, moviendo las pestañas espesas, le sonreía antes de besarlo con calma deseándole buenos días. Era perfecto porque se amaban

La sonrisa que el castaño le brindaba era el mejor inicio del día. Era temprano y se quedaban recostados, abrazados un rato antes de aquel leve llanto los sacara de su burbuja matrimonial. Kyoya lo veía desaparecer de la habitación usando solo un camisón largo que le llegaba a la mitad de los muslos, deseable en todo sentido. Él se aseaba con calma, afeitaba, duchaba, peinaba, se enredaba en una toalla y salía a sabiendas que su castaño amor estaba fuera terminando de arreglar todo. Lo abrazaba por la espalda sintiéndolo tensarse, nunca perdió la vergüenza por esos actos simples. Le besaba el cuello y le daba vuelta, sintiendo como esos brazos le rodeaban el cuello, pidiendo un beso casto. Sonreía al ver ese sonrojo en las mejillas de Tsuna

 

 

-¿te duele algo? – preguntaba acariciándole las caderas y las piernas

-estoy bien – susurraba y Kyoya sentía esos dedos enredarse en sus cabellos

­-iré a arreglar unos asuntos

-de nuevo… una misión

-debo mantenerte seguro – besó una vez más esos labios dulces y deslizó sus dedos por las mejillas de Tsuna

 

 

Tsunayoshi le ayudaba a acomodarse el traje, lo besaba de vez en vez atando el nudo de la corbata. Kyoya le susurraba que volvería pronto, que lo amaba y que amaba su vida juntos, al igual que a la pequeña bebita que mostraba su incondicional unión. Tsuna sonreía para después irse a preparar el desayuno, no se vestía porque sabía que a su azabache esposo le gustaba eso, verlo semidesnudo. Hibari se encaminaba a la habitación de su pequeña hija, piel clara, blanquita, cabellos azabaches pero esos ojos curiosos de color chocolate. Una mezcla perfecta entre ambos progenitores, le acariciaba las mejillas y la entretenía. Le cambiaba el pañal, limpiaba esa carita y besaba esa frente, acogía las manitas chiquitas entre sus dedos. La vestía con un atuendo en color rosado, incluso una gorrita porque le gustaba verla siempre presentable.

 

 

-yo la sostengo mientras desayunas – Tsuna sonreía pues tenía la mesa lista, todo servido

-Mai es tan bella como tú – halagaba con su expresión serena pero la voz cálida

-no digas eso – sonreía con sutileza mientras besaba las mejillas de su hijita y la acunaba en brazos. La pequeña azabache de casi un año era la luz de su vida

-delicioso – halagaba mientras probaba bocado admirando como sus dos luces iluminaban su hogar

 

 

Al irse a la misión respectiva, al viaje largo, Tsuna lo despedía en la puerta, cargando a Mai que mordía algún juguete de color. Se besaban con cariño, eran un matrimonio estable a pesar de que también tenía la relación de capo y guardián. Vivían en una casa de dos pisos, simple y acogedora para ambos, a gusto total del castaño, alejados de sus tareas obligatorias. Llevó a Tsuna allí para proteger a ese dulce corazón, él realizaba cada tarea asignada, dejaba al castaño en casa con los asuntos menores y con su hija. Lo amaba más de lo que alguien podía imaginar, porque era su cielo, el que los sacó de soledad, el que le permitió a una nube rodar libre pero lo acompañaba siempre. Eran felices juntos. Valió la pena superar la negativa de Reborn, Nana, Iemitsu, el noveno, los guardianes, de todos los que estuvieron en contra de su relación. A algunos tuvo que morderlos hasta la muerte con tal de tener a su cielo junto a él. Se amaban eso era lo que importaba

Tsuna sonreía con sutileza al ver al puerta cerrarse, escuchaba el giro de la llave y suspiraba. Besaba la frentecita de su hija, susurrándole que la amaba. La dejaba en la cuna hasta que él terminase de prepararse, vestirse, asearse. Arreglaba su casa antes de volver con Mai para jugar un rato antes de tomar su desayuno, pues no tenía tanta hambre, aunque sabía que eso iba a cambiar en unos meses. Llegaba la hora del almuerzo, preparaba todo después de haber dejado dormidita a su hija cuando la barriguita del infante estuvo llena 

 


-ya está todo listo – soltaba una risita dulce al escuchar los suspiros de su pequeña durmiente – bebé... tú, yo y Mai seremos muy felices – decía Tsuna acariciándose el vientre, pues hace poco se enteró que estaba esperando un hijo nuevamente – así que solo aguanta un poco más

 

 

Más tarde, después de alimentar a su hijita en el horario indicado, veía el reloj y se alimentaba, hasta que alguien tocó su puerta. Era una visita que planeó con anticipación, perfecta para ese día. Gokudera y Reborn aparecieron en la puerta que como siempre le fue difícil abrir, era torpe para esas cosas. Les sonrió ampliamente, los abrazó con añoranza pues no se habían visto en algún tiempo. Los hace pasar a la sala y les da a Mai para que se entretengan mientras él deja todo bien acomodado en esa casa. Mira todo con calma, pues quiere memorizarla, su corazón salta pero lo ignora, porque está con Reborn y Gokudera, confiaba en ellos

 

 

-Las maletas están listas – informaba el castaño después de tan solo cinco minutos

-muévete que no tenemos mucho tiempo – ordenaba Reborn como siempre

-no sé por qué el jiuundaime tiene que pasar por eso – bufaba molesto mientras le cedía la pequeña a Tsuna

-está todo listo para cuando regrese – decía Tsuna antes de salir de la casa. No mira atrás, no debe hacerlo porque en su memoria solo están las cosas importantes

 

 

El dueño de casa vuelve tarde en esa ocasión pues tuvo problemas ligeros. Ingresa con calma viendo la oscuridad y eso es raro. Llama a su amado, nadie responde, recorre los cuartos y no encuentra nada, se altera porque su castaño a esas horas siempre lo recibe con una sonrisa. Desordena algunas cosas buscando evidencias, encuentra las ollas llenas, no hay notas, no hay nada, no hay rastros que lo guíen. Se desespera pues algo pudo ocurrir, mucho más sino sabe dónde está su pequeñita Mai, su adoración tampoco está y eso es grave, porque Tsuna no le dijo siquiera que pretendiera salir o que necesitara hacerlo. Al final encuentra algo encima de la mesita donde los juguetes de Mai reposan, una nota con esa letra que odiaba, “me llevaré al décimo capo” simplemente aquello

Hibari respira profundo, no es momento de alterarse, pero su instinto le grita que algo pasó, que debía encontrar a su castaño rápido. Una hora, dos horas, tres horas recorriendo las calles cercanas, mandó ya a sus subordinados para que revisaran las casas ajenas con detalle. Necesitaba a Tsuna o algo que le dijese que estaba bien. Alguien le dijo que dos hombres se lo llevaron acunados por la oscuridad recién posada. Miedo, tenía miedo de que a su joya le hicieran daño, ser mafioso siempre fue y será riesgoso, pero él lo protegería, lo haría siempre

 

 

-Hibari-sama, lo traje – hablaba un recién llegado, cuya cabellera larga, castaña pero teñida de rojo en los mechones de enfrente destellaba con la luz

-dámelo, herbívoro – le arrebató aquel aparato pequeño y digitó la clave que solo él sabía

-me impresiona – hablaba el castaño acercándose, estirando su cuello para ver la pantallita de esa cosa – ese puntito… ¿es su Tsunayoshi-san?

-herbívoro

-¡sí, señor! – exageraba una pose militar y esperaba órdenes

-moviliza a todo el personal. Norte, carretera segundaria, frente a la pista de aterrizaje

-pero el puntito no estaba allí – decía el castaño quien ya marcaba un número y daba señales a un subordinado que se acercaba

-muévete… Yasu – Hibari sabía cómo obtener el mejor trabajo posible

-ah~ dijo mi nombre~ Dios, puedo morir en paz – se estremecía el castaño, abrazándose a sí mismo y moviéndose como gusano

-¡muévete!

-sí señor… Hibari-sama, su esclavo cumplirá sus órdenes – decía mientras corría ordenando cosas a los demás participes – ¡muevan el culo, cabrones! ¡Hay que rescatar al cielo afortunado por tener a una nube sensual para él solo!

-Tsunayoshi... Tranquilo, te voy a rescatar. Estaremos juntos, criaremos a Mai – Hibari hablaba entre dientes mientras tomaba su auto personal y guiaba a los demás. El localizador no mentía, fue una buena idea colocarlo

 

 

Yasu era competente, por eso Hibari lo tenía cerca. A pesar de que ese castaño era un maldito demente, cumplía cada orden con tal precisión que hasta asesinó a una familia enemiga entera en una sola noche sin dejar ni rastro de cada persona. Kyoya tenía personal suficiente para que en una hora exacta acorralaran a los hijos de puta que se llevaron a su cielo. Un informante habló del lugar exacto donde estaban y Hibari llegaba preparado para todo. Atacar, destruir, destrozar, asesinar, lo que fuera por tener a su cielo cerca nuevamente. Mordía hasta la muerte a todo oponente, los que no eran presa de su furia eran castigados por Yasu y los veinte hombres detrás de él. Pasaron la seguridad, las alarmas sonaron, los gritos, las peleas, una explosión y está cerca

 


-el friki de las peleas llegó... – un peliplata arrojaba su cigarrillo y sacaba sus mejores armas para la ocasión – tranquilo décimo, esto terminará pronto – afirmaba con confianza

-lo esencial es Mai, dámela – Reborn toma a Mai en brazos, protegiéndola y colocándole una protección en esos pequeños oídos para que el ruido no fuera percibido por la bebita

-cuídala – susurra Tsuna, jadeando por el ejercicio y la adrenalina sentida por esa situación. Sigue a sus protectores, porque confiaba en ellos, pero su intuición no se calmaba

-cálmate Tsuna – habló con delicadeza como pocas personas lo habían apreciado

-gracias Reborn… como te lo prometí, seré fuerte – sonrió sutilmente y el hitman le acarició la mejilla con delicadeza

 

 

Un avión lo suficientemente rápido y pequeño para la ocasión estaba en la pista, piloto, ayudante, todo estaba bien puesto y solo faltaba que el castaño subiera. Lambo está allí y sus demás guardianes están repartidos por los diferentes sectores combatiendo. Pero no fue fácil, no cuando tuvieron que acabar con la vida de los que se oponían a dejar libre al cielo. Tsuna estaba a punto de llegar, solo unos pasos cuando una risa conocida lo detuvo, el enemigo de cabellos largos interceptó al grupo de escape. Fue detenido por Mukuro, pero llegaban más, muchos más y el jefe de todo… los alcanzó. Tsunayoshi no podía estar más asustado, conocía la furia de aquel hombre. No quería que su familia saliese herida

El azabache líder enemigo toma posición y Hayato empieza a pelear con él. Tsuna tiembla como gelatina a pesar de que Reborn le dice que todo estará bien y le mira a los ojos con esa confianza característica de siempre. Reborn deja a Mai con Lambo, quien grita que suban para salir de ahí. El azabache de risos y ojos verdes, toma a la bebé y jura protegerla con su vida, son fuertes, todos son fuertes ahora y el protector es Lambo. Hibari llegó y desataba su furia, era lo único que todos sabían

Reborn empujó a Tsuna cuando la situación se puso seria y peligrosa. El castaño apenas logra entrar pero se detiene y deja a Lambo dentro de la aeronave con Mai en brazos. No los va a arriesgar porque aún les falta vivir. Tsuna se queda en la base de las escaleras de ingreso al avión. Sus llamas, su anillo, sus guantes, sus píldoras, todo le fue arrebatado con un experimento que en realidad funcionó. Lambo quiere salir y pelear pero ve a la bebita que por el brusco movimiento empieza a gimotear y se detiene, debe priorizar a la heredera del cielo. Tsuna llorando empieza a temblar por la mirada de Hibari, una que destella fiereza y promesa de muerte y destrucción. Tsuna odia esa mirada, se odia a sí mismo por forjar esa mirada

 


-nunca más te llevarás al décimo – gruñe la tormenta quien ya tiene un par de sangrantes heridas

-cometí un error contigo Hibari – habla Reborn que no tiene su sombrero y Leon ya está listo para el disparo que sigue. Otra arma negra está en la mano izquierda del hitman – no pensé que llegaríamos a este punto

-devuélveme a mi herbívoro....o kamikorosu – gruñó mientras dejaba que sus llamas envolvieran sus tonfas

-ya basta con tu obsesión, te has llevado al décimo capo en contra de su voluntad – hablaba Yamamoto con su katana afilada en sus manos. Posición de ataque, mirada asesina.

 

 

Tsuna solo lloraba con temor, no puede hacer nada más que confiar en sus guardianes… confiaba en que alejaran a Hibari de él, porque ya no soportaba más estar en manos de su nube… ya no soportaba estar encerrado con quien lo ataba como a una mascota. Tenía miedo, lo tuvo siempre, lo tuvo desde aquel día en donde Hibari le declaró sus intenciones. Un amor obsesivo que no supo parar. Tsuna no amaba a su nube y su nube nunca aceptó un NO por respuesta. Aun recordaba el horror de su secuestro años atrás. Tsuna tenía miedo casa noche porque Hibari lo tocaba a pesar de que le rogaba que parase, le robó al virginidad guardada para quien en verdad amaba. Le robó esos años de sonrisas, de alegría, le robó la dicha de procrear un hijo con el amor de su vida. Hibari le robó todo eso y más. Hibari solo estaba obsesionado con el cielo y las atrocidades debido a eso jamás terminaron… nadie pudo salvar al cielo. Pero eso se acabaría

 

 

-el me ama y yo a él – dictaminó Hibari mirando a Tsuna que asustado se agarró de la baranda cercana y cayó al suelo sentado. Era el pánico y la impotencia que no le permitía siquiera decir algo – TSUNAYOSHI ES MÍO

-violarlo, llevártelo, golpearlo hasta que te obedeciera – Reborn reía con burla, escondiendo la indignación de aquellos hechos – eso no es amor, Hibari Kyoya – Reborn se culpaba por todo eso, porque no supo cómo su dame-alumno acabó así. Solo sucedió un día cualquiera

-solo está confundido – Nagi derramaba lágrimas silenciosas al ver a Tsuna temblar y llorar

-jamás lo tocarás de nuevo, ¡al extremo! – y Ryohei iba a atacar primero pero lo detuvieron con un fuerte golpe que lo mandó a volar

-¡el cielo es de mi jefecito! – sonreía un castaño que sorprendió a todos al posarse cerca del sol. Un ilusionista macabro que solo seguía ordenes de Hibari. Yasu, quien tomó el lugar de un Kusakabe, quien al entender el horror que su jefe iba a aplicar… fue callado de inmediato. Nadie supo nunca qué pasó con el fiel vicepresidente del antiguo comité de Namimori

-Yasu – susurró Tsuna en pánico, miraba a aquel castaño y sabía que ese muchacho no se detendría hasta ver que Hibari ganó. La risa de Yasu era una promesa de muerte – no… por favor

-¡haber panda de imbéciles que se hacen llamar mis subordinados! – hablaba Yasu  mientras veía a su jefe empezar a batallar con la tormenta y el ex Arcobaleno – les daré lo que quieran si me traen la cabeza de cada guardián

-¡no les hagas daño! – al fin venció el nudo de la garganta que tenía y rogó, miraba directamente a Yasu que mostraba todos sus dientes en esa sonrisa

-tranquilo dulce cielo… te devolveré a tu hogar, estarás bien con Hibari-sama… pero hay que sacrificar un poco

-¡mátenlos! – gritó uno de aquellos enemigos y la lucha empezó

 

 

Yasu atacó al más cercano, a Nagi, atravesándola con su mano, pero era una ilusión, y cuando la niebla se recompuso un golpe directo la hizo caer. Todos sabían que los ayudantes de Hibari, no eran débiles, mucho menos si eran escogidos por ese tal Yasu. Era un asunto de vida o muerte, pero pelearían, lo harían por su cielo, por su todo, por su guía. Pelearían para vencer al demente que no se merecía vivir. Ya habían fracasado en el rescate dos veces, porque los impedimentos siempre eran grandes, el enemigo era poderoso y por sobre todo eso estaba la promesa que le hicieron al cielo. Tsuna seguía siendo ese gentil ángel que no guardaba rencores, “por favor… no maten a Hibari-san, porque podemos rehabilitarlo”. Esa fue la frase que escucharon justo antes de que por primera vez fallaran y vieran a Tsuna caer de nuevo en brazos de la nube obsesionada

 

Años dolorosos en donde sufrían por la lejanía del cielo, que cada vez era quebrado más. Tsuna prometió no suicidarse o intentar alguna otra locura por liberarse de aquella pesadilla, prometió ser fuerte y lo había sido. Mucho más desde que tuvo a su primer hijo, el mismo que logró dejar en manos de Nagi en el primer fallo de rescate y por el que Hibari lo encadenó una semana en la oscuridad total como castigo. Era duro y ahora tenía que pensar en Mai, su pequeñita… su adoración, además del tercer pequeño que crecía en su interior. Debía pensar en todo pero estaba muy asustado
Pelearon de tal forma que los destrozos fueron grandes, detuvieron a los sirvientes de la nube al menos. Tsuna seguía cerca del avión esperando a que todo terminara, no podía moverse, pues en un descuido, Yasu le había inyectado algo que lo mareaba impidiendo los movimientos bruscos, las piernas le temblaban y sus lágrimas ya se habían secado. El cielo se había quedado allí porque impediría que cualquiera subiera al avión donde Lambo tenía a Mai… porque su hija al menos debía salvarse de aquella horrenda situación.

Todo acabó en un solo movimiento cuando Hibari apuntaba a Gokudera con un arma tomada de algún subordinado. Reborn se hallaba siendo detenido por Yasu quien con esa risa demente sangraba pero que daba pelea

 

 

-kamiorosu – gruñó y Tsuna al ver aquello forzó su cuerpo a moverse  

-maldito Hibari – bufó la tormenta que escupía la sangre de su boca – te confiamos la protección del décimo y lo has mancillado – escupió con rabia manchando la mano cercana del azabache que sostenía el arma

-ustedes son el problema… y lo voy a arrancar de raíz – su mirada oscurecida por la ira no se despegó de los ojos esmeraldas de la tormenta que ni en ese punto dejaba de ser furiosa y altanera – muere, herbívoro

-por favor... Ya no – Tsuna se había movido, corrido, al menos intentado hacerlo y aun cayéndose en ocasiones lo logró. Temblaba al estar en frente de Hibari, interponiéndose en la ruta de la bala que saldría del cañón – Kyoya… por favor

- décimo, no lo haga – susurró Hayato pero no podía siquiera acercarse los pocos pasos, tenía una herida en el costado y un tobillo roto en totalidad – ¡décimo, no haga eso! – gateó un poco, arrastrándose intentando llegar hasta su cielo

-ya basta... No lo mates.... Porque iré contigo – Tsuna cerró sus ojos al decirlo, no podía simplemente dejar que su familia fuera asesinaba, se resignó a lo que estaba a punto de decir a pesar de que no fuera verdad –  Porque te amo, Kyoya – lloraba lleno de pánico al ver la sonrisa de Hibari

-hum – emitió aquel sonido satisfecho por las palabras del castaño

-por favor… iré contigo… no los dañes

-¡décimo!

-¡calladito te ves más bonito! – añadió un castaño golpeando el rostro del peliplata caído, hizo que la mejilla de la tormenta tocara el suelo y lo hizo callar – Hibari-sama… vámonos, el castaño ya es suyo

-no lo dañes – rogó Tsuna e iba a detener a Yasu pero el agarre de Hibari lo detuvo

-solo mírame a mí – susurró el azabache jalando a Tsuna hasta tenerlo de frente, le acarició las mejillas, limpiando las lágrimas, lo besó con ternura que solo mostraba con el cielo… su cielo y el de nadie más

-lo haré – Tsuna tembló al sentir el apretón en su hombro y en su cabello, cerró los ojos y soltó el aire en un sollozo

-pero debes aprender – los ojos de Tsuna se abrieron instantáneamente – me obedecerás, porque solo yo puede mantenerte a salvo y seguro – Kyoya apretó su puño y lo incrustó en el vientre de Tsuna – solo quiero tu bienestar… porque te amo

-¡Tsuna/décimo/Sawada/boss/Vongola/Tsuna-nii! – fue el grito grupal lleno de pánico al ver la agresión. Tsuna esperaba un hijo y Hibari lo sabía, ¿cómo pudo hacerle eso?

-Hiba… ri – susurró Tsuna al sentir el segundo golpe y el dolor surcar todo su cuerpo. Sus lágrimas volvieron – yo… estoy… - un duro golpe más y esas llamas esparcirse por su cuerpo

-¡un castigo! – Yasu estalló en risas y pateó lejos a la tormenta – ¡ese es el Hibari que amo!

-ATAQUEN – Reborn dio el grito de mando, voz potente y dura, promesa de muerte en un solo alarido – traigan a Tsuna – habló con dolor al escuchar el primer gemido lastimero de su castaño alumno y su cielo eterno

 

 

Intentaron impedir que se lleven a Tsuna de inmediato, acabaron con los enemigos que aún estaban en pie, corrieron presurosos pero se toparon con una barrera llamada Yasu. Lo ignoraron en un principio para correr donde estaba Hibari, quien cargaba a un Tsuna que lloraba y sollozaba debido al dolor de lo que empezaba. Un calvario causado por el proceso de aborto forzado por los golpes precisos que recibió. Pero se detuvieron al escuchar el grito de Lambo y ver el destello verdoso de esas llamas. Yasu había atacado al avión, con ello no solo Lambo, los tripulantes y cercanos estaban en peligro, sino… Mai. Y la bebita tenía prioridad por sobre todo, porque era el legado de Tsuna

Mitad de ellos a salvar a la siguiente heredera de Vongola. Heredera que junto con su hermano mayor, al que dejaron con Bianchi, Nana e Iemitsu en la mansión debían vivir sin problemas. La otra mitad a salvar al décimo capo secuestrado por años, para devolverle al puesto que le pertenecía y que temporalmente lo ocupaba Xanxus. Varia desde Italia se hacía cargo de todo en la familia, pero en Japón estallaba el caos. El avión estaba en llamas, Lambo corría con Mai en brazos, los enemigos eran destrozados por Nagi y Yasu dejaba el camino libre para que Hibari se llevase a Tsuna

 


-seremos felices Tsuna – Kyoya besaba a Tsuna a quien cargaba en sus brazos – nadie nos separará… ni siquiera tú mismo

-por favor – susurró Tsuna tocándose el vientre con desesperación y sintiendo aquella vida diminuta en su interior morir poco a poco – salva a nuestro hijo – suplicó agarrándole de la camisa

-no – Tsuna se quedó mudo al escuchar esa respuesta dura, sin emoción, sin nada –Porque estás castigado. Nunca debiste escapar –

-no – gimoteó con desesperación ante tanta crueldad – por… favor… no lo haré más… por favor

-el único que me interesa eres tú, Tsunayoshi

-pero son tus hijos – gimoteó ya sin fuerzas y sintiendo la inconsciencia llegar

-tendremos otro… se puede reemplazar

-eres… cruel – susurró antes de girar su rostro y a lo lejos ver a su antiguo tutor, quien con arma en mano se abría camino – por favor – susurró y lo último que vio fue a Reborn… Tsuna con la mirada suplicaba que lo salvaran

 

 

Pero eso no fue posible. Hibari salió de allí con un cielo inconsciente, con Yasu protegiéndole las espaldas a balazos, ilusiones, carcajadas y demás. Tomaron un auto con tranquilidad y se fueron. Los Vongola sufrieron de una derrota más, agravada cuando soldados ocultos hicieron estallar todos los medios de transporte cercano y huyendo en los restantes. Lambo había sido bien protegido por Ryohei y a su vez la pequeña Mai estaba bien

El llanto desesperado de Mai mató el silencio que se formó tras el caos, ese doloroso llanto que significaba que el cielo de nuevo fue atrapado. Nagi sollozaba al ver a la pequeña criatura cuyas manitas se elevaban al cielo buscando a su progenitor. Lambo lloraba en silencio porque no pudo hacer más que proteger a la bebita y solo observó como Hibari se llevaba al que consideraba su hermano mayor

 

 

-no es tiempo de lamentarse – dictaminó un hitman que limpiándose el polvo se levantó

-ya llamé a los refuerzos – habló Yamamoto que salía con la espada rota y un corte profundo en su pecho – no dejaremos que vaya lejos

-Mai, cálmate… traeremos a Tsuna – sollozaba Lambo acunando a la pequeña

-ya no habrá piedad – rugió el hitman mirando a todos – aun si Tsuna me odia después…

-¿Qué quieres decir ex arcobaleno? – gruñía un frustrado Mukuro que escupía el líquido rojo acumulado en su boca

-la nueva orden es… matar a Hibari Kyoya y a todo aquel que se interponga

-si queremos destruir al friki de las peleas – hablaba Hayato quien era atendido por Ryohei y sostenido por Yamamoto – debemos… matar a ese tal Yasu primero

-hay que hacerlo – bufó Reborn y ocultó su mirada debajo de la fedora recuperada

 

 

 

 

 

Extra 1

 

 

 

-tranquilo, yo me encargo – sonreía un castaño de larga cabellera colocándose unos guantes en una sala de cirugías – soy médico recuerdas, Tsunayoshi-san

-no le hables si sabes que está inconsciente – ordenaba un azabache

-es para amenizar el ambiente – Yasu sonreía ordenando a sus enfermeras esterilizarle – después de todo limpiaré el vientre de Tsunayoshi-san… es duro perder un hijo, ¿sabe, Hibari-sama?

-cállate herbívoro

-yo haría todo por usted, Hibari-sama – sonreía divertido mientras ordenaba que empezaran – solo debe dejarme besarle los pies de vez en cuando

-hum

-me encanta ese hombre – sonreía el castaño al ver la puerta cerrarse – es mi amo, mi Dios

-Yasu-sama concéntrese

-lo sé, lo sé

 

 

 

 

 

Extra 2

 

 

 

-¿está bien, Reborn-san? – decía una peliazul que ingresaba a dejarle el café al hitman

-vete Chrome – analizaba un mapa en medio de una oficina con grandes ventanas, antiguamente el despacho del décimo capo

-sé que es duro Reborn-san… ustedes…

-cállate y vete, dile a todos que empezaremos con la operación en dos horas

-cuando todo termine… en un futuro – decía la niebla secándose una lágrima – estoy seguro de que el boss… sonreirá al mirarlo

-¿para qué querría eso? – bufó el hitman acomodándose la fedora – vete ahora

-Boss lo amaba – susurró Chrome antes de salir de la habitación – por eso… me dijo que adoraría casarse con usted

-yo mismo te mataré Hibari Kyoya – gruñó el hitman en soledad, apretando los dientes y puños hasta que sangró – te torturaré hasta que te arrepientas de todo

 

 

 

Notas finales:

¿Review?

¿quieren protestar?

Bueno, si llegaron hasta aquí son demasiado valientes. La verdad cuando lo corregía dije "pues no está tan grave, has hecho cosas peores" pues... ñeeee, no me arrepiento de nada

Modo malvada, activated!!! :v

Recibo lo que deseen dejarme, insultos, reclamos, sugerencias, un hola XD

Algunos me decían "destrozas parejas, porque las odias", pues miren. La inspiración no respeta ni parejas ni fandom

Muchas gracias por leer esto

Besos~

*huye*

PD: Yasu es un personaje ficticio de mi autoría y lo adoro, lo verán en algunos fics 


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