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Trastorno de felicidad por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi, esto es un pedido por Navidad... pero lo publico antes porque no quiero acumular XD

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno esto salió de la nada. Madroj si lees esto, va en tu nombre, espero que te guste XD

Y a todos también~

 

 

Érase una vez un muchacho que adoraba viajar, su deseo más grande era conocer todos los lugares populares del mundo. Pero para ello tenía que superar obstáculos, uno de ellos era buscar una forma de ganar dinero. ¿Cómo lo logró? Convirtiéndose en patinador artístico sobre hielo. Lo hizo porque encontró su inspiración en su ídolo de la infancia. Viktor Nikiforov era como un dios para él, cada coreografía, cada estilo, cada melodía, cada gesto y sonrisa, adoraba todo de él. Tenía posters tapizando su habitación porque lo necesitaba ver cada mañana para darse fuerza y entrenar duro

 

 

-Yuuri, se te hará tarde – avisaba su madre que pasaba cerca de su habitación

-ya voy, oka-san – sonrió admirando el poster donde ese cabello largo destellaba y lo guardaba una vez más, porque le daba pena que en algún momento su entrenador actual lo viera con aquello

-Ey, irás con el guapo ruso – se reía Mari que por allí pasaba. Desde que Viktor había llegado y se convirtió en su entrenador personal, era así

-deja de molestarme – decía avergonzado mientras cerraba su chompa. Salía fuera casi corriendo porque tenía que ir a la pista como siempre, a entrenar lo más duro que pudiese

 

 

Yuuri lo veía allí, en aquella pista y sonreía pues después de ganar el primer Gran Prix, iban por el segundo. Fueron días de lucha extenuante, enfrentándose a retos duros, complejos en ocasiones. Yuuri recordaba a cada rival en la pista de hielo, recordaba las miradas, las puntuaciones, la presión, y las lágrimas. También tenía en mente la ocasión en donde compró impulsivamente esos dos anillos que representarían un pacto, una promesa de triunfo. Aun se avergonzaba por aquello, después de todo Pichit lo hizo una afirmación publica y Viktor una confesión de compromiso. Fue divertido, simplemente hermoso porque al final triunfó. Era perfecto, mucho más porque ahora en la actualidad tenía a Viktor como su… pareja. Aunque hasta ahora le daba vergüenza decirlo en voz alta

 

 

-estás rojo Yuuri – esa sonrisa brillante alteraba los nervios del azabache

-no-no es nada – decía con normalidad fingida, pero sus mejillas estaban rojas y tenía el calor en su rostro entero

-de nuevo piensas en cosas innecesarias – sonreía acercándose hasta abrazar al más bajito, posaba la mejilla de Yuri en su pecho y le acariciaba la espalda

-Vi-Viktor… debemos entrenar

-un beso no le hace daño a nadie – sin previo aviso elevaba el mentón del azabache y unía sus labios. Un beso suave porque Yuri era tímido… y se ponía como piedra cuando lo tomaba por sorpresa, era divertido hacerlo – de nuevo estás muy tenso

-lo-lo siento – jadeaba aferrándose al suéter de Viktor y cerraba sus ojos avergonzado

-eres muy tímido Yuri, eso me gusta – susurraba en el oído del japonés y le mordía la oreja con suavidad. Atrevido era su segundo nombre, mucho más cuando estaba con la persona que le gustaba más que el katsudon

-¡ah! – se tapaba la boca para no dejar escapar de nuevo ese ruidito tan vergonzoso y aguantaba las ganas de salir corriendo – no hagas eso aquí – susurraba quedito aun con las manos sobre sus labios y mirándolo con los ojos vidriosos – las niñas podrían…

-kyaaa… ¡otro beso! – allí estaban, las trillizas acosadoras que buscaban material para vender y sacar dinero extra para las cositas que deseaban comprar

-hay que demostrar nuestro amor – Viktor sujetaba a Yuri por las caderas, jalándolo a la pista y empezando a deslizarse

 

 

Viajaban por el hielo con calma, el filo de sus patines cortaba el agua congelada con precisión, Viktor era así siempre. Abrazaba a Yuuri y lo guiaba en el camino mientras sonreía coqueto, lo besaba de vez en vez, solo tomaba unos cinco minutos hasta que Yuuri se relajara y le siguiera el juego. Un beso, dos, tres tal vez, al final no practicaban hasta después de una hora. Se dejaban llevar por el sentimiento que los unía, una fiel promesa de amarse, dada cuando Yuuri compró esos anillos y se los colocaron mutuamente. Enlazaba sus manos, ahí estaban, destellaban en brillo fuerte, opacaban cualquier cosa. Era su símbolo, su compromiso, el inicio de su relación que debería haber iniciado antes de que todo lo referido al vínculo entrenador-patinador se diera. Pero eran felices, ¿verdad? Eso era lo importante

Terminaban su entrenamiento en las tardes y se iban por allí a comer algo tradicional, porque a Viktor le fascinaba aquello. Entrelazaban sus manos mientras caminaban, el frío llegaba a esas épocas pues el invierno estaba cercano y con ello navidad, el cumpleaños de Viktor de igual forma. El viaje estaba cerca de realizarse para las competencias y tendrían poco tiempo para tener esa tranquila intimidad, así que debían aprovecharla de todas las formas posibles. Una de ellas, y la que aplicarían esa noche, era una cena en un restaurante de comida italiana que encontraron por allí

 

 

-abre la boca Yuuri – sonreía Viktor. Acariciaba los labios al azabache, quien los separaba lentamente – ¿está rico? – decía colocándole la porción de pasta que comían en conjunto

-si – susurraba y admiraba ese brillo en el único ojo azul que veía, pues el mechón cubría el otro – no crees que… esto es…

-abre de nuevo tu boquita – decía con esa voz suave y Yuri con las mejillas rojas obedecía

-pero nos están mirando – se quejaba al escuchar los susurros ajenos, le avergonzaba todas esas situaciones pues se ganaban miradas curiosas en cada ocasión. Tal vez porque Viktor era extranjero, guapo, brillante… ruso

-¿eh? – admiraba a todos y les saludaba con la mano libre – mi novio es lindo, ¿verdad?

-Viktor, no lo digas así de fácil – se quejaba pero era inútil. Viktor lo presumía descaradamente

 

 

A pesar de todo eso, Yuuri terminaba disfrutándolo. Porque el peliplata era cariñoso en cada acto, desde acariciarle la mejilla hasta limpiarle la comisura de los labios. Sonreía. Su sonrojo aparecía a menudo pero no había problema, correspondía con los mismos gestos dulces. Con un beso tímido de vez en cuando, con la caricia de sus manos debajo de la mesa, entrelazar sus meñiques, el roce de sus piernas. Bebían aquel vino del año de sus abuelos, pero que tenía un toque dulzón con poco alcohol porque Yuuri no lo toleraba. Se miraban a los ojos unos instantes, Yuuri sonreía con ingenuidad justo antes de que el peliplata le robara un beso cálido. Viktor lo hacía  aprisionando el labio inferior del japonés con los suyos, moviéndose con lentitud en aquel beso sencillo, sin más que el contacto de sus pieles. Un beso en la mejilla y un “te amo” terminaba con aquello y salían después de pagar la cuenta. Se amaban incondicionalmente, eso era visible

Caminaban de regreso a la que era su casa mientras hacían cualquier locura, como dar vueltas en el camino, fingiendo bailar o coreografiar alguna rutina. La nieve empezaba a caer como llovizna, sonrieron porque tomaban los copos con las manos y estos se desleían con prontitud. Yuri abrió la boca para tomar uno con su lengua y su novio lo miraba expectante de otro movimiento improvisto. Viktor adoraba las facetas que se presentaban en Yuri, era como un cofre del tesoro, porque nunca sabías que encontrarías, desde dudas, felicidad, decisión, promesas, lágrimas, sonrisas, besos inesperados y cosas como aquella. Ingenuas acciones que te hacían desear mancillarlo por toda la eternidad, tentador con aquella pureza que no debería tener a esa edad. Antes de llegar a casa lo besaba con pasión, en un lugar donde nadie los viera porque respetaba la vergüenza de su azabache, recorría esos labios con su lengua y sentía el permiso para profundizar. Enredaba sus lenguas con lentitud al principio, escuchaba el suspiro de Yuuri y eso solo lo hacía querer más y más…

 

 

-Viktor… e-espera – cuando se quedaba sin aire lo empujaba, jadeaba a al separarse. El ruso le robaba el aliento con rapidez y maestría, era su pecado más grande

-¿qué sucede Yuuri? – decía en tono sensual mientras le daba besos mariposas en las mejillas, labios y nariz, lo rodeaba con sus brazos, lo aprisionaba con su calor

-mgh… yo no…

-shh… solo sigue – susurró sobre los labios del pelinegro y volvió a besarlo. Le gustaba Yuuri, le gustaba todo incluyendo esa timidez con la que lo rechazaba a seguir, pero no podía parar, ya no. Una de sus manos descendió por la espalda, por la cadera y buscó aquellas firmes nalguitas que apretó con delicadeza

-ahh… mgh – sus gemidos morían en la boca ajena, se estremecía ante ese toque y aquella lengua que se enredaba con la suya. Viktor era fuego, era seducción, era su eros y su… bomba de tiempo – ¡e-espera! – se alejaba desesperado dejando cofundado a su amante – aun no…

-Yuuri… hemos estado mucho tiempo juntos – sonrió y no dejó que se alejara demasiado, le acarició las mejillas y lo besó en un roce infantil – lo sé… no te forzaré a nada que no quieras

-gracias – susurraba con vergüenza

-vamos a casa entonces

-no sé por qué te detienes… lo anhelas, lo deseas… deja que salga – pero Yuuri solo sacudía levemente su cabeza para acallar esa voz

 

 

Se arreglaba la ropa y acomodaba sus lentes, las mejillas rojas y no se atrevía a verlo. Se sentía culpable por hacerle eso a Viktor, pero tenía sus razones. En toda esa relación próspera y dulce no habían tenido intimidad. Yuuri se negaba y Viktor respetaba esa tímida reacción, no lo iba a obligar a nada. Solo se acercaba al pelinegro, entrelazaba sus manos y volvían a casa, nada más. Pero ahí se rebelaba la segundo obstáculo que Yuuri Katsuki debía superar para lograr su sueño de viajar por todas partes, de liberarse, de disfrutar y era algo que nadie o casi nadie sabía, solo Yuko, quien era su mejor amiga… nadie más sabía ni podía saberlo

El viaje llegaba y tomaban el avión, pasaban revisión, pasaportes, trepaban a esa cosa metálica enorme, entraban en pánico con el despegue… se iban. La cede en Paris por esa ocasión, en donde podrían conocer muchas cosas si salían en son de turistas. Se acercaba navidad pues los adornos coloridos se presentaban, pero lo que importaba eran las competencias más cercanas aún. Tenían unos días libres para disfrutarlos porque decidieron viajar antes de la fecha establecida para aprovechar la hermosa ciudad. Viktor tomó a Yuuri y salieron por allí, pasearon, compraron, bailaron en un parque con temática romántica. Disfrutaron de una cena, se tomaron fotografías juntos, se besaron desde la parte más alta las edificaciones distintivas incluyendo la Torre Eiffel, era simplemente romántico en todo sentido. Pero un problema se apareció esa noche, justo tres días antes de las presentaciones oficiales para el primer día de competencia en la Gran Prix

 

 

-Yuri, ¿estás bien? – había percibido como las mejillas de Yuuri se teñían de rojo sin que él hubiese hecho algo raro. La mueca rara que hacia el japonés apretando sus labios y cerrando uno de sus ojos, significaba que le dolía algo

-sí, solo cansado – sonreía nervioso, escondiendo sus síntomas, aquellos que conocía a la perfección – ¿podríamos ir al hotel?

-claro, vamos… ¿pero seguro que estás bien?

-si… pero puedes seguir haciendo turismo – sonrió mientras se encaminaban al lugar de hospedaje – ir a la piscina o demás… beber algo

-quiero cuidarte – le acarició la mejilla con delicadeza y recibió una negativa por parte de Yuuri

-no quiero que te encierres a cuidarme, solo necesito descansar un rato

-cuidaré de mi novio

 

 

Yuuri se recostó junto con Viktor en aquella cama que compartían, pero una que jamás era testigo de algo más que dormir. Porque Yuuri no quería, porque Viktor no insistía, porque había un límite que no pasaban. El mayor veló los sueños de su pequeño amor con dedicación, besándole la frente y mejillas hasta que se quedó dormido. El ruso salió a hurtadillas para no despertar al enfermo, porque quería ordenar alguna cosa cuando su estómago hizo ruiditos, pues no habían cenado. Las puertas se cerraron y Yuuri abrió sus ojos de repente, era su oportunidad porque ya no aguantaba más, esa vocecita traviesa en su cabeza le estaba dando lata de nuevo. Así que tomó sus llaves, su largo abrigo negro y salió. Tenía un secreto que nadie debía saber… por eso escaparía y regresaría cuanto antes, ya se inventaría alguna cosa para justificar su desaparición

 

 

Poquito después… el pánico…

 

 

 

Viktor regresó a la habitación poco después. Cargaba un vino dulce que bebería con Yuuri si se despertaba horas después. Sonreía cuando ingresó en silencio, manteniendo las luces apagadas pero se le fue la felicidad al encontrar la habitación vacía. ¡Vacía por Dios! Revisó el baño, la cama, incluso debajo de ella, el balcón, la estancia, el pasillo, no había rastro. Se alteró un poco pero trato de calmarse… ¡AL DIABLO TODO! ¿DÓNDE ESTABA SU YURI? ¡SE LO HABÍAN ROBADO! Se puso como loco buscándolo, porque Yuri podía haberse sentido mal y salir para solicitar ayuda. Necesitaba encontrarlo como fuere y lo más rápido posible. Preguntó referencias a los que encontró en el camino en su mayoría huéspedes como él. Estaba preocupado, mucho más cuando los lentes de su japonés seguían en el mismo lugar de siempre, en la mesita. Yuuri era miope, ¿cómo saldría sin sus lentes y de noche? Preguntó en recepción y nadie sabía nada hasta que habló con una persona que se estaba registrando “un chico que traía un abrigo largo y negro… lo vi irse hacia allí, concuerda con las características… además se notaba que era japonés”. Viktor apenas dijo gracias para después salir en busca de su amado

 

Corrió calles enteras preguntando, pero pocos fueron los que lograron decirle algo coherente. Fue difícil y se tardó como cuatro horas en encontrarlo, ya estaba pensando en llamar a la policía pero no lo hizo cuando alguien le dijo que lo vio entrar a un establecimiento de dos pisos al final de la calle. Sin dudarlo entró sin fijarse mucho en el sector en el que se encontraba, tal vez debió mirar con más atención. No era lo que esperó, tal vez quien le dio la información estuvo equivocado y solo se confundió de persona. Eso era un bar y no cualquiera… era un bar gay y aparte, uno que ofrecía espectáculos exóticos con bailarines. ¿Qué diablos iba a hacer Yuri ahí? ¡Era ilógico!

 

 

-vamos, ¡mueve esas caderas! – las voces resonaban en aquel lugar con aroma a alcohol y cigarro, horrendo en todo sentido

-¡hasta arriba!

-joder, te lo mereces – un billete voló haca la tarima del espectáculo, muchos más lo siguieron

-qué bello – los silbidos, las frases llenas de lujuria en doble sentido, de parte de un público que arrojaba dinero a quien hacia el pole dance

-Yuuri – susurró con los ojos abiertos de par en par al ver la imagen del fondo – Yuuri – volvió a repetir mientras veía aquello, sin entender en qué mundo paralelo estaba. ¡Qué alguien le explique!

 

 

Allí estaba su amado Yuuri, con esa mirada marrón oscurecida por la luz carente, la piel brillante y tersa a simple vista. Las luces iluminaban todo con brillantes colores titilantes y Viktor se agarró el pecho mientras soltaba el aire de una sola vez, en una especie de suspiro profundo. Pensó que nunca volvería a ver aquello sin entrometer al alcohol en la situación, pero allí estaba, justo a pocos metros, unos cinco máximo. Yuuri solo usaba camisa en aquel lugar, se movía al ritmo de la música suave usada en esos bares, se quitaba la tela que cubría esas piernas firmes y desarrolladas por entrenamientos, una tanga varonil de color negro cubría aquella intimidad. Trepaba por aquel tubo moviéndose con sensualidad, cada movimiento despedía adultez lujuriosa.

El azabache se relamía los labios, llevaba el cabello hacia atrás como cuando representaba eros en una competencia… y sus manos brillaban con alguna pintura de neón. Se arrancó la camisa arrojando los botones al público que gritaba emocionado y lanzaba un par de billetes más. Ese cuerpo bien formado se mostraba, Yuuri era bello en totalidad nadie negaría aquello si viera lo mismo que Viktor en esos momentos. El japonés se agarraba del tubo en la parte alta, estirando sus brazos se sostenía y descendía su cuerpo rozándose con el metal. Ese trasero firme se movía de un lado a otro seduciendo a la clientela. Trepaba hasta arriba con velocidad, cruzaba las piernas para sostenerse del tubo y dejaba su torso libre, abría sus brazos y colgaba. Bajaba moviéndose alrededor del tubo, poses eróticas similares al de un Kama Sutra tal vez. Una danza sensual acentuada por la música y con un gemido que Yuuri que soltó. Viktor sintió un deseo que… ¡SE FUE A LA MIERDA CUANDO VIO A UN TIPO LEVANTARSE Y TOCAR LAS PIERNAS DE SU YUURI! ¡ALGUIEN IBA A MORIR ESA NOCHE!

Se enfadó al ver a ese hombre insertar algunos billetes en la tanga que usaba SU YUURI… tal vez debía repetirlo... ¡ERA SU YUURI! Se acercó corriendo y  jaló al tipo con tal fuerza que lo hizo caer sobre una mesa de aquel bar. Los problemas empezaron allí, con esa simple acción defensiva. El tipo cayó, uno más se levantó, Viktor lo arrojó lejos inmediatamente porque nadie iba a tocar a su Yuuri. Otro desconocido se defendió enseguida, protestaron porque su diversión estaba siendo detenida. Peleaban, Viktor les gritó que se alejaran, miró a Yuri y le dijo que era hora de irse pero el mencionado no le hizo caso. El japonés parecía ajeno a la realidad y seguía con su baile exótico, incluso lo hacía solo en ropa interior. Lo habían drogado seguramente, no había otra explicación, ¡NO HABÍA OTRA RAZÓN!… a menos que Yuri se hubiese emborrachado pero era imposible porque se sentía mal cuando lo dejó en la habitación. Obviamente los trabajadores de allí intentaron sacar a Viktor pero él no se iba a ir sin Yuuri así que el escandalo era grave hasta que la música paró repentinamente

 

 

-¡es mi novio! ¡No lo voy a dejar con esta tanda de maniacos! – gritaba Viktor, levantando su voz por sobre los reclamos y abucheos

-¡¿qué sucede aquí?! ¡Asustas a mis clientes! – bramó el dueño que tuvo que salir a defender su local de aquel escándalo

-¿cómo demonios Yuri esta así? – gritaba histérico, ignorando los cuchicheos en los que se incluía halagos a su belleza rusa, esos nunca faltaban

-él vino por su cuenta – el dueño de ese lugar señalaba a Yuuri con el dedo índice

-no me jodas – Viktor rugió pero una voz calló a todos

-no deben pelearse por mí – un toque sensual en quien casi desnudo en totalidad miraba a los clientes mientras se arreglaba un mechón que le estorbaba en la frente – el espectáculo es para todos – se relamía los labios con lentitud y en seguida los gritos se daban, los silbidos las propuestas y Viktor actuó por impulso

-¡Yuuri, te vienes conmigo!

-Viktor – habló con calma jalándolo por la camisa y acercándolo hasta que  el peliplata estaba a centímetros de su rostro – que linda sorpresa – pero el tono usado era burlón

-Yuuri, vámonos… ¿bebiste?

-querido – Yuuri se sentó en la tarima mostrando el dinero recogido que guardó en una muñequera rara que tenía y aprisionó a Viktor entre sus piernas desnudas, aunque los demás protestaron por aquello – Viktor~ – decía besándolo en la mejilla

-Yuuri, ¿qué te hicieron? – se exaltó al verlo de aquella forma

-el Yuuri que adoras no está – sonreía mordiéndole el labio inferior – solo estoy yo… el Yuuri que no conoces, que nadie sabe… el libre, el deseable. El que ves aquí – decía elevando sus manos y mordiéndose el labio inferior con tanta sensualidad que hasta Viktor se estremeció

-¿Qué?

-el Yuuri tímido… no te lo dijo, ¿verdad?

-¿qué cosa?

-nuestro trastorno – sonrió divertido y lo dejó libre, reposando su mano en el piso de madera soltó un suspiro profundo – yo no puedo salir seguido, me tiene en prisión pero hoy, esta noche, ahora, en este momento… YO LO DOMINO – soltaba una risita divertida y gemía bajito

-¿de qué hablas? – insistió, su mente no lo procesaba

-el eros que viste, soy yo controlado a Yuuri hasta cierto punto – sonrió y se alejó para recoger su ropa – me gusta ese nombre… YO SOY EROS – reía divertido dando leves saltitos y procedía a colocarse la camisa

-Yuri, ¡ven acá inmediatamente! – vale, ahora no entendía nada de nada – ¡vámonos!

-claro que no, mi amor – sonreía con picardía mandándole un beso volado y guiñándole un ojo – pocas veces Yuuri me deja salir… me controla, me ata, eso no me gusta… pero soy libre ahora y no me iré hasta que satisfaga mi lujuria

-¿lujuria?… ¡YUURI, NOS VAMOS AHORA! – No señor, no lo iba a dejar allí

 

 

Viktor se subió a aquella zona, agarró a Yuuri a pesar de que éste discutió con él. Evitó que de nuevo hiciera un espectáculo exótico. El dueño peleó de igual forma porque la clientela había aumentado demasiado en esas pocas horas en el que ese japonés había llegado, no perdería a un bailarín de esa altura. Y al final, Viktor armó un escándalo pero lo logró, sacó a Yuuri de allí y lo jaló hasta algún parque cercano para hablar. Pero este Yuri no era suyo… ¡oh dios! ¿Qué asaba allí? Yuri estaba molesto, no le habló, no lo miró y cuándo lo soltó bufó y se fue sin dar explicaciones. Jodida vida, ¡¿qué rayos pasaba allí?!

 

 

-Yuri, explícame – se enfadó como pocas veces, tal vez era el estrés de esa absurda situación

-vete Viktor – bufó indignado haciendo un leve puchero y acomodándose el abrigo debido al frío de ese ambiente. Temblaba con ligereza pues dejar ese cálido ambiente le afectó – podrás ser tan sensual que babean por ti, que Yuuri te desea con fervor pero a mi… a mí me causas enfado y furia – lo miró con desdén y volvió a voltear para alejarse

-que dices, por Dios… ¡no entiendo! Y… ¿por qué no llevas lentes?... ¡Yuuri!

-¿no sabes lo que son las dobles personalidades? – bufó dándole cara al asunto, estaba harto – yo soy eros… Yuuri es el ágape, ¿ahora si me entiendes? – hablaba con ironía mal contenida

-¿qué?

-pensé que usando tu idioma me iba a explicar – decía golpeándose la frente con desesperación – como sea, me largo. Buscaré otro bar

-¡Yuuri! ¡Espera! Me quieres decir que tu… bueno, que Yuuri tiene dos versiones

-¡hasta que al fin! – se reía divertido al ver la impresión en Viktor. Acomodaba sus cabellos negros hacia atrás y apreciaba la nieve blanca volviendo una sábana sobre las aceras – ¿acaso no te parecía raro que Yuuri se transformara cuando se quita los lentes y deja el cabello hacia atrás? De esa forma única, sale a la pista y se vuelve el seductor que aman los jueces… ¿o que cuando bebe parece otro? – El azabache al fin veía a Viktor a los ojos y sonreía divertido, sin dejar ese lado poderoso y dominante suyo – Son las pocas veces donde yo puedo salir, cuando el alcohol lo nubla puedo salir en cierta medida. Pero generalmente me detiene cuando estoy a punto de tomar el control… iluso Yuuri, se reprime tanto que yo surgí de aquello

-¡espera! – lo detenía cuando lo veía dar un paso para alejarse – ¿pero por qué haces eso?

-¿no es obvio? Porque soy el deseo contenido, soy eros, soy lujuria soy…

-¡eres un demente! ¡Es el cuerpo de Yuuri! Respétalo como tal – criticó enseguida tomándolo del brazo y mirándolo con reproche

-vaya, pensé que me ibas a decir… encantador, estás loco – hablaba frunciendo su ceño e intentando soltarse

-claro que no… te estoy viendo, puedo entender que Yuuri tenga dos personalidades pero eso no te da derecho a…

-¿quieres saber por qué Yuri no quiere tener sexo contigo?

-¿qué?

-es por mi causa… teme que me desate y veas el lado más “oscuro” de su cuerpo – el azabache hizo comillas con sus dedos – si yo saliera a flote, todo fuera pasional. No sé por qué me reprime si se muere por acostarse con su novio, ¡es idiota!

-te estás insultando a ti mismo – sonrió divertido al escucharlo, soltándolo de a poco

-te detesto – bufó molesto y se acomodó el cabello una vez más – aléjate mientras YO estoy aquí

-eres mi novio y te vigilaré – dictaminó observando esos ojos que…

-¡no me prohibirás nada!

-¿cómo puedes ver sin tus lentes?

-pupilentes, ¡idiota!

-bueno, es hora de regresar. Vámonos, Yuuri eros – sonreía divertido por la rabieta infantil

-no –  decía cruzándose de brazos con altanería. Pero no se dio cuenta de cómo o cuando ya estaba siendo cargado en hombros – ¡¿qué haces?! ¡Bájame! ¡Iré a un bar, maldita sea!

-no señor, con el cuerpo de Yuuri no irás a ningún lado – el azabache empezó a patalear con constancia, pero él lo agarró de las piernas y hasta le dio una nalgada para cálmalo. Lo tenía en su hombro como un bulto y no lo soltaría hasta llegar al hotel

-¡es mi cuerpo también!

-si haces eso, lo harás para mí solamente

-eso sería traición – se quejaba ya cansado de patalear y quieto mientras veía a la gente pasar a su lado y tomarles fotos – holi~ - les sonreía solo por diversión y les saludaba con la mano

-eres mi novio – cuando se dio cuenta de aquello se dio vuelta y miró feo a todos. No quería que nadie viera lo lindo que era Yuuri, en sus dos versiones

-Yuuri es tu novio – hablaba el azabache fastidiado – yo no lo soy… ahora, ¡ya suéltame!

-los dos son míos – bufó Viktor mientras ya veía a lo lejos su hotel

-jódete Viktor, ¡invítame una copa siquiera! – se quejaba volviendo a su infantil rabieta de golpear la espalda ajena y patalear

 

 

¿Divertido? Eso no fue tan divertido como debió serlo cualquier rara situación con un novio doble. Primero porque el Yuuri eros era difícil de tratar, quería seducir a cualquiera, quería beber y hacer locuras, pero sobre todo quería alejarse de Viktor. El peliplata tuvo que tener mucha paciencia para controlarlo, incluso llegó a perseguirlo por los pasillos para detenerlo y encerrarlo en la habitación… fue divertido, como una persecución entre niños. EL “eros” de Yuuri podía ser seductor y coqueto pero también era infantilmente adorable. Viktor amaba a su pelinegro, pero… si quería a Yuuri con él, debía conquistar al eros también, y se lo propuso a como dé lugar. No iba a ser fácil obviamente, se cansó en una sola noche, ¿cómo sería aguantarlo más tiempo? De hecho en la mañana cuando el Yuuri normal despertó, sintió un tremendo alivio porque su tímido novio regresó a su lado

 

 

-¿qué pasó? – se tallaba los ojos levemente

-conocí a tu otro yo… ¿por qué no me lo dijiste? – sonreía sentándose justo enfrente de un Yuuri que bostezaba

-¿eh? ¡EH! – estalló en pánico cuando procesó aquellas palabras – No yo, espera puedo explicarlo…. Pero… ¿Qué?… ¿qué hice exactamente? – decía en shock mirando a Viktor sonreír

-Yuuri… debiste confiar en mí y decírmelo – le habló con reproche poniéndose serio, pero después solo acarició la mejilla de su novio y le dio un beso casto en aquellos labios rosados

-no, yo no… – sus lágrimas se mostraron y Viktor solo lo abrazó protectoramente – yo no quería que… me vieras como un demente y…

-¿cómo podría? Escuché que era una especie de enfermedad, así que…

-debí parecer repulsivo. Yuko decía que era otro y que hacia locuras – se quejaba entre sollozos, esa situación le causaba ansiedad y estrés

-eres tú. Eres mi Yuuri – sonreía besando las mejillas y quitando las lágrimas infundamentadas – solo sé que eres tú, aunque en dos versiones...  podremos manejarlo

-lo siento… no quería que lo supieras – se quejaba apretando el suéter de Viktor y escondiendo su rostro en el pecho del mayor

-¿por eso no me dejabas tocarte? – habló con calma y abrazó a Yuuri para reconfortarlo. El japonés asentía levemente y el peliplata solo pudo sonreír – ahora lo entiendo

-si él salía yo no sabría cómo responder después – se limpiaba las lágrimas y respiraba profundo. No era una situación muy grata

-el eros me evita, parece que no le caigo bien – Yuuri se alejó para mirarlo con sorpresa y duda a la vez – así se llamó él mismo… eros

-que ridículo – se reía divertido, jamás pensó que su otra personalidad se diera nombre propio… y mucho menos ese

-me odia – sonreía Viktor al recordar la noche de peleas menores – pero lo conquistaré, porque ambos son Yuuri… y yo amo a Yuuri sea como sea

-¿qué? – su sorpresa era enorme, siempre estuvo preparado para el rechazo pero no fue así

-si para casarme contigo debo conquistar al otro Yuuri… lo haré – sonrió Viktor y besó al azabache – además… es interesante

-¿eh? – estaba aturdido, no solo porque a Viktor parecía divertirle esa situación, sino porque mencionó “casarse”… eso no se lo esperó – Viktor, tú…

-Yuuri Eros es como tus deseos escondidos… y yo los complaceré en totalidad – unió sus frentes un momento y lo besó transmitiéndole confianza y seguridad, apoyo y comprensión

-gracias… te amo Viktor – suspiró y se abrazó a él, sintiendo el cálido ambiente

-podemos empezar ahora

-¿qué?

 

 

Pero poco tiempo tuvo Yuuri para reaccionar, porque Viktor lo besaba, con pasión desenfrenada hundiéndolo en la pasión transmitida con aquella acción. Ahora que Viktor sabía los riesgos iba a probar suerte, quería a Yuuri, lo amaba, quería culminar su acto de amor con la unión física. Debía admitir que le gustó ver a Yuuri de nuevo en ese baile de pole dance, porque reflejaba todo lo atractivo y lascivo que podía ser su pequeño amor. Admitía que lo prendió como la primera vez, un calor en su interior que se acumulaba en su parte baja, recordar cada movimiento seductor le hacía perder la calma que tenía. Lo mordió con suavidad para escuchar los gemidos de Yuuri y sabía que iba en buen camino cuando los brazos del azabache rodearon su cuello y sus cuerpos se pegaron más. Lo besaba con delicadeza, devorando esos labios que se acostumbraron a un ritmo más acelerado, pasional.

Descendió en besos explorando aquella piel, le mordió la oreja y lamió la misma escuchando el gemido bajito que soltaba Yuuri, le quitó esos lentes que ocultaban la mirada vidriosa de su amante. Los dos deseaban aquello, estaba seguro, mucho más cuando Yuuri volvía a unir sus labios y entrelazar sus lenguas.  Viktor lo recostó con cuidado, sin querer asustarlo pero no fue así. Las piernas del azabache se abrieron solas para que se acomodara mejor y soltó una risita divertida por aquella aceptación tan gráfica. Descendía en lamidas por aquel cuello sin mancha que poco a poco marcó como suyo, sus manos inquietas se deslizaron por la ropa del azabache que se estremecía y cerraba sus ojos avergonzado. La calentura, la pasión, la ansiedad los estaba llenado, habían esperado esto por mucho tiempo. Se desnudaron mutuamente reconociendo cada porción de la piel ajena, juntando sus pieles y compartiendo el calor que subía

 

 

-Viktor… ah – se cubría los labios cuando sus gemidos escapaban más agudamente

-quería hacer esto desde hace tiempo – sonrió con la mirada llena de deseo, mientras su mano se enredaba en la intimidad de un Yuuri que avergonzado se aferraba a sus hombros y lo aprisionaba con sus piernas en un acto instintivo

-pero… yo… - tenía miedo de perder el control de si

-tranquilo – ascendía para besarlo con calma, disfrutando de aquella primera vez – no hay nada que esconder ahora. Confía en mi… te amo a ti como eres, por lo que eres

 

 

Besos, caricias, suspiros, compartían aquel acto pecaminoso que los uniría más en aquella relación. Viktor descendió mordiendo el vientre del japonés con lentitud, saboreando la piel que se estremecía ante su toque. Con su boca exploró cada trozo de piel en la intimidad escucharlo los gemidos altos que soltaba su pequeño amante. Lo saboreó desde la base hasta la punta, succionó, lamió, degusto una de las partes más íntima que Yuuri poseía, de tal forma que esa semilla se extendió en sus papilas cuando la cúspide de su amante llegó. Probó ese sabor, lo tragó apreciándolo como un manjar especial. Veía a Yuuri a su disposición, lindo, jadeante, rojo, seductor, con las piernas abiertas y el pecho moviéndose erradamente.

Viktor sonreía besándolo para distraerlo mientras empezaba  a prepararlo con calma, disfrutando de cada gemido dulce, de cada suplica por más cuando sus dedos se abrían sin problema en ese interior cálido. Lo iba a hacer suyo susurrándole que lo amaba, gruñendo cuando ese interior lo acogiera. Con delicadeza le abrió las piernas y jugó con aquella entradita, unió sus intimidades y movió sus caderas para volver sus roces más constantes, lo besó hasta que Yuuri fue quien le rogó que lo hiciera suyo. Viktor estaba satisfecho con eso, le acarició las piernas y se hundió con lentitud admirando las lágrimas que caían por esas mejillas que acarició con dulzura, susurrándole cosas para que se relajara. Lo escuchaba gemir y ese era su pago por todo aquello. Lo embistió con constancia, suavemente escuchándolo gemir en su oído y sintiendo las uñas en su espalda. Viktor sintió el abrazo fuerte y como le dieron vuelta. Sonrió divertido, Yuuri era atrevido cuando quería

 

 

-¿qué crees que haces? – esa voz más profunda hizo que Viktor detuviera todo movimiento y se concentró en esos ojos de mirada dura… justo en esos momentos

- Yuuri Eros – habló sorprendido y lamentándose internamente

-¡oh, no señor! aquí se acaba tu diversión – ese Yuuri con la mirada afilada lo miraba amenazante – conmigo de aquí no pasas… Viktor

-¿eh? Pero si te estaba gustando – hablaba moviendo sus caderas para chocar sus cuerpos en una embestida sutil que ocasionó el suspiro del azabache

-joder – se quejó y rasgó el pecho de Viktor como protesta  – tú conmigo no tienes suerte – y sin aviso se levantó sacando el falo de su interior. Se alejó sin opción a protesta y se encerró en el baño con la ropa recogida del suelo con rapidez

-Yuuri – suspiró al verse solo en aquella cama

 

 

 

Y Viktor supo que primero debería conquistar al Yuuri Eros si quería seguir jugando con su pequeño novio… eso sería largo. Pero en ese momento no lograba ver lo divertido de la situación

 

Notas finales:

¿review?

Bueno, no fue un lemon como esos detallados que sé hacer, pero me pareció que para la situaicón quedó bastante bien. Además que ultimamente no me inspira hacer lemon.... no sé qué pasó conmigo :v mis pedidos siempre tenían lemon detallados XD

Bueno. bueno, lo que cuenta es que les haya gustado

Muchas gracias por leer~

Muchos besos~


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