Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternos Enemigos por kurerublume

[Reviews - 85]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Historia Original.

Aviso: multipairing.

Notas del capitulo:

Bueno, les traigo un nuevo fic que espero les guste :)

CAPÍTULO I: General Prisionero


Desde hace muchos años que mi pueblo ha estado en guerra con las criaturas mágicas que habitan no muy lejos de aquí.


Yo, Lucius, combatiendo al lado de mis fieles guerreros: Cornelius y Domitius. Todo sea por la victoria; por mi padre, el Rey de Caesonia. Porque debo demostrar lo fuerte que puedo ser, que merezco el poder y que mi liderazgo jamás debe ser cuestionado.


He sido educado en el arte de la guerra, de la estrategia y de las leyes que rigen mi pueblo.


No seré rey, jamás. Mi linaje y mi suerte me ha hecho acreedor a ser el General del ejército, sólo eso. Mi hermano mayor será el futuro Rey de Caesonia, por él libraré y triunfaré en las batallas que sean necesarias.


-          ¡Lucius, es hora de irnos! – mis Tenientes pueden llamarme de manera informal. Nos conocemos prácticamente desde que nacimos - ¿qué espera, General? ¿Una invitación?


-          Calla, Cornelius. Si no quieres que empecemos una batalla ahora mismo – digo con una sonrisa burlona – vámonos, ¿ya está Domitius?


-          Precisamente, ya sabes cómo se pone cuando no salimos a tiempo.


-          ¡Es una maldita exploración de perímetro! Nos tomará una hora a lo mucho.


-          Pues vámonos ya, General.


-          ¿Están listas las armas? ¿El equipo? ¿Los 10 hombres que te pedí?


-          Todo listo.


-          Perfecto. Vámonos.


No tardamos mucho en llegar a nuestro destino, a las afueras de la ciudad. Siempre se debe explorar el perímetro para cerciorarnos de que el enemigo no esté cerca para atacar.


 Nos movemos sigilosamente entre los arbustos, escuchando con mucha atención. Mis  hombres están en formación de flecha, yo al frente.


En eso, una rama al crujir logra enfocar mi atención hacia un costado. Al principio me cuesta un poco, pero logro verlo: el centauro líder del regimiento contra el que he librado batallas desde hace unos años; Lykaios.


No logro ver qué está haciendo. Pareciera que sólo está recostado, pero no puedo fiarme. Sujeto mi lanza, que sirve perfectamente para este tipo de ataques. Les hago la seña a mis hombres para que se detengan y así lo hacen.


Preparo mi ataque y justo antes de que mi lanza deje de tocar mis dedos, escucho un grito. Volteo e inmediatamente logro vernos rodeados por minotauros y más centauros. La distracción generó que mi tiro fallara; Lykaios se acerca lentamente hacia nosotros hasta quedar frente a mí.


-           ¿General Lucius? Parece ser que ha bajado la guardia. Grave error.


-           Sólo vinimos a explorar, como podrás ver ni siquiera traemos el armamento necesario para vencerlos. Deja ir a mis hombres.


-          ¿Sabes? Planeaba dejarlos ir bajo advertencia, pero recordé que soy un “asqueroso centauro”. Así que los tomaré a todos como prisioneros, como alimento, me da igual.


-          ¡No! Por favor, mis hombres no merecen semejante castigo. Ha sido mi culpa, sólo mía. Se lo pido – un silencio muy largo me obliga a cerrar los ojos para esperar su respuesta.


-          Lucius, ¿qué haces? No permitiremos que te tomen – susurra Cornelius en mi oído – eres nuestro líder.


-          ¡Bien! – espeta Lykaios para tomar mi brazo y jalarme bruscamente hacia él – que sepan que ha sido él quien lo decidió. Pueden retirarse, a ver si en el futuro logran recuperar a su preciado líder. Estaré esperando su tan ansiado ataque de venganza – se va alejando poco a poco; lo cubren las demás criaturas.


El agarre se suaviza un poco y se coloca atrás de mí. Volteo de un lado hacia otro como si estuviera buscando algo.


-          General, si planea correr para escapar, es una pésima idea.


-          No planeaba escapar, sino asesinarte – escucho una risa - ¿qué?


-          ¿En serio? Ahora mismo no veo cómo sería eso posible.


-          Maldita criatura inferior – susurro enojado después de chasquear la lengua.


Seguimos caminando y es el centauro quien me golpea en los hombros para indicarme si ir a la izquierda o derecha. En eso, me cubre los ojos con una tela muy suave.


-          ¿Qué significa esto?


-          Vamos, que te he dado muy buena pista de dónde está nuestro refugio. Aunque no planeo darte todo el maldito mapa. Sigue avanzando.


Seguimos caminando y mis piernas comienzan a cansarse. He tropezado con varias piedras y este infeliz sólo se ríe “disimuladamente”.  Por eso odio a estas criaturas, no sólo por su torpeza, son crueles y su olor no es agradable.


-          Detente. Quédate quieto.


-          ¿Por qué? ¿Qué ocurre? – pregunto algo asustado, pero sin ser demasiado obvio.


-          Calla, sólo obedéceme.


-          Claro, tan fácil… - su mano cubre mi boca, es algo rasposa, sin mencionar que siento su maldito cuerpo pegado al mío. Sólo por supervivencia no me muevo.


-          Listo, sigue caminando.


-          ¿Qué pasó? Ya quítame esto.


-          No.


Seguimos y seguimos en completo silencio.


Jamás pensé que ser rehén fuese a ser tan incómodo y tan cansado.


-          Llegamos.


-          ¿Qué significa esto? – señalo hacia la especie de cueva que está frente a mí.


-          Tu propio encarcelamiento, ¿no te agrada? – pregunta con un sarcasmo bastante irritante.


-          Mejor de lo que imaginé – si va a empezar a ser así, no dejaré que domine.


-          Entonces entra ahí, rápido.


Esperó a que me adentrara para retirarse, bueno, ¿es que es tan idiota que deja la salida sin guardias?


Y justo cuando camino hacia la salida, unos animales bloquearon la entrada. Son muy pequeños. No entiendo qué estoy esperando. Caminando con algo de cautela, comienzo a pisar a algunos en mi necesidad de salir de allí.


-          ¡Aghh! – siento un piquete en mi pierna. Intento seguir caminando, hasta que ese mismo dolor se repite varias veces y al final termino de boca en la tierra - ¿qué es esto?


-          No puedo creer la rapidez con la que intentaste escapar. Ven acá – sujeta uno de mis hombros y me arrastra hasta colocarme de nuevo en el mismo repugnante lugar donde estaba hace unos minutos.


 


-          ¡Suéltame!


-          ¡Calla! Escucha bien, humano: eres mi prisionero, y así será hasta que tus camaradas vengan por ti si es que lo logran. Hasta entonces, procura comportarte o mi paciencia se agotará – no digo nada y dirijo mi mirada hacia otra parte – Responde.


-          No te prometo nada, hasta el fin de mis días intentaré asesinarte.


-          Actúas igual a un pequeño, ¿cuántos años tienes?


-          Eso qué importa. No soy un niño – le doy la espalda con mucha frustración. Tiene que saber que soy un adulto, que soy el General del reino de mi padre y así será hasta que muera. A mis 17 años sé perfectamente lo que soy y hacia dónde voy.


-          Como quieras. Tendrás guardias vigilándote constantemente, aunque francamente no creo que sea tan necesario. Si apenas avanzaste poco más de un metro antes de caer al suelo – vuelve a reírse de mí. Esa burla que nadie en mi vida me ha dirigido, porque siempre he sido buen alumno, aprendiz… General.


¡Maldición! Fracasé completamente como tal. Mi propio orgullo me traicionó. No previne, me confié. Lo único que me calma es que mis hombres están a salvo.


                                                                           ***


-          ¡Malditos! – grité con furia mientras sacaba mi espada, listo para atacar a ese maldito minotauro que estaba frente a mí. Yo, Cornelius, no abandonaré a mi General; mi mejor amigo.


Logro hacerle frente a esa criatura mientras escucho los gritos de mis compañeros y en especial, de Domitius.


 Nada me detendrá.


 La batalla sigue durante un par de minutos más y mi cansancio me está dominando. Es bastante difícil herir a este minotauro, sólo he logrado dañar uno de sus brazos. Por el contrario, mi rostro y mi pierna izquierda ya están algo dañadas. El corte arriba de mi ceja logra que la sangre obstaculice mi campo de visión.


Antes de que pueda reaccionar, el animal ese corre hacia mí y me embiste de frente, golpeando mi pecho y sacándome el aire.


Un golpe más y quedo inconsciente. Sólo logro ver el rostro preocupado de Domitius mientras los demás lo sujetan para que se larguen de ahí de una buena vez.


Simplemente le sonrío cansinamente, preparado para no verlo nunca más.


 


                                                                       ***


¿Cuánto tiempo estaré aquí? Es la pregunta que me formulo una y otra vez. Sólo han sido unas horas y  ya me fastidié por completo.


Me han dejado algo de comida, pero a saber qué será. Por ello es mejor no comer, sólo tomar agua para no fallecer.


Me recuesto sobre una piedra lisa y grande para poder dormir un poco, aunque estando muy al pendiente de lo que pasa a mi alrededor; no sé de qué tanto son capaces estas estúpidas criaturas. Sólo quiero irme de aquí lo más pronto posible.


Al día siguiente, me sorprendo totalmente al ver la imponente figura de Lykaios frente a mí. Un momento, ¿dije imponente?


-          Creo que has descansado muy bien.


-          Pues no fue así – me incorporo para tallarme un poco los ojos. Inmediatamente le dirijo una fría mirada a ese centauro - ¿qué quieres?


-          ¿Por qué no has comido nada? No queremos que mueras antes de la parte divertida.


-          No es de tu incumbencia, sólo como alimentos humanos.


-          ¿Piensas que esto te hará daño? Si es mejor que lo que ustedes comen, eso te lo aseguro.


-          Bueno, diferentes perspectivas.


-          ¿Tan siquiera sabes qué es?


-          No, y tampoco quiero saber.


-          Son sólo unos frutos que están más al sur - ¿más al sur? Así que después de todo sí estamos por esa zona. Este ser inferior me acaba de dar una pista tan importante.


-          Pues no me interesa.


-          Eres tan obstinado. Por eso detesto a tu especie.


-          Bueno, tampoco pienses que no es recíproco.


-          Por cierto, toma – me dice lanzando unas prendas hasta la piedra donde estoy sentado – seguro no quieres andar todo el día con eso.


-          Es mi uniforme.


-          Está muy sucio, sudado y apesta. Anda – dice cruzándose de brazos. Bien, ya si lo dice así no parece mala idea aceptar la ropa algo desgastada que me está ofreciendo. Ropa, ¿de dónde la habrá sacado?, ¿a cuántos más mantiene presos? O peor todavía, ha mantenido. Como ve mi rostro algo dubitativo, golpea con una de sus patas.


-          ¡Bien! Pero hazme el favor de salir – frunzo el ceño cuando me muestra su sonrisa burlona – por favor – suelto casi como una súplica. No quiero que me vea desnudo, me rehúso.


-          De acuerdo, tampoco te creas tan importante. Sólo hazlo deprisa o vendré yo a apurarte.


Comienzo a sacarme mi uniforme con algo de pesadez, tocándome instintivamente mi cicatriz en la espalda y la otra del abdomen. Si ese centauro ve marcas de debilidad en mí, será mi fin.

Notas finales:

¿Les ha gustado por dónde va? ^^ ¡Amo a Lykaios! jaja ¿alguien más?

Bueno, nos vemos en la siguiente actualización. Tengan un hermoso día.

 

¡BESOS!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).