— ¡Qué Carajos! —Luhan lanzó el control y se fue hacia el televisor. Viendo detrás, revisó la consola del video juego también. No tenía ni idea de lo que estaba pasando.
— ¿Qué sucede? —Eli le preguntó a Luhan que salía como tromba.
— Ni idea, pero necesito arreglarlo pronto. —Luhan corrió por el pasillo y brió la puerta de la oficina de su pareja, y fue directo al escritorio. El Alfa, Jong In, se puso de pie inmediatamente, sus caninos descendiendo y sus ojos cambiando a carmesí.
— Tenemos un problema —Luhan jadeó— Un enorme problema.
Los otros guerreros que estaban en la oficina atendiendo la reunión con el Alfa se pusieron de pie, sus defensas levantadas, esperando oír lo que tenía a la pareja del Alfa de esa manera. Chanyeol, el comandante de los lobos Centinelas, salió inmediatamente del cuarto para examinar el peligro para las parejas.
— La televisión y la consola de video juegos murieron. —Luhan tomó la tela del frente de la camisa de su pareja, girando la tela en sus manos. — Tenemos que hacer algo, ahora
Los guerreros gruñeron, se volvieron a sentar. Ellos ya deberían saberlo. Luhan era tan impredecible como una ardilla. — Tranquilo, bebé. Lo arregláremos. —Jong In se rió mientras alejaba las manos de Luhan, y lo jalaba a su regazo— Compraremos uno nuevo.
— No, tengo todos mis juegos salvados en ese. ¿No podemos conseguir, a alguien… conseguir un geek que venga y lo revise? Había un técnico que solía ir a la tienda de video juegos en donde trabajaba y arreglaba cualquier videojuego. ¿Puedo llamarlo?
— Puedes llamarlo, pero preferiría que no viniera aquí. —Los shifters guardaban celosamente su secreto. Los únicos humanos que lo sabían eran sus parejas y el propietario del restaurante.
— ¿Quieres que lo lleve a la ciudad? ¿Qué con la televisión? —Ruego llenaba la mirada de Luhan. Sin juegos era como estar sometido a una muerte lenta. Eso no podía suceder. Él ya estaba aburrido la mitad del tiempo. Si no podía ocupar su mente con los video juegos, él se volvería loco.
— En cuanto arregle eso rápido, llámale y que venga a ver cuál es el problema. —Sintiéndose de algún modo aliviado, Luhan usó el teléfono del escritorio, llamando a su antiguo trabajo, a su antiguo compañero de trabajo, Jinki.
— Él estará aquí en menos de una hora. Gracias. —Luhan colgó el teléfono, y entonces se montó a horcajadas en las caderas de Jong In, presionando su pene contra el de él. Dios, incluso después de todo este tiempo, aún amaba un infierno a su lobo.
— Bebé, mis hombres siguen aquí. —Jong In besó el cuello de Luhan.
— Regresaremos en… ¿veinte minutos? —Minsoo guió a los guerreros afuera, cerrando la puerta detrás de ellos.
Niel revisó su hoja impresa de nuevo. Este era el lugar. Frunció el ceño mientras salía de su carro. Esto no era correcto. Él debió haber tocado un timbre en un portón, en donde le deberían de preguntar la razón de su visita, y debería haber perros ladrando y gruñéndole.
No había cámaras de vigilancia, registrando cada movimiento. Al menos él no vio ninguna. Un lugar como este debería ser extremadamente difícil de acceder. ¿Por qué no lo era? No había perros de guardia ladrándole, ni siquiera gimiendo, eso no le parecía correcto.
Niel cerró su carro. Revisó de nuevo la hoja y vio la casa. Encogiéndose de hombros, se dirigió a la puerta, oyendo el sonido de la grava crujir bajo sus zapatos. En lugar de tocar golpeó con su zapato. No tenía sentido llenarse de gérmenes las manos. No sabía quién había tocado esa puerta. Esperó a que alguien respondiera mientras veía alrededor. Cualquiera podía entrar a ese lugar. Eso no debería de ser. No debería de ser en absoluto.
— Hey, Niel.
Niel parpadeó. Oh, él recordaba a ese chico. ¿Cuál era su nombre? ¿Lu qué? No importaba. Ese no era el problema. — ¿Tienes un problema?
— Amigo, sígueme.
Neil siguió, a como sea que se llamase, dentro del paraíso de los jugadores. Oh, sí, él podía ver el problema justo ahora. -Demasiados… demasiados cables. Eso es una telaraña ahí atrás. No es bueno, no es bueno en absoluto.-
Niel sacó un par de guantes azules de látex de su bolsillo delantero antes de inclinarse detrás del equipo de entretenimiento, jalando cables fuera de un macramé de tres cordones. — Riesgo de incendio. Gran riesgo de incendio.
— Hey, ¿qué estás haciendo? —Como quiera que se llamara gemía mientras Niel desconectó el último cable.
— Necesitas un regulador de voltaje. Es asombroso que no se haya incendiado la casa. —Niel se puso de pie y vio el lío de cables en el suelo, complacido de salvar a esa casa de un incendio.
— ¿Incendiado la casa?
Niel se giró ante el profundo timbre de voz que preguntó, él asintió. — Si, incendiar la casa. Necesitan un regulador de voltaje. Todos estos cables son un riesgo de incendio. No es bueno, no, no es bueno en absoluto.
— Jong In, él lo desconectó.
— Luhan, si él dice que no es bueno, entonces él tiene que desconectarlo hasta que lo arregle. ¿Quieres que la casa se incendie hasta los cimientos?
Luhan. Eso es. Ahora él lo recordó. Niel jaló la consola fuera del estante, sacando todo su equipo. Desenrolló una tela sobre la mesa de billar.
— Uh, pequeño, estamos jugando.
Niel levantó la vista: más hombres grandes. ¿Jugando qué? Frunció el ceño, no entendía de lo que hablaban. Uno de ellos señaló un palo de billar. Oh, un juego.
Niel pasó su mano sobre su cabello, y se encogió de hombros. Oh, bien, eso no importaba ahora. Él necesitaba arreglar el juego, así que sacó su desarmador de su bolsa, y sacó los muchos tornillos llegando al interior de la caja.
Mantuvo toda su concentración en lo que estaba haciendo. Niel había sido acusado de perder la noción del tiempo, estaba tan absorto en su trabajo que en ocasiones olvidaba comer, dormir, bañarse por días hasta terminar. Otros le decían neurótico. Ellos decían que era extraño, nervioso o simplemente raro. A él no le gustaba la gente, ellos no lo entendían. La mayoría de la gente no lo entendía.
— Puedo arreglar esto —dijo Niel en voz alta, pero él estaba hablando consigo mismo, algo que hacía mucho.
— ¿Puedes? Gracias a Dios. —Luhan se asomó sobre su hombro— ¿Qué está mal?
— ¿Huh? —Niel parpadeó hacia Luhan— ¿Qué preguntaste?
— Dije, ¿qué esta mal? —El hombre lo veía como si él fuera el extraño. Niel suspiró. Otra persona que no entendía.
— Es… complicado. —A él no le gustaba tratar de explicar cosas a aficionados porque nunca lograba que entendieran, así que optaba por esas dos simples palabras. Evitaba que la gente hiciera más preguntas.
Le habló a Luhan como si tuviera tres años. — Tienes que evitar sobrecalentarlo. Hay unos pequeños abanicos que se conectan al juego… y mantienen el motor fresco. —Niel giraba las manos imitando las aspas de un abanico— Deberías comprar uno. No hay nada malo con el juego. Probablemente todos esos cables. —Niel señaló con su mano los cables en el piso como si fuera la descartada piel de una víbora, con los dos enchufes viéndolo a él.
— Está bien, ¿algo más? —Luhan preguntó viendo sobre el hombro de Niel.
Si, por lo que se veía, el juego nunca se apagaba. «Ten una vida en algún lugar del exterior».
«Deja los controles y aléjate del video juego».
Jesús, la gente en estos días ya no salía a hacer ejercicio. Todo era computadoras y video juegos. No le extrañaría que la población entera fuera obesa. Bueno, Luhan no lo era, pero podría serlo si él seguía en esto. La mamá de Niel lo sermoneaba todo el tiempo acerca de que la electrónica le iba a freír el cerebro. A los veinte años, Niel había sido testigo de mucho de eso.
— Perdiste peso —Niel soltó.
Luhan inclinó la cabeza y miró fijamente a Niel. Eso lo hacía sentirse incómodo. No le gustaba que la gente se concentrara en él de esa forma. Siempre tenían algo negativo que decirle. Esa malcriada persona de la tienda de video con su problema nasal siempre tenía algo horrible que decirle a Niel. Él simplemente era mezquino.
— Amigo, ¿qué tiene que ver mi peso con el juego? —Luhan no preguntó negativamente. Curiosidad más que todo. Niel solo se encogió de hombros y atornilló de nuevo el video juego.
— Terminado. No conectes nada hasta que compres ese regulador de poder. Nada, absolutamente nada. —Niel dejó el video juego en el estante, la urgencia de arreglar todo el desorden del cuarto hacía que le hormigueara la piel. Las películas estaban desordenadas y mezcladas con los videojuegos.
Se mordió el labio inferior, forzándose a alejarse. «Esta no es tu casa», se recordó.
— Él no lo hará, te lo aseguro —Kkam Jong le dijo a Niel.
— ¿Podemos hablar de tu falta de seguridad, Kkam Jong? —Niel guardó sus herramientas en su bolsa, haciendo su mejor esfuerzo para no arreglar el centro de entretenimiento y curar así su indisposición.
— Es Jong In. —El hombre gruñó.
— Seguro, seguro. Necesitas considerar cámaras, cercas y perros. El lugar es demasiado grande para estar sin protección, Kkam Jong.- Niel luchó por no acobardarse. Los hombres grandes lo ponían extremadamente nervioso. Todos eran más altos, pero en esa casa parecían que tenían súper tamaño.
— Tenemos suficiente protección. Gracias por tu preocupación. —Kkam Jong sonrió siendo cortés con él. Niel suspiró, otro que no entendía.
— ¿Qué acerca de la televisión? —Luhan preguntó detrás de él.
— Lo siento, Luhan. La remplazarás. —Niel lo miró sobre su hombro mientras levantaba su bolsa.
— Está bien. —Luhan se rascó la cabeza— Pero ni siquiera la viste. ¿Cómo puedes saber qué está mal?
— Regresaré. Tengo que ir a la tienda y conseguir los reguladores de voltaje. No conectes nada. Riesgo de incendio. Sí, gran riesgo de incendio. —Niel ignoró a Luhan mientras se dirigía a la puerta.
Kkam Jong le mostró la salida, agradeciéndole por ayudar a su novio. Había media docena de esos en el pequeño taller detrás de su casa. Podía tomar algunos y regresar, solo en caso de que hubiera el mismo problema con otros aparatos eléctricos de la casa. Las computadoras eran otra fuente de cables arruinados. La gente no tomaba en serio el riesgo de incendio. Él estaba feliz que Kkam Jong lo hiciera. El hombre podría ser grande, pero él no corría riesgos. Bien, muy bien.
Niel subió a su carro y dejó la herramienta sobre papel estéril en la limpia cubierta del asiento. Se quitó los guantes y sacó otro par, poniéndoselos antes de sacar una bolsa de sándwich y poner los guantes cubiertos de gérmenes dentro. Selló la bola y la tiró en una bolsa de basura.
Una vez que el ritual estuvo completo, feliz de que su carro estuviera libre de gérmenes, Niel manejó de regreso a su casa.
Llegando a su casa presionó el botón de la contestadora. Otra llamada por ayuda, algo acerca de una torre de computadora humeando. Sacudiendo la cabeza, Niel subió de nuevo a su carro y se dirigió a la dirección que le dejaron en el mensaje.
Niel dejó la bolsa de su herramienta en su banco de trabajo que mantenía con una servilleta esterilizada. Por qué algunas personas golpeaban sus aparatos electrónicos era algo que siempre lo confundía. No es como si eso resolviera sus problemas. Eso los empeoraba la mitad del tiempo.
Lanzó los guantes cubiertos de gérmenes al bote de basura y se frotó las manos con gel antibacteriano y se preparó algo para comer. Después de dejar dos rebanadas de pan en una servilleta, las centró perfectamente antes de colocar dos piezas cuadradas de carne en ellas. Una vez terminado, recortó las orillas del pan, lanzándoselas a los pájaros fuera de la ventana de la cocina. Se sentó ante el escritorio, le dio una mordida a su sándwich mientras enderezaba el teclado, dejándolo perfectamente frente al monitor.
Notó por el rabillo del ojo que la luz de la contestadora parpadeaba. Genial, otra llamada de urgencia. Él quería ignorar eso, pero era incapaz de hacerlo. Nero se inclinó, presionó el botón y siguió comiendo.
— Hey, Niel. Soy Luhan. ¿Te olvidaste de mí? ¿Puedes traer esos reguladores para que pueda jugar? Jong In ha bloqueado todos los contactos y no me deja ni acercarme hasta que regreses. Por favor ven aquí. —Beep.
Niel había olvidado, totalmente a Luhan. Lanzó la mitad del sándwich al bote de la basura, tomó otro par de guantes, la bosa de su herramienta y se dirigió a la gran casa en el bosque.
— ¿Por qué no regresaste ayer? —Luhan preguntó mientras lo llevaba al interior. Niel solo se encogió de hombros, conectando cada cable en el regulador. Notó que había una nueva televisión, ya en su lugar. Bien, realmente bien. Frunció el ceño— No compraste el abanico para el juego.
— Ya lo ordené. ¿Puedo jugar mientras tanto, verdad?
— No, no, no, no. No es seguro. Si eso se apaga de nuevo, está frito. —Niel negó con la cabeza. Eso no podía hacerse en absoluto. La gente necesitaba dejar de tomar atajos, disipando a soplidos los obvios problemas e ignorándolos. Luhan podría arruinar una perfectamente buena consola de video juegos con su descuido.
— ¡Que! —Gritó— Eso no puede ser. Oh, infiernos, voy a tener síndrome de abstinencia en cualquier momento.
— Ya lo oí, pareja. No jugarás hasta que la pieza llegue.
— Oh, hey, Kkam Jong. ¿Pensaste en las cámaras? —Niel se puso de pie, una vez completó su tarea colocando la telaraña de cables de una manera segura en esta ocasión.
— No, pero me preguntaba si podrías ver mi computadora. Está extremadamente lenta.
Niel tomó sus herramientas, siguió al alto Kkam Jong a su oficina.
Ajustó la silla, levantando el nivel para así poder ver lo que estaba haciendo. Niel comenzó a teclear, revisando la computadora de Kkam Jong, buscando la causa del problema. — Tienes un problema, Kkam Jong. ¿Quién navegó por sitios porno?
El gigante se inclinó sobre el hombro de Niel, haciéndolo sentirse incómodo mientras revisaba la computadora. — Eso fue un error, hace año y medio. —Kkam Jong se enderezó y se alejó, alejando la intranquilidad de Niel.
— Si, está bien. Bueno, como sea le dejó algunos mañosos virus. —Niel levantó el mouse, y lo giró— ¿Este es el mouse de tu abuela? Antiguo, muy antiguo.
Kkam Jong sonrió. — ¿Qué es un virus?
Niel parpadeó hacia él. — Eso es… complicado.
— ¿Qué está mal con mi mouse? —Kkam Jong se movió alrededor de su escritorio, viendo a Niel remover una rueda escondida dentro del mouse.
— ¿Ves esas ruedas? —Señaló las ruedas del interior.
Kkam Jong asintió.
— ¿Ves la mugre en ellas? Deberías conseguirte un mouse laser, o inalámbrico. También tu computadora es antigua, muy antigua.- Niel sacó un disco del lado izquierdo de su bolsa e insertó el CD en la computadora. Era un programa diseñado para destruir cualquier virus de la computadora: spyware, spam, Trojans, etc. Eso la limpiaría.
Manteniendo una agradable distancia, Kkam Jong veía el programa comenzar a funcionar. Dio un paso atrás, viéndolo cuando le preguntó: — ¿Eso lo arreglara ahora?
— Así es, Kkam Jong, pero deberías de considerar una nueva computadora. Esta es muy antigua, un modelo de principios del 2000. Es un dinosaurio.
— ¿Y qué recomiendas?
— Hay muchas elecciones. Podría revisarlas contigo, ver las especificaciones que necesitas y partir desde ahí. —Niel tomó de nuevo la bolsa de su herramienta, esperando la respuesta de Kkam Jong mientras se rascaba su pantorrilla.
— Si es lo que recomiendas. —Kkam Jong sacó su chequera del cajón del escritorio, escribió un cheque a Niel por el trabajo ya completado.
— ¿Cuándo quieres hacer esto? —Niel guardó el cheque en su bolsillo trasero, rezando por no olvidar sacarlo antes de lavarlo. Es por eso que él se manejaba estrictamente con PayPal. Podría abrirle una cuenta a Kkam Jong para futuros servicios. Con lo electrónicamente iletrados que esta gente era, sabía que él regresaría.
— Cuándo sea conveniente para ti. —El gigante lo acompañó a la puerta del frente.
— En cualquier momento, en tanto no reciba una llamada para algún servicio. —Niel vio a Kkam Jong extenderle la mano. ¿Se suponía que la estrechara? Gérmenes. La gente cargaba muchos gérmenes. Kkam Jong parecía agradable, así que él no debería de ofenderse si Niel no le estrechaba la mano. Kkam Jong debió captar el mensaje porque llevó ambas manos detrás de su espalda, sonriéndole a Niel. Eso estuvo cerca. Niel no tenía amigos, así que realmente no quería ofender al gran hombre. Kkam Jong parecía agradable, realmente agradable.
— ¿Qué acerca de mañana? ¿Quieres ver en línea? —Kkam Jong abrió la puerta del frente.
Niek inclinó el cuello hacia atrás mientras veía a Kkam Jong. -Mañana estaría bien. Aunque traeré mi laptop. Eso podría tomar un billón de años solo para encenderla. —Niel se alejó charlando— Quizás debas de considerar un notebook o uno de esos nuevos pads. Son realmente buenas y móviles, podrías sacarlas de la oficina. Realmente móviles.
Kkam Jong se rió, viéndose que no parecía entender ni una sola palabra de lo que dijo Niel, y él probablemente no lo había entendido. Él podría llevar a Kkam Jong a través del proceso, paso a paso.
— Te veré mañana, Niel.
— Uh, está bien. Adiós, Kkam Jong. —Niel se dirigió hacia su carro.
continuara...