Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La bella durmiente... ¿y el príncipe? por Raziel Soul

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Era una vez que se era, en una lejana tierra cuyos reyes no habían podido tener hijos, que llegó a ellos aquel tan ansiado regalo, y pasadas nueve esperas la hermosa reina dio a luz a dos pequeños: una preciosa niña y un encantador varón.

El día del bautizo, en tan grande fiesta, en la cual no escasearon bebidas ni viandas, tres hadas madrinas llegaron a ofrecer regalos a los infantes:

Ohayô dio a ambos la virtud de la belleza y la inteligencia

Konnichiwa los dotó de voces melodiosas y habilidades artísticas

Mas cuando tocaba el turno a Konbanwa sucedió que, Oyasuminasai, un hechicero oscuro, enfadado por no ser invitado a la celebración llegó de colado al baile y se plantó frente a los dos chiquillos.

– Es verdad – dijo con voz tétrica – ambos serán hermosos, inteligentes y nobles, mas al cumplir 18 años, Ashita se pinchará el dedo con el uso de una rueca y yacerá muerta al anochecer.

Antes de que el hechicero desapareciera los reyes le preguntaron sobre el futuro de su vástago, que era quien les preocupaba más puesto que era el próximo rey. No obstante Oyasuminasai rió con desenfado

– Lo descubrirán ustedes – dijo y desapareció entre humo gris.

Quedaron todos muy tristes, pero había aún una esperanza, llegó el turno a Konbanwa  que aunque reconoció sus poderes como menores a los del hechicero, no dudo en hacer su mejor esfuerzo

– Cierto es pequeña princesa que tu dedo pincharás pasadas 18 primaveras, pero no llegará a ti la muerte. Solamente dormirás hasta que te despierte un beso de amor real – después miró al principito – a ti pequeño Kyô, puesto que no sé tu mal, te brindo valentía y fuerza. Que su estrella os guardo príncipes

Concluyó pues la pachanga y se fueron a dormir. Con paso veloz los años volaron, ambos gemelos eran queridos por todos en el reino, tan bellos y nobles conquistaban a cualquiera. Pero algo extraño en el joven Kyô preocupaba a sus padres: casi dieciocho años y sin prometida. Bailes iban y venían y él nomás no aflojaba… rienda; todo lo contrario a su hermana que ya se había comprometido solita con príncipes de los cuatro puntos cardinales.

Llegó la señalada y trágica fecha; las dieciocho primaveras estaban por completarse y con ello la maldición de aquel hechicero vil. De dónde, quien sabe, el chiste es que la mendiga rueca apareció en palacio, y la metiche princesa metió el dedo donde no debía (por aquello de no perder la costumbre) cayendo enseguida al piso dormida placidamente. Instantes después fue encontrada por sus padres, las hadas (quienes con el pretexto de “cuidar” a la chamaca, se instalaron en palacio sin decir agua va) y el príncipe quien decidió, al recordar la cura, ir en busca de un príncipe que diera a su hermana el beso de amor; salió pues de palacio en su brioso corcel empuñando espada y escudo por si se le atravesaba algo en el camino. Anduvo varios días sin encontrar siquiera un burro; en tanto las hadas lanzaron un hechizo al reino entero

– Todos aquí dormirán hasta que la princesa despierte; solo aquel que no sea del reino llegará a la princesa y podrá romper el conjuro – las hadas cayeron dormidas al cabo de esas palabras, puesto que eran del reino, las estúpidas se fregaron también.

Y allá sigue el joven Kyô cabalgando como idiota sin encontrar nada, hasta cierto día que, por azares del destino, descubrió en un lago a un hombre tomando un baño; sorpresa se llevó a aquel tipo al ver al encantador muchacho y escuchar su voz que preguntaba

– Dime ¿acaso eres un príncipe?

– ¿Qué no vez la corona? – señalo el tipo sus ropas donde estaba dicho artefacto mientras sudaba una gota

Le contó todo el príncipe y presurosos estaban por partir, mas Kyo decidió tomar un baño, total ya tenía lo buscaba y por un par de horas no se le iba a ir la hermana. Comenzó a quitarse la ropa dejando al descubierto sus angelicales encantos, y Kinò (el otro príncipe) quedó embobado ante él.

******

Después del baño partieron a todo galope, justo frente al palacio apareció el odioso mago convirtiéndose en Dragón, de cuyas fauces salía un fuego voraz…

¡Kyaaaaaaaaaaaa! – cual doncella en apuros gritó el méndigo Kinò, que en lugar de defenderse se escudó tras el pobre Kyô quine peleó con valentía y se clavo al dragón (con la espada de metal) acabando con su vida y dejando libre el paso para que pasara el otro miedoso.

                Entraron a palacio, mas al poner el pie en la puerta Kyô se sintió desfallecer,  él era del reino y pronto estuvo a azotar por el bendito hechizo de las hadas, no obstante logró resistir y condujo al otro muchacho justo a los aposentos de su hermana, pasando a su paso por un sin fin de cuerpos que dormitaban a pierna suelta. Al ver realizada su tarea el pobre principito cayó como res en rastro, cuan largo era en el piso junto a la cama de su hermana. Kinò no tuvo corazón de dejarlo ahí y dulcemente lo levantó depositándolo junto a la princesa. Entonces los miró fijamente a ambos, se quedó así un buen rato, los dos son igual de hermosos a consecuencia de ser gemelos. En la doncella el maquillaje en sus párpados, el rubor de sus mejillas y el carmín de sus labios la dotan de una gracia sensual; pero en nada se compara al sublime y virginal aspecto del pequeño Kyô. En pocas palabras la susodicha princesa ya se veía muy recorrida y su hermano no, por lo cual dejase Kinò llevar por el natural todo rojizo en los labios del chiquillo y lo besó con ternura. Este despertó y con pícara sonrisa correspondió el gesto (He ahí el castigo del hechicero… el niño jamás tendría descendencia.)

Kinò lo carga en sus brazos y pasando por encima de los caídos, los amantes salieron de palacio, montaron el caballo despierto (recuerden “Todo lo que sea del reino se duerme”) y vivieron felices por siempre.

FIN

¿Y los demás? Ah, pues según dice la gente, si pasas por el palacio, puedes escuchar aún los ronquidos de la reina.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).