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Regalo de navidad: Pep por Abyss

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Dar a luz en navidad apestaba.

Fue el primer pensamiento que llegó en automático a la cabeza del famoso nieto del bien reconocido profesor Oak. Quien muy visiblemente se encontraba de mal humor, sentado en una de esas feas e incómodas sillas de plástico en color blanco que se encontraban bien acomodadas en varias hileras —aunque si prestaba atención podía jurar que estaban atornilladas al suelo— en la sala de espera donde se encontraba, mirando el bonito azulejo del suelo mientras su pie derecho se movia freneticamente en una especie de tic nervioso, probablemente por el estrés que se encontraba atravesando debido a la situación.

Ahí, en el quirófano desde hace una hora y media —más o menos— se encontraba Red, dando a luz.

Intentó contener un suspiro de cansancio puro —cosa que no logró— antes de dirigir nuevamente su mirada al reloj que se encontraba colgando de la pared, moviendo sus manecillas firme y silenciosamente sin dejar de marcar el paso del tiempo, marcando la hora exacta.

Veinticuatro de Diciembre y se encontraban a cinco minutos para las doce.

Gruño entre dientes una vez más antes de jalarse los cabellos debido al estrés y a los nervios que se sentía incapaz de seguir soportando —algo que solo empeoraba por lo silencioso del lugar, y todavía sumado al hecho de que era el único ahí sentado esperando el nacimiento de su primer hijo— una vez más se alzó de su no-tan-cómodo asiento para comenzar a caminar de un lado hacia otro, estirando las piernas y seguro de que si seguía sentado se le iban a entumecer. Habían pasado ya tres horas desde que arribaron al hospital debido a las contracciones que Red le había dado a conocer de último minuto, por lo que en tiempo record había tomado las llaves del gimnasio, la maleta para el hospital, a Red —no podía faltar obviamente— y dinero al azar que se había encontrado por ahí en una mesa, por lo que en lugar de tomar camino hacia la casa de su abuelo, donde todos planearon —sin pedir opiniones— pasar la fiesta de navidad, ellos dos habían tomado dirección al hospital donde durante ocho meses Red asistió a sus regulares visitas de control del embarazo.

Lamentablemente había salido tan rápido de su gimnasio, que había olvidado tomar lo esencial. Su teléfono y cartera se habían quedado abandonados en algún lugar del edificio y no es como si tuviese la posibilidad de ir y venir simplemente para traerlos, por lo que en cierta forma se encontraba incomunicado con el resto del mundo, y debido a los nervios del momento —intentando ignorar los pensamiento de que algo malo podría pasar durante el parto— no era siquiera capaz de decirle a la enferma que le prestara el teléfono para comunicarse ya sea con su familia, la mamá de Red o sus amigos.

Detuvo su andar justamente frente a una pared, y recargo su frente para sentir el frío recorrerle los huesos, el continuo caminar le había dado calor debido al grueso suéter que usaba.

Realmente Red no había sido programado para cesárea, e incluso el doctor que había estado a cargo del embarazo nunca les había dicho si iba o no a ser necesaria la intervención médica, sino que en la última cita —que iba a ser dentro de tres días— se decidirá cómo se llevaría a cabo el parto.

O esa había sido la idea.

Antes de que el bebé se enterara que Santa Claus trae regalos el veinticinco de diciembre, y de un momento a otro le habían dado ganas de nacer para ver si alcanzaba a recibir algo —o al menos esa era su hipótesis.

Sin embargo, su hijo debió de haber estado tan emocionado, que terminó clavando en un costado de su mami, razón por la cual desde hace una hora y media los doctores habían tomado la decisión de llevar a Red a quirófano y hacer la cesárea, debido a la incapacidad del bebé de nacer por su cuenta —secretamente, a Green le nacía la curiosidad sobre cómo era que iban a dejar nacer al bebe— y aun cuando le avisaron que verían si había alguna posibilidad de que pasara al quirófano junto a la madre, tal oportunidad nunca llegó, debido a que la cesárea, además de que era de emergencia —aunque los doctores habían insistido que no había nada malo— daba varias señales de que sería delicada, y para evitar complicaciones decidieron negarle el paso al padre. Razón por la que actualmente se encontraba afuera, esperando lo más pacientemente posible a que le diese alguna noticia o que finalmente la operación acabará.

Su vista regresó una vez más al reloj, quien continuaba imperturbable ante la desesperación del que sería padre en cualquier minuto. Dándose la vuelta y soltando otro suspiro, recargo su espalda contra la pared y poco a poco comenzó a deslizarse hasta quedar sentado en el frío azulejo.

—Feliz navidad Red, y Darin.

0.o.0

Tuvieron que pasar otra dos horas más hasta que finalmente Red pudo salir del quirófano y ser trasladado a una de las habitaciones para que descansara, a la vez que ambos esperaban pacientemente ver al bebe, asi como que el doctor les dijera cuando le iban a dar el alta al de cabello negro.

—Estoy impaciente por ver al bebé.

Green desvió su vista de la arruga en la sábana blanca que había estado mirando, para fijar sus orbes verdes, en las rojas de su esposo.

—Yo tambien, pero solo tenemos que esperar un poco mas para ver a Darin, y listo—tranquilizo Green que pasó a tomar la mano de Red que estaba a punto de perder la uña que tanto había tardado en crecer tras ser mordida por los nervios—Y dejate las uñas en paz.

—¿Darin?—cuestiono Red, ignorando su necesidad de morderse los dedos y pasando a observar fijamente a su pareja, antes de sonreír con un ligero toque burlón—¿No que se iba a llamar Violet?

Green simplemente se encogió de hombros antes de desviar la vista hacia la puerta, también desesperado por ver a su hijo.

—Suena demasiado femenino para un niño.

Y antes de que Red pudiese decir algo al respecto, la puerta de la habitacion se abrio, sorprendiendo a ambos, quienes no tardaron en emocionarse cuando la enfermera entró con un pequeño bulto en brazos y envuelto con una cobijita azul rey. Un silencio confortable se instaló en la habitación mientras la enfermera pasaba a dejar al bebé en el pecho de la madre, con la cabeza acomodada encima del lugar donde se encontraba el corazón.

—Los dejaré solos un rato con el bebé, ¿Necesita algo más?—preguntó cordialmente la enfermera recibiendo negaciones silenciosas, antes de retirarse de la habitación y darle un momento a solas a los nuevos padres—Felicidades.

—Mi… Miralo Green… Es… Es…

El de cabello azabache se callo asi mismo cuando sintió las lagrimas aglomerarse en sus ojos, sintiendo al bebé acomodarse en su pecho de aquella forma en que sólo un recién nacido haría, al encontrarse nuevamente con los familiares sonidos creados por el latir del corazón de su madre.

—Se parece a ti.

Señaló Green acercándose lo más posible a Red y al bebé, quien de repente sonrió, probablemente, un acto llevado a cabo sin siquiera darse cuenta.

—No… No puedes decir eso aún...—señaló el de cabello negro con un ligero puchero y sorbiendo la nariz—Hay que esperar… A que este mas grande… Para saber a quién se parece.

Green ya no respondió, únicamente se dedicado a darle mimos a Red quien intentaba —por todos los medios posibles— no llorar ante la nueva sensación de tener un bebé en brazos, olvidando por completo que, tal vez —probablemente— debería de recordar avisar a la familia y amigos que Red dio a luz.

—¿Green?—después de unos minutos, Red volvió a hablar, moviendo el rostro para mirar fijamente a su esposo.

—¿Necesitas algo?—preguntó de inmediato el de ojos verdes, con la preocupación tiñendo su voz.

El de cabellos negros dejo salir una leve risa ante tal reacción, pero eso no le quito de la cabeza lo que estaba a punto de decir, aquello que hizo que sus ojos brillarán aún más y la sonrisa en su rostro se ensanchara.

—Feliz navidad, mi amor.

El de cabellos castaños se quedó estático por un momento —sintiendo incluso un ligero bochorno subir por su cuello— sin saber cómo reaccionar ante aquellas palabras o que decir al respecto, finalmente optó por copiar el gesto de la sonrisa y acariciar el cabello de Red, finalmente, dejando un leve beso en sus labios.

—Feliz navidad amor… En realidad, no me esperaba que este fuera mi regalo de navidad.

La atención de la joven pareja regresó una vez más al bebé que descansaba tranquilamente con la madre, probablemente, sintiendo aquella seguridad que horas atrás, había abandonado.

—Genial—soltó Green de repente en un susurro—Dos regalos por años, uno de cumpleaños y uno de navidad.

—Green—regaño Red intentando no hacer mucho ruido ni alterarse, ocasionando únicamente que su esposo se riera en su cara, de igual forma, en silencio.

 

Notas finales:

Darin significa; Regalo precioso

 Esto segun la paguina donde encontre el nombre ^^Uu

Espero que te haya gustado. Feliz navidad.


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