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Regalo de navidad: ToadThearian por Abyss

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ClingyShipping(Lucas&Barry)— RammingSteelShipping(Riley&Barry)

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Fue entonces que una pregunta se instaló en su mente, en aquel momento de máxima concentración y observación, no pudo evitar llegar a aquello que, tal vez, le atormentará durante un largo tiempo, hasta que finalmente todo pudiese ser resuelto por el joven de cabellos rubios.

¿Que era lo que necesitaba…?

Su mirada se desvió una vez más hacia la ventana, lejos de la investigación que se encontraba realizando —como un favor para el profesor— viendo a la lejanía al culpable de sus distracciones y por el cual solía soñar despierto. Barry y él habían sido amigos de la infancia, muy buenos amigos realmente. El rubio solía jalarlo para cometer mil y un travesuras, mientras que el simplemente se dejaba hacer para poder disfrutar de las risas de su travieso mejor amigo.

Aun así el destino no tardó mucho en separarlos, Barry tenía un futuro predeterminado, uno que nacía a partir de su padre quien tenía las expectativas puestas en su único hijo —algo que se notaba muy poco, pues el alto hombre no solía pasar mucho tiempo con su familia— mientras que el, en su lugar, como hijo de uno de los investigadores del profesor se le había encomendado la misión de mantener actualizada la pokédex, razón por la cual no solo inició su viaje antes, sino además, en determinado punto de su aventura terminó en una lejana región, ocasionando entonces que terminará por perder todo contacto que mantenía con su amigo, quien le había avisado se iría a entrenar a una isla desde donde, muy probablemente, ya no podrían comunicarse tan regularmente como solían hacerlo.

La distancia que esto originó solo le hizo darse cuenta de una cosa, un detalle del cual no fue consciente durante su infancia y simplemente terminó por hacerse presente cuando se descubrió incapaz de dormir por las noches.

Le gustaba Barry… Y no exactamente como un amigo.

Su primera reacción fue asustarse y ocultarse debajo de una sábana tras tal descubrimiento, posteriormente se puso tan rojo que pensó que en algún momento se terminara quemando así mismo y, finalmente, intentó encontrar la razon del porque pensaba que tenía esa clase de sentimientos por su amigo de la infancia.

¿Que le podría gustar de Barry? Era ruidoso en extremo, hablaba hasta por los codos, siempre intentaba echarle la culpa a cualquier persona que se cruzara en su camino, era un maleducado sin remedio y soltaba cosas que ni venían al caso, se creia mucho mejor que cualquiera aun cuando no lo era, la forma en la que sus ojos brillaban cuando le ponían pastel de café frente a sus ojos, el adorable bochorno que sus mejillas alcanzaban cuando se avergonzaba o se quedaba sin comentarios y sus enormes y agradables sonrisas que lograba animarlo sin importar la situación en la que se encontrara…

Si, definitivamente, se había enamorado de su mejor amigo.

Finalmente soltó el lápiz que minutos antes había estado utilizando, dejándolo rodar totalmente sobre el escritorio sin despegar su mirada de la ventana y del rubio que corría de un lado a otro, riendo libremente mientras parecía estar hablando con alguien, probablemente con su Empoleon, pues segundos después vio a dicho pokémon correr con dirección a su entrenador.

En determinado momento estrechó la mirada y se tallo los ojos un tanto frustrado… Otra vez… Mientras veía a su amigo riendo bajo la brillante y luminosa luz del sol de media tarde, casi podría jurar haber visto… Algo… Algo muy extraño rodear al rubio por el cual sus pensamientos se desviaban y no le dejaba pensar con tranquilidad. Su frustración no terminó ahí, cuando vio a un curioso pokemon azul correr en dirección a Barry, quien seguía haciendo señas a quien se debía de encontrar frente a él.

Con unos celos que sentía, pero que no era capaz de reconocerlos y mucho menos aceptarlos, se alzó de su asiento de un brinco antes de dirigirse hacia la planta baja y, posteriormente, hacia la salida del lugar.

¿Que era lo que necesitaba hacer para gustarle a Barry?

Nuevamente río con libertad y soltura, admirando los graciosos gestos que Barry realizaba con tal de llamar su atención y arrastrarlo a jugar con el resto de pokémon en el lugar. El residente de la isla hierro, quien acababa de llegar al laboratorio del profesor Rowan, en una visita para compartir un informe sobre dicho lugar, aunque debido a que el profesor se encontraba en una junta, no le quedó de otra mas que esperar pacientemente, cosa que no ocurriría debido al hiperactivo rubio que le había reconocido en un segundo y, posteriormente, lo jalo hacia el patio para que no se encontrase tan solo. Así que ahora se encontraba ahí, recargado en la pared del laboratorio mientras negaba amablemente la invitación para ir a jugar —a diferencia de Lucario, quien casi instantáneamente había corrido al lado del rubio.

Con su eterna tatuada en su rostro, se dedicó a observar al llamativo rubio que no paraba de correr a juego con el resto de pokémon que se habían aglomerado a su alrededor, con esa sonrisa que cautivaba por completo, con el sol brillando encima de su cabeza como si fuese alguna especie de obra y el fuese el personaje principal, aquel que siempre se encontraría bajo el reflector principal, robándose todas las miradas con una simple sonrisa, con un simple gesto.

Viéndolo así, no pudo evitar llegar a la conclusión sobre lo lejano que solía sentirse en ocasiones respecto al menor, el hecho de que ambos hubiesen coincidido en la vida había sido un momento tan random e irreal, que en ningún momento en su cabeza se había cruzado la idea de terminar formando una amistad con el hiperactivo rubio, aquel que le fue a buscar hasta la isla hierro por el simple hecho de que —en sus sinceras palabras— le había parecido una persona interesante, a la cual deseaba conocer.

Observando ahí, a la distancia… Casi podría jurar que podía ver diamantes a su alrededor, rodeándolo para reflejar los rayos del sol con dirección al rubio, quien continuaba riendo junto a los pokémon que podrán disfrutar de su compañía sin sentir aquella presencia tan extraña —suertudos, pensó con un poco de envidia—la cual parecía tener toda la intención de hacerlo parecer tan lejano e intocable para que nadie en el mundo tuviera el descaro de intentar siquiera acercarse.

—Buenas tardes.

Saludo en un intento cordial Lucas, poniéndose al lado del maestro del aura quien ni siquiera se inmuto ante la nueva presencia.

—Muy buenas tardes.

Respondió en un tono cordial. Como maestro del aura y gracias a todo el entrenamiento que había tenido durante toda su vida, podía sentir fácilmente que él no era del agrada del menor a su lado, aunque claro, ni siquiera era necesario tener un doctorado para darse cuenta de tal detalle. La simple mueca hecha por el era mas que suficiente.

—Con tu permiso.

Fue un aviso soltado al aire en su mayoría, que no mostraba agrado por tener que decirlo, pero que en el fondo había una especie de satisfacción por dejarlo salir.

Alrededor de Barry estaba la presencia del aura, así como diamantes a su alrededor. Inconsciente de los mismos, simplemente sonrió cuando su amigo se acercó para unirse al juego.

Inconsciente en su totalidad, del desagrado de la persona parada tranquilamente a la distancia.

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Originalshipping(Red&Blue)— RaticateShipping(Blue&Joey)

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Sintió el frío y conocido aire golpear su rostro sin piedad alguna, mirando atentamente como el sol salió para anunciar un nuevo dia, desde la cima del Mt. Silver donde vivía actualmente. Metió una de sus manos a la bolsa de su pantalón, sacándola casi instantáneamente tras haber obtenido lo que deseaba. Un pequeño papel excesivamente doblado, el cual volvió a su estado original tras un momentáneo minuto de esfuerzo.

Ahí, en la desgastada —aunque no tan vieja— foto, se encontraban Blue y él, en su más reciente viaje a la región de Alola. Una foto realizada tras las insistencias de la persona que amaba, quien no paraba de quejarse sobre lo que ocurriría poco después de que regresaran a su tierra natal

Entrecerró los ojos ligeramente molesto tras sentir los rayos del sol golpeando sin piedad su rostro, por un momento había olvidado que se encontraba presenciando dicho evento. Soltando un suspiro volvió a guardar la maltratada fotografía para guardarla una vez más en su pantalón. Sin cuidado alguno tomó la mochila amarilla que descansaba a sus pies y sonrió a la vez que dirigía su vista a su fiel compañero amarillo.

—…

El ratón eléctrico soltó su característico grito, antes de saltar para acomodarse en el hombro de su entrenador, quien le recibió con una caricia en el cuello, antes de acomodarse su conocida gorra, para finalmente comenzar a descender de las heladas tierras del Mt. Silver. Tras casi seis meses después, finalmente había tomado la desicion propia de bajar para hacer una visita sorpresa a todos los que solían decirle que vivir aislado no le iba a hacer algún bien.

Empezando con su madre y con la persona que amaba, obviamente.

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Sonrió mientras sorbía una vez más su nariz, de aquella forma que le resultaba tan desagradable pero que en el fondo no tenia muchas mas opciones en el mundo, pues no traia ni un pañuelo ni nada similar consigo en aquel momento.

—Gracias.

Agradeció en un susurro mientras aceptaba el vaso de plástico con la bebida que había solicitado de manos de aquel que, inexplicablemente, se había convertido en su nuevo mejor amigo, y la persona más cercana a su verdadero ser actualmente.

“Aun cuando fuese tan extraño admitir tal cosa”

—¿Estás seguro que te encuentras bien?

Blue se negó a volver a hablar o siquiera alzar el rostro, en su lugar simplemente se dedicó a darle pequeños tragos a su bebida, mientras fijaba su vista en su propio Raticate y en el Raticate de su nuevo mejor amigo, Joey. El entrenador de gorra azul se había dedicado a permanecer a su lado tras cierto incidente ocurrido hace seis meses, cuando fue forzado a tomar una decisión de la cual —por cierto— realmente no tenía muchas opciones a elegir.

Una vez mas las lagrimas se aglomeraron en su rostro tras el sentimiento que le trajo aquel recuerdo, el vacio que habia quedado en su corazón era directamente proporcional a lo solo que había quedado su apartamento tras la forzada decisión. Si por el fuera se hubiese negado —o mejor dicho, se negó— pero tanto su abuelo, como su hermana y su prima, no habían apoyado su negación en lo más mínimo, y el hecho de que Red, el mismo Red tampoco le hubiese apoyado no había hecho otra cosa más que hacerle sentir… Mal. Miserable.

Y solo. Muy solo.

Su apartamento seguía igual que antes de aquel incidente de hace más de un año, solo para el. Demasiado grande para una persona y solo seis pokémon. Tan solo que en las noches que sufría insomnio era capaz de escuchar aquellos familiares sonidos que se habían quedado grabados en su memoria, cada vez que daba vuelta en un pasillo no podía evitar decir un nombre al azar, buscando a aquel que le correspondía tal nombre para simplemente recordar que ya no estaba ahí.

Ni siquiera era capaz de seguir acostándose en la cama matrimonial que tenía en su apartamento, aquella que mantiene las mismas sábanas —tan pulcras pues nadie las había tocado— desde hace poco más de cuatro meses, porque el sentimiento del espacio sobrante le calaba tanto que le hacía llorar, porque el suelo se veía demasiado limpio, despejado, vacío… Solo.

El vacío que hace más de un año —en su primer viaje a Alola— se había llenado por accidente, ahora volvía a estar igual o peor que antes de ese viaje.

Y se negaba a admitirlo. No quería que nadie le viera desmoronándose, que ninguna hipócrita se le acercara preguntando si se encontraba bien cuando por su culpa se había vuelto a quedar igual o peor que a como se encontraba antes.

Pero Joey no era así. El era su amigo… Su nuevo mejor amigo, y la única persona que no creía que negarse había estado mal, aquel que diariamente iba a su gimnasio y apartamento para asegurarse que se encontraba bien, aquel que se sentaba a su lado en el sofa a platicarle de cualquier cosa random —mayoritariamente de algún ratata o raticate— para que el silencio de su apartamento desapareciera, para que su soledad se hiciera más...llevadera.

—¿Blue?

Sintió una mano en su espalda que comenzaba a moverse en círculos, como una forma de darle alguna especie de consuelo, o ayudarle a hacer su sentimiento más llevadero, aquel sentimiento que se negaba a demostrarlo al resto del mundo.

—Estoy bien.

Respondió cortante alzando firmemente el rostro, limpiando las pocas lagrimas que habían alcanzado libertad alguna tras un momento de descuido.

—¿Eso significa que iremos de compras?

Cuestiono Joey con una sonrisa, inclinándose levemente en su lugar para ver un poco mejor a Blue, su gorra en un tono azul rey —casi negro— se encontraba acomodada de la forma correcta —no como solía usarla— su playera blanca con rayas amarillas había sido un regalo traido de Alola por Blue —quien le había asegurado que era la que estaba de moda— junto al pantalón de mezclilla desgastado, aunque este había sido traído de una tienda exclusiva en la región Kalos. Porque según a todo esto, Blue no podía ser amigo de alguien que no estuviera a la moda.

—Si… Ir a comprar ropa suena bien.

Blue sonrió antes de lanzarse a abrazar a Joey. Quien simplemente rió y respondió al afectuoso abrazo.

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Camino tranquilamente por la casi irreconocible Celadon City. Tenía ya varias horas desde que había descendido del Mt. Silver y se había encaminado a buscar a las principales personas con las que deseaba encontrarse. Con su madre no habia tenido ningun problema, ella estaba ahi, en casa, donde esperaba pacientemente el regreso de su único hijo. Aquella que le recibía siempre con los brazos abiertos y una sonrisa en la cara.

Pero cuando se había dirigido al gimnasio de Viridian City, el no se encontraba ahí. A diferencia de otras veces en las que había bajado de la montaña, era la primera —y única hasta ahora— donde no le encontraba esperándolo, ahí, gritando en la cara sobre todo el tiempo que había tardado en bajar y que cada vez era más tiempo el que se tardaba en regresar. Pero ahora no había habido gritos, ni quejas, sino… Silencio. Un tenebroso silencio que se había extendido totalmente por el apartamento, el cual —podría jurar— algun tiempo atras habia estado tan lleno de vida que parecía una mentira que fuese el mismo lugar —teniendo incluso que comprobar repetidamente que estuviese en el lugar correcto.

Tras la falta de Blue intento no sucumbir al pánico, por lo que, tras preguntar a unas cuantas personas logró dar con un lugar aproximado donde podria encontrarlo. Por lo que ahora se encontraba ahí, caminando tranquilamente por toda Celadon City, mirando frenéticamente a todos los lados posibles sin parecer tan sospechoso, hasta que finalmente le encontró, sentado en la única fuente del lugar. Una leve sonrisa hizo acto de presencia en su normalmente inexpresivo rostro, y estuvo apunto de acelerar el paso con dirección a su novio…

De no ser que no se encontraba solo.

Ahí, sentado en la fuente, se encontraba abrazandose con alguien a quien no reconocía debido a la distancia. Pero por el simple gesto —aquel que era un poco difícil conseguir por las buenas— que representaba el abrazo, le hizo detenerse en seco, observando atentamente a ambas personas.

Miles de pensamientos cruzaron por su mente en aquel momento, y ninguno de ellos era bueno.  La situación no mejoró, pues cuando les vio separarse y noto la gran sonrisa —que era fácilmente apreciable— a la distancia, que adornaba de aquella forma que tanto le gustaba el rostro de Blue, no pudo evitar sentirse desconcertado ante lo que se encontraba viendo.

Tanto así que ni siquiera noto cuando las dos personas se desaparecieron del lugar —ignorando incluso por donde se habían ido— quedando ahí, de pie, como un idiota.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo para caminar tranquilamente y sentarse en el lugar que minutos antes había estado ocupado, sintiendo la ligera brisa ocasionada por la fuente. Por su mente, la idea de perderlo jamás se había hecho presente, la simple idea parecía absurda, pues Blue siempre estaba ahí, esperando pacientemente como hacia su madre, seguro de que nunca se iba a cansar de esperar.

Excepto hoy.

El dia de hoy había descubierto que no, que probablemente Blue no le iba a esperar eternamente. Que Blue no siempre estaria ahi para regañarlo, gritarle o ir a buscarlo a la cima del Mt. Silver a pesar de su mala salud y el poco ejercicio que realizaba. Nunca había pensado que algo así fuese posible, excepto hoy, el dia que finalmente había visto su territorio invadido, aquel le hizo darse cuenta que no, no podía seguir estando ausente. No podía seguir dejándolo solo. Porque debia estar mas que claro que Blue le pertenecía, y que no estaba disponible para nadie.

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AkaiShipping(Lance & Silver)—UnderstandingShippin(Giovanni & Silver)— PreciousMetalShipping(Gold & Silver)

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—Él no se los merecía.

Fue a la conclusión que llego mientras continuaba con la mirada perdida en él suelo, observando atentamente la nieve sobre la cual se encontraba caminando, aquella que hacía que sus pies se hundieron debido a su peso impidiéndole caminar de una forma realmente cómoda. Cerró sus manos dentro de las bolsas de su pantalón, sintiendo las entumecidas y frías debido al largo tiempo que tenía caminando por las calles ya vacías de la región Johto, él camino que seguía únicamente iluminado por las farolas de luz blanca, ni siquiera la luna y las estrellas le hacen compañía aquella noche, pues él cielo totalmente nublado y él frío clima únicamente auguraba que en cualquier momento comenzaría a nevar una vez más.

Soltó un pesado suspiro, para admirar sin ánimo alguno él como su él aire caliente que había soltado se convertía en vaho frente a sus propios ojos.

Finalmente detuvo sus pasos, antes de sacar una de sus manos de la comodidad de una de sus bolsas y recurrir a la acción de restregarlo sobre sus ojos, soltando un chasquido de molestia e intentando ignorar todo aquello que le causaba aquellos sentimientos que tanto odiaba, sin lograr éxito alguno, pues apenas volvió a alzar la mirada sintió una vez mas la acuosidad de las lagrimas molestando al borde de sus ojos. Por inercia bajo una vez más la vista, observando sus rodillas maltratadas y sintiendo él pantalon cada vez mas frios, se habia caido, cuando salio corriendo sin pensar en lo más mínimo en él suelo congelado que predominaba en la ciudad.

Suspiro una vez ante él molesto recuerdo que se aglomeraba rápidamente en sus pensamientos, la incomodidad ante dicho recuerdo y él desagrado de su vergonzosa reacción ante él momento.

Una semana —más o menos— con anterioridad, Lance le había hecho llegar una cordial invitación a una pequeña fiesta que seria organizada por la Elite Four, asegurando que otros entrenadores de la región y conocidos de otros lugares también asistieron le aseguro que no se sentiría ni fuera de lugar y mucho menos incómodo. Su respuesta, desde un principio, había sido un rotundo no, desde que era niño tenía un ligero problema con las fiestas, él primero sin duda alguna había sido con su abuela, quien desde un principio siempre se había negado rotundamente a que su único nieto disfrutará de una pequeña celebración, ya que según ella, simplemente era una pérdida de tiempo que podía invertirse en cosas más… Productivas.

Y cuando ella finalmente falleció y su padre intentó remediar tal visión sobre las fiestas, llevando a cabo pequeñas celebraciones con algunos miembros de confianza del team rocket, no es como si pudiera hacer ya algo sobre la visión que su madre había dejado en él menor de cabellos rojos. Sin muchas opciones más, simplemente decidió esperar pacientemente a que aquello fuese algo que se remediarse con él tiempo.

Algo que obviamente no paso.

Pero incluso, independientemente de aquello, la fiesta no era la verdadera razón de su estado, la fiesta en realidad no tuvo la culpa de que saliera corriendo del lugar donde se llevó a cabo la celebración. No, la verdadera razón fue, sin duda alguna, los sentimientos que dos personas despertaron y sobre las cuales no tuvo ni tiempo alguno de reaccionar.

La primera que llegó fue la de Lance. Él domador de dragones siempre le había parecido tan lejano, tan grande y tan… Brillante. Una persona que resplandecía por sí mismo, alguien a quien obviamente no merecía. Su culpa sobre las acciones pasada, aquellas por las que la gente aún solía mirarle de mala manera, le impiden —en muchas formas— él siquiera pensar en establecer algún lazo —más allá de la cordialidad y respeto— que mantenía con él campeón de la región, aquel que amablemente, en algún punto que no era capaz de ubicar, le había empezado a ayudar —aún más— con él entrenamiento que realizaba en la guarida dragón, haciéndole sentir, poco a poco, como la culpa se alzaba de su persona y finalmente comenzaba a permitirle vivir en paz.

Algo que simplemente pasó a desmoronarse aquella noche, cuando, en medio de la celebración —y con la cara un poco roja, tal vez por alcohol ingerido— Lance se había acercado a su persona, jalando hacia un lugar donde la gente difícilmente les podría escuchar… Y le reveló que le gustaba.

No lo amaba, no lo quería. Le gustaba.

Aquello había sido como un balde de agua fría cayendo repentinamente, despertando de aquella burbuja de tranquilidad que había logrado crear tras discutir un momento con Blue y platicando con un entrenador de la región de Teselia —llamado Touya, si es que no lo estaba confundiendo— con su poca experiencia en las relaciones con las personas y él respeto que le tenía a Lance, no alcanzó a reaccionar de otra forma más que balbuceando alguna estupidez que no recordaba, para posteriormente salir apresurado de donde se encontraba, ignorando por completo si Lance intentó detenerlo o no, si la gente lo miraba y pasando de largo a la gente que tenía la decencia de preguntar si se encontraba bien.

Hasta que finalmente encontró la salida y en menos de un segundo ya se encontraba fuera, respirando apresuradamente y tras sentir él frío aire golpeando su rostro terminó cayendo en que cuenta que había terminado olvidando por completo la bufanda, los guantes y él segundo abrigo que tenía puestos dentro de la fiesta.

Aún shockeado tras aquella revelación —que aun su mente no sabia ni como procesar— comenzó a caminar de un lado a otro, alejándose de la puerta e intentando encontrarle alguna lógica a la declaración que había recibido… Porque eso era una declaración… ¿No?

Su primera conclusión —sin duda alguna— fue que Lance estaba borracho… Bueno, no tan borracho, estaba —tal vez— un poco pasado de copas y probablemente había terminado diciéndole aquello por impulso o un reto de borrachos que él resto de gente de su edad —aquellos que le invitaron a beber en primer lugar— debieron de haberle impuesto. Y si, si conocía esa clase cosas, por pequeñas fiestas que había logrado apreciar de reclutas en algún momento de su vida.

Su segunda conclusión a la que llegó y que le golpeó de repente, también le hizo detenerse en su lugar y alzar la vista hacia un árbol cercano, concentrándose repentinamente en una sola cosa… ¿Como debía reaccionar?¿Lo que le había dicho era cierto o no?¿Tenía que hacer algo?¿Actuar de alguna forma?

Trago saliva mientras mas y mas preguntas se aglomeraban en sus pensamientos, aquellos que le hacían ponerse aún más blanco de lo que su piel ya era —tanto naturalmente como por él frío del momento— y finalmente saltó en su lugar, cuando escuchó la puerta abrirse una vez más y la persona que recien salia le saludaba con aquella sonrisa que le solía poner incómodo en ocasiones.

—Buenas noches Silver—saludo sonriente Gold mientras se encaminaba con dirección al de cabellos rojos—¿No tienes frío?

—No— fue su respuesta cortante ante tal incógnita, sin humor alguno como para mantener una ligera conversación con quien, solía considerar, su único amigo.

—Nochebuena, ¿Y ni asi me tratas bien?— se quejo él de cabellos negros en un tono falsamente herido, aquel que le hizo sonreír y confiarse antes de sentir un segundo balde de agua en la cabeza.

Su reacción con Gold, al igual que con Lance, fue similar casi en su totalidad. Aunque, en cierta forma, la declaración había pasado a ser… Dolorosa.

Gold era la primera persona en él mundo a quien podía considerar como un mejor amigo —no solo un amigo, sino como él mejor y único— la primera persona que se había acercado a su persona con una sonrisa y le había aceptado, perdonado y siempre que le veía le sonreía sin juzgarlo en lo más mínimo. A Gold no le importaba lo que había pasado cuando recién se habían conocido, ni su actitud cortante o arisca, mucho menos los desplantes o ataques pequeños de ira que solía hacerle.

Él de cabello seguía ahí, a su lado, aceptandolo como tal.

Y por tanto era mucho más difícil pensar en su declaración que en la de Lance.

Porque la de Lance probablemente había sido por error, un producto a base de una borrachera, o incluso una apuesta o juego entre sus amigos borrachos.

Pero la de Gold no.

Gold era sincero, le habia sonreido e incluso parece considerar sus sentimientos y posible reacción ante la sincera declaración.

Por esa razón, no dejó siquiera que dijera algo más cuando le dio la espalda y se echó a correr, olvidando su ropa, la fiesta e intentando huir de los gritos de Gold, aquellos que le hicieron temer él ser perseguido. Cosa que no ocurrió. Más de cinco cuadras después, fue que finalmente se detuvo, y no, no lo hizo porque quiso. Mientras corría llegó a un parque, aquel donde para cruzarlo debía bajar unas escaleras, aunque debido a la velocidad con la que corría no alcanzó a detenerse por lo que terminó resbalando debido al frio suelo y cayendo por los pocos tres o cuatro escalones que tenía aquel parque.

Lastimándose las rodillas y las palmas de sus manos, las cuales puso en frente en un intento de proteger su rostro.

Con dolor y lamentándose de si mismo se sentó en él frio suelo, quejándose silenciosamente sobre lo que le acababa de ocurrir y apareciendo que se encontraba solo, estaba seguro que se sentía mucho peor si es que hubiese gente a su alrededor.

Tras quedarse momentáneamente en él suelo, desorientado y confundido su vista se movió instintivamente por él suelo, en la búsqueda de algún objeto que probablemente se hubiese caído debido al repentino accidente.

Su Pokegear, desde él suelo, fue lo que le captaron sus ojos. Ahi tirado, frente a su persona, ligeramente enterrado en un pequeño montículo de nieve. Y sus dedos, torpes, tembloroso y casi congelados no dudaron ni un minuto en marcar él número de teléfono de su padre. De Giovanni.

No lo iba a admitir ante nadie y mucho menos lo revelaría ante la Policía Internacional, pero tras unos cuantos encuentros —y la molesta vigilancia que su padre mantenía sobre él en secreto— y una pequeña insistencia terminó aceptando él número telefónico he hizo la vaga e imprecisa promesa de marcarle en caso de emergencia o de alguna situación que realmente requiriese de la presencia de su padre.

Pensar en su padre, Giovanni, él líder del team rocket… Era complicado. Principalmente por la falsa fachada de haber disuelto a un equipo completo de más de mil miembros. Su padre había sido una persona —en un primer momento— apartada de su crecimiento cuando aún era un bebé, algo que fue fomentado debido a la muerte de su madre y la insistencia de su abuela de que ella sería suficiente para que su nieto creciera bien.

Cuando finalmente Madam Boss —como prefería que le llamaran— había fallecido, fue cuando finalmente su padre había tomado parte de su vida, no siendo únicamente una presencia externa a su crecimiento. Aunque aquello no fue realmente fácil, él carácter serio de su padre no sólo le inspiraba respeto, sino que también le daba miedo, a diferencia de como solía ocurrirle, ser cargado por su padre —en aquel entonces— no le ayudaba a dormir como en otras ocasiones, aunque se sentía protegido —muy protegido sinceramente— eso no significaba que se sintiera totalmente incomodo, llegando incluso al punto en que terminaba tieso en brazos de su padre, quien le preguntaba si se encontraba bien.

Con él tiempo, aquellas reacciones no hicieron otra cosa más que alejar poco a poco las muestras de cariño —torpes y en extremo cuidadosas— que Giovanni quería darle, terminando en una situación demasiado extraña en cuanto a los sentimientos que tenía por él. No podía decir que lo quería como un padre, pues con él tiempo aquella figura poco a poco se había terminado desapareciendo para finalmente quedar aquel que llegó desde un principio, simplemente siendo Giovanni, un líder de no solo él team rocket, sino de varios mas, aquel que aún estaba activo en él submundo, lejos de toda la autoridad, invisible para él mundo gracias a su inteligencia. Haciéndole creer a la gente solo lo que deseaban ver. Por lo que, desde hace un largo tiempo, su necesidad de avanzar en él mundo, de ser mejor que otras personas y demostrar siempre que era él mejor, se debía a nada más ni nada menos que a su ridícula necesidad por ser aceptado y visto por aquella persona, no por su padre ni por los ridículos reclutas, sino por él líder, por Giovanni.

Pero ahora, con las piernas doliendole a cada paso que daba, con dos declaraciones ante las cuales no sabia ni como reaccionar, con las lágrimas aglomerandose cada vez más en sus ojos y sus pensamientos hechos un lío… Lo único que deseaba hacer era llegar con Giovanni… Con su padre.

Y que por primera vez en mucho tiempo, lo cargara. No le importaba como. Lo necesitaba.

Porque ya no sabia como ver a Lance a la cara, no sabía cómo contestarle a Gold, no sabía ni siquiera si había alguna forma concreta de reaccionar… Porque se sentía mal al ser querido por dos personas que se sentía, no los merecía, sentimientos que no podía aceptar por todo lo que había hecho, por todo aquello que le habían enseñado en su niñez y se grabó en su memoria.

Por aquello que se supone que haría en un futuro.

—¿Silver?

Sus hombros temblaron finalmente cuando estuvo frente a frente al alto hombre de gabardina negra y sombrero negro, aquel que le observo confundido y dudoso siquiera de tocarlo.

—¿Quien te hizo llorar?

Preguntó Giovanni en un tono cortante y obviamente enojado, quitándose él grueso abrigo y pasándolo sobre los pequeños —debido a la gran diferencia de edades y tamaño— hombros de Silver, abrigandolo del frío clima.

Él de cabellos rojos no contestó, simplemente chocó su frente contra él cuerpo del mayor —después de sentir él calor de la prenda comenzando a abrigarse— y finalmente se echó a llorar, aferrándose fuertemente al sweater que abrigaba a Giovanni.

—Cargame…

Notas finales:

La ultima parte de las tres ships siento que me quedo rara, supongo que es porque con Giovanni me quedo muy al aire, pero sin muchas opciones (debido a la fecha, a que es de ultimo momento y me estan apresurando) termino asi.

En un futuro, de todas formas, espero poder desarrollarlo mas, pero mientras...

Esta es la base.


Nota: esto te pasa por ser multishipp y no decirme que querias de navidad :V

Nota2: ¡YO VIVO DEL DRAMA!


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