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Junjou - Puro por LouisBlind

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Notas del fanfic:

Otro trabajo de omegaverse, esperoque les guste. Esta cortito pero lo hice con amorts para mi OTP

Dicen que el amor no tiene edad, al menos en el mundo de las alfas y omegas eso es cierto… Cuando un alfa o un omega encuentra a su “mate”, su mundo entero cambia sin importar su edad. El único problema que tiene esto es la sociedad… Últimamente los “mate” se han convertido en una leyenda urbana, algo tan romántico no puede ser real ¿Cierto?

 

Los omegas están en su rincón, siendo los adornos del alfa que los eligieron como pareja, les guste o no, o buscando la manera de agradarle a algún alfa para no quedarse solteros. Los alfas por otro lado están en el estrato alto, se dan la libertad de elegir a uno o más omegas y hasta betas para acompañarlos y criar niños, muchas veces sus familias eligen a uno o más prometidos sin darles la oportunidad de amar, es su deber como alfas obedecer…

Y entonces, ¿Dónde queda el romance en estos casos?... Fácil, el romance no existe en la sociedad moderna, no es más que una fantasía novelesca e inaccesible… El romance se ha convertido en una quimera para la mayoría. Son muy pocas las veces en las que el destino le permite a una pareja encontrarse sin obstáculo alguno, esos “mate” son los que mantienen viva la leyenda

 

¿Qué es un “mate”? seguro esa pregunta la debieron responder más de una vez quienes criaron o educaron a un alfa o un omega… Es un término bastante antiguo, de hecho viene de los animales silvestres, esos que se aparean por temporadas y más que todo a los que solo consiguen una pareja en toda la vida… Un “mate” es una pareja predestinada, una vez que un humano encuentra a su “mate”, no vuelve a amar a nadie, solo a esa persona. En caso de los alfas y omegas la “mate” lo elige la naturaleza, es una combinación de feromonas única que les hace olvidarse del resto del mundo, a sus ojos su “mate” es el individuo perfecto, nada más hermoso o atractivo. Y aun cuando traten de ignorar la reacción o alguien trate de separarlos, sus instintos primitivos volverán a juntarlos una y otra vez hasta que, como animales, se apareen y marquen para seguir una vida de pareja. La parte que hace este concepto mágico es que solo existe un “mate” por persona, no hay más y si este muere, su compañero se quedará solo.

 

 

Navidad en Tokio, algo que maravillaría a cualquier persona, en especial a un niño que recién llegaba a la ciudad, el menor de solo 6 años se había aferrado a la mano de su familiar. Estaban saliendo de una limpia y decorada estación de trenes con una maleta a mano, los ojos de ese niño se iluminaron, no se sabe si por la ilusión de un nuevo hogar o por las hermosas decoraciones en el bulevar. Los edificios y los escaparates de las tiendas estaban iluminados de muchos colores, una música agradable se escuchaba, opacada por las conversaciones ruidosas de la gente o los llamados de algunos vendedores invitando a los transeúntes a pasar por sus negocios

 

-Atsushi, vamos a tomar un taxi- el adulto lo guió por los concurridos pasos peatonales y luego de una seña con la mano consiguió un taxi, las maletas y el niño viajaron en el asiento trasero y el adulto subió al espacio del copiloto para indicar las direcciones.

 

EL inquieto peli lila se puso de rodillas en el asiento y pegó su rostro a la ventana del vehículo, empañando ligeramente el cristal con su respiración mientras sus ojos curiosos recorren los cada vez más escasos rascacielos, conforme se adentraban en la zona residencial los edificios cambiaban por árboles igualmente iluminados, no había un solo rincón oscuro, no el 24 de diciembre por la noche

 

-Llegamos- anunció el adulto que bajo las maletas en cuanto pagó la tarifa. El peli lila acomodó su gorro de lana y los guantes que llevaba puestos, al salir del auto soltó una leve risa mirando hacia arriba, el paisaje era increíble, las casas eran grandes y habían un par de edificios de apartamentos, no perdía detalle del que sería su hogar por un tiempo

 

-Vamos Atsushi, tu tía debe tener la cena lista- las palabras no llegaron a oídos del peli lila, justo en ese momento se había topado con uno de sus vecinos y no sabía que ese era el instante que cambiaría su vida

 

-Wow- murmuró restregando sus ojos, no sabía si era una ilusión óptica por las luces pero ese niño parecía un ángel a sus ojos, tenía el cabello rojo y brillante, su piel era pálida y en cuanto sus miradas se toparon, las luces de las decoraciones se reflejaron en sus ojos logrando simular chispas, ambos se sonrojaron al instante, algo que nunca les había pasado

 

-¡Atsushi!- la voz de su tío lo sacó del embelesamiento

 

-Ah… voy- volteó la mirada al adulto solo por unos segundos y al volverse una vez más hacia el pelirrojo pudo ver que también lo estaban llevando dentro de su propia casa

 

-Tío…- corrió al interior de la cálida casa a la que ahora llamaría hogar, busco al que fue su escolta y le jalo la camisa levemente con las manos aún cubiertas por guantes

 

-¿Cómo se llama ese niño?- preguntó urgido por conocer el nombre de su vecino

 

-Ve a lavarte las manos, tu tía nos espera en la mesa- el mayor le ayudó a quitarse el gorro, guantes y su abrigo

 

-Moo, dime cómo se llama- pidió una vez más, el tono insistente hizo que el mayor también sintiera curiosidad

 

-Él… creo que es Seijuro, es de la familia Akashi- el mayor estaba extrañado por la repentina curiosidad del niño, tal vez era solo por ver a alguien de su edad… Nunca sospecharía que justo ante sus ojos una leyenda recién había cobrado vida…

 

-Seijuro… Akashi- obedeció embobado y se lavó las manos, luego fue a la mesa donde sus tíos lo esperaban, estaría viviendo con ellos un buen tiempo o al menos mientras sus padres acababan los estudios en el extranjero, serían al menos 5 años a partir de esa navidad

 

La zona en la que viviría ahora era bastante segura, las casas estaban junto a un parque  y al parecer todos los vecinos se conocían, era ideal para un niño inquieto como ese peli lila

 

-Atsushi… Este regalo es de navidad y de bienvenida, esperamos que te sientas a gusto- fue la adulta quien hablo y le ofreció una caja de tamaño llamativo, dentro había unos zapatos deportivos de su talla y una bola naranja, no sabía bien qué era pero se había emocionado,¡ también tenía una bolsa de golosinas y una caja de chocolates! Corrió a abrazar a sus tíos a modo de agradecimiento, el mayor le prometió enseñarle a jugar al día siguiente, ellos lo iban a cuidar y consentir como si fuera su propio hijo

 

-¿Puedo salir? Prometo volver temprano- el de cabello lila estaba curioso al escuchar los fuegos artificiales explotar en el cielo

 

-Puedes pero abrígate- la mujer le devolvió el abrigo, gorro, guantes y una bufanda que traía en la maleta, se puso todo rápido y salió corriendo para poder ver las luces en el cielo, estaba maravillado por tanto brillo

 

-Wooow- una expresión infantil salió de sus labios y a sus espaldas una risa de burla. Se había volteado molesto y estaba dispuesto a reclamar pero su corazón se detuvo cuando sus ojos se toparon una vez más… Ahí estaban esos niños congelados, mirándose como si fueran seres de otro mundo, sin poder romper el silencio incómodo hasta que el pobre pelirrojo soltó un estornudo

 

-Salud- respondió el peli lila

 

-Soy Atsushi, vengo de Akita- se presentó con una sonrisa

 

-Soy Seijuro… eres nuevo entonces- el pelirrojo quería aparentar formalidad pero los mocos en su nariz no ayudaban

 

-Hace frío aquí… No debes salir solo con un abrigo- se quitó la bufanda que llevaba puesta y la enroscó en el cuello del más bajo

 

-Así está mejor- dijo orgulloso al ver el resultado, combinaba con el color del cabello de Seijuro

 

-Gracias… Te la devuelvo luego- el más bajo miro al cielo, aun explotaban los cartuchos de pólvora iluminando con colores el paisaje nocturno

 

-¿Quieres?- ofreciendo un chocolate a cabo con la tensión y desde ahí ambos se hicieron amigos, aunque no como los otros amigos que tuvieron, por algún motivo eran más cercanos y se entendían mejor aún con la diferencia de sus personalidades

 

-Gracias- el pelirrojo bajó un poco la bufanda ajena para poder descubrirse la boca y comer el dulce que le habían ofrecido

 

-Akachin… ¿Quiéres ser mi novio?- la pregunta fue repentina, a esa edad ya los niños comenzaban a pensar en esos asuntos…

 

-¿Novios?... Supongo que sí- con toda la inocencia del mundo esos niños se tomaron de la mano para ver el espectáculo de pólvora, recién se habían conocido pero ellos sentían como si se conocieran de toda la vida

 

-Nos vemos mañana, mi tío va a enseñarme a jugar en el parque, puedes ir con nosotros- sonrió antes de irse de una vez a la casa de sus tíos, no podía tardar mucho o saldrán a buscarlo. El pelirrojo se quedó mirándolo hasta que entro a la casa, en sus manos estrujaba la cálida bufanda que su ahora novio le había regalado, iba a contarle todo lo que había pasado esa noche a su mamá, quería que supiera que desde que lo vio iluminado por la arboleda pensó que era un ángel y que ahora eran novios

 

-¡Ya llegue!- fue corriendo a su habitación con una enorme sonrisa, sentía que había hecho lo correcto al pedirle que fuera su novio… Eso se hacía con la persona que más le gustaba ¿no?

 

Fue a dormir, el momento en el que vio al pelirrojo por primera vez se seguía repitiendo en su mente, era tan lindo… Había sido algo que nunca había sentido, ¡En ese momento todo pasó en cámara lenta! La escena de ese chico pálido bajo las luces de la arboleda se repitió muchas veces en sus sueños hasta que al fin logró dormirse con una sonrisa en sus labios

 

 

6 años

 

-¡Ya estoy listo!- salió corriendo de la habitación usando sus zapatos junto a un conjunto deportivo, toda su ropa era grande por su rápido ritmo de crecimiento

 

-Que guapo te ves… Lleva esto Atsushi- su tía le entregó una bolsa de tela con algunos bocadillos y golosinas, había escuchado que iría con un amigo así que les preparo bastante. El niño tomó la bolsa y la pelota de basket para salir tras su tío al parque, tarareaba y sonreía esperando encontrarse a su novio para presentarlo a su tío

 

-Wah, el parque está muy cerca- sonrió y miro por los alrededores, no estaba el pelirrojo por ningún lado… Suspiró desanimado y regresó con su tío para que le enseñara como jugar con su nuevo regalo, aun cuando la actividad física no era por completo lo suyo, ese juego  parecía más entretenido de lo que imaginaba y se le hacía muy fácil jugar

 

-Bueno, ¡Trata de nuevo!- el hombre estaba animado de tener un niño en casa, era como el hijo que nunca podría tener

 

-¡Atsushi!- una voz familiar hizo que el peli lila soltara el balón y volteó con una sonrisa

 

-Akachin- fue a saludarlo aunque se apeno un poco al ver que el pelirrojo iba acompañado de una bella mujer, pálida como él y con el cabello largo y rojizo también… Vaya que era hermosa como su hijo. Una suave sonrisa de su parte le dio la confianza para acercarse a su novio

 

-Tío… él es Akachin- sonrió emocionado tomando al chico de la mano para llevarlo frente a su familiar

 

-Vaya, veo que se han vuelto muy buenos amigos en solo un rato… Seijuro siempre se ve tímido- el hombre saludó con la mano a la madre del niño, esa joven y frágil mujer que siempre usaba sombrero amplio

 

-¡No! No somos amigos… Akachin es mi novio- no veía nada malo en decirlo así de abiertamente, en la sociedad las relaciones homosexuales eran ampliamente aceptadas

 

-¿Eh? Atsushi… no pueden ser novios si no se conocen… Además es mala educación si no pides permiso a sus padres primero- el tío lo regañaba bajo para no hacer alboroto con los demás visitantes del parque

 

-Ohh, no se preocupe… Ayer mismo mi hijo llegó a contarme que Santa le había traído un novio y tenía que venir a conocerlo- la mujer de voz cálida se agacho para ver a Atsushi de pies a cabeza, este se enderezo tratando de parecer fuerte para impresionarla

 

-Sí, Sei-chan tiene razón, es un joven muy apuesto… No veo problema en que tengan citas de juego supervisadas.. Atsushi, puedes venir a jugar a nuestra casa cuando quieras- se levantó y le acarició el cabello al peli lila guiñandole un ojo al otro adulto para que comprendiera que estaba siendo cómplice de ese juego de niños

 

-¿Ves tío?, soy un buen novio para Akachin- el pelirrojo vestía una camisa manga larga de botones, una pantaloneta con tirantes y unos zapatos cómodos aunque elegantes, todo lo opuesto a la ropa deportiva de talla grande que usaba su novio

 

-Akachin, ven a jugar… Ya sé cómo- lo jaló de la mano y se lo llevó  a unos metros donde se encontraba el balón, ambos entre risas comenzaron a jugar frente a los ojos de los dos adultos

 

-Es lindo que se lleven tan bien… Se nota que es un buen chico- la mujer comenzó una amable conversación con el tío del peli lila, ambos adultos los miraban jugar, cualquiera diría que tenían toda una vida de conocerse

 

-Lo sé, me alegra que encontrara un amigo cerca… Desde ayer vive en nuestra casa y tenía miedo de que le costára acoplarse a la vida  en Tokio- se sentaron en una banca a la sombra dándoles paso libre para que jugaran sin interrupciones, al parecer el basket iba a ser una pasión en común para esos dos chicos

 

-Él puede venir a nuestra casa cuando quiera, y quedarse a dormir también, ellos no estarán solos… yo soy ama de casa así que paso el día con Sei-chan y le prometo cuidarlos bien- la invitación no lo había tomado por sorpresa, la urbanización donde vivían era bastante exclusiva y los vecinos eran muy cercanos entre ellos

 

-Ya veo… Lo mismo en mi casa, mi esposa va a cuidar de los niños si llegaran a jugar ahí- el hombre y Shiori  hablaron por un buen rato, no se habían dado cuenta de que los niños estaban sentados en el pasto compartiendo la merienda que la tía del peli lila les había enviado…  

 

-Sei-chan, tienes clases de violín… Tenemos que ir a prepararte- la madre del pelirrojo se disculpó con el adulto y se acercó a donde los niños comían y hablaban como si fueran adultos

 

-Lo siento Atsushi… Sei-chan debe irse ahora… Pero a cambio pueden verse en casa luego de sus clases, a eso de las 4… les prepararé un rico pastel- el peli lila asintió y se puso de pie

 

-Nos vemos más tarde- abrazó al pelirrojo de manera inocente y dejo que se fueran. Con ayuda de su tío recogió las cosas de la merienda y regreso a casa, el pelirrojo se veía muy elegante así que Atsushi también quería verse bien para ir a la casa de su vecino

 

-Llegamos- anunció el adulto al entrar a casa

 

-Tía, necesito mi ropa elegante- sonrió emocionado llevando a la mujer a su habitación, el adulto entre risas y gestos le pidió a su esposa que le siguiera la corriente.  El peli lila eligió ropa “elegante” con su tía y luego de una ducha y una siesta se vistió con un pantalón negro de ruedo enrollado por el largo, unos zapatos negros también y una camisa tipo polo color gris que le quedaba algo grande.

 

-Akachin~ vamos a jugaaar~- en vez de tocar el timbre decidió llamarlo como hacía con sus amigos en Akita. En sus manos cargaba un dinosaurio de juguete que le gustaba mucho

 

-¡Atsushi!- el pelirrojo se asomó de la puerta con una enorme sonrisa, lo invitó a pasar y lo llevó a su habitación para que jugaran, ¡Estaba feliz de que lo visitara alguien!

 

-Él es Dino-chin- le mostró el dinosaurio verde con orgullo antes de sentarse en la cama ajena, ¡era una habitación tan grande como la que tenía en casa de sus tíos aunque comparada a la que tenía en casa era gigante!

 

-Yo tengo dinosaurios también aunque ese es más grande- el pelirrojo abrió el cajón de juguetes buscando sus propios dinosaurios, desde ese día estaban seguros de que iban a llevarse mucho mejor

 

 

7 años

 

Los chicos entraron a la escuela, toparon con la suerte de ser compañeros, durante el primer año, se llevaban muy bien. Se visitaban seguido para jugar o hacer tareas, en la casa del pelirrojo o en la de Atsushi, sin importar el lugar lograban pasarlo muy bien.

 

-Akachin… cierra los ojos- sonrió y le colgó una bolsa de regalo de las manos. Con sus ahorros y la ayuda de su tía había conseguido comprarle un lindo oso de peluche, ya ambos tenían 7 y era la segunda navidad que pasaban juntos, celebraban un año de ser novios también

 

-Atsushi… ¿Puedo abrirlos?- agarró la bolsa con emoción, quería ver que era

 

-Si… ábrelos- retrocedió un paso y se quedó mirándolo

 

-Gracias- dijo fingiendo calma, al sacar el oso de la bolsa sonrió y su primer reacción fue abrazar al animal felpudo, era la primera vez que alguien fuera de su familia le hacía un regalo

 

-Atsushi… Yo tengo un regalo también- sonrió emocionado y sacó una caja con un hermoso lazo dorado que tenía oculta tras un mueble

 

-Es tuyo- el pelirrojo lo miró con ilusión esperando que le gustara, había pensado por su cuenta que regalarle pero gracias a su mamá pudo comprarlo

 

-Gracias Akachin- el peli lila se puso de rodillas en el suelo para abrir la caja mientras el pelirrojo lo miraba expectante abrazando el oso de peluche

 

-¡Waaa gracias!- los ojos le brillaron por la emoción, ¡era un par de zapatillas para basquet nuevas! Ya las suyas estaban rotas por tanto practicar y casi no le quedaban

 

-Pensé que unas moradas se verían bien- el pelirrojo lo observaba con una sonrisa, por algún motivo ver al más alto sonreír le hacía sentir mariposas en el estómago

 

-Muchas gracias, serán mis favoritas- se levantó y rodeó al pequeño pelirrojo con los brazos, un abrazo inocente y lleno de cariño puro

 

-Akachin, de ahora en adelante pasemos la navidad juntos siempre ¿si?- había guardado de nuevo los zapatos en la caja y ahora le tomaba la mano al pelirrojo para poder salir de la casa, debían ir antes de que el espectáculo de pólvora iniciara, ahí se habían conocido y ahí celebrarían que eran los mejores amigos y novios hasta el momento

 

-Siempre… es una promesa- ambos asintieron y luego de un pacto de meñique salieron de la casa del pelirrojo, la calle estaba iluminada una vez más, las luces de los árboles volvieron a hacerlos sentir ese momento mágico, en sus miradas se notaba la ilusión, el cariño que se guardaban entre ellos

 

-Akachin… Cada año te ves más lindo- susurró mirando al pelirrojo mientras este miraba el cielo, se veía hermoso, tanto como para hacer que el corazón de ese niño de 7 años latiera con fuerza

 

-Atsushi…- por primera vez se había quedado sin nada que decir, sus miradas se sincronizaron una vez más, esa conexión tenía un nombre, pero ninguno de ellos sabía sobre eso aun.

 

En silencio, y sosteniéndose las manos, un año más disfrutaron de los mágicos momentos  de navidad, las chispas en el cielo, la música de fondo y la compañía mutua dejaron una navidad más grabada en sus memorias. A lo lejos los tíos del peli lila y la madre del pequeño pelirrojo observaban la escena, ellos sí que sospechaban de ese lazo único que había atado el destino de esos niños… Por el momento era mejor dejarlos convivir y que se enteraran por su cuenta de que el destino los había reunido para el resto de su vida. Año a año iban a enterarse de lo profunda relación que estaban forjando y eso era lo más especial de encontrar a su “mate”.

 

 

8 años

 

-Atsushi… Es tarde, tengo que volver a casa- el pelirrojo había comenzado a verse más pálido y triste aun cuando jugaban o decoraban sus casas. Atsushi llevaba días de notar ese cambio de humor y le había pedido consejo a su tía... Según ella debía darle distancia pero no podía ver más ese rostro triste en navidad

 

-Voy contigo… Akachin, esta noche voy a quedarme en tu casa- tomó un maletín y empacó algo de ropa, golosinas, el regalo del pelirrojo y a Dino-chin

 

-Atsushi… no es buena idea- el pelirrojo se puso de pie tratando de irse rápido

 

-Ahh moo, mamá-chin dijo que podía ir cuando quisiera y ahora quiero- le tomó la mano al pelirrojo y camino casi arrastrándolo por los pasillos de la casa de sus tíos

 

-Voy a dormir donde Akachin- anunció a su tía que asintió sorprendida  

 

-Pórtate bien Atsushi- fue lo único que le advirtió al de cabello lila, eran vecinos y las familias comenzaban a llevarse mejor cada vez, no tenía problema con una pijamada imprevista

 

-Akachin… sonríe ¿si?- le pidió justo antes de entrar a su casa

 

-Si…- el pelirrojo seguía sin estar convencido, en la casa de los pelirrojos la temperatura era alta, más de lo normal… El termostato se encargaba de mantener una temperatura cálida en la que no era necesario usar abrigo, algo que no había pasado en el tiempo que llevaba de visitarlos

 

-¡Mamá-chin!- llamó emocionado quitándose los zapatos en la entrada, dejó su maletín a un lado y recorrió los pasillos buscándola en la sala de lecturas o en la cocina como siempre, pero no estaba…

 

-¿Mamá-chin?-  una mujer mayor a la que no conocía salió para pedirle que hiciera silencio, ¡la situación era rara!

 

-¿Dónde está?- preguntó con inocencia a la mujer con traje de criada, el pelirrojo lo miraba apretando los puños con los ojos húmedos

 

-Mamá empeoró hace varios días, está en cama descansando- mantenía la cabeza gacha, no quería llorar, ¡su misma madre le había pedido que no llorara!

 

-¿Empeoró?- el peli lila recordó donde era la habitación de la mujer y salió corriendo para poder verlo con sus propios ojos, esa mujer alegre estaba postrada en una cama, conectada a un respirador y con suero intravenoso

 

-Oh Atsushi… ¿Cómo has estado?- el pobre niño sintió una enorme tristeza, se veía tan frágil y débil… Parecía que iba a quebrarse

 

-Mamá-chin…- se acercó despacio a la mujer y le tomó la mano

 

-Vamos, no hagas esa cara… Me pondré mejor pronto, ya se lo dije a Sei-chan- la mujer era calma y amable como siempre pero verla demacrada le hacía sentir inmensas ganas de llorar

 

-Atsushi, quería verte… Tengo un favor que pedirte y es algo que solo tú puedes hacer… Una misión secreta- le hizo ademanes para que se acercara un poco y el niño obedeció en silencio resistiéndose a dejar que las lágrimas acumuladas en sus ojos rodaran por su rostro

 

-Prométeme que no vas a dejar solo a Sei-chan… Su padre trabaja muy duro y casi no está en casa… Y ahora que yo estoy enferma él me preocupa mucho, no dejes que sufra en silencio y apóyalo mucho, si no estoy yo, sé que tú vas a cuidarlo- el niño jaló los mocos y asintió limpiándose rápido los ojos, esa era una misión secreta muy importante

 

-Akachin es mi novio… No voy a dejarlo solo… Pero Mamá-chin, prométeme que vas a ponerte bien y hacernos más pastel- susurró apretándole un poco la mano

 

-Lo haré, me pondré bien pronto para que juguemos a las cartas y comamos pastel- ella sabía que era una promesa riesgosa, la enfermedad que la atacaba era misteriosa y seria, esa promesa la había hecho basada en sus deseos más profundos, el deseo de recuperarse y apoyar a su hijo

 

-Es un trato… deja a Akachin en mis manos- dijo en tono decidido luego de hacer un pacto de meñique. Limpio de nuevo su rostro y se despidió de la mujer convaleciente. Fuera de la habitación estaba un molesto pelirrojo que lo miraba con los ojos llorosos

 

-¡Vete!- algo que nunca le había dicho al de cabello lila

 

-Vete y no vengas más, ya no somos novios, ¡ya no somos amigos!- le habían dicho que solo con descanso su mamá podría recuperarse y ¡con ese peli lila gritándole no iba a poder descansar!

 

-No… Ya dije que voy a quedarme a dormir- le había dolido el pecho cuando le dijo que ya no eran novios… Sabía que no era serio pero se había sentido mal

 

-No voy a irme… ¡tengo una misión!- el pelirrojo estaba llorando y el primer reflejo que tuvo fue abrazarlo, justo como hacía su madre cuando él lloraba. Los brazos del peli lila rodearon el cuerpo del más bajo para apegarlo a su pecho recibiendo manotazos que dolían, pero no dolían tanto como escuchar los sollozos de su novio

 

-Atsushi…- el pelirrojo le habló con la voz quebrada, dejando salir las lágrimas que no había querido mostrarle a nadie más en la casa

 

-Akachin… Mañana será navidad, por favor sonríe- susurró y le ayudo a limpiarse las lágrimas. El pelirrojo asintió y se separó para limpiar su rostro con las mangas de su camisa

 

-Vamos a tu cuarto ¿sí? Tengo que darte algo- corrió a la puerta por su maletín y luego una carrera más de vuelta para llegar a la habitación de su novio

 

-Atsushi… Mamá está mal… y no he tenido tiempo de comprarte un regalo- admitió apenado, no era de recibir sin dar nada a cambio

 

-Moo Akachin, ya luego podemos preocuparnos de eso...Cuando Mamá-chin este bien puedes ir a comprar algo- sacó las cosas de su maletín regándolo todo en el suelo

 

-¡Aquí está!- tomó una caja alargada y se la dio al más bajo

 

-Me habías dicho que querías uno- dijo emocionado cuando el pelirrojo la abrió. Le había comprado un reloj de agujas con brazalete rojo como su cabello

 

-¡Gracias!- no pudo esperar para probarlo, se sentía como todo un adulto, tal como su padre… Pero aun así no pudo sonreír

 

-Se ve muy bien- el peli lila sonrió emocionado tomándole la mano al más bajo

 

-Akachin, vamos a ver las luces ¿sí?- esa era su tradición, ir juntos a disfrutar la fría noche de navidad

 

-¡Cierto!- el más bajo corrió a su armario y sacó de ahí la bufanda roja que le había prestado el peli lila cuando se conocieron

 

-Gracias… con esto no hará frío- insistió hasta que ambos salieron de la casa bien abrigados, la calle estaba concurrida así que se escabulleron hasta el parque, a una banca entre los árboles que les permitía ver todo. Como cada año, ambos se estaban enamorando más del otro, se estaban perdiendo cada vez más en la mirada ajena

 

-Akachin… Ya sé que quiero como regalo- el peli lila lo miraba embobado bajo las luces que adornaban los árboles

 

-Humm ¿Qué cosa?- dejo de ver el espectáculo de pólvora para volver al de cabello morado. El más alto se inclinó hacia él dejándolo pasmado, sus labios chocaron con los del más alto por solo unos segundos, unos mágicos segundos que los hicieron sentir cosquillas en todo el cuerpo. Al separarse ambos se miraron a los ojos con sorpresa por lo que habían sentido

 

-Quiero que sonrías más- le tomó la mano, estaba sonrojado y desvió la mirada al cielo nervioso aunque no se arrepentía de lo que había hecho, esa navidad había sido la más especial hasta ahora…

 

 

10 años

 

Ya estaban en su 4 año de primaria, era aburrido no poder estar juntos en clases, era difícil verse solo en casa… todo por un estúpido examen físico que les habían hecho al acabar el 3 año… A parecer Atsushi era alfa y su Akachin era omega, esto los hizo entrar a horarios distintos de clases… les habían explicado algo de que no debían mezclarse por los celos, al menos a Atsushi le habían explicado en la casa de sus tíos y sus compañeros de clase alfa eran bastante precoces así que él sí sabía bien sobre temas de sexo y las diferencias de sus cuerpos, por eso se conformaba con verlo luego de clases y cuando le decían que Seijuro estaba “enfermo” él entendía y no iba a verlo. Por fortuna esa navidad no fue una de las semanas de celo, pudieron verse de nuevo, ambos sumamente cambiados luego de 4 años de conocerse, luego de 4 largos años de ser novios

 

-¿Atsushi?- el pelirrojo se encontraba en el umbral de la puerta de su casa, con los ojos cubiertos por una tela, su madre, con ayuda de una andadera, estaba junto a él evitando que viera la sorpresa que le tenían lista el peli lila y ella misma

 

-Bien, ya puedes- el más alto sostenía una correa de cuero y atado a ella estaba un hermoso corcel

 

-¡¿Eh?!- el pelirrojo dejó caer la venda en cuanto vio el hermoso equino, salió corriendo al frío para tomar las riendas y acariciarlo

 

-¡Muchas gracias!- llevaba varios años practicando equitación y ¡esos dos se las habían arreglado para regalarle lo que más quería!

 

-Mamá-chin, ¡te dije que iba a gustarle!- dijo emocionado  el peli lila tomándole la mano para compartir la felicidad. A los ojos de Shiori ambos eran unos hombrecitos, se sentía muy tranquila porque en esos pocos años supo que Atsushi no dejaría solo a su Sei-chan

-Llévenlo al patio por la puerta trasera… deberían acompañarlo por si se llega a asustar con la…ugh.. cof cof… con la pólvora- el frío seguía afectándola, ¡su cuerpo traicionaba las ganas de vivir que tenía!

 

-Claro… Ve a descansar Mamá-chin- el peli lila le ayudó a ir a su habitación y le beso la frente. Se fue a encontrar con su pareja para refugiar al corcel que aún parecía confundido comiendo nieve

 

-¡Akachin!- le tomó la mano para acompañarlo a darle la vuelta a la casa, ambos iban bien abrigados alejándose de la arboleda, la tradición sería distinta ese año, verían juntos el cielo acompañados de la nueva mascota de la familia Akashi

 

-Atsushi… Muchas gracias, estos años nos has ayudado mucho a mí y a mamá- el pelirrojo era más maduro intelectualmente y ya hablaba como un adulto

 

-Es mi misión- bromeó ayudándole a abrir la puerta de patio para poder refugiar al enorme animal. Ambos se sentaron en el suelo a mirar el cielo tomados de las manos

 

-Atsushi… Vamos a casarnos… mis profesores dijeron que puedo casarme con un alfa pero no con otro  omega… Es una suerte que seas un alfa- en el abultado abrigo el pelirrojo refugiaba una de sus manos. Sin aviso la sacó sosteniendo una caja pequeña, esta vez nadie le había ayudado a comprar su regalo

 

-¿Qué es?- preguntó el curioso peli lila

 

-Es lo que se regalan los novios- alguna vez en la TV había escuchado sobre el asunto

 

-¿Eh?- el peli lila lo miró confundido, no sabía por qué pero el pelirrojo le estaba quitando el guante

 

-Ya prometimos casarnos… Quiero que todos sepan que tienes un omega- estaba sonrojado pero trataba de actuar con normalidad. Por esto fue que el peli lila casi quedó boquiabierto al sentir un anillo en su dedo, miró incrédulo al pelirrojo ponerse su propio anillo

 

-Con esto sabrán que tengo mi propio alfa también- sonrió emocionado y le tomo la mano

 

-Atsushi… Es muy importante que estés conmigo… Gracias- el peli lila se inclinó hacia él y le dio una serie de besos castos, eso se había vuelto un poco más normal entre ellos, un contacto inocente que les causaba un torbellino de sensaciones físicas y emocionales. Los fuegos artificiales en el cielo no les importaban, el caballo estaba calmado y ellos estaban ocupados, ocultos devorando sus labios luego de ese significativo regalo por parte del pelirrojo, estaban comprometidos aun siendo tan jóvenes

 

 

11 años

 

Entrado diciembre esos dos tenían un nuevo obstáculo que cruzar. El pelirrojo estaba hundido en una depresión profunda luego de que un par de semanas antes su madre muriera. Atsushi trato de estar ahí con él pero no se dejaba… No quería que nadie le hablara o lo visitara. En esos días la “misión” que Shiori le había encargado era una misión casi imposible

 

-Akachin… ábreme- pidió de nuevo tocando la puerta de la habitación del pelirrojo

 

-Abre o tirare la puerta- llevaba dos días sin ir a la escuela y eso lo tenía preocupado

 

-Vete… por favor- en su voz se notaba el llanto, sabía bien que era el primer cumpleaños sin su madre pero al menos el quería estar a su lado

 

-No… No voy  a irme- susurró molesto y pateó con fuerza la puerta. Un aroma dulzón abrumó sus sentidos, en la cama estaba el pelirrojo llorando y abrazando una almohada; el celo y la depresión no eran una buena combinación, menos en presencia de un alfa

 

-A..akachin- tragó grueso, en ese momento debía decidir si dejarse llevar por los instintos o consolarlo. Se volteó dándole la espalda a la habitación del pelirrojo y dio una fuerte mordida a su propia mano logrando calmar la comezón en sus dientes por marcar al pelirrojo

 

-No puedo dejarte solo… no hoy- en la sala había una caja de chocolates, un abrigo de lana y unas flores, ese era el regalo de cumpleaños para el pelirrojo de parte de su novio

 

-Vete… por favor- el peli lila entró armándose de voluntad, su mano sangraba un poco y el deseo aumentaba con la cercanía pero eso no pudo evitar que hiciera lo que su novio necesitaba

 

-Yo… Yo…- ahí fue el punto de quiebre, el peli lila lo envolvió en sus brazos resistiéndose a ser alfa, en ese momento era un apoyo, solo eso

 

-Akachin, no estas solo… Mamá-chin no está pero yo sí- le beso la frente y volvió a abrazarlo sin decir más. Su pecho se empapaba de las lágrimas del omega, es era justo lo que necesitaba, el apoyo de alguien cercano

 

-Akachin, siempre voy a estar ahí… Recuerda que vamos a casarnos- se separó un poco y le beso los labios de manera casta pero fue el omega quien movió los labios un poco más, el peli lila era consciente de todo el proceso de apareamiento, de hecho veia pornografia a escondidas por plena curiosidad… ¡Era extraño vivir algo como eso en persona!

 

-Akachin…- sin fuerza de resistencia se dejó llevar, el pelirrojo subió sobre su cuerpo dejándolo ahí recostado en la cama… Sobra decir lo que sucedió luego, al parecer no solo el corazón de ese pelirrojo necesitaba consuelo, también su cuerpo

 

-Akachin… Te amo… Vamos a casarnos- murmuró justo antes de morderle el cuello con fuerzas, fue así como ese omega recibió la primer marca, la marca de su “mate”

 

-Atsushi…- una suave sonrisa acompañó los ojos llorosos que tenía por el placer de lo recién ocurrido, el día de su cumpleaños 12 había recibido el mejor regalo que cualquier omega podría pedir pero el aun no lo sabía. Ambos se quedaron dormidos en esa misma cama y por la mañana el peli lila regreso a casa de sus tíos como si nada, el pelirrojo se había animado un poco y gracias a lo que había pasado volvió a la escuela los últimos días del periodo escolar…

 

***

 

-¿Akachin?- el pelirrojo no tuvo tiempo de avisarle a su pareja que su padre decidió llevarlo de vacaciones para pasar navidad en el extranjero, tuvo que ser la criada de la familia Akashi quien le informó, era el peor momento para eso

 

-Ugh gracias…- el peli lila se sentó a escribir una nota rápida en una hoja de papel chueca

 

“Akachin, mis padres regresaron y yo tengo que irme con ellos mañana… quiero ver las luces contigo de nuevo… quiero vivir cerca no quiero que nos separen. No quiero irme pero no puedo hacer nada aun… Te prometo que aun vamos a casarnos, prometo que no estarás solo, el numero de mi casa en Akita es  xxx-xx-xxxx-xxxx, llámame siempre. Te amo mucho. Siempre recuerda que vamos a jugar juntos basket y que vamos a casarnos”

 

Era pésimo escribiendo pero esos eran sus sentimientos en unas cuantas líneas… en el papel quedaron pintadas algunas lágrimas que se le escaparon, no quería irse… no quería pero sus padres querían aprovechar que el año escolar había acabado…

 

-¿Puede darle esto?- pidió con los ojos llorosos a la criada que acepto

 

-Akachin- repitió en una voz triste al salir de esa casa, en su maleta empacó todas sus cosas y por último el regalo envuelto que le había comprado al pelirrojo, el regalo que se aseguraría de darle cuando se volvieran a ver…

 

 

12 años

 

Seijuro y Atsushi se habían hablado por teléfono solo un par de veces, se seguían amando y odiaban la idea de estar separados… Estaba por empezar el ciclo escolar y ambos irían a escuelas en su región, prometieron verse en navidad una vez más, para darse los regalos que tenían guardados y según el pelirrojo, para darle una noticia importante que no podía darle por teléfono.

 

En marzo ambos fueron al primer dia de escuela, los padres del peli lila habían cambiado el lugar de estudio de su hijo a última hora, el primer dia de clases había pasado un par de semanas atrás pero para ese joven alfa era el primer dia en la escuela mixta “Teiko”

 

-Buenos días… Soy Atsushi Murasakibara… Llevémonos bien- el chico alto de cabello morado escribía su nombre en la pizarra a entrar al salón. Cuando se volteo a saludar a sus compañeros se quedó helado viendo un rostro familiar al fondo del salón

 

-Siéntate atrás, por cuestiones de altura será más sencillo- el profesor lo sacó del estupor, él asintió y fue a la silla vacía, justo junto a él

 

-Atsushi…- la voz del pelirrojo le hizo estremecer, ¿Quién diría que se iban a encontrar tan pronto?

 

-Akachin- sonrió emocionado de topárselo de nuevo, no hacían ruido para no molestar en la clase. Ambos iban a prestar atención, la plática seria en el receso. El pelirrojo apretujo el uniforme sobre su vientre nervioso mirando a la pizarra, al parecer verse antes seria hablar antes… No tenia miedo, sabia que con o sin ese peli lila jamas estaria solo…

FIN

Notas finales:

Espero que les gustara, dejen sus comentarios con criticas, sugerencias y opiniones <3


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