Era una noche cualquiera para Heero. Regresaba de una exitosa misión asignada por Wufei en Preventers, solo faltaba entregar el reporte y podría irse a casa por su merecido descanso.
Se sorprendió visiblemente al ver a Duo pasar por su lado sin decirle una palabra, ni siquiera lo había mirado. Eso lo desconcertó, ya que usualmente un encuentro con él, por más que fuera fugaz, terminaba en palabrería del trenzado y él con dolor de cabeza.
Se quedó parado viendo su figura perderse en los pasillos sin voltearse ni una vez. Sacudió la cabeza, estaba pensando de más.
—Así es mejor.
Eso dijo. Pero no era cierto.
Por alguna razón se sentía desanimado. ¿Podría ser la indiferencia del trenzado el causante de aquel extraño sentimiento?
Al llegar a su departamento notó algo inusual, la puerta se encontraba sin cerrojo. Instintivamente sacó su arma, la cual llevaba en su espalda. No entendía como habían podido entrar sin toparse con todo el sistema de seguridad que había instalado, tenía que ser alguien que lo conocía muy bien.
Las luces permanecían apagadas, por lo que Heero tuvo que encenderlas para poder ver mejor. Quedó sorprendido al ver parado allí a la persona menos esperada.
Duo le sonreía desde la puerta de entrada, de una manera en la que el chico estoico encontró “dulce”.
—¡Feliz Navidad, Heero Yuy! Lo habías olvidado, ¿verdad?
Heero lo miraba sorprendido, no esperaba eso para nada. ¿Todo este tiempo lo había ignorado para luego aparecerse en su departamento y decirle eso?
Era cierto. Había olvidado que ya era Navidad. A decir verdad nunca la había celebrado antes, ni siquiera de niño. En ese entonces solo tenía tiempo para volverse útil para su tutor, era todo lo que importaba para él.
Nunca hubiera imaginado que Duo Maxwell sería la persona que le recordara aquella fecha olvidada por él. En ese momento recordó lo que su mentor le dijo hace mucho tiempo. “La mejor manera de vivir la vida es de acuerdo a tus emociones. Solo hace falta una persona tonta para cambiar el mundo”. Una muy sutil sonrisa apareció en su rostro.
Duo, ya algo inquieto por el silencio del dueño de casa, comenzó a hablar.
—Me tomé la libertad de preparar una pequeña cena, espero no te importe… Ya que supuse que tú no harías nada, y lo comprobé viendo tu refrigerador vacío. Compré algunas cosas, claro. Es algo ligero, espero que te guste, también preparé un postre para después y compré una botella de vino, aunque no soy bueno bebiendo te puedo acompañar al menos con una copa…
Heero rodó los ojos y suspiró.
—¿Podrías callarte?
Antes de que el trenzado respondiera, se encontraba preso entre los brazos del chico sintiendo sus labios sobre los propios, Heero lo acalló con un beso. Duo comenzó a responder, luego de unos momentos se miraron, Duo sonreía.
—¿Te gustó tu sorpresa de Navidad?
—La mejor sorpresa de todas.
Heero sonrió para luego ambos fundirse de nuevo en un beso apasionado.
Fin.