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Abismo blanco por 1827kratSN

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Notas del fanfic:

Holi~

Krat sigue con sus pedidos a pesar de que ya pasó navidad

Notas del capitulo:

Holi~

Bueno la pareja me lo pidió Madroj, espero que lo disfruten

Esto iba a ser especial de navidad, pero como se me pasó la fecha, le quité el toque navideño y aun así tiene nieve ^^

 

Apretó uno de los tantos suéteres que se colocó esa mañana, estaba totalmente perdido entre tantos paisajes blancos, donde unos pocos árboles le daban pista de que un sector  era diferente al otro. La dura tormenta se dio de repente, salió de la nada, su trineo junto a sus perros se perdieron de vista en un momento a otro, los estaba buscando con desesperación ahora mismo. Cada paso le costaba más y más, se estaba congelando, el viento fuerte que lo golpeaba de frente solo hacía que la nieve chocara con su rostro casi totalmente cubierto en ropa de pieles y demás cosas que mantenían su calor corporal, pero sus ojos estaban expuestos, la protección se le cayó en algún momento de su travesía. Estaba exhausto pero no podía rendirse, en el trineo estaban las reservas de comida para su única familia, la mercancía que trajo del otro pueblo para los habitantes del suyo, todo estaba allí. No podía darse el lujo de perder aquello

 

 

-maldita roca – maldijo entre dientes mientras seguía caminando en todo ese infinito mar de nieve blanca. Se había chocado con una roca a la velocidad que sus perros-compañeros lo llevaban, se cayó del trineo. Sus pequeños entre tanta nieve ni siquiera debieron percatarse y se fueron – maldigo a ti y a tus roquitas bebés – bufaba enfadado mientras se posaba en un árbol para descansar un poco – maldigo a todos los minerales que tenías dentro – seguía hablando para no perder cordura, más de la que ya había visto desaparecer entre su desesperación. No sabía en dónde diablos estaba – VIIII, MAKIIIII, TEKAAAA – empezó a gritar los nombres de cada cachorro solo por darse fuerza para seguir, pero nadie respondía

 

 

Al menos agradecía que no se rompió nada y que podía caminar, pero maldecía que esa mañana no desayunó bien debido a que se le hizo tarde, ahora estaba temblando debido a la falta de energía. Sabía que era arriesgado pero tomó un poco de hielo del lugar más limpio que vio y se lo llevo a la boca, tenía una maldita sed que no le importó que su lengua o sus dientes cimbraran por el frio y siguió. No podía quedarse en ese lugar más tiempo, no debería estar tan lejos de su pueblo, casi llegaban cuando se cayó. Además solo faltaban como unas cuatro horas para que el día acabara, necesitaba regresar como fuese y solo en eso pensaba

 

 

-maldición – susurró cuando se cayó en un agujero – Daichi maldita sea, reacciona, no es momento para perder la consciencia –  se decía a sí mismo al sentir su cuerpo entumecido pues se golpeó la cabeza con algo. Sacudió sus manos y golpeó sus mejillas un poco para aclarar su visión, se levantó con apuro motivado a salir y al lograrlo respiró con calma. Paso a paso, hasta empezó a contarlos en cierto punto – maldición – volvió a decir cuando escuchó una rama romperse detrás suyo – que no sea eso – se giró lentamente y rogó que no fuera un oso o… - joder

 

 

Pero no fue un oso lo que vio, fue un lobo y uno bastante grande. Daichi respiró profundo apretando su puño y con la mirada buscaba algo con que defenderse mientras ese animal lanzaba un gruñido bajito como advertencia. Pero no había nada, ni una rama, roca o lo que fuera y si se dejaba atrapar por aquel cazador animal estaba muerto. Corrió cuando el lobo elevó su cabeza posicionándose para soltar un aullido, tomó nieve de donde pudo mientras el sonido del llamado al resto de la manada se daba. Hizo una bola de nieve y se arriesgó a apuntarle al lobo con toda la fuerza que le quedaba. Le dio directamente en la trompa y sonrió pues al menos evitó que avisara a los demás lobos. Corrió con apuro olvidándose del cansancio cuando escuchó al animal sacudirse la nieve y Daichi solo pensaba en un árbol para escalar, pero maldita fuera su suerte, el árbol que vio estaba lejos, muy lejos. Debía al menos intentarlo pero ya sentía las pisadas duras del lobo detrás suyo

Un aullido fuerte, feroz y que se reconocía como un llamado avisando de una presa, se emitió. Daichi solo siguió corriendo rogando porque el terreno se inclinara y pudiese bajar rodando si fuese preciso. Sintió la dura mordida en su espalda que lo hizo caer rodando con el animal por un metro o dos, la gorra se le cayó, su mejilla topó el suelo de nieve. Sus cabellos negros le cubrieron la vista un momento en donde la desesperación le jugaba mala pasada tensando cada músculo de su cuerpo. Luchó por moverse, terminó rodando con ese enorme animal por la nieve apilada. No quería morir, era su único pensamiento. Halló una rama y con eso golpeó al carnívoro que le daría muerte en cualquier oportunidad y volvió a correr sin importarle nada. Jadeaba y para su pésima suerte escuchó dos aullidos más. Ahora estaba al borde de la desesperación, vio a lo lejos un lobo gris unirse a la cacería también, estaba rodeado. Su vida dependía de un hilo y la iba a tomar como fuera. Agarró coraje, dio los pasos faltantes hacia un vacío que le dio vista de una pendiente de bajada demasiado peligrosa… lanzarse allí era estúpido pero su única oportunidad

 

 

-si vivo… juro no volver a… comerme la carne seca de… Asahi – dijo mientras daba los tres últimos pasos e imprimía fuerza en el salto final a aquella pendiente. Se arrojó al abismo blanco, sintió la dura caída y después los giros inevitables cuesta abajo

 

 

Cuando dejó de rodar se quejó del dolor, sentía punzadas en todo el maldito cuerpo pero estaba vivo… o eso creyó hasta que sintió que tiraban de su pierna con fuerza. Levantó apenas su cabeza para ver al enemigo y si, los lobos eran inteligentes, rodearon el camino y lo esperaron en la base. Malditos sean esos engendros depredadores. Peleó con las últimas fuerzas que le quedaban, pero era inútil, sintió otra mordida en su pierna, una más en su brazo hasta hacerlo revolcar en el suelo. Gritó y les echó nieve pero fue imposible. Vio su muerte reflejada en esos ojos feroces, en las mandíbulas que mostraban todos esos dientes manchados levemente de su propia sangre, aunque le pareció gracioso que uno de esos lobos tuviera un iris gris y el otro azul. Estaba riéndose en el lecho de su muerte, podía llorar por lo estúpido que era su pensamiento final

 

 

-joder, ¡si me van a matar háganlo ya! – se quejó gritándoles mientras sentía como le mordían las piernas, era como si comprobaran que estaba gordito – no soy su puto juguete… ¡no alarguen mi agonía lobos de mierda! – aun así encontró una rama y le dio en el hocico a uno de esos. Si se moría se llevaría a uno con él tan siquiera

-ya basta – Daichi empezó a reírse mientras era arrastrado, pues creyó por un segundo escuchar a alguien más

-ahora resulta que hablan – se quejó y entrecerró sus ojos, estaba exhausto – ¡putos lobos! les patearé las tripas… ¡lo juro!

-¡he dicho que basta! – Daichi abrió sus ojos al volver a escuchar esa voz – ¡suéltenlo! ¡No han escuchado la orden!

-que… demonios – susurró apenas, pues ahora estaba… ¿alucinando?

 

 

La razón para que los lobos no le hayan mordido la garganta y asesinado al instante para hacer más fácil y rápida la cacería, fue la persona que se hallaba de pie a pocos pasos de los cuatro lobos que ahora arrastraban el cuerpo de Daichi o al menos trataban de hacerlo. Apenas esa figura se les acercó, ellos trataron de llevarse a su presa y uno de ellos le daba frente a esa persona gruñendo, mostrando sus fauces, pero aquella entidad parecía no ser afectada. El pelinegro abrió sus ojos con curiosidad, pero vio algo que le hizo dejar de pestañear. Una persona de tez clara estaba en frente de él, acercándose paso a paso y los lobos de inmediato retrocedían como temiéndole. El cabello de aquel ser era corto y gris claro, los ojos marrones bien abiertos y que no mostraban más que paz y superioridad, pero eso fue segundario. Daichi se quedó sin habla al ver que esa persona solo llevaba encima un atuendo blanco, tal vez de dos capas pero era tela, la misma que parecía ser suave al tacto como seda. El intento de ropa cubría la piel casi en totalidad, dejando libre el cuello, un hombro, y dejaba ver un poquito de la clavícula

 

 

-he dicho que lo dejen – esa voz suave pero autoritaria hizo que Daichi saltara un poco, un escalofrío le recorrió entero – ¡¿osan desobedecer al guardián de esta temporada?!

-guardián – susurró Daichi sintiendo que ya su cuerpo no era arrastrado, veía al lobo que enfrentaba a esa persona bajar la cola y las orejas y correr. Escuchó los pasos de los demás y supo que… los lobos salvajes, que le darían muerte, se fueron asustados – qué…

-tiemblas – hablaba aquella persona que a paso calmado se acercaba y Daichi se dio cuenta de una sorpresa más, pues… la nieve no golpeaba a esa persona, era como si… soñara. Tal vez agonizaba – te han dañado mucho, humano

-¿humano? – reía bajito sintiendo sus ojos cerrarse – diablos… moriré aquí

-no hoy… aun no es tu hora Daichi

-cómo… sabes mi…

-tu madre sonrió cuando te lo puso… justo cuando naciste

 

 

El pelinegro sintió como aquellos brazos le tomaron para cargarlo, sintió el calor en esas zonas y solo pudo mirar a esa persona. La única palabra para describir a ese joven, que tal vez no era mayor a él, era… hermoso y de hecho lo susurró mientras sus ojos se cerraban. Antes de quedar inconsciente solo vio la ligera sonrisa de aquel peligris, y escuchó un sonido bajito parecido al trinar de un pajarillo. Daichi sintió que era colocado en el suelo, abrió sus ojos desorientado, sentía el cuerpo totalmente pesado pero se forzó a ver algo. El rostro de aquel muchacho estaba tan cerca que solo fue cuestión de mover un poco su cabeza y juntó sus mejillas. La tibia piel ajena contrastó con su helada mejilla pero verificó que no era un sueño. El chico ni se inmutó por eso y se alejó con calma haciendo que se recostara en la nieve de nuevo

Daichi poco vio, pero sintió una lamida poco después, sonrió al ver a su linda pequeña y café Luna, la líder de su pequeñita jauría de perros. Vio como los demás perros se acercaban y lo rodeaban, siempre dejándole espacio al chico que estaba sentado junto a él. El peligris hizo unos movimientos suaves con sus manos y los perros agacharon sus cabezas como una reverencia, vio como el extraño levantaba sus manos y apenas allí se fijó que seguía nevando con fuerza, pero que a ellos no les caía ni un solo copo. Era raro. Daichi escuchó una leve tonada salir de esos labios sonrosados y esos dedos erguirse en dirección al cielo para después escuchar que los vientos cesaban, la nieve dejaba de caer de a poco y sus esponjosos perros aullaron por un rato

 

 

-cuiden de su amo – fue la orden de aquel muchacho que se levantó con soltura, elevando un poco su pantalón blanco y ahí Daichi se fijó que esos pies estaba descalzos

-perderás los dedos – dijo al ver aquello, era imposible que ese muchacho con ropas tan ligeras sobreviviera a ese crudo invierno – estás loco

-piensa en ti primero, Daichi

-¿cómo sabes mi nombre?

-lo sé y ya

-¿cómo te llamas?

-me dicen de muchas formas – el peligris sonrió sutilmente antes de señalar el trineo que Daichi reconoció en seguida

-demonios, todo… agh – el azabache se levantó a prisa y se quejó del dolor en sus extremidades. Había olvidado que estaba herido, pero vio aquello, sus perros, su trineo. ¿Cómo diablos los halló? ¿Fue ese muchacho? – en serio… debo agradecerte, me salvaste de esos lobos, mi trineo, mis pequeños perros y…

-buena vida, Daichi – pronunció el peligris

-espera, no te vayas

-próspera época

-Dime tu nombre al menos – pidió desesperado, pues lo veía caminar y alejarse de a poco – ¿por qué me salvaste? ¿Cómo te llamas? Hay tantas cosas que…

-solo escucha el viento – sonrió y con un leve movimiento de su mano se despidió

-oye, ¡espera!

 

 

Pero Daichi vio desaparecer a ese muchacho de cabello gris entre unos troncos secos de árboles marchitos debido al invierno. La nieve envolvió a ese extraño chico de pronto y en cuestión de segundos, desapareció. Algo demasiado raro para asimilarlo, hasta podía decir que estaba alucinando por la pérdida de sangre, pero el hecho de estar allí con sus perros que lloraban bajito al ver partir a ese peligris le decía que no estaba demente, que en realidad pasó y además… las huellas en la nieve de aquellos pies descalzos también eran evidentes. Daichi se quedó mirando a la blanca nada un rato antes de arrastrarse al trineo, acomodarse y dejar que sus compañeros lo llevaran a casa. En el pueblo lo recibieron con apuro, le ayudaran con las heridas que sangraban levemente y todo volvió a la normalidad

Los médicos le dijeron que era un milagro que siguiera vivo y con solo mordeduras no tan profundas, pero Daichi les explicó lo sucedido. Dijo que alguien le ayudó, obviamente no dijo que era un hermoso chico con solo telas cubriéndole, que estaba descalzo y para rematar que la nieve ni lo tocaba. Eso solo se lo contó a Asahi, su medio hermano, quien solo le dijo que se recostara hasta que le bajara la fiebre. Obviamente todos tendrían la misma reacción si lo escucharan, era simplemente increíble. Pero Daichi no estaba loco, estaba seguro de lo que vio y vivió, no descansaría hasta saber por qué demonios ese chico seguía con vida en esas condiciones

 

 

-¿sigues pensando en eso? – hablaba Asahi mientras recogía su largo cabello castaño para afeitarse esa mañana, siempre dejando esa especie de “barba de chivo” como solía decirle Daichi

-por supuesto – suspiró profundo mientras se calzaba las botas y bostezaba, era muy temprano, pero ya empezaba su trabajo en la maderería hasta que le dieran el encargo de mensajero hasta el otro pueblo – debo averiguar qué es

-han pasado dos meses. Sea quien sea ese demente ya debe estar muerto. Sabes que aquí el invierno es largo… no sobreviviría usando ropas ligeras y descalzo

-me dijo humano… tal vez él no era humano

-Daichi… estás loco y yo estoy más loco como para creerte – Asahi se reía bajito mientras al igual que su hermano estaba ya listo para salir al trabajo

-es que fue real y no me contradigas

-sabes, le pregunté a la anciana que cría a los perros – sonrió Asahi pues había escuchado a Daichi tanto tiempo que también le entró la curiosidad

-¿hablas de la señora cuyo nieto es el escandaloso Yuu que vive de aquí por allá como recadero en el pueblo? – se reía al recordarlo, ese chiquillo era pequeño pero tenía más energía que nadie en el pueblo

-es un buen chico – sonrió en respuesta – bueno el punto es que la abuela me contó algo que puede interesarte

-bien, sacando partidas de tus amistades – se burló Daichi golpeando la espalda del más alto – bien hecho ototo

-auch, eso duele Daichi – se quejó pero reponiéndose y tomando compostura procedió – bueno, me contó algo

-no más historias de fantasías

-pero la descripción de ese dios o semi-dios… como sea. Todo concuerda con lo que tú describes

-entonces cuenta

-es uno de los guardianes del invierno, el portador de la nieve – decía Asahi mientras caminaban por las calles saludando a los que ya empezaban las labores o se encaminaban a ellas – aunque muchos lo describen como el demonio de las tormentas porque cuando sale siempre empieza una. Se dice que esa es la forma que usa para que nadie logre verlo, y así pueda caminar por sus tierras en paz

-¿demonio? Yo no creo que sea un demonio

-dicen que cuida de cada porción de terreno, limita a las criaturas y que le huye a los humanos porque en épocas pasadas ya intentaron matarlo. Los humanos lo culpan por las tormentas que causaban muerte de los niños debido al frío

-que cruel

-según la abuela, solo una persona en este mundo lo vio y vivió para contarlo

-¿Quién? ¿Yo? – se burló el pelinegro

-no – sonrió Asahi – su padre, y le dio un nombre a ese chico… lo llamó Suga

-Suga – Daichi miró al castaño y frunció su ceño

-no te enfades, es lo único que pude conseguir – Asahi calmó el mal humor del otro con ello – pero algo es algo, ¿no?

-así que… Suga – sonrió divertido – como azúcar en ingles

-azúcar en inglés es sugar – corrigió el más alto y se ganó la mirada furiosa de Daichi – lo siento… no te corregiré más

-gracias, si averiguas algo más, dímelo

 

 

Pero nadie más pudo decirle cosas más específicas y sólo tenía eso. Cualquiera simplemente ofrecería un rezo en agradecimiento  y se olvidaría del tema, pero Daichi no. Él tenía que ver a ese chico y agradecerle de frente, ¿pero cómo? Si era un demonio, dios o lo que sea, sería imposible verlo de nuevo. Mucho más que eso, lo había buscado y ni rastro de ese muchacho. Preguntó en el otro pueblo y nada, ninguno reunía características como esas, cabello gris y ojos marrones, piel de porcelana y… bueno, así era como lo recordaba Daichi. Un ser que despedía pureza y belleza sin igual. Pero con la duda que le picaba y los recuerdos bagos de ese día, ocasionaron que Daichi estuviera un poquito ansioso. Quería ver de nuevo aquella figura cuyo calor era tan reconfortante, que solo al pensar en esa mejilla que acarició por segundos apenas, quedaba fascinado… solo eso

 

Un día donde salió junto con Asahi, pues la carga era mucha para ir solo en un trineo, sucedió de nuevo. Una tormenta que los azotó de pronto, eran ya casi cuatro meses desde aquel accidente y Daichi aún seguía pensando en ese chico. Necesitaba quitarse esa necesidad de agradecerle y de tocarlo, si, lo que más quería era tocarlo, saber que no alucinó. Asahi le gritaba que se detuvieran para buscar refugio y cuando sus pequeños compañeros perrunos se quejaron por el viento y el frio, lo hicieron. Pero Daichi recordó una parte del relato, “cuando las tormentas empiezan es porque Suga camina y se oculta de todos mientras vigila”. A pesar de que su hermano le dijo que estaba loco, Daichi se disculpó y salió de la cueva donde se habían refugiado. Lo buscaría en medio de esa tormenta, buscaría a ese chico. Tal vez sí estaba loco, pero presentía que lo iba a encontrar ese día… y lo hizo, aunque casi le cuesta la vida pues la hipotermia estaba surcando su cuerpo

 

 

-te encontré… ¡Suga espera! – le gritó cuando lo veía caminar a pocos metros – ¡Suga!

-No había escuchado ese nombre en décadas – el peligris se detuvo y giró con lentitud para mostrar su rostro – ¿qué haces aquí, Daichi?

-así que era verdad – sonrió divertido ignorando el temblor de su cuerpo y se acercó con rapidez – a ti a nieve no te toca – dijo al ver que en verdad, parecía tener un manto protector alrededor. Ni un copo se pegaba a ese cuerpo delicado en apariencia, ¿qué tendría debajo de la tela? – Suga… ese es tu nombre

-así me llamó el último humano tan demente como para salir en una tormenta… bueno el anterior a ti. ¿Para qué has venido?

-para agradecerte – sonrió Daichi

-ya lo has hecho, ahora vete o morirás – advirtió mientras se acomodaba el cabello mostrando el lunar en su rostro, el que Daichi no vio hasta ese momento. Un lunar muy bello debajo del ojo izquierdo – no soy tan piadoso como para salvar un humano dos veces

-espera… yo solo quiero…

-no te dejaré tocarme

-¿cómo diablo haces eso? – recamó el pelinegro, odiaba no terminar sus frases, ese peligris lo leía a perfección, ¿acaso era psíquico?

-regresa – dijo con la mayor de las serenidades mientras veía el cielo y la tormenta de nieve – hazlo

-no hasta que…

-eres idiota al irte dejando a tu hermano desesperado. Está a punto de morir congelado

-¿cómo que morir? – apenas escuchó la palabra “hermano” y sus alarmas saltaron. Asahi era su única familia

-salió detrás de ti, estaba buscándote. Está preocupado e incluso ahora solo dice tu nombre a pesar de que está siendo cubierto por la nieve y… muriendo

-Asahi… es idiota – se enfadó pero ahora no sabía para dónde demonios correr

-ve y ayúdalo

-¿por dónde diablos? – se quejó y miró al peligris, el mismo que hasta parecía ver todo el mundo solo con desearlo – ¿lo sabes todo? ¿O miras todo?… como sea… yo

-no ayudo a un humano dos veces – dijo mostrando una sonrisa sutil

-pero no me ayudarás a mí, sino a mi hermano

-que buen razonamiento – una risita bajita surgió de ese chico y las mejillas sonrosadas de Daichi se tiñeron de un rojo violento. Pensó que ese sonido melodioso se lo imaginó, y resultaba que era la risa de Suga

-ayúdame por favor

-no a ti – el peligris sonrió con ternura y caminó hasta acercársele a Daichi – ayudaré a Asahi

 

 

Daichi no dijo nada más cuando el guardián empezó a caminar, así lo llevara al infierno lo siguió, porque… no sabía que más hacer, solo sabía que estaba embelesado con Suga y preocupado por Asahi. Caminaron con calma durante un rato, hasta que las manos de aquel muchacho se levantaron al cielo, el peligris silbó un rato y la tormenta cesó. Suga caminó directamente a un montículo de nieve y escarbó, pero antes de que dañara sus manos, Daichi se lo impidió e hizo el trabajo duro. El pelinegro admiró la sonrisa del peligris pero se concentró en sacar a su hermano de allí. Lo encontró y casi ni respiraba, estaba helado y se espantó al verlo casi azul. Se quitó una chaqueta y se la dio a su hermano en desesperación. Lo cargó en espalda pues era más alto que él y miró al dios en busca de instrucciones

El peligris solo caminó sin decir nada y bastó una ruta corta para llegar de nuevo a la cueva donde Daichi recordó haber buscado refugio. Daichi dejó que el guardián del invierno se sentara rodeado por sus canes y él se centró en quitarle la ropa mojada a Asahi, en verificar que respirara, en hacer fuego y hacer que entre en calor, todo bajo la atenta mirada del peligris. No era incómodo el silencio, solo un poco extraño pues no sabía ni que decir. Daichi al fin halló a ese chico, al que tenía piel de porcelana y andaba descalzo, pero no tenía ni una sola herida en sus pies. Vio aquella sonrisa sutil y al final, lo escuchó reír cuando Asahi despertó gritando “¡Daichi dónde diablos estás!”. El pelinegro estaba aliviado al ver al castaño despierto, respirando y mucho más aliviado porque al fin le mostraba a su hermano que no estaba loco

 

 

-eres real…. Suga, el guardián del invierno

-se mas respetuoso – Daichi golpeó a Asahi en la cabeza para que diera una reverencia y él lo imitó – muchas gracias por ayudarme a salvar a mi hermano

-gracias, muchas gracias – repitió Asahi pero en seguida levantó su mirada – eres tan bello como decía Daichi

-¡no digas eso! – pero a pesar del enfado de Daichi solo la risita de aquel peligris se escuchó, era como una canción que rebotaba en la cueva y que los cachorros apreciaron pues empezaron a ladrar bajito

-son parecidos – la sonrisa de Suga hizo que el par de hermanos se sonrojaran y rieran bajito – ambos están locos pero son amables

-el que está loco es Daichi

-no es verdad, el demente eres tú… imagina que enamorarte de Yuu Nishinoya

-espera, ¿qué dices? – se quejó el castaño, negando levemente y sonrojándose notoriamente

-y Yuu te corresponde – sonrió el peligris mirando al par de hermanos – porque te adora como eres, así como tú lo adoras a él. Mis bendiciones a su futuro juntos, por eso te he salvado

-¿qué? – Asahi miró incrédulo al guardián para después ponerse rojo – que yo…

-puedo decir qué destino tendrás si deseas, pero prefiero que la sorpresa les llegue a ambos – sonrió Suga

-¿eres un adivino, Suga-sama? – dijeron a la par causando otra leve risita del peligris, quien solo levantó sus hombros restándole importancia al asunto – entonces cómo

-soy guardián como ustedes dijeron – Suga se levantó acariciando las cabezas de los animales, acomodó sus ropajes blancos y se aceró a ambos – ya los he salvado, me iré ahora

-espera, no te vayas Suga

-no debo involucrarme con humanos

-¿es porque intentaron matarte? – habló Daichi y el mencionado solo negó con una sonrisa – pero hasta tienes una marca en tu muñeca derecha – dijo señalando la mancha oscura, como quemadura de algo – nosotros no haremos algo así

-es verdad, nos has salvado… podríamos recompensarte de alguna forma – apoyó Asahi

-lo harán – sonrió el peligris antes de caminar a la salida y moviendo sus manos hacía que la tormenta empezara de nuevo

-¡espera! ¡Suga! – Daichi se levantó y lo tomó por la muñeca. El peligris era cálido, lo comprobó. Sonrió al ver la impresión del muchacho que al parecer era como dos centímetro más bajo que él – yo…

-Koushi – dijo con una sonrisa – querías saber mi nombre… me llamo Koushi

-yo quiero que… quiero agradecerte correctamente

-puedo leer tu corazón – sonrió el peligris y con su palma acarició la mejilla de Daichi – sé lo que realmente quieres… pero estás loco. Cuídate mucho Daichi, fórjate un buen futuro

-espera, yo… yo me enamoré de ti

-lo sé… pero así me lo pidas, yo nunca me quedaré

-espera Koushi, yo solo quiero

-se un buen tío Daichi, cuida de tus tres sobrinos – susurró el peligris acercándose al oído del pelinegro – bendita sea tu aldea por tener el cariño de mi hermana mayor. Ella fue quien les dio la dicha de procrear, sea quien sea la pareja que elijan

-¿y yo?

-buena vida Daichi – sonrió besando la mejilla del mencionado – dicha y fortuna – dijo alejándose con delicadeza, soltándose del agarre y caminando a la salida

-¿qué esperas Daichi?… ¡HAZLO! TAL VEZ NO PUEDAS VERLO DE NUEVO – gritó Asahi desde donde se había quedado para no interferir… lo dijo cuándo Suga, es decir Koushi, ya ponía un pie en la nieve

 

 

Daichi corrió hasta alcanzar al dios, guardián o lo que fuere. Le tomó de la muñeca impidiendo que se fuera, no quería perderlo, no quería que se esfumase como la otra vez. Tal vez era el encanto de aquel peligris pero lo quería cerca. Koushi le dijo que lo soltara y no sé qué cosas más pero Daichi se hizo el sordo. Lo abrazó, lo retuvo entre sus brazos unos instantes, sin saber qué diablos hacer para que ese dios se quedara a su lado, porque estaba confundido pero a la vez tenía claro que su alma pedía a gritos que mantuviera a Koushi a su lado. Sonaba ridículamente cursi y se golpeaba mentalmente por todas esas promesas de una vida llena de romance que surcaban su mente y que no podía decir, quería borrarlas y aclarar su mente. Quería a Koushi a su lado, solo eso sabía

 

 

-por favor – y ridículamente solo eso pudo decir. Se separó ligeramente para ver la expresión del peligris

-tantas cosas – Koushi tenía un tono carmín en las mejillas cunado fue soltado y tocó el pecho de Daichi – que vergonzoso ha sido – vio a Daichi colorearse por la vergüenza y sonrió – pero que hermoso corazón tienes, gentil Daichi

-quédate

-imposible… toma todas esas hermosas emociones y dáselas a un amor real – sonrió y acarició la mejilla del pelinegro – debo irme. Mi trabajo me llama

-¿eres dios o semi-dios?

-una mitad – respondió a sabiendas de lo que le dirían – pero esa mitad siempre toma todas las características de un dios

-entonces tienes una madre o un padre humano… es posible entonces… por favor quédate

-mi padre humano le dijo algo parecido a mi madre – sonrió y se acercó al rostro de Daichi hasta juntar sus frentes – y el imposible jamás se hizo

-pero… – sus palabras murieron en sus labios. Los mismos que ahora fueron sellados por los ajenos, un toque tan suave que no se comparaba al algodón. Un beso, uno cedido por un semi-dios. A Daichi le sabía a gloria y correspondió dejando flotar todos los pensamientos y sentimientos que se desbordaron de repente – quiero verte… a mi lado, cada día

-guarda tu amor para alguien más – Suga sonrió y lo besó una vez más, alargando el contacto un poco y suspirando al final – adiós Daichi

-espera Koushi – de nuevo lo sostuvo de la muñeca pero esta vez con delicadeza – cada que haya tormenta saldré a buscarte

-no seas tonto – reía bajito – no lo hagas porque yo no ayudo a un humano más de una vez

-entonces dime cuándo podré verte de nuevo

-cuídate Daichi – sonrió alejándose, volviéndose brisa y sonriendo – cuídate también Asahi

-te esperaremos en invierno – sonrió el castaño despidiéndose con la mano – si conozco a mi hermano te buscará en las tormentas invernales

-larga vida a ambos – sonrió el peligris y la nieve lo envolvió – buena vida… nos veremos

 

 

Un silencio largo se dio, ni siquiera los perros hacían ruido, era como si respetaran el leve dolor en el pecho del pelinegro mayor. Asahi miró la espalda de su hermano, el mismo que no dejaba de ver a la nada. La tormenta era intensa, tan intensa como cuando escaparon de ella, significaba que Suga estaba en el territorio, caminando en vigilia de cada ser vivo. Al final, luego de un largo rato Daichi suspiró y se volvió para mirar a su hermano

 

 

-se fue – susurró Asahi al no ver al peligris ni un rastro siquiera

-pero ha dicho, nos veremos – sonrió Daichi como si fuera un niño travieso al cual le prometieron comprarle dulces de los que deseara – lo buscaré y volverá

-estás loco Daichi

-lo sé – sonrió divertido – me enamoré de un semi-dios, al que buscaré sin descanso cada vez que haya una tormenta. Lo buscaré así como buscaré mi muerte

-espero que se apiade – reía Asahi, quien se acercaba al fuego

-lo hará – susurró Daichi, y en eso iba a confiar siempre

 

 

Notas finales:

¿review?

Bueno espero sinceramente que hayan disfrutado de la historia. Made espero que esto cumpla con expectativas a pesar de que no tenga la escena que querías XD

Muchas gracias si llegaron hasta aquí ^^

Nos veremos tal vez en otra historia~~~

Besos~~


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