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Dernière Danse por Killary

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Tú no llorarás por mi ausencia, lo sé

Me olvidaste hace mucho tiempo

¿Soy tan poco importante?

¿Soy tan insignificante?

¿No te falta algo?...

¿No hay alguien que me extrañe?

(Missing – Evanescence)

 

 

 

2. Paso Dos: Las primeras impresiones no son siempre correctas

 

 

 

— ¿Por qué estás vestido así? — Esas fueron las primeras palabras de mi tía al recibirme, junto con una mirada que me recorrió entero.  Me sentí cohibido. No entendía. Llevaba un pantalón negro de mezclilla, una camiseta suelta de manga larga y unas zapatillas. Traía el cabello en una trenza y no usaba maquillaje. — Uh, bueno no importa… Ven aquí mi pequeño… — Me apreso entre sus brazos mientras yo, confundido, no atinaba a reaccionar. — Eres precioso… — Se separó un poco de mí, mirándome con una emocionada sonrisa. — Aunque, para serte sincera, cuando te vi, te confundí con una chica… Esas ropas que usas son femeninas… — Iba caminando a su lado con la mirada gacha llena de vergüenza.   — Aunque si te gusta vestirte así no hay problema…  — Movió las manos como restándole importancia. — Vamos, vamos a casa…

 

 

Subimos a su auto. Mientras manejaba iba hablando de lo bien que lo pasaría, de todo lo que me enseñaría, de no sé qué cosas más que casi no entendía. Mezclaba mucho el francés con el italiano y me perdía. Así que deje de prestarle atención y me dediqué a observarla. No se parecía mucho a mi madre. Solange era rubia… Obviamente se pintaba el cabello, lo llevaba largo y lacio. Era delgada y tenía unos bonitos ojos almendrados. Se notaba que era mucho más joven que mi madre. No creo que llegue a los 30. Sus manos me llamaron la atención. Tenía las uñas muy largas y pintadas de un tono rojo brillante que combinaba con sus labios. Sus maneras eran muy refinadas y femeninas.

 

 

La ciudad era hermosa. Con viñedos y campos de flores. Aunque mi tía vivía un poco alejada de aquello, casi en el centro de aquella ciudad en un departamento… realmente enorme. Entré al lugar  sin poder disimular mi asombro. La habitación en la que me quedaría no se quedaba atrás. Con las paredes pintadas con una mezcla de azul acero y  blanco humo, la cama espaciosa a un lado, un escritorio con una laptop sobre el, un gran armario, el estante lleno de libros, una gran ventana…

 

— ¿Te gusta? — Preguntó Solange entusiasmada.

 

—Si… Gracias… Aunque es demasiado para sólo 3 meses…

 

— ¿3 meses?... — Asentí tímidamente. Me miró seria. — Etienne creo que tenemos que hablar.

 

 

Luego de tomar una ducha en el amplio baño de la habitación, busqué la ropa menos femenina que había traído. No quería someterme a otro comentario como el que hizo  al conocerme. Aunque sería difícil porque toda mi ropa era de chica… Encontré un par de pijamas en el armario. Ella me las había comprado. Pero tampoco las iba a usar…

 

 

Al final opte por unos vaqueros gastados y una camiseta de manga corta de color oscuro. Usé mis mismas zapatillas pues eran las únicas que había llevado. Lo demás eran ballerinas y mis infaltables adoradas  botas. Me até el cabello en una coleta baja y dando un gran suspiro me dirigí al comedor. Allí me esperaba Solange. Al verme negó con la cabeza y me sentí avergonzado una vez más…

 

—Ven, siéntate… — Me señaló la silla frente a ella. Había una botella de jugo y un platón lleno de galletas. — Sírvete. — No me lo tuvo que pedir dos veces. Cuando iba ya por mi tercer vaso de jugo y había acabado casi con todas las galletas, empezó a hablar nuevamente. — Bien Etienne, ahora necesito que me cuentes… ¿Por qué vistes como chica?... ¿Te gusta vestir así?... Porque como te dije yo no tengo problema con eso si es que te gusta… — Bajé la vista negando con la cabeza y deje a un lado el vaso. — Necesito que me lo digas… Puedes confiar en mí…

 

—Mi madre… — Empecé titubeante. — Ella siempre me vistió de niña…

 

— ¿Juliette? — Preguntó asombrada. Asentí con la cabeza. — ¿Y nunca le dijiste nada?

 

—Cuando era pequeño no… No sabía… No entendía… Y cuando crecí y me di cuenta le dije y ella… — Recordaba la primera paliza que recibí por preguntarle porque me ponía vestidos… — Siempre decía que era su princesa… No le gustó mucho que le cuestionará…

 

— ¿No le gustó mucho?...

 

—Me… — Aclaré mi garganta. — Cuando le pregunté por qué me vestía de niña si yo era un niño, me… Me golpeó…

 

—Joder… Mujer loca… — Murmuró con el ceño fruncido. — ¿Por eso te ha mandado a vivir conmigo?

 

—Tuve una… Tuve una discusión con mi padrastro… Él… Él le dijo mentiras a mi madre sobre mí y… Y ella…

 

— ¿Mentiras?... — Dudé un poco entre contarle o no… Al final decidí decírselo, total ¿Qué era lo peor que me podría pasar?... ¿Qué me eche de su casa?... Favor que me haría, así volvería junto a Gaël…

 

—Le dijo que yo… Que yo estaba haciendo cosas indebidas en mi habitación con… — Tomé aire y me di valor. — Con mi novio… — Solange enarcó una ceja mirándome fijamente.

 

— ¿Novio?

 

—Si…

 

— ¿Tienes novio? — Asentí con la cabeza ruborizándome. — ¿Cuántos años tienes? ¿14? — Volví a asentir sintiéndome cada vez más nervioso. — ¿Y tienes novio? — Bajé la vista. — ¿No te parece que eres muy joven para andar de novio?... — ¿Qué?... Volví a mirarla sorprendido… — ¿Y qué?... ¿De verdad estabas haciendo guarradas en tu habitación?

 

— ¡No!... Te juro que no estábamos haciendo nada… Sólo estudiábamos… Bueno, él me ayudaba a estudiar… Pero mi padrastro… Él…

 

— Mintió. — Asentí una vez más. — Y Julie… ¿Le creyó?

 

—Si… Y me mandó aquí… Pero me dijo que sólo sería por las vacaciones… — Solange se levantó con un gesto de fastidio, se dirigió al bar que estaba en la esquina del salón se sirvió una copa y volvió a la mesa sentándose nuevamente. Se quedó largo rato perdida en sus pensamientos sin decir nada. Daba pequeños sorbos de rato en rato. Yo estaba muy nervioso. Quizá no debí decirle nada. Quizá me debí quedar callado…

 

—Juliette y yo éramos muy unidas… — Empezó de pronto. — A pesar de que nos llevamos ocho años… Siempre fue mi heroína… — Sonrió nostálgicamente. —  Vivíamos en París, nuestro padre era chef y nuestra madre ama de casa… Tuvimos una infancia tranquila… Hasta que Julie se embarazó… Tenía 17 años… Ni siquiera había terminado el instituto… Nunca me dijo de quien… Se cerró en su mundo y jamás soltó prenda… Mis padres estaban destrozados…  El día que naciste estuvimos todos, mi padre, mi madre y yo… Eras una cosita pequeñita y hermosa… Te amamos de tan sólo verte y supe que podríamos con todo. Que volveríamos a ser una familia feliz, con un miembro más en ella… Te inscribimos, mis padres te registraron por eso llevas el apellido Dubois como nosotras… Pero… Julie desapareció… Habíamos llegado a casa del hospital, hicimos una pequeña celebración por tu nacimiento y el cumpleaños de  tu madre… ¿Sabes que su cumpleaños es 4 días después del tuyo? — Negué con la cabeza… No lo sabía. Mi madre siempre decía que odiaba su cumpleaños porque la hacía sentirse un año más vieja. Solange estiró su brazo y alcanzó mi mano con la suya. — Al día siguiente ella se fue sin decir nada. La buscamos desesperadamente sin encontrarla… Hasta hace un año que recibí una postal suya con su número telefónico.

 

— ¿Cómo te encontró?...

 

—Supongo que por el negocio… Aún existe el restaurant de mis padres allá en Francia, lo maneja una prima muy cercana, yo preferí venirme aquí hace un par de años… Digamos que lo estoy expandiendo y pude abrir uno en esta ciudad…  — Soltó un gran suspiro. — Bueno, la cosa es que la llamé y volvimos a hablar después de 14 años… Me dijo que se había casado y era feliz, que tenía una niña y le puso Madeleine… Igual que nuestra madre…  Tú eres Etienne, como mi padre… — Apretó más mi mano que tenía entre la suya. —  Tuve que contarle que nuestros padres habían muerto hace un par de años en un accidente de tránsito… Bueno, esa fue la razón más grande que tuve para mudarme aquí… — Bajó la vista y pude ver el gesto triste que aparecía en su rostro... ¿Debería sentirme apenado también?... Eran mis abuelos… Pero no puedo sentir nada… ¿Cómo tener sentimientos por personas que nunca conociste?…  La quedé viendo… Mientras ella se sumía en su dolor,  yo no dejaba de pensar en todo lo que me había dicho… Y se me vino a la mente una frase “¿Por eso te ha mandado a vivir conmigo?”... “¿Por eso te ha mandado a vivir conmigo?”...  Sacudí la cabeza y retiré mi mano.

 

— ¿Te habló de mí?... — Levantó el rostro y sus ojos se encontraron con los míos. Dudó un poco antes de contestarme.

 

—Claro que me habló de ti… Pero no me dijo nada de lo que me has contado… Sólo dijo… Bueno, dijo que eras un muchacho problemático, que estabas incontrolable  y temía por el bienestar de la niña y la estabilidad de su matrimonio… Que no podía tenerte más con ella… — No podía salir de mi asombro…  No podía creer lo que escuchaba… La rabia se me atoró en la garganta. Las ganas de llorar me llegaron… No quería llorar… Apreté los dientes y cerré los ojos tratando de controlarme. Mala idea. Las lágrimas saltaron inmediatamente. — Oh Eti, cariño no llores… — Se levantó de su asiento para sentarse al lado mío y pasar una mano sobre mis hombros. — Aquí estarás bien… Vamos pequeño… — Mi llanto se libera descontrolado.

 

—Toda mi vida… Fingiendo ser quien no era… Sólo para complacerla… Sólo… Sólo para que no deje de quererme…  — Empecé a soltar entre hipidos mientras mi tía acariciaba mi espalda. — Y ahora que… Ahora que tiene una niña real… Un esposo… Me hace a un lado… Como si fuera un estorbo… Me entrega a ti… Como si fuera una cosa… Se deshace de mí… Como si no le importara… — Limpio mis lágrimas con furia. — No… No es como si no le importara… Es que realmente… No le importo…

 

 

No tengo idea de cuánto tiempo lloré. Solange me sostuvo hasta que mis lágrimas cesaron, hasta que mis sollozos se transformaron en suspiros. Hasta que me condujo suavemente hasta la habitación, recostándome en la cama y arropándome con un cobertor. Hasta que perdí la noción de todo y me sumí en el sueño.

 

 

Desperté desanimado, con la tristeza echa un nudo en el pecho. Recién amanecía. Me levanté y acercándome a la ventana me quedé observando largo rato. Realmente era una hermosa ciudad. Entonces… ¿Aquí me quedaría? ¿Viviría aquí?... Quizá Solange se había sentido de alguna forma obligada a recibirme… Quizá pronto se aburriría y tendría que irme… ¿Qué haría si eso ocurría? ¿A dónde iría?... No podía volver con mamá…

 

 

Me aparté de la ventana y me dirigí al baño. Me desnudé y antes de entrar a la ducha me topé con mi imagen reflejada en el espejo. Una rabia visceral me nació de pronto. Busqué entre las cosas que allí había. Encontré dentro del botiquín unas tijeras. Agarre mis cabellos que casi llegaban a mi cintura y tirándolos con fuerza empecé a cortarlos sin ningún cuidado. Los largos mechones azabaches iban cayendo sobre las baldosas mientas mis lágrimas afloraban… Si no me quería estaba bien… No volvería… Dejaría ser el maniquí de mi madre… El juguete que moldeaba a su antojo… Si no me quería… Yo también iba a dejar de quererla…

 

 

Desaparecí todo rastro de mis cabellos. Arreglé y limpié como pude. Me di un baño y me vestí con una de las pijamas que me había dejado mi tía en la habitación. No usaría más la ropa que traje. Prefería andar desnudo a ponérmela nuevamente…

 

 

Cuando llegué a la cocina, el reloj daba las 8 de la mañana. Solange estaba preparando el desayuno. Volteó a saludarme y se quedó con la boca abierta.

 

—… Tu cabello…

 

—Lo corté… — Me miró de arriba abajo antes de dar la vuelta y poner atención en la sartén sobre el fuego.

 

—Iremos al salón después de desayunar.

 

—No es necesario…

 

—Y aprovecharemos en renovar tu guardarropa…

 

—No tengo dinero…

 

—Eso  no es problema. — Apago la estufa y  sirvió las tostadas francesas que había preparado. Me alcanzó un vaso de leche mientras ella se servía un café. — Siéntate a desayunar que estas tostadas frías son horribles… — Dijo mirándome con una sonrisa. Le hice caso. Comencé a comer despacio, saboreando la deliciosa preparación. — Etienne, no te preocupes de más niño… No olvides que eres mi sobrino, sólo déjame consentirte…

 

—Tía, estás segura…

 

—Oh no, no me digas tía aunque lo sea… Me haces sentir súper vieja… Dime simplemente Solange por favor…

 

—Solange… No quiero ser un estorbo… — Levanté la mano para callar su intento de interrumpirme. — Déjame terminar… Mira… Tú no me conoces, entiendo que seas hermana de mi madre y eso… Pero no tienes que sentirte obligada a recibirme sólo porque ella decidió hacerme a un lado. — Luchaba por mantener mi voz neutra y no echarme a llorar. — Yo…

 

—Basta. — Dio un golpe sobre la mesa y  endureció su mirada. Dejé de hablar en el acto. — No soporto que sigas diciendo idioteces. — Suspiro sonoramente y suavizo el gesto. — Discúlpame, no quise ser brusca. — Mordió su labio inferior cerrando los ojos un momento, como buscando las palabras. — Etienne, eres mi familia, entiende eso. Yo no te eché ni te aparté de mí. No te hice a un lado. Tu madre te llevó lejos y rompió contacto con nosotros. Sus razones tendría y no voy a juzgarla y tú tampoco deberías hacerlo. — Arrastró la silla en la que se sentaba hasta ponerla a mi lado. — Ahora estás aquí  y no sabes lo feliz que eso me hace… No eres un estorbo y no fue una obligación el recibirte. Realmente te quiero aquí. — Pasó una mano por mis mal cortados cabellos, tomando las desiguales puntas con delicadeza. — No tengo hijos, ni pareja… Vivo demasiado metida en mis estudios y el trabajo y la verdad… Tengo un carácter complicado. — Sonrió con melancolía. — Que Julie me haya buscado después de tantos años para pedirme que te reciba no es una molestia… Es una bendición. — Posó sus manos en mis mejillas sosteniéndome el rostro. — La pregunta es… ¿Quieres quedarte conmigo?...

 

 

Levante la vista y clavé mis ojos en ella. Sentí la calidez de su toque. La sinceridad en su mirada…  Su rostro preocupado… ¿Quiero quedarme?... Su vista ansiosa me pone nervioso. Sin embargo sus manos cálidas sobre mi rostro me tranquilizan… ¿Quiero quedarme?... Ya no tengo nada… Y ella me ofrece todo… ¿Quiero quedarme?...

 

—Si…

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

 

Había dicho sí. Había decidido quedarse a mi lado. Salté emocionada y lo abracé mucho, mucho… Por todos  los años que no pude abrazarlo. Le llene de besos esa cabecita desastrosa.  Le prometí que no lo defraudaría. Nunca estaría solo, nunca estaría desprotegido. Ahora era mi familia, oficialmente claro, porque siempre lo había sido… Aunque no me conociera.

 

Conversamos un  poco más mientras terminábamos de desayunar. Me hizo muchas preguntas. La verdad que esté niño para su edad era muy maduro. O será que los niños de 14 ahora son así… La verdad que no tengo ni idea… Nunca he tenido contacto con niños. Y eso era una de las cosas  que lo intrigaba. Que por que no me había casado hasta ahora. Que por que no tenía pareja. Que si nunca me había enamorado. Que si no me sentía sola… Traté de contestarle sin ahondar mucho… ¿Cómo explicar que acabo de salir de una relación de años con una persona a la que creí “el amor de mi vida”?... ¿Cómo explicar que el dolor estaba tan fresco, que la herida aun sangraba?... Cómo explicar que mi corazón se había roto en mil pedazos y que me juré jamás enamorarme de nuevo… Cómo decirle que había llegado en el momento justo…

 

 

Lo convencí de salir de compras, así en pijamas porque se negó a ponerse la ropa que había traído. En parte lo entendía. Ni las zapatillas se puso. Así que salí junto a un jovencito desaliñado, en pijamas y con pantuflas. Lo bueno es que viajamos en mi auto. Lo llevé a la tienda de una amiga, estacioné el auto en el sótano y usando el elevador llegamos rápidamente. Escogí un guardarropa completo para él.  A pesar de sus intentos de no gastar en demasía, terminé haciendo que se pruebe de todo, desde ropa interior hasta un terno. Y absolutamente todo se lo compré. Simplemente no pude contenerme.

 

 

Ahora estábamos en el salón. Etienne miraba con los ojos muy abiertos su imagen en el gran espejo que tenía delante, mientras que Francis cortaba y arreglaba su cabello. Al final decidimos que la única manera de solucionar el desastre que había hecho en su cabeza era dejándolo corto. La verdad no le estaba quedando nada mal. El niño era precioso y el nuevo corte sólo hacía que sus hermosas facciones destaquen más. Y que esos ojos almendrados brillen cual luceros.

 

 

Recuerdo cuando lo vi por primera vez, tan pequeñito y rosado. Caí enamorada de esa cosita bella. Que Juliette desapareciera con él fue un golpe terrible para mi familia. Mis padres hasta sus últimos días tuvieron la esperanza de volver a verlos. Recibir la llamada de Julie después de 14 años desaparecida fue casi un shock. Estaba tan emocionada que no pude controlar el llanto de escuchar a mi querida hermana, el saber que estaba bien, que estaba viva, que me buscaba… Pero la alegría me duró poco. Escucharla hablar de su hijo de esa manera tan fría me heló la sangre. No podía creerlo. Simplemente no podía... Dudé por un segundo que realmente sea esa persona mi hermana… Ni cuando le conté lo de nuestros padres mostró alguna emoción… ¿Qué había pasado con la dulce Juliette? Aquella niña de cabello negro largo y rebelde que le gustaba colarse en todas las presentaciones de danza que se exhibían en el pueblo.  Que soñaba con ser una bailarina famosa y se la pasaba haciendo piruetas al son de cualquier melodía… Aquella jovencita  que me confesó el estar enamorada por primera vez de uno de los bailarines de una compañía que estaba de paso… Que aterrada ante su embarazo simplemente calló y nunca nos reveló quien era el padre… Aunque yo tenía mis sospechas, tampoco dije nada… Mi heroína… Mi hermana…  Cuando después de hablar tan desinteresadamente me pidió que reciba a Etienne… No lo dudé ni un segundo. 

 

 

En el aeropuerto me llevé otra sorpresa. Estaba dando vueltas esperando ansiosa que termine de desembarcar el vuelo que traía a mi sobrino. Cada persona que salía me sobresaltaba. Pasaban los minutos, ya casi habían abandonado todos la sala de desembarque y nada. No lo veía… Hasta que me topé con la menuda figura de una jovencita que caminaba arrastrando una maleta… La quedé observando y… Por Dios, no era una jovencita… Era él… Se parecía tanto a Juliette…  Tenía que ser él… Con duda me le acerqué y le sonreí… Me respondió tímidamente… Ya no me quedó duda. “¿Por qué estás vestido así?” se me escapó. Al ver su carita de desconcierto y vergüenza, me mordí la lengua y traté de arreglar mi metida de pata. Empecé a conversarle de cosas diversas mientras lo llevaba a mi departamento. 

 

 

Luego de las conversaciones que tuvimos, entendí perfectamente todo. De veras que Julie estaba loca… Cómo pudo tratar a su hijo así… Pero bueno, yo no iba a rechazarlo. Ni aun cuando me dijo que tenía novio… Ni aun cuando implícitamente me había confesado que le gustaban los chicos…  ¡Sólo tiene 14 años! Pero bueno, daba igual ahora. Estaba conmigo. Y no lo iba a dejar ir.

 

 

Me dijo que le encantaba bailar. Hasta le hice darme una pequeña demostración. Me asombró. Era realmente bueno. Así que mientras él estaba sentado en manos de Francis, llamé a una amiga que tenía un estudio de danza. Le conté de Etienne y estuvo más que encantada de recibirlo.  Esta semana sería exclusivamente nuestra. Sólo nosotros dos. Pero a partir de la siguiente… Ya lo llevaría al estudio de danza y también empezaría con clases de italiano. Tenía que aprender bien el idioma para poder seguir sus estudios aquí. Ya tenía todo muy bien planificado. Tener tantas amistades era una gran ayuda.

 

— ¿Solange? — Levanté la vista de inmediato sintiendo una punzada en el pecho. No podía ser… Pero era… Allí estaba. La persona que nunca quería volver a ver en la vida. La persona que me había roto el corazón… ¿Por qué?... Me puse de pie y la ignoré. Caminé hacía la caja para pagar y poder salir de aquí. Etienne ya estaba casi listo. — Vamos Sol… Necesitamos hablar… — Me tomó del brazo y no pude evitarlo…

 

— ¡No me toques! — Grité con rabia. Todas las miradas se posaron sobre nosotros… Maldición… — No tenemos nada de qué hablar. Déjame en paz… — Mascullé mientras pagaba y giré alejándome sin mirarla.

 

—Por favor… — Apresuré el paso llegando al lado de Etienne y Francis quienes me observaban, el pequeño con cara de no entender nada y el estilista con cara de  “aquí vamos de nuevo…” — Por favor Sol… Dame sólo unos minutos…

 

—Estás hecho una belleza…  —  Cogí a mi sobrino de la mano e hice que girara. — Gracias Francis, nunca me defraudas, siempre puedo confiar en ti. — Dije alto con segundas intenciones. Me despedí sin mirar hacía aquella persona que seguía tras de mi intentando llamar mi atención.  Salí de allí rumbo a mi auto seguido por un desconcertado Etienne.

 

—Solange no nos hagas esto… — Joder, que persistente. Y que caradura… Que yo nos hice esto… Que poca memoria tiene… — Por favor Sol… Deja de ignorarme… Te amo… — Llegué al auto, quité los seguros y susurré a Etienne.

 

—Entra y espérame un segundo, precioso. — Le di un beso en la mejilla. El pequeño hizo caso y en silencio entró al auto, cerrando la puerta con seguro.  Me alejé unos pasos. Estaba cansada de esto. Iba a acabarlo de una buena vez. Cuando estuve lo suficientemente alejada del vehículo, me detuve en seco y la enfrenté. — ¿Qué mierda quieres?  ¿Ya no fue suficiente? ¿No entiendes que terminamos? Ya no hay un nosotros, no hay una relación, me vale un carajo tus te amo…

 

—No puedes decir eso… Sé que me amas al igual que yo… No es algo que se olvida de la noche a la mañana…

 

—Han pasado 2 meses… Créeme, ya no me interesas…

 

—Pues yo no te he olvidado… Te amo Sol… Sé que fui una idiota, que te fallé… Estoy arrepentida… Te ruego me des una oportunidad para demostrarte…

 

— ¿Has perdido el juicio?... ¿Oportunidad?...  ¿Oportunidad para qué? ¿Para que me dejes como una estúpida nuevamente?

 

—Para demostrarte que realmente te amo… Que jamás volvería a fallarte… Que estoy arrepentida…

 

—Lo siento, no puedo.

 

—No nos hagas esto Sol…

 

— ¡Tú nos hiciste esto! ¡Deja de culparme!... ¿Por qué no te vas con tu querido abogado? Se notaba que te sentías más que a gusto en sus brazos… — Aun recordaba como los encontré comiéndose a besos en la entrada a su departamento… Habíamos discutido muy fuerte y claro, la discusión fue enteramente mi culpa. Nos alejamos un tiempo pero luego de 15 días estaba desesperada… La extrañaba horrores… Así que corrí a suplicar su perdón… Nunca en la vida esperé encontrarme con aquel espectáculo…

 

— ¡Fue un error! No me di cuenta ni como pasó…

 

—Que patética excusa…

 

— ¡Pero es cierta!... Habíamos cenado, me pase hablando de ti toda la velada… Estaba dolida con todo lo que nos dijimos… Creo que bebí más vino que de costumbre…  Me llevó a casa…  De pronto estaba sobre mí y yo… No pensaba con claridad… Sólo me dejé llevar… — Lloraba… ¿Cuántas veces la había visto llorar desde lo ocurrido?... Ya ni las contaba…

 

—Ten un poco de dignidad…  — De improviso me tomo del brazo jalándome hacia ella y estampo sus labios en los míos… Desconcertada sin poder reaccionar sentí su lengua adentrarse en mi boca. Acariciar por completo mi cavidad… Sus besos sabían a lágrimas… A dolor… A tristeza… Con la misma rapidez se separó de mí y nos quedamos mirando respirando entrecortadamente. Por un minuto me perdí en aquellos ojos verdes… Tenía el mismo cabello rojo cayéndole en ondas sobre los hombros. Esa naricita llena de pecas…

 

—No me dañan tus insultos, ni tus menosprecios. Estoy acostumbrada a ellos… — Soltó, rompiendo el silencio.

 

—Masoquista… — Murmuré mientras tocaba mis labios con la yema de los dedos.  

 

—No puedes echar 6 años por la borda…

 

—Hubieras pensado en eso antes de manosearte con el abogado ese.

 

— ¡Te he dicho que fue un error! ¡Perdóname! Maldita sea Sol, perdóname… — Un escalofrío recorrió mi espalda. Giré recordando a Etienne… Y lo vi mirando  la escena atentamente a través de la ventanilla del auto… Al encontrarse con mis ojos se escondió inmediatamente… Mierda, ahora si debía explicarle todo… — Sol, mírame… — Suspiré cansada… Estaba harta de todo esto…

 

—Debo irme…

 

— ¡No! — Me tomó de la muñeca con fuerza. Bajé la cabeza negando.

 

—Es un mal momento…

 

— ¿Cuándo será un buen momento?

 

—Becka por favor…

 

— ¿Cuándo Sol?... — Dio un paso adelante quedando a escasos centímetros de mi… — Si te dejó ir, volverás a desaparecer… 

 

—Mira, te llamaré, ¿ok? Sólo dame unos días…

 

—No… No te creo…

 

—Pues que mal por ti, Rebecca. — Me solté despacio al sentir como su agarre se aflojaba. — Mira, la próxima semana llevaré a Etienne a lo de Emilia… Podríamos vernos allí…

 

— ¿Cómo sé que no me mientes?... ¿Cómo sé que estarás allá?... — Desesperación en su voz.

 

—Es lo único que puedo ofrecerte… Sólo te queda confiar… — Sus ojos enrojecidos llenos de súplica no se apartaban de los míos. Luego de unos minutos, suspiró resignada.

 

—Prométeme que no te volverás a alejar…

 

—No estás en posición de exigir algo Becka. — Se mordió el labio, asintiendo. Me giré dándole la espalda y caminé hacia el auto. Vi como Etienne volvió a esconderse. Este niño era un espía.

 

 

Hicimos todo el viaje de regreso al departamento en silencio. La verdad, tenía la cabeza en otra parte y agradecía que Etienne no me haya hecho ninguna pregunta. Aunque notaba sus miraditas curiosas de cuando en cuando. Me había visto… Nos había visto… Creo que no tengo más salida que contarle de que va todo este asunto.

 

 

Llegamos a casa, y  decidí pedir algo para comer. Ya casi daban las 4 y no habíamos probado bocado desde el desayuno. Mientras esperábamos ayudé a Etienne a acomodar todas las compras. Llenamos su closet con la ropa y los zapatos que traíamos,  comentando sobre las prendas. Lo observaba reír alegre, con el cabello negro ahora corto, los vaqueros desgastados, la camiseta negra y aquellas zapatillas que le gustaron tanto… Era un muchacho realmente hermoso.

 

 

El timbre sonó y fuimos a recibir la comida. Nos sentamos en la sala con las cajas de comida china puestas sobre la mesita de centro.  Decidí dar el paso de una vez.

 

—Supongo que tienes muchas preguntas…

 

—Si… Varias… — Dijo tímido.

 

—Bueno, suéltalas…

 

— ¿Seguro que puedo? — Preguntó asombrado.

 

—Claro, vamos antes de que me arrepienta…

 

 

Y empezó a preguntar… Vaya que empezó a preguntar…

 

 

 

+++++++++++++++

 

 

 

Estaba sentado en un rincón, observando una clase  de ballet. Eran niñas como de 12 años que practicaban al mando de Emilia, la amiga de Solange. Me pidió que la espere para que pueda enseñarme el lugar. Recordaba cuando mi madre me vestía con mallas y tutú para llevarme a clases de ballet cuando era pequeño. Clases que cambié por la danza contemporánea a espaldas de mamá, cuando cumplí los 10.

 

 

Ya llevaba una semana aquí. Pasé esos 7 días conociendo más y más a mi tía. Una mujer abierta, muy comunicativa, cariñosa, preocupada, a veces… muchas veces alocada… Era como si conversara con un igual, no sentí en ningún momento la diferencia de edades. Reíamos y bromeábamos como dos chicos. Jugábamos con su colección de pelucas, descubrí un día sin querer una habitación llena de ellas, su gran hobbie dijo.  Debido a su paciencia y buen humor ya había aprendido varias cosas del idioma, no era tan difícil.  Ella me contó mucho de su vida, incluida su relación con Rebecca, aquella pelirroja con la que discutió ese día en la peluquería. No voy a negar que me asombré mucho al enterarme que ella era su pareja… Bueno, su ex novia.  Su historia me dio algo de tristeza, sobre todo porque siento que ellas se quieren mucho y que todavía pueden arreglar sus cosas. Aunque Solange me diga que no, que ya no hay nada. Yo las vi... Las vi besarse… Así se besan las personas que se aman. Así que aunque me porfíe yo sé que ellas van a volver a estar juntas… Llámenlo presentimiento…

 

 

Volví a centrarme en la clase. La verdad estaba aburrido de ver a las niñas haciendo piruetas. Ya llevaba casi dos horas esperando. Decidí ir a dar un vistazo por allí. Se veía que el estudio era grande y había más salas donde se impartían otras clases.

 

 

Caminé curioso por el lugar. Me encontré con otras clases parecidas a la que había abandonado. Ballet, ballet… De pronto escuché una melodía diferente… Lenta y cautivante… Me asomé al salón desde donde provenía la música… Y lo vi. Un muchacho bailaba usando una barra vertical… Enfundado tan sólo en unos pants negros, se movía sensualmente inmerso en su mundo… Subía y bajaba sosteniéndose al ritmo de la canción…

 

 

Te  dije

Que podríamos volar

Porque todos tenemos alas

Aunque  algunos de nosotros no entendamos por qué

 

 

Sus fuertes brazos lo sostenían mientras giraba, se balanceaba y formaba hermosas figuras con su cuerpo. Bajaba por un momento al suelo sin dejar de moverse y luego de un par de pasos volvía al aire… Parecía que volaba…

 

 

Me quedé deslumbrado viéndolo.  Perdiéndome en aquel tatuaje que cubría la parte superior de su espalda. En aquellos brazos marcados… En aquellas fuertes manos… En las sólidas piernas…  La música terminó y yo no salía de mi ensoñación. Lo vi agacharse para tomar una toalla que estaba sobre un maletín y pude apreciar su buen formado trasero…

 

—Tu es merveilleux…  — Solté inconscientemente aun dentro de mi ensoñación.

 

—Merci? — Lo escuché responder… En ese momento me di cuenta de que lo había dicho en voz alta y de que aún lo seguía mirando embobado… Bajé la vista inmediatamente avergonzado  sintiendo como un ardor se instalaba en mi rostro. Abrí la boca un par de veces tratando de decir algo pero no hallando palabras. — Tu parles italien? — Levante la mirada y me conecté con la suya. Sus ojos eran de un color caramelo muy bonito. Algo rasgados y expresivos bajo unas cejas pobladas. Su cabello chocolate muy corto. Una pequeña barba incipiente le daba un aire muy masculino… Mas su cuerpo trabajado y sudado por el reciente ejercicio… Todo el conjunto era realmente atrayente… — Hey… — Tronó los dedos delante de mi rostro sobresaltándome. Se le escapó una risita burlona. — Tu parles italien?

 

—Un peu…

 

— ¡Etienne! Te he estado buscando. — Solange entraba como un torbellino, haciendo resonar sus tacones por todo el salón. — Emi no sabía a donde te habías metido.

 

—Ciao Solange. — Saludó el muchacho con una sonrisa.

 

—Oh vaya. Ciao caro. — Respondió mi tía acercándose y plantándole dos besos. — Quando tornerai?

 

—Un paio di settimane

 

—Genial. ¿Seguirás dando clases?

 

—Corso.

 

—Entonces te encargaré a este pequeño. — Me tomó del brazo y me puso frente a él. — Es mi sobrino. — Abrió los ojos sorprendido. — Que esta carita preciosa no te engañe. Es muy bueno.

 

—Ci vedremo… — Una media sonrisa afloró en sus labios mientras me recorría con la mirada. Mi tía se le acercó y le dio una colleja. — Ouch… Cosa?! 

 

—No lo mires así, depravado. — Regreso a mi lado y me abrazó. — Sólo tiene 14 años. Muy joven para un viejo como tú.

 

—Andiamo, ho solo 25 anni…

 

—Da igual querido Leo. Únicamente le darás clases… No quiero ni enterarme que pretendes corromper a mi pequeño. — El sonrojo que llevaba era casi inhumano. No podía sentirme más avergonzado… No podía creer que estaban hablando así en mis narices… El muchacho me miraba divertido.  Sin retirar su brazo de mis hombros, Solange caminó hacia la puerta llevándome consigo. — Te lo traigo mañana.

 

—Perfetto. Fino a domani... 

 

 

Giré un poco la cabeza para poder verlo una vez más. Seguía sonriendo. Le sonreí tímidamente de vuelta antes de desaparecer.

 

 

 

Notas finales:

A ver... La canción q baila Leo es Never tear us appart versión INXS  Y si, esta haciendo pole dance 

Lo poco q dicen en italiano creo q se entiende :)

Y... eso es todo *u*

Nos leemos

 

XOXO

 


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