A veces se preguntaba como había llegado a este punto.
Tener que infligirse dolor, convertirse en un autolesionasta porque el dolor interior era tan fuerte que solo el dolor físico conseguía combatirlo.
Kyuhyun, un maravilloso hijo, el dulce y Evil Maknae, el excelente cantante, el fantástico actor, el que sabia todo y que aprendía hasta lo que no le gustaba.
Sin embargo, nada de eso parecía real mientras veía la sangre deslizarse por sus piernas.
Si pensaba a la cantidad de personas, de jóvenes idols que le decían que le tenían envidia, que lo admiraban por la persona que era, le daba risa.
A veces pensaba que tal vez hubiera sido mejor morir en ese accidente muchos años antes.
Tenia una desesperada necesidad de ayuda, pero nadie capaz de entender esta simple petición, nadie que pudiera ver su dolor, nadie que entendiera su corazón, nadie que estaba allí para abrazarlo, lo único que el grande y maravilloso Kyuhyun admirado y querido por todos tenía, era a si mismo.
La conciencia de estar solo hacia que su dolor interior aumentara y aquel poco dolor físico que estaba consiguiendo hacerlo sentir mejor ya no era suficiente y así aquel hilo de sangre se convirtió en algo más amplio que un simple hilo, lo suficiente para hacer calmar su dolor.
Cho Kyuhyun el Evil Maknae de Super Junior se estaba cortando, estaba sufriendo y estaba completamente solo, como en el comienzo.
Todo aquello había comenzado apenas tres meses antes.
No era culpa de nadie, ni de sus compañeros, ni de la agencia, ni de su familia, ni de sus amigos, tampoco los fans tenían la culpa.
La fuente de todo era él y sus sentimientos equivocado.
Alguien alguna vez le había dicho que no asisten sentimiento equivocados, que lo que sientes no tiene que ser equivocado por fuerza solo porque a la gente no le gusta, sin embargo en aquel momento entendía que no era verdad, si los sentimientos podían ser estúpidos, enfermos también podían ser equivocados, y los suyos lo eran.
Jamas había creído que amar se podía revelar equivocado, que aquellas sensaciones que normalmente te vuelven un estúpido feliz y enamorado podían hacerte tanto daño, que el latir acelerado del corazón y las mariposas en el estomago podían hacerte venir ganas de ir a la terraza de un balcón y saltar, jamas había creído que sentimientos equivocados podían hacer sentir tu misma existencia equivocada, que tenia que cortarse por aleviar el dolor de su corazón.
Amar se revelaba cruel, cantar no era más su sueño sino su desahogo, actuar se había vuelto su entrenamiento para la vida real, no llegar al extremo era por continuar a ser buen hijo, un ejemplo y un buen dongsaeng.
Kyuhyun aún se encontraba allí con todos, a sonreír, a jugar, a trabajar pero Cho Kyuhyun se estaba destruyendo y se preguntaba de continuo si el día después aún resistiría al dolor y por cuanto tiempo lo haría.
Ni siquiera en sus más ridículos pensamientos, o la más desenfrenada fantasía, o inimaginable sueno había pensado que un día llegara a enamorarse de un hombre y ahora aquel amor prohibido, no solo da la sociedad, da la familia, de sus amigos, sino también de sí mismo, lo estaba matando por dentro y se preguntaba hasta cuando aquel dolor físico que se procuraba sería suficiente para aliviar el interior, hasta cuando esos deseos pecaminosos y aquel amor anormal persistiría en su interior, hasta cuando ese pequeño hilo donde se sujetaba resistiría.
Pero una cosa la tenia clara, nada saldría su pequeño espacio personal, ni un murmullo, ni una lagrima, ni un lamento, ni una gota de sangre. Nunca.