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Cuando te vuelva a ver por Uruhasa_13

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Notas del fanfic:

Sé que todavía no es año nuevo peor pues mañana no sé si podré subirlo así que desde ahora les deseo que tengan un muy feliz año nuevo y que la pasen muy bien con todos sus seres queridos.

Notas del capitulo:

No olviden comentar :)

Cuando te vuelva a ver

 

 

 

Ya no lo había visto desde la última competición sobre hielo, con franqueza, Yuri no tenía intenciones de volver a toparse con Víctor después de todas las cosas que habían pasado. Aunque dijo que volvería al patinaje, el patinador japonés se retiró en silencio sin que nadie pudiera decir absolutamente nada, claro que su ex entrenador intentó buscarlo pero el rechazo del pelinegro terminó por alejarlo.

 

¿La razón? Fácil, después de la celebración del GPF descubrió que estaba esperando un hijo de Víctor.

 

Pasó mucho tiempo en el hospital, ni siquiera él mismo era consciente de su condición de dondel,  una rara enfermedad que solo afectaba a los hombres aunque más que una enfermedad, algunos lo miraban como una bendición. Su interior estaba provisto de una matriz capaz de generar vida a partir de otro ser, como si fuese una mujer.

 

El aceptarlo no fue sencillo, el aborto siempre estuvo latente en la mente de Yuri durante las primeras semanas de gestación que fue cuando aprovechó para desaparecer por completo de todos lados, le suplicó a su familia para que le ayudaran a desaparecer del foco público, el único que supo su situación fue Phichit quien juró no decir absolutamente nada.

 

Justo cuando pensó que podría abortar al producto y regresar a las pistas de patinaje como si no hubiese pasado nada, el vientre de Yuri ya tenía un tamaño considerable. A ese punto ya no podía ir a una clínica sanitaria sino que buscó algún médico clandestino que cobrara barato.

 

Pero entonces, sentado en esa silla improvisada de metal, vistiendo solo una bata se detuvo a mirar a su alrededor, los utensilios estaban siendo “esterilizados” en una cacerola con agua hirviendo.  Y luego, los sintió. Lo que hasta ese momento solo había sido “el producto” hizo su primera  aparición dándole una patada.

 

Los ojos se le inundaron, tomó sus cosas y salió corriendo de ese sitio lo más rápido que pudo, no podía concebir el hecho de que ahora, estaba sintiendo que de verdad había una vida dentro de él. Un hijo del hombre que más amaba, el resultado de su tonto amorío con Víctor, porque solo había sido eso, un amorío de una sola noche.

 

- Voy a continuar con el embarazo – le dijo a Phichit quien había viajado para visitarlo y llevarle regalos a su futuro ahijado o ahijada

 

- ¿Estás seguro? ¿Ya le dijiste a Víctor?

 

- No – contestó en un hilo de voz – él está por comenzar la nueva temporada

 

- ¿No crees que tiene derecho de saber que va a ser padre?

 

- ¿Para qué? – se quitó los lentes para interceptar una lágrima con su dedo índice – él está muy ocupado, no quiero opacar su carrera en este punto, él ya hizo demasiado cuando intentó ser mi entrenador

 

- Yuri…

 

- Estaremos bien – volvió a colocarse los lentes – yo puedo solo con esto… y lo que venga

 

No se habló más del tema, pronto Víctor se cansó de buscar a Yuri y dejó el asunto de lado asumiendo que era decisión del susodicho el no quererlo ver. El japonés se sintió aliviado de que ya no debía esconderse demasiado, el mundo del patinaje era bastante hostil y pronto llegaron rostros nuevos que lo desplazaron. Estaba bien, así solo vería a Víctor desde su televisor cuando transmitían las competencias y se sentía bien.

 

El día en que dio a luz, ver el rostro de su hija recién nacida hizo que lo demás cobrara sentido, le dio gracias a Dios que  ella tenía más de él que de Víctor pero aún así, sus ojitos azules eran la inconfundible marca de su progenitor, su mirada era igual a la de quien la hubo engendrado. Podía hacerlo, podía vivir con esa mirada tan conocida y nueva a la vez.

 

- Charlotte – le dijo Yuri a su familia que estaba con él contemplando a la nueva adición al grupo

 

 

 

 

 

-_

 

 

 

 

 

Después de un par de años, Yuri logró colocarse en una buena posición en una empresa productora de accesorios para patinaje deportivo. Estaba encargado del departamento de patinaje sobre hielo, su jefe encontró muy curioso tener a un ex campeón medallista en ese puesto y aunque a Yuri no le hizo gracia, necesitaba el empleo. Tampoco le hizo gracia que su jefe decidiera enviarlo a San Petersburgo para ser el gerente de la cadena de sucursales en ducho lugar, pero una vez más hizo de tripas corazón por Charlotte, o Charlie como cariñosamente apodaba a la que ahora se había convertido en una hermosa niña de cinco años.

 

 - Apresúrate Charlie – ordenó Yuri mientras terminaba de anudar su corbata frente al espejo del baño – tengo que llevarte a la escuela

 

Yuri agradeció poder tener una hija tan independiente, Charlie tenía solamente cinco años pero ya era capaz de vestirse y peinarse por si sola, él solo le dejaba el desayuno en su lonchera sobre la mesa. Todos los días era la misma rutina,  después de prepararse para salir caminaban juntos al jardín de niños antes de que Yuri tomara un autobús a su trabajo.

 

El frio de la ciudad era agradable, Yuri amaba vestir a su hija con esos pomposos abrigos que la hacían parecer una princesa, disfrutaba la compañía que ese par de ojitos azules le brindaban.  Uno de sus mayores temores era que en algún momento Víctor se apareciera en la calle, verlo en el autobús o peor aún, verlo en su oficina cuando alguno de sus empleados no hiciera su trabajo. Pero ya habían pasado cuatro años desde que vivía en esa ciudad, supuso que en un sitio tan grande las posibilidades se reducían.

 

- ¿Podemos ir papi?

 

- ¿Eh? – miró a su hija  que tenía de la mano – No escuché lo que dijiste cariño ¿Puedes repetirlo?

 

- pregunté si podemos ir

 

La niña estaba señalando a un anuncio pegado en un poste de luz. A Yuri se le fue el corazón a la garganta cuando leyó que se trataba de una exhibición de patinaje artístico a favor de la caridad. Era obvio, Víctor y Yurio eran dos de los patinadores que estaban anunciados para actuar.

 

- Esos eventos son en la noche, Charlie, acuérdate que tienes que dormirte temprano

 

- ¡Pero papi! Me gusta el patinaje

 

- Charlie…

 

-Prometo portarme muy bien

 

- Pero tú ya te portas muy bien – dijo intentando zafarse

 

- ¡Papi!

 

Pero su mayor debilidad eran sus ojitos azules suplicantes, esa expresión que inconscientemente le recordaban a su ex amante. Él se acercó al afiche, el espectáculo era esa misma noche, su hija había heredado esa pasión por el patinaje artístico característico de sus padres, claro que optó por no alimentar ese talento, no quería que su hija recorriera el camino que él todavía tenía que cargar sobre sus hombros. Pero no podía ignorarla, Charlie era una niña tan ejemplar que negarle un capricho se le hacía muy cruel.

 

- Bien – se resignó – iremos

 

Aunque ver a su hija feliz le llenaba el pecho de pura felicidad, no podía negar que su estómago estaba hecho un nudo al pensar que  podría estar cara a cara con la persona de la que se escondió durante muchos años. Pero estaba bien, el evento seguramente estaría muy concurrido, solo iría, verían el espectáculo y desaparecería nuevamente entre la multitud.

 

 

 

 

 

-_

 

 

 

 

 

Charlie estaba cepillando las largas cortinas negras que enmarcaban su rostro, después de la escuela, su papá la llevó de regreso a casa. Se arregló para el espectáculo con uno de sus mejores vestidos, uno color rosa pastel, tenía sobre su cama el abrigo que hacía juego. Podía ser muy pequeña,  pero de alguna manera aprendió a madurar rápidamente.

 

Vivir con un papá soltero tenía sus ventajas pero era eso mismo lo que hizo que ella entendiera conceptos demasiado complicados para alguien de su edad. Yuri jamás hablaba de su “mamá”  y tampoco quería hablar de cómo había llegado a su vida pero siendo una pequeña hija del nuevo milenio, pudo hacer una investigación en internet digna de un detective.

 

Su papá había sido un famoso patinador, había estado junto con Víctor Nikiforov cuya turbia relación desbordó en el sospechoso retiro del japonés. Ella investigó más, leyó sobre los rumores sobre la condición médica de su padre hasta que por fin pudo atar cabos. Ella era hija de Víctor y Yuri.

 

Había visto el anuncio del espectáculo muchísimo antes pero tuvo que tomar un buen rato para idear el plan perfecto, hasta que logró conseguirlo antes de que su oportunidad se le fuera de las manos. Ella quería respuestas, pero más importante que eso, quería que su papá dejara de tener esa expresión cansina en sus ojos, como si supiera que algo le estaba faltando.

 

- ¿Estás lista cariño? – dijo Yuri asomándose dentro de la habitación de su hija

 

- Si papi

 

Ella se puso de pie resonando sus zapatitos de charol para ponerse su abrigo, Yuri notó que ella estaba más elegante de lo normal pero no hizo ningún comentario. Se acomodó las gafas y la chaqueta esperando que la noche terminara lo más rápido posible.

 

 

 

 

 

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Como lo esperaba, Yuri encontró una concurrencia ridícula, la marabunta lo calmó de sobre manera pensando que así sería más fácil. Se disculpó con su hija cuando compró asientos  en los que estaba seguro de no ser reconocidos ni por error, pero parecía que Charlie estaba tan contenta por el solo hecho de estar ahí que decidió no decir más.

 

- ¡Rápido papi!

 

No peleó más, la sonrisa en el rostro de su pequeña podía opacar el nerviosismo que lo destruía, igual, ocuparon sus lugares. Hablaron un poco, Yuri no dejaba de ver alrededor como loco paranoico imaginando que los patinadores cuyos nombres no quería ni mencionar aparecerían en cualquier instante. Pero se calmó una vez que las luces se apagaron.

 

El reflector alumbró la pista, su corazón se aceleró tanto que sintió que lloraría. Víctor. Ya había olvidado cómo era verlo en vivo, las transmisiones en televisión no le dolían tanto como lo estaba haciendo ese espectáculo, la música quebraba su fortaleza de un modo tan increíble que solo podía tener ojos para Víctor.

 

Charlie miró a su papá, aunque el espectáculo era impactante, a ella le deleitó la expresión de Yuri al que no le faltaba mucho para ceder ante las lágrimas. Se acomodó en su lugar, su plan estaba yendo exactamente  a donde quería.

 

Pieza tras pieza, incluso las de Yurio hicieron que Yuri terminara en lágrimas, la belleza de no solo el espectáculo sino que los recuerdos del amor no correspondido volvieron a apoderarse de su ser. Era hermoso, su hija le había llevado a un carrusel de recuerdos interminables, se sentía tan feliz pero dolido al mismo tiempo, seguramente llamaría a Phichit después de llegar a casa.

 

 Fue cuando los artistas dieron las gracias para retirarse,  el pelinegro se limpió el rostro para disfrutar de la última vez que vería a Víctor, su silueta madura y trabajada con esos años sin verlo. Cerró los ojos y suspiró pesado, las luces regresaron para ayudar a los espectadores a poder salir.

 

- Vámonos Cha… ¡Charlie!

 

Al mirar a su lado se dio cuenta de que su hija faltaba, entró en pánico pues jamás tuvo que enfrentarse a una situación parecida. Había perdido de vista a su hija por ver a Víctor.

 

- Tranquilo Yuri… piensa – intentó tranquilizarse pero solo logró espantarse más – ella no se iría sin avisarme ¡No lo haría! ¡Charlie!

 

Fue con la seguridad pero no podía quedarse quieto, necesitaba a su niña de regreso. Ya no sabía a dónde ir, su hija no era de las que se iban sin decir nada. Corrió hacia la pista, a lo mejor ella estaba ahí, su preocupación por Charlie era lo suficientemente importante como para olvidar por completo el contexto en el que se encontraba.

 

- ¡Charlie! ¡Hija! ¡Charlie!

 

Se topó con otras personas quienes buscaban su salida, él solo se concentró en lo importante, Charlie no estaba por ningún lado. Se desesperó muy rápido, necesitó sentarse en una de las butacas cerca de la pista para volver a retomar la calma.

 

- ¡Tienes valor para mostrar tu rostro de cerdo aquí!

 

Yuri alzó la cabeza con un movimiento errático, su bruma era tan grande que tardó unos momentos para reconocer a la persona que estaba frente suyo. No había cambiado mucho, se miraba más alto y su cabello estaba más largo, Yurio conservaba esa severidad en sus gestos.

 

- Yurio…

 

- Ya nadie me llama así

 

- ¡Yurio! – se puso de pie de un salto – ¡Necesito tu ayuda!

 

- ¿Qué dices?

 

- ¡Mi hija! ¡No sé donde está!

 

- ¿Tienes una hija?

 

- Es una larga historia, por favor, necesito encontrarla

 

Las intenciones de Yurio eran otras, pero al ver la desesperación de su homónimo japonés, decidió que sería mejor cooperar, de todas formas si se trataba de una niña que estaba perdida, tendría tiempo de hacer su escena de groserías.

 

 

 

 

 

-_

 

 

 

 

 

El espectáculo había salido maravillosamente, Víctor se retiró a descansar después de una actuación bien hecha. Los vestidores estaban completamente vacíos, le gustaba cambiarse cuando todos los demás hubieron recogido sus cosas, era un interminable recordatorio del amor que había perdido. Cada vez que entraba en la pista no podía evitar pensar en Yuri, el chico de quien se enamoró y a quien le dio su corazón pero que de la noche a la mañana desapareció sin dejar rastro. El preguntarse en dónde estaría Yuri en ese momento ya era rutina, pensar que probablemente estarían juntos si se hubiera quedado.

 

Entonces, cuando terminó de cambiarse, se dio cuenta de que había alguien espiando en la puerta de los vestidores. Su sonrisa se ensanchó, era bastante común que los fanáticos lograran colarse pero Víctor tenía especial debilidad por los niños y la esplendorosa señorita que intentaba esconderse con muy poco éxito con ese vaporoso vestido de pastel.

 

- Ven aquí pequeña – le alentó Víctor

 

- Perdón – se disculpó Charlie  entrando en la estancia – no quería ser inoportuna

 

- No lo eres cariño, ven, ¿Cómo te llamas?

 

- Charlotte… pero mi papá me llama Charlie

 

El patinador insistió en que su invitada entrara y se sentara con él a charlar, después de eso la acompañaría a buscar a sus papás como ya era costumbre. No era la primera vez que sucedía, los niños siempre hacían eso, escapar del lado de sus padres para estrechar la mano de sus ídolos.

 

- ¿Te gustó el show?

 

- Si, me gusta el patinaje – empezó ella – mi papá también patinaba y era bueno… pero nací yo

 

- Eso es muy triste, tu papá…

 

- Mi papá te extraña

 

- ¿Qué?

 

- Él cree que no lo sé, papá me cuida mucho pero no sé quién pueda cuidar de él

 

- Pequeña, no entiendo

 

- Mi papá está enfermo, él me pudo dar a luz

 

-¿Quién es tu papá?

 

- Yuri Katsuki – le dijo al borde de la emoción – tú eres mi papá, Víctor

 

- ¡Charlie! – se escuchó desde afuera

 

Víctor quedó prácticamente paralizado, la voz que llamaba a la niña era terriblemente conocida, en cuanto vio a Yuri entrar por la puerta pareció que las cosas fueron más lento. La niña abrazó a su progenitor, la escena pareció estar en cámara lenta pues, parecía todo irreal.

 

- ¡Charlie, jamás vuelvas a irte así!

 

- Perdón papi – le dijo en un hilo de voz – pero quería que vieras a Víctor

 

- ¿Qué?

 

Yuri subió la vista de nuevo, la euforia de volver a ver a su hija hizo que todo lo demás desapareciera, incluso Yurio pasó a segundo plano. Pero Víctor era una cosa diferente, se puso de pie despacio, como si estuviera asimilando la escena.

 

- Papi…

 

- Vámonos Charlie – se apresuró Yuri volviendo la mirada abajo

 

El ruso mayor se quedó atónito al mirar como el fantasma de su pasado le acomodaba el abrigo a la niña para tomarla de la mano y halarla para afuera de los vestidores pasando frente a Yurio quien también se mantuvo a raya. Fue cuando reaccionó, Víctor corrió fuera del vestidor para ir tras el japonés, caminaba bastante rápido casi arrastrando a la pequeña.

 

- ¡Yuri!

 

Le alcanzó a la salida del sitio, le tomó del brazo haciéndolo detenerse en seco. El silencio fue el que los recibió a ambos, tenía muchas preguntas por hacer empezando por la niña que lo acompañaba. Sus ojos, ese azul tan característico que le recordaban a los suyos propios, tal vez era solo su propia sugestión al haber escuchado a la pequeña.

 

- Mi hija tiene frio, ya es tarde – decía Yuri sin mirarle a la cara – debo irme

 

- Mírame

 

Esa severidad en la voz la había escuchado solo en un par de ocasiones cuando Víctor fungía como su entrenador, por inercia lo hizo, le miró a la cara expectante, la expresión del ruso era bastante clara, estaba enojado. El brillo amenazador en sus zafiros los apreció en una ocasión anterior, cuando le dijo que se retiraría antes de la competencia del GPF.

 

- Ha pasado mucho tiempo, cinco años – Víctor miró a la niña – ¿Cuántos años tiene?

 

- No es de tu incumbencia – continuaba Yuri en un hilo de voz apenas audible

 

- Lo es cuando se trata de una hija mía

 

Esta vez Yuri volvió su mirada hacia abajo, en donde Charlotte tenía las mejillas enrojecidas tanto por el frio como por la vergüenza. El menor se tapó la boca con la mano libre intentando soportar las lágrimas para que ni una se le escapara.

 

- ¿Es ella mi hija?

 

Una de las situaciones más complicadas de su vida, Yuri se inclinó y tomó a Charlie en brazos para que también estuviera a la altura de los dos adultos. Nunca había hablado con su hija sobre el asunto, esperaba poder hacerlo cuando ella fuese mucho más mayor cuando ya no hubiera tiempo para el arrepentimiento, pero ahora estaba ahí, frente a su mayor demonio.

 

- Charlie, cariño – le habló a su hija – jamás te hablé de cómo llegaste conmigo

 

- Lo sé papi, sé que estás enfermo y por eso me diste a luz

 

- Eres una niña demasiado lista para tu edad – le dijo con una sonrisa quebradiza, a este punto ya no pudo contener el llanto – Víctor y yo nos quisimos mucho ¿Sabes? Pero él tiene asuntos muy importantes, más que nosotros, por eso no podemos quedarnos

 

- Yuri – volvió a llamar Víctor genuinamente irritado

 

- Charlie es hija mía – le dijo Yuri – solo mía

 

- Mírame a los ojos y dime que no es hija mía

 

- Charlie no es… – intentó, Yuri no podía contra esa mirada tan solemne – no importa, ella ha estado muy bien sin ti hasta ahora

 

- ¿No creíste que tenía derecho a saber que tengo una hija?

 

Definitivamente era el peor de los escenarios, sintió como la niña se le aferró al cuello, fue lo que necesitó para poder reaccionar. Víctor no lo entendía, Yuri lo seguía amando como el primer momento en que estuvieron juntos pero, su relación solo complicaría la ya bastante complicada carrera del mayor, el tiempo pasaba y no perdonaba, el ruso ya no era el mismo chiquillo que iba de un lado al otro rebotando entre competencias, no quería exigirle algo que no le correspondía después de que dicho embarazo pasó por un descuido de Yuri.

 

- No creo que sea lo mejor para tu carrera

 

- ¿Qué hay de la tuya?

 

- No la necesito, tengo a Charlie – le miró – es hora de irnos

 

- ¡Pero papi!

 

Por primera vez en su vida, Yuri maldijo la mirada tan tenaz que su hija había heredado, la puso en el suelo solo para contemplar como ella caminó hacia el padre que nunca tuvo para hacerle señas de que se agachara y claro que Víctor no iba a dejar a una niña tan adorable así nada más.

 

- Quiero conocerte – le dijo ella – papá ha trabajado duro para que yo esté bien pero a veces se siente solo, él no es tan fuerte como aparenta

 

No podía contra eso, Víctor no era de las personas que dejaban sus responsabilidades y aunque seguía enamorado de Yuri, no podía perdonar el hecho de que le hubiesen escondido el tener una hija.

 

- ¡Alto los dos! – Interrumpió Yuri – Charlie, nos vamos a casa ahora y hablaremos de tu castigo ahí – miró a Víctor – no sé qué decirte, pero no quiero que estés cerca de mi hija… ni de mi

 

Y fue la gota que colmó el vaso, parecía como si Yuri siguiera sin entender la manera en que se sentía, como si le escupiera en la cara.

 

- Tengo derecho sobre ella – arremetió Víctor ante la mirada suplicante de la niña – también es mi hija y si no quieres llegar a un acuerdo por la paz… entonces eh… ¡la corte! ¡nos veremos en la corte!

 

- Entonces esperaré las noticias de tu abogado – miró a Charlie con renovada severidad – vámonos, Charlie

 

Ya no se pudo hacer nada más, la niña terminó por obedecer a su progenitor y dejó a Víctor en donde estaba, fue cuando el mayor se dio cuenta que nombrar a los abogados no fue la manera más sutil de reclamar su paternidad. Era verdad que estaba muy enojado por no saber nada del asunto durante cinco años, pero no podía negar el hecho de que Yuri seguía siendo el único que ocupaba ese espacio en su corazón.

 

- ¿Qué harás? – le preguntó Yurio saliendo del recinto para acompañarlo mirar a la familia marcharse

 

- ¿Qué harías tú?

 

- Sería raro pensar que Otabek diera a luz – rio – es más probable que yo lo haga – se cruzó de brazos – creo que sería más productivo hablar con él en lugar de meterse en un lío legal, es lo último que la niña necesita

 

 

 

 

 

-_

 

 

 

 

 

Seguir el consejo de Yurio sería más difícil de lo que pensó, habló con Yakov sobre el asunto quien estaba casi tan sorprendido como él, pensar que ahora y de la nada debía (y quería) hacerse cargo de una hija no reconocida. Sabía que presionar a Yuri era la peor forma de llegar a su objetivo entonces intentaría algo más, compró un montón de juguetes y se plantó afuera del apartamento de ambos.

 

- ¡Víctor! – gritó Charlie soltándose del agarre de Yuri para ir donde él

 

- “Papá” – le dijo – llámame así

 

- ¡Claro que no! – intervino Yuri – Charlie, ya hablamos de esto, regresa adentro

 

La niña obedeció, su rutina mañanera se estaba viendo interrumpida y Yuri estaba luchando contra todo para poder soportar el hecho de que tenía que superar su propio enamoramiento para alejarse de los problemas.

 

- Vete – le dijo – dijiste que arreglaríamos esto en la corte

 

- Me excedí, no creo que sea conveniente que llevemos las cosas a ese extremo

 

- Entonces regresa, no necesitamos todo esto – señaló las cajas envueltas con celofán – mi hija no…

 

- Nuestra hija – corrigió – soy su padre

 

- ¡No lo sabes! Estas basando todo en lo que una niña de cinco años te dijo

 

Una vez más la severidad volvió a los ojos de Víctor, el japonés estaba haciéndole las cosas muy difíciles pero igualmente entendía que no podía solo llegar de la nada y pretender formar parte de la familia de la que jamás se enteró. Pero ahí estaba, quería besarlo, decirle que todavía estaba enamorado de él pero, no era el momento.

 

- Hagamos una prueba entonces – sugirió con total naturalidad

 

- Yo… – Titubeó – bien, Charlie es hija tuya… pero eso no te da derecho a…

 

-¿Qué no me da derecho? Fuiste tú quien desapareció por años, tengo el derecho de ser su padre

 

Yuri se abrazó a sí mismo, pensó en todo lo que había pasado hasta ese momento y si de verdad valía la pena seguir luchando contra una pared. Amaba a Víctor y jamás dejó de hacerlo pero su propio miedo lo frenó durante cinco tortuosos años en los que tuvo que cargar solo con el peso de ese dolor.

 

- No quería estorbar – dijo al borde de las lágrimas – me fui con ella para no interferir en tu carrera

 

- ¿Mi carrera? Yuri, renunciaste a la tuya

 

- Vivo bien ahora, tengo un buen trabajo y también tengo a Charlie

 

Viktor entendió que el comprar un montón de cosas no era la manera de acercarse, dejó en el suelo la caja que tenía en las manos para acercarse. Buscó su mano, sonrió de medio lado al notar que el menor todavía ostentaba el anillo de compromiso que años atrás se habían dado para celebrar el hecho de permanecer juntos.

 

- También llevo el mío – dijo enseñando su mano

 

Las lágrimas ya no fueron capaces de ser contenidas en los ojos del propietario, Yuri rompió en llanto entre los brazos del que había sido su amante, se sentía tan bien y completo que supo que después de eso ya nada iba a faltarle.

 

- Está bien – reconfortó – ya estamos juntos ¿Ves?

 

La niña que esperaba dentro del apartamento salió tímidamente asomándose para encontrar el mejor de los escenarios. La sonrisa en su rostro era inmensa, corrió también con ellos, entre ambos padres la alzaron para incluirla en su abrazo, las cosas estaban donde debían estar.

 

 

Notas finales:

Quiero darles las gracias a todos ustedes, tanto a mis lectors habituales como los que apenas me conocen porque gracias a ustedes pude crecer como escritora y este año ha sido muy bueno, he tenido la oportunidad de trabajar este hobby y cada vez me gusta más y más. Espero que el siguiente año también pueda seguir escribiendo y que ustedes, mis lectores, sigan conmigo. 

Gracias y feliz año nuevo de parte de la señorita Uruhasa y de mi, Cinderella, también. 

 


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