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15. La Locura de Sungmin por dayanstyle

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Notas del fanfic:

el KYUMIN llegooooooooooo... para los que lo esperaban.... les aclaro que la acosadora de Sungmin no es otra si no que la misma Sa Eun... que por su culpa se acabo el KYUMIN en la vida real y solo nos queda los fanart de este par.. BRUJA

pero buehhh a disfrutar nenessss

Notas del capitulo:

a leer

Sungmin corría alrededor de la estantería de la librería tratando de escapar de la lunática con el martillo. Este no era uno de sus mejores días. —Ahora, Sa Eun, sé razonable. —Él comenzó a correr por un pasillo y luego por otro.

        Su corazón estaba golpeando fuerte bajo sus costillas mientras trataba de escapar de la loca que lo acechaba por su librería.

      —¿Razonable?— ella gritó—. Ni siquiera has sacado un nuevo libro en un mes, ¿y quieres que yo sea razonable?— ella trató de cortar camino, pero Sungmin vio lo que ella estaba haciendo y se movió hacia el otro lado. ¡Esto era una locura!

       —He estado ocupado, lo sabes, viviendo. —Sungmin saltó sobre la pila de libros de misterio que aún no había acomodado. Eso era otra muestra de lo que estaba posponiendo. Corrió por un pasillo y rodeó el sofá, deseando haberse quedado en la cama

esa mañana.

       Casi había llegado a la puerta cuando Sa Eun blandió el martillo, golpeando su muñeca causándole gran dolor. — Maldición, Sa Eun —Sungmin aulló mientras instintivamente jalaba su brazo hacia su pecho. Ella se movió de un pie a otro pie, como si estuviera preparándose para atacarlo.

       —Quiero que empieces ese nuevo libro o la próxima vez vendré por tus bolas. —Las aletas de su nariz se movieron cuando ella bufó y lanzó el martillo sobre su hombro—. Lo digo en serio. Sin excusas. r13;Ella entrecerró los ojos mientras lo señalaba con su dedo—. Y yo sé, siempre sé.

 

       Sungmin vio cómo su Cindernightmare (mujer de sus pesadillas) salía apresuradamente de la librería, cerrando la puerta de golpe detrás de su loco culo. ¿Desde cuándo los escritores de libros tenían un estatus digno de un acosador? Ella no tenía un tornillo flojo. Ella los había perdido todos, y la caja que sostenía su cerebro había colapsado.

      Sungmin se apresuró hacia la puerta, sus manos temblaban incontrolablemente mientras cerraba el lugar con llave.

       No estaba seguro si las puertas cerradas con llave mantendrían a la gente loca afuera, pero él no quería correr ningún riesgo. Después de todo ella estaba tan loca como para usar un martillo. r13;¡Quién infiernos carga un martillo!— gritó frustrado mientras se dirigía a su oficina.

       Se apresuró hacia su escritorio, buscó una venda bajo toda la pila de papeles legales e inspeccionó el daño. Estaba rojo e hinchado con un gran círculo sobre su mano causado por la cabeza del martillo.

       —Y ahora, ¿quién va a pagar la cuenta médica de esto?— murmuró mientras se colocaba la venda alrededor de su lesión. Nadie, porque él no podía arriesgarse a ir al Centro Médico del otro lado de la ciudad y que le sacaran sangre.

    

  Luchó por poner el gancho que detenía la venda en su lugar y entonces movió los dedos para asegurarse de que no estaba tan apretada. Sungmin hizo un gesto de dolor cuando el dolor recorrió su brazo. Quizás él no debió de haber hecho eso.

  

   Levantó la cabeza cuando oyó que golpeaban en la puerta. Sungmin rezó porque ella no hubiera regresado a cumplir con una de sus amenazas. Sus bolas se elevaron y se apretaron contra su cuerpo mientras se asomaba por una esquina. Si era ella de nuevo…infiernos probablemente de nuevo correría alrededor de la tienda como el cobarde que era.

 

      Lentamente asomó la cabeza por la esquina para ver la puerta del frente. Gracias a Dios no era ella. Con una respiración de alivio cruzó la librería y le quitó la llave a la puerta con una gran sonrisa pegada en la cara. —Hola, Key.

      Escondió su lesión atrás de su espalda mientras se hacía a un lado y permitía que el joven hombre entrara.

      —Hey, Sungmin, ¿por qué la puerta estaba cerrada con llave?— Su cliente más fiel vio alrededor antes de mirar a los ojos a Sungmin.

     —Cuarto de baño. —Sungmin miró detrás de Kibum para asegurarse de que Sa Eun no se veía por los alrededores. Él no podía asegurar que ella no hiciera algo como eso.

 

     Una mañana él abrió la tienda para encontrar notas de amor pegadas en la puerta. Otra mañana un florero con flores lo esperaba con un empalagoso poema localizado entre los pétalos. La mujer no podría escribir un poema ni para salvar su maldita vida. No es que él quisiera que la imbécil loca lo hiciera.

     Decirle que era gay no logró detenerla. De hecho la volvió más determinada.

       Eso no fue halagador. Eso era espeluznante como el infierno.

      No podía entender por qué ella sentía tanto interés en él. Medía un metro setenta y cuatro y pesaba setenta y siete kilos; era puros miembros y desgarbado. Su cabello era castaño y sus ojos de un extraño color ámbar. Un geek citadino, que era en donde había vivido, entonces ¿por qué el interés?

 

      —Vine por más libros. —Kibum se dirigió a la sección de romance. Sungmin nunca hubiera adivinado que un hombre Goth3 pudiera leer algo como eso, pero la vida venía en diferentes paquetes. ¿Quién era él para juzgar?

 

      Flexionó sus dedos, cuando el dolor se disparó por su brazo. Sungmin se mordió su labio para evitar que el grito saliera de su boca. La malvada bruja del oeste le habría dañado algo. Rezó para que solo fuera un esguince.

      Sungmin planeaba colocarse una bolsa de hielo una vez que Kibum terminara con su compra y se fuera. Estaba tan cansado de Sa Eun y su no querida atención. Eso lentamente había aumentado en violencia, y él era una persona pacífica.

¿Qué haría ella después? Sungmin se estremeció. Realmente no quería saberlo.

  

   Quizás era tiempo de reubicarse. Lo había hecho una vez antes, cuando vivía en la ciudad y un novato mafioso de segunda categoría quería cobrar dinero por protección a los propietarios de los negocios. Lentamente empacó sus cosas para no ser obvio y entonces una noche desapareció, terminando en esta pequeña ciudad. De haber sabido sobre Sa Eun, él hubiera ubicado la tienda en cualquier otro lugar. Como Mokpo

      —¿Qué te sucedió en la mano?— Kibum lo sorprendió mientras estaba perdido en sus pensamientos. Rápidamente jaló su mano de nuevo hacia atrás, golpeándose contra el mostrador.

      —Maldición. —Sungmin instintivamente sacudió su mano lesionada y la llevó hacia su pecho mientras sus ojos se llenaban de agua debido al dolor—. Nada, me lastime atándome los zapatos. r13;Sungmin mentalmente se golpeó en la frente. Él nunca había sido bueno para mentir inesperadamente. Nunca había sido bueno para mentir de ninguna manera.

 

     El chico inclinó la cabeza y miró a Sungmin como si tratara de descubrirlo. Kibum finalmente se encogió de hombros con indiferencia y se apoyó en el mostrador. —Si tú lo dices.

       Estaba aliviado de que Kibum comprara su excusa. —Si, ahora los compraré con velcro. —Sungmin metió los libros de Kibum en una bolsa—. Lo agrego a tu cuenta. —Quería que Kibum se fuera de ahí para así poder cerrar. Una rápida comida en el restaurante y entonces empezaría a empacar. Suficiente era suficiente. La bolsa de hielo podía esperar, su cordura no.

        —Gracias. —Kibum lo miró fijamente, entonces bajo la vista a su mano viéndola por largo rato antes de girarse y salir de la librería.

        —Eso estuvo cerca. —Sungmin corrió al fondo, apagó la computadora y tomó las llaves de la tienda. Era una vergüenza que tuviera que mudarse de nuevo. Ese era un lindo pueblo. Quizás él podría pedir una orden de restricción contra ella.

Sungmin bufó, «si, y cuando ella se pusiera violenta de nuevo se la pegaría con cinta en la frente».

      Girando el letrero a ‘cerrado’ Sungmin le puso llave a la puerta y se dirigió al restaurante. Vio alrededor para asegurarse que la loca no estaba a la vista.

      Abrió la puerta del restaurante y rápidamente revisó el lugar para asegurarse de que estaba libre de Sa Eun. El mesero levantó la mano para decirle a Sungmin que se sentara. Tomó asiento en la mesa más lejana a la gran ventana y de todos los demás que como Sa Eun pudieran verlo. Le molestaba profundamente vivir como un cobarde, pero ¿qué podía hacer? La sangre de cobarde corría fuerte por sus venas, y dudaba fuertemente que fuera a cambiar en un futuro próximo. Estaría sorprendido de no perder los huevos cuando Sa Eun volviera a acercársele.

 

      —Hola, Sungmin. —Uno de sus otros clientes fieles le saludó llevando una libreta y una pluma. A Sungmin le agradaba Donghae. El hombre tenía muchos tatuajes pero era extremadamente amable con Sungmin cada vez que iba a la librería. Si, él iba a extrañar este pequeño pueblo.

      Sungmin tomó el menú, notando que sus manos temblaban incontrolablemente, así que lo bajó y colocó las manos sobre el menú, mientras le sonreía al mesero. —Para empezar un té helado.

      —Entendido. —Donghae fue por su bebida. Se tomó un momento para tratar de calmar el temblor de sus manos mientras veía alrededor.

      Nadie debería vivir de esta forma. No era saludable vivir con miedo constante, y Sungmin sabía que tenía que hacer algo con respecto a eso y pronto. Eso solo cimentó su resolución de mudarse.

    

         Kyuhyun estiró las piernas frente a él mientras seguía sentado en la oficina del Alfa escuchando las locuras. No podía creer que los vampiros rebeldes y los lobos rebeldes que habían estado atacando en la ciudad últimamente lo hacían a causa de la pequeña niña.

     El médico de los lobos y el pareja, doctor Kim Jaejoong , se habían reunido con el Alfa Jongin después de encontrar una anormalidad en la sangre del niño. La pequeña Niña, Nana, se había enfermado de varicela y después de ser examinado, Jaejoong había visto algo extraño y le tomó una muestra de sangre.

      La sangre se la habían entregado al médico de los lobos que la había examinado y ahora Jongin estaba diciendo que Nana era fey (elfa) ¿Por qué lo querían los rebeldes? Esa era la pregunta a la que todos querían descubrir su respuesta.

 

      Su madre estaba en la manada del Este curándose de un accidente automovilístico. Su hermano Donghae trabajaba en el restaurante y vivía aquí. De acuerdo a Donghae el era adoptado.

      Las criaturas mágicas como las fey son elusivas y raras. También son muy cautelosas. Entonces, ¿cómo fue que uno de sus niños terminó siendo adoptado? Eso es lo que Jongin realmente quería saber.

      Kyuhyun pasó su mano por su menton, rascándose mientras escuchaba a Jongin explicar cómo Nana debería estar bajo vigilancia las veinticuatro horas y nunca ser dejado sola. Kyuhyun podía entender eso. El era pequeña e indefensoa, algo que odiaba ver.

      La gente indefensa debía ser protegida por los que eran fuertes y capaces.

      Esto era por lo que Kyuhyun seguía sin hablarle a las parejas de la manada ni a su compañero guerrero, Minho. Cuando su pareja, Taemin, lo vio con su primo Ren, Kyuhyun había sido acusado de darle a Ren una atención no querida, cuando el jovencito se cayó y Kyuhyun lo levantó y lo sacudió.

 

       El guerrero acusó a Kyuhyun de dejar sus manos más del tiempo necesario, que dijera eso fue estúpido. Había descubierto a los dos segundos que el jovencito era la pareja de Baekho.

      Fue más que obvio cuando los ojos de Baekho saltaron y por un momento cambiaron cuando los dos hombres entraron a la casa.

—Kyuhyun.

       Kyuhyun fue sacado de sus reflexiones. Todos los ojos puestos en él, su Alfa le hablaba. —Lo siento, ¿puedes repetirme eso?— Él se enderezó y escuchó a Jongin.

       —Dije, ¿puedes ir al restaurante y trasmitirle lo que sucedió en la reunión a Baekho y a su pareja Ren?— Ren era la última persona que Kyuhyun quería ver, pero no iba a huir incluso cuando hubiera sido acusado injustamente.

       —No hay problema, Jongin. —Kyuhyun miró a Minho antes de ver de nuevo a su Alfa.

      Minho solía bajar la vista avergonzado ante la falsa acusación, ahora solo rodó los ojos. A Kyuhyun eso lo tenía sin cuidado. Mil disculpas no arreglarían el daño que Minho había causado al confrontar a Kyuhyun enfrente de los otros guerreros y sus parejas.

 

     Todos ellos lo vieron como un degenerando durante un tiempo después de eso. Dolió que ellos lo vieran de esa forma. Entendía lo protectores que eran todos los guerreros con las parejas. No es como que él no se sintiera de la misma forma, pero ellos deberían de haberle dado el beneficio de la duda.

      Lo que le molestaba más era el hecho de que ahora él dudaba de sí mismo. Eso no era algo a lo que estuviera acostumbrado y no le gustaba esa sensación.

 

       Aun hablaba con las parejas. Solo que mantenía una respetable distancia. Una sola falsa acusación era suficiente para los siguientes setecientos setenta y cuatro años que le quedaban de vida. Un tiempo muy largo para evitar a su propia manada.

 

   Kyuhyun salió de la oficina de Jongin y recorría el pasillo cuando se encontró a la pareja Baekhyun, que se acercó a él.

      —¿Qué le sucedió a tu acento?— Baekhyun preguntó mientras seguía a Kyuhyun hacia el vestíbulo.

      —Lo perdí. Avísame si lo encuentras, realmente lo apreciaría. r13;Realmente él tenía acento ruso, vivió de cachorro en Moscú en el Distrito Central Federal. Su familia emigró hacia aquí hace cerca de cien años, así que él bien podía dejar el acento cuando así lo decidía.

     Baekhyun inclinó la cabeza y le sonrió a Kyuhyun. —¿Estás bromeando, verdad? Se rió y asintió. Vio a Baekhyun correr y saltar a los brazos de Chanyeol.

    

 Kyuhyun en ocasiones encontraba difícil ver a las parejas con su par, sabiendo que Seung hyun ‘‘T.O.P’’ y él eran los últimos solteros. Además de los hermanos Wu, pero ellos no contaban. Ellos seguían principalmente con ellos mismos. Kyuhyun anhelaba encontrar a su pareja al igual que los otros shifter.

 

       Haciendo esos pensamientos a un lado, Kyuhyun tomó las llaves de su camioneta y se dirigió a realizar la petición de su Alfa. El pueblo estaba a solo diez minutos de distancia, a menos si presionaba duro el acelerador, pero Kyuhyun no tenía prisa. Después de todo solo iría a trasmitir las noticias.

      Se estacionó cerca del restaurante y bajó de la camioneta. Antes de ir más lejos, metió la mano en el bolsillo y sacó una banda elástica que solía usar para anudar su largo cabello que caía casi en sus hombros.

     Abrió la puerta del restaurante, deteniéndose a inhalar el aroma de la cocina de Rasa. La pareja era un excelente cocinero. Los lobos Timber se habían encontrado corriendo más a menudo para liberarse de los kilos extra que la pareja estaba determinado que todos adquirieran.

 

      Kyuhyun llegó ante las tres sillas altas frente a él y decidió sentarse en la más lejana de Ren, manteniendo su distancia mientras Baekho salía de la cocina.

      —Hey, Kyuhyun. —Baekho le sonrió mientras caminaba a través de la puerta hacia la cocina, automáticamente tomó la jarra de café y le sirvió una taza.

      Muy extraño, Baekho era uno de los pocos que no había tratado a Kyuhyun como si tuviera lepra cuando Minho lo acusó de palmear el trasero de Ren y el lobo era la pareja del chico. Eso aumentó el respeto de Kyuhyun por el guerrero.

       —Gracias. —Kyuhyun aceptó la taza y dejó que el negro y caliente líquido lo calmara—. Jongin me envió. —Kyuhyun dejó la taza y miró alrededor, asegurándose que nadie pudiera oírlo. Le relato a Baekho lo que había sucedido en la reunión.

      —Maldición. —Baekho sacudió la cabeza—. ¿Nana?—

Kyuhyun sabía cómo se sentía. Aun le parecía irreal que una Niña fey fuera la causa de todos los trastornos. Aunque la respuesta a la pregunta de por qué, seguía en el misterio.

       Pensando que bien él podría comer algo ya que estaba ahí, Kyuhyun gritó hacia la cocina a Rasa que le preparara un plato de lo que estuviera listo. Él no era quisquilloso y con su metro noventa y cinco y ciento treinta kilos, podría consumirlo.

 

Rasa dejó un plato de costillas de cerdo y pequeñas papas frente a él. El tamaño del plato era suficiente como para alimentar a tres personas. Oh si, bebé. Él disfrutaría eso.

     Baekho lo vio extrañamente cuando detuvo el tenedor frente a sus labios abiertos. Kyuhyun no podía moverse. Él estaba congelado.

 

     Bajando el tenedor, Kyuhyun miró alrededor del restaurante. Inclinó la cabeza y olfateó el aire en dirección de la mesa vacía. El olor era débil, pero permanecía en el aire. Su lobo gemía mientras Kyuhyun veía alrededor.

       Los lobos Timber no tenían un gran sentido del olfato. Ellos tenían un buen oído, pero cuando ellos encontraban a su pareja, el destino se aseguraba de que el shifter pudiera olerlo.

      —¿Quién estaba sentado ahí?— Kyuhyun se giró hacia Baekho, pero su dedo estaba señalando la mesa de la esquina.

      —No sé. Tendría que preguntarle a Donghae. —Baekho inclinó la cabeza hacia Kyuhyun, examinándolo más cerca—. ¿Por qué?

     Kyuhyun ignoró la pregunta del lobo. Se levantó de su silla y rodeó la esquina del mostrador, cruzó el restaurante y lo olio más cerca.

       Cerró los ojos, disfrutando el aromático olor a una caliente noche de verano y rosas frescas. Su pene se puso duro instantáneamente y su piel se erizó ante el aroma que penetraba en sus pulmones.

—¿Kyuhyun?

      Kyuhyun se giró. Todos los ojos en él. Ren bebía de su malteada mientras sus ojos seguían a Kyuhyun, Baekho se apoyó en el mostrador, sus ceJas juntas ante la confusión y algunos clientes que estaban en el restaurante también lo veían.

 

      Se enderezó, no quería que los clientes humanos notaran su extraña conducta. Sus manos cerradas en un puño a sus costados, luchando contra el cambio. La necesidad de reclamar ese aroma era fuerte.

       —¿Dónde está Donghae?— Desesperadamente necesitaba saber. Su pareja había estado aquí, y por el aroma había sido recientemente.

      —Está en su descanso, en la cocina con Rasa. —Baekho señaló con su pulgar sobre su hombro, viendo a Kyuhyun como si hubiera perdido la cabeza.

      El pánico lo recorrió. ¿Qué si había sido un turista que se detuvo solo un momento a comer y ya se fue? Kyuhyun sabía que su pareja era un hombre. No había duda de eso en su mente.

       Kyuhyun empujó con sus palmas las dobles puertas cromadas y entró en la cocina, haciendo que las parejas se sobresaltaran del otro lado de la puerta.

      —¿Podrías decirme quién estaba en la mesa del rincón?— Kyuhyun gruñó haciendo que la pequeña pareja se apartara.

       —Kyuhyun, ¿qué infiernos te sucede?— Rasa bufó cuando vio la reacción de Donghae. El Alfa podría matar a quien abusara de una pareja y la intimidación entraba en esa categoría. Kyuhyun lo sabía bien, pero sus instintos por encontrar a su pareja lo estaban volviendo loco.

      Kyuhyun se limpió la garganta, tratando de calmar su acelerado corazón. La cosa parecía golpear para salirse de su pecho. Después de doscientos veintiséis años él estaba cerca de encontrarlo. Su nivel de aprehensión era alto al pensar que su pareja estuviera recorriendo kilómetros alejándose de él.

       —Me disculpo. ¿Podrías decirme?— Kyuhyun se mordió el labio inferior—. Por favor —agregó.

      —¿Cuál?— Donghae lentamente se puso de pie y se dirigió hacia la puerta. Kyuhyun tomó una calmante respiración. La urgencia de empujar a la pareja hacia la puerta y rápidamente señalarle la mesa lo tenía al borde.

      Siguiendo a Donghae, Kyuhyun señaló con la mano la mesa a la que se refería, aumentando su agitación durante los segundos que la pareja se tomó para contestarle.

     El restaurante aún no estaba lleno, así que, maldición, él debería de recordar. Kyuhyun dio un paso hacia atrás. La necesidad de estrangular a la pareja que caminaba lentamente hormigueaba en sus manos.

      —Oh, sí, ahora lo recuerdo. —Donghae sonrió y lo vio como si esperara que Kyuhyun preguntara quién…de nuevo.

      —¿Y bien?— Kyuhyun apretó los dientes, casi seguro de que podría quebrarlos al evitar esposar las manos de Donghae arriba de su cabeza.

—Sungmin estaba ahí.

     —¿Sungmin?— Kyuhyun estaba cerca de explotar. Él tenía un nombre. Ese era un principio—. ¿Podrías decirme quién es él?— preguntó con los dientes apretados. Se sentía dolido y agitado.

 

No era algo bueno cuando necesitaba ser paciente como ahora.

     —El propietario de la librería. —Donghae miró a Kyuhyun con una expresión de que era algo obvio.

        Kyuhyun dejó a la pareja y se apresuró a salir del restaurante y dirigirse a la librería. Su cerebro trataba de recordar si había visto al hombre antes. Nunca había ido a la librería, pero ¿podría haberlo visto en el restaurante? Nunca podría haberlo visto ya que él nunca iba ahí. Dios, estaba perdiendo la cabeza.

 

      Cuándo uno de las parejas querían ir ahí, alguno de los guerreros los escoltaban, pero Kyuhyun nunca había sacado el palillo corto para hacerla de niñero.

      Su mente corría sobre cómo se vería su pareja, cómo sería su voz y qué tan rápido él podría reclamarlo.

       Todo se derrumbó cuando vio el letrero azul con blanco colgado en la puerta que indicaba que su pareja había cerrado.

—¡Joder!— Kyuhyun gritó su frustración con sus manos en un puño a sus lados. ¿Ahora qué? ¿Alguien sabría dónde vivía su pareja?

      Dándose media vuelta, Kyuhyun rápidamente caminó de regreso al restaurante, casi arrancó la puerta de sus bisagras mientras buscaba a Donghae.

      Lo vio hablando con un cliente. Kyuhyun tamborileaba el pie, esperando. Empujó los pulgares atrás de su cinto mientras luchaba por tener paciencia de nuevo.

       ¿Qué tanto tiempo te tomaba tomar una orden? Dios, esto era frustrante. Él quería decirle a la gente sentada que tomaran su propia decisión. Buen Dios. Ellos solo tenían que hacer una maldita elección en el menú.

      Finalmente, después de millones de años, Donghae le sonrió y entonces se alejó, dejó la orden en la ventana para que Rasa la preparara.

—Donghae —Kyuhyun llamó la atención de la pareja.

     Donghae giró la cabeza y le sonrió a Kyuhyun. —¿Lo encontraste?

     ¿Estaría aquí si lo hubiera encontrado? —No, cerró temprano. r13;De nuevo él se encontró respirando lentamente. Él amaba a las parejas pero en ocasiones ellos enviaban su presión sanguínea hasta el techo—. ¿Sabes dónde vive?— Kyuhyun le preguntó con una tensa sonrisa.

 —Uh, ¿por qué?

«¡Argh! Solo dispárame ahora y terminemos con esto. ¿Qué infiernos importaba? Él es una pareja y no puedes estrangularlo, él es una pareja y no puedes estrangularlo». Kyuhyun se repetía ese mantra una y otra vez, esperando que funcionara. —Necesito hablar con él.

      —Él va a abrir mañana —Donghae sugirió y caminó hacia otra mesa y comenzó a hablar con los clientes.

  

   Kyuhyun tomó a Baekho y lo jaló a la cocina. Él no podía matar a una pareja, pero podía descargar su ira en un guerrero. Ellos estaban fuertemente construidos, y Kyuhyun ahora realmente estaba perdiendo la cabeza. No le importaba qué guerrero fuera.

      —¿Qué infiernos sucede, hombre?— Baekho empujó a Kyuhyun—. ¿Has perdido la cabeza?

      —Necesito encontrar al propietario de la librería. Por favor ayúdame antes de que Jongin me mate por dañar a una pareja. —Kyuhyun jaló la banda de su cabello y pasó sus manos a través del cabello ya suelto.

      —¿Qué está sucediendo, Kyuhyun?— Baekho se apoyó contra el mostrador de la cocina y cruzó los brazos sobre su pecho.

     —¿Por qué todo el mundo me está dando duros momentos?— Kyuhyun lanzó las manos hacia arriba exasperado—. ¿No puedes solo contestarme la pregunta?

 

       Las ceJas de Baekho se levantaron lentamente, pero no dijo nada, esperando que Kyuhyun le contestara. Podía ver que Baekho no iba a responder hasta que él respondiera.

      —Bien, él es mi pareja. ¿Ahora alguien podría contestar mi jodida pregunta?— Kyuhyun no podía sacudirse la sensación de desesperación. Eso era extraño considerando que su pareja era un residente aquí y no un turista que fuera a alejarse. Todo su maldito cuerpo hormigueaba por envolver al elusivo hombre.

 

      No recordaba a ningún otro guerrero teniendo una fuerte reacción y se preguntaba por qué le afectaba de esa forma. Era como si tuviera que encontrarlo antes de perderlo.

¿Qué sentido tenía eso?

      —Donghae —Baekho gritó hacia el área del comedor. Maldito momento para pedir ayuda. Kyuhyun se paseó por la cocina mientras esperaba que la pareja entrara.

      —¿Si?— Donghae caminó lentamente hacia la cocina, viendo a Kyuhyun con cautela. Kyuhyun sabía que debía verse como un loco caminando en círculos y haciendo preguntas que a ellos les parecían extrañas.

—¿Sabes en dónde vive Sungmin?

     Cuándo Donghae negó con la cabeza, Kyuhyun sintió su corazón acelerarse. —Lo siento, no.

     Kyuhyun quería tirarse al suelo y patear en una rabieta. Esto era irreal. Atravesar por todo eso solo para terminar en el punto de inicio. No estaba cerca de su pareja cuando él empezó. Lo único que había conseguido era su nombre y una maldita migraña.

      —Déjame llamar a la casa y ver si alguien sabe. —Baekho sacó su teléfono celular.

      La única cosa que podía hacer era tomar asiento ante el mostrador. Apartó el plato, no estaba interesado en comer. Quería a Sungmin con urgencia. Sabiendo que alguien de afuera podría secuestrarlo, hacía casi imposible tener paciencia. El destino pensó que Sungmin era perfecto para él, así que desesperadamente quería conseguir al hombre. Quería poner sus ojos en él y ver lo maravilloso que podría ser estar juntos.

 

       Ren colocó su mano sobre la de él deteniendo el tenedor que golpeaba contra el mostrador. Por una vez, no se alejó de la pareja. En su lugar sólo balanceó su pierna.

      ¿Cuánto maldito tiempo se necesita para preguntar dónde vive? Se puso de pie y comenzó a pasearse por el comedor. Cada vez que paseaba por las mesas llenas de clientes, ellos se sobresaltaban.

 

      —Kyuhyun, ¿puedes pasearte en la cocina?— Donghae se aproximó a él—. Asustas a los clientes.

      Kyuhyun dio un bajo gruñido mientras regresaba a su asiento y se sentaba con fuerza. Colocó la banda de nuevo en su cabello y comenzó a tamborilear sus dedos. De nuevo, Ren lo detuvo.

     —Lo siento, Kyuhyun. —Baekho finalmente terminó la llamada—. Nadie sabe.

      Kyuhyun golpeó con su puño en el mostrador, molesto por tener que esperar hasta mañana para ver a su pareja. —Gracias —murmuró levantándose y saliendo.

       Había un edificio de departamentos cerca de la estación de policía y algunos departamentos más, arriba de las tiendas, y muchas casas esparcidas por el área urbana para ir puerta por puerta. Él no tenía elección más que esperar. Eso lo iba a llevar a la locura.

        Mientras subía a su camioneta, sus pensamientos regresaron hacia cómo se vería su pareja. A él no le importaba. El destino le había elegido un hombre, pero él estaba curioso como el infierno.

       ¿Sería pequeño como algunas de las parejas? ¿O tan alto como el resto? ¿De qué color tendría el cabello, y de qué color los ojos? ¿Cómo sería su carácter? ¿Qué le gustaría hacer? Kyuhyun gruñó ante las preguntas sin responder.

 

      Él podía esperar, pero cuando encontrara a Sungmin, la suerte estaría echada. El hombre sería suyo.

 

     Sungmin miraba sobre su hombro mientras recorría su camino hacia la librería. Continuamente giraba la cabeza de derecha a izquierda, viendo alrededor tan rápidamente que comenzó a marearse.

      Iba a conseguir lastimarse el cuello si no dejaba de mover la cabeza de un lado a otro.

      Si Sa Eun iba a golpearlo, él quería verlo venir. Está bien, quizás no, pero el no saber cuándo vendría el siguiente ataque lo estaba volviendo loco.

       Prácticamente había empacado todo lo de su departamento anoche. Ahora todo lo que tenía que hacer era, sin levantar sospechas, empacar la librería y salir del pueblo antes del atardecer. No había manera de que fuera a quedarse para ver cómo ella cumplía sus amenazas y viniera por sus pequeñas partes. Su vida sexual podría estar estancada, pero eso no quería decir que quisiera quedarse fuera de uso.

   

  Rezó para que su plan funcionara. Si ella lo descubría tratando de salir en la mitad de la noche, no estaba seguro de lo que ella pudiera hacer. Sus bolas se apretaron de nuevo.

        Aumentando el ritmo, Sungmin se apresuró a llegar a la librería para empezar a empacar. Retiró su rebelde cabello de la cara, sintiendo su cara ruborizada por el esfuerzo de caminar rápido. Su muñeca se había puesto de un feo color verde púrpura, y temía que ella le hubiera hecho más daño del que originalmente sospechó.

Perra loca.

 

 

 continuara...

Notas finales:

nos leemos nenes dejen RW


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