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Hey, Daddy! [NamJin] por HeyKyu

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Notas del fanfic:

Buenas Noches. Acompañenme ver esta bonita costumbre de actualizar de madrugada.

 

Okno. Que les digo, año nuevo, Fanfic nuevo. Porque, porque me gusta tener mucho trabajo y porque mi cabeza y mis manos me pedían a gritos que la plasmara en palabras y se los trajera.

Y aquí esta finalmente, y dejenme decirles que la competencía estuvo reñida, pero al final el NamJin gano.

 

Este es mi Primer FanFic de BTS y decidi hacerlo de mi segunda pareja favorita.

 

Espero que les guste y si es así, le den mucho amor. <3

Notas del capitulo:

Bueeeeeeno, si llegaron hasta aquí ¡Felicidades! Estan apunto de leer mi primer Fanfic de este año(?

 

Okno.  ¡NamJin shippers repótense!

 

Espero que le guste y lo disfruten tanto que lo recomienden(? Okno.

Es mi primer NamJin y BTS es un grupo que me gusta mucho así que diganme si les gustaría que escribiera más sobre ellos!

NamJoon entro a la oficina quince minutos después de  la hora, siendo recibido por el frío del  aire acondicionado y el farfullo de sus compañeros. Trago saliva más duro de lo normal y se acomodó el nudo de la corbata con la misma mano con la que cargaba su portafolio, sin detener nunca el ritmo apresurado con el que iba caminando, su cubículo estaba solo a unos pasos…

-¡Kim!–llamo a su espalda la inconfundible voz de ganso de su jefe, NamJoon detuvo su maratón, cerrando fuertemente los ojos. Lo habían atrapado. Se giró sobre sus talones para hacerle frente a su jefe,  comenzó a avanzar hacía el mismo bajo la atenta mirada de sus compañeros.

-¿Si, Señor Young? –NamJoon sentía las risas de sus compañeros, porque ellos y él sabían lo que iba a pasar.

-Llega tarde otra vez, señor Kim, estoy cansado de hacer esto todos los días.

-Entonces no lo haga. –murmuro con una sonrisa socarrona, casi diciéndolo en broma para calmar la tensión, casi diciéndolo en serio.

-¿Le parece gracioso señor? –NamJoon borro la sonrisita de su rostro y se aclaró la garganta.

-No, no Señor Young. –intento mostrar su semblante serio. Pero era difícil, podía escuchar la risilla de Jimin a lo lejos  y eso no le ayudaba.

-Señor Kim, ya hemos hablado mil y un veces de esto; tiene que parar, no puede seguir haciendo esto ¿O cree que es justo? Mire a sus compañeros –el Señor Young extendió sus pesados brazos al mismo tiempo en que movía su cadera en círculos, presumiéndole su  imperio de jóvenes envueltos en camisas de vestir y acné. –Ellos, señor Kim, se esfuerzan, por llegar aquí temprano cada día,  todos los días dela semana. Se esfuerzan, por mantener un lugar aquí y después lo ven a usted, quien llega a la hora que le plazca ¿Qué ejemplo cree que les está dando? Ellos pensaran que llegar tarde está bien, después de todo un mayor lo hace y no es reprendido por ello.  Son jóvenes, usted no, así que ponga el ejemplo señor Kim, yo no quiero gente impuntual. –El señor Young le dio la espalda y comenzó a caminar hacia su oficina, NamJoon espero en su lugar a aguardar que el señor Young se metiera en su oficina y mientras el Señor Young aminoraba el paso, NamJoon vio su vida pasar frente a sus ojos. Levantando el brazo izquierdo, comenzó a hacer girar su muñeca al mismo tiempo en que elevaba el dedo índice y le decía– 10 por encima del límite Kim.

Excelente, sencillamente excelente. NamJoon subió la vista al reloj que estaba en la pared blanca, justo por encima de la puerta, había llegado 15 minutos tarde y su jefe le quito otros 7. En esos  siete minutos pudo a ver hecho tres ventas.

Por encima del límite… Rayos  

Dando media vuelta, NamJoon se encamino a su pequeño cubículo, donde el nuevo lo esperaba  con una sonrisita burlona en el rostro.

-¡Joder NamJoon, como te gusta tentar a la muerte! –le dijo JiMin, el nuevo interno mientras se sentaba en su escritorio. NamJoon le dio una mirada despectiva, al mismo tiempo en que  dejaba su portafolio en el escritorio, justo enfrente de donde JiMin se sentó.

JiMin era la reencarnación de un cachorro, según NamJoon, era como ellos, pequeño y juguetón, cuando lo veías te entraban incontables ganas de acercarte, acarícialo y protegerlo, por esos ojos  rasgados y pequeños, como dos granos de café, que solían desaparecer cuando JiMin sonreía, lo cual era muy seguido así que se la vivía con rayas en los ojos, haciéndole parecer un personaje de anime,  tenía una mata de cabello naranja que siempre  llevaba peinado hacía un lado,  una nariz pequeña y bonita, terminando finalmente en unos gruesos –y también pequeños–  labios rosas.  Todo JiMin era pequeño, sobre todo sus manos las cuales NamJoon adoraba porque se podían meter en cualquier lugar, como la máquina expendedora.

JiMin era todo una monada. Una irrespetuosa monada.

-Park JiMin, ¿crees que soy a tu amigo? –le recrimino NamJoon.

-Lo siento Hyung, es que eres tan genial que…

-Park, lárgate.

-Claro ¡trabaja duro Hyung! –le animo JiMin antes de levantarse  del escritorio y dirigirse a su propio cubículo. JiMin era nuevo y estaba bajo la tutela de NamJoon, aprendía rápido y era buen vendedor, pero su único problema en opinión de NamJoon era que, hablaba demasiado, se confiaba rápidamente y terminaba pasando sus propios datos personales para seguir charlando más tarde, NamJoon le repetía que eso además de estar mal, era peligroso. Pero JiMin solo se defendía con: En el reglamento no viene nada acerca de que no puedo hacer amigos Hyung, no te preocupes.
Pero por supuesto que NamJoon se preocupaba, estaba bajo su tutela, Dios y si JiMin hacía algo malo, sería culpa de NamJoon y NamJoon ya tenía suficientes problemas sin JiMin, de hecho, JiMin de por sí ya era un problema…

Pero debía de olvidarlo por el momento, necesitaba  comenzar a trabajar, giro sus hombros hacía atrás varías veces seguidas, para terminar rotando su cuello, cerro fuertemente los ojos y suspiro, uniéndose a sus compañeros en las llamadas telefónicas.

Su trabajo era todo lo que los jóvenes como JiMin querrían  tener, buen ambiente y buena paga –y al parecer lo único que necesitaban– así que no tenían ningún problema en estar sentados cinco horas seguidas llamándole a extraños para venderles tarjetas de crédito. Pero por supuesto, ese empleo era todo lo que los adultos como NamJoon no querían, era un trabajo, sí, pero no era lo suficiente para sus necesidades, NamJoon se esforzaba demasiado en su trabajo como para tener la suficiente confianza de llegar tarde y su jefe no lo despidiera,  para salir más temprano que todos y esos esfuerzos lo llevaban lentamente cada vez más alto, y NamJoon lo agradecía, pero no quería quedarse para ver hasta donde llegaba.

El actual puesto de NamJoon era ser el encargado de los nuevos internos,  debía de entrenarlos para asegurarse de que no digieran estupideces al teléfono y llenaran las solicitudes correctamente. Era relativamente fácil, lo difícil era cuando ellos creían que eran amigos de NamJoon y se le acercaban a él, pidiéndole consejos sobre su vida amorosa y proyectos finales.

Ellos lo veían como amigo, confidente, profesor y ese tipo de cosas que los jóvenes hacían con sus amigos de confianza y  como NamJoon no era un maleducado los escuchaba educadamente.

                 « -Y hago todo lo que puedo,  pero por más que lo intento ella no  me nota. Incluso cuando el equipo de Futbol               escondió mi ropa y me metieron al vestidor de chicas… ¿Qué puedo hacer Hyung?
                 -¿Tengo cara de Psicólogo JungKook?
                -No lo creo Hyung.
                -¿Entonces por qué me cuentas tus problemas que no me interesan?»

La intención de NamJoon no era ser cruel, pero él ya tenía bastantes  problemas como para cargar con los de otros  y necesitaba pintar una línea en el trabajo. Él era el encargado, no su amigo, pero a pesar de eso ¡ellos seguían buscándolo! Tal vez eran masoquistas.

Ciertamente,  les tenía envidia. Al parecer, entrar a las nueve de la mañana a trabajar y salir a la una solo para ir a estudiar ocho horas y finalmente terminar el día haciendo deberes para solo repetir lo mismo al día siguiente ya no era tan complicado como antes, de repente esos días se veían tan lejanos…

-¡Hyung! –la aguda voz de JiMin resonó en sus tímpanos, el almuerzo había llegado.

-¿Qué te apetece comer? –dijo sonriente volviéndose a sentar en el escritorio del mayor, a pesar de que sabía que la respuesta sería No. JiMin nunca se rendía con él, sabía que NamJoon lo veía como otro crío más, pero por eso mismo JiMin sabía que había algo que NamJoon ocultaba y no es que JiMin fuera un chismoso, no para nada. Él solo era curioso.

-No. –dijo sin levantar la vista del ordenador. –Ahora lárgate de mi escritorio, obstruyes mi trabajo.

NamJoon no levanto la vista del ordenador, pero podía sentir como la sonrisa de JiMin se ensanchaba al puro estilo del Gato Sonriente y sus ojos desaparecían.

-¿Seguro? Ayer ejercite muy bien mi mano,  creo que  hoy si alcanza esas Chips moradas que siempre has querido probar.

NamJoon se llevaba mejor con JiMin porque el podía meter fácilmente su brazo y tomar cualquier cosa que le pidieses mientras no pasara del cuarto nivel, era demasiado pequeño, y no podía ir más allá. Y NamJoon se aprovechaba de eso, la verdad era que desde que JiMin había llegado, jamás había almorzado tanto en su vida laboral allí, trataba de guardarse lo más posible y no le afectaba nada saltarse una comida. Pero esas Chips estuvieron tentándolo varios días.

-Lo siento JiMin ¿Escuchaste a Young? Diez por arriba del límite. –NamJoon separo la vista un poco del ordenador solo para ver  a JiMin arremangándose las mangas de su camisa perfectamente planchada.

-Vamos a sacar esas Chips Hyung, después de todo eres el mejor vendedor y esa foto en la pared lo afirma. –hizo un gesto con la cabeza señalando su fotografía que estaba colgada en el centro de la pared, se podía leer en la parte inferior “Empleado del Mes: Kim NamJoon” JiMin frunció el ceño al ver su  fotografía– Bueno, supongo que cada quien con sus gustos. O, tienes algo aquí Hyung –limpio una mancha de su camisa y luego se fue.

JiMin tenía razón, ya iba por la mitad, era rápido y bueno para vender por eso mismo su fotografía prendía en la pared. Se podía ver a un NamJoon sonriente con unas diminutas coletas en el cabello, brillos en los parpados y manchas de colores en la ropa,  todo mundo se sorprendía al verlo  en la fotografía y en persona, pero eso a NamJoon no le importaba, estaba más que orgulloso.

Con una sonrisa en el rostro se levantó de la silla en busca de JiMin y sus Chips.

 

 

v54;v54;v54;

El reloj marcaba quince para las cinco y NamJoon ya estaba tomando sus cosas para salir, el segundo turno de jóvenes seguían tecleando y hablando pero él no les tomo importancia. Se apresuró a salir, estaba a solo unos pasos dela salida….

-¡Kim! –de nuevo, la voz de ganso de jefe. ¡Diablos! – ¿A dónde cree que va?

-¡Diez por encima del límite listo! Nos vemos mañana. –NamJoon comenzó a apresurar el paso mientras escuchaba los gritos de su jefe, pero no se detuvo.

Salió a la calle y el viento lo recibió, olía a pavimento y contaminación. NamJoon sonrió y se relajó un poco, comenzando a caminar, mezclándose entre la gente que lo ignoraba, todo era un alboroto, los carros circulaban, algunos tocaban el claxon alterando más el ruido, la gente iba de aquí para allá  y absolutamente nadie le ponía atención y eso le agradaba.

Después de que el semáforo cambiara a verde, NamJoon se dejó guiar entre la multitud que junto con él cruzaban. Después de caminar unas cuantas calles más hasta desaparecer en una más tranquila y mientras más caminaba el edificio coloreado de pintura rosada y azul se hacía más visible.

NamJoon sonrió, abriendo su portafolio mientras caminaba para sacar la identificación que necesitaba, encontrándola rápidamente entre el sin fin de papeles que tenía dentro. Se la puso entre los dientes, para volver a cerrar el portafolio, volviéndolo a acomodar en su mano mientras empujaba la puerta de cristal y el olor a talco lo recibía. 

-Bienvenido –le recibió una joven de cabello largo y rojizo, NamJoon le sonrió de vuelta  entregándole la identificación sin decir nada más. –Un momento.

NamJoon mantuvo la sonrisa en su rostro mientras esperaba, la recepción era sencilla, casi vacía a esa hora, estaba pintada de celeste y tenía un mostrado que iba de una pared a otra, todo era un escritorio  a excepción del extremo derecho, donde había una pequeña puerta que le llegaba a las rodillas.

Su sonrisa se ensancho más cuando vio la puerta abrirse y la Joven salía de la mano con una pequeña.

-Kim Hye. –dijo registrándola en su tabla y devolviéndole la identificación.

-¡Papi! –grito la pequeña mientras corría hacía él, en busca de un abrazo. NamJoon se puso en cuclillas para recibirla y la mantuvo unos segundos entre sus brazos, solo para finalmente cargarla. Maniobro con su hija, el portafolios y mochila de su niña.

Se colgó la diminuta mochila rosada en un hombro, cargo a Hye en un solo brazo y  tomo el portafolio con la otra mano.

-¿Cómo estuvo tu día cariño? –le pregunto NamJoon mientras salían, camino a su hogar.

Notas finales:

Perdón si les resulta aburrido, pero solo es una explicacion de como es NamJoon laboralmente. Va a mejorar defitivamente.

 

Y no se, siempre me he interesado por los padres solteros, sobre todo cuando tienen que cuidar a una niña y la manera de ser NamJoon seme hizo perfecta, al pasar de brusco a delicado con una pequeña.

 

Espero que les guste la idea, ¡Nos leemos despues!


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