Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

He venido a verte. por Ciervo19

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Estaba escuchando esta canción y me invadió una gran inspiración, espero que les guste.

Disclaimer: Yuri!!! On Ice y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Sayo Yamamoto y Mitsuro Kubo.

De la misma manera, la Canción "He venido a verte" le pertenece a ZPU.

Notas del capitulo:

He venido a verte.

(Nunca has estado solo del todo ni cuando el miedo afloró,
cuando papá llegó beodo, cuando tu alma lloró.)

Lo supe desde la primera vez que lo vi: él fue criado con todo el amor del mundo, se nota en la sensibilidad que emana que ha recibido mucho amor. Lo supe porque se nota que no soporta perder, me da la impresión de que no se le ha permitido experimentar el fracaso y levantarse por sí mismo; creo que lo han apoyado demasiado, pero él no lo nota. Esa fue la impresión que me dio cuando en el Grand Prix Final de Sochi rechazó tomarse una foto conmigo después de su estrepitoso fracaso. Incluso su entrenador no tenía la intención de dejarlo solo pero él sólo lo ignoró.

Llamó mi atención en ese momento, probablemente nunca antes me encontré con alguien así. Alguien que me rechazara pero, más aún, su visible sensibilidad, podía oír su alma llorar mientras me daba la espalda y caminaba a la salida.


(Me escondo en cada recodo, una sombra en tu habitación,
codo con codo absorbiendo tu desazón.)

Pasaron aproximadamente cuatro meses desde entonces: el final del Grand Prix en diciembre, yo miré su video en abril. No lo pude evitar, olvidarme de todo en mi vida, de mi carrera, mi entrenador y mi cuidad, de todo con tal de correr a su encuentro. No, de todo no. De casi todo excepto por Maccachin.

Sus padres me recibieron en su casa, como pensé, están compuestos de amor puro, no me extraña que él tenga ese corazón tan frágil como el cristal.

Y fue justo con ese frágil corazón con el que me topé cuando llegué a su casa. Parece que aún estaba deprimido a pesar de que pasaron varios meses. Pero él me gusta tanto, lo quiero tanto, realmente quiero verlo feliz, por esa razón lo quise apoyar más que nadie, pero también, me dediqué a exigirle más que nadie. Ser estricto con él para que saliera de ese abismo con su propio poder, ese poder enorme que sé que posee en algún lugar de él. Los meses que pasé en Hasetsu intenté ser la cura de su tristeza, que se olvidara de ella a través de mí. Creo que lo logré y eso me hace tan feliz.


(Yo fui testigo de tus páginas cautivas en diarios,
empujando tus manos estáticas contra adversarios,
)

Pude verlo caer, levantarse e intentarlo de nuevo. Los meses que vivimos juntos en Japón se sintieron como un maravilloso sueño para mí. Durante ese tiempo fui testigo de cómo fue progresando, de cómo fue calmando sus nervios, cómo obtuvo confianza en sí mismo. Cada vez clavaba sus saltos con más constancia, realizaba mejor sus rutinas y veía menos dudas en sus decisiones.

A veces, él se atoraba o recaía en su ansiedad y depresión, era allí donde yo entraba y hacía lo que creía mejor, siempre estuve apoyándolo, intentando impulsarlo hacia adelante, o, en el caso de que eso no funcionara, arrastrarlo conmigo porque yo quise ser su norte y su soporte.


(el hilo de tu voz que se alza a varios kilómetros del suelo,
frente a tantos comentarios sectarios.)

Al poco tiempo de llegado a Hasestu, Yuri Plisetsky llegó también y todo pareció ser un caos por un momento, parecía que el gatito sólo llevaba la intención de insultar al dueño de mi corazón. Sin embargo, me di cuenta de que esa era una buena oportunidad para que él se enfrentara a alguien con demasiada confianza, sabía que si podía ganar en el “onsen on ice” eso le otorgaría más confianza. Fui tan feliz al verlo luchar con todo lo que tenía, ser tan obstinado en lograr ese objetivo, entrenar sin descanso, alzar su voz para hacerle saber a todos que esta vez no se iba a rendir, que iba a luchar.

Que iba a luchar, porque me quedara con él.

Y no se dejó derrotar.


(Estuve y rompiste tus horarios,
sintiendo tu fracaso, tus pasos extraordinarios,
bebiendo de tu vaso, ¿Acaso no me percibiste?
sé que me notaste si estuviste bajo mantos de miel triste.)

Yo me enamoré de él. No me refiero a Hasetsu, Hasetsu sólo sirvió para terminar de reafirmar mi amor. Yo me enamoré de ese chico que fracasó en la final, que derrochaba tristeza, que se emborrachó bailó como si no hubiera mañana.

¿Cómo no me iba a enamorar de alguien así? De alguien que podía mostrar todo su atractivo sexual de esa manera aún estando deprimido. No pude apartar mis ojos de él durante toda la noche, y, a decir verdad, mi cámara tampoco. Creo que esa noche tomé más fotos que las que ya tenía en mi galería. Pero en verdad no podía parar, no quería olvidar, quería tener una prueba, algo que conservar cuando todo terminara.

Pasamos la noche juntos. Él vino a mí, me invitó a bailar con una botella de champan en la mano. Me sentí increíble, el mismo chico que rechazó una foto mía, ahora venía ebrio a sacarme a bailar. Le sonreí cuando extendió su mano hacia mí.

–Pensé que yo no te interesaba. –Le dije mostrándole mi mejor sonrisa.

–Claro que me interesas, eres Viktor Nikiforov. –Me dijo con seriedad. Esa mirada tan seria suya, era la más seductora que hubiera visto en mi vida hasta entonces.

–Entonces, ¿Por qué me rechazaste cuando te ofrecí tomarnos una foto juntos?

–Porque no quería que me vieras sólo como un fan. Yo quería que me vieras como un igual en el patinaje, pero fui un idiota al esperar eso de un dios del patinaje como tú. –Sus palabras tan honestas me sorprendieron. Abrí grandes los ojos, fue en ese momento que entendí mi error. Entonces yo sí le interesaba, pero lo alejé sin querer.

–Entonces me disculpo por mi mala conducta. –Le sonreí una vez más. Le quité esa botella de las manos y le di un gran trago directamente antes de devolvérsela. Lo tomé por la cintura y lo jalé al centro de la pista. –Permíteme disculparme bailando contigo como me pediste. –Le susurré al oído.

–Quédate conmigo el resto de la fiesta. –Me pidió... No, me ordenó con esa cara tan seductora. No necesitaba ni pedirlo, no pensaba dejar a ese ebrio deprimido por nada esa noche. Le dio un trago más a esa botella que se había adueñado, una vez más se la quité, le otro trago justo donde él tomó y luego la dejé por ahí, donde no nos estorbara para que pudiéramos bailar.


(De modos inhóspitos, sujeto tu cabeza entre los vómitos,
Tus lágrimas, la pena de tu corazón indómito.)

Y la fiesta terminó, inevitablemente. Muchos ya se habían ido pero, poco antes de que terminara todo, él se restregó contra mí enfrente de todos. Eso fue muy sexy. Desde que empezó su baile contra Yurio y después de duelo de Pole dance contra Chris, había decidido llevármelo a la cama esa noche; reafirmé esa decisión cuando vino a invitarme a bailar con él. Sin embargo, en este punto, cambió totalmente mi opinión.

–Si gano este duelo de baile, te volverás mi entrenador, ¿verdad? –Mientras se encargaba de excitarme frente a todos y de que le tocara el trasero, al mismo tiempo me miraba con una cara de amor y de esperanza con la que nunca nadie me había mirado antes. Me sentí sorprendido y halagado. “Yo realmente le gusto mucho ¿no?” Pensé. En ese momento, se abalanzó a abrazarme con fuerza sin dejar de mirarme con esa cara hermosa y suplicante. –Be my coach, Viktor! –Realmente cambió mi opinión. Ya no quería llevármelo a la cama esa noche. Quería que se quedara en mi vida para siempre. Sé que me puse rojo en ese momento, sé que todos se percataron de eso, pero nada importaba. Nada más que ese chico, la primera persona que me necesitaba de esa manera, el primero que no me veía sólo como una leyenda viviente, sentí sus sentimientos a través de ese abrazo, de esas palabras de ese baile, todo. “Tú realmente me amas, ¿no?” Me sentí conmovido. Él no sentía sólo admiración por mí.

–Oye, la fiesta ya terminó. –Le susurré estando aún abrazados. –Ven conmigo a mi habitación.

Él me abrió su corazón, me permitió verlo en su forma más vulnerable, nunca antes me había sentido tan amado.

Pasamos la noche juntos, y pude verlo vomitando, deshaciéndose de todo el alcohol que había ingerido y yo estuve allí para él. Y pude verlo llorando, lo escuché contarme sus desgracias, perdió el GPF, tuvo atracones de comida, su perro murió. Y pude verlo amándome, entregándome todo de él, sin reservas.

Me acarició y lo acaricié, lo besé, lo sentí tan cerca de mí. Lo terminé de desvestir con cuidado, tenía en ese momento la impresión de que todo él era de cristal, no sólo su corazón. Quería tratarlo con cuidado y delicadeza y así lo hice. Lloraba despacio mientras susurraba mi nombre y se aferraba con fuerza a mi espalda. Lamí sus lágrimas, lo besé despacio, le dije que no estuviera triste, que podía salir adelante, que yo estaría con él. Y él sólo me acariciaba como si fuera lo más preciado para él, mientras lloraba despacio y susurraba mi nombre.

Nunca antes me había sentido tan amado. Quería quedarme para siempre a su lado.


(Si nadie más navega en tu tormenta de lo ilógico,
Mira y verás, quién levantó las fichas de tu dominó
y las colocó, tirado de rodillas en tu comedor,
rezando por algo mejor,)

Cuando recién llegué a Hasetsu, supe que se sentía solo. Hice todo lo posible para hacerle notar que no era así, que ahora yo estaba a su lado y no iba a separarme de allí por nada. “¡Mírame! Estoy contigo” tenía ganas de gritarle a veces, pero parecía que nada de lo que hiciera me acercaría más a él. Por un momento me ignoró, no quería salir conmigo, bañarse conmigo ni dormir conmigo. Intenté respetarlo pero llegó al límite de mi paciencia cuando me dejó esperando en la pista de hielo.

“¿Estoy contigo y aún no es suficiente para ti?” Pensé. Hasta ese día de mi vida, pocas cosas me habían dolido tanto como el hecho de que rechazara ser mi novio.

–Quiero que tú sigas siendo tú. Yo siempre te he admirado. Te ignoré antes porque no quería que vieras mis defectos. –Me agradó saber que aún me admiraba, pero me dolía que no pasara de eso. ¿Acaso esa noche en Sochi no significó nada para él? ¿Cómo es posible? Si para mí esa noche fue la vida entera.

Ahora, estando a su lado, era yo quien buscaba su reconocimiento, quien pedía algo más. “No quiero ser sólo tu entrenador, ¡Entiéndelo, maldición!” Me habría gustado plantearlo así, pero ese Japonés es muy distraído y no lo quería presionar.


(y no sé por qué me separan de ti algunos energúmenos,
si estaba en tu mesilla haciendo números contigo.)

Lo sé. Sé perfectamente que no era sólo Yurio quien quería separarnos. En realidad la mayoría de las personas estaban en contra de que estuviéramos juntos. Lo sé, sé perfectamente que fue impulsivo e irresponsable de mi parte dejar todo por amor.

Pero, por esa precisa razón todos deberían entenderlo: ¡Por más de veinte años descuidé mi vida y amor por cuidar mi carrera, esta vez no importaba si descuidaba un poco mi carrera, realmente quería concentrarme en la vida y el amor que sólo encontraba con él! No me importaba la opinión del mundo. ¡Amo a este hombre y voy a quedarme con él!


(Hice de tu desasosiego el mío,
mendigo de tus oraciones y tus desafíos,)

Me involucré en sus sentimientos, me esforcé por entenderlo. Conocí sus preocupaciones y temores. No fue fácil, pero después de unos meses viviendo juntos, volvió a abrirme su corazón, a mostrarme su interior, a permitirme entrar. Y entonces, estando adentro, poder pensar en algo para solucionar sus problemas, juntos.


(fui gota del rocío en madrugadas callejeras,
hastío y poderío en corazonadas certeras.)

No, ya no existieron más “sus problemas” ni “mis problemas”, de allí en más eran “nuestros problemas” todo lo hermoso, todo lo feo, los problemas, desafíos y todo lo divertido, todo era “nuestro”.

Me dejó entrar a su corazón y dejé que entrara al mío. Llevó su tiempo, pero juntos construimos algo inigualable. Mi yo anterior, el que pensaba que solo estaba mejor, había muerto sólo para conocer el verdadero amor. Para dar lo que pudiera y recibir todo lo que él me diera.

Me supe verdaderamente amado, y esta vez, fue un sentimiento profundo y duradero, no algo de una noche.


(Si a penas nos conocemos en persona pero hoy he venido a verte).


Después de hacer el amor, insistió en regresar a su habitación, ya casi estaba amaneciendo. Yo no quería que se fuera, pero tampoco podía retenerlo. No me quedó más que llevarlo.

–Por favor, llámame. –Le pedí frente a la puerta de su habitación y le besé la mano. Lo miraba con todo el amor del que era capaz.

–Por supuesto. –Me contestó sonriendo y me besó lentamente los labios. Lo abracé por la cintura e hicimos que ese beso durara tanto como fuera posible.

No quería separarme de él, pero sería sólo por poco tiempo porque él me llamaría. Eso pensé.

Pero nunca me llamó.

Y tampoco me dio su número así que no podía llamarlo yo.

Dolorosamente, tuve que aceptar que para él sólo fue una noche de placer y ya. Pero, en abril, cuando miré su video donde imitaba mi programa, supe que no fue así, él realmente me amaba, lo pude sentir otra vez.

A penas si lo conocía en persona pero decidí dejarlo todo por amor.

Decidí dejarlo todo por él.


(No sabes más de mí que yo de ti porque la suerte
quiso que leyera en tus ojos tu arrojo y valentía,
quiso que mis despojos fueran los que tú sentías.)

Pero eso, lo que vi en sus ojos, lo que él me mostró esa noche, eso valía la pena lo suficiente como para olvidarme de todo lo demás. Ese día que estaba tan borracho y deprimido pude ver lo fuerte y seguro que podía llegar a ser, quería que él se diera cuenta de eso, que me mostrara de nuevo esa entereza con la que me invitó a bailar, que sacara esa fase suya y nunca más volviera a ocultarla.

Fue cuando el avión aterrizó en Japón que me hice consciente de que no sabía realmente nada de él. Seguramente él no sabía nada de mí tampoco. Titubeé por un momento, pero ya estaba allí, era momento de que continuáramos lo que quedó a medias, o que, en su defecto, me rechazara apropiadamente de una vez.

Estuve toda la tarde preguntando por él, desgraciadamente no todos hablaban inglés y quienes lo hacían no parecían conocerlo. Casi me di por vencido por ese día cuando alguien me indicó que fuera a ese hotel termal. Pero entré y él no estaba allí.

Estaba muy cansado y ya estaba en un hotel de todas formas, así que decidí relajarme y reanudar mi búsqueda al otro día. Estaba bañándome cuando él llegó corriendo a mi encuentro.

Mi corazón se paralizó por un momento, después pareció que iba a salirse de mi pecho. Me quedé lo más tranquilo posible mirándolo, quería saber cuál era su reacción al verme allí. ¿Estaba feliz? O acaso ¿realmente nuestra noche fue sólo eso y estaba molesto de que lo hubiera buscado? No lo supe de inmediato ya que sólo me miró confundido.

–V-viktor... ¿Qué haces aquí? –El nerviosismo escapaba de él demasiado evidente. Me levanté.

–A partir de ahora, seré tu entrenador y haré que ganes el Grand Prix Final. –Extendí mi mano hacia él y le guiñé el ojo de la manera más coqueta que podía. No era capaz de ocultar mi felicidad. Mis palabras y el mostrarme desnudo ante él, todo era mi manera de decirle “¿Recuerdas? Me pediste que fuera tu entrenador, pues aquí estoy, ¿Recuerdas? El cuerpo que fue todo tuyo, pues aquí está. Para ti”.

No hablamos de Sochi, pensé que era nuestro secretito del que no hablaríamos, pero pude ver lo feliz que fue al tenerme en su casa, eso me bastó.

Aunque no entendía que no me dejara dormir a su lado “¿Por qué te escondes? Ya me diste todo el Sochi, vamos, déjame entrar” pensé angustiado frente a la puerta, pero no me abrió. Mi primera noche en Japón me fui a dormir llorando. Pensé que él quería tener respeto por la casa de sus padres y por eso traté de no insistir más, aunque lo olvidé pronto.

(Hay días que te recojo repleto de malestar,
días en que tu enojo satura tu sala de estar,
días que restar, que he de estar al cien por cien por ambos.)

No todo fue perfecto. Somos humanos después de todo. Lo dicho, al principio tuve que batallar bastante con él y su debilidad mental. Muchas veces supe que yo era su soporte, que yo debía estar allí para apoyarlo, para evitar que cayera, para elevarlo como merece.

También hubieron peleas, y es que una relación no se trata de nunca tener problemas, si no de superarlos juntos. Y así lo hicimos. Él me ayudó a edificar lo más hermoso y preciado que he tenido en la vida.


(jornadas frías donde tu calor vuelve los muros blandos.)


Ahora estamos viviendo juntos en Rusia. Estoy increíblemente feliz por el vínculo que ambos compartimos. San Petersburgo solía ser una ciudad helada hasta que él vino conmigo.

–Jaja Viktor, no hagas eso... –Se remueve en la cama con los ojos aún cerrados pero con esa sonrisa tan hermosa suya en su rostro.

–¿Por qué no? Te encanta. –Le susurro al oído antes de morderle suavemente la oreja.

–Ahh... –Se le escapa un gemido por mi mordida y la dirección que están tomando mis manos sobre su cuerpo, es tan sexy cuando gime. De repente se da la vuelta y se coloca sobre mí. –Mira lo que provocaste, hazte responsable.

–Me ocuparé en seguida. –Le respondo sonriendo y atraigo su rostro para besarlo. Lo amo tanto.

(Días de cuándos, de porqués, de cuántos sueños que me llenan serán falsos,
tantos alcanzables que parecen imposibles,
el dolor de los sensibles bajo llantos invisibles nos doblegan,
pero nunca más. Días de gloria nos esperan,)

 

Hemos vivido toda clase de cosas juntos. Ahora enfrentamos nuestro desafío más grande hasta la fecha: ser ambos competidores mientras permanezco como su entrenador.

No es ni un poco sencillo, Yakov se ha vuelto más estricto con la excusa de “tu novio te quita tiempo de entrenamiento”, además estamos conscientes de que en el próximo Grand Prix tendremos que enfrentarnos, no será fácil apoyarnos mutuamente cuando ambos buscamos el oro. Pero, como pareja, no estamos dispuestos a que la competencia afecte nuestra relación.

Nos centraremos en dar lo mejor de nosotros, en presentar nuestros mejores programas y darlo todo, no en quién gane.

Porque nuestro amor no está condicionado por una medalla.


(Contar mi historia sincera
con la esperanza de veras que también sea la tuya,
secretos en confianza sin nadie que los destruya.)

Llevamos más de un año estando juntos desde que llegué a Japón. Nuestra historia juntos aún continúa y continuará de manera indefinida, espero que para siempre.

Le he contado todo de mí, también conozco todo de él. Nunca deja de sorprenderme, en verdad me hace quererlo y amarlo cada día más.

–Oye...

–¿Sí?

–Estaba pensando en lo hermosos que son nuestros anillos. –Le digo mientras veo mi anillo brillar en mi mano y acaricio suavemente su espalda con mi otra mano después de haber hecho el amor. –¿Cuándo nos vamos a casar?

–Ha, tú dijiste que cuando gane el oro. –Responde con esa sonrisa que me enamora y se estira para besar mis labios.

–Entonces más te vale ganar el oro este año. –Le regreso el beso tomando su rostro entre mis manos.

–Por supuesto que ganaré. –Me dice con toda la confianza del mundo y vuelve a besarme, esta vez más intensa.

–Umm, te estás confiando demasiado. –Lo abrazo y beso su cuello. Tengo una seria adicción con su cuerpo, siento cómo se estremece bajo mi tacto.

–Viktor, déjame hacerte el amor. –Me susurra con todo el “eros” del que es capaz. Es curioso que me pida permiso cuando ya está dirigiendo sus dedos a la parte baja de mi espalda.


(Si a penas nos conocemos en persona pero hoy he venido a verte.)

No sabía nada de él cuando salí de Rusia, y sin embargo, jamás estuve más satisfecho con una decisión mía como ahora.

Qué bueno que fui a verlo, aunque a penas si lo conocía en persona.


(Si te has sentido frágil vive conmigo en mi fuerte,
tus nervios hallarán la muerte, mis miedos la paz,
será porque tenerte nunca fue algo fugaz.)

–Entonces, debemos ir a Rusia. –Dije al volver a Japón después del Grand Prix Final de Barcelona.

–Ya veo, así que te llevarás a nuestro hijo. –Sus padres se veían un poco preocupados cuando explicamos que ahora vendríamos a vivir a Rusia.

–Mamá, Papá, estaré bien. Quiero decir, Viktor y yo vamos a estar bien, ya viví en Estados Unidos solo antes, ahora será mejor al estar a lado de la persona que amo. Seré muy feliz. –Sus padres sonrieron.

–Era justo lo que queríamos escuchar. –Dijo su padre.

–Cuídense mucho. –Dijo su madre. –Y no se olviden de visitarnos. Ambos nos abrazaron y partimos al aeropuerto con una sonrisa. Supe que tenía una familia.

¿Cómo podría agradecer todo lo que he recibido gracias a él?

Amo todo de él.
(Vivo a través de tu mirada, tu visión,)
Amo cómo me mira.
(Vivo a través de tu sonrisa, tu pasión,)
Amo cómo me hace el amor y cómo se lo hago yo.
(Vivo a través de cada carcajada de tus pánicos continuos, de tus caminos ambiguos)
Amo cada momento que paso a su lado, cada fortaleza, cada debilidad.

(Vivo a través de bofetadas, tu prisión,)
Amo sus enojos, que me haga saber que no soy perfecto ni que él lo es.
(Vivo a través de tu privada relación,)
Amo la relación que tengo con él.
(Vivo a través de tu entrada en un callejón, tu escapada, tu rincón, tu pasada depresión.)
Amo cada cosa que me atrajo a él y cada cosa que me mantiene a su lado.

Te amo Yuuri Katsuki.

Notas finales:

Les dejo la canción original:

He venido a verte

Espero que les haya gustado, gracias por leer. Por favor, dejen sus reviews.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).