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El fantasma de un beso por Etsuko Sohma

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Notas del fanfic:

Nunca pensé que escribiría para este fandom, pero es imposible no hacerlo cuando desarrollas una loca obsesión y amor por los Robins de Batman y la Batfamily en general. Aún soy nueva en el mundo de los cómics. Siempre me han gustado los superhéroes pero no me había molestado en ahondar en su mundo hasta ahora. 

 

Espero que les guste esta historia, constará de dos partes. Nada muy elaborado. Es únicamente un capricho mío que tuve al querer leer algo de Tim y Damian y no encontrarlo. Además de que es algo que me estoy regalando a mí misma, solo porque me gustan mucho. 

 

Sin más dilaciones espero que lo lean hasta el final, les guste y aunque nunca lo pido, espero que puedan comentarlo.

 

 

El fantasma de un beso

 

La taza de café, con el logotipo de Superman impreso en ella, fue abrazada por las manos frías de Tim. El calor contenido en la cerámica creó prontamente ese efecto cálido que le calentó las palmas de las manos. La melancolía comenzaba a ganar terreno en su persona y no tenía fuerzas ni ganas de luchar en contra de ella. Acercó la taza a su boca y el humo del líquido caliente golpeó contra su rostro, el rico aroma del café lo relajó de inmediato, entreabrió los labios y bebió un pequeño sorbo con los ojos cerrados. Sus largas pestañas oscuras acariciaron los pómulos de sus mejillas. Y mientras el líquido bajaba por su garganta dejó que el primer flash de recuerdos inundara sus memorias. “¿En qué me convertí? ¿No es suficiente tiempo ya?  


Era de noche y los copos de nieve caían lentamente afuera, acumulándose en el concreto de las calles y banquetas de Gotham. Los techos de las casas y de los edificios estaban cubiertos del inmaculado blanco, si fuera un pueblo podría decir que le daba un toque mágico a la ciudad. Pero eso era Gotham. Una ciudad sucia como cualquier otra. La mirada de Tim se concentró en Wayne Enterprises; el edificio que sobresalía de entre los demás; cuando sus pies descalzos lo llevaron hacia el balcón.  El aire frío congeló sus mejillas y el rosa se acentuó sobre ellas. Tim terminó su café y dejó la taza vacía sobre la barandilla.   

 

Cerrando los ojos por un segundo, Tim se abrazó así mismo apoyando la cabeza sobre la pared. Red Robin no era débil ni frágil, pero en ese instante, donde la solitaria noche parecía carcomerse todo a su alrededor, se sentía el ser más desprotegido del mundo. Tan solo y depresivo.  

 

El segundo flash de recuerdos lo azotó. Su corazón también fue golpeado por ellos. “¿Mereces que llore? Sonrió débilmente deslizándose por la pared y abrazándose a sus piernas.  

 

 

Era todo oscuridad y silencio en el departamento, y una figura alta y oscura se escabulló dentro con bastante sigilo.  A pesar del frio que parecía querer apoderarse del lugar.  Había un aire cálido impregnado en cada rincón. “Drake” El intruso se bajó la capucha de la capa que cubría su cabeza, dejando ver el rostro de un hombre joven y atractivo. Esbozó una pequeña sonrisa sensual y maligna, sus ojos eran cubiertos por el antifaz de Robin.  

 

Sin dudas ni reparos se encaminó hacia el balcón donde el ondear de la cortina le indicó que su víctima favorita estaba afuera. Al traspasar la puerta de vidrio se encontró con el dueño de sus perversiones acurrucado en el piso, como un niño de cinco años, triste y perdido. Y siendo que se trataba del enano de Drake, la imagen calzaba muy bien. —Qué lamentable te ves, Drake —pronunció acercándose a su “hermano”. 

 

 Tim levantó la cabeza para encontrarse con la más soportable presencia de Damian. —¿Qué haces aquí, Damian? No tengo ánimos para pelear contigo, vete de aquí.  

 

El odio que existían entre los dos había menguado con el transcurrir de los años, se seguían molestando, pero Damian ya no intentaba matar a Tim cada que tenía la oportunidad.  Inclusive, trabajaban civilizadamente el uno con el otro si se quedaban los dos solos en una sala u oficina de Empresas Wayne o en la Bat-cueva.  

 

—No fuiste a patrullar, así que vine a ver que no estuvieras muerto —Damian se sentó a un lado del tembloroso cuerpo de Tim, quien no dejaba de verlo con esos ojos azules vidriosos y sumamente desolados. Lo imaginó por un segundo como un gatito suplicante de cariño. Damian desvió la mirada debajo del antifaz, agradeciendo llevarlo puesto, así Tim no se daría cuenta de que no era capaz de soportar esa mirada.  

 

—No tenía ánimos… Por primera vez no quise ir. Además, ustedes pueden arreglárselas muy bien sin mí —Tim temblaba, sus mejillas y nariz estaba rojas a causa del frío. Su voz estaba un poco ronca. Era baja y suave. Damian suponía, además, que si lo tocaba lo descubriría helado, seguramente no se equivoca, vestido con nada más que una playera manga larga y unos pants de algodón. Esa ropa no era en absoluto abrigadora. Él no supo por qué, no se detuvo a pensarlo, pero cogió a Tim por la cintura con sus dos y amplias manos, y lo sentó entre sus piernas. En seguida, pasó sus brazos por encima de los pequeños hombros de Tim, y lo abrazó, cruzando sus manos sobre el estómago del otro. Se dio cuenta entonces, de lo pequeño que era Tim en comparación a él, y de lo bien que encajaba entre sus brazos. Ahora que él había crecido, tomando una altura y complexión muy similar a la de su padre, Bruce Wayne. Había sobrepasado a Tim por unos buenos y significativos centímetros. Era más alto que Dick también. Y estaba por rebasar a Jason. Del pequeño niño de diez años que había llegado hace ocho años no quedaba ya nada. Y aun así seguía conservando la esencia de aquel niño, perverso y obstinado. Pero ya no era más un niño.  

 

Si se sorprendió, Tim no lo dejo ver, agotado anímicamente como se encontraba tampoco tuvo la fuerza para reclamarle a Damian el arrebato. Tenerlo ahí y saberse entre sus brazos, lo hizo sentir confortado… Menos solo. Se encontró cerrando los ojos, recargándose en el amplio pecho de Damian y relajándose en medio de sus brazos. —Damian —El nombre escapó como un susurro. El vaho escapando de entre sus labios hizo sentir el nombre íntimo. Como algo correcto.  —Estoy triste.      

 

El asombro cubrió las pupilas de Damian de bajo de la mascará. Agachando el rostro y bajando la mirada, se encontró con la imagen de las rizadas pestañas de Tim acariciando sus pómulos. El asombro lo abandonó, casi de inmediato. No dijo nada. Solo apretó un poco más sus brazos entornó a Tim.  

 

—¿Sabes, Damian? —Tim miró hacia arriba y levantó su palma derecha hacia el cielo. Vio entre sus dedos las pocas estrellas que podían divisarse en medio de tanta contaminación. Cerró su mano en un puño. Damian aguardó sin decir nada, sus labios convertidos en una fina línea completa de concentración. —El amor es un asco. 

 

—Tt —Damian echó la cabeza hacia atrás, dejando salir un sonido de burla—, ¿todo este teatro es a causa del clon ese? Creí que ya lo habías superado, Drake. —Con esa sonrisa irónica haciendo gala sobre sus labios finos. —Pero estoy totalmente de acuerdo contigo, el amor no sirve para nada.  

 

Tim no iba a discutir por la falta de empatía que mostraba Damian hacia él. Porque necesitaba desahogarse, porque Damian había ido a buscarlo, porque se sentía seguro en sus brazos, porque en el fondo sabía que Damian se preocupada por él. Sino no estaría ahí, sosteniéndolo. Eso es lo que Bruce les había enseñado, a pesar de las peleas, a pesar del odio, a pesar de las bromas pesadas, a pesar de los errores, la familia era lo único importante. Y Damian lo había entendido al vivir con ellos, pero seguía teniendo su propia forma de cuidar de sus hermanos mayores. —Jamás debí de enamorarme de él.  

 

Las manos de Damian se movieron hacia la cintura de Tim, jugaron con el borde de su camisa. —Debiste de fijarte en mí.   

 

Tim se volvió hacia él, con la boca entreabierta debido a la conmoción que le provocaron aquellas palabras. Buscando la broma y la burla dentro de los ojos de Damian, pero estos eran cubiertos por la máscara de su traje. Detrás de ese antifaz los ojos de Damian miraban fijamente a los de Tim. Sus manos se movieron para retirarle el antifaz, Damian dejó que se lo quitará, sus miradas se encontraron una contra la otra cuando Tim lo alejó de sus ojos y lo dejó caer a un lado. Los ojos color esmeralda de Damian lo miraban tan fijamente, tan seriamente que Tim se vio perdido por unos segundos dentro de ellos. Un escalofrío recorrió su cuerpo. —No creo que fueras mejor partido, así que no lo digas de nuevo —soltó tosco frunciendo el ceño. Sintiéndose de pronto fastidiado al no poder descubrir el engaño en la mirada contraria. Damian acostumbrado, sonrió tenuemente, las comisuras de sus labios elevándose ligeramente. Deslizó sus dedos debajo de la ropa del mayor, sus manos nunca dejaron la cintura contraría cuando Tim se giró hacia él, las yemas de sus dedos acariciaron la piel de la pequeña cintura. Tim se estremeció, el toque de la punta de los dedos de Damian le causaba cosquillas.  Tim frunció más el ceño. —¿Qué haces, Damian? 

 

—Te toco, ¿no es obvio? —Damian se inclinó hacia Tim, su aliento caliente chocó contra la piel de su sonrojada mejilla. La temperatura ahí afuera parecía estar bajando aún más. Tim suspiró, apreciando el vaho de su aliento fluir ante sus ojos. El calor de Damian lo mareaba, cerró sus ojos y se inclinó más hacía él, frotando su mejilla contra sus labios. Hacía más frío, pero se sentía tan cálido ahí acurrucado contra el cuerpo de Damian. —Y parece que te gusta, eh Drake —Tim sintió el fantasma de un beso sobre su mejilla.  

 

—Sí me hubiera fijado en ti, entonces serías por quien estaría sufriendo en este momento, porque eres un… —Antes de que pudiera terminar con su reproche, su teléfono móvil empezó a sonar a dentro, en la sala.  

 

Damian fue el primero en levantarse, dejando el cuerpo inmóvil de Tim atrás. Fue hasta la mesita de noche, donde descansaba el insistente aparato. Desbloquear la pantalla no fue muy difícil. Al ver en ella, se encontró con el registro de dos llamadas perdidas y la notificación de un mensaje nuevo.  

 

“¿Por qué no contestas el móvil, Tim?” 

 

“Así que el clon quiere hablar con Drake” Una sonrisa perversa se extendió por su rostro. Se relamió el labio inferior y contestó por Tim.  

 

“¿Qué quieres, clon barato? No molestes a Tim” Envió; el anuncio de leído apareció de inmediato. 

 

“¿Damian? ¿Qué demonios haces contestando el móvil de Tim? ¡Devuélveselo inmediatamente, mocoso!” 

 

¿El clon creía que seguía teniendo diez años? La palabra mocoso no le afectaba de ninguna forma. Jason la seguía utilizando de vez en cuando, cuando peleaban. Tampoco seguía ordenes que no provinieran de Batman o Nightwing… “tt”   

 

“Olvídalo. Tim no va a responderte, ¿y sabes por qué? Porque yo no se lo tengo permitido.” 

 

—¡Damian! ¡Dame mi teléfono! —Se tardó mucho más de lo que pensó que se tardaría en reaccionar. Ese clon sí que afectaba las reacciones y reflejos de Drake. Alzando su brazo, evitó que Tim le arrebatará el teléfono. Ser más alto que él tenía sus increíbles ventajas. Algunas placenteras. Nunca le pareció más provechoso que en ese momento, haber dejado abajo a Tim por unos buenos quince centímetros. Quizá catorce. Tim si se lo proponía podía ser adorable, le otorgaría eso. Mientras se inclinaba sobre su cuerpo, alargando sus brazos intentando sostenerlo del brazo con el que alejaba el dispositivo de él. Intentó colgarse de su brazo y así alcanzar más sencillamente el móvil, pero fue inútil. Damian no cedió ni un ápice, pero se divertía, alejando más el dispositivo de Tim. El móvil empezó a sonar de nuevo, Tim alterado estaba por hacerle una llave, cuando Damian no tuvo de otra más que atraparlo por las muñecas y tumbarlo de un rápido movimiento sobre el suelo alfombrado. Tim jadeó sorprendido, al verse sometido contra el suelo por Damian. Empezó a sacudirse intentando liberarse del agarre que Damian mantenía sobre él. Él era fuerte, pero Damian estaba imponiéndose sobre él, claramente demostrando que era mucho más fuerte que él ahora. Y al no obtener muchos resultados, salvo el agotarse, intentó darle una patada, cuando Damian se sentó sobre sus muslos al leer sus intenciones.  

 

—Hola Súperclon —Damian saludó con burla contestando la insistente llamada. Desde su posición miraba a un acalorado, furioso e indefenso Timothy Jackson Drake debajo de él. —Como te dije en el mensaje, Tim no tiene permitido contestarte. Ni ahora ni nunca. —Se acomodó el teléfono entre su oído y hombro, y se inclinó hacia el frente para taparle la boca a su víctima favorita antes de que gritará cualquier sandez que evitará fastidiar al otro en la línea. Aun con su súper oído. —Mira tus amenazas me tienen sin cuidado desde que tengo una bóveda llena de kriptonita, pero te diré esto, no quiero que vuelvas a hablarle a Timothy, ya no es parte de tu equipo y no, si es necesario él irá únicamente conmigo o cualquier otro que por supuesto no seas tú. Ya me aburriste con estos celos injustificados. Lo abandonaste hace mucho tiempo, ahora está conmigo. Olvídalo y supéralo. Cortaré ahora, Timothy ha terminado de alistarse para nuestra cita. —Y cortó la llamada.   

 

Un solo pensamiento invadía la mente de Tim. “Jodido, Damian Wayne.” Se atrevía a callarle cuando estaba por gritarle unas cuantas y justas cosas. “Además, Kon-El va a pensar que…”. Ahí detuvo el tren de pensamiento. Se congeló por un segundo, dejando de moverse debajo de Damian. Damian entrecerró los ojos mirándolo con incertidumbre. “¿Por qué jodidos tiene que preocuparme lo que piense Conner? Él definitivamente ya no me ama, yo deje de importarle desde hace tiempo. ¿Por qué decidió hablarme hoy? Tal vez él quería…” Imposible. Agitó su cabeza, alejando todos esos insulsos pensamientos de ella. Abrió la boca y mordió la mano de Damian. El menor únicamente soltó su característico: “tt”, mientras él lo miraba enojado. —¡Idiota, no tienes ningún dere…  

 

Cansado de lo terco que era Tim y molesto por lo que había hecho, presionó su boca sobre la de él para callarlo. Sus labios fríos, agrietados y pequeños se sintieron de maravilla contra los suyos. Con cierta diversión, notó los ojos en shock de Tim. Mordió con saña su labio inferior, Tim jadeó sorprendido. Descubriendo, sintiendo los labios de Damian suaves y cálidos, y por alguna extraña razón, correctos contra los suyos. Cerró sus ojos con placer al sentir la presión de los dientes de Damian en su labio, soltó un corto gemido. Aprovechando el momento de entrega por parte de Tim, Damian lamió su labio antes de penetrar dentro de su boca con sed insaciable. Tim se sintió mareado, Damian era indomable, con esas ganas que parecía tener por succionarle el alma. Y le encantó, negar lo obvio sería tonto, le gustó la manera tan fuerte con la que parecía desearlo. Un agradable calorcito empezó a expandirse por su cuerpo, su corazón latió desbocado contra su pecho. Damian aprovechó lo entregado que estaba Tim a sus besos para buscar el teléfono móvil que había soltado a un lado de la cabeza de Tim. Agitó el aparato dos veces cuando lo encontró, la cámara del dispositivo se encendió reconociendo el movimiento. Y sin ninguna dificultad tomó una fotografía de ellos dos comiéndose la boca del otro. Una vez satisfecho, soltó el aparato para concentrarse de nuevo en la intensa y salvaje sensación que dicho beso creaba en él.    

 

Pero no todo es miel sobre hojuelas; el recuerdo amargo de Conner besándolo de esa misma manera en el pasado lo hizo abrir los ojos y apartar a Damian de un empujón. Pequeñas lagrimas surcaron sus mejillas. Damian se apartó por completo, sentándose sueltamente contra el sillón y sin dirigirle ni una mirada más a Tim. Colocó el brazo sobre su rodilla flexionada, la capa se abrió de su cintura hacia abajo.  Y escuchó, serio, los débiles sollozos que Tim no pudo contener más.  

 

—No sirve de nada gastar inútiles lágrimas en alguien que no piensa volver a ti de la manera que esperas, Drake. —Damian dejó caer la cabeza hacia atrás en el asiento del sillón. Sus frías esmeraldas se perdieron en la pintura del techo. Le molestaba enormemente que Tim estuviera sufriendo por el estúpido clon. Tim sorbió y se limpió los ojos asintiendo, sin embargo, las lágrimas no dejaron de fluir a través de sus ojos.  

 

—Es que no puedo detenerlo, ¿qué hago Damian? —La desesperación estaba impregnada en cada una de sus palabras. Damian lo miró, el desconsuelo en los ojos contrarios escoció dentro de su pecho de una manera que no pudo identificar. Estiró su mano hacia Tim, y tomándolo de la muñeca, lo jaló hacía él. Timothy como un muñeco sin voluntad, se dejó acurrucar en el pecho de Damian. —Si lo sabes dímelo, porque todo lo que he intentado en estos años no ha funcionado y… yo cada vez puedo menos —Sollozó haciendo puños la capa negra de Damian.  

 

Damian no era bueno consolando, jamás ha tenido que hacerlo. —Lo que yo te diga no va a servirte de nada porque eres tú el que no quiere salir de ello. —Y, aun así, lo intentó, masajeando suavemente la nuca de Tim.  

 

—¡Es que no puedo!  

 

—Ves porque no sirve de nada lo que yo te diga. Yo no te entiendo. —Tim solo se arrebujó más contra el pecho de Damian. Suspiró y aspiró. La colonia de Damian llenó sus pulmones, esta lo relajó en demasía.   

 

—Mi cabeza me dice que lo odie, que lo olvide, que lo entierre en lo más profundo de mí. Pero mi estúpido corazón se niega recordándome cuánto lo quiero. Refuta cada uno de mis pensamientos y me hunde cada vez más en este hoyo de culpa. ¿Qué hice que estuvo equivocado? ¿Por qué engañarme así? Guardar una ilusa esperanza que hace eco en mi mente cada noche diciéndome una y otra vez que él volverá, tarde o temprano lo hará. Y todo se repite, cuando creo haberlo superado vuelvo a caer en el epicentro de una tormenta, que no mengua, que arrasa con todo, que destruye cada pequeña cosa que puede brindarme un mínimo de consuelo, de protección. ¿Qué está en lo correcto, Damian, la razón o el corazón? 


Entonces, Damian suspiró profundamente hastiado. —Drake, basta, me aburres. La única y sencilla manera de eliminar a ese clon de tu cabeza es enamorándote de nuevo o algo parecido. Acuéstate con otro. Sal con alguien más. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste alguna de esas cosas? —Tim no contestó, Damian se exasperó solo un poco—, ¡Bien, Drake! Comenzarás en este momento —Y con eso, lo tumbó de nuevo sobre la alfombra, cubriendo su cuerpo con el suyo—. Ya que esta noche, tú y yo tendremos sexo.

 

...

Notas finales:

Gracias por llegar hasta aquí. Hasta luego C: 


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