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Mirror por Sakkura Princess Yaoi

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Notas del fanfic:

DISCLAIMER:   Los personajes no me pertenecen, son de Marvel, Stan lee y últimamente de Disney.

UNIVERSO: Una  mezcla de AA con MCU.

Notas del capitulo:

Espero les guste, es algo sencillo que vino a mi cabeza de repente.

 

IMAGEN

Abrió los ojos despacio, rondaba un olor dulce en el aire, y estaba una cama sumamente cómoda, extendió sus brazos, sonriendo al escuchar Folsom Prision Blues, del inigualable Johny Cash, el sonido divertido, se colaba por la puerta entreabierta del dormitorio, lo hizo tararear alegre, mientras se ponía de pie y se calzaba unas cómodas pantuflas, yendo al baño, dónde  tomó una ducha al ritmo alegre de la música, saliendo luego para rasurarse, palmeando el suelo de madera del sencillo pero elegante baño. Era una mañana perfecta, de 1955.

Terminó de afeitarse y se agachó al lavabo para enjuagarse el rostro.

“—¡Steve! ¡Mi amor!”

El grito fue de desesperación, alzó la vista y por un momento un flash de una imagen, de unos ojos…unos ojos tan hermosos, llegaron a su cabeza, causándole una punzada de dolor en la parte baja de su cabeza, se llevó una mano a la nuca, intentando apaciguar la ansiedad.

—¡Steve! ¡Mi amor! —Volvió a escuchar, pero esta vez de una voz familiar, cantarina, y algo “mandona” que le hacía sonreír, se asomó un poco por la puerta del baño hacía la habitación, topándose a la mismísima agente Peggy Carter, entrando tan hermosa cómo siempre, con un traje algo más casual, pero que dejaba ver la elegancia que está poseía. —Vamos soldado. El resto de los cadetes te esperan para desayunar. —Le dijo con una sonrisa. —Se les hará tarde…—le recordó con ese  gesto hermoso de una ceja enarcada, pero que a Steve le indicaba que más le valía, bajar cuanto antes.

Terminó de arreglarse, bajando con pasos grandes las escaleras de la hermosa casa, en la pared de la escalera, había fotos de su boda con Peggy, fotos de dos bellos y rubios bebés, que sonreían a la cámara, el mayor era Abraham y el menor James. No pudo evitar, detenerse en la última foto, dónde cargaba a un pequeño de 6 años en sus hombros, a las afueras de un estadio de béisbol, tocó la imagen, recordando ese día, aunque era extraño, pues los recuerdos se le nublaban, y realmente no hacía mucho de esa foto.

“—¡Papá! ¡Demonios! ¡Te necesitamos!”

De nuevo el grito, pero de una voz diferente, se apartó de la fotografía como si esta quemara, y agitó su cabeza, sintiendo de nuevo la punzada en la parte baja de la nuca.

Tendría que ir al centro de investigación médico, por esos repentinos dolor de ese cabeza… Pero cuando el delicioso aroma de un perfecto desayuno “americano” llegó a su nariz, olvidó eso, entrando a la cocina, topándose con un chico de 8 años, extremadamente rubio, con unos enormes ojos azules, y uno más pequeño de 5 años, que se manchaba un poco de miel de maple, al ponerle a sus waffles.

—Con cuidado cielo. —Peggy le limpió las mejillas tiernamente al niño, quien sólo sonrió alegre, antes de seguir comiendo su desayuno entusiasta.

—Buenos días—Saludó besando las cabecitas de sus hijos.

—Buenos días, papi. —Le respondió el mayor, mientras el más pequeño balbuceó algo con la boca llena de manera adorable.

—Recuerda que tenemos la cena con María y Howard en la noche. —Recordó Carter, poniéndose de pie, para tomar la jarra de café y servirle un poco a Steve.

—Cierto, es increíble que Howard por fin haya sentado cabeza.

—Nadie puede creerlo, es como un milagro—Asintió su esposa, bebiendo un trago de su té, pese a todo, la agente nunca se había convertido en fan del café americano de su pareja.

—Está bien, yo saldré con Bucky, después de dejar a los niños. Espero que algún día el siente cabeza. —Farfulló con una pequeña risa. —Ya tiene la edad.

—Hay hombres que nunca crecen, como a los que se les dice dónde van sus calcetines, y estos terminan de nuevo en mi parte del armario—Bromeó la mujer.

—Yo si guardo mis calcetines—Irrumpió Abraham.

—Yo sé que sí, mi cielo. —La amorosa madre le regaló una caricia en el cabellito, poniendo uno de los rizos dorados tras la oreja del niño.

El desayuno transcurrió en una calma etérea, con risas y ocurrencias del par de niños, y miradas cómplices de los padres, al hablar del hada de los dientes.

Al terminar, Peggy mandó a sus hijos a recoger sus cosas, y ella junto con Steve, se encargaron de recoger la mesa, y lavar los platos, escuchando luego los pasos apresurados de los niños al bajar por las escaleras.

—Entonces te veo aquí en la tarde, dejaré a los niños con Lisa. —Pronunció Steve a modo de despedida en la puerta, poniéndose su chaqueta.

—A las 7 en punto soldado—Le dijo Peggy, jalándole de la chaqueta para compartir un beso tierno y dulce, que causó muecas de desagrado en sus pequeños.

—Nos vemos entonces. —Se despidió. Cargó al pequeño Jimmy y tomó de la mano a Abraham para subirlos en la parte trasera del auto, y acomodarlos, poniéndoles los cinturones.

Antes de subir al auto, le echó una mirada a la motocicleta que tenía arrumbada en el garaje… “¿Qué tan rápido puede ir este vejestorio?” “Oh vamos… hacerlo arriba será interesante” “¿Puedo conducirla papá?” “Es tu regalo papá, un nuevo casco…” Las voces se agolparon en su cabeza, cómo pequeñas agujas punzantes presionándolo, y no entendía de dónde venían, eran dolores extraños.

Decidió no prestarles atención y subió al auto, sonriendo por el retrovisor a sus hijos. Luego miró la casa en la que vivían, después de todo lo que había pasado, Steve nunca pensó que pudiera tener esa vida, la que siempre soñó.

Llevó a los niños a la escuela, y después condujo hasta el centro de investigaciones de la recién fundada SHIELD. Aquella que no habría podido darse sin su amada esposa, y de la que por ende él ahora formaba parte.

Se suponía que ese día revisarían algunos archivos de una importante crisis que comenzaba a despertar en el oriente de Europa.

Saludó a todos, en el camino al sitio de reuniones, no era el trabajo más común del mundo, pero le gustaba.

—¿Listo para la cena de esta noche, amigo? —Howard apareció palmeándole la espalda, justo cuando estaba por entrar a la sala de reuniones.

—Peggy no perdió la oportunidad de recordármelo hoy en la mañana—Le contestó, mirándole. Howard se había convertido en un gran amigo, diferían en un montón de cosas, pero al final del día, sabían que podían contar el uno con el otro.

—Lo sé, María ha estado volviéndome loco, toda la semana. Básicamente amenazándome, te lo juro, si logró hacer una máquina del tiempo, regresaré y le diré a quien quiera que haya inventado el matrimonio “No lo hagas”. —Bromeó.

—Sería divertido de verlo —Se rió Steve—¿Hank no vendrá?

—Sí, aún sigue algo molesto conmigo, pero estará aquí. ¿Peggy arregló lo de la reunión con el consulado?

—Debe estar con ellos ahora—Respondió Steve.

—Fabuloso, entremos entonces.

Tomaron su lugar en la enorme sala, junto a otros miembros líderes de la recién fundada organización, dónde discutieron de los últimos temas que les apremiaban.

Aunque durante de la reunión, la mente de Steve voló un poco en lo que había dicho Howard al comienzo. La verdad es que a él le gustaba bastante el hecho del matrimonio, y no entendía cómo los otros hablaban así sobre él. Incluso Bucky, le decía que aunque él no estuviera casado, no era normal que él y Peggy nunca discutieran, que todo fuera tan “perfecto”, que un poco de discusiones más “apasionadas”, son la justa prueba, que después de años, el fuego aún está allí…

Entonces la palabra “fuego” resonó en su cabeza…

“Fuego en sus ojos” pudo verlos, unos ojos ardientes, apasionados, intensos, tanto que se obsesionó con ellos, tanto que el resto del mundo desapareció, escuchó voces gritando, su propia voz, y otra que no conocía… o que no reconocía, gritando, se escuchaba el chocar de cosas… “Estúpido Rogers” “Eres un maldito celoso, capi paleta” …. Pudo distinguir algunas frases, y luego nada… sólo obscuridad, y el dolor punzante que volvió a su nuca.

—Entonces, eso es todo lo que se tiene que discutir en la reunión de hoy—Escuchó y fue que entonces volvió de nuevo al lugar donde se encontraba, despidió a las personas que se acercaban a estrecharle la mano e irse.

—¿Todo bien, amigo? —Preguntó Howard, dándole una palmadita en la espalda—Te noté algo ido durante la reunión, y tus intervenciones no fueron las de siempre.

¿Intervenciones? Steve ni siquiera recordaba haber hablado, algo estaba mal, pero no sabía a ciencia cierta que era.

—Sí sólo que he tenido un dolor terrible en la nuca desde en la mañana—Señaló con su mano, sobándose la parte baja de la cabeza.

—Bueno, dile a Carter que te deje ir arriba de vez en cuando, así no te toparas contra la cabecera—Le guiñó un ojo, haciendo que Steve se sonrojara hasta en las mejillas. Mirando a Howard con el ceño fruncido, aunque algo en los gestos de este, le pareció tan...no podía describirlo, era una sensación en su corazón, que casi hacía que doliera.

—Sólo fue una broma Steve. Los esperamos está noche, tengo cosas que hacer, para fingir que tengo mucho trabajo y que por eso llegue tarde—Declaró, caminando de espaldas a la salida, girándose al llegar a la puerta.

Steve ni siquiera pudo responder, aquel sí que era un día extraño, pero suponía que luego, al estar más relajado con sus amigos. Todo iría mejor.

Se encargó de realizar las tareas que le correspondían, y entre estos, se hizo un espacio, para visitar el área médica de las instalaciones, siendo atendido por los médicos que más familiarizados estaban con su metabolismo, aunque estos le aseguraron que estaba en condiciones ideales, y después de una serie de análisis, le mostraron incluso resultados, de que todo funcionaba a la perfección.

 

Un poco más tranquilo, y suponiendo que lo tenía quizá sólo era estrés y cansancio, se preparó para salir de allí. Tenía primero una cita para comer, con Bucky, y luego ambos irían con el resto de sus amigos.

Quedó de verse en un café con Barnes, topándoselo -para variar- coqueteando con una chica en otra mesa, a la que le dedicó una sonrisa y un guiño de ojo, antes de sonreírle a él.

—Hey amigo, te ves… deplorable.

—Gracias—Respondió Steve. —Tú… te ves, cómo un galán, cómo siempre Bucky.

—Lo sé—Se jactó este, acomodándose la chaqueta de cuero negro.

—Coqueteando como siempre, la verdad no sé porque no me sorprende.

—No coqueteaba, simplemente, mantenía una plática… amena, con esa hermosa chica, es que…tengo una debilidad por las castañas y las pelirrojas. No puedo evitar…

—…¿conseguir una cita?

—…Ser atento, sólo eso, Steve. —Le dio un trago a la Coca-Cola que había pedido antes que el otro legará. —Pero volviendo al punto, enserio te ves como si te hubieran dado una paliza anoche.

—No sé lo que pasa Bucky, amanecí con un horrible dolor en la nuca. Fue al médico y dijo que todo estaba bien. Pero la verdad es que no estoy seguro, es cómo un dolor punzante que aparece y desaparece como si fuera un acto de magia.

—Suena a… algo muy raro. —Aceptó el sargento—pero quizá sea sólo estrés, o que no has logrado dormir bien. Quizá estás preocupado por lo de que ya sabes… serás papá por tercera vez.

Steve sonrió, la verdad es que no había pensado en eso, hace unos días Peggy tenía sospechas de estar embarazada de nuevo, habían ido al médico, y les dijo que está tenía casi dos meses. Sólo que habían decidido mantenerlo en un relativo secreto, hasta que fuera más notorio.

—No lo pensé, puede ser, la verdad no estoy muy seguro que sea. Supongo que si simplemente lo ignoró pasara.

—Sí, yo lo creo también—Asintió Barnes.

Después de eso, ambos ordenaron comida más sustancioso, divirtiéndose y riéndose con charlas típicas sobre sus vidas, Steve platicaba orgulloso de sus bebés y Bucky de sus ligues, era un mujeriego… Pensó, y entonces los recuerdos llegaron de nuevo, esta vez de un enojo que le quemaba la garganta, como si estuviera increíblemente celoso, molesto….le hervía la sangre. La cuchara de metal que sostenía no sólo se dobló, la quebró justo a la mitad. Miró a Bucky y sólo atinó a disculparse, indicándole que iría al baño.

Cerró con seguro la puerta y se apoyó en el lavabo, se enjuagó el rostro, intentando calmar esa sensación abrazadora. Sin embargo al alzar la vista, sintió que estaba alucinando, pero aun así no pudo dejar de ver.

En el espejo se pudo ver a él, avanzaba con rapidez, gritaba quejas, mientras seguía a un elegante hombre. Llevaba una versión que nunca había visto de su traje de Capitán América, y su cabello, era diferente, había algo diferente en sí mismo.

“—¡Anthony! ¡Detente, maldita sea! —Gritó el rubio, jalándole de la mano, para que se girara”

Fue allí que Steve pudo verle el rostro, que pudo ver los ojos que había visualizado antes, esos ojos llenos de fiereza y fuego, el hombre sin duda era realmente apuesto, pese al gesto de indignidad en su rostro.

“—¿Podrías confiar en mi Rogers? —Gritó Anthony—¡No hacíamos nada! Sí, sí se quien era—Le dijo, interrumpiéndole antes que Steve hablara—se cómo fui, pero ahora estoy contigo, ¿Entiendes boba capi-paleta?”

Y allí estaba de nuevo ese apodo, que había jurado que su subconsciente le gritaba antes.

“—¡Y tú no entiendes lo mal que me pongo de todas maneras! —El Capitán le colocó contra la pared, tomándole de las solapas del traje—Me pongo celoso, no puedo controlarme cuando se trata de ti—Le susurró contra los labios—¡Maldita sea Stark! —gruñó Steve, y entonces fue atraído por las manos de Tony, fundiéndose en un apasionado beso”

Steve se alejó del espejo, sentía la respiración agitada, mientras veía a esas dos personas, besarse, acariciarse, con una pasión que le fue difícil de comprender, pero que podía sentir que le erizaban cada uno de los bellos del cuerpo. Además ¿Stark? ¿Qué quería decir eso?

—¡Steve! ¿Todo bien allá dentro, amigo? —Escuchó la voz de Bucky, quien tocaba la puerta del baño, con una notable preocupación.

—Sí, ya salgo—Contestó, viendo cómo cuando el habló la imagen se desvaneció, dándole su reflejo, de un hombre asustado, confundido.

Se talló el rostro y mojó su rostro de nuevo, pero esta vez no vio nada en el reflejo. Sentía que se estaba volviendo loco, no quería pensar en lo que pasó allí, no concebía la idea del besándose con otro hombre, cuyo nombre era… ¿Anthony Stark? Quizá tendría que hablar con Howard si tenía algún familiar con ese nombre.

¡Eso! Hablaría con Howard sobre lo que le estaba pasando, tenía una mente bastante abierta, y  ra muy inteligente, él… él podría ayudarlo.

Salió, convencido de que algo malo estaba pasando con él, pero no era algo que no tuviera solución, y que sabía podía arreglarlo.

—¿Todo bien? Luces pálido, quizá deberíamos.

—No, no, todo está bien Bucky—Le colocó una mano en el hombro, tratando convencerle de que todo iba perfecto, aunque en realidad, a quien intentaba convencerse, era así mismo. Y es que aquellas imágenes, aquellas voces, no encajaban en su vida, en su familia soñada, no encajaban en su mundo.

Una vez Bucky lo vio más tranquilo, después de tomar una coca-cola en el restaurante, y comer algo dulce, decidieron ir a donde los chicos, no sin antes pasar a comprar un regalo, para la chica en turno de Barnes. Steve francamente no sabía para que hacía eso, si en dos días habría una nueva, pero ya se había resignado a no decir nada, sólo esperaba que algún día encontrara a su María, y cambiara un poco cómo Howard.

Bucky lo hizo caminar entre distintos aparadores y tiendas, lo escuchaba hablar sobre la nueva y sensual pelirroja que era su novia ahora, pero no prestaba del todo atención, pues las imágenes que había visto en el espejo se seguían repitiendo en su cabeza.

—Ya sé que es aburrido comprar, pero prometo que ya elegiré alguien—Le dijo Bucky al verlo recargarse en una de las paredes del local, mientras captaban la mirada de muchas señoritas presentes, de verdad tenía suerte que Peggy no lo estuviera.

“—Pero yo lo veo, Steve—Tony apareció de repente en un espejo frente a él, dónde una chica acababa de apartarse”

Tony se acercó lentamente, viendo al hombre parado en el espejo, llevaba una camisa roja, un pantalón negro, y una seguridad en el rostro difícil de igualar, una que le resultaba demasiado familiar.

“—Siempre te han acosado así las chicas, bueno, a los dos, de allí a que discutamos todo el tiempo—Pronunció el castaño, metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón—Es una vida linda, es lo que siempre quisiste. ¿No es así?”

Steve se giró a todos lados, pero nadie parecía darse cuenta de que había un hombre en el espejo, hablando, y moviéndose, se acercó con rapidez, movió un poco el espejo, pero atrás de este no había nada.

“—No intentes buscarle una lógica a esto, Steve, sólo quería que sepas que estoy bien, y que quiero que tu estés bien, si esto es tu felicidad—El castaño le dedicó una sonrisa de medio lado—haz lo posible por conservarla—Le dijo antes de girarse lentamente, y desaparecer”

—¡No! Espera, ¿Quién eres? —Preguntó con una voz baja, que no perdía el tono amenazante, sin embargo sólo pudo ver la espalda desvaneciéndose ante él. Sintiendo luego un toque en su espalda, que lo hizo girar a la defensiva.

—Hey, tranquilo. Steve ¿Estás seguro que estás bien? Quizá deberías ir a casa, Carter ya debió haber llegado, y eso te puede ayudar a tranquilizarse. —Las dos manos del soldado estaban en sus hombros, y este le miraba fijo, con un gesto de preocupación.

—Sí… —Se liberó un poco del agarre, tallándose el puente de la nariz—Bucky, ¿Sabes si Howard, tiene algún pariente que se llame Anthony… o conoces a algún Tony Stark?

—Tony Stark…—Repitió con inseguridad.

—No, lo siento Steve, no conozco a nadie con ese nombre, ¿Por qué?

—No lo sé, es sólo que—Miró la cara de confusión de Bucky—Ya no importa, vamos con los chicos, quizá ellos puedan saber algo más, ¿Irá el Coronel Philips?

—Sí, digo… obviamente no a jugar, pero estará allí.

—Genial—Asintió Steve.

Tomaron el auto de Rogers, se verían con los otros en un campo de béisbol en el que se encontraban cada jueves y domingo. Sin embargo, ambos olvidaron que habían quedado de llevar ellos las bebidas, por lo que se dirigieron a un lugar donde pudieran comprarlos.

Steve esperó en el auto, mientras Bucky se ofreció a bajar y llenar el contenedor que tenían.

“—¡Papá! —La voz fue aguda, venía de un chico en el retrovisor, el cual llevaba un extraño traje y mascara, aunque esta última se la quitó en cuanto Steve se giró a verle, era un muchacho castaño, bastante lindo, quizá de algunos 17 años—¡Papá! ¿Puedes verme?”

—Puedo verte—Asintió Steve, no sabía porque tenía ganas de llorar al ver a ese chico, que le sonrió ante sus palabras. —¿Quién eres?

“—¿Quién? Pues soy yo, Peter, tú hijo. Papá, lo que viste con anterioridad fue mentira, ese no era mi papá Tony. —Le dijo alarmado—No es cierto nada de lo que viste, lo que es cierto, es que papá y yo, te necesitamos… de verdad te necesitamos. Tienes que regresar, por favor…—pedía, mortificado, pero entonces se desvaneció de golpe”

—¡Peter! —Exclamó Steve, sintiendo que la garganta se le cerraba, aquello… aquello no estaba nada bien.

—Bueno, no había de la favorita de Dugan, pero el grandulón estará bien—Pronunció Bucky, subiendo al auto. —¿Steve? De verdad no te ves bien.

—Bucky, no puedo ir contigo, pasaré… pasaré a dejarte con los chicos, pero tengo que ver a alguien antes. —No sabía porque no quería decirle a Bucky, no quería decirle a nadie, y sentía que sólo había una persona que podría aclarar todas sus dudas.

—Steve,  amigo, de verdad me estás empezando a preocupar, y mucho. ¿Qué pasó? ¿Qué pasó en el baño del restaurante y en la tienda?

—No puedo decirte, no ahora, prometo hacerlo Bucky, pero necesito comprenderlo yo primero—Le respondía Steve, mientras pisaba un poco el acelerador, moviéndose entre los autos, necesitaba llegar ya, necesitaba contarle a alguien de la locura que estaba sucediendo.

—Déjame ir contigo entonces. Por favor, Steve. Sé que puedo ayudarte—Le insistió, pero este solo negó con la cabeza, no podía permitir eso, Bucky no podía ayudarle, tenía la certeza de eso, aunque no sabía el porqué.

Estacionó el auto afuera del parque y un par de amigos se acercaron, Steve bajó y Bucky le siguió, pero lo único que hizo Steve fue bajar el contenedor de hielos donde venían las bebidas, y después de eso, volvió a subir al auto, haciendo que sus compañeros le miraran como si estuviera loco… al meterse al auto, cerrando, dejando las ventanas arriba, para que Barnes no pudiera volver a entrar.

Steve aceleró, saliendo a la carretera, no sabía lo que estaba haciendo, sabía que corría el riesgo de que lo llamaran loco, pero esas no eran simples alucinaciones, estaba seguro de lo que había visto, y de que era real, pero no tenía la menor idea de a qué se refería o que era.

Condujo meditando en todas las posibilidades, intentó hacer memoria sobre sus últimas misiones, si había inhalado o bebido algo que lo hiciera tener esas imágenes y voces en su cabeza, pensó en los enemigos que poseían la tecnología para crear imágenes así, de una manera tan personal, pero si fuera así, ¿Por qué poner imágenes de alguien que no conocía? ¿Por qué poner esos diálogos y escenas sin sentido en su cabeza?

 

Por fin comenzó a entrar en una calle de casas adineradas, con grandes mansiones y guardias de seguridad en los pórtico, al final de la calle, la más grande y con el más hermoso jardín, le dio la bienvenida.

Saludó al guardia, quien le respondió con un gesto de su gorra, y le abrió la puerta, reconociéndolo como un buen amigo de la familia.

Entró con el auto, dejándolo justo frente a la puerta de la mansión, bajando con prisas, comenzando a tocar, siendo la puerta abierta por una de las sirvientas, a la que le pidió hablar con el señor.

La chica le hizo pasar a la sala, ofreciéndole un vaso de agua al verlo agitado, indicándole que el señor no se encontraba, pero avisaría a la señora.

 

Steve movía su pie impaciente en la sala, mientras bebía despacio del vaso de agua que la chica le había llevado. Al terminarlo, se recargó en el sofá cerrando los ojos, pasándose las manos por el rostro, sin embargo al abrir los ojos, y poner su mirada al frente, su mundo volvió a descontrolarse.

Alguien estaba tocando el piano, pero no en su plano, en el reflejo del enorme espejo en la pared de la sala, estaba el mismo hombre… Tony Stark, llevaba un traje gris, pero iba descalzo, tenía pequeñas heridas en las manos que acariciaban las teclas, y raspones en su rostro, el caro traje estaba lleno de polvo, y cuando se giró a verlo pudo ver la tristeza en sus ojos.

—¿Tony? —Cuestionó acercándose, viendo cómo su reflejo de igual manera se acercaba a este.

“—No sé, Steve. No sé cómo hacerlo, no sé cómo hacerlo sin ti. — comenzó, dejando de tocar—Te necesito, pero no sé cómo tenerte de vuelta, Peter te necesita también, siento que les falle a ambos. —Dijo, sintiendo cómo sus ojos se aguaban, más por impotencia y coraje que otra cosa. —Y encima tengo que lidiar con mis estúpidos celos de esto—Se puso de pie, avanzando al límite del espejo, viendo al otro de frente. —Es lo que te mereces, debo admitirlo. “

—Tony, ¿Cierto? Necesito que me digas que está pasando, quien eres, porque sólo yo te puedo ver, ¿De dónde vienes?

“El castaño soltó una risa dolorosa, rascándose la nuca—Ni siquiera puedes recordarme, ¿Y porque lo harías? La última vez que nos vimos no fue genial. —Tony colocó su mano contra el cristal—Soy tu esposo, Steve, soy el padre de tu hijo, soy tu compañero de armas, soy Tony Stark… soy iron man, y tú el estúpido adorno de museo al que amo y con el que me case.”

—No entiendo, eso… no entiendo cómo puede ser posible, ayer por la tarde, lleve a los chicos a la escuela, estuve en entrenamiento con reclutas todo el día, jugué con mis hijos, cene con Peggy en ese restaurante que le gusta, y bailamos hasta regresar a la casa… y hoy, hoy apareciste y no te puedo borrar… En toda mi vida nunca te he visto.

“—Eso no es cierto, nos vimos apenas hace 18 horas, y luego…—Tony golpeó el cristal cerrando los ojos—No tengo mucho tiempo, Steve, intenta recordarme, intenta volver a mí, esto es una trampa, de él, de Red Skull intenta...—Se cortó al hacerse para atrás, y entonces su apariencia cambió, teniendo puesta una armadura roja con dorado. “

Steve miró su rostro antes que la armadura callera y entonces, la imagen se desvaneció, y de nuevo sólo pudo ver su reflejo.

 

—¿Steve? —La dulce voz de María, lo sacó de su concentración en el espejo, se giró, topándose con la hermosa mujer de Howard Stark, quien le sonrió de esa manera única y dulce, que sólo ella sabía proyectar. —Perdona mi tardanza, pero no los esperábamos a ti y a Peggy hasta más tarde, la cena aún no está lista, y Howard apenas viene para acá. —Explicó la mujer.

—Está bien, no, no vine por lo de la cena—Se sentó de nuevo en el sofá, sentía que en cualquier momento se iba desmayar.

—Quiere decir que algo va mal… ¿Tiene que ver con SHIELD? —Le cuestionó la mujer, sentándose a su lado, tocándole la frente.

—No, no… al menos no lo creo. —Se recargó en el sofá—Todo estaba bien anoche, y ahora…

—¿Ahora?

—Son estas voces María, estás voces que no puedo sacar de mi cabeza.

La mujer frunció ligeramente el ceño, preocupada, pero al mismo tiempo, sin comprender mucho de lo que su amigo expresaba.

—Steve, no entiendo.

—¡Ni yo! —Exclamó, poniéndose de pie con cierta violencia. —No sé lo que ocurre, todo empezó esta mañana, con esa voz, y luego… luego todo empeoró, fueron visiones, ellos me hablan, me hablan y no se quiénes son—Miró a María directo—Y sé que sueno como un loco, pero las ansias me están superando María.

—Steve, sólo cálmate—La señora de Stark, le colocó las manos con cuidado en los ante brazos—Respira y cálmate, respira, piensa que sea lo que está pasando no es real, todo está en tu cabeza. —Lo fue sentado despacio en el sofá. —toma otro vaso de agua. —María le sirvió de la jarra que había dejado la muchacha, y le pasó el vaso lentamente. —Bebe…—Le indicó.

 

—Yo buscando la manera de llegar tarde y tú me haces esto, amigo—Howard entró, quitándose el saco, para dejarlo en un perchero, quedándose quieto al ver las facciones de su esposa y el militar. —¿Quién se murió? —Steve sólo agachó la vista. —Esperen, no se murió nadie, ¿Verdad?

—No, Howard—Le contestó la mujer —Steve, tiene que hablarte de algo.

—Soy todo oídos, ya lo sabe Capitán —Le dijo sentándose frente a él, apoyando los codos en sus rodillas, con gesto relajado pero masculino y elegante.

 

Steve comenzó a relatarle todo, desde las voces, los hermosos ojos llenos de fuego, la imagen del hombre en la tienda, la del chico en su retrovisor, con pena relató la escena en el baño, y luego la final en la sala de la mansión Stark.

—Su nombre es Anthony Stark… Tony Stark, por eso pensé que quizá… él dijo que era una trampa de Red Skull, pero se supone que él está muerto, entonces no sé lo que pasó, deben creer que estoy loco, yo lo pienso…—Se paró al ver que María se paraba confusa, sujetando su estómago. —…lo siento si dije algo que les molestó. —Howard suspiró tomando la mano de María, mirando luego a Steve.

—Los habíamos invitado a ti y a Peggy para contarles que… María está embarazada, de un pequeño Stark.

—Planeamos ponerle Natasha si es niña, o… Anthony, si es niño—Completó la mujer, con un gesto sorprendido, y es que la coincidencia en un caso tan extraño, la hacía palidecer, por lo que Howard hizo que volviera a sentarse.

—Tenemos que ir a SHIELD, creo que es algo que no hay que tomarse a la ligera. —Pronunció Howard. —María quédate aquí, llamaré a unos agentes que cuiden la casa, Steve… tú y yo vamos.

Steve asintió, sabiendo que podía confiar en Howard, por lo que le siguió hasta el auto, dónde este piso el acelerador a fondo.

—¿A quién más le contaste de esto? —Le preguntó mientras conducía.

—A nadie, aunque los chicos del escuadrón en especial Bucky, debieron sospechar que algo me pasaba—Respondió, viendo al frente, esperando que eso tuviera una respuesta no tan mala, que aquello no fuera a terminar peor de lo que imaginaba.

Cuando llegaron a las instalaciones, Howard lo hizo entrar a una de las cámaras de estudio, le sujetaron con lazos a la camilla.

—Es solo para que no te muevas durante el proceso, que puede ser un tanto doloroso, vamos a ver que hay dentro de tu cabeza—Le dijo Stark, para intentar tranquilizarlo.

Lo llevaron a un cuarto blanco e inmaculado, dónde Howard le indicó que esperará, que llamaría a un especialista.

No podía negar que se sentía nervioso, se sentía cómo aquella vez que entró a la máquina para convertirse en el súper soldado, su vida había sido muy caótica desde entonces, casi pierde a su amigo en aquel accidente de tren, y por un momento pensó que su vida iba a acabar al estrellar aquel avión, pero logró salir en el último momento, después de allí, todo había mejorado, no sin claro algunas dificultades, pero mejorado al final.

Cerró los ojos, mirando todo a su alrededor, y entonces allí estaba de nuevo.

“—Sal de allí, vuelve a mí, Steve— su facción era desesperada, tenía unas marcas de golpes en su rostro, y su voz temblaba— Necesitas salir de allí, por favor, mi amor—rogó”

Su voz y todo en conjunto lo hicieron sentirse terrible, cómo si algo se rompiera en su interior, cómo si no pudiera soportar el dolor reflejado en esos ojos que conocía podían ser muy apasionados, y llenos de fuego, de energía.

—Tony…—el nombre escapó de sus labios como si fuera un suspiro.

Entonces escuchó la puerta, y los pasos del que suponía era el especialista que Howard había mandado traer.

—Que tal… hër Capitán —La voz le erizó la piel. Giró lo que pudo la cabeza, topándose al mismo Red Skull, con su cráneo rojo y una sonrisa enorme. —No, no tranquilo—Dijo este con su acento marcado, cuando Steve comenzó a revolverse en la cama, pero no podía liberarse del agarre de las bandas, eran demasiado fuertes. —¿No le gusta su vida? Entonces ¿Por qué presta tanta atención a esas molestas… alucinaciones? —Le preguntó, preparando una inyección.

—¿Qué me hiciste? —Le espetó Steve con furia.

—Le di su vida soñada, espero…. Y me lo agradezca…—Fue lo último que dijo, antes de inyectarle, haciendo que Steve cayera en una neblina, dónde todo se puso borroso, escuchó las voces gritando, vio un rostro, el rostro de ese adolescente castaño, y luego de Tony, los vio intentando extender sus manos hacía él pero no podía tomarlas, quería… pero no alcanzaban, y estos se alejaban cada vez más…. Y más…

 

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado! Críticas comentarios, todo es bienvenido! :D


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