Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Cuánto cuesta olvidar? por Eiri_Shuichi

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

^-^ Fic dedicado a... nop, no voy a decir quien.

Espero les guste y cualquier comentario, queja, sujerencia, etc; sera bien recibido

 

Es de noche, el calor se encierra en las cuatro paredes de mi alcoba mientras siento un escalofrío recorrer mi espina dorsal, será más o menos el tercero del día.
Me levanto de la silla y, por consiguiente, me alejo del computador pues siento como mis ojos comienzan a arder tras ya más de cinco horas con esa luz, me estiro un poco intentando desentumir mis músculos aunque sin mucho éxito y me dirijo hacía la cocida del departamento que a estas horas esta totalmente oscuro; abro el frigorífico y con este se enciende una única luz que me deja ver cuan lleno de porquerías esta, tomo un jugo medianamente decente rogando al cielo porque aún este en buenas condiciones y bebo directamente del envase como de costumbre, mala por cierto.

Dejo todo tal y como lo encontré para regresar a mi recamara y encerrarme; colocó el pulsor de la pc y marco algunas canciones al azar, mi cuerpo pide a gritos un descanso de este trabajo que debo entregar en cinco días, parece mucho pero prefiero acabar con esto lo antes posible, Dios, aborrezco estos encargos. Dejo que mi cuerpo caiga sin cuidado sobre el colchón y poco a poco voy perdiendo conciencia con la música a todo volumen.
Escucho algo familiar pero no consigo identificar de que se trata hasta que, por alguna razón, despierto por completo y presto atención a la melodía y a la letra desconcertándome, ¿acaso aún esta ahí después de tanto tiempo?; aparentemente sí y eso me descoloca. Aún ahora me gusta, sí, a pesar de todo me parece una canción hermosa, lastima que me traiga recuerdos tan dolorosos; me acomodo correctamente y me dejo llevar por los recuerdos que reclaman mi mente aunque sea por cuatro minutos y es ahí donde encuentro tantas cosas que no se si me arrepiento.

Recuerdo a mi familia, cuando todos estábamos juntos y yo era feliz; que ridículo suena eso cuando se que a los siete años se rompió esa burbuja de cristal. Después de aquello en la casa comenzaron los problemas y no pude escapar en un buen tiempo, mientras tanto me refugiaba en fantasías infantiles y compartía mi inocencia con los que en aquel entonces eran mis amigos; me doy pena, ¿amigos?, ¿se puede llamar así a aquellos niños con los que jugabas en el colegio y con los que soñabas ser grande?... no lo se, pero a veces extraño mucho aquella época mientras mis ojos comienzan a humedecerse.

Cuando cumplí trece perdí para siempre a mi padre, murió dejándonos solos aunque yo igual sabía que él y mi madre iban camino al divorcio; nos mudamos y entré en un mutismo casi mortífero, no tenía deseos de hablar sobre nada con nadie, solo deseaba estar solo pensando en mi progenitor ahora difunto.

¿Cuánto tiempo viví de esa manera?; hasta que un día apareciste tú con tu sonrisa confiada y tu mirada hipnótica, me causaba gracia como te jactabas de ser tú mismo y tus supuestas cualidades cuando para mí no eras más que un punto más en el mundo. Sin dar explicaciones te acercaste y comenzaste a hablar esperando que yo te respondiera y no, tan solo te mire profundamente con toda la intención de alejarte y, estoy seguro lo ignoraste. A la siguiente ocasión simplemente te ignore mas persististe, igual que a la vez siguiente y la que le siguió y todas las que podías o parecías encontrarme.
Y así fue como, sin darme cuenta o desearlo, me fui acostumbrando a tu presencia, a tu voz, al aroma que emanabas, a tus expresiones y gestos que de vez en vez me robaban pequeñas sonrisas ante tus locuras; te empecé a querer.

Encontraste la manera de leer mis pensamientos, si me sentía triste lo sabías, si estaba enfermo igual, si me encontraba feliz eras el primero en darte cuenta; siempre eras tú quien podía hacer absolutamente todo.
Pasamos así dos años, mucho cada vez que lo pienso, cambiamos de instituto y tomamos nuestros respectivos caminos, pero tú me buscabas y yo era feliz por ello; me contabas lo que hacías, las personas que tratabas, las materias, tus profesores y, al año, acerca de tu primer trabajo.
A cada vez que nos veíamos yo notaba crecer algo en mi interior, algo tan grande que no sabía si podía o no con ello, algo que nacía con tu presencia y se alimentaba de tus sonrisas.

La madeja de mis sentimientos se iba enredando, mas era tanto mi deseo por estar a tu lado que no le daba importancia y lo dejaba siempre para después, hasta que una vez no pude más y, sin darte explicaciones, me eche a llorar como nunca antes lo había hecho. Saque todas las cosas que guardaba en esas delicadas lágrimas, cada una frágil y fría como el cristal incluso cuando me quemaban a su paso.
Me tomaste entre tus brazos en cuanto me aferraba a ti, como si solo tú fueras mi salvavidas en el mar de mis desgracias; me consolaste con tu sola presencia, con el tacto de tu mano viajando por mi cabeza y llegando a mi oído con pequeñas descargas eléctricas, con el sonido de tu respiración acompasada a tus latidos, con una esencia que me transmitías y que, finalmente, me dejo dormido y a ti expectante.

Desperté en tu casa, tus padres se encontraban de viaje como casi siempre y me habías llevado contigo llamando a mi madre y solicitando su autorización para que yo me quedara a dormir, el cual fue concedido. Solo me dirigí al sofá de la sala y me senté seguido por ti durante media hora…
 

“Necesitamos hablar” dijiste, “necesito decirte algo” y yo, como cada vez, te mire solamente, “quiero que sepas… que te quiero”, solo hubo silencio cuando cerraste tu boca y te sofoco “no de la manera que piensas sino… ah, ¿por qué tiene que ser todo tan difícil?, ¿no te das cuenta de lo que me provocas?; por amor de Dios, date cuenta como me tienes, prácticamente vivó para poder escucharte aunque sea una sola vez, para tener algo de ti, aunque sea pequeño e insignificante, eso es lo que más deseo en todo el mundo”; tu mirada esmeralda se volvió acuosa y fue tu turno de llorar desesperadamente.

Me acerque con labios temblorosos y te bese, apenas un suave contacto casi de ensueño y tus orbes se abrieron cruzándose con las mías “Te juro que he intentado olvidarte pero no puedo… te quiero demasiado”, me besaste de manera desesperada, aferrándote a una única esperanza; nos separamos apenas para recuperar el aliento y yo continuaba sin pronunciar palabra.
Observaste a detalle cada una de mis facciones con los nervios al borde de la locura tomándome una vez más buscando ese algo que faltaba en nuestro primer contacto; te respondí y aflojaste la fuerza hasta que la pasión creció y perdimos noción de nuestros límites.

Nos dirigimos a tu alcoba, querías que todo resultara inolvidable para mí, llegamos y colocaste mi cuerpo sobre la cama con toda delicadeza, como si temieras que al primer acto brusco me rompiera en mil pedazos. Comenzaste a besar cada centímetro de mi piel escasamente expuesta y la marcaste como tuya, desprendiste tus ropas presuroso y me permitiste verte tal cual eras.
Nuevamente te colocaste sobre mí y lentamente, sacando cada botón de su respectivo ojal, quitaste cualquier obstáculo en tu camino. Una nueva mirada y proseguiste con tu tarea; friccionaste nuestras pieles y borraste cualquier duda que pudiera haber tenido, te desee como jamás creí llegar a hacerlo, estar así resultaba una delicia y mi mente prometía más.
Viendo mi expresión supiste que estaba listo para comenzar, probaste el sabor de cada extensión de mi cuerpo y me dejaste a probar la del tuyo, me mostraste cada manera de amar que conocías y juntos hayamos nuevas que eran únicamente nuestras, que nos pertenecían.
Me tomaste como no creí que fuera posible y si en algún momento me sentí satisfecho fue ese, cuando supe que lo que más deseaba era estar contigo, sin que nada existiera de por medio excepto este sentimiento que te profesaba desde antes de saberlo y que ahora me hacía la persona más feliz. El miedo a perderte, el deseo de prolongar cada instante, el nudo en mi garganta por la excitación, mi piel erizada, la vista fija tan solo en ti, la sensación de que ya no existe nada más, que somos un mundo, un universo completo, el que fueras la mitad de ese mundo perfecto que yo vivía, los pensamientos nublados y, a la par, tan lucidos.
Entre los miles de besos repartidos me dijiste innumerables “te quiero”, eternos “te adoro” y maravillosos “te amo”; y yo aún en el reino del silencio. Terminamos tal y como había comenzado todo, frente a frente respirando apenas tras un último beso que lo dijo todo, precisamente aquellas cosas que yo no podía.

Paso así un año en que estuvimos juntos y creó que solo Dios sabe cuánto llegue a amarte hasta aquella tarde hace ya seis meses en que me dijiste que no podías más amar a alguien que no te correspondía y juro que sentí como mis ilusiones se venían abajo peor que nunca, ¿podías dudar de mi amor?
Fue el dolor de tu duda el que me hizo alejarme pues si por mi fuera estaríamos juntos ahora, yo aspirando esa atmósfera que solo tú creas a mi alrededor y que me hace saber que no necesito nada más que a ti.
Elegiste ese mismo día marcharte de mi lado y dejarme solo, después de tantos años juntos me abandonaste y, estúpidamente, no supe detenerte; incluso fui a buscarte al aeropuerto, tome tu mano y te mire suplicante, pero ya no querías hablar más así con este idioma que nos unía, diste media vuelta y te vi partir.

Escucho esa canción que, tiempo atrás, disfrutábamos durante horas juntos, sin duda alguna la has dejado en medio de tu prisa o como una trampa maligna para que te extrañe todavía más.
Más, de que calibre la estupidez que pienso, ¿cómo podría extrañarte más si ya el aire no llega a mis pulmones?, ¿cómo si ya no como ni bebo por solo pensar en ti?, ¿cómo si ahora soy esclavo del silencio y no él solo una parte de mí?, ¡cómo quieres que te extrañe más si eres mi único anhelo!, ¡cómo si te miro en la gente y aún así no encuentro tus ojos esmeralda!, ¡cómo si cada día sueño con que llames a la puerta y me sonrías como lo hacías tiempo atrás!, ¡cómo carajos quieres que te de más si me tienes todo completo: mi cuerpo, mi alma, mi mente, mis ilusiones, mi subconsciente!, ¡cómo si hasta en la última jodida célula de mi cuerpo llevo tatuado tu nombre!, ¡cómo si mi corazón se desgarra por tu ausencia!, ¡dime cómo para que lo haga!, ¡dime cómo para que sepas que no te olvido!, ¡DIME COMO Y TE APUESTO QUE YA LO HE HECHO PORQUE ERES EL TODO ABSOLUTO INCLUSO DE LO QUE NO EXISTE!... ¿cómo… si ya ni siquiera puedo llorar?

¿Aún dudas de mi amor?, yo dudo de mi mismo, dudo un día no despertar y en medio de mi desesperación no tomar un cuchillo y cortarme las venas; se ha terminado, cuatro minutos de constante tormento y tu imagen todavía no desaparece. Cierro mis parpados y solo me queda dormir, rogar a ese Dios omnipotente que te haga ver como cada una de mis acciones es mi manera de decir “Te amo” y, que algún día comprendas mi manera de actuar, de haberlo sabido te habría explicado hace mucho el por qué de mi mudez auto impuesta.

Por una promesa rota; porque un día mi padre juro estar a mi lado siempre y, al siguiente, se marcho sin decir adiós dejándome con una promesa rota, igual que mi corazón. Me obligue entonces a no hablar nunca más para no poder mentirle a nadie y que no sufriera como yo y, heme aquí, sin la persona que amo, solo, como aquella vez, ahogándome en mi silencio y preguntándome quien es el egoísta e injusto aquí: ¿aquel que por sus temores no dijo aquello tan importante?, ¿o aquel que no supo ver en las acciones y detalles algo más importante que las palabras?...

 

 

 

 

 

 

 

 

FIN

 

 

 

Me he prometido q el proximo one shot original, tendra final feliz...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).