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Amor Yaoi
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FOOL por __cherryblossom__

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Notas del fanfic:

¡Hola!

¡He vuelto en gloria y majestad! Decidí volver a Amor Yaoi (antes con usuario de nombre: IAMNICOLE) porque no me siento cómoda en Wattpad, supongo que aunque aún no arreglen bien las ventanas emergentes que aparecen al clickear la página, no puedo reemplazarla.

Aclaro que aquí solamente subiré de mis OTPs de BIGBANG, como lo he puesto en mi información.

Notas del capitulo:

Esta será una mini historia -con no más de 3 capítulos- de mis bebés preciosos, GD&TOP. Aunque seguramente en las siguientes partes agregue BAERI más explícito.

Espero de corazón que les guste. ♥

1. Como un tonto

 

''Los mejores momentos llegan sin hacer tantos planes,

y las buenas personas aparecen en tu vida de manera casual y espontánea.

Creo en las coincidencias,

porque entre ellas te encontré a ti.’’

 

Seung Hyun pasó su mano con cansancio sobre sus negros cabellos luego de secarlos un poco con la pequeña toalla blanca. Acababa de salir de la ducha, y sentía que no podía tener más relajo que eso luego de un arduo día de trabajo. Gracias a Dios era día viernes y la oficina había cerrado más temprano de lo usual.

Pensó en salir a tomar algo con un par de sus colegas, pero la verdad es que la visita de su amigo era lo que le confundía. Llamó un par de veces a su número pero este no contestó. Caminó hasta la cocina para hacerse algo de comer mientras intentaba un par de veces más, pero nuevamente esa persona no le respondió.

La idea de que Ji Yong fuera de visita siempre le ponía de buen humor. Por lo general eran los viernes cuando el apuesto peliplateado iba en busca de un poco de aventura distinta a la que usualmente tenía. Porque sí, la amistad no era realmente una relación que ellos mantenía de hacía unos cinco meses, pero tampoco es como si tuvieran algún título en especial.

Eran simplemente… algo extraño.

—No, no iré esta noche. Estoy algo cansado, esta semana hubo mucho trabajo en la oficina. —Mintió, y es que sí hubo trabajo extra, pero no estaba realmente cansado para no asistir a la salida.

—Oh, vamos, Seung Hyun hyung. Es la primera vez que logramos sacar a Young Bae hyung a una fiesta, deberías estar presente para intentarlo emborrachar. ¿Recuerdas en la universidad?

El azabache rio a carcajadas.

—Lo recuerdo, Seung Ri. Pero es que de verdad estoy agotado. Aunque para la próxima aseguraré mi fuerte whisky solamente para él. Podremos convencerlo de nuevo para salir, y así quizás intentas una jugada… ya sabes.

El silencio momentáneo en la otra línea le hizo sonreír.

—No sé de qué hablas.

—Oh, claro que sabes. ¿O es que lo harás esta noche?

—¿Sabes hyung? Quizás deberías ir a verte. Mucho estrés laboral te está haciendo decir tonterías.

—Ambos sabemos que eso no es cierto, aunque créeme que he pensado en salirme de ese infierno.

La característica risa de su castaño amigo le indicó que quizá realmente no importaba que él supiera ya de su obvia atracción hacia Young Bae. Seung Ri confiaba mucho en él realmente.

—Bueno, debo irme ahora. Espero que lo pasen bien y no emborrachen demasiado al pobre Bae. La idea es que recuerde lo que pasó después contigo, ¿no?

El suspiro que oyó al segundo, lo esperó con seguridad.

—Adiós hyung.

Seung cortó la llamada y dispuso a pasar su tarde viendo unas cuantas películas.

Cuando conoció a Ji Yong fue bastante cliché, sinceramente. Típica fiesta con amigos, estaba despechado por su reciente relación rota -en esos tiempos- y lo único que quería era un desquite, algo que le hiciera sentir querido en su momento. Y entonces ahí apareció este hermoso hombre de finas facciones y el cabello platinado. Ji había llegado en el momento más preciso que pudo haber escogido, y desde ese instante que Seung Hyun agradecía tenerle en su vida. Ji Yong tenía el poder de hacerle olvidar todo a su alrededor.

Pero, para su buena o mala suerte, Ji Yong no era más que su compañero nocturno.

Sabía cosas bastante básicas de él, como que era un par de años menor, su vino favorito o su peculiar forma de ser. Pero no lo que le gustaría saber realmente. No era suficiente.

Apoyó los brazos tras su cabeza en el respaldo del sillón cuando el timbre de su puerta sonó. Con pereza se levantó a abrir, sin embargo su cansancio de repente se le fue arrebatado.

—¿Tú…? ¿A esta hora?

Ji Yong rodó los ojos con hastío.

—¿Esperabas a alguien más? Me iré entonces.

—¡No! —Dijo Seung, sonando casi suplicante. Ji sonrió con orgullo personal, ni siquiera se había movido un milímetro. —Digo… Sabes que no espero a nadie más. Ven, pasa.

El platinado entró dando unos cuantos pasos. Se sacó el abrigo que llevaba y lo colgó en el perchero que tenía Seung Hyun tras su puerta. La misma rutina de siempre, pero más temprano esta vez.

—Entonces, ¿qué te trae por acá, Ji?

—¿Es en serio? Bueno —exclamó tomando asiento —, vengo a tomar un par de copas de vino y a darle unos cuantos mordiscos a alguna de tus almohadas. Lo que hacemos todos los viernes, Seung, no sé para qué me preguntas tonterías.

El azabache sonrió con excitación. De alguna manera Ji Yong siempre le ponía cuando se molestaba con sus preguntas estúpidas. Algo bastante habitual, la verdad.

—No compré vino esta semana y sé que no te gusta la cerveza, así que ni se me ha ocurrido ofrecerte. ¿Qué hacemos?

El peliplateado elevó los hombros.

—No me importaría ir directamente a la cama.

Seung le miró e indicó con la cabeza que fueran a la habitación, muy sonriente aún.


—M-me encanta que hagas eso…

Ji Yong sonrió con sus ojos cerrados mientras subía y bajaba apoyándose en el torso de Seung.

—¿Qué de todas las cosas?

—Todo… Pero tenerte arriba me hace apreciarte mejor.

El menor no respondió, siguiendo con lo suyo. Seung acabó dentro del preservativo a los pocos segundos que el platinado, quedando agotados. Habían pasado muchas horas desde la llegada de Ji, sin saber con exactitud cuántas, pero la noche ya se dejaba ver y con ella las luces de las casas y departamentos vecinos.

Ji Yong se estiró luego de asearse en el baño y comenzó a vestirse a la vista del mayor.

—Me voy. —Anunció al terminar.

El azabache suspiró con fuerza. Ji siempre hacía lo mismo: Llegaba, pasaban horas teniendo sexo y luego simplemente se iba.

—Quédate esta noche, ya es muy tarde. —Sugirió. —No nos hemos visto en toda la semana, podrías quedarte para recompensarlo.

—Jamás me he quedado. Y ya basta Seung, pareces una mujer. Tienes muy claro que no estamos en una relación sentimental, así que deja de esperanzarte porque no sucederá.

Seung se frustró. Claramente no estaban en ningún tipo de relación de pareja, él lo sabía. Ni siquiera se besaban en los labios cuando se saludaban, despedían o durante el sexo. Eso no era normal, o por lo menos no para una pareja.

Tragó con dificultad antes de responderle.

—Lo sé, Ji. Como también sé que no buscas nada serio, por lo menos con hombres.

—Sí… Sí, ¿sabes? Es exactamente eso. Con los hombres… disfruto, demasiado. Pero con las mujeres es diferente. A ellas hay que adorarlas de maneras distintas. Realmente espero que entiendas si es que quieres que esto siga pasando, sino tendremos que dejar las cosas hasta algún punto y no volver a vernos más.

Seung se puso de pie y fue hasta el baño para darse una ducha. Le molestaba en demasía la actitud de Ji Yong, así que por ahora prefería ignorarlo y dejarle pensar un poco en las tonterías que decía. Porque no, no apoyaba para nada sus pensamientos. Él también era bisexual, pero a diferencia del peliplateado no tenía sus mismos ideales. Una persona, ya sea hombre o mujer, merecía amor de igual forma, porque era normal, natural.

Cuando salió de la ducha no vio al menor. Suspiró con cansancio. Imaginó que este se había molestado e ido.

Como simple distracción usó el desorden de su departamento y música fuerte. Limpiar se le daba bien.


—Entonces, ¿qué hiciste el fin de semana, hyung?

Seung Ri era su compañero más cercano en la oficina. Al principio se habían llevado bastante mal en la universidad donde se conocieron, incluso en una oportunidad los golpes fueron los que terminaron con la discusión, pero luego, en una junta de estudio donde todos estaban obligados a asistir, de alguna manera ambos terminaron ebrios y riéndose de todo. Desde ahí que eran inseparables.

Seung tomó asiento y escribió la contraseña de su sesión en el computador.

—Nada realmente…

El castaño rodó los ojos mientras sacaba un papel de la impresora.

—Vale, vale, lo capto. Pasaste tus días con Ji Yong, ¿no?

Seung frunció un poco en ceño con molestia y suspiró.

—¿Es que sabes? Me molesta su actitud, jamás se ha quedado a dormir, me trata como si fuera cualquier cosa después de acostarnos y luego se va. ¿Qué pretende?

—Nada, hyung. Exactamente eso.

—¿Qué?

Seung Ri se acomodó en la silla y le miró.

—Ji Yong es de estas personas que no les interesa nada amoroso. Pero fiestas, tragos y sexo tiene por montón, ¿no?

Seung le observó de reojo.

—¿Cómo sabes?

—Bueno, porque en mis tiempos de secundaria yo era igual. Y como me lo has descrito por tanto tiempo, tiene las mismas características mías en ese entonces.

—Quizá ustedes se lleven mejor.

Seung Ri rio.

—No te pongas celoso, hombre, que ni siquiera me interesa conocerlo, y yo creo que pasaría todo lo contrario. Sabes que los opuestos se atraen, ¿no? Vale, eso es lo que pasa con ustedes.

—No sé, Ri…

—¿Te doy un buen consejo para saber si realmente le gustas? Porque es obvio que a ti te encanta. —Seung se tomó su tiempo, pero terminó asintiendo. —Sal con otras personas, especialmente con chicas.

El azabache mordió su labio inferior. Después de haber conocido a Ji él también había cambiado, y para mal. Ya no salía demasiado con sus amigos por querer verle, así que se había dejado distanciar un poco.

Para ser sincero, la idea de Seung Ri era bastante buena. Y si buscaba algo más sólido con Ji Yong, entonces eran medidas que quizá tenía que tomar.

—Puede ser…

—Mira, seguramente no lo has notado, pero Sojin y Minah están detrás de ti de hace un tiempo bastante largo.

Claro que Seung ya lo sabía. Sojin era la secretaria del jefe, así que todos la conocían tanto por su oficio como por su peculiar forma de coquetear, nada discreta. Y Minah, de ella realmente no se lo esperaba, pero tampoco le sorprendía demasiado. Minah había sido demasiado atenta con él cuando llegó y los días posteriores. Era una chica dulce.

—¿Dices entonces que debería hacer como si realmente me interesara salir con alguna para darle celos a Ji Yong?

—Estoy diciéndote que intentes darle celos. Intentarlo. No sé, menciónale que saldrás con alguien o algo parecido. Sino, y esto lo digo como último recurso, usa la compañía de alguna para olvidarte de él…

—En todo sentido eso es malo, Ri.

—Por eso te lo aconsejo como última opción.

Seung pasó los dedos por sus azabaches cabellos. No estaba seguro de poder hacer eso, pero intentándolo quizá nada perdía.


La semana había sido más agotadora de lo usual, así que apenas pudo tener tiempo para invitar a salir a Sojin o Minah. Y es que para ser realmente sincero, no estaba convencido de hacerlo. Podría lastimar los sentimientos de alguna de ellas, y no era lo que esperaba que sucediera. Seung no era de esa manera, así que dejó pasar el fin de semana para pensarlo un poco mejor.

—Estoy agotado. —Comentó luego de sentarse a un lado del ahora pelirrojo que recién había llegado.

—¿Estás bien como para hacer un poco de ejercicio luego? —Preguntó Ji Yong. Seung forzó su mandíbula un poco mirando hacia su botella de cerveza.

Ji Yong, siempre pensando en nada más que sexo.

—No creerás que te tendría aquí durmiendo todo el día, ¿no?

Y él, como un seguidor, siempre siguiéndole el juego.

El pelirrojo sonrió. Seung pensó que jamás podría ver otra sonrisa que le llenara tanto.

Cuando se hallaban en la cama, Seung sentía que disfrutaba más que Ji Yong. Él, aparte de sentir el placer de hacer a una persona como Ji Yong llegar al orgasmo, le estudiaba cada centímetro y sentido. Seung desde el trimestre de la peculiar relación que se dedicó a buscarle los puntos más sensibles para hacerlo sentir lo mejor posible. Y hasta ahora, jamás se había cuestionado el porqué. Pero la respuesta a esas alturas se le hacía más clara que nunca. No quería que Ji Yong se aburriera de él y lo dejara.

Besó su blanco cuello cuando lo tuvo acorralado contra la pared, sumiso a él. Ji Yong se había vuelto de alguna manera una droga que necesitaba todos los fines de semana, y besarlo por el cuerpo era solo una parte de toda su dosis. Pasó sus grandes manos bajo la camiseta holgada del contrario en busca de su plano abdomen para juntarlo más a su cuerpo, mientras tanto sentía los dedos de Ji Yong enredarse entre sus cabellos. Adoraba eso.

Ji Yong soltó un gemido a centímetros de los labios de Seung, haciéndole ansiar con impaciencia probar esos finos labios. Sin embargo, el mayor había fallado demasiadas veces en sus intentos como para saber que hacerlo otra vez sería indigno hasta para él. De repente, sintió la fricción obvia que Ji Yong hacía entre sus cubiertos miembros. Seung sabía que esa era la señal del menor que daba una bienvenida a la desnudez, y obviamente la otorgó para su deleite.

Seung en esos meses había dejado en más de una ocasión marcas en el cuerpo de Ji Yong. Pensó que por medio de esas señales este podría entender que lo quería solo para él, pero obviamente el menor no había captado el mensaje, o no se lo había tomado como esperaba. Bajó el cierre del pantalón y se lo quitó en un dos por tres, haciendo lo mismo con sus propias prendas.

La preparación que usaban era bastante básica: vaselina untada en tres dedos, y luego el preservativo. Pero Seung esa noche estaba dispuesto a intentar otra cosa para que Ji Yong pudiese comprender el grado de intimidad que sentía ya con él. Así que, lo apegó suavemente mirando a la pared y luego subió una de sus largas y blancas piernas a la mesita de noche que estaba a su lado. Delineó con sensualidad la espalda del pelirrojo, descendiendo hasta quedar arrodillado frente a sus redondeadas nalgas.

Ji Yong mordió su labio inferior y apoyó su frente contra la pared cuando sintió los labios de Seung rozarle la piel. Seguramente jamás le diría que encantaba cuando el azabache hacía eso, por simple y estúpido orgullo más que nada, pero sí, vaya que lo disfrutaba. Un pequeño respingo inconsciente le hizo hacer la lengua de Seung entre sus glúteos. Jamás alguien había hecho eso con él, jamás nadie había tocado esa parte tan sensible de su cuerpo con la lengua. Gimió sin retener la sensación. Era extraño pero muy placentero. Le hacía contraer la entrada con impaciencia al sentirse vacío. Y ahí se dio cuenta de la costumbre que se le había hecho el sentir a Seung dentro de él.

El mayor tomó con sus grandes manos los glúteos de Ji Yong y los abrió un poco más, frotando su lengua con el inicio de la separación íntima del pelirrojo. La contracción de su entrada solamente le hacía querer introducirse más. Le incitaba.

Luego de lubricarlo no dejó que este dejara aquella posición, así que, se puso de pie tras él y tomó su pierna que yacía en la mesita de noche para elevarla un poco más, tomándola con su brazo. Seung conocía bastante ya a Ji Yong, así que sabía que era muy flexible en cuanto a posiciones se refería. Mordió el blanco hombro mientras acomodaba su miembro antes cubierto con el preservativo entre las paredes del pelirrojo, y luego le penetró con profundidad.

Las estocadas siempre comenzaban con lentitud. Seung no buscaba dañar a Ji Yong en ningún sentido, así que tenía cuidado con eso. Sin embargo, esta vez no se contuvo al oírle gemir su nombre. El mayor restregó con impaciencia su sudoroso torso en la espalda de Ji Yong producto de la íntima unión mientras en el cuarto resonaban los gemidos de ambos y el choque de pieles.

Ji Yong buscó la cabeza de Seung para que le besara el cuello y tiró su trasero más atrás para sentir su gran miembro por completo. Ji Yong estaba perdiendo la cordura, y por primera vez comenzaba a demostrarlo.

Las embestidas eran fuertes y certeras. Seung ya conocía los puntos de Ji Yong, así que no le era un problema encontrar su sitio más sensible. El pelinegro elevó su mano desocupada en busca de la de Ji Yong y entrelazó sus dedos sin detener su cadera. El miembro de Ji Yong chocaba con la pared, masturbándole en los movimientos.

El orgasmo siempre se disfruta con el buen sexo, y Seung junto a Ji Yong siempre tenían buen sexo. El primero en acabar fue Seung esta vez, hundiéndose con ganas entre la estrecha cavidad del menor, mientras este se dejaba ir manchando la pared con su esencia, dejando caer su cabeza en el hombro del contrario.

 

Jamás faltaba el cigarro en los labios de Ji Yong luego de terminar el acto. Seung debía dejar las ventanas abiertas todo el sábado y domingo por ello, pero no le molestaba, porque lo hacía Ji Yong.

—Quizá el próximo viernes esté ocupado, Ji Yong.

El pelirrojo le miró.

—Vale, no vendré.

—No es que no quiera… Es que tendré una cita, entonces no tiene sentido que vengas y no haya nadie.

Seung se comenzó a poner nervioso de repente. Su plan estaba comenzando, esperaba que Ji Yong sintiera por lo menos un poco de celos.

—¿Tendrás una cita?

El pelinegro sonrió. Si le preguntaba era porque le interesaba, ¿no?

—Sí, con alguien de mi oficina.

Ji Yong asintió.

—Haberlo dicho antes. ¿Quieres terminar con esto? Creo que eres de los que respeta las relaciones.

Seung entonces sintió pánico, se sentía como si Ji Yong le estuviera diciendo indirectamente que quería terminar las cosas. Se supone que debería decirle que sí… Pero no podía.

 —Em… No, por ahora no. Respeto mis relaciones, pero aún no sé si vayan a funcionar las cosas con ella.

—¿Es mujer? Entonces Seung, deberías respetarla.

—Lo hago.

—Si sigues acostándote conmigo mientras sales con ella no hay mucho respeto. ¿Qué harás si se entera?

—Nada, no es nadie aún para mí, no es mi novia, no le debo explicaciones.

—Pero quizá en un futuro lo serán.

—¿Y si no?

Ji Yong rio.

—Es decisión tuya de todas maneras. Piénsalo. Nos vemos cuando estés libre y quizá quieras hablar.

Seung frunció el ceño, molesto. ¿Por qué tendría que pensarlo? Con Ji Yong nada tenía que pensar. Él no quería terminar las cosas con él, lo que sea que tuviera no quería que nunca más pasara. Lo necesitaba.

Se puso de pie para darse una ducha con agua helada. Debía refrescarse.


El sábado en la tarde le visitó Seung Ri con Daesung. Daesung era su mejor amigo de la infancia que había llegado de Japón. El rubio, quien era menor que Seung pero mayor que Seung Ri, era un famoso cantante allá, pero a pesar de eso, se daba el tiempo de vez en cuando de ir a verle. Seung Ri y Daesung se llevaban bien a pesar de no ser mejores amigos como lo era cada uno por sí solos con Seung Hyun, pero tenían en común la lengua japonesa, así que cuando querían molestar a Seung, siempre hablaban en ese idioma frente a él. Seung Ri había aprendido japonés por unos parientes cercanos.

El último en llegar había sido Seung Ri, el cual apenas llegó le consultó sobre su plan. Seung había tenido que explicarle a Daesung todo el asunto antes de responderle.

—¿Entonces lo harás, hyung? —Preguntó el castaño. —¿A cuál elegirás?

—Ay este niño. No es como si las dos murieran por mí, ¿sabes? Creo que a Minah le rompería el corazón si no llegase a funcionar.

—¿Y Sojin? Sojin también es mujer y sensible, hyung.

—Últimamente me siento como un ogro insensible cuando se refieren a ellas de esa manera. Sé que también es mujer, Seung Ri, pero creo que ella estará más acostumbrada en ir por allá con hombres, ¿no?

Seung Ri asintió.

Todos sabían que Sojin cambiaba de hombre siempre que quería o se aburría de alguno. Aunque le daba algo de temor que fuera con él diferente.

—¿Y cómo es ese tal Ji Yong? —Seung frunció el ceño ante la pregunta de Daesung. —Me refiero a su rostro. Debe ser muy lindo como para que te hayas quedado pillado en él, hyung.

Seung Hyun asintió. Ji Yong era hermoso.

El pelinegro sacó su teléfono y fue al contacto de Ji Yong, ahí él tenía su foto de perfil, y se la mostró a su amigo. Seung Ri ya lo conocía, pero miró la foto de todas maneras.

Daesung quedó mirando la foto harto rato.

—No lo mires mucho, podría gastarse. —Dijo el mayor quitándole el celular.

El rubio rio.

—Estás loco. Pero hyung, he encontrado algo extraño…

—¿Qué cosa?

—Ji Yong tiene un parecido a Minah.

Seung frunció el ceño. Daesung había visto a Minah por el celular de Seung Ri, este la tenía agregada a Facebook, así que se la mostró. Lo mismo pasó con Sojin.

 —¡Lo mismo creo yo! —Exclamó el menor.

—Jamás me lo habías dicho, Seung Ri.

—No, pero lo pensé, hyung.

—Vale, yo no lo creo. —Dijo Seung.

—¿Qué? ¿Es en serio? O sea, hyung, tampoco decimos que son iguales, pero tienen un parecido.

—¿A qué quieren llegar con esto?

Daesung y Seung Ri se miraron.

—Si lo piensas bien, hyung, Minah tiene un par de rasgos de Ji Yong y Sojin tiene una personalidad parecida a él, o quizá estilo de vida. —Explicó el castaño.

Seung frunció el ceño. ¿Era en serio?

—Pensé que me estaban tomando el pelo.

—No hyung, ellas son las combinaciones perfectas de Ji Yong.

—Ji Yong es único.

Seung Ri rodó los ojos.

—Vale, nuestro punto es que podrías salir con ambas, y apartar a la que te recuerde más a Ji Yong.

—¿Por qué?

—Porque no querrás que él, cuando se entere, se dé cuenta de que estás saliendo con alguien parecido a él, sino se le subirá más el ego.

—En ese caso descartaría de inmediato a Minah. No creo que Ji se quiera dar el tiempo de conocerlas, se supone que él no es nada mío, románticamente hablando.

—No descartes nada, hyung, nadie sabe las vueltas que da la vida.

Seung no entendió lo que querían decir, tampoco es como si Ji Yong fuese a presentarse con su pareja en la cita, no tendría por qué. Además, él tampoco sabía a dónde iban a cenar.

Suspiró. Sus amigos estaban un poco locos.


Al final se había decidido por Sojin. La chica no era fácil de hacer sufrir, se notaba, así que supuso que al momento de romper con ella no sería tan difícil. Cuando la invitó, tal como lo creyó, ella no se hizo de rogar. Un rotundo sí con una sonrisa de oreja a oreja fue lo que recibió, y si no hubiera estado con carpetas en sus manos, estaba seguro que la mujer le habría abrazado.

Seung intercambió celular con ella y le dijo que escogiera un lugar para salir para la noche del viernes. Sojin sonrió feliz, al otro día ya tenía listo el panorama.

 

Seung no estaba emocionado, para ser sincero. La verdad es que todo lo hacía para darle celos a Ji Yong, pero no tenía señales de él desde el último viernes que habían pasado juntos. Por un momento se sintió retroceder en vez de avanzar.

El departamento de Sojin era más lujoso que el propio. Ella ganaba más, obviamente, aunque siempre iba de allá para acá con las cosas que pedía el jefe de la empresa. Jamás la veía desocupada, excepto en sus horas de almuerzo.

Cuando ella bajó, sorprendió un poco a Seung Hyun. Sojin siempre vestía hermosa y formal en la oficina, pero ahora era distinto, ella estaba vestida con algo mucho más elegante y sensual a lo de siempre. Se veía preciosa, aunque seguía sin ser comparación con Ji Yong a su punto de vista.

—Hola Seung.

Seung sonrió. Agradecía que ella tuviera su misma edad, así se tuteaban ambos.

—¿Cómo estás, Sojin? Te ves preciosa.

—Bien, gracias.

El auto de Seung Hyun era un Chevrolet Spark gris, uno económico y lindo. No era último modelo ni un deportivo, pero a Seung le bastaba, y suponía que Sojin le comprendía. Ella se sentó feliz en el lado del copiloto.

Seung no tenía idea del lugar, ella simplemente le fue diciendo en qué esquina doblar y ya, pero un par de cuadras antes de llegar, sospechó de un lugar que jamás habría imaginado volver a ir. O no por lo menos sin sus amigos.

La misma discoteca donde conoció a Ji Yong.

El lugar había sido remodelado un poco, según explicó Sojin. El área VIP ahora era más exclusiva que antes y habían expandido los tipos de tragos exóticos. Ella estaba realmente emocionada, Seung lo podía descifrar solamente con verle los ojos.

Entraron con facilidad. Sojin al parecer conocía a los guardias, a Seung no le sorprendió. Fueron a una de las mesas más exclusivas y se sentaron ambos solos.

Seung Hyun no sabía cómo actuar, para ser sincero. Con Ji Yong simplemente habían coqueteado y bailado un poco, casi nada, y luego se fueron a besar a los pasillos del baño. Jamás recordó cómo habían llegado al departamento del menor. Esa había sido la única vez que conoció su hogar. Pero ahora estaba con Sojin, una mujer, una persona completamente distinta a Ji Yong. Se sintió torpe por un momento.

—Siento que me has sacado tú al final, cuando fui yo el que te invité. —Expresó Seung.

Sojin rio, cruzando una de sus largas piernas sobre la otra, dejándole cada vez menos a la imaginación con aquel corto vestido.

—No te preocupes. Tengo muchos contactos acá, por eso quise traerte. El ambiente es agradable, ¿no?

Seung Hyun miró a la gente en el primer piso. No era un ambiente donde él estaría con una sonrisa de oreja a oreja, claramente. Él era más del tipo tranquilo, disfrutaba de una buena charla y unas cuantas copas de vino. Lo que siempre hacía antes de acostarse con Ji Yong.

Apretó la mandíbula.

Ahí iban sus pensamientos de nuevo a él. Siempre a él.

—Sí, se ve divertido. —Respondió, intentando ser lo más amable posible.

Sojin sonrió y le acarició la pierna con sus largas y finas uñas. Seung no sabía si estaba haciendo lo correcto, se suponía que todo lo hacía para darle celos a Ji Yong, pero él no estaba ahí, ¿entonces qué sacaba con corresponderle el coqueteo a ella?

—¡Oh! —Expresó la azabache, Seung la miró y luego se volteó en dirección donde ella estaba observando. —¡Es mi Ji Yongie!

Y entonces jamás pensó que su oxígeno podría irse tan rápido.

Ahí estaba el responsable de su insomnio semanal, de su adicción a los viernes y el que le hacía debatir consigo mismo más veces que incluso cuando debía elegir qué carrera estudiar para trabajarla toda su vida. Sus manos comenzaron a sudar y el corazón se le aceleró a mil.

Ji Yong abrazó a Sojin como si se conocieran desde siempre, aunque ahora no dudaba que fuera así, y ella le correspondió igual. Seung deseó convertirse en un verdadero topo para meterse bajo tierra y desaparecer.

Cuando Ji Yong giró hacia él, sintió su mirada lejana. ¿Iban a hacer como que no se conocían?

—Bueno —dijo Sojin —, este es mi precioso Ji Yongie. Nos conocimos acá hace unos cuantos años. —Seung apretó la mandíbula, pero elevó un poco sus labios para pasar desapercibido. No resultó. —Tranquilo, que solamente somos amigos. —El mayor tragó grueso por haber sido pillado.

Ji Yong sonrió y le estiró el brazo. Seung le miró a los ojos, hace rato no veía a Ji sonreír tanto.

—Un gusto, Seung Hyun. —Dijo el pelirrojo cuando el mayor le correspondió.

Sojin arrugó el entrecejo y miró a su amigo. Ji Yong sintió la mirada de confusión en el pelinegro también.

—¿Se conocen? —Preguntó la morena. —No te había dicho su nombre.

Ji Yong la miró y rio, inquietando más a Seung Hyun.

—Noona, lo acabas de hacer recién. ¿Ya estás ebria que no lo recuerdas?

—Oh, de verdad que no me acuerdo de habértelo dicho, Ji.

—¡Qué lo hiciste! ¿Cómo lo sabría entonces? No lo he visto jamás antes.

Ella sonrió.

—Vale, tienes razón, me tomé un par de vasos de whisky antes de venir. ¿Debería ir a cancelar el Martini que pedí?

—Sería bueno. —Respondió Ji Yong.

Sojin tomó su cartera y fue hacia el bar.

—¿Cómo es que conoces a Sojin? —Preguntó Seung Hyun a penas se quedaron solos.

—Debería preguntarte lo mismo, ¿no crees?

—Es la secretaria de mi jefe.

Ji Yong asintió. De alguna forma se sentía molesto. A penas Seung entró con Sojin que se había dado cuenta de la presencia de ambos, por ello no se sorprendió de que ella le llamara en cuanto le vio. Aunque tampoco es como si él se hubiera estado escondiendo tampoco.

—Es mi amiga de hace años, ya te lo dijo. Nos conocimos acá, fue novia del dueño de la discoteca por un tiempo, pero quedaron en muy buenos términos, así que él le dio pase libre de por vida. Tuvo suerte, supongo.

—¿Y por qué actúas como si no me conocieras frente a ella?

—¿Dices entonces que quieres que sepa que nos acostamos durante meses? Soy su amigo, Seung, si hubiera sabido que saldrías con ella, entonces yo mismo hubiera terminado lo que teníamos.

Seung se desesperó. ¿Qué? Ji Yong le había cortado, lo que sea que tenían lo estaba terminando. Habló de la extraña relación que mantenían en pasado, obviamente había entendido a qué se refería.

—No… Yo-

—Tranquilo, que no sabrá, no se lo diré.

Ji Yong no dejó que el mayor le replicara, decidió irse solamente, debía despejar su mente.

 

El resto de la noche transcurrió algo incómoda. Seung Hyun parecía perdido, como en un lapso mental del que Sojin ya se estaba cansando.

—¿Qué te pasa? Hace horas que te estoy hablando y pareciese que te importara más lo que hacen las personas abajo que de lo que pasa entre nosotros.

Seung le miró luego de varios minutos sin haber hecho contacto con sus ojos marrones. ¿De qué estaba hablando? No había nada entre ellos, ni siquiera un poco de placer sexual se podría palpar. Sojin estaba viendo cosas donde no la había, y ni siquiera podía concentrarse en lo que a ella le hacía pensar eso, por el simple hecho de ver a Ji Yong bailar tan apegado a otros chicos. ¿Cómo se supone que se concentraría así? No podía, era una misión imposible. Menos aun cuando Ji Yong horas atrás le había dicho que habían terminado lo suyo.

—Perdón, es que creo que me he mareado. —Mintió. —Cuando me emborracho suelo estar muy desconcentrado a mi entorno. Quizá debería ir a casa. —Sugirió.

Y ahí estaba de nuevo. Taladrándose mentalmente si lo que estaba haciendo era lo correcto. Echando a perder una oportunidad de oro para olvidarse de Ji Yong. No podía seguir con eso en vano. Sojin era amiga de Ji Yong, alguien que le acercaría quizás más a él, alguien que el pelirrojo no se le pasaría por la mente traicionar, ya se lo había dicho.

—¿Realmente quieres irte? ¿No deseas bailar un poco?

Él la miró.

—No creo que sea buena idea. Además, soy terrible en ello.

La azabache asintió algo decepcionada.

—Vale, no te retendré si es que no quieres, Seung Hyun.

—Perdón por haberte hecho salir de casa con alguien tan aburrido como yo. La verdad es que también pensé que iba a ser diferente, pero me equivoqué.

Ella asintió y sonrió por un momento.

—Eres dulcemente sincero, Seung, me gusta eso de ti. He entendido hace rato perfectamente que no tenemos química y que ni siquiera estás ebrio, pero aun así tú intentas decirlo de la forma más suave posible. Encantador.

Seung se sonrojó inesperadamente. No es que le gustara oírlo, de hecho le daba vergüenza. Tragó saliva con dificultad e hizo una reverencia de despedida.

—Nos vemos el lunes. —Anunció. Sojin asintió sonriente mientras tomaba de un solo sorbo su tercer Martini. Al final no lo había cancelado.

 

Seung Hyun bajó con dificultad las escaleras, y antes de irse, prefirió ir al baño. No quería ver por el momento a Ji Yong, pero tampoco podía manejar con mareo, así que se fue a despejar con un poco de agua helada. Como siempre, los baños de hombres no estaban tan llenos como los de las mujeres, que quedaban a un lado, así que con tranquilidad tomó un poco de aire y aclaró sus pensamientos.

Había sido un completo tonto por haberse dejado caer por alguien como Ji Yong. Él era un hombre liberal, que le aborrecían las relaciones, el estar atado a alguien era algo inaceptable, pero inevitablemente manipulador, y no para mal, sino que Ji Yong tenía esa esencia que hacía caer a cualquiera en sus redes. Ji Yong era como una droga, o una araña de rincón, que con solo una mordida podría dejar a la víctima en coma o sin muchas ilusiones de vivir como antes.

Y él ya estaba jodido, lo sabía.

Fue a su auto sin querer observar a su alrededor, no quería ver ni oír a nadie, estaba aburrido y cansado de todo. Haber invitado a Sojin había sido una mala idea desde el principio. Aunque por lo menos se dio cuenta temprano de su error.

Alcanzó a llegar a la esquina de la calle cuando aquel pelirrojo se cruzó por su camino, golpeando con las palmas de sus manos el capó. Seung frenó tan fuertemente que las ruedas de su auto hicieron un ruido desagradable, y estaba seguro que habían dejado marcas en la calle.

Amplió sus ojos y observó al menor con el ceño fruncido.

—¡¿Estás loco?! —Gritó saliendo del auto, pegando un portazo. Ji Yong le retenía la mirada con mucha rabia. —¿Qué pretendes, ah? ¿Morir?

—¡Quizás, no es asunto tuyo de todas maneras!

—¡Haz lo que quieras, Ji Yong, pero ya no me involucres! ¡No quiero ser el responsable si es que algo llegase a sucederte! ¡Haz hecho bastante ya, que lo sepas!

—¡Imposible! ¡Ya no puedo hacer algo sin que tú seas el puto responsable, ¿sabes?! ¡Porque ahora todo lo que hago, todo lo que toco se reduce a ti! ¡Eres un imbécil! —Gritó Ji Yong, empujándole.

—Estás ebrio. Basta.

Seung tomó de sus manos y lo detuvo.

—Llévame a casa… Por favor, solo llévame.

Seung no replicó de nuevo. Por primera vez en todos esos meses había visto a un Ji Yong vulnerable. Se veía tan débil, tan sumiso y frágil. No era el Ji Yong joven y salvaje de siempre, pero aun así a Seung Hyun le fue imposible resistirse.

El camino fue silencioso, ambos tenían cosas que decir, sin embargo no querían hablarlo ahí. Necesitaban pensarlo por un momento.

Seung estacionó y ambos bajaron como si de algo rutinario se tratase. Subieron al departamento del mayor y se acomodaron dejando sus chaquetas tiradas en el sillón, como nunca. El pelinegro fue a la cocina e hizo un poco de café para ambos. Necesitaban estar un poco sobrios para hablar, porque lo mejor que podrían hacer era eso. Ellos no podrían llegar y separarse así como así, los sentimientos de Seung Hyun por lo menos no lo merecían.

Dejó la taza de Ji Yong frente a él en la mesa de centro y lo esperó mientras tomaba de su taza también.

—No sé qué es lo que me pasa. —Comenzó el pelirrojo. —Yo… de repente me vi ansiando llegar a los viernes en la semana. —Seung amplió mucho sus ojos, mirándole. —No quería, pero no podía evitar sentir hormigueos al mirar la estación de metro que me da con tu departamento. ¿Cómo puedo dejar de sentirlo? ¿No te pasa lo mismo, Seung Hyun? Intentas ser un completo imbécil para que a la otra persona no le ocurra, para que no sienta lo mismo, pero siendo así percibes que le hieres cuando en realidad deseas protegerle de ti… —Los ojos de Ji Yong estaban húmedos. No lloraban, pero pedían a gritos hacerlo. —Perdón por sentirme solo cuando no estoy contigo, intenté alejarme lo más posible para no ansiar tu presencia. Perdóname por jamás probar de tus labios, temí enviciarme con el sabor de ellos, tal como lo estoy con tu voz. Perdóname por sentir celos al verte con otras personas, traté de no enamorarme de ti, te juro que así fue, pero fallé en cada una de ellas, le fallé a mi corazón.

Seung Hyun no podía detener el galope de su corazón. Ji Yong se había declarado como jamás creyó posible.

—Eres un tonto, Ji Yong, un ridículo. —Seung se puso de pie ante la atenta mirada del menor. Estaba furioso. —Me dejas aquí cada vez que estamos juntos con pensamientos que me torturan hasta que vuelvo a tenerte en mis brazos. ¿Cómo crees que me siento yo? —El pelirrojo miró el suelo, sintiéndose horrible. —Se supone que serías alguien pasajero, alguien a quién no debería extrañar. Me fui acostumbrando a tus visitas los viernes, ¡era tan tortuoso cada minuto que tardabas a veces! Llenabas las horas de ese día, pero después te veía partir, a veces sin siquiera despedirte. Fui tantas veces a verte a tu casa, pero jamás me atreví a tocar tu puerta. ¿Y si me echa? Pensaba. ¿Qué pasa si lo encuentro con otra persona y armo una escena por alguien que no me pertenece en ningún maldito sentido de la palabra? Intentaba olvidarte los domingos con cualquier cosa que tuviera, a veces incluso me gané retos de mi jefe por llegar ebrio al trabajo. ¡Y ni hablar de mis amigos!

Ji Yong apretó la mandíbula con la sensación de ahogo que tenía en la garganta.

—Comprendo si es que ya no quieres volver a verme. No quería que llegara este día, pero alargué demasiado el tiempo. Fue mi culpa, lo siento mucho.

Seung se echó a reír. Apoyó sus manos en las caderas y miró al menor.

—¿Me quieres dejar incluso después de habernos declarado ambos? ¿En serio quieres que nunca más nos veamos aun sabiendo nuestros sentimientos mutuos? Vale, si es lo que quieres entonces vete, no te voy a detener, no más.

Seung fue a paso duro a su habitación y se encerró dando un portazo que de seguro había despertado a todo el edificio.

Ji Yong no sabía qué hacer. Se debatía entre esperar hasta que Seung volviera a salir de su habitación o irse y no molestarle más. Desde el principio supo que terminaría siendo una completa molestia para la vida de Seung Hyun. ¿Pero cómo hacía eso ahora? ¿En serio tendría el valor de dejarle y continuar por lados diferentes?

No, no podía.

Se quitó los zapatos luego de un par de horas y se encaminó al cuarto del mayor. Le vio recostado encima de la cama en posición fetal. Mordió su labio inferior ante su idea. ¿Seung Hyun se molestará? Tragó grueso y se subió lo más suavemente posible a la cama para quedar a su lado. Miró su ancha espalda con paciencia, estudiándole como nunca jamás se dio la oportunidad de hacerlo. Seung Hyun estaba completamente dormido, seguramente cansado del día que tuvo.

Elevó una de sus manos con lentitud, esperando no despertarle por nada del mundo, y le acarició hasta quedar abrazándole. Apoyó su frente justo bajo su cuello y se hundió en un profundo sueño, por primera vez, con el exquisito olor de Seung Hyun directamente emanando de su cuerpo.

 

Logró dormir muy poco, pero no se movió. En unos cuantos minutos amanecería, y aunque sea una primera y última vez, quería hacerlo a un lado de él. Seung se removió inquieto, dándose una media vuelta, quedando con el rostro frente a un despierto Ji Yong. El menor tragó grueso. La cara del pelinegro se veía tensa y molesta. ¿Estará incómodo? El pelirrojo pensó en alejarse un poco, pero cuando estuvo dispuesto a pararse, Seung Hyun abrazó su cintura con rapidez.

—No te vayas.

Ji Yong le miró a los ojos, pero el otro los mantenía cerrados aún. No respondió nada a su tono más grave de lo normal, no sentía que era correcto contradecirle ahora, iba a hacer todo lo que Seung Hyun quisiera.

Asintió y se dejó abrazar para estar más cerca. Y como estuvieran compartiendo pensamientos, ambos acariciaron sus narices con la contraria, en un silencioso beso esquimal.


Seung Hyun jamás pensó ver a Ji Yong dormido a su lado una mañana de sábado. A pesar de todo lo que había ocurrido, se sentía en el cielo. Elevó la mano que reposaba en la cintura contraria todavía, y acarició un poco de la espalda del menor.

Ji Yong abrió sus ojos con lentitud, sin moverse ni un poco. Seung Hyun tenía sus ojos cerrados pacíficamente. Así que, como un intruso, le admiró cada detalle. Sus cejas pobladas y masculinas, preciosas. Aquellas pestañas negras y gruesas que le hacía tener una mirada tan dulce como intimidante. Una perfilada nariz que era perfecta en todo sentido de la palabra. Y aquellos labios que tenían un grosor impecablemente maravilloso. No podía resistirse más. Porque, aunque sabía que caería en una de las peores adicciones de su vida, debía probarlas por lo menos una vez.

Besó a Seung Hyun, lentamente y con todo el amor que pudo.

Era tierno, nada comparado con los que daba regularmente. Unas punzadas en el estómago no le habían dejado en paz desde que el mayor le había pedido que no se fuera, y ahora estaban cada vez más fuertes. Seung Hyun creyó estar en un sueño, así que no abrió sus ojos, simplemente siguió al menor y le apretó un poco de la cintura, atrayéndolo más a su cuerpo.

Sus labios se abrieron como si estuvieran en sincronía, y se amoldaron a los contrarios tan perfectamente que sintieron miedo de repente.

Ji Yong subió sus manos y las pasó por el cuello de Seung Hyun, intentando profundizar cada vez más aquel primer ósculo que hacía mucho tiempo querían accionar. No era una lucha para saber de algún ganador, todo lo contrario, ambos estaban conociendo por primera vez el sabor del otro, disfrutándose.

Por falta de oxígeno se separaron, pero con lentitud, no queriendo dejarse ir realmente. Un pequeño ruido de sus labios, producto del beso, les hizo sonreír. Reposaron sus frentes juntas mientras daban un tranquilo suspiro.

—Esperé tanto por besarte, creí que nunca podría hacerlo. —Declaró Seung Hyun. Ji Yong sonrió con tristeza.

—Perdón, Seung. Fui un tonto.

—Sí, claro que lo fuiste.

Ji sonrió y golpeó levemente el hombro del mayor, fundiéndose en un nuevo beso un poco más apasionado que el anterior.

Notas finales:

¡Un beso y abrazo enorme a la distancia!

Muchas gracias por leer. ♥


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