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Like a real dream por Etsuko Sohma

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Notas del fanfic:

Este es un regalo que me hizo mi querida amiga Yume, quien me consiente escribiendo sobre las parejas que más me gustan y por las que le chillo que no encuentro nada. El DamiTim no fue la excepción.   

Lo estoy subiendo porque creo que debe de ser compartido. Ella está de acuerdo conmigo, porque sabe que me gustan mucho estos dos y porque ella no va a hacerlo nunca. 

 

La segunda parte de mi ff: El fantasma de un beso, está en proceso, solo quería mencionarlo. 

Desde que tenía uso de razón, incluso antes, había escuchado en incontables ocasiones una aseveración que en la actualidad considera, es un engaño. Una total falta de respeto, vamos, una grandísima mentira. 


Quien haya divulgado que los sueños no tienen ningún precio, que no importa qué tan complejos sean, que simplemente, soñar no cuesta nada, esa persona debió ser el embustero más grande de todos los tiempos. 


Por supuesto, soñar tiene siempre un precio. Durante los últimos meses él ha tenido que pagar un costo, por demás, elevado a cuenta de un simple y básico deseo. ¿O es qué anhelar ser querido por alguien es mucho pedir? Soñar con caminar de la mano de ese alguien, ser besado, acariciado, cuidado, ¿es demasiado? A él no se lo parecía y entonces no se podía explicar por qué motivo ha tenido que padecer esa clase de miseria.  


No cree que haya hecho algo malo, no es como que hubiese soñado con ser el amo del universo para tenerlos a todos a sus pies o ser el hombre más fuerte del mundo, tener súper poderes, en fin, esa clase de cosas podrían serle de ayuda en el ambiente en que se desenvuelve, lo gracioso es que no, su deseo fue meramente de primera necesidad. Consistía en conseguir que una persona lo amara. 


Simple. 


La cuestión es… la persona que su corazón eligió, no es de los que se enamoran. 


—¿Qué haces levantado tan temprano? Tt.  


Una voz profunda y cálida al mismo tiempo lo sacó de su espacio personal, un sitio alejado en su mente al que suele escaparse cuando tiene necesidad de pensar o de armar una estrategia. A simple vista, cualquiera hubiese dicho que la presencia de la otra persona no había logrado inmutarlo, pero, lo cierto es que, todos sus sentidos reaccionaron al sonido, como si su cuerpo hubiese estado esperando por un momento así desde ya bastante tiempo y ahora, al conseguirlo, se encontrara de fiesta. 


No se atrevió a decir nada, principalmente por miedo a evidenciar su nerviosismo. 


—¿Es posible que ni siquiera te hayas ido a dormir aún? 


Tim se encogió de hombros y aprovechó para tomar la barandilla del balcón con ambas manos, solo por si sus piernas decidían fallarle. 


—Ya que te saltas las rondas nocturnas, por lo menos deberías aprovechar para descansar. 


Le pareció vislumbrar un poco de reproche en el tono contrario, el cual debería haberlo apenado, pero no era el caso. 


—No me salté la vigilancia. Me prohibieron salir. 


Se defendió aun sin apartar la vista de la nada. 


—No veo cuál es la diferencia. 


Por el rabillo del ojo, Tim observó cómo su interlocutor se recargaba en la barandilla y lo miraba fijamente, haciendo que sus nervios se dispararan por completo. 


—Hay mucha diferencia Damian, pero no pienso discutirlo contigo. No en este momento en todo caso. 


Tim hizo ademán de alejarse del lugar, pero el fuerte agarre de la mano de Damian se lo impidió. Lo jaló de modo que quedaron no solo frente a frente, sino que además a mili centímetros el uno del otro. Sus ojos azul claro conectaron con la mirada oscura e intensa del contrario. 


—¿Por qué estás de mal humor? 


—No estoy de mal humor. 


Respondió secamente haciendo que sus ojos huyeran de la mirada de Damian e intentando escapar de su agarre, aunque fue en vano. En ocasiones como esa, odiaba sobre manera la increíble fuerza que poseía el contrario. 


—¿Qué te ocurre entonces? 


—¿Por qué fingir que te importa lo que me pasa? Ambos sabemos que únicamente te preocupas por ti. 


Se arrepintió de sus palabras en el momento en que las dijo, él sabía a la perfección que Damian tiene su propia manera de cuidar de los suyos, de aquellos a los que considera su familia. Pero ya era demasiado tarde, lo dicho, dicho estaba. 


Sintió como el agarre en su brazo cedió un poco, aprovechó para liberarse. Cuando logró dar un paso para alejarse, pensó que lo había conseguido, pero al instante siguiente volvió a sentir la presión en su brazo. 


—¿Por qué me odias tanto? 


Le sorprendió que la voz tosca que tanto le gustaba se hubiera ido de repente. 


—No, no… no te odio Damian. Simplemente no nos llevamos bien, eso es todo. 


No podía negar que, en algún momento del camino, no lo soportaba para nada. Su personalidad fría, arrogante, autosuficiente, despreciativa a veces. El modo en que siempre parecía salirse con la suya y conseguir lo que quería había terminado por desquiciarlo más de una vez, pero dado que Tim no era de las personas que se quedan con solo una parte de la historia, decidió tomarse el tiempo para observar más a fondo.  


Lo que encontró, lo dejó maravillado. 


Ciertamente Damian era frío, calculador, manipulador en cierto sentido, pero era así porque de esa manera fue educado. Para sobrevivir en un mundo lleno de asesinos a sangre fría tienes que ser el mejor asesino. Y sin duda alguna, el chico lo era, pese a ser tan joven. Sin embargo, también se había comprometido con el cometido de su padre, estaba dispuesto a proteger a su ciudad a cualquier precio y jamás se daba por vencido. Y estaba la parte esa con la que defendía a los miembros de su familia, con uñas y dientes, en especial cuando creía que nadie lo estaba viendo. 


Pero odiarlo, que lejos estaba Damian de conocer la verdad. 


La presión que el contrario ejercía en su brazo se hizo más fuerte hasta el punto de lastimarlo, pero no se quejó, silenciosamente aceptó el dolor como el castigo que merecía por tratar de herir los sentimientos de la persona de la que estaba enamorado. 


El silencio se estaba prolongando, podía escuchar como Damian trataba de controlar su ira, posiblemente para no romper cada uno de sus huesos. Tim se preparaba para recibir por lo menos una buena cantidad de insultos que venían luego de que él hacía o decía algo que molestara al contrario. 


Ese “estira y afloja” entre ellos era bastante familiar. En lugar de ello, Damián lo acercó más a él borrando la distancia que había conseguido crear unos instantes antes. Lo tomó por el mentón y le obligó a mirarlo a los ojos. 


—Dame, dame una razón para no acabar contigo Timothy Drake. 


Susurró de un modo cruel y despiadado. 


Solo que, ¿qué podía decirle? ¿Había al menos una razón convincente? La respuesta vino a su mente y sin darse cuenta se escapó de sus labios, que, para el momento, se habían convertido en una media luna en un vago intento de sonrisa. 


—No tengo ninguna, Damian. Así que puedes terminar conmigo ahora, mañana, dentro de una semana, un año o nunca. Tienes la facultad de hacerlo y yo no tengo intención de impedírtelo tampoco. 


La mano derecha de Damian cubrió su cuello al mismo tiempo que Tim vio cruzar una luz malvada en la mirada del menor. Cerró los ojos preparado para lo que tuviera que pasar. 


Recordó la conversación que tuviera en la mañana con Bruce Wayne en la que le prohibió salir a la calle porque veía en él, ganas de morir. “Estás saliendo a las calles a buscar tu muerte, no la justicia”. Y a pesar de que, en ese momento, se había enfadado mucho, ahora entendía a lo que se refería. Estaba tan molesto consigo mismo por haberse enamorado de alguien que no podría corresponderle ni en mil años que aprovechaba cualquier oportunidad para castigarse por ello. Odiaba tanto a la versión de sí mismo en la que se había convertido. 


Colocó su mano en el ante brazo de Damian cuando este hizo amago de soltarlo, siendo él esta vez quien aplicara suficiente fuerza para impedirle que se alejara. 


—Solo hazlo, Damian. Estoy preparado para morir. Incluso creo que morir por tus manos sería una buena forma. Adelante. 


—Por supuesto que voy a hacerlo. No puedo creer que te hayas convertido en esto. Mírate, no eres ni la mitad del Timothy fuerte, audaz e inteligente que conocí. Sentía que debía esforzarme el doble para superarte, eras un gran rival y ahora, ahora solo me das lastima. 


Con cada palabra que Damian pronunciaba, cerraba un poco más el puño con el que tenía cubierto su cuello. Sentía como el aire comenzaba a escasear en sus pulmones, se asustó, pero se mantuvo impasible. 


Sus ojos se abrieron con dificultad. Se encontró con la mirada furiosa de Damian, se había quitado el antifaz. 


—Tan apuesto. 


Susurró sin darse cuenta al mismo tiempo que sonreía al pensar que la última imagen que verían sus ojos era el rostro del hombre al que ama. 


Sin que él hubiese podido predecirlo o alcanzado a desearlo siquiera, sus labios se encontraron ocupados con los de Damian. Era un beso demandante, apasionado, como muy pocos antes había tenido. La boca del menor se acoplaba perfectamente a la suya, y pronto se descubrió ayudándose de sus manos para aferrarse al cuerpo contrario. Si esa era otra de las malas pasadas de su mente enferma, se estaba luciendo, pero por si y solo por si era real, lo aprovecharía al máximo. 


Damian no se quedó atrás, soltó su cuello y uso ambas manos para acariciarlo. Su cuerpo era más pequeño que el contrario y además las manos del menor eran tan grandes que le llevaba apenas un par de segundos en recorrerlo por completo. Tal vez era su imaginación, pero le pareció que más de una vez, el roce del chico se detuvo peligrosamente cerca del broche de sus pantalones, lo que lo encendió por completo. Se pegó más al cuerpo ajeno y lo besó con más fervor que antes, sin reservas, sin miramientos, sin miedos. Le ofreció su cuerpo y alma en ese simple contacto. Después de todo, ya le había ofrecido su vida. 


Se separaron dejando un hilo de saliva entre ellos. 


Tim no lo podía creer. Eso tenía que ser un sueño, pero era tan bueno que se dijo de inmediato que nunca había podido crear algo tan perfecto. 


Miró a Damian que lo miraba en silencio sin apartar las manos de su cintura, que era el lugar donde habían quedado al detener el beso. 


—¿Sigues pensando en morir?


Lo escuchó cuestionar con ese tono de auto-elevación que a veces logra sacarlo de quicio. En ese momento lo entendió, lo había abordado porque igual que Bruce, se había dado cuenta de su estado de ánimo. Lo estaba haciendo solo por lástima. 


—Pensaste que si me besabas me harías cambiar de opinión. ¿Crees que me interesa la muerte porque no tengo quien me bese o a quién llevarme a la cama? 


Quería molestarlo porque de pronto no soportó la idea de saber que le tenía lástima. Iba a pelear contra él si era necesario y ahora no se dejaría vencer.  


—No. Pensé que estabas caminando a la muerte porque piensas que yo no te amo. 


Palabras firmes, directas, sin titubeos, exactamente como Damian solía hacer sus comentarios. 


Se quedó mudo del asombro, se había esforzado por cubrir tanto sus sentimientos y tenía que ser exactamente él quien lo descubriera. 


—Debes estar de broma. Jamás moriría debido a ti. 


—No, no debido a mí, pero hace un momento, me entregaste tu vida, así que ahora puedo hacer lo que me plazca con ella. Puedo hacer lo que quiera contigo. 


También él había entendido el simbolismo en ese inmaduro acto. Por más que su intelecto fuese muy grande y que, lo había puesto a trabajar a mil por hora, no veía la manera de librarse de esa. Damian tenía ideas bastante radicales. 


—No cualquier cosa. Matarme Damian. Te la ofrecí para que me asesinaras. 


—¡¿En serio crees qué puedo asesinarte?! Por Dios, tt. No soy el monstruo que piensas que soy. Claro que a veces quiero golpear esa linda cara tuya simplemente porque no puedo parar de imaginarme besándote. La mayor parte del tiempo tengo que forzarme a plantearme destrozar tu cuerpo solo para suprimir las perversiones que planeo hacerte. Eres tan, tan… tan molesto y aun así no puedo soportar tenerte lejos.


No daba crédito a lo que escuchaba, eso ni en sus mejores sueños le había pasado. 


—Parecía, parecía que no me soportabas. 


Sus ojos se llenaron de lágrimas provocando que el rostro de Damian se difuminara. 


—Y no lo hacía, pero simplemente porque me costaba todo mi autocontrol no atacarte. Todo el tiempo estoy muriendo de ganas por tocarte, pero tenía que contenerme porque... 


—No es correcto, somos compañeros, somos familia, ambos somos hombres. 


Tim hizo eco de las palabras de Damian. 


—Exacto. 


—Pero aun así… 


—Me jodidamente enamoré de ti. 


Fue el turno de Damian de completar la frase de Tim. 


Ahora si las lágrimas cayeron por sus mejillas, eso no era real, no podía, no. 


—Sí. 


Asintió Tim, sintiéndose libre por primera vez en mucho tiempo. 


—Ven aquí, no llores. Detesto las lágrimas. 


—Solo porque no sabes cómo detenerlas. Es algo que está fuera de tu control, es por eso que no te gustan. 


—Estúpido sabelotodo. Crees que me conoces. 


Le reprochó con tono divertido y se acercó a sus labios lentamente. 


—Me pasé gran parte de mi tiempo observándote Damian. Sería imposible que no te conociera. Además, soy un tipo inteligente, aprendo rápido. 


—Veamos si eso es cierto. 


Eliminó la distancia que había entre sus labios y lo besó del mismo modo en que se besaron minutos antes. Como si no hubiera mañana, como si no conocieran nada más allá de ellos. 


Estar entre los brazos de la persona amada era el mejor de los sueños; el suyo.  Su sueño se había hecho realidad porque antes había pagado por ello, ahora lo entendía.


...

Notas finales:

Gracias por leerlo (:  


Creo que nos gusta un afligido Tim y un Damian preocupado por él. Las cosas serán diferentes la próxima vez. Hasta luego.


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