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Conjuro por Mariposa23

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Notas del fanfic:

Mariposa: disfruten de este fic, extra tierno…”corazones tiernos del mundo. Únanse”…enfin >=>. Felices fiestas. Y paz y amor para ustedes también. Ahora pasando a temas oficiales; utilizamos palabras de la serie Koroshitsuji para describir a Ciel. Utilizamos palabras del OVA “Ciel en el país de las maravillas” y también palabras de la segunda temporada de Koroshitsuji. Eso es todo, amigos…

23:¡si, Feliz Navidad! ¡¡¡Kyyyaaa!!!. Besos y muchos abrazos. Prospero año nuevo… :) (atrasado)

Más de una ocasión. El demonio antiguo. Se preguntó ¿Qué fue de su espíritu oscuro? Ese que robaba y mataba. El estafador q llevaba dentro. ¿Dónde quedo? Y ¿Por qué no de una vez por todas; estafaba, mataba y robaba el alma? de ese tan delicioso pero caprichoso niño q tenia por amo.

Ganas no le faltaron, como aquellas veces al principio de su contrato, cuando “Bocchan” le arrojaba pasteles a la cara, porque no sabían cómo a él le gustaba. Pudo matarlo ahí. Por su osadía. Pero, más bien lo divirtió y lo sorprendió. Porque nadie en el inframundo se atrevería hacer tal cosa. Así es, Sebastián era muy temido. Pero sin embargo, este crio altanero venía a darle ordenes ridículas con ese aire de superioridad mal fundamentado, desde el punto de vista de cualquier demonio, pues los humanos eran criaturas simples, ganado q no servía más q para alimento, animalitos sin control alguno sobre sus destinos o el nombre q le dieran a la azar. Y con demasiada sobrestima.

Pero de apoco Sebastián fue tomándose muy enserio las ordenes de su Bocchan. Al  principio como un reto personal. Luego como una orden indiscutible.

Sebastián era viejo. Muy viejo. Llevaba siglos caminando en la tierra. En esta y en otras. Y había tenido infinidades de, seres vivos, como amos a los q servir. Nada nuevo. Pensó en toda su vida. Desde su, “concepción”, si cabe el concepto. Hasta su primer encuentro con Ciel.

Hasta ese día. Todo era, lo mismo. “La misma mierda q se dejaba mecer por el mar y sus caprichos”.

Pero Ciel. Ciel era diferente. Antes Sebastián pensaba q era por su alma. Luego por su personalidad, pero ahora. Ya no estaba muy seguro del porqué. Porque a su mente iban mil y una razones por las cuales, el chiquillo era especial, y todas muy lógicas. Por ello Sebastián se limitaba a pensar q solo era. Especial y ya. Porque sí.

Pero de vez en cuando. Ahora más a menudo, no podía evitarse preguntar. Porque seguía respetando el pacto con el niño. No es q Sebastián fuera tan mal contratado q traicionara a todos sus contratistas. Eso no. No a todos. Solo algunos. Aquellos q eran, algo apetecibles, o los q eran muy irritantes.

Y Bocchan era de esos últimos dos. Era muy, pero, muy apetecible eh irritante. Pudo comérselo al año. Esa alma ya de por si era exquisita en un inicio. Con un año de trabajo por su parte, pudo cosecharla y disfrutarla sabrosamente.

Pero no lo había hecho. Y no precisamente porque esperaba cosechar un mejor sabor con el tiempo. Eso ya no. Ahora era algo distinto. Algo q no conocía. Pero si q existía.

Y tras meditarlo, solo muchas veces para sus adentros. Una mañana en la q limpiaba la biblioteca llego a la conclusión de q Ciel y la palabra. Conjuro, tenían algo en común…

Sus cavilaciones se interrumpieron, cuando escuchó un golpe seco, una maldición. Y el delicioso aroma de la sangre de su amo.

Más q placer por el buen olor de la insinuante sangre, y el relativo dolor q expresaba el contratista. Sebastián sintió…preocupación. O algo parecido. La versión demoniaca de la preocupación. Si eso existía.

Corrió casi, casi a velocidad demoniaca asía su amo.

Lo encontró en las escaleras. Había pisado mal, y se había rodado las gradas, debido a los golpes, la nariz había comenzado a sangrarle.

C-estoy bien no es para tanto Sebastián-decía el pequeño algo enfadado, pero con las claras ganas de llorar por el dolor. Sebastián solo suspiro, entre aliviado eh inquieto. Llevo a Bocchan a la cama, para descanse un segundo. Mientras se le pasaba la hemorragia nasal.

Ese día, Bocchan lucio más débil q de costumbre, debido a la “perdida” de sangre, y Sebastían se dio cuenta q estaba lo suficientemente distraído como para dejar q su amo tuviera un accidente. Lo cual era, absolutamente reprobable y él mismo se, castigo. Pero también se “perdono” justificándose, después de todo. Ciel caminaba casi flotando, sus pasos jamás asían ruido como las patitas de gato. Y por la noche. Mientras era cambiado a la ropa de dormir.

Sebastián miro con desagrado, los moretones q se habían marcado en su cuerpo, debido a la caída. Quiso deshacerse de ellos antes q Bocchan los viera, pero no tuvo tanta suerte. Porque el pequeño los vio. Con horror, nuevamente.

Porque Ciel tenía una especie de, fobia. A ver su cuerpo marcado, con lo q sea, con suciedad, cicatrices o heridas. Lo volvía loco. Recordándole el tiempo en él q no tuvo a Sebastían y era maltratado y abusado, y como por reflejo en su piel quedaba escrita toda esa crueldad.

Todo eso era lo q Bocchan estaba reviviendo al ver los moretones en su cuerpo, ahora. Comenzó a hiperventilar, y palidecer del tipo enfermo. Mientras un fino sudor corría por su piel. El labio inferior le temblaba y sus ojos se llenaban de lágrimas.

S-Bocchan, no se preocupe. Mire. Mire como desaparecen. Míreme  a mí. Borrando todos los indicios de lo desagradable.-Sebastián solo se quitó los guantes; y comenzó a acariciar, de manera lenta, sobre los moretones, mientras la piel iba tomando su color normal. Pero Ciel aún no se calmaba.

Se estremece todo Ciel, cuando Sebastián, acerca su rostro hasta perder los límites del espacio personal. Y le susurro algo en un idioma impronunciable eh incomprensible. Pero q por alguna razón. Dio un enorme alivio a Ciel. Entonces Ciel se abandonó, cayendo, sabiendo q jamás impactara contra el piso.

Porque Sebastián lo sostendría, sin gran dificultad la verdad. Porque el cuerpo de su pequeño amo. Es tan ligero como una pluma. Tan esbelto como una rama. Que no es ningún reto para la incalculable fuerza de Sebastián.

Lo carga, lo posa sobre la cama, mientras lo arropa.

Lo q le dijo fue. Un “yo estoy aquí, para ti, para cuidarte” en su idioma. Una verdad. Muy sentida. Que debería espantarlo, pero más bien lo libera. Sebastían sabe q está actuando raro. Pero no puede evitarlo. No quiere hacerlo.

Como demonio, parte de su naturaleza es buscar la autodestrucción, el placer, la blasfemia.

Y de alguna manera siente q está haciendo eso. Porque la forma en la q ahora se comporta con Bocchan va a llevarlo. A la auto destrucción. Pero está bien, vale la pena, si es por. El placer. De lo prohibido. Si con ello transgrede y degenera. Blasfema contra sus reglas, y contra las del creador.

Es un demonio después de todo. ¿Qué no se espera lo peor de ellos?

Y Sebastián, está seguro de q esto es lo peor q pude dar de sí mismo.

Mira. Enfermamente embelesado el sueño del niño. Un sueño inmediato después de q él le hablar. Dormido confiadamente entre las garras de un oscuro demonio como él.

Y nuevamente, se pregunta. ¿Por qué no ahora mismo, ahora q Bocchan duerme tan plácidamente. No le arrebata el alma?

Sabría igual de bien y mejor q antes. Seria delicioso. Seria, ¿satisfactorio?.

Aquella duda. Lo inquieta. Lo perturba como demonio. Porque es la cosa más aterradora q ha pensado nunca.

¿De aquí a cuando, un demonio no encuentra satisfactoria la alimentación?

Casi se pone a temblar. Él, el poderoso “Balam” de los infiernos. Aterrorizado de sí mismo. De la mutación q Bocchan propicio en él.

Pero nuevamente, su atención es robada por Bocchan. Que se queja entre sueños, gira su cuerpo, junto a la angelical carita, en dirección a Sebastián. Que olvida todas sus dudas y debates. Cuando esos labios pequeños y rosados. Susurran un quedo “Sebastían” entre un suspiro de mero, placer. Y ahora si q se estremece. No por miedo. Si no por adrenalina. Excitación de pura. Por el calor q arde bajo su piel.

Y por todos los demonios del infierno. Eso, sí q, es satisfacción.

Que Bocchan lo llame en sueños. Entre suspiros de deseo.

Si tan solo, si tan solo Bocchan le llamara por su nombre verdadero. Sebastían teme q su lado demoniaco pierda el control, enteramente y revele su verdadero estatus…

Mena la cabeza para sí, pensando q es reprobable lo q piensa, lo q le pasa.

Y mientras se retira por los pacillos de la mansión Pantomhive. Piensa en Ciel, y en la palabra Conjuro. Nuevamente.

Porque Cie, es un conjuro. Uno muy poderoso. Que está domando a aún muy poderoso demonio. Es como si Ciel fuera un mago y el hechizo, los dos en realidad. Ese que lo ata a él, en vez del contrato. Y de pronto no es más el cazador sino la presa.

Y el conjuro, o más bien las palabras de este, son los q le enredan, los q le atraen a Ciel.

Es por esa. Fragilidad del niño.

Porque Ciel es frágil y tímido en realidad. Es puro y casto. Pero a la vez ya no es virgen, no del cuerpo ni de la mente. Porque Ciel ya probó a un hombre y a una mujer, quizá forzado pero su cuerpo ya lo experimento. Porque a Ciel ya le hicieron y ya hiso las peores cosas. Pero aun así. Es tan sublimemente inocente. Es aquello lo q lo derrite. Saberse necesitado por aquella criatura tan inusual y extraña.

Como le encanta la dependencia de su amo así él. Que incluso le tenga q desvestir y ayudar a ir al baño. Que le cepille los dientes. Es un placer ponerle el calzado.

Es por esas piernas endebles, tan delgadas y poco fiables. Casi sin  voluntad propia, y piel y contornos tan suaves. Que sostienen un alma fiera, impetuosa y tan impulsiva a veces y la vez tan huérfana…Ciel está solo. Y es tan deseable…es por todo lo q representan esas frágiles piernas en la vida de Ciel, por la metáfora paralela q son, esas tan delgadas y apetitosas piernas con la verdeara personalidad de Ciel. Por lo q Sebastían se siente atraído.

Pero atraído de verdad. Atraído en el sentido emocional y más…

Con aquellos pensamientos Sebastían pretende “dormir” esta noche y aun q no pueda soñar. Esta seguro, de q recordara vívidamente a Bocchan aun sin tenerlo frente a él, mientras piensa en cosas q no tienen probabilidad de realizarse, y experimenta algo parecido a la esperanza y al deseo. Juntos sin malas intenciones. De ese tipo de sensaciones prohibidas para un demonio…

Y casi ríe con perversidad.

Por lo q se sabe capaz de hacer cosas mucho peores, pero aun así, es digno de comerse, en cualquier sentido de la palabra, a Ciel, a esa alma pura eh incorruptible, pese a todo. Pero también ríe con ironía porque también es inútil, pensarlo y saberlo. Si al final no podrá ejecutarlo.

Aun q algún día.

Sebastián está seguro, de q algún día. Ciel Pantomhive no se librara tan fácil de los deseos Balam y de su enorme “Fusil de Carne” listo para inyectar.

Solo hay q esperar. Al cuándo.

Cuándo todo ocurra.

Cuándo las máscaras de ambos caiga. Y él ya no sea el perfecto mayordomo. Y Ciel por fin se entregue, ya no amo sino pertenencia, con todas las de la ley. A él. Al contrato.

Después de todo. Hay más de una manera para comerse. Un alma. Y otras cosas más...

Fin?


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