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CREO QUE HOY VUELAN POR PRIMERA VEZ LOS PETIRROJOS por Mariposa23

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Notas del fanfic:

23-bueno, nos salió esto, algo sentimental. Pero, bonito. No es el día del padre, ni por si acaso. Pero…siempre quisimos escribir algo sobre la Bati-familia.

Mariposa: nos sentimos satisfechos con el resultado, aun q fue una historia bastante espontanea, casi improvisada. Fue algo salvaje la manera en la q se desarrolló pero no está mal.

23-ahora sobre el mix-Los Vengadores y Batman-les dejamos de tarea, el saber q personaje de Los Vengadores, le fusionamos a Batman.

Mariposa: la verdad es q hacer este mix nos gustó realmente mucho, y en un futuro no tan lejano, puede q vean más de esto. O alguna otra historia loca q se nos ocurra con Marvel y DC. Hasta entonces lean esto, y disfruten por favor…

23-sayonara!!!... :*

Había sido así desde q llegaron por primera vez a sus brazos.

No había querido evitar el ser ese tipo de padre protector y cariñoso, como hace mucho, durante 8 años un gran hombre le enseño; y como desde encones, otro gran hombre, hasta ahora. Le siguió enseñando.

Bruce, era tímido. La gente lo tachaba de frio y calculador, y en un cierto aspecto profesional si lo era. Pero cuando se trataba de su familia, más específicamente de sus retoños, era todo lo contrario. Y si no podía expresar muy claramente sus sentimientos era porque, realmente era muy tímido.

Le apenaba demasiado, el imaginarse siendo tan meloso como podía ser Clark, y si en el fondo era igual o peor, por lo menos lo disimulaba muy bien.

Aun q no siempre podía mentir, y no siempre podía mentirle a todos.

Le diera vergüenza o no, habían contadas personas q cocinan de su carácter afectivo y consentidor para con sus hijos.

No podía mentirle, a su querido mayordomo, aquel q fue como un padre para él. Tampoco podía mentirle a su pareja. El hombre al que amaba, el que con una sola de sus miradas, tan misteriosas y traviesas había conseguido escanearlo por completo. Frente a tales personas, realmente no había mucho, (si bien, no existía nada) q pudiera esconder.

Pero, hoy era un día importante.

Tan importante como había sido. Aquel día cuando llevo a sus hijos por primera vez a la escuela. Tanto él, como los niños, había estado igual de nerviosos, sus hijos comiéndose las uñas y él mordiéndose el labio; mientras se agarraban las manos fuertemente, las pequeñas manitos de sus niños entre las suyas. El solo recordarlo, le arrancaba una mueca de idiota en la cara.

Amaba a sus hijos.

Hoy solo, era un poco más diferente, a lo q eran las noches regulares en Gotham.

Esta noche había habido una revuelta, entre las pandillas de Gotham. Tenían a la mitad de la ciudad completamente de cabeza por eso de las peleas territoriales.

Y para rematar la mala situación, 5 de los presos más peligrosos de Arkham habían escapado.

El trabajo se había dividido de la manera más lógica (para un padre).

Bruce había envido a sus 4 retoños a por las peleas territoriales. Y ya él se encargaría de los reos de Ackam, ciertamente consideraba q esos reos eran muy peligrosos, y entre más lejos los pudiera tener de sus hijos. Mejor.

Aquella noche había sido muy agitada. Y ya casi al final de la captura de los reos. Le había tocado varios disparos de un preso q robo un arma. Ningún disparo había dado en un punto vital, pero estaba perdiendo sangre y debía ser suturado cuanto antes.

Cuando sus hijos lo habían oído por el intercomunicador, lo ocurrido con los presos; se habían asustado mucho. Después de todo, era su padre, (el invencible) quien estaba corriendo riesgos de muerte y ellos aún eran niños. Aquel miedo, les había costado atención. Y en un segundo, la revuelta, q más o menos la tenían arraigada había vuelto a comenzar.

Bruce había dado la instrucción, de q continuaron con su trabajo hasta q residieran la señal de q él estaba bien. Para poder terminar el trabajo.

Sus hijos, seguían sus órdenes sin rechistar. Podrían discutir o estirar la jeta hasta le suelo, pero cuando la situación lo requería, sabían muy bien q solo una persona era capaz de mediar con la situación, y ese hombre era su padre. Por eso no tenía caso llevarle la contraria. Bruce era infalible cuando debía serlo.

Los 4 chichos hicieron tripas corazón y continuaron. Escuchando las instrucciones de su padre.  Aun q una parte de ellos, fuera un crio asustado pidiendo rápido regresar a los brazos, de su padre, para cerciorarse de q estaba bien y q no le dejaría de amar nunca.

En esos minutos en los q las manos laboriosa de Alfred le quitaban las balas y lo cocina lo más rápido q podían. Pensó en el pasado. No pudo evitar recordar todas las ocasiones importantes q había vivido con sus hijos.

No es q se estuviera desconcentrado, estaba muy al tanto de la actual condición de Gotham, contralando en el fondo, q nada se saliera de los márgenes q ya él hace tiempo había establecido  Lo q pasaba es q no podía evitar ponerse nostálgico recordando ciertas cosas, como si, su mente le dijera algo q aun no entendía.

Recordó las veces, q tuvo q frotar las encías de sus hijos con vulva de tomate, para calmarles el dolor y la comezón q los dientes permanentes les causaban al salir, después de mudar los de leche. Aquellas veces, q muy disimuladamente, alguno de sus niños se mudaba a su cama, con su respectiva almohada, alegando muy quedito q habían tenido un mal sueño. Recordó también, cuando alguna vez les ayudo con la tarea. Explicándoles algún problema matemático o la temática de un libro.

Las veces q en las cómodas mañas de domingo, cuando él no tenía “trabajo” y sus hijos no tenían escuela, solían bajar tarde a desayunar, y él con sus manos solía prepárales una malteada de chocolate.

O cuando el pequeño y arisco Jason, le exigía leche, a horas no adecuada, poniendo un puchero de lo más tierno y gracioso, no es q fuera a buscar a Alfred para q le atendiera, iba a pedírselo directamente a él. Porque ese era su deber, proveer, proteger. Porque él era su padre.

No olvido las veces q tuvo q curar a su hijos, desde cortadas, uno q otro raspón de bala, hasta rasmillones q tenían por la clase de deportes o alguna “otra actividad”, las caras q ponía Tim cuando le pasaba el agua oxigenada por la piel dañada, tratando de sobreponerse al dolor q le causaba entrecerrando un ojos y gimiendo bajito, para demostrarle a su padre, a su héroe q él era muy fuerte y valiente también.

Las veces q Dick pillo un resfriado, y él y Alfred les toco pasar compresa heladas por esa pequeña frente afiebrada, compensándole con galletas q se tomara esos dulzones jarabes.

También estaban las marcas en la pared de la bati-cueva, esas marcas q se ponen cuando se mide a alguien. Allí mismo estaba grabas las estaturas de sus hijos, desde q iniciaron con la capa, hasta el presente. Desde medir 1.40, hasta los 1.79. Y sabia q aun seguirían creciendo. Pues ni siquiera les había salido la muela del juicio.

Soltó una mueca parecida una sonrisa de lado al recordar; el berrinche q hizo Damián, y el resto de sus niños para quedarse con Ace. Lo mucho q insistieron para q fuera su mascota.

Recordó los cumpleaños de sus hijos, lo avergonzados, q se comportaban, al recibir; su obsequio, su beso y su abrazo por parte de él. Estirando esos pequeños y rosados labios para recibir a los de su progenitor.

O las veces, q recogió las cartas de Santa Claus en nombre del mismo, leyendo las infantiles letras, q pedían desde un comic de colección, hasta unos patines de hockey.

Todos eso recuerdos invadieron su mente.

Rememoro como en un flash, las veces q tomo las manos de sus hijos, q aun ahora seguían siendo pequeñas y cálidas entre las suyas; las veces q estrecho esos cuerpos q solo ahora empezaban a tomar forma. O aquellas ocasiones que seco las lágrimas de los niños, y acaricio sus cabezas mimándolos cual felinos hasta q quedaran dormidos entre sus brazos. Las veces q le llamaron –papá- o –papi- dependiendo de la circunstancia para q lo nombran así.

Le invadieron los rostros de sus 4 hijos, rostros infantiles, de cabellos oscuros, y ojos de diferentes tonalidades en la gana azul.

Recordó los dibujos q le dieron, en los q lo pintaban a él, y sus otros hermanitos, juntos. Como una familia. Las tardes enteras en las q les enseño a nadar o a montar bicicleta, siempre celebrando con algún dulce para q tuvieran un buen recuerdo sobre aprender cosas nuevas. O las veces, q en el colegio les tocaba presentar una obra, él era el primero en llegar y prepara a sus niños. Durante mucho tiempo no tuvieron a una “mamá” q los ayudara, así q él tenía q encargarse solo, de todos esos pequeños detalles, q solo hicieron más estrecha su relación.

También se acordó, cuando sus hijos conocieron a su, ahora esposo. Al principio lo odiaron, y le hicieron un montón de travesuras de las cuales su pareja salía ileso, siempre riendo, porque después de todo, su esposo mejor q nadie era la inspiración de tales travesuras…

Y justo antes de proponerle matrimonio a su pareja, había tenido una conversación con sus niños. En la cual habían terminado llorando. Sus pequeños tenían miedo de q dejara de amarlos en cuanto se casara, y disiparles aquel miedo, costo bastante y lastimo mucho a Bruce. Porque, Bruce hubiera dado su vida y la de otros, con tal de q sus niños no sufrieran, q no conocieran lo q era la pérdida de un ser amado. No había podido evitarlo, ahora solo podía enmendarlo. Por eso, aquella vez q hablaron, Bruce paciente y cariñosamente, les había dicho de una y mil formas. Que no importaba q pasara, que tan malo o bueno fuera todo. Él siempre los amaría.

Apretó los puños sintiendo q era el momento de algo, aun q aun ignoraba que.

L-¿Bruce?-la armoniosa voz de su pareja lo llamo al presente otra vez, mientras miraba los monitores q estaban delante de su esposo.- ¿les doy la señal ahora?-le pregunto

Bruce miro un largo rato, las pantallas, escuchando por el intercomunicador lo q decían sus hijos. Los vio moverse ágilmente por la noche, dignos discípulos suyos, escucho la estrategia q estaban llevando a cabo.

Y entonces lo comprendió de repente.

El porqué de su nostalgia, aquello q trataba de decirle su mente y no entendía.

Hoy estaba teniendo las mismas sensaciones q tubo, cuando fue muy evidente q sus pequeños hijos estaban creciendo, inocentemente llevo la vista a las marcas de sus altura, y sintió una fuerte presión en el pecho. Entre orgullo y temor. Una sensación agridulce, q casi consiguió sacarle lágrimas, pero q definitivamente le acelero el corazón.

Miro al frente nuevamente, asía su pareja, q le miraba ceñudo y confundido. Después de un rato, de procesarlo, Bruce le sonrió. Su esposo el devolvió la sonrisa, aun q aun sin entender; el porqué de aquel tan dulce gesto entre la cara, siempre, seria de Bruce, su marido.

B-no. No les llames. Ellos deben continuar…

Aun q la sonrisa en los labios de su pareja no desapareció, tampoco desaprecia la mirada confusa. Hasta q al fin le pregunto.

L-¿Por qué?-ladeado la cabeza, en lo q Bruce definiría como un gesto adorable y muy gatuno, con toda la intención de provocarlo.

Bruce desvió la mirada a un monitor en especial, q mostraba a sus cuatro hijos moviéndose de aquí para allá. Su pareja siguió el movimiento con sus ojos, tratando de entender aquello q Bruce acababa de descubrir.

Sin más palabras su pareja, activo el altavoz de los intercomunicadores:

T-necesito q alguien arme una barricada. Y q ese alguien tenga una máscara de gas.-decía el Tim, mientras se lo veía operando un diminuto teclado orográfico q salía desde  uno de los antebrazos de su traje.

DK-¿por?...-respondió primero, el mayor de los 4, mientras desarmaba fieramente a unos mercenarios.

T-dividiremos entre barricadas, hasta poderlos sedar a todos. Les arrojare gas anestésico…por si el caso, tengo medicina si resulta q alguno es alérgico.

D-excelente. Pero como les contenemos, para q no se mantén antes…-rezongo el menor.

J-¿alguien ya recibió la señal?-hubo un silencio sepulcral cuando Jason pregunto aquello.

DK-no, aun.

La tensión se hiso palpable aun estando aun q fuera a la distancia.

J-mierda. Yo iré primero, armare la barricada del lado derecho.

D-iré contigo-Damián y Jason, siempre habían hecho un buen equipo.

J-no. Quédate donde estas. Te necesito del otro lado. Contenlos.

D-bien.

T-tengo el gas listo. Nightwing, esperamos tus órdenes.

Eso era algo de la escuela de Bruce. Les había enseñado a confiar en el más experimentado en este caso, el líder nato q resultaba ser su hijo mayor.

A la distancia Bruce le sintió titubear. Richard era bastante inseguro aun q lo disimulara bien.

Susurro un inaudible. –Ten confianza- como si pudieran oírlo, y casi parece q así fue cuando escucho la voz, segura de su hijo. Dar la confirmación.

Encones Bruce sujeto su pecho inconscientemente, conteniendo ese inmenso orgullo q sentía por sus hijos, y conteniendo también el típico dolor q le da a todo padre cuando ve crecer a sus niños, cuando vio como sus 4 hijos daban ese gran paso importante, como iban creciendo, particularmente, su bola de mocosos q le sacaban canas verdes cuando más críos.

Minutos después sintió los delgados y finos dedos de su pareja, entrelazándose con los suyos propios, de la mano libre, con cierto regaloneo en su actitud.

L-perdón, pero, sigo sin entender q vemos.-le susurro suave. Con algo de timidez en su voz, sin llegar a reconocer, la segura vergüenza q le causaría, admitir q algo no sabía.

Bruce, suspiro algo divertido, mientras una de esas “raras” sonrisas se le iban dibujando en el rostro, esas q precisamente, rara vez tenia.

B-creo. Que hoy vuelan por primera vez los petirrojos.-susurro algo ronco, con cierta emoción y tristeza en su voz. Una dulce y amarga nostalgia.

Su pareja se quedó en silencio unos momentos mientras pensaba en las palabras q le había dicho Bruce. Y miraba a la pantalla, viendo a hijos, q también eran suyo. Tratar de pacificar esta indómita ciudad, por el cual los hombre Wayne, en general, profesaban amor verdadero.

Los vio pelear, los vio defenderse; tan diferentes de los guerreros q él conocía, sin duda, habían recibido las enseñanzas de Bruce, porque antes de pensar con el puño, lo hacían con la cabeza, eran realmente, brillantes y talentosos, como su padre. Los miro, ejecutar con maestría cosas, q eran difíciles incluso para adultos. Los vio apoyarse, los vio caerse y levantar. Los vio crecer. Y entendió lo q quería decir Bruce.

Entendió esa mirada, tan paternal y añeja. Era la mirada de un hombre q veía como sus hijos, comenzaban a surgir de él, ya no con su ayuda. Ahora solos, debatiéndose en lo q era vida real.

Unos 15 a 20 minutos después, la policía estaba arrestando a los integrantes de las pandillas. Y los petirrojos, estaban camino a casa. No solo con las ansias de ver y confirmar la buena salud de su padre. Ya q aquella señal nunca llego, empezaron a temer lo peor. Además de tener al sol pisándoles los talones, y aquella firme regla q tenía su padre. De nunca salir mientras fuera de día.

En minutos llegaron, cansados, estresados. Asustados como los niños pequeños, q en el fondo eran.

Cuando Bruce se dio la vuelta para encáralos, vio sus rostros.

Esos rostros q conocía tan bien, q incluso podría dibujarlos aun estando siego.

Vio miradas llenas de miedos, y de lágrimas, miradas q lo analizaban buscado posibles daños irreparables. Jason fue el primero en reaccionar. Camino hasta él, sin su máscara. Exponiendo sus llorosos ojos, y las muecas q hacía para contener el llanto. Que más tarde q temprano, al fin llegaría de todos modos.

Jason se paró frente a él, sus ojos intentaron sostenerle la mirada, y de pronto, le soltó muy suaves golpes en el pecho mientras le reclamaba, entre insultos.

J-nunca llamaste…-le susurro más suave aun, dejando ir unas lágrimas rebeldes, q seco con el puño de su cazadora, de manera torpe eh infantil.

Bruce sonrió de manera paternal, nuevamente, y se permitió estrechar el cuerpo de su hijo en brazos, envolviéndolo con su capa negra, y dejando q el niño escondiera su rostro en su cuello, dejando ir más lágrimas y leves quejidos.

B-lo han hecho muy bien. Estoy orgulloso de ustedes…-silencio-al principio, quería darme prisa cuanto antes para llegar a ustedes. Pero al verlos, supe q estarían bien. No es algo q pueda explicar verdaderamente, solo lo supe. Tuve aquella…misma sensación cuando, les crecieron los dientes, cuando al fin pudieron manejar solos la bicicleta. Solo fue un instinto del q guardo memoria, y solo lo siento, cuando ustedes crecen un poco más. Tal vez…ahora no entiendan mucho de lo q les estoy hablando. Pero cuando tengan hijos, y los vean creer. Se q entonces, entenderán mis palabras. Porque también las sentirán igual q yo ahora, cuando sean padres…estoy bien, lamento haberlos preocupado…pero si intervenía, los iba a interrumpir, en algo q inevitablemente, debe pasar. Todo estará bien, no voy a ir a ninguna parte, mientras mis polluelos crezcan, porque el q se hagan grandes, no quiere decir q nos separemos. Solo q ahora seremos más unidos aun, todos por el mismo camino de la madurez…

Aquella fue la más nítida explicación q Bruce, pudo darles; palabras del patriarca de los Wayne, q los chicos, no tardaron en entender lo q significaba. No pasaron ni segundos para q tuviera a sus 4 hijos sobre él, llorando un poco, mientras lo aferraban como si la vida se les fuera en ello.

Hoy todos, estaban dando un paso importante. Hoy era importante en general…hoy maduraban un poco más q ayer y podían resolver las cosas, por si mismos. Pero hoy también, los chicos descubrieron. Que nunca dejarían de necesitar a su padre.

En lo q queda de esa noche. Sus hijos, se metieron a su cama, los 4 cuatro a la vez, y mientras apretaban a sus padres en la, ahora, estrecha cama.

Loki, acaricio dulcemente el rostro de su marido, depositando un suave y casto beso en la mejilla.

L-eres el mejor padre q conozco.-le dijo con lagrimas en los ojos, q se encargó de cogerla hasta convertirlas en escarcha sobre su piel-yo hubiera querido tener uno así…-le susurró suave. A su durmiente marido, q aun en sueños pareció entenderlo; mientras fruncía el ceño y lo abraza pegándolo a su enorme cuerpo.

Aquella noche, los hijos de Bruce, le demostraron q seguían creciendo. Cada vez más alto, hasta q lo sobrepasaran a él.

Supo una vez, más. Como ya lo sabía. Que no podía estar más orgulloso de lo q ya estaba.

Esa noche por primera vez, sus hijos dirigieron una misión ellos solo.

Levantaron las alas. Dejando segura a ciudad Gotham.

Solo esa noche. Bruce durmió en paz. Sabiendo q si un día dejaba la capa. La dejaría en buenas manos. Las de sus niños. Que cada día se hacían hombres.

Sonrió contento aun dormido, rodeado, de aquello q amaba. Su esposo, y sus hijos.

Fin


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