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My Kilos of L.O.V.E. por JennyYiNa

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Notas del fanfic:

Hola a todos! He vuelto muy rapido con esta historia simple y espero que mi raro humor se apegue a ella xD. Basada en la pelicula coreana 200 libras de belleza (Veanla, es hermosa :3)

Notas del capitulo:

Hola!! Apenas me fui hace como una sema a y ya volví, en serio mi mente me odia. Como sea, estoy feliz de volver a esta categoría n.n antes que nada, Si! Se me dio la regalada gana de hacer gordito a nuestro hermoso dorito amarillo para este fic :v comió muchos tacos y doritos xD Se vería tan lindo con sus cachetes :3  Bueno, espero y disfruten este comienzo que no empieza muy impactante pero conforme vaya avanzando mejorará :)

Así que a leer!!

Capítulo 1…Empezando…

Le tiraron la comida de un manotazo, se le quedó viendo con sus ojos conteniendo las ganas de echarse a llorar ahí mismo por lo ocurrido. No comprendía porque lo molestaban así si nunca les había hecho algo, prontamente su respuesta fue respondida como si la hubieran leído.

   -Eres una vergüenza para nosotros, no mereces estar aquí. ¿Por qué no te vas a casa corriendo a ver si así bajas esos kilos de más que tienes encima? ¿Cerdo?-. Le dijo el niño de forma prepotente seguido de las risas de los demás que estaban a su lado.

El pequeño se encogió de hombros, tomó su lonchera de su héroe favorito y se fue a un lugar donde no lo vieran llorar o siguieran burlándose de él y su aspecto. Se escondió detrás de las gradas del gimnasio, ahí pudo soltar todo su dolor retenido, se odiaba, se rechazaba, le daba asco su propia imagen. Era como si la vida propia le estuviera jugando mal desde que había nacido, miró su lonchera con sus ojos empapados de tanto llorar.

   -Quisiera ser un superhéroe como tú, que todos me amaran como a ti-. Abrazó la lonchera cuando las lágrimas amenazaron con caer de nuevo.

Las puertas del gimnasio se abrieron de par en par mostrando la silueta de alguien, se hizo un ovillo pensando que vendrían por él para patearlo por toda la cancha.

   -Ahí estas-. Dijo la voz, el niño casi se desmayaba, era cierto, lo venían a buscar.

Fue su sorpresa que la persona no fue a donde estaba oculto. Esa persona, más bien, ese niño que se veía un poco más grande que él, quizá tres o cuatro años mayor. El niño se acercó a una pequeña bolsa que estaba en las gradas, de ella sacó un pequeño tubo que se llevó a la boca y oprimió un botón para soltar aire, era un inhalador. El niño mayor se sintió aliviado por tomar su medicina a tiempo.

   -Bien, hora de regresar-. Dijo poniéndolo de nuevo en su bolsa.

Se dirigió a la salida pero antes de irse escuchó un ruido proveniente de la parte trasera de las gradas. Se asomó curioso de saber si había alguien más porque sería un problema si lo vieron tomando su medicina. Por otro lado, al pequeño se le había caído su lonchera en el proceso al levantarse causando el fuerte ruido. Tan rápido se apuró para irse antes de ser atrapado, cuando iba de salida fue tarde, chocó con alguien. Miró hacia arriba alejándose y sobando su frente, sus ojos dorados fueron a parar con unos azules que le miraban curiosos.

    -¡Ah! ¡Lo siento! ¡Yo no quise golpearte!-. Se disculpó de inmediato buscando una forma de escapar.

El mayor se comenzó a reír dejando extrañado al menor. –No te preocupes, solo fue un accidente. ¿Cómo te llamas?-. Le preguntó al pequeño rubio.

   -Ah, yo, me llamo Bill Cipher, ¿y tú?-. Preguntó nervioso, era la primera vez que alguien no le decía cerdo o gordo.

   -Yo me llamo Dipper Pines, estoy en último grado, supongo que tú debes estar en tercero ¿no?-. Alzó una ceja tratando de descifrar si estaba en lo cierto.

Bill asintió mientras sujetaba sus manitas en un movimiento ansioso, Dipper observó ese gesto y le pareció lindo, después guio su mirada a la lonchera en el suelo. Se agachó para tomarla poniendo ojos de asombro.

   -¿Te gusta también este superhéroe?-. Le preguntó emocionado al pequeño.

Bill no sabía si sonreír o ponerse más nervioso, a su vista ese niño mayor le parecía muy lindo, sus ojos azules y pálida piel realzando su castaño cabello.

    -Sí, me gusta mucho, es mi superhéroe favorito. Veo su programa todos los días y leo también sus comics.

   -¡Que genial! ¡Yo también! Me encanta cuando pelea y saca sus súper poderes para vencer a los malos. Nunca había visto a un niño tan pequeño que le gustara por su historia, todos lo aman solo porque es una imagen buena.

Bill parecía haber encontrado un amigo en esa persona, alguien que compartiera los mismos gustos que él sin señalarle a cada momento que era gordo y feo. 

 

Los días pasaban y los dos niños se juntaban y hablaban de todo lo que les gustaba, para Bill eran momentos felices y divertidos al igual que para Dipper. No notaban o no hacían caso a las miradas recelosas hacia ellos, para los demás esa amistad no era aceptable. En una sociedad moderna que encontraba la belleza en seres perfectos de pies a cabeza, estéticas que sobrepasaban la realidad y llevaban a la fantasía. Alguien perfecto para ellos era una persona de complexión delgada, piel pálida, ojos de colores hermosos, rostro perfecto y cabello de igual manera, sin importar como era realmente en sus sentimientos. Toda esa gente saltaba esa parte importante como si no fuera algo relevante y carente de belleza, que equivocados estaban. Dipper era la definición en todo su esplendor de lo que era la belleza, era una persona que tenía sentimientos hermosos también y por eso algunos caían rendidos ante su inocencia. Bill podía ver más allá de toda la imagen física, le gustaba Dipper y aunque no supiera que eso era amor pronto se daría cuenta cuando creciera.

 

   -¡¿Qué vas a hacer maldito gordo?! ¡¿Te vas a refugiar detrás de ese niño bonito?!-. Lo empujaron hasta acorralarlo en la pared, le daban cachetadas cuando no respondía. Quería llorar y salir corriendo, esos chicos tal vez tenían razón al decir que se iría a refugiar detrás de Dipper ¡Por dios! Tenía doce años ahora y Dipper dieciséis, ya debía afrontar solo esa situación como todo preadolescente. Los insultos se volvían más fuertes al igual que las agresiones hacia su cuerpo.

    -¡Habla cerdo!

Apretó los puños. -¡NO SOY UN CERDO! ¡Y NO LE DIGAS A DIPPER NIÑA!-. Gritó con todas sus fuerzas liberando su visible enojo. Estaba harto de que lo trataran de esa manera. Así como había personas que amaban la belleza había otras que la odiaban por envidia.

   -Tírenlo…-. Dijo el otro y los demás comenzaron a golpearlo hasta que lo tiraron al suelo y lo comenzaron a patear y lanzarle maldiciones.

Eres un cerdo enorme.

Te la pasas comiendo.

Eres escoria, ¿quién te querría con ese cuerpo e imagen que te cargas?

 

Se cubría con sus brazos su relleno cuerpo que dolía con cada patada que le daban, derramaba silenciosas lágrimas. Se auto lastimaba diciéndose que todo lo que le decían era verdad y que no merecía vivir en ese mundo tan perfecto y brillante para sus ojos, simplemente no pertenecía a esa sociedad ¿era bueno irse de ese lugar y vivir a donde iban los imperfectos? Por fin terminaron de golpearlo, las risas se oían lejanas y las personas que pasaban lo miraban con desprecio, nadie lo ayudaba.

    -¡Dejen de reírse de él! ¡Todos ustedes son unos hipócritas y unos desconsiderados! Si tanto se mofan de buena moral ¿Por qué le hacen esto a alguien que no les ha hecho nada nunca?-. Dipper había llegado a su rescate como muchas veces antes.

Todos se quedaron callados mirando hacia los lados haciéndose los desatendidos. El castaño los miraba con odio, se acercó a Bill que aun seguía en el suelo tendido.

   -¿Estas bien? lamento llegar tarde-. Dijo preocupado y arrepentido.

   -Déjame, estoy bien-. Le alejó logrando que Dipper se sintiera mal. Se levantó como pudo y se fue de ese lugar bajo la mirada expectante y burlona de los que estaban ahí. El mayor se quedó en su lugar apretando su puño por haberle fallado al niño.

 

Llegó a su casa limpiándose los rastros de lágrimas en sus mejillas para evitarse los largos interrogatorios de su madre.

    -¿Hijo? ¿Ya llegaste?-. Preguntó la mujer desde la cocina secándose sus manos para corroborar.

Bill no respondió nada y solo siguió hacia las escaleras.

   -Bill, ¿estás bien? ¿Te fue mal en la escuela de nuevo?-. Preguntó la mujer, estaba al tanto de todo y sabía que el niño fingía estar bien cuando realmente no lo estaba.

   -Solo me caí de regreso, es todo-. Respondió evitando su voz temblorosa. –Me voy, estoy muy cansado y debo descansar-. Con eso se fue a su habitación dejando a su madre más preocupada.

 

Los años pasaron hasta que cumplió los dieciséis años, su cuerpo crecía cada vez más y su imagen empeoraba, o eso pensaba él. A pesar de que hacia lo posible por no comer tanto no adelgazaba ni una milésima o mejoraba su aspecto. Se sentía triste todo el tiempo, trataba de disimular todo con una sonrisa para demostrarles a todos que nada le afectaba pero no era así. Después de ese día nunca se volvió a topar con Dipper, había perdido a su único amigo de la infancia. Estaba sentado en el patio de la escuela alejado de los demás mientras en sus manos sostenía una revista, miraba con algo de alegría una imagen que le llamaba la atención. Era Dipper debutando como modelo de una enorme marca de ropa y otras más.

Realmente a su vista seguía siendo muy guapo, no había cambiado en casi nada más que ahora sus facciones eran más maduras, pues claro, ahora debía tener veinte pero parecía verse más joven que él mismo.

    -¿Qué he hecho con mi vida?-. Decía mientras se lamentaba.

Pensaba que podría hacer en su futuro, hasta que se le vino la loca idea de algo imposible hasta para él.

    -¿Y si también me convierto en modelo?  Así podría ver a Dipper de nuevo, pero, con este cuerpo, ¿Quién me querría?-. Suspiró. Se levantó y caminó hacia su salón de clases.

 

   -Inaceptable-. Dijo el hombre rechazándolo de inmediato. Dejó la carpeta de fotos en el escritorio.

Bill miró algo atónito, las había rechazado sin siquiera darles una hojeada. –Pero, usted ni siquiera las miró a fondo…

El hombre de porte ejecutivo se inclinó hacia adelante y lo miró suspirando para darle una explicación. – Mira muchacho, ser modelo no es algo que sea así de fácil, debes tener una buena imagen que la gente acepte y tú, bueno…

Sabía lo que quería decir con eso, que él no era un candidato perfecto para ser un modelo como lo eran todas aquellas personas, imagen viva de la perfección.

    -Dirá que soy gordo y feo ¿cierto?-. Predijo la realidad.

El hombre asintió como no queriendo decirle la verdad. –Lo lamento, pero esa es la dura realidad, mira, no te sientas desanimado, no eres el único al que rechazo. Las personas que vienen generalmente aquí son personas operadas sin ningún chiste. Tú, si te esfuerzas podrás ser algo grande pero por el momento no puedo aceptarte. ¿Por qué no buscas otra profesión que encaje contigo?

El chico entendió a lo que quería llegar, tomó sus fotos y se retiró del lugar con un ánimo por los suelos. ¿En qué pensaba cuando creyó que tomarse esas fotos lo ayudarían? Sacó las fotos y las rompió una por una en mil pedazos dejando que el aire se las llevara.

   -¿Qué debo hacer ahora?-. Se preguntó.

Pensándolo bien, el hombre dijo que podía entrar si cambiaba, pero necesitaba esforzarse. Caminó sin rumbo fijo por la calle pensando que hacer para mejorar su cuerpo. Llegó a una tienda de cosméticos y todo eso para verse bien, pues eso era lo que la gente buscaba para sobrevivir, verse bien. Todo en esa tienda estaba lleno de cosas que no comprendía, la gente lo miraba con desaprobación. Bill no le tomó importancia pero sentía las miradas clavadas en su frágil ser. Una mujer algo sonriente se le acercó, era una de las trabajadoras.

    -¿Puedo ayudarle en algo?-. Preguntó ella con notable alegría y amabilidad.

El rubio se crispó un poco por la voz chillante de la mujer, era una chica que tenía cabello castaño sujeto en una coleta y ojos azules, le recordaba a Dipper de cierta forma. La muchacha seguía esperando su respuesta.

    -Bu-bueno yo, no sé ni que hago aquí en primer lugar-. Dijo nervioso y avergonzado por la situación. –Solo pasaba a ver.

    -No te preocupes, muchos llegan así, no saben nada pero para eso estoy, para ayudarte y explicarte. Me llamo Mabel, encantada de conocerte-. Dijo con una sonrisa.

Le inspiró confianza al inseguro rubio. –Yo me llamo Bill, es un gusto también.

La chica lo llevó por toda la tienda aconsejándole en cada aspecto sobre el cuidado y mantenimiento de la piel, le explicaba a profundidad sobre los productos que tenían para hombres. Bill no estaba seguro de que eso le sirviera mucho a él que no tenía buen aspecto.

   -No te preocupes, si los usas como te dije es seguro que tu piel y aspecto mejoraran, solo hay que seguir la rutina y cuidados pertinentes como lo marcan los productos-. La chica lo examinó completamente. –Me dijiste que querías verte mejor ¿cierto?

Bill asintió de inmediato sin pensarlo mucho, quería cambiar su regordete cuerpo para verse bien para Dipper.

    -Bien, creo que puedo hacer algo por ti-. Le dijo ella tomándolo por los hombros. –Yo te ayudare, seré tu consejera, pero antes que nada, debemos mejorar tu salud.

    -¿Te refieres a que debo bajar de peso antes?

   -Sí, exacto. Puedo cambiarte ahora aunque estés así pero si quieres mejores resultados y ser un matador debes hacer ejercicio completamente.

No estaba seguro si ella sería la correcta chica para ayudarle con su problema para cambiar completamente.

 

Después de unos días de pensarlo se le vino una idea loca a la mente. Se levantó apresurado de su cama para buscar a su  madre. Al bajar la encontró en la sala tejiendo como toda una señora.

    -Madre…-Dijo llegando a su lado.

La mujer lo miró y le regaló una linda sonrisa. -¿Qué sucede Bill?-. Dejó de lado su actividad para concentrarse en su hijo.

   -Quiero, quiero ir a un gimnasio y tener un entrenador-. Dijo en suplica.

Su madre se quedó sin decir nada, lo miró por un momento. –Bill, ¿quieres bajar de peso por alguna razón?-. No era que viera mala la petición de su hijo pero era muy raro que le pidiera eso tan de repente, tal vez era porque su hijo ya estaba en esa edad de quererle gustar a alguna chica.

Bill desvió la mirada buscando la excusa perfecta para no decirle que hacia eso para gustarle a un chico y ser un modelo.

    -Yo, estoy pensando que mi salud está de por medio, en la clase de biología dijeron que el sobrepeso trae enfermedades consigo y yo tengo algo de miedo.

La mujer sonrió. –Es bueno que te preocupes por tu salud, y estoy de acuerdo con eso pero no me gustaría pensar que lo haces solo porque la gente te insulte o algo por el estilo. Quiero que vivas bien y seas feliz aceptándote cómo eres a pesar de lo que te digan ¿de acuerdo?

Bill asintió tomando el consejo de su madre. Ella le dijo que le cumpliría su petición siempre y cuando no lo dejara solo porque estaba cansado o algo por el estilo. Desde ese día su vida y cuerpo cambiarían por completo.

 

Mabel esperaba con paciencia a Bill en la entrada de un gimnasio, una voz le llamó y vio a Bill acercarse a ella algo apresurado.

    -¿Cómo estas Bill?-. Dijo ella con una enorme sonrisa.

Bill se detuvo para tomar aire, no era de mucho correr así que se podía entender. –Es-estoy bien, se me hizo tarde, lo lamento-. Dijo jadeando por el cansancio.

Mabel se acercó y le dio agua. –Tranquilo, aun no empezamos con el entrenamiento duro y ya estas así, débil-. Se empezó a burlar.

    -Yo, yo no soy débil-. Se defendió logrando que la chica riera más por su graciosa reacción.

    -Como sea, entremos, el entrenador nos espera.

 

   -¿Qué rayos he hecho?-. Dijo al ver como toda la gente en ese lugar hacia ejercicio como si fuera su pasión. Temblaba el solo imaginar todo el trabajo que haría.

Un hombre de cuerpo delgado pero atlético se acercó a ellos, era un poco más bajo que Bill solo por tres centímetros. Por la ropa de ejercicio supuso que era el entrenador.

    -Hola, mi nombre es Julian y yo seré tu entrenador-. Se dirigió a Bill con una sonrisa amable.

   -Ho-hola, mi nombre es Bill Cipher.

   -Lo sé, Mabel me dijo que tú querías entrenar para adelgazar y mejorar tu cuerpo, déjame decirte que has llegado al lugar correcto. ¿Cuánto pesas?

   -No lo sé, no me había pesado desde la secundaria-. Dijo recordando con su dedo índice en su barbilla. –Pero pesaba creo que unos 82 kilos.

Julian asintió entendiendo la situación. Les encaminó a una báscula que estaba al fondo del lugar.

    -Bien, súbete para pesarte y crear una serie de ejercicios especiales que se adecuen a tus necesidades-. Dijo el entrenador esperando al chico.

   -Bill quiere ser modelo así que espero que lo ayudes a obtener un cuerpo de envidia-. Dijo Mabel con cierta picardía en sus palabras.

El rubio se sonrojo un poco por lo que había dicho de repente la chica. El entrenador rio y acepto el reto de mejorar a Bill completamente pero primero era su peso el que importaba. Bill subió a la báscula temiendo lo que vería en esa pantalla que subía y bajaba números rápidamente. Al fin la báscula se detuvo y el menor pudo ver su peso real al fin, casi le da un infarto y se desmayaba que si no fuera por Julian se hubiera ido de espaldas contra el suelo. Mabel se acercó a ver el número quedando un poco impactada, vio a Julián que también había quedado algo, bueno, ya no le impactaba tanto porque era normal para él.

 

   -Tendremos un duro y largo camino, ¿escuchaste Bill?-. Le dijo al muchacho y este último se retorció arrepintiéndose de su elección. 

Notas finales:

Gracias por leer!! Ahí si gustan cooperar con un review se los agradecería :v no ya en serio xD dejen comentado para saber que les parece, si no pues no importa, los tomaré como lectores tímidos :)

Nos vemos luego!!! 

Nota: Como fue un fic imprevisto no sé cuando podré publicar capítulos pero tengan por seguro que no me iré hasta acabarlo. Palabra de escritora!! TuT7


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