Muchas lunas habían pasado de la batalla contra la horda, la ciudad de Ventormenta había perdido más que su rey en ese encuentro, habían perdido a tanto buenos hombres ente ellos Callan y a Medivh, este último era el guardián aquel ser que protegía y velaba por ellos.
Fue doloroso si quiera pensar en lo sucedió, fueron tantas perdidas en tan poco tiempo que era difícil poder ver un futuro brillante atreves de toda esa oscuridad plagada de dolor y soledad, inclusive Lothar estaba escéptico acerca del futuro cercano.
Todo ese tiempo Khadgar que había visto el dolor y desesperación alojados en los ojos de su amado, trataba de confortarlos recibiendo el desprecio y desdén como recompensa, él lo soportaba sabía que no era fácil para el soldado poder seguir adelante no con su hijo y mejor amigo muertos. Él también estaba sufriendo no solo por sus muertes sino por la traición de Garona, jamás lo expreso en voz alta, pero había simpatizado con la semiorca en ese pequeño transcurso de tiempo, él la entendía y comprendía ambos habían perdido a su familia en diferentes circunstancias pero aun así el dolor era el mismo.
Pero todo tenía un límite y él lo estaba alcanzado.
-Lothar dejas de beber, no puedes seguir así, escúchame eso no dispersara tu dolor.-dice firmemente el archimago intentando quitarle la botella de las manos al león de Ventormenta.-deja de autodestruirte, por favor
Pero antes de que pudiera murmurar más súplicas, Anduin le asienta un fuerte golpe en la mejilla derecha tumbándolo irremediablemente al suelo, Khadgar esta atónito no creyendo lo que su amado ha hecho, y antes de que pudiera decir algo es levantado bruscamente, siendo aprisionado al instante por fuertes manos que en algún tiempo lo protegían y daban caricias tiernas, pero que ahora solo le cansan dolor y miedo.
Un creciente miedo.
Solo un instante basto para que ambas orbes se cruzaran.
La mirada niñada en los ojos de Anduin Lothar está llena de dolor y odio un gran y terrible odio que solo hace que su corazón se encoja, no sabe lo que el hombre es capaz de hacer en ese estado, nunca lo ha visto en ese frenesís de ira y rabia entre mezcladas.
Sin pensarlo mucho, se zafa del agarre monstruoso, sin pasar desapercibido el gruñido y mirada fría dirigida a su persona.-Tú no eres así, por favor solo basta detente, no siguas
Con cada suplica va retrocediendo hasta estar a una distancia prudente del hombre, quien se limita a contemplarlo con una calma letal provista de emociones, una expresión vacía e insana. Su mirada no pierde los movimientos del archimago, esperando cualquier error por pequeño que este fuera para lanzarse atraparlo y someterlo a su voluntad; dispuesto a destrozar esa alma pura.
Khadgar al no soportar más e importándole las consecuencias que pudieran producir sus acciones, sale de la habitación dirigiéndose con paso rápido fuera del castillo siendo consiente de las miradas y murmullo detrás suyo, al estar lo suficiente alejado de las imponentes estructuras toma la forma de un cuervo emprendiendo el vuelo de inmediato alejándose sin rumbo fijo de la hermosa Azeroth.
Al poco tiempo de estar volando llega a las islas Queabras, cuyos terrenos fluye constantemente la magia arcana, que se encarga de proteger el lugar, al terminar de peinarlo y al no detectar presencia alguna decide aterrizar y adentrarse a explorar las ruinas abandonadas de lo que parecía ser un castillo destruido.
Fue precavió, cuidadoso, enmarcando su rastro, moviéndose en silencio, evitando ser visto o detectado por las criaturas que pudieran residir en el lugar, la mejor forma de hacerlo fue revoloteando entre los árboles y rocas del lugar.
Sin percatarse que una silueta se mueve entre las sombras vigilando todos sus movimientos, asechándolo sigilosamente; esta sombra se mueve como toda una maestra del sigilo, meneándose de un lado a otro sin perder de vista al hombre que observa con fascinación y hambre.
-Eres un idiota, ¿Qué estás haciendo Khadgar, que carajos estás haciendo? No puedes dejarlo en ese estado, debes volver y tratar de calmarlo.-murmura una y otra vez dándose valor he intentado quitarse ese miedo irracional.
Pero antes de poder convencerse así mismo de regresar a lado del su ser amado, es sorprendido por unos delgados brazos que emergen de la oscuridad que rodea las ruinas, estos brazos tan negros como la noche misma son esqueléticos, macabros y horribles que su sola presencia causaba repulsión y miedo.
Contempla con importancia como estos, sujetan sus extremidades inferiores deslizándose con sigilo y lentitud hasta apoderarse de sus brazos y torso es tanto el shock que no puede pronunciar ningún hechizo para liberarse de su frio agarre, es consciente de un par de ojos contemplándolo en la penumbra de la oscuridad.
Intenta susurrar el nombre de aquella criatura que lo a aprisionado pero su boca no emite ningún sonido, hay es cuando cae en cuenta de que su voz ha sido sellada.
Frente a él materializándose entre la oscuridad se encuentra la cara del demonio, sonriéndole tan macabramente que sabe de ante mano que su destino ha sido sellado.
Una corriente recorre toda su anatomía causándole intensos escalofríos, su cuerpo se arquea, las sensaciones que lo invaden lo asfixian a tal grado que se siente mareado por segundos. Las manos del demonio recorren su cuerpo, rasgando sus vestimentas dejando a su marcha pequeñas marcas sangrantes que en un tiempo se transformaran en cicatrices.
Eran calientes y hediondas.
-Khadgar, es un verdadero placer tenerte aquí. Disfrutando de mi tacto.-ronronea sádicamente Gul’dan al contemplar a su archienemigo en semejante estado.
Sin más el orco acaricia la espalda desnuda, del indefenso mago tomando su tiempo para tantear el terreno deslizándose poco a poco hasta llegar las redondas nalgas las cuales se estremecen por el toque.
Khadgar no da crédito a todo lo sucedido, simplemente es inimaginable, irreal simplemente era una aberración sentir todo lo que estaba experimentando en ese momento.
Su mente está plagada por las infinitas sensaciones generadas por las manos del orco, mientras oye esa voz, que era como fuego y cenizas la risa atreves de ella es escalofriante.
-Es natural que los humanos caigan por sus sensaciones, es la manera de ser de las cosas.-gruñe el brujo orco mientras reparte infinidad de caricias en el cuerpo del guardián de Azeroth.
Lo acariciaba en lugares que nadie más que Lothar ha profanado, la entidad maligna pasa su legua por su garganta descubierta, descendiendo lentamente por el pecho y estomago hasta enrollarse en sus genitales estrujándolos en una danza contradictoria.
No podía moverse, no podía liberarse, no mientras su voz ha sido sellada y junto con ella su poder Gul´dan se inclina presionándose contra su espalda, envolviendo sus brazos alrededor del frágil cuerpo, hasta que sus cuerpos encajan perfectamente uno sobre el otro, como piezas de un mismo rompecabezas.
Diseñadas para embonar perfectamente.
La inusualmente larga, espesa y esponjosa lengua abandona los ahora sensibles genitales deslizándose entre las nalgas del mago, abriéndolas a su paso empujando poco a poco entre esos pedazos de carne hasta profanarlas completamente, adentrándose en lo más profundo.
El archimago se estremece ante esa sensación.
Gul´dan en el frenesís de la situación muerde el hombre izquierdo del castaño extrayendo poco a poco el preciado elipsis escarlata, en el proceso dando suaves lengüetadas a la zona dañada. El Fel deslizándose de su boca introduciéndose en la herida, formando en la piel patrones de filamentos verdes, signo de que la Fel está comenzando a circular los vasos sanguíneos.
Khadgar solo se estremece ante el hormigueo producido por la magia oscura, la cual comienza a fluir lentamente en él, con su poder arcano bloqueado no tiene manera de pelear contra ella. Gul´dan prosigue a morder su cuello repitiendo el mecanismo de administración, ahora la Fel fluye hacia su corazón, esparciéndose a todo su cuerpo en segundos.
Se deja caer al suelo, percatándose de que la presión ejercida por el orco sea extinguido, en segundo es presa de una opresión horrible en el pecho sabiendo que ahora está atrapado entre el demonio y su maestro, las energías viles reclamándolo y convirtiéndolo poco a poco, a sabiendas que esa lengua demoniaca lo ha poseído.
-Te pude a ver matado, pero ¿Dónde está el placer en eso? De esta manera puedo tenerte conmigo en toda tu gloria. Mi guardián y ahora pareja.-dice con orgullo y soberbia Gul´dan mientras lame las lágrimas de los ojos verdes, sintiendo con regocijo como su portador se estremece ante sus suaves caricias.
Se regocija del dolor y place entre mezclados que emanan del frágil cuerpo el cual se estremece ante el inevitable orgasmo.
-¿No es así mi vasallo?
-Si maestro.-susurra débilmente Khadgar.
Una vez que el brujo orco sea saciado con el cuerpo del castaño y extinguido así su pasión, se pone de pie mirando de reojo al hombre que intenta levantarse del frio y sucio suelo, fallando en cada intento.
Comprensible humanos no tienen músculos o huesos fuertes que los protejan, es un milagro que el archimago tenga la fuerza para siquiera intentar levantarse después de a ver recibido semejante trato.
-Felicidades mago, estas embarazo
Ante tal declaración Khadgar se congela, no pidiendo creer lo dicho por el orco.
-¿Q-que?
-Si dentro de diez meses darás a luz a un bebe semiorco
Dichas palabras cavan profundamente en el alma del aprendiz de los Kirin Tor, que por un momento siente que su suministro de aire es cortado súbitamente. Su rostro en segundos pierde color hasta volverse tan pálido como la nieve, nada de esto era real se repetía una y otra vez, no podía ser cierto era irreal y enfermizo.
-Te e manipulado para que lleves a mi hijo; un ser portador tanto de la Fel como la magia arcana. Un digno heredero, deberías sentiré honrado.-declara mientras sonríe malignamente, a espera de saborear muy pronto el cuerpo del hombre frente suyo.
-No es cierto, no puede ser cierto
Murmura una y otra vez con desesperación si saber cómo reaccionar ante la noticia, todo su mundo derrumbándose a su alrededor y sin poder hacer nada para detenerlo, escuchado en el fondo la risa de ahora maestro.