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Tritón del mal por Ghost princess Perona

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Notas del fanfic:

Naruto no es mío

Tampoco la película en la que está basado.

Notas del capitulo:

Espero que les guste este oneshot

“No sé por qué tenemos que partir tan pronto, América seguirá ahí mañana” se quejaba Madara mientras tomaba sus cosas. Izuna se desperezó en su cama, despertándose lentamente como el perezoso que era. “¡¿Me estás escuchando?!”

“Sí, sí, nii-san, no tienes por qué gritarme” se sentó en la cama, estirando los brazos. “Vaya, no esperaba que estuvieras tan irritado en la mañana. ¿Acaso estás en tus días?” un puño le impactó en la cabeza. “Auch, eso fue cruel.”

“No era menos de lo que mereces” el mayor volteó la cabeza, colgándose la mochila del hombro. Cogió su chaqueta y su sombrero, poniéndose el último en la cabeza. “Regresaré dentro de unas semanas, te lo prometo. Y no voy a tener más viajes en los próximos meses, así que podremos pasar un tiempo juntos…”

“Eso si la taberna nos lo permite”

“Yo ayudo, ¿no? Mi sueldo de marinero es prácticamente lo único que mantiene esa vieja taberna en funcionamiento” se volvió. Los hermanos Uchiha eran dueños de una pequeña taberna para marineros en el puerto y vivían justo encima de ella en un pequeño apartamento, tan destartalado como el establecimiento. Cada vez era más difícil mantenerlo, así que el mayor tomó un empleo como marinero, haciendo viajes a América por una suma de dinero que alcanzaba apenas para que pudieran mantenerse.

“Nunca he dicho que no…”

“Claro que no” abrió la puerta.

“¡Madara! ¡No te enojes, por favor! ¡Sólo quiero que podamos pasar un tiempo juntos como antes!” se disculpó el menor.

“No te preocupes, lo sé” lo miró con una sonrisa en los labios. “Tranquilo, pronto podremos hacerlo. Cuando regrese tendremos tiempo suficiente para pasarlo juntos y haré que sea el mejor de nuestras vidas” le besó en la frente. “Nos vemos luego”

“Nos vemos, hermano” el chico apretó un crucifijo contra su pecho. “Regresa a salvo, ¿sí? Tienes que regresar a salvo”

“¿Qué te pasa? He hecho este viaje miles de veces en el pasado y nunca he regresado siquiera con una astilla en el dedo. ¿Qué te hace pensar que voy a resultar herido en esta?”

“Yo… no sé, sólo cuídate”

“Siempre lo hago. ¡Te veré luego!” salió corriendo hacia el puerto, porque ya iba tarde. El pequeño barco estaba siendo cargado con cajas y otras cosas. Miró a los pasajeros… al frente había una mujer rubia con un busto prominente, vestida con un traje atractivo. El resto de sus acompañantes también estaban vestidos de manera… extravagante. “¿A quién se supone que estamos transportando? ¿a un circo itinerante?”

“Más bien a una compañía artística pobremente conocida” respondió uno de sus compañeros, amarrando uno de los cabos. “Esa mujer de ahí es Tsunade-sama. Corren todo tipo de rumores sobre ella y sobre… las chicas que la acompañan.”

“¿Chicas?” entonces dos jóvenes con trajes exageradamente pequeños aparecieron, una rubia y otra con el pelirrosada. “Ya veo, ¿Qué se dicen de ellas?” él simplemente bajó la cabeza. “Entiendo…”

“Sí, bueno…” de repente uno de los más fuertes apareció en la plancha, empujando algo cubierto por una sábana. “¿Qué se supone que es eso?”

“Digamos que es la nueva atracción principal de la compañía” contestó la mujer mayor, con los brazos cruzados. “Va a ser una sensación cuando lleguemos a América, ¡ya puedo verlo en primera plana! ¡Con esto nuestros problemas económicos serán historia!”

“¡Incluso podremos saldar las deudas de juego de Tsunade-sama!” Las dos chicas de antes comenzaron a saltar, con los dedos entrelazados. La rubia las miró con mala cara y estas retrocedieron. Parecían asustadas por alguna razón.

“¿Puedo verlo?” preguntó el marinero con curiosidad. El Uchiha lo siguió un poco interesado. “Si puede opacar a tan bonitas mujeres, entonces…”

“Dentro del barco pueden verlo, aquí no” la jefa dijo y comenzó el abordaje de los últimos pasajeros. El pelinegro comenzó con sus tareas con sus compañeros, atando las velas y fregando la cubierta. Al caer la noche, se reunieron todos en la taberna del barco, riendo y cantando mientras bebían alcohol. Las chicas de la compañía artística actuaban divertidas, coqueteando con todos ellos, casi demasiado, como si estuvieran pagando su pasaje con sexo. Madara, en una esquina, comía en silencio. No solía beber mucho y comía lo necesario.

“¡Hey, Dara!” uno de sus compañeros se acercó, trayendo a la zorra rubia con él. “Ven, ven, Ino-chan va a mostrarnos lo que hay en el tanque… dice que es suuuuuuuuuuuperrrrrrr, de lo más suuuuuuuuuuuuuupeeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrr.”

“¿Estás borracho?” inquirió, aunque ya sabía la respuesta.

“Claro que sí, ¿Cuándo no lo he estado en un viaje? Me alejo de mi esposa y bebo como un rey… bebo como un auténtico rey en su trono. Bueno… ven, vamos, hay que ver lo que sea que tengan en esa cosa” lo agarró de la mano y lo arrastró hasta la habitación donde habían dejado lo que fuera que sea. Entonces la mujer corrió las sábanas y descubrió una pecera con muchas plantas de mar.

“¿De verdad? ¿Eso va a causar sensación? ¿Esas plantas acuáticas que…? ¡Ahhhhh!” de repente una cara surgió de las plantas, una humana… o tal vez no. La criatura tenía el torso y la cabeza humanas, pero una escamosa cola de pez. El largo cabello castaño flotaba alrededor de la cara, resaltando los ojos verdes. Se quedó mirando a Madara como si estuviera hipnotizado. “Es… ¿es real?” tocó el cristal con curiosidad y la criatura lo imitó. “Una sirena…”

“Un tritón, de hecho” la mujer se acercó, arreglándose el corsé para que cubriera sus pechos un poco mejor. El marinero se quejó un poco, pero igualmente se acercó al vidrio. “Es hermoso ¿verdad?” ella tocó el vidrio, llamando la atención del prisionero y haciendo que este hiciera un desagradable sonido con los dientes. “Tsunade-sama se lo compró a un viejo de la última ciudad que visitamos, ¡fue una ganga!”

“¿Quién vendería algo tan valioso?” los hombres se alejaron un poco. “¡Ese tipo debía estar loco! ¡Mira nada más lo bonito que es! ¡Ganaría mucho dinero!”

“Ese es el plan” ella rio un poco de manera tonta. “Esta preciosidad nos va a hacer muy ricas allá en América”

“¡Brindemos por eso!”

“¡Ino!” un chico con triángulos en las mejillas apareció. “Tsunade-sama te busca”

“Ya voy” ella salió, llevándose a los marineros con ella, sabiendo que a su jefa no les gustaría que los dejara sólo con una mercancía tan valiosa y un miembro que, aunque fuerte, era sumamente irresponsable. “Más te vale que vigiles bien a esa cosa, Kiba, es valiosa”

“Sí, sí” él hizo un gesto despectivo y se sentó frente a la cosa, que volvió a ocultarse entre la maleza con cara de pocos amigos. Madara ya estaba a punto de cruzar la puerta cuando algo le dio en la cabeza. Se frotó el sitio donde había impactado y recogió el objeto. Era un anillo de plata escasamente decorado.

“Hum, parece que le gustas” comentó la muchacha en broma, pero a él no le gustaba. ¿Por qué esa cosa le daría un regalo? Tenía que ser una broma de alguien.

“Muy graciosos” se fue. Esa noche fue la primera vez que soñó con la criatura. La pudo ver, nadando alrededor de él, tocándolo de vez en cuando con la cola. Lo más extraño es que podía respirar bajo el agua. Se despertó en medio de la noche y decidió caminar por el barco. En medio de su caminata pasó frente a la habitación de Tsunade, escuchando risas. Por una abertura de la puerta vio a la rubia con sus dos compañeras, todas desnudas y demasiado… animadas. Estaba a punto de irse cuando las escuchó.

“Vaya, este ha sido el mejor negocio que has hecho” comentó Sakura, dándole un trago a su botella de champaña. “¡Una montaña de oro por nada!”

“Aunque me ha dado un poco de pena ese viejo Naruto…”

“Ya olvídalo, Ino, nadie lo va a extrañar” la mujer dijo como si no fuera la gran cosa haber cometido un asesinato. “Para cuando lo descubran estaremos lejos…”

“Cielos” Madara se alejó, negando con la cabeza. Como si sólo por estar lejos pudieran escapar de la ley. Una vez en la cubierta, respiró aire fresco por un tiempo antes de volver a interior y dormirse.

-Unas semanas después-

“No sé si Kiba cayó por la borda, digo… ¡Es tan raro! ¡Él tendría que estar en el cuarto con la criatura!” el marinero comentaba mientras bebía su café del desayuno. Madara, a su costado, tomaba sin escucharlo realmente. No había vuelto a poner un pie en el cuarto del tritón desde que lo había visto, aunque… ya le estaba dando miedo. Todas las mañanas en su cuarto aparecían pequeñas cosas como un brazalete de oro… “¡Me estás escuchando!”

“Sí… no, ¿Qué decías?”

“Que creo que la sirena come humanos”

“Oh, por favor. ¿Crees que alguien podría tener una cosa tan peligrosa como mascota? Además es un tritón, no un tiburón” el pelinegro negó con la cabeza. Continuaron haciendo su trabajo mientras el capitán gritaba que se pusieran a trabajar. El Uchiha volvió a entrar al barco para hacer un mandado… y escuchó sonidos extraños viniendo del cuarto del tritón. Entró y vio… “Hey, ¿Qué haces con la tapa levantada?”

“Ruurrrrrr” se acercó para cerrar la tapa, parándose en una silla para hacerlo, pero antes de que lo hiciera, la criatura le agarró de la mano y lo tiró dentro de la pecera. El pelinegro comenzó a debatirse, tratando de llegar a la superficie, más no pudo. Todo se volvió negro por la falta de aire. Una vez estuvo inconsciente, el tritón le dio un beso en los labios y abrió su camisa, tocando con la boca cada pezón. A continuación soltó su cinturón y retiró la ropa inferior, colocando su cola entre sus piernas. Lo miró fijamente, tenía mucho trabajo por delante…

“¡UGHHHH!” Madara tosió fuertemente, expulsando toda el agua de sus pulmones cuando por fin pudo respirar otra vez. Se levantó, con la ropa mojada, y observó con ira a la cosa que ahora nadaba en círculos en su pecera, con la tapa cerrada. “Maldita cosa… juro que te haré sopa de pescado.”

“¡Eh, Dara, qué haces ahí!” su amigo pasó. Levantó la vista y lo vio haciendo su encargo. “Como te tardaste tanto el capitán me mandó a traerlo. ¿Qué te pasó?”

“Nada, ya voy” se levantó, listo para regresar al trabajo y sin notar la banda de oro en su muñeca…

-Unas semanas más tarde-

“Sabes, pensé que después de tantos viajes ya no te mareabas”

“Cállate” Madara se limpió la boca después de haber vomita por quién sabe cuantaba vez en esa semana. Desde que cayó en el tanque se había sentido extraño, pero esa última semana estaba aún peor, con ganas de vomitar a principios de la mañana y siempre que comía. “Ufff, ¿Cuánto nos falta por recorrer?”

“Hemos tenido que esquivar algunas tormentas, así que… todavía un poco” le palmeó la espalda. “No te preocupes, los mareos se te pasarán.”

“Ya vete a trabajar” se quejó. Fregó la cubierta, más al cabo de poco tiempo estaba cansado y con ganas de dormir. Eso era muy extraño, normalmente era más activo. Preocupado por estos síntomas, terminó su tarea y se dirigió al cuarto de Tsunade, dispuesto a hallar algunas respuestas. Rebuscó en su cuarto y encontró un cuaderno. “¿Qué es esto?”

“El diario del antiguo dueño del tritón” contestó la rubia, mirando descuidadamente sus uñas. “Te lo puedes quedar, son sólo fantasías.”

“Gra… gracias” salió y se sentó en una bodega. Tras unas cuantas horas de lectura, estaba muy asustado. La historia ahí relatada era de cómo un par de amigos, Naruto y Sasuke, habían atrapado a la criatura mientras esta guiaba a un barco hacia nadie sabía donde. Ellos la encadenaron y la dejaron en un sótano, temiendo a su hambre de carne humana. Un día el pelinegro había estado tirándole pedazos de carne a ver si comía ternera, cuando esta se impulsó, tocó su boca sus pezones por encima de la ropa y luego su estómago con la mano, tirándolo lejos. Naruto lo atrapó a tiempo y cerró la tapa, fulminándolo con la mirada. Las cosas se pusieron muy extrañas a partir de entonces, con los dos acercándose de una manera que nunca habían hecho antes y al final… haciendo el amor toda la noche en casa del rubio. Semanas más tarde, Sasuke comenzó a tener síntomas extraños y finalmente descubrieron que estaba embarazado. Les sorprendió esa capacidad de la criatura y sintieron miedo por lo que podía pasar, pero no iban a matar a un niño inocente. Naruto hizo uso de su conocimiento médico (era doctor) para seguir el embarazo de su amigo, que se quedó en su casa por eso. Gracias a él, Sasuke pudo dar a luz a un niño saludable por cesárea, pero nunca volvieron a acercarse a la criatura por temor a lo que podían hacer. “Em… em…”

“Madara, ¿te pasa algo?” el marinero irrumpió en la bodega en su busca. “Ya es hora de comer, ven y… ¿Te pasa algo?”

“No” Madara se puso a pensar. No era posible que estuviera… embarazado, los hombres no podían tener bebés. Recordó la historia que acababa de leer y un escalofrío pasó por su espalda. ¡No! ¡Tampoco era posible! ¡No había tenido relaciones con un hombre! Aunque… ahora que lo pensaba, no sabía lo que había hecho durante algunas horas cuando cayó en el tanque. Se llevó una mano al estómago. Oh, Dios, no me digan que…

“¿Hummm? ¿Te duele el estómago?”

“No, no, vamos” tras la comida, el pelinegro corrió al tanque, donde lo esperaba la criatura. Ya era la noche, por lo que esta se encontraba mirando la luna. “¿Qué se supone que me hiciste?” exigió saber. El tritón se volteó y con facilidad abrió la tapa y salió del agua. Al hacerlo su cola se transformó en piernas. “¿Qué…?”

“Ha…shi…ra…ma” dijo él, señalándose.

“¿Hashirama? ¿Es ese tu nombre?”

“Ha…shi…ra…ma” repitió con el mismo gesto, luego puso su mano en su vientre. “Kai…to”

“¿Kaito? ¿Por qué…? Ay, no…” se cubrió la cara, alejándose del moreno. De repente los hombres acudieron. Vieron a la criatura fuera de la pecera y los marineros quisieron jugar un poco con él. Mientras lo hacían, Tsunade fue a hablar con el capitán. Madara los siguió, no queriendo estar en la misma habitación que el padre de su hijo.

“¡Usted tiene que hacer algo! ¡Además cuándo vamos a llegar! ¡Tenemos demasiado retraso en lle…!”

“Señora, usted no sabe” el capitán se rio de forma algo demente. “No debió haber traído a esa cosa dentro de la nave. Nada más mire lo que me ha obligado a hacer.”

“Capitán…”

“¡Sólo mírelo!” cientos de chillidos se oyeron en la parte de afuera del barco. El pelinegro miró por la ventana y vio colas saliendo del agua. En seguida comenzaron oírse gritos. El Uchiha asustado, buscó una habitación y se escondió ahí hasta que terminó el griterío. Cuando lo hizo salió y vio los cadáveres de todos en el piso.

“¿Qué?” un sonido muy raro lo hizo voltear. La criatura estaba ahí, sólo que ahora tenía marcas rojas en la cara. Se acercó muy confiada, haciéndolo retroceder. “N… no… no”

“Ruuuur” se acercó y lo miró a la cara. Madara cerró los ojos, seguro de que no saldría de ahí. “Ahhhhhh” se extrañó mucho cuando sintió una caricia en el cuello. El tritón estaba completamente sobre él, colándose entre sus piernas. “Es… espera… ¡Ahhhhhh!”

-En el alba-

“Hum…” Madara se cubrió perezosamente con una manta. Había tenido sexo toda la noche con el tritón y si antes no estaba embarazado, ahora lo estaría. Estuvo a punto de reclamarle cuando empezó a arrojar los cadáveres al agua, pero se contuvo. Mejor seguir vivo… o al menos dar a luz en un lugar que no fueran las rocas horribles que veía al frente.

“Ruuuuurrr” la criatura lo observó una vez más antes de saltar al agua para unirse a sus hermanos ahí. De un poderoso coletazo, envió la nave de regreso por donde había venido. El Uchiha pasó todo el viaje escondido en una bodega, esperando la muerte… que nunca llegó. Milagrosamente llegó a casa a salvo, siendo rescatado por la marina. Suspiró aliviado, al menos lo habían sacado de ahí antes de que su pancita fuera muy evidente e hicieran preguntas que no quisiera responder.

“¡Madara-nii!” Izuna lo abrazó cuando regresó. “Qué bien que estás a salvo, estaba…”

“Ahora no, Izuna, tengo que ver a alguien… pero luego podemos estar juntos todo el tiempo que quieras. Ya no… viajaré más” esto sorprendió al muchacho. Madara, por su parte, fue a la casa del rubio asesinado con el libro y conoció a Sasuke.

“Necesito su ayuda” el otro pelinegro le abrió la puerta.

-Años más tarde-

“¡Madara! ¡Necesito ayuda!” gritaba Izuna atareado, sirviendo más bebidas. “¡¿Dónde se supone que está tu hijo?! ¡Tendría que trabajar!”

“Creo que… no sé. Tú lo conoces, le gusta admirar el océano de noche” respondió el mayor, poniendo cervezas delante de los clientes. A las afueras, un adolescente de largo pelo negro observaba el agua sin decir ni una palabra. Algo lo llamaba, de eso estaba seguro.

“Ruuuuurrrr” se arrojó al agua, era hora de seguir su camino.

Notas finales:

¿Qué les pareció? Quería hacer una historia un poco más larga, pero... quizás uno de ustedes pueda. ¿Que piensan? ¿Pueden convertir este pequeño fic en una historia más larga? ¿La podrían escribir para leerla? Review!!!


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