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Nunca más. por Almaschmetterling

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Notas del fanfic:

Kuroko no basuke y sus personajes pertenece a Tadatoshi Fujimaki.

Notas del capitulo:

Tener un trabajo absorbente y con una madre absorbente es obvio que no es facil actualizar, pero acá estoy.

Espero que a Luka le guste la historia, no es tan larga como queria, no es tan genial como la imagine. Quizas algún dia la reescriba. 

Espero que te guste amore mio y a quienes lo leen.

No podía creer en el amor

 Así es como era simplemente, una relación de dolor y sufrimiento, eso es lo que siempre ha logrado recordar, sin embargo se mantenía terco en mantener esa unión.

Él quería imaginar que las cosas podrían mejorar. Era una visión muy ilusa por su parte, tenía que entender que las cosas no iban a cambiar, en el fondo lo sabía pero se hacía oídos sordos.

Mil y un reproches le llovían siempre, de cómo se vestía, de que era una persona demasiado inútil, demasiado simple, demasiado normal, incluso feo. Eran palabras que recibía a diario y todo lo que quería  responder siempre terminaba reprimiéndoselo debido a que su pareja siempre tenía la última palabra en todo.

Solo quería tener la ilusión de ser amado.

Aunque esta persona nunca le había golpeado siempre le humillaba, lo cual también era un tipo de violencia, pero de esa violencia que no se ve, pero que puede ser la peor de todas. El maltrato psicológico hacia que fuera dócil pero al mismo tiempo creaba una bomba de tiempo en su interior.

Cuando podía en el trabajo intentaba hacer las mayores horas extras posibles para no llegar  a casa, no quería verlo y menos cuando el siempre traía borrachos a la casa  a hacer desordenes, lo terrible de esto es que esas personas siempre parecía que eran delincuentes o parientes de delincuentes que siempre terminaban robándole las cosas.

Y aunque la culpa la tenía su pareja de alguna manera Furihata era el responsable de ello.

Estaba demasiado cansado, demasiado harto ¿Por qué siempre terminaba siendo el que estaba mal? Hiciera lo que hiciera siempre estaba mal.

Quizás debía dejar esa terquedad y terminar esa relación. También acabar consigo mismo y morir. Nunca habría nadie tan bueno como él, se repetía mentalmente, quizás la próxima persona que conocería  seria alguien que si le golpearía o que no trabajaría como su actual pareja.

Suspiro largamente, era una espiral de costumbre viciosa y maligna que no le hacía bien, aunque en realidad a cualquier persona le haría daño una relación así de toxica, pero si lo dejaba ¿Podría encontrar a alguien mejor?  ¿Realmente podría? No lo creía posible.

Era mejor pensar en que algún día las cosas se arreglarían.


…Esa noche en la borrachera uno de los amigos de su pareja los invito a Furi y a este a un lugar que después de la mayoría de los sujetos estaban borrachos y algo excitados, por poco terminan violando a Furi si no es porque la mayoría se quedaron dormidos, su pareja no había hecho nada más que reírse…

Entonces entendió  por fin que si debía cortar de raíz esa relación.


Su vida era una mierda, su existencia lo era.

Había recibido una bofetada directa por su padre cuando sus palabras fueron simplemente.

“Ya no quiero que me vengas a visitar”

Si estaba en aquel lugar terrible era por él, por sus malditas influencias. Un padre que creía que si su hijo no seguía las ordenes que el imponía se debía a alguna clase de enfermedad mental.

Obviamente no era así.

Pero los médicos llevados por el miedo que inspiraba ese hombre hicieron el diagnostico que se les dio la gana y que más complacería a Masaomi Akashi. Su hijo tenía que ser perfecto, aunque eso le hiciera más robot que ser humano.

Seijūrō miro a través de la pared que termino rasguñada por sus uñas en un mensaje de auxilio que nadie leería, que nadie querría sacarlo de ese lugar donde mantenían a los enfermos mentales. Él podría seguir el juego y engañar a su padre para salir de allí convirtiéndose en lo que su padre quería, pero tenía sus propias convicciones, era demasiado sincero con lo que sentía, no le gustaba pisotear a la demás gente como solía hacerlo su padre.

Aquel hombre que enloqueció cuando su esposa  murió.

No, simplemente no iba  a volver a casa, su casa se convirtió en un infierno desde ese instante. Pero si lograba salir de allí ¿A dónde iría? Ni siquiera él estaba seguro de donde, pero tenía que escapar, aunque no fuese fácil.

Desearía recibir amor de alguien de verdad como alguna vez recibió de  su madre en la época en que era feliz, amigos tenia, pero ahora todos piensan que está loco por las palabras de su padre quien tiene mucho manejo de las palabras. Nadie es un verdadero amigo.

Esta solo.

¿Alguna vez podría conseguir amor?

Era obligado a dormir casi todo el día y pronto usarían métodos más radicales con él.

Seijūrō tenía que ceder para salir de ese lugar o sus recuerdos desaparecerían. Ya no quiere estar más en ese lugar, no quiere estar tampoco en casa, sin embargo huiría. Claro que huiría.

Aunque estaba ya prohibido su padre pensaba en una lobotomía para  hacerlo reaccionar y eso si no lo permitiría.

Tuvo que fingir sometimiento.


¿Cómo fue que ambas vidas tan distintas llegaron a encontrarse?

Un castaño entraba a un trabajo nuevo donde tuviera una jornada más larga, tratando de evitar lo más posible a su pareja. Y un pelirrojo intentaba  mantenerse obediente a las órdenes de su padre para que no volviese a encerrarlo buscando la oportunidad de huir, de arrancar de ese lugar.

Ambos querían escapar. Y aunque en cierto momento su relación no parecía más de un jefe/empleado de a poco fueron volviéndose más cercanos, puesto que los dos salían tarde del trabajo, ambos no querían regresar a casa, pero tenían que hacerlo.

Seijūrō a veces invitaba a comer a aquel chico que tenía esa mirada tan cansada y triste pero que aun así le sonreía y mantenía una conversación animada con él. Kōki tenía que admitir que encontraba fascinante a Seijūrō, aunque en un principio tuvo temor de aquella mirada felina y penetrante que le dedicaba el pelirrojo, sin embargo cada vez se quedaba atrapado en esos ojos rojos.

Ambos se estaban enamorando perdidamente del otro.

En cierto momento y estando a solas se contaron sus problemas. Akashi conmovido por la vida triste de Furihata y a su vez este conmovido por la dura vida que tenía que pasar su jefe, al parecer el poder también tenía sufrimiento.

Cuando Seijūrō ofreció dejar a Kōki, este en el viaje tomo su mano, como diciéndole algo sin palabras que el otro entendió al instante: Aun no quería irse.

Se quedaron unos segundos mirándose sin pensar en el mundo que los rodeaba, nada más que ellos dos. Era incorrecto, pero poco les importó a ambos.

Ambos se fueron acercando más y más al otro hasta que un beso fundió sus labios, un pequeño beso inocente, pero que provoco explosión de emociones en ambos corazones.

Kōki  pensó que jamás experimentaría algo así ¿Así era el amor verdadero?

¿O solo sería eso que se llama atracción física? Realmente quería pensar en que así era. Aquel pelirrojo le hizo estremecer con solo un roce desde la hebra más fina de sus cabellos hasta la punta de los pies. Su corazón volvía a renacer de amor en el momento en que sus miradas se  cruzaron.

Esto tenía que ser amor. Lamentablemente quizás eran las circunstancias equivocadas. O tal vez no. Tal vez era la oportunidad de cambiar. De tomar una decisión radical.

¿Pero cómo podían cambiar?

Ambos lo supieron en ese instante. La solución debía ser radical.

Tirarse de un puente es algo que no pudieron si  no tomar como una medida desesperada pero estaban decididos. No importaba nada más que liberarse de la prisión que estaban ambos y poder vivir de una vez. Vivir si, aunque fuera del método más extremo de hacerlo.

Ambos tomaron sus manos firmemente. Se miraron y sonrieron ampliamente antes de saltar.



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—Sei ¿Crees que este bien lo que hicimos? —Furihata miro a su pareja quien estaba bastante tranquilo.

—Era necesario. Kōki, ambos estábamos en una prisión. Mi padre era mi prisión, tu  ex la tuya…—Tomo un poco de té tranquilamente.

— ¿Crees que algún día sepan que fingimos matarnos? —La voz tranquila a pesar de todo del castaño le hizo sacar una pequeña sonrisa a su nueva pareja Akashi Seijūrō.

—Quizás, pero por ahora estamos lejos de que alguna vez nos encuentren, además mi padre seguramente ya buscara otro heredero para lo que necesita, aunque lamento en verdad lo que ocurra con ese pobre hermano mío.

—Te amo Sei.

—Yo a ti Kōki.

Ambos chicos se abrazaron en esa casa cálida en Escocia donde vivían ahora.

Ahora estaban muy lejos de su país, sin muchas cosas que tuvieron, teniendo que adaptarse a costumbres que no tenían, pero era necesario. Habían tenido que sacrificar la comodidad, incluso parte de su identidad para no ser encontrados.

Lo mejor es escapar de las prisiones y de las ataduras que nos ahogan. Adiós a esos recuerdos nefastos.

Nunca más reproches, nunca más situaciones  que los presionasen. Nunca más corazones heridos.

No, ya nunca más.


Fin


 









Notas finales:

Nos vemos. 


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